Preguntas a las mujeres: manifiesto contra el antifeminismo Florence Thomas. Columnista de EL TIEMPO * Coordinadora del Grupo Mujer y Sociedad Sección: opinión El tiempo, 30 de octubre de 2007 Enlace: http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/florencethomas/ARTICULOWEB-NOTA_INTERIOR-3795412.html Hoy, y a propósito de los 50 años del voto femenino y de Doris Lessing, premio Nobel de Literatura 2007, quiero tratar de entender por qué existe un odio casi endémico hacia el feminismo y las feministas. Confieso que me resulta más fácil entender el antifeminismo de los hombres, quienes durante muchos siglos gozaron de los beneficios de una cultura patriarcal que los ubicó en un lugar privilegiado en relación con el poder. Al fin y al cabo, ellos sienten el miedo a perder y les es más difícil descubrir cuánto les lesiona aún esa cultura que les asignó roles de machos dominantes. Pero no logro entender el antifeminismo de muchas mujeres. En general, mujeres cultas, universitarias y de estatus altos. En mi largo recorrido profesional, he encontrado mujeres que reniegan del feminismo y a quienes las feministas les producen un agudo escozor. A veces me sorprende la vehemencia con la cual declaran con una seguridad pasmosa -y bastante ingenuidad- que nunca han sido discriminadas y que en la actualidad los hombres y las mujeres son iguales. Pretenden hacernos entender que nuestro discurso está fuera de lugar. Responderles representa para mí un reto, aunque en realidad no sé si me interesa convencerlas, pues esa es su opción y siempre me hacen dudar entre dos caminos: el primero es dejarlas hablar, mirarlas con cierto cariño y decirme a mí misma, con esta pequeña voz interior que es tan difícil acallar, "... ilusas, ni siquiera han podido darse cuenta todavía... piensan que el mundo es solo él de ellas... no han tenido la oportunidad de construir esa conciencia crítica de lo que significa ser mujer en una cultura patriarcal... y ojalá no les dé muy duro cuando algún suceso de la vida las atropelle...". El otro camino es el de no callar, mirarlas de frente y decirles: Mujeres, yo tampoco he sido abiertamente discriminada -aun cuando estoy inscrita en esta cultura y de hecho lo soy- pues, como lo expresa el sociólogo Pierre Bourdieu en su obra La dominación masculina, he nacido con "un coeficiente simbólico negativo". También yo, como ustedes, he podido estudiar, amar libremente, escoger desde una muy recién inaugurada anticoncepción cuántos hijos tener y estar en el lugar donde estoy por algunos méritos propios. Sin embargo, me hice feminista porque, a diferencia de ustedes, fui siendo consciente de mis privilegios y a la vez de todo lo que la historia adeuda a la inmensa mayoría de mujeres que no han tenido las oportunidades que la vida nos ha ofrecido a ustedes y a mí. Y no se confundan, les hablo desde este feminismo de los albores del siglo XXI en un país en guerra, uno de los pocos humanismos que nos queda hoy, capaz de volver a abrir caminos de huida hacia un horizonte de utopía. Bastaría una sola cifra publicada en este diario recientemente: aun cuando "solo el 23 por ciento de las mujeres han denunciado haber sido violadas en Colombia, 721.246 mujeres entre los 13 y los 49 años han sido víctimas de este delito". Y les pregunto: ¿quiénes creen ustedes se han peleado por devolver su cuerpo a las mujeres y porque los derechos sexuales y los derechos reproductivos tengan lugar? Las feministas. ¿Quiénes creen ustedes hicieron posible que las mujeres pudiésemos ejercer la libre opción a la maternidad? Las feministas. ¿Quiénes creen ustedes empujaron la puerta de la casa y de la alcoba conyugal tan herméticamente cerradas, para develar y denunciar las múltiples violencias domésticas y las atrocidades y de los abusos sexuales? Las feministas. ¿Quiénes animaron nuestro lento y hoy significativo ingreso a las aulas universitarias y a los espacios públicos? Las feministas. La lista es hoy interminable. Entonces, no pido que todas las mujeres y todos los hombres sean feministas. Solo exijo respeto a los conocimientos, al saber acumulado y a los aportes del feminismo en sus más de cincuenta años de historia en Colombia.