Nuevas Miradas Sobre el 20 de Junio 20 de junio por Guillermo de Martinelli La figura de Belgrano muestra cómo las construcciones sociales sobre el pasado, en un sentido amplio, pueden tomar direcciones e interpretaciones divergentes. Entre la historia escolar y la historia académica es posible identificar diferentes usos y apropiaciones que en un caso han asociado y sedimentado en un símbolo a este personaje de la historia nacional, mientras que en el otro se ha diluido en una diversidad de dimensiones preocupadas por expresar los multifacéticos intereses de esta figura. Tanto en un caso, como en el otro, pero también en relación a las producciones sobre el pasado que median entre lo escolar y lo académico, lo que podemos encontrar es la expresión de lo nuevo y de lo urgente para una sociedad que buscaba refundarse. Es cierto, que los aspectos a resaltar no son neutros ni ingenuos, y que la asociación de Belgrano con un símbolo patrio, con la defensa de determinada corriente económica, con su rol como periodista o como estratega militar, responden a intereses precisos que cada momento histórico y sus actores políticos buscaron promover. Este presente, no es diferente a otros presentes en cuanto a sus pretensiones sobre el pasado, pero lo cierto es que nos cabe a nosotros, en tanto ciudadanos, proponer una nueva mirada sobre el pasado, que se proponga retomar de la figura que nos convoca, sus invitaciones a pensar en un país mejor y en la necesidad de considerar el bien público como un elemento de unidad y compromiso ciudadano. El 25 de mayo de 1973 por Jorge Firpo A.J Cámpora asumía la presidencia de nuestro país después de un largo periodo de ausencia de legalidad y en medio una crisis representación, participación y legitimidad. Por fin el 20 de junio las clases populares se aprestaban a recibir a su líder, Juan Perón, y decenas de miles de trabajadores marcharon hacia Ezeiza donde debía aterrizar su avión y reencontrarse con su pueblo. Pero, lo que prometía ser una fiesta termino por no serlo, los designios de la ultra derecha se agitaban en las sombras. Las luchas de la clase obrera habían sido duras, despojadas de sus derechos básicos, perseguidas y castigadas por su adhesión a aquel que hoy saludaban en su retorno. El peronismo arrastraba consigo diferencias de origen: integrado por socialistas, radicales, anarquistas, algunos conservadores populares, miembros de la pequeña burguesía, nacionalistas y elementos de las fuerzas armadas, Todos, absolutamente todos reclamaban para sí la autenticidad de su peronismo. Contradicciones éstas que, cuando desapareciese la contradicción principal darían paso contradicciones subalternas lo que ocurrió cuando Perón piso el suelo de patria después de 18 años de exilio. La clase trabajadora debió soportar todas las formas posibles de persecución y avasallamientos a partir de la caída de Perón. Primero fue la masacre del 55. Hecho en el la que bombas y la metralla cegaron alrededor de 500 vidas. Al año siguiente José León Suárez, la emboscada al General Valle nos enlutó nuevamente. Luego se sucedieron el plan Conintes y mil maneras de imponer la aceptación de la entrega de nuestra riqueza a los monopolios, con proyectos que se pretendían “desarrollista” u “eficientistas”, que solo contribuyeron a la enajenación de nuestra riqueza natural y a la trans nacionalización de las empresas instaladas. Algún iluminado que usurpaba el poder, sin límites de tiempo. Que no se ponía plazos, solo objetivos, que sólo Dios sabe cuando se concretarían. Lo que sí sabíamos es que acarreaban quebrantos comerciales, cierre de fuentes de trabajo que incrementaban la pobreza y la desocupación. Muchas cosas habían pasado desde aquel 16 de septiembre en que cielo de Buenos Aires lloró. A partir de los primeros “caños” y de los tornillos arrojados dentro de las máquinas, las respuestas de la clase trabajadora fue cada vez más efectiva y organizada. La proto guerrilla de los Uturuncos dio lugar células coordinadas por John W. Cooke que se convertirían en verdaderas fuerzas de liberación nacional. Con el derrocamiento de Perón, las organizaciones sindicales fueron descabezada dando lugar surgimiento de nuevos dirigentes, algunos de ellos descubrieron rápidamente las ventajas que les brindaba el exilio del conductor. Surgió así la idea de un peronismo sin Perón y decidieron enfrentarlo sin éxito, fueron derrotados en la liza electoral. Por ello buscaron refugio en los gobiernos militares con quienes tenían íntimas relaciones. La acuciante situación multiplico los reclamos. El aspecto novedoso fue la activa participación del estudiantado que había comenzado con el “Correntinazo”. Luego fueron las ramas más dinámicas de producción, asentadas en Córdoba, las que dieron duro revés al gobierno militar en las jornadas que recordamos como el “Cordobazo”, el Vivorazo . A ellas siguieran el Rosariazo, en una escalada ascendente del reclamo popular que culminaría con las muertes de Vandor y de Aramburu. Estos hechos demostraron que nada era viable sin la presencia de Perón por lo que aceleraron la “operación retorno” las propias fuerzas arada. El 19 de junio los sectores de la izquierda sindical y política tuvieron un trajinar frenético para evitar sorpresas, pero la masacre del día 20 prohijada por CIA ya estaba en marcha. Las fuerzas derrotadas el 11 de marzo del ‘73 nos estaban destruidas, la oligarquía y el imperialismo aliados de los traidores vernáculos estaban al acecho. Los programas de Huerta Grande y La Falda, de CGTA, CGT y 62 Organizaciones Peronistas expresaron las reivindicaciones de la clase trabajadora que sostenían la necesidad de una economía planificada, nacionalizada en sus sectores básicos y la eliminación de los monopolios y el repudio a deuda contraída a la espalda del pueblo. Los sectores de izquierda supusieron erróneamente que su mayor capacidad de movilización y organización inclinaría la balanza en su favor dada la mayor contribución al operativo retorno, ignorando que los muchachos de la derecha también eran peronistas y que además, al líder a quien le pesaban los años podía equivocarse, por eso cuando tuvo elegir eligió mal. Aquel 20 de junio, cerca de dos millones de personas fueron a vivir una fiesta a Eseiza y se encontraron con miles de armas largas portadas por el C de O, CNU y la naciente AAA que alejaría a la izquierda de las proximidades del palco y de Perón. Pocas, casi ningún arma en manos de las organizaciones de izquierda, tal vez alguna decena de revólveres y una ametralladora que no se usó. Algún tiroteo, es cierto pero esto ocurrió entre la gente de palco y el Hospital Escuela, todos gente de Osinde. Vaya pues nuestro homenaje a aquellos compañeros que se manifestaron al grito de “Dar la vida por Perón” y encontraron la muerte a manos de la ultraderecha. Bibliografia Pigna, F. Lo pasado pensado, Ed. Planeta Bervitsky, H. “Ezeiza” , Ed. Contrapunto Diarios de la época