2. Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona

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Diagnóstico de las
realidades de la
población LGTB
de Barcelona
Bellaterra, julio de 2009
Grupo de Investigación
Instituto de Gobierno y Políticas Públicas
Equipo de investigación:
Coordinación:
Gerard Coll-Planas
Miquel Missé
Gerard Coll-Planas
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
Índice
1. Introducción ....................................................................................................................... 2
2. Aspectos de fondo........................................................................................................... 5
3. Espacio público............................................................................................................... 10
4. Educación.......................................................................................................................... 16
5. Ámbito laboral ................................................................................................................. 24
6. Salud.................................................................................................................................... 33
7. Ocio...................................................................................................................................... 42
8. Perfiles más vulnerables............................................................................................. 47
Referencias bibliográficas............................................................................................... 54
Anexo metodológico.......................................................................................................... 55
1
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
1. Introducción
Este informe recoge una diagnosis de las realidades de las personas lesbianas, gais,
bisexuales y transexuales de la ciudad de Barcelona. El trabajo se encuadra en un
proceso más amplio de diagnóstico1 que ha puesto en marcha la Concejalía de
Derechos Civiles del Ayuntamiento de Barcelona, previo a la elaboración participativa
del Plan Municipal para el Colectivo Lesbiano, Gay, Transexual y Bisexual.
El diagnóstico de la población lesbiana, gay, transexual y bisexual (en adelante LGTB)
no asociada supone el reto de realizar un análisis de problemáticas y realidades de un
colectivo muy diverso: hay que tener en cuenta que está formado, como mínimo, por
cuatro grupos sociales (transexuales femeninas y masculinos y mujeres y hombres no
heterosexuales2) que, además, presentan diferencias internas en función de variables
como la clase social, la procedencia o la edad.
En el momento de elaborar el diseño de la investigación hemos considerado que, a fin
de realizar un diagnóstico que recoja la heterogeneidad del colectivo, resulta necesario
tener en cuenta tres tipos de sectores:
•
Sectores mayoritarios (por ejemplo, lesbianas y gais de mediana edad).
•
Sectores minoritarios o menos estudiados (transexuales, personas mayores,
padres y madres, hombres que practican sexo con hombres, bisexuales...).
•
Sectores con riesgo de exclusión social (inmigrantes, trabajadoras y
trabajadores sexuales, gais seropositivos, intersexuales...).
Tal como explicamos más detalladamente en el anexo metodológico, el trabajo de
campo se ha basado en tres técnicas de investigación:
•
Se ha difundido un cuestionario electrónico autoadministrado. El cuestionario
se ha colgado en un blog que se ha dado a conocer a través de postales,
mailings de asociaciones, anuncios en páginas web y revistas dirigidas al
colectivo y a través del correo electrónico. Hemos recibido un total de 454
respuestas.
•
Se han realizado dos tipos de entrevistas:
o
A informantes clave que, por su actividad profesional o su labor como
activistas, nos ofrecen una visión y un conocimiento interesantes sobre
el colectivo.
o
A personas de sectores específicos del colectivo.
1
Además de la dimensión de la población LGTB no asociada, se realiza un diagnóstico de lo
que opinan las asociaciones, la población general, qué hacen otros ayuntamientos europeos y
qué medidas está llevando a cabo el propio Ayuntamiento de Barcelona.
2
A lo largo del trabajo, a efectos de facilitar la lectura, hablaremos de «lesbianas y gais» para
referirnos a mujeres y hombres no heterosexuales (véase el apartado 2).
2
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
•
Se han organizado cuatro grupos de discusión.
En la siguiente tabla detallamos el perfil de los entrevistados y participantes en los
grupos de discusión, así como las abreviaciones que utilizamos para referirnos a ellos
a lo largo del análisis.
Tabla 1. Perfil y abreviaciones de las entrevistas y de los grupos de discusión
Técnica
Abreviación
Entrev. psicóloga
Entrev. educador social
calle
Entrevistas a
informantes
clave
Entrevistas a
informantes por
sectores
Grupos de
discusión
Entrev. investigador
Internet y VIH
Entrev. prevención
VIH/sida
Entrev. profesora
secundaria
Entrev. mediadora
trabajadoras sexuales
trans
Entrev. mediador
trabajadores sexuales
Entrev. asociación
inmigrantes LGTB
Entrev. especialista en
dependencia y
masculinidad
Entrev. doctora
intersexuales
Entrev. joven
seropositivo
Entrev. mujer mayor
trans
Entrev. mujer trans con
dependiente
Entrev. trabajadora
sexual trans
Entrev. madres
lesbianas
Perfil
Psicóloga especializada en la atención a gais, lesbianas y
trans
Coordinador de educadores de calle que trabajan en
espacios de cruising y en proyectos con trabajadores
sexuales
Investigador en temas de prevalencia de VIH y uso de
Internet
Director de un centro de detección de VIH
Profesora de secundaria especializada en educación
afectivosexual, autora de diversos materiales didácticos
Mediadora con trabajadoras sexuales trans
Mediador con trabajadores sexuales
Responsable y psicólogo de una asociación de
inmigrantes LGTB
Investigador en nuevas masculinidades y en dependencia
en la población LGTB
Endocrinóloga especializada en el tratamiento a niños
intersexuales
Gay de 22 años seropositivo
Mujer mayor trans de 65 años ex trabajadora sexual
Mujer trans de 54 años con una persona a cargo
Mujer trans de 34 años trabajadora sexual
Pareja de lesbianas que son madres. Una tiene 40 años y
es originaria de Argentina, la otra es de Suecia y tiene 32
años
Entrev. padre gay
Padre gay, 34 años, educador social
Entrev. padre trans
Padre trans, 43 años
Entrev. hombre bisexual
Chico bisexual, 27 años
Entrev. mujer bisexual
Chica bisexual, 22 años
Entrev. profesor gay
Profesor de secundaria de religión católica, gay, 45 años
Chico trans originario de Estados Unidos, 39 años
Entrev. hombre trans
inmigrante
Grupo discusión
personas mayores
lesbianas y gais
Grupo discusión
Personas mayores de 65 años gais y lesbianas
Lesbianas y gais inmigrantes procedentes de América
3
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
inmigrantes lesbianas y
gais
Grupo discusión trans
mediana edad
Grupo discusión trans
inmigrantes
Latina y el mundo árabe
Trans mayores de 30 años
Trans inmigrantes procedentes de América Latina
El informe continúa con un apartado donde se recogen comentarios de carácter
general. Posteriormente analizamos las problemáticas de transexuales, lesbianas y
gais en los siguientes ámbitos temáticos: espacio público, educación, ámbito laboral,
salud y ocio. A continuación, apuntamos los que, desde nuestro punto de vista,
constituyen los perfiles más vulnerables dentro del colectivo. Y acabamos con las
referencias bibliográficas y un anexo metodológico donde ofrecemos más información
sobre el diseño de la investigación y el desarrollo del trabajo de campo.
4
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
2. Aspectos de fondo
Antes de iniciar el análisis de la información recogida en el trabajo de campo, nos
parece conveniente apuntar algunas reflexiones que han surgido a lo largo de la
investigación y que tienen efectos tanto en la forma de entender las problemáticas de
este colectivo como en el momento de intervenir desde la Administración.
El colectivo LGTB como ficción necesaria
Al trabajar con el colectivo, hay que tener en cuenta que se trata de un grupo social
altamente disgregado por diferentes motivos. En primer lugar, porque sus contornos
están difusos. Las letras se suman o se restan en el acrónimo «LGTB»: desaparece la
«B» de «bisexual», se olvida la «T» de «trans», se añade la «Q» de «queer»3, se
incluye la «I» de «intersexual»,4 o la «G» de «gay» toma el protagonismo y llega
incluso a cubrir la «L» de «lesbiano». Este baile de acrónimos está relacionado con
conflictos internos en relación a la pertenencia al colectivo, que tienen su expresión
tanto en el activismo como en la vida cotidiana: hallamos gais y lesbianas que
rechazan ser relacionados con las personas trans porque están más estigmatizadas,
lesbianas que se sienten distanciadas de los gais y más cercanas a los entornos
feministas, bisexuales que no son comprendidos en determinados entornos lésbicos y
gais, personas queer que rechazan las etiquetas identificadoras... Además, en cuanto
a la relación, un reciente estudio sobre jóvenes lesbianas, trans y gais nos muestra
que no podemos hablar de un colectivo integrado, ya que gais y lesbianas no tienen
demasiada relación entre sí, y que la gran mayoría de lesbianas y gais no tienen
contacto con ninguna persona trans (véase Coll-Planas, Bustamante y Missé, 2009).
En segundo lugar, hay que tener en cuenta que las etiquetas no son aceptadas sin
problemas por las personas a las que pretenden designar. Por ejemplo, la etiqueta
«homosexual» es utilizada por muchas personas para autodesignarse, pero también
se cuestiona desde diferentes frentes: pese a que a priori incluya a hombres y
mujeres, en la práctica muchas lesbianas consideran que quedan invisibilizadas y que
al usarla se refuerza el androcentrismo; otras personas la rechazan por tener un origen
médico, aspecto que los remite a la consideración de la atracción por personas del
3
En inglés, significa literalmente ‘rarito’ y se utiliza para insultar a aquellos niños y a aquellas
niñas que no actúan según las normas de su género. La reapropiación de este insulto es, por
un lado, el emblema de un movimiento político que surgió a finales de la década de 1980 como
crítica a las organizaciones gais que se habían institucionalizado y, por el otro, denomina una
teoría que concibe las identidades de género y la sexualidad como construcciones sociales,
rompiendo así con la explicación biológica o natural de las formas que toma el deseo y el
género. El discurso queer parte de una crítica a las identidades, que argumenta que nos
constriñen, y proponen su destrucción o reapropiación irónica. Al mismo tiempo, el discurso
queer se caracteriza por una defensa de las formas de placer y afecto minoritarios y por un
rechazo a la demanda de igualdad, ya que se considera que refuerza los valores sociales que
precisamente se quieren combatir (Grupo_de_Trabajo_Queer, 2005).
4
Es la persona que presenta de forma simultánea características sexuales de macho y de
hembra, en grados variables (véase Fausto-Sterling, 1998).
5
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
mismo sexo como un trastorno y optan por designarse como «gais».5 Igualmente, no
todos los hombres que sienten atracción o mantienen relaciones sexuales con otras
personas del mismo sexo se reconocen en las categorías de gay u homosexual y, por
este motivo, en las campañas de prevención de infecciones de transmisión sexual (en
adelante, ITS) a menudo se evitan estas etiquetas y se dirigen a «hombres que
practican sexo con hombres». Otra etiqueta cuya definición genera mucha
conflictividad entre las personas a las que designa es la de «transexual»: ¿supone
haberse sometido a la reasignación sexual? ¿Cuál es el límite entre la transexualidad,
el transvestismo6 y el transgenerismo?7 (Coll-Planas, 2009).
Aun reconociendo que el colectivo LGTB está muy fragmentado y que unirlo bajo un
mismo término es una construcción social que no responde totalmente a su realidad
cotidiana, desde nuestro punto de vista se trata de una ficción que resulta útil para
luchar de forma integrada contra la opresión que viven las personas cuyas identidades
de género no se corresponden a su cuerpo, que no se sienten atraídas exclusivamente
por personas del otro sexo o cuyos cuerpos no pueden clasificarse como machos o
hembras. Consideramos que la utilización de esta construcción, sin embargo, debe
respetar la diversidad que se produce en el interior del grupo y que, siguiendo los
planteamientos del esencialismo estratégico (Fuss, 1999) en el uso de las etiquetas
identitarias para combatir la opresión, no debemos olvidar que se trata de
construcciones y que no responden a características esenciales ni inmodificables de
las personas a las que agrupa.
A fin de sortear los debates terminológicos y, al mismo tiempo, conseguir que el
informe sea legible, hemos optado por hablar de «lesbianas y gais» para referirnos a
las personas no heterosexuales (tanto a las que se identifican como tales como a las
que se identifican como homosexuales, maricas,8 bolleras, queer o bisexuales y a las
que rechazan las etiquetas). Por otro lado, utilizaremos el término paraguas «trans»
para referirnos a aquellas personas cuya identidad de género no se corresponde con
su sexo según el modelo normativo. De este modo, el término incluye a transexuales,
transgéneros y transvestidos, al margen de si se han sometido o no a una operación
de reasignación sexual.
El reto de la interseccionalidad
Al analizar la realidad del colectivo e intervenir políticamente a fin de transformarla,
hay que tener en cuenta que la tendencia sexual y la identidad de género no son
5
A fin de distanciarse del término «homosexual», a raíz de la revuelta de Stonewall en 1969, se
reivindicó el uso de la palabra «gay», de origen provenzal y que quiere decir ‘alegre’ o ‘pícaro’.
6
Se considera que los transvestidos aceptan su sexo y no quieren modificar su cuerpo, sino
que no se sienten satisfechos desarrollando exclusivamente el género asignado y les gusta
representar ambos roles de género.
7
Los transgéneros son aquellas personas que, pese a cuestionar el género que se les asignó
al nacer, no se identifican con la etiqueta «transexual» porque no llevan a cabo un cambio de
sexo o bien porque parten de un cuestionamiento del sistema sexo-género.
8
Entre lesbianas y gais, una forma de cuestionar los insultos que reciben es reivindicarlos
como formas de autodesignarse.
6
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
aspectos que se produzcan aislados, sino que en la vida concreta de las personas
interactúan con otras variables como el sexo, la clase social, la etnia o la edad. En
esta línea, una participante del grupo de discusión de personas mayores nos
comentaba que en sus problemáticas actuales no sabía hasta qué punto era
determinante el hecho de ser mujer, ser lesbiana y ser una persona mayor. Este
comentario abre la puerta a plantearnos cómo los diferentes ejes de opresión
interactúan en las vidas concretas de las personas y hasta qué punto son discernibles.
A fin de profundizar en este tema nos remitiremos a la reflexión teórica sobre la
interseccionalidad.
«Interseccionalidad» es un concepto construido desde el feminismo, entre otras
personas, por la activista y teórica feminista negra Patricia Hill Collins (1991). La
interseccionalidad representa un cambio de paradigma para entender la opresión y,
especialmente, profundizar en cómo interaccionan unas opresiones con otras. Se
parte de entender que los diferentes ejes de opresión se entrelazan en una matriz en
cuyo marco se constituyen los individuos en posiciones de poder diferentes y
cambiantes. La idea de la matriz tiene el interés de poner el énfasis en la interacción y
la interdependencia entre ejes de opresión, de presentar una visión compleja donde
las personas se encuentran en diversas situaciones de opresores y oprimidos a la vez,
y de adoptar una perspectiva no jerárquica, que rechaza establecer la primacía de una
sola variable (como son la clase social o el género para el marxismo o para el
feminismo ortodoxos respectivamente).
La perspectiva de la interseccionalidad se opone a la lógica de considerar que las
opresiones se suman, tal como sugiere el habitual comentario de que las lesbianas
están doblemente discriminadas: por su género y por su tendencia sexual. Según la
lógica aditiva, las opresiones se suman,9 mientras que desde la óptica de la
interseccionalidad se sostiene que la convergencia de ejes genera nuevas realidades y
desigualdades que no pueden deducirse de una simple suma de situaciones aisladas.
En esta línea, no tiene sentido plantearnos si, en conjunto, las lesbianas están el doble
de discriminadas, la mitad o igual que los gais, ni tiene sentido establecer si los
hombres trans están más o menos discriminados que las mujeres trans. La diferencia
entre las discriminaciones de estos grupos no es cuantitativa sino cualitativa:
sencillamente es diferente transgredir el mandato de la masculinidad normativa que
subvertir la feminidad. Al mismo tiempo, la ubicación de la persona en otras variables
(clase social, etnia, edad, procedencia...) puede hacer que una persona de un grupo a
priori en una mejor situación se encuentre con más discriminaciones que una de un
grupo aparentemente más discriminado.
9
Si seguimos la lógica de la operación matemática hasta la parodia, podría calcularse una
especie de «coeficiente de opresión», en el que cada situación en que se está en posición de
oprimido suma y cada situación en que se está en posición de opresión resta. Siguiendo el
ejemplo anterior, el «coeficiente de opresión» de una mujer lesbiana de clase alta sería «1 + 1
– 1», por lo que daría como resultado 1. Siguiendo esta fórmula, esta mujer estaría más
oprimida que, por ejemplo, un hombre heterosexual y sin papeles (– 1 – 1 + 1 = –1). Al mismo
tiempo, habría que plantear cuántas variables debería recoger el coeficiente y si cada variable
tiene el mismo peso en el valor final.
7
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
La reflexión sobre la interseccionalidad nos sirve para analizar los resultados del
trabajo de campo entendiendo que el hecho de ser gay, lesbiana o trans se entrelaza
con otros factores (ser viejo, ser inmigrante, ser de clase media, ser trabajador
precario, etc.). Además, hay que tener en cuenta que ser lesbiana, por ejemplo, puede
ser un eje central en la configuración de las circunstancias vitales de una mujer y ser
menos relevante para otra mujer: ello dependerá de su ubicación en la matriz de
opresión, de los acontecimientos que vivirá a lo largo de su vida y, en resumen, de su
biografía singular pero al mismo tiempo marcada por la estructura social.
En cuanto a intervención política, la perspectiva de la interseccionalidad también tiene
importantes consecuencias, ya que la Administración pública suele trabajar basándose
en programas dirigidos a públicos específicos (personas mayores, mujeres, jóvenes,
LGTB...). La perspectiva de la interseccionalidad plantea el reto de trabajar no como si
los diferentes ejes de opresión actuasen por separado, sino precisamente en las
nuevas realidades que genera su entrelazamiento.
¿Trabajar para el colectivo LGTB o en contra de la homofobia y la
transfobia?
Al llevar a cabo el trabajo de campo, algunos de los entrevistados se mostraban
incómodos o abiertamente críticos con la idea de la elaboración de políticas públicas
específicamente dirigidas al colectivo LGTB, y planteaban que lo que hay que hacer es
tomar medidas para luchar contra la homofobia y la transfobia. Tras este tipo de
afirmaciones, por un lado, se halla la consideración de que trabajar para el colectivo
implica reforzar su separación respecto del resto de la población o, incluso, fomentar la
idea de que tienen una diferencia esencial. Por otra parte, la reticencia puede
asentarse en la sensación de que no es necesario trabajar para trans, lesbianas y
gais, sino en contra de las personas homófobas y tránsfobas, tal como sostiene el
participante de un grupo de discusión:
«No quiero un plan para gais y lesbianas, quiero un plan contra los
agresores, contra la homofobia. Que hablen los agresores, nosotros ya
hemos hablado demasiado. Que se expliquen ellos. Que hagan ellos los
grupos de discusión. Ayudemos a los homófobos, no a los
homosexuales. Hay que darle la vuelta.» (Grupo discusión inmigrantes
lesbianas y gais)
Respecto a si trabajar para el colectivo implica reforzar su segregación y/o fomentar la
idea de que les define una identidad esencial, no consideramos que una cosa lleve de
modo inherente a la otra. Se puede trabajar por el colectivo desde la perspectiva del
esencialismo estratégico que no refuerce supuestas diferencias esenciales de sus
miembros.
Ahora bien, desde nuestro punto de vista es más cuidadosa la expresión de políticas
contra la homofobia y la transfobia.10 En primer lugar, porque implica reconocer que la
10
Un inconveniente de esta expresión es que está formulada en negativo, en el sentido de que
se prioriza en contra de qué se lucha en lugar de priorizar a favor de qué se trabaja. Podría
8
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
homofobia y la transfobia, como explicaremos a continuación, no afectan
exclusivamente a determinadas minorías, sino que actúan sobre el conjunto de la
población a fin de reproducir el sistema de género normativo. En segundo lugar,
porque se distancia más claramente de cualquier tipo de esencialismo y subraya el
único aspecto que une al colectivo: la opresión.
Antes de entrar en el análisis y siguiendo el hilo de lo que acabamos de plantear,
deseamos aclarar nuestra forma de definir y de entender la homofobia y la transfobia.
Desde nuestro punto de vista, el modelo de género normativo tiene tres ejes: el sexo,
el género y la tendencia sexual.
El sexo nos distingue, en función estrictamente de nuestros cuerpos, entre
machos y hembras, de modo que deja fuera a las personas intersexuales, que
quedan excluidas de esta clasificación.
La dimensión del género nos distingue entre hombres y mujeres, y crea la ficción
de estar enraizado en la constitución biológica (hormonas, genitales,
cromosomas...), es decir, en el sexo. Se presupone, por lo tanto, que la feminidad
se asienta en características esenciales relacionadas con tener un cuerpo de
hembra, y que del cuerpo de macho surge sentirse y actuar como hombre. De esta
asunción se deriva la exclusión de personas trans, ya que se trata de personas
que teniendo un cuerpo de hembra se sienten hombres o que teniendo un cuerpo
de macho se sienten mujeres.
El tercer eje de la definición del género normativo es la tendencia sexual, que fija
el criterio de complementariedad de los principios masculino y femenino, es decir,
establece la hegemonía de la heterosexualidad. En este caso, los excluidos son
las lesbianas, los gais y las personas bisexuales.
Así lo recogemos de modo sintético en la siguiente tabla:
Tabla 2. Dimensiones del género normativo y exclusiones que genera
Dimensiones
Sexo
Género
Tendencia sexual
Valores
Macho / hembra
Exclusiones
Hombre / mujer
Trans
Complementariedad
Lesbianas, gais y
bisexuales
Intersexuales
Fuente: elaboración propia
Desde esta perspectiva, la homofobia (que castiga a las personas que no se sienten
atraídas exclusivamente por el otro sexo) y la transfobia (que pena la no
pensarse, sin embargo, en enunciados en positivo, como por ejemplo «políticas para la
erradicación de la homofobia y la transfobia».
9
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
correspondencia entre sexo y género) no son formas de opresión independientes que
afectan a colectivos específicos, sino formas de sexismo que afectan al conjunto de la
población, ya que tratan de garantizar la complementariedad masculino/femenino y la
correspondencia sexo/género. Una última precisión: cuando tengamos que hablar de
los dos fenómenos conjuntamente utilizaremos, indistintamente, homo/transfobia y
trans/homofobia a efectos de facilitar la lectura.
3. Espacio público
Dedicaremos el primer apartado del análisis al ámbito del espacio público, es decir, a
aquellos lugares de la ciudad donde coinciden personas anónimas: la calle, las plazas,
los parques, los transportes públicos... Empezaremos sintetizando los resultados del
cuestionario en relación con este ámbito a través del siguiente gráfico:
Gráfico 1. Problemáticas en el espacio público
Como podemos observar, el 42,2% de las personas que han contestado
cuestionario han respondido que nunca han tenido ningún problema por el hecho
ser trans, lesbianas o gais. Hay que tener en cuenta que una parte significativa
estas personas (el 14,9%) añade que se debe a que realizan un esfuerzo para
al
de
de
no
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Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
mostrar su tendencia sexual o identidad de género en espacios públicos: «Tampoco
voy expresando por ahí mis preferencias sexuales.» (Gay, cuestionario).
A pesar de que se haya respondido con tanta frecuencia que no se han vivido
experiencias de discriminación, no debemos dejarnos llevar por las apariencias,
puesto que detrás de una formulación de este tipo pueden esconderse posiciones y
razones sustancialmente diferentes. Por un lado, pueden ser una expresión de
homo/transfobia interiorizada que puede adoptar diferentes formas. A menudo, por
ejemplo, la persona considera que es exhibicionismo exteriorizar muestras de afecto
que las parejas heterosexuales exteriorizan sin ningún conflicto. En otros casos, la
homo/transfobia interiorizada aparece más explícitamente: «Por ser gay no tengo
derecho a provocar a nadie ni a ir con el cartel siempre.» (Gay, cuestionario). La cita
evidencia que esta persona considera que mostrar su afectividad en público es un acto
de provocación que no es legítimo llevar a cabo en el espacio público. Hay que tener
en cuenta, sin embargo, que la opción de no mostrarse (o de no hacerlo en todas
partes) también puede ser una estrategia para protegerse en entornos donde hacerlo
puede suponer discriminaciones o agresiones.
En contraposición, el 54% de las personas declara que ha recibido desde miradas de
desaprobación a agresiones verbales o físicas. Lo que se destaca más a menudo son
las formas de agresión menos explícitas pero más constantes, como las miradas de
menosprecio o de extrañeza. En la siguiente cita vemos que pese a tratarse de un tipo
de agresión muy sutil, tiene como consecuencia que las parejas de chicos o de chicas
no se sientan a gusto en el espacio público:
«Alguna vez me han insultado por ir con mi pareja por la calle. Muchas
veces reprimo muestras de afecto por miedo.» (Gay, cuestionario).
Este miedo se inscribe en la propia subjetividad y provoca que la persona se cohíba
hasta el punto de no atreverse a salir a la calle, a ir a determinados lugares o a dar la
mano a su pareja:
«Por supuesto, tanto en una plaza como en un parque, como en el
autobús no puedo NUNCA expresar mi condición de homosexual, por el
miedo a qué dirán o qué me harán. Tengo miedo.» (Gay, cuestionario).
Acciones como las miradas de desaprobación o menosprecio se convierten en formas
de marcar el espacio como heterosexual y hacer sentir fuera de lugar a las personas
que no siguen el modelo normativo de sexualidad o de género:
«No he recibido agresiones físicas, pero una mirada vale más que mil
palabras y mil insultos. Cuando una pareja heterosexual se da un beso
en la calle, la gente no se vuelve. En cambio, si es una pareja de dos
personas del mismo sexo, la gente se vuelve, y empiezan a hacer
comentarios...» (Mujer bisexual, cuestionario).
Esta cita muestra cómo las miradas tienen una función de control social que regula las
prácticas sociales que están permitidas y las que son castigables. Las personas cuya
11
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
transexualidad u homosexualidad es más visible son las más susceptibles de recibir
discriminaciones y agresiones:
«P.: ¿Tú percibes discriminación en tu vida cotidiana?
R.: Sí, muchísima, en mí y en mis compañeras. Cuando pasas por la
calle te van insultando: “manolo”, “travolo” (...).
P.: ¿Te ha pasado que te agredan físicamente?
R.: Sí, un montón de veces. Mira, una vez estaba en la calle
conversando con un compañero y vino el amigo y le empezó a insultar y
le dijo “¡Mira, que andas con un travolo!” y no sé-qué-no-sé-cuantos. Y
yo le dije algo y me contestó: “No estoy hablando contigo”, y me cogió,
me tiró al piso y me quería pegar. Si no hubiesen estado mis
compañeras, el hombre habría ido a por mí. (…) Y casos así pasan a
diario.» (Grupo discusión trans inmigrantes).
En el siguiente caso, la persona se siente especialmente vulnerable por ser una trans
visible y ser una mujer mayor:
«P.: ¿En tu día a día sientes discriminación?
R.: Claro, mucha, mucha en mi vida cotidiana. Muchas veces he pedido
a compañeros y compañeras que me acompañen a casa. Hace dos
semanas un chico rumano no paraba de seguirme a casa hasta que un
compañero gay me acompañó a casa y le dijo: “Déjala, que soy su
novio.” Y paró de seguirme. (…) Me da miedo salir de día, me da pánico.
Antes no, pero con el tiempo cada vez tengo más miedo. Te hacen más
daño, cuando te haces vieja físicamente. [Llora].» (Entrev. mujer mayor
trans).
Esta cita ilustra la forma más habitual de estereotipo de las trans femeninas como
mujeres de quien se presupone que se dedican al trabajo sexual o al espectáculo. De
esta imagen se deriva que su disponibilidad sexual se dé por supuesta (Soley-Beltran,
2005). Muchas mujeres trans, de hecho, relatan que cuando van por la calle hay
hombres que se les acercan para hacerles comentarios sexuales e incluso se
consideran con el derecho de tocarlas.
Otros temas abordados han sido las agresiones verbales recibidas por lesbianas, que
suelen darse por parte de hombres y tienen un contenido de tipo sexual pero muy
diferente que en el caso de las trans, como podemos ver en la siguiente cita:
«Casi nunca pasa nada, pero evidentemente siempre hay alguien que lo
ve raro. El caso más raro es que yo soy de Lleida, mi ex pareja de
Girona y estábamos en la plaza Catalunya besándonos, como muchas
parejas jóvenes, y se nos plantó delante un hombre mirándonos y
proponiéndonos practicar sexo con él.» (Lesbiana, cuestionario).
Una forma relativamente frecuente de increpar a una pareja de chicas es sugerirles
hacer un trío o decirles que les falta un hombre. Es esta una expresión del imaginario
social androcéntrico según el cual resulta difícilmente imaginable que dos mujeres
puedan tener relaciones sexuales o afectivas sin la intervención de un hombre.11
11
Esta afirmación podría parecer contradictoria con la profusión de escenas lésbicas en la
pornografía dirigida a los hombres heterosexuales. En este contexto, se interpreta que las dos
12
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
Los transportes públicos (metros, autobuses, trenes...) han aparecido como espacios
vividos como especialmente inseguros para muchos gais, trans y lesbianas:
«Recuerdo especialmente hace tres días en la estación del metro de la
línea 1 de Fabra i Puig, como dos chicas se daban un beso, y la madre
de una familia escupía al suelo cuando ellas ya habían pasado. U otra
ocasión: dos transexuales en Sagrada Familia, de la línea 5 del metro,
cuando bajaban del tren, como una persona se empezaba a reír de
ellas, e inmediatamente se sumaban tres o cuatro más.» (Gay,
cuestionario).
Este tipo de situaciones muestran que el anonimato que caracteriza el espacio público
urbano es un arma de doble filo: por un lado, es lo que buscan muchos gais, trans y
lesbianas para poder vivir con más tranquilidad que en sus lugares de origen,12 pero
por otro lado, el anonimato hace que las personas que son testigo de una agresión a
menudo no se sientan interpeladas a hacer nada para evitarla, como en el siguiente
caso:
«Sólo por ir en metro escuchando música, sin meterme con nadie, unos
skins me siguieron escupiéndome, insultándome, dándome golpes en la
cabeza por ser gay, todo esto hasta que salí corriendo, mientras la gente
miraba y no hacía nada de nada. Hasta que me metí en un portal y
esperé tres horas hasta que se fueron.» (Gay, cuestionario).
El espacio público, como decíamos, está marcado como heterosexista, y hay que
tener en cuenta este hecho en el momento de valorar la función que desempeñan los
espacios de relación específicamente destinados a gais, lesbianas y trans. Las
respuestas del cuestionario nos muestran que las personas tienen muy bien dibujado
un mapa mental de la geografía de la homo/transfobia, cuyas fronteras tienen muy en
cuenta al darle la mano a su pareja o mostrarse abiertamente como trans, lesbianas o
gais. En este sentido, muchas de las personas que han respondido expresan una
preocupación por la falta de seguridad que existe más allá del llamado «Gaixample»:13
«Si estás por la zona del Eixample la gente pasa un poco, pero ya
cuando estás en barrios como Sant Martí, Horta, Sant Andreu u otros
barrios de Barcelona, pues se siente el rechazo o cuando pasas se ríen
de ti y te dicen alguna cosa y tienes que ir con cuidado porque algunos
jóvenes te pueden atacar. También quería mencionar que por la zona
del centro y el Raval me han intentado pegar dos veces por ser
homosexual.» (Gay, cuestionario).
mujeres se relacionan sexualmente para disfrute del hombre espectador o de un personaje
masculino que aparece más tarde y se incorpora al acto, reinscribiendo así la escena lésbica
en la lógica androcéntrica.
12
Esto es así hasta el punto de que en la literatura sobre el tema se habla de «exilio en la
ciudad» (Eribon, 1999). En un estudio reciente, hemos visto que la ida a la ciudad no suele ser
tan drástica entre la gente joven de hoy en día como sugiere el término exilio, sino que ir a la
ciudad puede ser un paso transitorio durante el proceso de autoaceptación tras el cual se
puede volver al lugar de origen (Coll-Planas et al., 2009).
13
«Gaixample» es el nombre que recibe una parte del barrio de la Esquerra de l’Eixample, en
Barcelona, donde se concentran establecimientos comerciales y locales de ocio destinados al
público lésbico y gay.
13
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
«Generalmente no lo expreso para evitar miradas. Y según el barrio
(l’Hospitalet, Sant Martí, Santa Coloma, Besòs...) no se me ocurriría
nunca.» (Gay, cuestionario).
Como puede comprobarse en los dos ejemplos, las zonas asociadas con la
trans/homofobia son de clase trabajadora y/o con una mayor presencia de inmigración.
De hecho, está muy generalizado que se asocie la trans/homofobia con la población
inmigrada, argumentando que las personas recién llegadas trasladan aquí los
prejuicios de sus países de origen:
«Los chicos que nos atacaron eran árabes, quizás de Marruecos. Nos
empujaron y nos escupieron, nos insultaron y nos dijeron que en su país
estaríamos muertos. Yo traté de defendernos pero nos insultaron
mucho. Esto me pareció muy grave, ya que estas personas por encima
de su condición se atrevían a insultarnos en un país donde se ha
luchado por la libertad y la libertad de expresión.» (Gay, cuestionario).
Un informante clave sobre inmigración LGTB aborda directamente la cuestión
señalando que es evidente que estas personas exportan los valores de su cultura de
origen y que el país que los acoge debe trabajar estas cuestiones específicamente con
los colectivos inmigrantes, sin criminalizarlos por tener una percepción de la
homosexualidad y la transexualidad diferente:
«¿Pero ellos tienen la culpa de ser tan homófobos, de haber nacido en
una cultura homófoba? Los países que reciben a estas personas
también tienen que prepararlas para vivir aquí. Hay que meterse en una
comunidad y ofrecerles algo, no van a cambiar su cultura porque sí, no
van a venir a un curso porque sí. Y bueno, generar referentes positivos
en estas comunidades de gais y lesbianas.» (Entrev. asociación
inmigrantes LGTB).
Más adelante retomaremos el tema de la situación de los gais, lesbianas y trans
inmigrantes que, desde nuestro punto de vista, forman uno de los grupos dentro del
colectivo que presenta mayor vulnerabilidad. De momento, hay que alertar de la
emergencia de discursos que vertebran la defensa de los derechos de lesbianas, trans
y gais con discursos xenófobos según los cuales las personas inmigrantes son
inherentemente homo/transfóbicas.
Cambiando de tema, diversas personas afirman que se sienten desprotegidas por los
cuerpos de seguridad y por la normativa legal, por lo cual se muestran escépticos
sobre la utilidad de poner una denuncia en caso de ser agredidos:
«Si no te agreden directamente y no tienes pruebas suficientes para
demostrarlo, la mayoría quedan absueltos. Incluso la policía refleja esas
opiniones extraprofesionalmente, alegando “que no pueden hacer nada,
que ya les gustaría, pero que la ley tal está montada así”.» (Hombre
bisexual, cuestionario).
En la misma línea, una mujer trans explica su experiencia en la Oficina para la No
Discriminación (OND) del Ayuntamiento de Barcelona, cuando acudió para denunciar
una agresión verbal por parte de un agente de seguridad:
14
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
«Fui por lo del mosso, ya que me sentí verbalmente agredida por él y lo
denuncié y fui al sitio este y solo me dijeron dos palabritas y “búscate un
abogado”. En vez de ayudarte y decirte “mira ven, te vamos a ayudar
con un abogado, vamos a ver qué pasó”. Y yo les llevé pruebas, las
grabaciones y nada, me dijeron: “Te tendrás que buscar un abogado.”
(…). Nada, no te ayudan en nada.» (Grupo discusión trans inmigrantes).
Hay que decir que pese a percibirse que el conocimiento de la existencia de la OND
no está muy extendido, también hemos recogido alguna referencia positiva de su labor
de mediación.
Hemos encontrado a otras personas que denuncian actitudes homo/transfóbicas por
parte de agentes de los cuerpos de seguridad, como en el caso de un chico gay que
ha explicado en el cuestionario: «una vez, un guardia urbano me echó la bronca por
darle un beso a mi pareja en la plaza Espanya». En este sentido, un entrevistado que
trabajó en el pasado como mosso d’esquadra afirma que, a pesar de haber bastantes
gais, dentro del cuerpo existe «mucha homofobia» que está relacionada con que «se
presupone que un agente debe ser un tío rudo, valiente y hetero». Se demuestra así
que la homofobia es producto del sexismo: en este caso, es fruto de la necesidad de
reforzar la identidad masculina basándose en la exclusión del gay como imagen del
hombre feminizado.
El grupo que relata haber vivido más discriminaciones por parte de los cuerpos de
seguridad es, sin lugar a dudas, el de las mujeres trans inmigrantes que se dedican al
trabajo sexual, que ven como su voz y sus derechos son menospreciados
continuamente. Al mismo tiempo, su situación de exclusión social genera un clima de
impunidad en sus agresores, lo que acentúa su vulnerabilidad y hace que los agentes
no se las tomen en serio o las discriminen directamente. Así lo expresa una
participante del grupo de discusión de trans inmigrantes:
«Una vez le robaron la cartera a una amiga mía y le dije [al policía]:
“Oye, que le han robado.” Y me dijo: “Ah, vale, vale”, y se dio la vuelta y
siguió para comisaría. De las transexuales que no tienen papeles
muchas se cohíben al denunciar, muchísimas no denuncian. Cuando
hemos tenido problemas y una amiga nos ha pedido ayuda para
testificar, muchas dicen que no por no tener papeles. (...) Muchas veces
la policía es muy… Por ejemplo, una persona que sea de aquí, ¿no?,
pues si tú le has hecho algo, la policía te lleva directamente a dormir al
calabozo.» (Grupo discusión trans inmigrantes).
Finalmente, en relación a lo que se puede hacer para erradicar la homo/transfobia en
el espacio público, existen respuestas muy diversas, pero la mayor parte de ellas se
pueden sintetizar en el debate sobre la conveniencia de actuar basándose en multas y
prohibiciones. La siguiente cita de una mujer mayor transexual expresa la demanda de
algunas personas por una mayor regulación del espacio público para evitar
agresiones:
«Que vaya por la calle y no me insulten, porque te multan por beber pero
la policía ve que pasas cerca de alguien, te insultan y nadie dice nada. Y
miras a la policía y hacen como si no pasara nada.» (Entrev. mujer
mayor trans).
15
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
En contraposición, existe una minoría de personas que se muestran contrarias a
cualquier tipo de regulación del espacio público, y apuestan por que las personas se
autorregulen sin necesidad de normativas ni control policial:
«La calle no debe regularse. Aquí hay leyes que ya prohíben que
insultes a alguien. La norma de civismo es una ley fascista que decide lo
que está bien y lo que está mal.» (Entrev. trabajadora sexual trans).
Hallamos el caso de una chica bisexual que en la entrevista no se muestra contraria a
la regulación del espacio público, pero que considera que hay que hacer un esfuerzo
para trabajar en paralelo en la educación a fin de resolver la problemática de raíz:
«Es que me parece que las sanciones, normativa o dar el decretazo, no
creo que transforme las cosas, sino que puede generar más rechazo. Es
decir, exigir u obligar creo que no resuelve nada. Creo que el tema de la
formación es básico. Quizás la gente se cortará un poco más, pero la
gente se salta constantemente las normativas. Hay que trabajar en
paralelo, pero el decretazo sin nada más... no habrá un cambio social,
no se incidirá en los imaginarios colectivos. No habrá un respeto real,
tangible, que puedas percibir en tu vida cotidiana.» (Entrev. mujer
bisexual).
En definitiva, en este ámbito se plantea el reto de encontrar el punto entre un espacio
público totalmente controlado y otro donde la ciudadanía tenga la capacidad de
autorregular los conflictos que surjan. En el marco de esta tensión hay que encontrar
la forma para construir un espacio público integrador que escape tanto de la
indiferencia del otro como de un exceso de control social.
4. Educación
El ámbito educativo es el que concentra una mayor atención por parte de las personas
que han respondido al cuestionario y han sido entrevistadas. Ello sucede, por un lado,
porque existe una gran preocupación por los casos de acoso y discriminación a
menores en los centros educativos y, por otro, porque es considerado el ámbito
prioritario desde el que intervenir para resolver la trans/homofobia de raíz.
Como puede extraerse del siguiente gráfico, el 45,5% de personas declara haber
vivido trans/homofobia en los centros educativos, 14 en contraposición al 21,9%, que
responde que no las ha sufrido. Hay que apuntar también que el 22,35% de las
respuestas se han clasificado como «no pertinentes» (NP), ya que en ellas las
personas directamente se autoexcluían por hacer muchos años que habían pasado
por el sistema educativo o por haber recibido la formación en otras comunidades
autónomas o países.
14
Para obtener este porcentaje, hemos sumado las respuestas de heterosexismo, problemas
con el profesorado o personal de administración y servicios, situaciones de acoso, agresiones
verbales y transfobia.
16
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
Gráfico 2. Problemáticas en el ámbito educativo
En gran parte de las respuestas al cuestionario y también en las entrevistas se hace
mucha referencia al heterosexismo del sistema educativo y a la falta de referentes
de gais, lesbianas y trans. Es decir, se denuncia que se presupone que la sexualidad
de los jóvenes es heterosexual y que todos ellos encajan en los roles de género que
se les han asignado, de modo que se hacen invisibles otras realidades:
«La relación continúa siendo “heterocentrista”. Los libros escolares
mantienen una visión muy limitada todavía hoy. Faltan ejemplos de
diversidad, por ejemplo en ejercicios donde el enunciado de un problema
de matemáticas podría empezar: “María y Maite viven juntas y tienen
una hija. La edad de María es 3 veces la de su hija, y Maite tiene...”».
(Lesbiana, cuestionario).
A pesar de que no se trate de agresiones directas, el heterosexismo reproduce un
imaginario que excluye a trans, lesbianas y gais, al negarles un espacio reconocido
socialmente y no estigmatizado. En el marco de este imaginario, se refuerzan también
las diferencias de género, como vemos a continuación:
«Creo que a menudo los profesionales repiten tópicos de lo que abunda
en la sociedad en general: “Oye, Jordi, ¿ya tienes novia?” o “Maria,
¿cuántos novios tienes?”. Hay que informar de la diversidad de opciones
ya desde muy pequeños. O comentarios como: “¿Un pendiente? ¡Eso es
de niña!”. Las escuelas no pueden seguir reproduciendo esquemas
machistas de la sociedad...» (Gay, cuestionario).
La invisibilidad, sumada al lenguaje homo/transfóbico que aparece cotidianamente en
las conversaciones, hace que muchos trans, lesbianas y gais expliquen que, aunque
nunca hayan sufrido una agresión directa y explícita, se sienten discriminados:
«Yo hice bachillerato nocturno y nunca tuve ningún problema por ser
gay, pero también es cierto que los comentarios y las expresiones
homófobas eran el pan de cada día, aunque no iban dirigidas a mi
17
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
persona. En el instituto no se habló en ningún momento del género ni de
las diferentes orientaciones sexuales sencillamente porque no entraban
en el temario.» (Gay, cuestionario).
Respecto al lenguaje trans/homofóbico,15 hay que tener en cuenta que, tal como
plantea Didier Eribon (1999), es a través del choque con el insulto como lesbianas,
trans y gais aprenden la connotación negativa de su tendencia sexual o identidad de
género incluso antes de ser conscientes de ello. Los insultos, los chistes y los
comentarios homo/transfóbicos, por tanto, aunque no se realicen con esa intención,
refuerzan el imaginario social según el cual ser gay, lesbiana o trans es
estigmatizador.
Por otro lado, muchos participantes en el estudio tienen la sensación de que el instituto
no está ofreciendo una educación afectivosexual integradora: «Pienso que en las
escuelas no nos enseñan nada de sexualidad, sólo cómo se pone un condón y punto»
(gay, cuestionario). Un profesor de secundaria gay coincide en que el mensaje
continúa siendo heteronormativo y lo ilustra con el ejemplo de las visitas que organizan
desde el instituto a centros de información sobre salud sexual para jóvenes. La
información que se da allí se limita a temas de reproducción y prevención de
embarazos, una cuestión que queda muy lejos de las preocupaciones de los
adolescentes gais, lesbianas y trans: «Se hacen visitas a centros, pero claro, para
algunos niños es ciencia ficción porque sólo se habla de la contracepción.» (Entrev.
profesor gay).
En la misma línea, un chico bisexual sostiene que la educación afectivo-sexual está
completamente enfocada desde una perspectiva reproductiva, heterosexista y
centrada en evitar embarazos e infecciones. El chico, educador social de profesión,
señala que se trata de ir más allá y ofrecer referentes positivos a los jóvenes:
«Considero indignante como educador que ves que hay chavales que
tienen dudas sobre su sexualidad y reciben inputs negativos a través de
su grupo de iguales y después no se ven reflejados en modelos
públicos. Sería necesario también que en la infancia se vieran otros
modelos de afectividad y maneras de ser, de la misma manera que
empezamos a ver niños o niñas en sillas de ruedas en los catálogos
municipales, pero faltan dos niños dándose un abrazo o un beso. Y lo
mismo con el colectivo transexual.» (Entrev. hombre bisexual).
En la misma línea insiste una profesora especializada en formación afectivosexual,
que señala que hay que «transmitir que la sexualidad es un regalo, pero que cada uno
debe ir desenvolviéndose a sí mismo, y descubriendo qué es lo que hay, qué le gusta
a uno mismo, qué es lo que le da placer. Generalmente nos acercamos al sexo desde
el peligro, desde el riesgo, y desde los recortes: coital, genital, hetero, adulto... y no se
mira hacia el interior: ¿y a mí?, ¿qué es lo que me gusta? ¿Yo qué quiero? Mirar al
interior, hacerse preguntas, descubrir y descubrirse». (Entrev. profesora secundaria).
15
Nos referimos a expresiones tan habituales como «dar por el culo» como acto de
degradación, o los términos «bollera», «travolo» o «maricón» utilizados para desacreditar a
alguien, especialmente para cuestionar su masculinidad o feminidad.
18
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
A pesar de que en los últimos años se ha producido un notable avance en la
visibilización de las realidades de lesbianas, gais y trans y se ha reducido la
discriminación, los centros educativos continúan siendo escenario de acosos
trans/homofóbicos. Tanto las personas que han respondido al cuestionario como los
entrevistados han explicado numerosas experiencias de acoso, por ejemplo:
«Yo en la escuela sufrí muchísimo, los insultos cada vez iban a más, y
algunos profesores hacían como si nada. Recuerdo una vez en clase
que en un ejercicio de lengua ponía mi nombre y el compañero que lo
leyó cambió mi nombre por “el maricón”.» (Gay, cuestionario).
Para entender cómo se articula la homofobia en la adolescencia es interesante ver que
esta etapa es una etapa de búsqueda y construcción de la propia identidad. En
relación con el género, es especialmente diáfano cómo la identidad masculina se
construye y reafirma en oposición a la feminidad y al «maricón»:
«Trabajamos con adolescentes y eso quiere decir que son personas que
están construyendo su identidad personal pero también su identidad
eroticoafectiva. Y de algún modo, la afirmación de la masculinidad es “yo
no soy mujer, yo no soy gay”. Eso hace que el insulto sea permanente.
Yo no se lo voy diciendo a los alumnos, pero no hago nada para
esconderlo. Hay alumnos que lo saben y otros que no.» (Entrev.
profesor gay).
La transgresión de la masculinidad está especialmente castigada en la adolescencia:
la presión para mantener el rol de género es superior en el caso de los chicos. Es
decir, los límites de la masculinidad se vigilan de modo más estricto y su transgresión
está más castigada. Ello se explica porque la masculinidad está socialmente más
valorada, por lo cual «traicionar» a la masculinidad se considera un desprestigio (gais,
trans femeninas). En cambio, se considera hasta cierto punto lógico que se valore lo
que socialmente tiene prestigio, la masculinidad, y se rechace la feminidad normativa
(lesbianas, trans masculinos) (Garaizabal, 1998). Las siguientes citas ilustran cómo se
articula la discriminación hacia los chicos con identidades no normativas:
«La presión sobre lo que es ser un hombre es demasiado asfixiante en
el instituto. Yo tuve que sufrir ser “el maricón”, e incluso me llamaban a
casa insultándome.» (Gay, cuestionario).
«En el colegio (...) los chicos me insultaban o me esperaban cuando
salía del colegio para pegarme, el único apoyo que tenía era el de mis
amigas.» (Mujer trans, cuestionario).
La situación es especialmente preocupante si tenemos en cuenta que la persona
acosada suele encontrarse aislada porque a menudo no se acepta a sí misma, y tiene
miedo a explicárselo a sus padres y a pedir ayuda a las amistades:
«La experiencia que yo pasé desde los seis años hasta los dieciséis en
el mismo colegio no se la deseo ni a mi peor enemigo. Desde que tenía
seis años era un poco amanerado, y en mi colegio todo el mundo me
llamaba “MARICÓN” (…). Burlas, risas, mofas, insultos, hostias,
persecuciones, bromas... Todo eso es lo que yo viví por ser MARICÓN.
19
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
Lo pasé fatal, y lo fuerte es que no podía ni contárselo a mis padres
porque me daba vergüenza. No tenía amigos, y los profesores, o no se
daban cuenta o, si se daban, miraban hacia otro lado. Hubo algún
profesor incluso que hizo hasta bromas de mí delante de toda la clase,
aunque tengo que decir que fue la excepción. (…) Esto me ha dejado
marcado para toda la vida.» (Gay, cuestionario).
Al mismo tiempo, el hecho de que cada vez se salga del armario más joven hace que
se produzca un impasse hasta que la persona puede dirigirse a asociaciones o locales
de ambiente, ya que se suelen dirigir a personas mayores de edad. En este sentido,
un padre gay entrevistado sostiene que hay que trabajar también el ámbito de la
educación en el ocio y crear espacios para adolescentes desde donde potenciar una
educación afectiva y sexual más allá de los espacios de ambiente:
«Hablo como maestro y como padre. Debería incidirse más en el tema
educativo en los institutos. Debería ser un programa muy bien tratado,
que estuviese vinculado también con algún recurso o un portal de
Internet para que los chicos pudieran encontrar la información. Cuando
un chico sale del armario se va directamente al ambiente. Lo que habría
que articular es un proceso o unos canales para que si alguien sale del
armario a esta edad no caiga necesariamente en las redes del
ambiente.» (Entrev. padre gay).
Hay que tener en cuenta, además, que lesbianas, gais y trans no son los únicos que
reciben este tipo de agresiones. La creciente presencia de familias homoparentales ha
originado casos de discriminación de sus hijos:
«Mi hijo mayor lo pasó mal al principio en la escuela cuando supieron
que su madre era lesbiana. Lo cogieron entre varios, le bajaron los
pantalones y le querían poner florecitas en el culo. Llegó a casa con la
ropa destrozada, llorando y asustado. Fui a hablar con el presidente de
la AMPA y le dije que si volvía a pasar pondría una denuncia contra la
escuela y contra la AMPA, ya que era resultado de la educación que
recibían en su casa y en la escuela; nunca más volvió a pasar nada.»
(Lesbiana, cuestionario).
Los efectos de la trans/homofobia en los jóvenes son diversos. Entre los efectos
negativos hemos hallado depresiones, intentos de suicidio, autoestima baja, miedo
continuo a la agresión, vergüenza, sentimiento de vulnerabilidad, sentimiento de
culpabilidad, necesidad de controlar la conducta y la palabra, bloqueo en las
relaciones, sensación de haber perdido la adolescencia o trastornos alimentarios,
como en el siguiente caso:
«En la infancia sufrí muchísima discriminación por parte de los
compañeros. Tuve que estar ingresado porque dejé de comer para no ir
al colegio.» (Hombre bisexual, cuestionario).
También hallamos, sin embargo, efectos positivos: hay jóvenes que señalan que estas
experiencias les han hecho más fuertes, más empáticos, más sensibles, con más
capacidad para enfrentarse a los problemas, y les ha convertido en más autores de su
propia vida, en el sentido de que la falta de referentes les ha conducido a reinventarse.
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Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
En relación con el papel del profesorado, en primer lugar hay que aclarar que la
mayoría de casos de acoso se producen en los espacios donde no hay figuras de
autoridad: patio y vestuarios (Coll-Planas et al., 2009). Así pues, el profesorado no
suele ser testigo de las agresiones más evidentes, sino que sólo presencia la punta del
iceberg:
«[En el instituto] “marica” es un insulto permanente. Ellos te dicen que es
una expresión. (...) La gran mayoría de alumnos salen del armario
cuando acaban el instituto. El aula continúa siendo un espacio donde el
alumno busca que el adulto lo proteja. Pero el alumno sabe que no
siempre está dentro del aula, tiene el patio, los pasillos, y sobre todo la
calle. Claro, ellos piensan: “¿Qué pasa cuando estoy solo y tú no
estás?”. El instituto es un espacio bastante seguro, pero el problema es
que el alumno no sólo se socializa en el instituto, está el Messenger, la
familia, los amigos, los medios. El primer miedo que tiene el niño es que
en casa no le entiendan. Y es ahí donde deben decirle: “No te
preocupes, te seguiremos queriendo seas como seas”.» (Entrev.
profesor gay).
En segundo lugar, se detecta que el profesorado no tiene herramientas para abordar
este tipo de casos, por lo cual sólo actúa en función de su sensibilidad hacia el tema.
Esto hace que encontremos profesorado que relativiza los insultos y discriminaciones
considerándolo «juegos de niños», otros que quieren intervenir pero no tienen
recursos para hacerlo y, finalmente, profesionales que optan por intervenir y que
tienen más o menos éxito en su intervención. Una de las conclusiones del estudio que
llevamos a cabo con jóvenes lesbianas, gais y trans es que, generalmente, el
profesorado no interviene (Coll-Planas et al., 2009), con lo que se genera una
sensación de impunidad:
«En el centro en el que yo estudiaba, los profesores sabían que me
agredían físicamente por ser homosexual, por lo que opino que algunos
centros educativos toleran la homofobia.» (Gay, cuestionario).
El hecho de que algunos profesores no se impliquen en resolver estas agresiones y se
mantengan indiferentes es también criticado por los participantes, ya que consideran
que no tomar partido es también una forma de posicionarse.
También encontramos profesorado o personal de administración que reproduce la
homo/transfobia; así lo ha denunciado un 10% de las personas que han respondido el
cuestionario: «He visto a miembros del personal de administración y servicios (PAS)
que se burlaban de parejas del mismo sexo.» (Gay, cuestionario).
El profesorado suele quedarse especialmente desconcertado ante la presencia de
alumnado trans y, en general, colabora poco en acompañarlo en el proceso y facilitarle
la aceptación. En este sentido, las personas trans reclaman que se agilicen los
cambios de nombre internos (cuando se pasa lista en clase, por ejemplo) y que se
busquen alternativas si la persona solicita no cambiarse en el vestuario que tiene
asignado. Hay que decir que el profesorado suele mostrarse desconcertado o incluso
reticente ante este tipo de demandas.
21
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
Otro ejemplo lo ofrece un entrevistado que trabaja en un centro de menores donde los
propios educadores reproducen la homo/transfobia, mientras que el grupo de iguales
acepta sin problemas la situación:
«En el mundo de los centros de menores, la población es
mayoritariamente masculina y existe una homosexualidad encubierta, no
reconocida. Todos tenemos necesidades. Y por ejemplo, en la cárcel
hay mucha gente enganchada a la droga y hacen de chaperos para
conseguir droga. En el mundo de los menores pasa lo mismo, existe
mucha necesidad de sentirse queridos, y se producen esos contactos. Y
yo he estado en reuniones de educadores de centro y eso se penaliza.
Tenemos a un chico en el centro cuya máxima aspiración en la vida es
ser como Shakira, y en el momento en que puede se pone una peluca
rubia y un vestido ajustado. Y si pudiese ser transexual lo sería, pero allí
se penaliza. En su grupo de amigos está superaceptado.» (Entrev. padre
gay).
Para valorar el impacto de este tipo de actuaciones por parte de los profesionales a
cargo de la educación de menores, hay que tener en cuenta el efecto que tienen
acciones de este tipo cuando provienen de figuras de autoridad que deberían dar
ejemplo.
Los profesores a los que hemos entrevistado o que han respondido el cuestionario
apuntan obstáculos a la hora de trabajar los temas relacionados con gais, lesbianas,
bisexuales y trans en el aula, como por ejemplo la falta de recursos y la oposición de
las familias y de otros compañeros profesores:
«Como docente a quien le gustaría trabajar para llevar a las aulas
discusiones relacionadas con este tema, deberé justificarme con
frecuencia. (...) En educación secundaria, las cosas más inocentes
(como, por ejemplo, hacer visible la existencia y el valor de obras
artísticas de “temática gay o lésbica”) pueden ser motivo de problemas
graves con las familias e incluso con sectores del profesorado. (...) Y
pienso también que, además de aprovechar espacios como la famosa
asignatura de educación para la ciudadanía o de crear otros nuevos
(sesiones periódicas de educación sexual), es un tema que debería
trabajarse desde todos los ámbitos.» (Gay, cuestionario).
El blanco de las agresiones y discriminaciones homo/transfóbicas en las escuelas e
institutos no es sólo el alumnado, sino también el profesorado LGTB. Diversos
profesores lesbianas y gais relatan sentirse agredidos por sus propios alumnos:
«Existe un cierto menosprecio por una parte del alumnado hacia
profesores afeminados.» (Gay, cuestionario).
«Como docente, tengo que decir que no existe ningún tipo de protección
para nosotros ni para los alumnos homosexuales. Los profesores son
agredidos verbal y psicológicamente de manera continuada. Yo mismo
he sufrido insultos durante años. Ha mejorado un poco la situación (...),
pero seguimos en la diana.» (Gay, cuestionario).
Hay que trabajar, por lo tanto, para que el profesorado gay, lesbiano y trans tenga
unas condiciones de trabajo en las que estas personas no deban esconderse y
22
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
puedan convertirse en referentes de carne y hueso para sus alumnos. En este sentido,
un profesor gay entrevistado subraya la importancia de hacer pública la
homosexualidad y la transexualidad en el aula, para lo cual hay que apoyar a estos
profesores y protegerles de cualquier posible acoso:
«Interiorizas hasta tal punto que vives en una sociedad hostil que al final
lo acabas normalizando. Para que no fuera tan hostil debería haber
políticas muy decididas. Como por ejemplo, en el caso de que un
profesor se encuentre con que una vez ha hecho pública su condición
de gay o lesbiana podría vivir algún tipo de situación desagradable, la
Administración debería procurar proporcionar todos los instrumentos a
esta persona. Es decir, prever su defensa, prever la intervención, la
defensa de esta persona y si en un determinado momento no puede
soportar más la tensión, prever poder cambiarla de centro. Por un lado,
tendría que haber un gran apoyo al profesional, y después llevar a cabo
políticas muy fuertes de visualización. (...) También creo que estaría muy
bien que se hiciese una determinada visibilidad de los profesionales,
pero ello implica que la persona, el profesor que efectúa esta visibilidad
no la haga solo, sino dentro de un programa que lo proteja, donde se
prevea todo, el acompañamiento, cómo se gestiona el conflicto...»
(Entrev. profesor gay).
No podemos acabar el apartado sobre la actuación del profesorado sin reconocer los
ejemplos de buenas prácticas que hemos encontrado a lo largo del trabajo de campo.
Existen casos, por ejemplo, de profesionales que apoyan plenamente a la persona en
el camino de su aceptación:
«Aquí he de decir que mi experiencia ha sido muy buena. Mi profesora
me ayudó a salir del armario, me facilitó la manera de decírselo a mis
amigos cuando fuera el momento. Mis amigos se lo tomaron genial, es
más, les hizo mucha ilusión.» (Lesbiana, cuestionario).
Existen incluso centros educativos que lejos de individualizar la intervención
centrándose exclusivamente en el trabajo con la persona acosada y/o sus agresores,
han actuado en todo el instituto:
«Me gustaría que conocieses a una niña que se llama Amaia (...). Los
padres muy bien, están pendientes de ella, la ayudan, muy bien. (...)
Pues esta niña va a un cole de Esplugues. Entonces, los padres ya
fueron a hablar antes del verano para que ella empezase como Amaia,
no como Albert, y el equipo directivo del instituto no tiene ningún
problema y tal. (...) Y todos los compañeros lo saben y la tratan de
Amaia. (...) Pues en este cole ya han hecho un trabajo sobre
homosexualidad y también se ha hecho una charla de transexualidad.»
(Entrev. psicóloga).
Este tipo de intervenciones integrales resulta fundamental si tenemos en cuenta que la
mayor parte de agresiones se producen en momentos en que no hay ninguna figura de
autoridad, por lo que, aparte de mejorar la formación del profesorado, es importante
trabajar con el conjunto del alumnado a fin de evitar los casos de acoso y para que si
llegan a producirse, se denuncien.
23
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
5. Ámbito laboral
Hemos dividido este apartado en dos secciones. En primer lugar, abordaremos las
discriminaciones o agresiones que relatan las personas trans, lesbianas y gais en sus
lugares de trabajo o al buscar empleo. En segundo lugar, trataremos sobre el trabajo
sexual masculino y, sobre todo, el trabajo sexual ejercido por mujeres trans.
Por lo que respecta a los problemas en relación con el trabajo, hay que decir que es
uno de los ámbitos donde gais, lesbianas y bisexuales perciben menos situaciones de
discriminación, mientras que es en el que las personas trans hallan más problemas.
Como se desprende del siguiente gráfico, el 73,2% de las personas que han
respondido el cuestionario declaran no haber vivido situaciones de discriminación en el
trabajo. Hay que decir que dentro de este porcentaje hemos incluido a las personas
que afirman que no viven discriminación porque no son visibles en el trabajo y por su
tipo de empleo (ámbito cultural y artístico, sobre todo) o porque tienen una situación
laboral que les hace sentirse protegidos (funcionarios, autónomos, propietarios de
pequeñas empresas...).
Gráfico 3. Problemáticas en el ámbito laboral
24
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
A la hora de interpretar el alto porcentaje de personas que aseguran no haber vivido
homofobia en el ámbito laboral, hay que tener en cuenta que hemos detectado que
muchas personas entienden la homofobia como agresiones directas o
discriminaciones explícitas y no consideran las agresiones verbales o los chistes
degradantes como expresiones de homofobia. Éste es el caso de las siguientes
personas:
«Nunca he sufrido ningún problema en el trabajo, aunque se puede oír a
gente hablar mal de homosexuales, la realidad es que no hay
discriminación.» (Gay, cuestionario).
«No he sufrido ninguna discriminación, a pesar de continuar oyendo los
típicos chistes sobre maricas, y sobre todo referidos a personas
transexuales o transgéneros.» (Mujer bisexual, cuestionario).
En estas citas vemos que, pese a que estas personas viven situaciones que desde
nuestro punto de vista son expresiones de homofobia, no las consideran como tales.
Por ello, hay que ser prudente y no entender que un 73,2% no ha vivido
discriminaciones ni agresiones en el trabajo, sino que no lo percibe como homofobia.
Además, es destacable que el 26,2% de las personas hayan respondido que no han
sido discriminadas ni agredidas en el ámbito laboral porque hacen un esfuerzo para
que sus compañeros y superiores no conozcan su homosexualidad o transexualidad.
Estas personas, por lo tanto, no tienen unos entornos de trabajo en los que se puedan
relacionar con tranquilidad y mencionar algún aspecto de su vida privada, como hacen
sus compañeros heterosexuales. Con todo, la forma habitual de plantearlo es
quitándole importancia al tema y, como veíamos en relación con el espacio público,
afirmar que no es necesario ir «exhibiéndose».
25
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
Una vez más topamos con la tensión entre la necesidad de impulsar la visibilidad en
los lugares de trabajo a fin de fomentar la desactivación de la homo/transfobia y el
reconocimiento de que para mucha gente esconderse es una forma muy razonable de
protegerse:
«En el trabajo siempre soy discreto, soy invisible como transexual (...).
No acostumbro a hablar de mi vida privada porque creo que no sería
bien entendida (...). Si supieran que soy trans me tomarían por un bufón
de la corte o por un loco, y como soy minoría lo que conseguiría sería
empeorar el ambiente de trabajo, y quien acabaría saliendo perjudicado
sería yo, que además estoy en el último grado del escalafón. Además,
siempre está el peligro del mobbing.» (Hombre trans, cuestionario).
En este sentido resulta fundamental una política de empresa que, decidida y
explícitamente, se oponga a cualquier tipo de agresión o discriminación a trans,
lesbianas y gais. Esta cita es un ejemplo de ello:
«Afortunadamente estoy en una multinacional donde se rechaza
cualquier tipo de discriminación a través de un código de conducta de
esta empresa. Ya sea por cuestiones de sexo, raza, nacionalidad,
religión, creencia, orientación sexual... Y donde, además, se informa a
todos los trabajadores de ello. Claro que he tenido que aguantar muchos
comentarios ofensivos de otros compañeros, pero a espaldas de la
dirección de la empresa.» (Hombre bisexual, cuestionario).
Como decíamos al principio, un factor que favorece la posibilidad de salir del armario y
revelar la transexualidad es disfrutar de unas condiciones de trabajo seguras, donde la
continuidad del puesto de trabajo no dependa de la posible animadversión de
compañeros o superiores. Muchas personas que trabajan como funcionarias se han
expresado en esta línea. Hay que decir también, sin embargo, que nos hemos
encontrado con funcionarios que señalan que en su ámbito también se percibe
homofobia, tal como ilustra esta cita de un chico gay policía:
«Tengo trabajo estable como funcionario desde hace más de diez años,
pero no, no puedo comentar mi condición sexual y menos en mi trabajo,
muy “específico” y machista. Comentarios constantes en relación con los
gais, las lesbianas y los transexuales y burlas sobre la condición de ser
gay o sobre las mujeres. No puedo comentar con naturalidad mi
condición y si lo hiciese, más de un compañero no querría trabajar
conmigo dentro del vehículo policial.» (Gay, cuestionario).
Existen ámbitos laborales, precisamente como el policial, en que está muy marcada la
separación por sexos y el enaltecimiento de la masculinidad. Es en estos sectores
donde se producen más casos de homofobia diariamente. Con todo, hay que decir que
aunque el ámbito de la seguridad continúe manteniendo ese carácter, en los últimos
años se han hecho algunos avances, como la introducción de formación respecto a la
diversidad sexual a los agentes de seguridad o la constitución de una asociación que
agrupa a gais, lesbianas y trans que trabajan en los cuerpos de seguridad.
Las personas más discriminadas del colectivo en este tema, en todo caso, son las
personas seropositivas y las personas trans visibles y/o sin la documentación legal
26
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
cambiada. La situación de fragilidad en la que se hallan las personas seropositivas en
el trabajo también ha estado presente en las respuestas:
«Sí, he sufrido discriminación por ser gay y, además, porque en el
examen médico me obligaron a decir si era seropositivo o no, lo cual,
con respuesta positiva, me supuso el despido.» (Gay, cuestionario).
Por lo que respecta a la situación de las personas trans, la mayoría de las que han
respondido explican situaciones de discriminación casi siempre relacionadas con el
problema de no tener los documentos oficiales cambiados o por encontrarse en un
momento de transición en relación con la transformación corporal, por lo cual no tienen
una imagen que pueda identificarse claramente como masculina ni como femenina. La
discriminación suele producirse ya antes de haber obtenido el trabajo: en la entrevista
de trabajo. Si la persona es visiblemente trans puede ser rechazada de entrada o no
admitida en una empresa de trabajo temporal (ETT). En cambio, si la persona no es
reconocible como trans a simple vista pero no tiene la documentación cambiada,
suelen darse situaciones como la siguiente:
«Viví una gran discriminación laboral cuando fui a pedir trabajo a una
empresa de mensajería. La entrevista fue fantástica, pero cuando saqué
mi DNI —por aquel entonces mi cambio físico ya era notable y mi
nombre antiguo de chica aún estaba allí estampado— me dijeron que en
aquel caso no podían contratarme.» (Hombre trans, cuestionario).
También suelen tener conflictos laborales las personas que entran a trabajar
manteniendo el sexo de nacimiento y al cabo del tiempo empiezan la transición para
vivir según el género que se siente:
«En el trabajo sí que he tenido problemas, me hacían la vida imposible
(bullying); incluso mis psiquiatras del Clínic tuvieron que interferir con
una carta. Igualmente, aprovecharon una reducción de personal para
echarme. Ahora mismo encontrar trabajo es difícil, ya que por ley no
puedo cambiar el DNI hasta dentro de un año.» (Mujer trans,
cuestionario).
Así como es frecuente que las personas trans visibles sean rechazadas en muchos
trabajos, sufran acoso o no se respete su identidad de género, también hallamos algún
caso de plena aceptación, en que los responsables de la empresa, por ejemplo,
aceptan que la persona cambie su nombre a efectos internos, aunque no tenga la
documentación legal modificada.
Las dificultades laborales que acabamos de describir. junto con la fascinación,
habitualmente no reconocida, que despiertan en muchos hombres las mujeres trans,
explican que muchas de ellas se dediquen al trabajo sexual. Una trabajadora social
especializada en trabajadoras sexuales trans considera que las más vulnerables
dentro del grupo son las mujeres trans inmigradas procedentes de América Latina:
«En sus respectivos países viven expuestas a una sistemática
vulneración de derechos. En muchos casos he atendido a mujeres trans
que me han narrado cómo han sido víctimas de agresiones sexuales y
malos tratos físicos en general, y particularmente por la policía. Y no en
27
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
pocos casos sus amigas y/o conocidas han sido asesinadas.» (Entrev.
mediadora trabajadoras sexuales trans).
Al hecho de ser trans, trabajadoras sexuales e inmigrantes, aún se le pueden sumar
dos factores que aumentan exponencialmente el riesgo de exclusión social: la
drogodependencia y el hecho de ser seropositivo.
Un colectivo que suele quedar más invisibilizado es el de hombres trabajadores
sexuales que trabajan para un público masculino. El perfil de este grupo presenta
algunas especificidades:
«En su mayoría son inmigrados, de entre veinte y treinta años, más bien
tirando a los treinta que para los veinte, al contrario de lo que te dicen
los medios de comunicación. Menores de veinte hay muy pocos, entre
otras cosas porque no aguantan ese trabajo, no tienen paciencia. Y aquí
en Barcelona, en los pisos la mayoría son procedentes de
Latinoamérica, y en la calle, procedentes del Magreb.» (Entrev.
mediador trabajadores sexuales).
El mediador especializado en trabajo sexual masculino comenta que el porcentaje de
hombres inmigrantes que se dedican a esta actividad no ha cesado de aumentar en
los últimos años. El principal tema que reclaman es poder efectuar el proceso de
regulación, ya que la mayoría se encuentran en situación ilegal. Tanto el mediador
como el coordinador de educadores de calle coinciden en señalar que es un error
dirigirse a ellos como gais, aunque tengan sexo con otros hombres:
«En realidad, si estás hablando de hombres que tienen sexo con
hombres por dinero, pues son trabajadores sexuales, y da lo mismo la
identidad que tengan. El hecho de siempre señalar la identidad impide
todo lo demás, porque hay personas que a las que les cuesta trabajo
aceptar esa identidad y por culpa de eso no se pueden llevar... Por
ejemplo el hecho de que vengan a los locales les cuesta mucho, les da
vergüenza.» (Entrev. mediador trabajadores sexuales).
Otro obstáculo a la hora de poder trabajar con ellos es que su precaria situación en el
país les hace desconfiar de las asociaciones y los servicios públicos que les ofrecen
apoyo:
«Con los trabajadores inmigrantes, por ejemplo, tenemos la dificultad de
ser una organización gay, y más allá, de ser una organización, porque
algunos lo asocian con que podemos llamar a la policía. Es una cuestión
de confianza entre el educador y el trabajador sexual.» (Entrev.
educador social calle).
La mayor parte de debates teóricos y políticos en relación con el trabajo sexual, sobre
todo el femenino, parte de la consideración de si las personas que se dedican a ello lo
hacen forzadas o lo eligen. Se trata de un debate muy crispado y en el que no nos
corresponde entrar en profundidad. De todos modos, una sintética referencia al mismo
resulta ineludible. Sin ánimo de simplificar en exceso, en primer lugar tenemos el
discurso según el cual las mujeres están «prostituidas», es decir, no escogen
dedicarse a ello, sino que son víctimas de otros (mafias, proxenetas, etc.) o de unas
condiciones sociales pésimas que las han empujado a esta actividad. Desde esta
28
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
perspectiva, resulta intolerable plantear la posibilidad de regular el trabajo sexual, ya
que sería una forma de legitimar una situación que degrada y humilla a las mujeres
que la practican.16
En segundo lugar, podemos agrupar las voces de las personas que, sin negar que
existen mujeres que se dedican a esa actividad de una manera forzada o fruto de la
falta de otras alternativas laborales, sostienen que el trabajo sexual no debe
considerarse de modo inherente un acto de degradación. Creen, igualmente, que hay
que luchar para que las mujeres que quieran dejarlo puedan hacerlo y para que se
regulen las condiciones laborales de las que quieran dedicarse a esa actividad. Desde
esta perspectiva se apuesta por la regulación del trabajo sexual. Hay que decir que las
asociaciones de trabajadoras sexuales que se han posicionado en el debate
acostumbran a ubicarse en esta segunda opción; es el caso del Colectivo de
Transexuales de Cataluña, el Colectivo Hetaira, de Madrid, o el Comité Internacional
sobre los Derechos de los Trabajadores del Sexo en Europa.
Si concretamos este debate en relación con las trabajadoras sexuales trans, debe
tenerse en cuenta que este grupo suele ejercer de forma autónoma, es decir, sin
proxenetas, y en la calle, no en establecimientos gestionados por empresarios. Las
trabajadoras sexuales trans con quienes hemos hablado a lo largo del trabajo de
campo (tres entrevistas y gran parte del grupo de discusión de trans inmigrantes)
afirman que se dedican a la prostitución por elección propia:
«Yo trabajo de esto porque yo quiero, es una manera de vivir mejor. No
porque no veas la de insultos que uno tiene que oír a diario, las cosas
que te gritan, que te humillan, los clientes que son malos y
desagradables. Pero yo trabajo para mí, no tengo ni proxeneta ni nada.
Entre transexuales no conozco a ninguna que tenga proxeneta.» (Grupo
discusión trans inmigrantes).
De todos modos, en el tema del trabajo sexual es difícil establecer una clara distinción
entre elección y explotación. Una mediadora que apoya a trabajadoras sexuales, de
las que estima que el 15% son trans, afirma que «en mi opinión, casi la totalidad de las
mujeres trans con las que trabajo no tienen otra opción». De hecho, cuando la
organización donde trabaja ha conseguido encontrarles algún otro tipo de trabajo,
también han sido discriminadas. Hay que tener en cuenta, pues, que el trabajo sexual
es a menudo la única alternativa laboral de muchas de las mujeres trans que ejercen
la prostitución:
«En casi el 90% de los casos de trabajadoras sexuales transexuales que
he atendido puedo afirmar que, si ellas hubiesen podido acceder a otro
trabajo, no habrían optado por el trabajo sexual. El elevado nivel de
discriminación que sufren las personas transexuales se manifiesta
fundamentalmente a nivel laboral, y el trabajo sexual se ofrece como la
alternativa más viable. Por eso considero que la relación entre
transexualidad y trabajo sexual es tan estrecha y desafortunadamente
necesaria como medio de supervivencia.» (Entrev. mediadora
trabajadoras sexuales trans).
16
En esta línea, véase Lienas (2000).
29
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
Desde nuestro punto de vista, el análisis de la situación del colectivo de trabajadoras
sexuales y el debate político sobre cómo tiene que abordarse debe tener en cuenta la
multitud de realidades dentro del colectivo, una preocupación por su bienestar y un
reconocimiento de las condiciones de vida que suelen llevarlas a dedicarse al trabajo
sexual. Igualmente, hay que escuchar la voz de las personas que defienden una visión
dignificadora de este trabajo y reclaman poder dedicarse al mismo con unas
condiciones laborales que garanticen sus derechos. Como afirma un entrevistado que
apoya a trabajadores sexuales, es necesario «abordar el tema no desde el
abolicionismo o del victimismo, sino escucharles a ellos o a ellas». El problema es que,
tal como sostiene Dolores Juliano (2004), la figura de la trabajadora sexual ataca la
construcción hegemónica de la feminidad y por ese motivo se ha convertido en un
tema tan polémico en el seno del feminismo. En cierto modo, en el debate sobre el
trabajo sexual, las imágenes, los miedos y estereotipos de las personas partidarias de
las diferentes opciones comportan el peligro de invisibilizar lo que tienen que decir las
propias trabajadoras sexuales.
Entre los argumentos a favor de la regulación, las trabajadoras sexuales que hemos
entrevistado apuntan a que les ofrecería una cobertura legal y, al mismo tiempo, les
permitiría contribuir a las arcas públicas con los impuestos derivados del gran volumen
de ingresos que genera esta actividad económica:
«Que cada una pague los impuestos, tener derecho al paro, la
Seguridad Social… (...) Cotizaríamos más gente a la Seguridad Social.
Si dicen que las prostitutas son las que ganan más dinero, pues
aportarán más dinero, ¿no?» (Grupo discusión trans inmigrantes).
La regulación permitiría, además, evitar situaciones de exclusión como la de la
siguiente mujer trans, que después de una vida de trabajo no cuenta en la vejez con
una pensión que le permita vivir con dignidad por no haber podido contribuir:
«Soy puta desde que tengo catorce años. (...) [Ahora sólo recibo] una
pensión no contributiva. Es imposible, ¿con esto cómo puedo vivir?
Ahora me echan del piso y estoy esperando a que me den un piso
social.» (Entrev. mujer mayor trans).
Respecto a la forma de articular esta hipotética regulación, se apuesta por fomentar el
trabajo sexual autónomo, sin proxeneta, o en forma de cooperativa de trabajadoras:
«Para mí sólo se puede [regular] desde un punto de vista autónomo. Y
crear más cooperativas es un auténtico reto, un concepto a desarrollar.
En el tema prostitución estoy de acuerdo en aceptar aquellos espacios
específicos donde se concentra la prostitución de calle, lugares donde
se permite este trabajo. Para esos lugares específicos estoy de acuerdo
en que tengan una entrada y una salida que prohíba el acceso a
menores de edad. Que sea una calle, que sea un pedazo de nave
industrial, con meublés donde las trabajadoras que trabajan dentro
tienen su certificado en regla de que trabajan, y medios de seguridad
como policías, detectores de armas…» (Entrev. trabajadora sexual
trans).
30
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
Al margen de los debates de fondo sobre la abolición o la regulación, las trabajadoras
sexuales y los informantes clave entrevistados apuntan a otras problemáticas más
específicas que afectan a este grupo. Un tema recurrente es la denuncia de las leyes y
ordenanzas municipales que persiguen el trabajo sexual (especialmente la conocida
como «Ordenanza del Civismo») y que suponen un acoso a las trabajadoras sexuales
por parte de los cuerpos de seguridad. En este sentido, hemos encontrado varias
denuncias del trato recibido por parte de los agentes de seguridad. Durante el grupo
de discusión de mujeres trans inmigrantes, por ejemplo, una de las participantes
explica la siguiente anécdota con la que quiere ilustrar que, ante la acusación de haber
robado a un cliente, su versión no se considera legítima:
«Por ejemplo, te fuiste con [un cliente], te ocupaste con él, te pagó, pero
como no se terminó él, quiso que le devolvieses el dinero y como tú te
pones chula y dices que no, que tú estás trabajando y lo que no vas a
hacer es estar trabajando tiempo y como no se viene pues que te pida tu
dinero y luego pasa que no se lo devuelves. Entonces llama a la policía
a decirles que tú le has robado. Y tú le cuentas a la policía lo que ha
pasado (...) y no te creen (...), y creen al que supuestamente entre
comillas es la víctima.» (Grupo discusión trans inmigrantes).
En términos generales, tanto las trabajadoras sexuales entrevistadas como los
trabajadores sociales que las apoyan denuncian que la policía las trata mal, que en
ocasiones extremas pueden llegar a la agresión física, y que existen prácticas de
corrupción por parte de algunos agentes (grupo discusión trans inmigrantes). En
cualquier caso, la legislación actual que ampara la persecución del trabajo sexual de
calle, la Ordenanza del Civismo en Barcelona, permite una cierta discrecionalidad por
parte de los agentes (véase Arella et al., 2007) que también es objeto de denuncia:
«Los policías hacen lo que quieren. Ahora si te pillan conversando con
un cliente también te quieren poner una multa, incluso si es amigo. Me
pasó otra vez que estaba conversando con un amigo y fueron a ponerle
una multa. Y yo les dije “A ver, si lo hacen, bien, pero yo voy a recurrir,
éste es mi mejor amigo. ¿Qué pasa, que cualquier persona que
converse con uno tiene que ser cliente?” (...) También te multan cuando
vas por la calle (...). El Ayuntamiento ha puesto una orden para que los
clientes no vengan a nosotras, pero es que muchas veces el policía te
para a ti, y está el cliente y no le pone multa al cliente, te la pone a ti. Y
por ejemplo la Ordenanza dice que toda persona que se ocupa con un
cliente y que se ve que está pagando, que te ven pagándola, la
Ordenanza es eso. Pero es que ya no: te ven y te la ponen.» (Grupo
discusión trans inmigrantes).
Finalmente, entre las propuestas concretas que se han puesto encima de la mesa
sobre medidas que se podrían llevar a cabo desde el ámbito municipal destacamos
trabajar por la visibilidad de las mujeres trans («con el objetivo de detener el nivel de
violencia que sufren»), empoderar a las trabajadoras (formación en derechos, apoyo
legal y psicológico...), facilitar la formación para que las mujeres que lo deseen puedan
acceder a otros tipos de trabajo, y formar a los cuerpos de seguridad para que traten
con respeto a las trabajadoras sexuales. Al mismo tiempo, se denuncia que en las
políticas públicas existentes dedicadas a trabajadoras sexuales, las trans están
discriminadas porque a menudo no tienen modificada la documentación
31
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
(jurídicamente, pues, son hombres y no pueden acceder a programas dirigidos a
mujeres)17 y porque se establece que la prioridad es trabajar con las trabajadoras
sexuales no trans.18
17
18
Entrev. mediadora trabajadoras sexuales trans.
Entrev. hombre trans inmigrante.
32
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
6. Salud
El ámbito de la salud ha sido uno en los que menos situaciones de discriminación se
han relatado en las respuestas al cuestionario: el 76,8% de las personas afirma no
haber tenido ningún problema en el ámbito sanitario.19 Entre las personas que sí los
han tenido, mayoritariamente relatan haber recibido un trato diferencial o
discriminatorio en el contexto de centros sanitarios a causa de su identidad de género
o tendencia sexual (el 9,40%) o que han sido discriminados en relación a las
infecciones de transmisión sexual (el 5,74%). Dentro de este apartado ahondaremos,
en primer lugar, en las situaciones relacionadas con el VIH/sida, y a continuación
abordaremos las situaciones de trato diferencial o directamente discriminatorio.
En relación con la prevención del VIH/sida, así como otras infecciones de
transmisión sexual (ITS), algunas personas han hecho referencia a su experiencia en
centros de detección de ITS y han relatado casos de trato estigmatizante y
culpabilizador:
«Me he sentido discriminado concretamente en el Departamento de
Enfermedades de Transmisión Sexual del CAP de Drassanes, adonde
acudo a por información y una consulta y al término de la misma se me
somete a un cuestionario sobre mis hábitos sexuales donde el hecho de
ser gay se relaciona directamente con una mayor incidencia o
probabilidad de contraer VIH y otras ETS... Me pareció escandaloso y
así se lo hice saber al doctor que me atendió a pesar del razonamiento
que defendía su postura argumentando que el suyo era un punto de
vista únicamente estadístico. El doctor (…) no me pareció un buen
profesional, me hizo sentir fatal y no creo que me volviera a aventurar en
ese servicio para consultar nada.» (Gay, cuestionario).
«En Drassanes (Departamento de Enfermedades de Transmisión
Sexual)) hay o había una enfermera que al tomarte una prueba de
sangre te deja claro que no le gustan las putas ni los gais. Te hace sentir
culpable, dice que si te hace falta una prueba de sida es porque te has
comportado mal.» (Gay, cuestionario).
Hay que tener en cuenta que estas críticas no son aisladas. Esta situación plantea el
peligro de que, ante este trato, la gente no se someta a pruebas o no exprese dudas
relacionadas con la prevención porque no se crea un clima de confianza.
Afortunadamente, las personas que han explicitado que no volverán a estos servicios
públicos demuestran conocer alternativas creadas por asociaciones como el BCN
Checkpoint o Stop Sida.
Socialmente se sigue asociando ser gay con tener sida, y algunos profesionales
parecen reproducir este estigma:
«En aquel momento me sentí un poco incómodo porque la doctora me
miró de forma muy rara y me dijo que no comulgaba con el tema y que
19
Debido a la distribución de las respuestas (más de un 75% de las mismas se concentra en
una opción), hemos considerado que la inclusión del gráfico no era necesaria en este apartado.
33
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
los hombres gais contraían mucho más fácilmente el virus, con tono
homofóbico.» (Gay, cuestionario).
«Una especialista del Hospital del Mar ante una consulta sobre una
enfermedad de transmisión sexual me dijo que pensaba que los
homosexuales éramos unos inconscientes. Presenté una queja por
escrito.» (Gay, cuestionario).
«Con una doctora, para pedirle que me hiciese las pruebas del VIH, le
tuve que rebelar mi condición, y me echó la bronca, diciéndome que los
gais somos más propensos a coger el sida.» (Chico gay, cuestionario).
También hemos encontrado ejemplos de mujeres trans que viven situaciones de
discriminación similares a la hora de hacerse las pruebas de detección de ITS; en este
caso se junta el hecho de ser trans con el de presuponerse que es trabajadora sexual.
En relación con la información sobre VIH/sida, un chico gay seropositivo entrevistado
considera que no se le dedica una atención especial:
«Es muy insuficiente, sobre todo teniendo en cuenta que España tiene
unas cifras muy muy elevadas, una tasa de infección altísima. Se calcula
que hay entre 120.000 y 150.000 en España, lo que es una brutalidad.
En Inglaterra hay 70.000 y las campañas de información son masivas,
están en todas las discotecas gais con carteles que previenen el VIH.»
(Entrev. prevención VIH/sida).
Otro de los informantes clave en temas de VIH/sida ha puesto encima de la mesa las
altas tasas de infección por VIH y la necesidad de seguir el ejemplo de otras ciudades
europeas como Colonia, Londres o Ámsterdam, que dedican muchos esfuerzos a las
campañas de prevención. Ésta ha sido su respuesta cuando le hemos preguntado por
la evolución del VIH en Barcelona:
«Existe un nuevo brote epidémico, y esto no es la continuación de algo
que empezó con la detección del primer caso en el Vall d’Hebron en el
año 1980 o 1981; esto ya es otro brote epidémico importantísimo, y que
en el caso de los hombres gais ya no es una epidemia sino una
endemia, que se da de forma sistemática. (...) ¿Queremos un colectivo
enfermo? Es que lo está físicamente, literalmente enfermo.» (Entrev.
prevención VIH/sida).
Por otra parte, parece que existe un cierto debate en la comunidad gay alrededor de
cómo abordar la prevención del VIH y de las ITS en el propio colectivo. Por un lado
hay quien considera que dedicar campañas de prevención exclusivamente al colectivo
gay fomenta la estigmatización, mientras que otros opinan que es urgente llevar a
cabo campañas específicas:
«Aquí hay grupos gais que están en contra de hacer campañas
focalizadas porque dicen que eso fomenta la estigmatización y el miedo.
Mi postura es que estamos jugando con las vidas de las personas, hay
un problema real, y si eso se puede prevenir hay que hacerlo por todos
los medios.» (Entrev. joven seropositivo).
34
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
Por otro lado, uno de los entrevistados expresaba la sensación de que la prevención
en saunas de Barcelona es exagerada y que los usuarios pueden acabar teniendo la
sensación de que están en un «laboratorio» en espacios que deberían ser de ocio:
«Falta un poco de coordinación. Los educadores van a las saunas y allí
está también la Agencia de Salud Pública del Ayuntamiento, y luego
también están los de las encuestas. Y yo como usuario cuando voy a la
sauna me siento en un laboratorio, y eso puede generar el efecto
contrario en cuanto a la información. Se abusa. Bueno, en las saunas se
abusa, luego a los jóvenes les queda lejano y les parece una cosa muy
vaga, el sida. Y después los mayores que llevan veinte años usando el
condón y están hasta las narices, y se relajan.» (Entrev. educador social
calle).
Algunos grupos específicos como las lesbianas estuvieron invisibilizadas en el
momento de la irrupción de la epidemia porque se consideraba (y aún hoy se
considera) que el riesgo de transmisión de infecciones sexuales tiene mucha menos
incidencia en las relaciones entre mujeres. Por este motivo, se apunta que faltan
campañas específicas dirigidas a mujeres y dar a conocer y facilitar material
preventivo pensado para ellas:
«Tienen que hacerse tantas cosas... Por ejemplo, talleres de sexualidad
para mujeres, que no se habían hecho nunca para mujeres lesbianas.
Campañas de prevención pero no cuando pasa algo, sino para vivir la
sexualidad con más normalidad y con más placer y con más
tranquilidad. No cuando haya un problema ir a arreglarlo, sino facilitemos
que todo sea más bonito.» (Entrev. psicóloga).
La información, en todo caso, es sólo una parte, ya que personas perfectamente
conocedoras de los riesgos de practicar sexo sin protección lo hacen. Por tanto, el reto
es analizar el vínculo entre información y conductas. En este sentido, los obstáculos
para la prevención no son sólo racionales (vinculados al conocimiento) o a la
posibilidad material (disponibilidad de métodos de prevención), sino que hay que tener
en cuenta que en la toma de decisiones existe un fuerte componente emocional que a
veces provoca que, finalmente, no se utilicen mecanismos de prevención en las
relaciones sexuales, por ejemplo, la necesidad de «fundirse con el otro», de un
contacto pleno y sin barreras (entrev. prevención VIH/sida). Entender este hecho nos
ayuda a mejorar la prevención:
«Aunque los programas de prevención sobre sexo seguro
frecuentemente transmiten mensajes universales (“usa condón
siempre”), tal aproximación sencilla y simplista puede no encajar bien
con las complejidades emocionales que influyen en las prácticas
sexuales de los [hombres que tienen sexo con hombres]. Los programas
de prevención deberían incluir y enfatizar lo no-racional y los procesos
afectivos que intervienen en las decisiones y la toma de riesgo sexual
para direccionar sus mensajes.» (Fernández-Dávila, 2009).
Una investigación que se ha llevado a cabo recientemente en Barcelona (FernándezDávila, 2009) cuestiona estudios llevados a cabo hasta el momento, en que se
atribuyen las prácticas sexuales de riesgo en las relaciones entre hombres a factores
como las dificultades en el uso del preservativo, el optimismo respecto al VIH por los
35
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
avances en el tratamiento, la fatiga en la adopción de medidas de prevención o el uso
de alcohol y drogas. El autor del estudio considera que estas explicaciones «ignoran
las circunstancias intraindividuales». Concretamente, Fernández-Dávila apunta a que
entre los factores que conducen a establecer prácticas sexuales de riesgo está el
hecho de encontrarse en una posición de vulnerabilidad para negociar o el miedo a
estropear una relación sexual que es necesaria para sentirse valorado o deseable o
escapar de la soledad. El autor coincide con Rafael Díaz (1999), que dice que «donde
la necesidad de conexión, afirmación o autovalía es tan grande y profundamente
sentida, la preocupación por la salud y la seguridad sexual pueden ser abrumadoras u
obstáculo para colmar este tipo de necesidades no sexuales».
El estudio también analiza el barebacking (llevar a cabo penetración anal sin
protección de forma sistemática). En este caso, las personas que lo practican relatan
sentirse atraídas por una gran excitación producto de realizar prácticas prohibidas o
que suponen riesgo. La incidencia y extensión de esta práctica no está clara. El
informante clave de Internet y VIH le atribuye una gran importancia basándose en la
relevancia que tiene en las páginas de contactos. En contraposición, el informante de
prevención de VIH/sida sostiene que se trata de una práctica absolutamente
minoritaria y que sobredimensionar su impacto puede conducir a la culpabilización de
los gais seropositivos, al considerar que ellos mismos se lo han buscado llevando a
cabo prácticas sexuales peligrosas.
Desde nuestro punto de vista, es necesario entender que aspectos como la baja
valoración de uno mismo, la dificultad para canalizar el deseo hacia personas del
mismo sexo o, incluso, poner en riesgo la propia salud para buscar algún tipo de
castigo (Coll-Planas, 2009) son productos de vivir en un entorno homofóbico. En este
sentido, hay que entender que las conductas de riesgo no sólo nos hablan de
individuos aislados que tienen motivaciones concretas, sino que visibiliza un contexto
social donde ser gay está connotado negativamente e infravalorado y entraña un
sentimiento de culpa.
A partir de las entrevistas y los cuestionarios podemos decir que, actualmente, los
perfiles del colectivo LGTB más vulnerables ante las ITS son los jóvenes, las mujeres
trans y las personas inmigrantes. La incidencia del VIH entre los jóvenes gais es muy
elevada y ello puede deberse a diferentes factores. Por un lado, las nuevas
generaciones tienen menos percepción del riesgo porque no han conocido los efectos
devastadores de los primeros años de la epidemia. Por otro lado, les falta información:
«toda la gente joven que acude aquí no ha tenido ningún tipo de formación en este
sentido, gente de dieciséis, diecisiete años.» (Entrev. prevención VIH/sida).
Por lo que respecta a las mujeres trans que se dedican al trabajo sexual, aunque no
existe demasiada información epidemiológica sobre este grupo, tienen una mayor
36
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
incidencia de drogodependencia20, lo que las coloca en una situación de riesgo y
vulnerabilidad.
Las personas inmigrantes, por su parte, y en función de los países de origen, es
posible que desconozcan cuáles son las prácticas de riesgo y cómo protegerse.
Generalmente, sin embargo, no se trata tanto de que no dispongan de información
como de que ésta no está totalmente asimilada y no se acaba de incorporar al llevar a
cabo relaciones sexuales. Dos informantes clave en relación al VIH nos han explicado
que han detectado un creciente porcentaje de infecciones entre chicos
latinoamericanos.
Otra cuestión importante es el estigma social que viven las personas seropositivas. Un
momento especialmente duro es el del diagnóstico, que no siempre es tratado con
suficiente sensibilidad por parte de los profesionales de la salud:
«Hace dos años y medio se me diagnosticó VIH de una forma muy poco
delicada. Yo caí en el Hospital del Mar. Se me dijo: “Tú estás en
primoinfección, te has infectado hace menos de tres meses”. Se me
derivó al Clínic en una sala de espera llena de gente con papelitos y se
nos trata como a ganado. Y no se tiene en cuenta que has entrado en
un nuevo mundo. Me dijeron “Hay que intervenir rápidamente, así que
firma estos papeles y a partir del lunes entras en un estudio”. (…) Ni
siquiera el médico del Clínic me dio la mano, y eso en el momento en el
que alguien descubre que es seropositivo, la primera sensación es de
sentirse sucio, contaminado, peligroso para los demás. Y algo como que
un médico no te dé la mano es una impresión. Es un momento en el que
lo más importante es el trato humano. Me sentí muy desamparado, mi
familia no lo sabía, mis amigos tampoco. En el Hospital del Mar me
dijeron: “Mira, eres seropositivo.” Y yo: “¿Seropositivo?”. Y el médico me
contestó: “Positivísimo”. Y a los cinco minutos yo ya estaba en la calle.
Yo le pregunté al médico: “¿Y cuál es mi esperanza de vida?” Y el
médico me dijo: “No lo sé, pero yo creo que si quieres meterte en una
hipoteca, yo diría que no tienes problema.” No sé, son respuestas que
en ese momento no se aprecian mucho.» (Entrev. joven seropositivo).
El apoyo y el acompañamiento de las personas en ese momento son fundamentales,
ya que, como afirma un informante clave en relación con la prevención del VIH/sida,
«la caída de la autoestima es terrible cuando se recibe el diagnóstico». En el momento
del diagnóstico, por lo tanto, es especialmente importante combatir el estigma
asociado a esta infección:
«Se tiene que trabajar mucho en el tema de la normalización de la
situación de las personas que tiene el VIH, para desterrar todo lo que
está alrededor de eso, el estigma, el prejuicio.» (Entrev. investigador
Internet y VIH).
Entre las personas infectadas en los últimos años se constata que vuelve a haber una
ocultación del hecho de ser seropositivo. Ésta es fruto de la mejora del tratamiento,
20
Las necesidades de la drogodependencia pueden ser una motivación para dedicarse al
trabajo sexual. Al mismo tiempo, la droga puede ser una forma de poder mantener el estilo de
vida que supone dedicarse al trabajo sexual.
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Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
que hace posible que no sean tan evidentes las marcas de la infección. La
consecuencia negativa, sin embargo, es que el VIH/sida se invisibiliza dentro del
propio colectivo, con lo que se crea la impresión de que no existen nuevas infecciones
y se provoca que las personas infectadas se acaben encerrando en otro armario: el de
no desvelar su condición de seropositivos.
«Este chaval cuando va a una discoteca aquí, en Barcelona, no ve a
ningún referente, no ve nada, y la gente que conoce que sí que está
infectada no tiene los cojones de decírselo, y es que si hace dos años
que vive aquí es imposible que no conozca a ninguno, con una
prevalencia tan elevada. Los positivos se esconden y dentro de la
comunidad no hacemos nada para facilitarlo.» (Entrev. prevención
VIH/sida).
El trato diferencial o discriminatorio se concreta sobre todo en la negación a tratar a
la persona trans en función de su género sentido, en obstáculos para la inseminación
artificial de lesbianas, en el sesgo heterosexista de médicos de especialidades
relacionadas con aspectos sexuales (urología y ginecología) y en la puesta en práctica
de terapias reparativas encubiertas.
En el caso de las personas trans, muchas de ellas explican que a menudo tienen
problemas para que se dirijan a ellas por su nombre pese a haberlo solicitado
expresamente. En las siguientes citas, personas trans hablan sobre cómo se sienten
ante estas situaciones:
«Los típicos te llaman por el nombre antiguo, y claro, tendría que haber
la posibilidad de poder cambiar estos datos, ya que en todo nuestro
proceso tenemos que ir mucho a los médicos. La mala experiencia fue
con una enfermera que me dijo que yo para ella era un chico hasta que
no me cambiase el DNI y que me continuaría llamando por aquel
nombre.» (Mujer trans, cuestionario).
«La endocrinóloga siempre llama por el nombre completo. Finalmente he
dejado de ir y me he buscado a otra que respete.» (Mujer trans,
cuestionario).
La principal problemática en casos de reproducción asistida es que la inseminación
artificial a lesbianas (o a mujeres solas) no entra dentro del catálogo de prestaciones
sanitarias públicas. Dos madres lesbianas a las que entrevistamos nos explicaban la
dificultad que viven dos mujeres cuando intentan tener un hijo sin depender de un
hombre:
«Yo creo que dos mujeres solas no pueden tener el control para
reproducirse y dependen en todo momento de un hombre. Aunque se
diga que ahora podemos formar una familia, en la práctica eso no
existe.»
«En la Seguridad Social hay dinero para subvencionar inseminaciones
en casos de imposibilidad biológica. Nosotras, en tanto que mujeres,
tenemos una imposibilidad biológica, debería estar subvencionado.»
(Entrev. madres lesbianas).
38
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
Por otra parte, parece que también existen dificultades en el momento de integrar a
determinados tipos de familias en los documentos sanitarios. Así lo expresa una mujer
lesbiana en una de las respuestas del cuestionario:
«Ni médicos ni Sanidad piensan en nosotras. He tenido que adaptar
muchos documentos para incluir a mi mujer. Y como mujer lesbiana, aún
se extrañan de que estuviese embarazada y ahora tenga dos hijos.»
(Mujer lesbiana, cuestionario).
El conflicto del que más han hablado las mujeres lesbianas y los chicos trans ha sido
el de la dificultad de entenderse con sus ginecólogos y la constante presuposición de
su heterosexualidad por parte de los médicos. Se ha hecho referencia al poco
conocimiento sobre material preventivo para mujeres, como ilustran las siguientes
respuestas del cuestionario:
«Mi ginecóloga no tenía ni idea de qué formas de prevención de
enfermedades de transmisión sexual podía utilizar en mis relaciones
lésbicas. Por otra parte, en las farmacias no se venden los preservativos
femeninos.» (Mujer bisexual, cuestionario).
«La ginecóloga tuvo poco tacto cuando le pregunté sobre
“anticonceptivos” para lesbianas. Me dijo que no existían y que me
pusiera celofán.» (Lesbiana, cuestionario).
«Hemos tenido muchos problemas con los ginecólogos. Yo tenía una
pareja con papiloma humano y nadie nunca nos supo decir cómo
protegernos o si se contagiaba entre dos chicas. Nosotras no teníamos
ni idea y los ginecólogos menos.» (Grupo discusión inmigrantes
lesbianas y gais).
El heterosexismo de algunos médicos se concreta en que al hablar de la
sexualidad de las mujeres se excluye la posibilidad de que puedan ser
lesbianas y que, por lo tanto, tengan otras prácticas sexuales que no son
estrictamente las heterosexuales:
«Estoy muy harta de que cada vez que voy a la ginecóloga, el protocolo
de preguntas para saber si sufro o puedo sufrir determinadas
enfermedades esté enfocado desde un punto de vista heterosexual.
Tampoco me gustaría que en este protocolo se me preguntase por la
orientación sexual. Creo que debería redactarse de un modo lo
suficientemente genérico como para que cualquier mujer homosexual o
heterosexual lo pudiese contestar de forma cómoda y sin tener que
explicar su vida privada a no ser que quiera hacerlo.» (Lesbiana,
cuestionario).
En el caso de chicos trans se percibe hostilidad por parte de los ginecólogos, ya que
su estética es masculina, y se produce un malentendido sobre la razón por la que
están yendo a un especialista en el aparato genital de las mujeres:
«Me ha pasado ir al ginecólogo porque tengo un quiste y no sólo me
dice que un ginecólogo es sólo para mujeres, sino que además me
manda a hacerme un análisis de hormonas y no me mira el quiste.»
(Entrev. hombre trans inmigrante).
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Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
Se detectan también perjuicios por parte de los médicos hacia los gais, que también
los asocian a infecciones de transmisión sexual:
«Fui a mi médico de cabecera (...) porque tenía un problema en la piel
pero en el pene, y él directamente me derivó a enfermedades de
transmisión sexual. El médico de transmisión sexual me dijo: “Pero si
esto es una dermatitis normal y corriente, ¿qué haces aquí?” Y me
enfadé mucho, y fui al médico de cabecera y le dije que no me lo hiciera
nunca más, que me había sentado muy mal, y cambié de médico.»
(Entrev. profesor gay).
Personas que trabajan en hospitales públicos y que han respondido al cuestionario
señalan que la homofobia se percibe también desde dentro:
«Trabajo en un hospital público y sí que se respira un poco de
homofobia... y de racismo, y de xenofobia, y de machismo...» (Gay,
cuestionario).
«Trabajo en un hospital y he oído muchas veces comentarios
homófobos de mis compañeras. Los hombres hablan mal de los
homosexuales masculinos y las mujeres de las lesbianas.» (Gay,
cuestionario).
En la mayor parte de los casos que hemos encontrado en el trabajo de campo hemos
constatado que no se trata de discriminaciones directas y explícitas, sino que se
concretan en presuponer que el paciente es heterosexual y dar por supuesto que no
es una persona trans, hecho que puede acabar generando situaciones violentas.
Algunos entrevistados han contado anécdotas en las que ellos explicaban e
informaban a los médicos y a las enfermeras sobre su realidad y el personal del centro
se lo agradecía:
«Los médicos son personas como las demás. Yo tengo una anécdota de
una enfermera del Hospital de Bellvitge que me quería poner una sonda
a cualquier precio y yo le dije que era transexual. Le expliqué mi caso y
que no podía considerar que aquello era un pene normal y corriente. (...)
Acabó por pedir disculpas y le dije que no había nada que disculpar y
que si alguna vez se encuentra con una persona que ha pasado por el
mismo proceso, pues que ya sabría que no podría entrar con cualquier
sonda dentro de aquel pene. Al día siguiente volvió a pedirme disculpas
y le dije: “Mira, las que queráis y estéis de turno venid aquí y yo os
explico lo que haga falta.” (...) Y vinieron, estuve con diez o doce
enfermeras. Se lo enseñé y tal.» (Entrev. padre trans).
Finalmente, con relación al ámbito de la salud mental, en las entrevistas se ha hecho
referencia a las terapias reparativas para modificar la orientación sexual de personas
homosexuales o la identidad de género de personas trans, cuya realización puede
denunciarse en el Colegio de Psicólogos. Una psicóloga entrevistada a quien
preguntábamos sobre estas terapias y su existencia en la ciudad de Barcelona nos
decía lo siguiente:
«Lo que se hace, que también es igual de peligroso, son las [terapias
reparativas] indirectas. Que es que yo digo: “Lo que te está pasando es
que tienes una fase esquizofrénica o psicótica y tu te crees que te pasa
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Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
esto. Y entonces te voy a dar unas pastillas para que eso se te vaya de
la cabeza.” O “te ingresaré” o “estás equivocado”. O sea, yo te digo que
el problema que tú me estás diciendo que no sabes qué hacer y que lo
vives mal, te estoy diciendo que tienes un trastorno obsesivo-compulsivo
o una fase psicótica del no-sé-qué, o que estás muy mal
psicológicamente y por lo tanto es eso lo que te pasa. Y eso hace que o
te gusten los tíos, las tías o que no sepas qué identidad tienes, y ése es
tu problema. Y esto es una terapia indirecta, porque te están haciendo
creer que tienes una enfermedad mental. Y eso está pasando, y eso es
la indirecta, no te cogen y te ponen un electroshock, te están diciendo
que tienes una enfermedad mental.» (Entrev. psicóloga).
El hecho de estar encubiertas y aplicarse a personas que se encuentran en
situaciones de sufrimiento y que, a veces, anhelan modificar su identidad de género o
tendencia sexual a fin de adaptarse a lo que la sociedad y su entorno espera de ellas,
hace especialmente difícil combatir estas prácticas.
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Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
7. Ocio
En el apartado de ocio del cuestionario, el 52,4% de las personas declara no haber
experimentado ninguna discriminación ni agresión. Hay que decir también que el
20,4% de éstas puntualiza que no la ha recibido porque evita ir a lugares marcados
como heterosexuales y sólo se mueve por locales de ambiente. En contraposición, el
8,8% ha manifestado haber vivido agresiones físicas o verbales en espacios de ocio.
Por lo que respecta a los espacios para personas LGTB, un 21,1% sostiene que faltan
espacios, básicamente para grupos concretos, mientras que el 11,6% crítica los
locales de ambiente y considera que en lugar de potenciar espacios exclusivos para
gais, lesbianas y trans, hay que integrar al público LGTB en el resto de la oferta de
ocio de la ciudad.
Gráfico 4. Problemáticas en el ámbito del ocio
En el cuestionario no sólo se preguntaba si se habían vivido experiencias de
discriminación en espacios de ocio, sino también si se estaba satisfecho con los
espacios de relación existentes. Por un lado, muchas personas se muestran
satisfechas con la oferta y subrayan que el ambiente de Barcelona es muy rico y
diverso:
«Realmente Barcelona tiene un espacio muy abierto en ocio para la
gente homosexual. En mi caso, estoy eternamente agradecido por haber
encontrado bares, discotecas, espacios compartidos para gente del
ambiente, etc., pero no para hacer como un gueto, sino simplemente
para ayudar a la comunidad LGTB a salir adelante y a que cada vez
seamos más aceptados socialmente, como debería ser, ya que somos
personas como las demás.» (Gay, cuestionario).
42
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
En contraposición, más de un 10% de las personas que han respondido al cuestionario
han hecho una crítica a los espacios específicos para el colectivo LGTB, sobre
todo al que se conoce como «Gaixample», nombre que recibe una parte del barrio
barcelonés de la Esquerra de l’Eixample, donde se concentran establecimientos
comerciales y locales de ocio destinados al público lésbico y gay. Entre las críticas
existen diferentes matices que abordaremos a continuación.
En la siguiente cita, por ejemplo, vemos que este chico gay no niega la necesidad de
mantener unos determinados espacios de encuentro, pero critica que implique que el
ocio de las personas LGTB se reduzca exclusivamente a estos lugares, y reivindica
que los espacios mayoritariamente heterosexuales sean también espacios de ocio
para personas gais, lesbianas, bisexuales y trans:
«El gran problema de Barcelona: por motivos económicos y de
comodidad, desde hace años se está agrupando a los gais en un gran
gueto (el “Gaixample”), que aunque se amplía continuamente y es un
espacio abierto, tolerante y agradable, no deja de ser eso mismo, un
cercado donde los gais estamos recluidos y más o menos controlados.
Considero necesaria y positiva la existencia de “zonas de reunión” de los
gais (igual que la calle Tallers es zona de reunión de heavy metals y
góticos, por ejemplo), pero sin caer en el separatismo que existe
actualmente. Sería fantástico poder ir a tomar una copa o a bailar a
cualquier local de la ciudad, con amigos gais, heterosexuales o de
cualquier tipo y poder sentirme plenamente integrado.» (Gay,
cuestionario).
Siguiendo el hilo de la cita, al analizar la creación de espacios de encuentro
específicamente LGTB hay que considerar que es una tendencia que también se da
en otros colectivos. Siguiendo los planteamientos de Bauman (2007) con relación a la
modernidad líquida, debe tenerse en cuenta que actualmente han perdido fuerza las
grandes instituciones (como la familia, la religión o la profesión) que antaño conferían
sentido y continuidad a las vidas humanas y nos proporcionaban seguridad y
sentimiento de pertenencia. Éstas se han sustituido por comunidades más pequeñas,
móviles y que se agrupan basándose en las características que tienen en común (ser
heavies, ser gais, tener fibromialgia, etc.).
Otra crítica recurrente a los locales de ambiente es que fomentan el culto al cuerpo y a
la belleza. En este sentido, un chico gay afirma: «Quizás a medida que me vaya
haciendo mayor echaré de menos locales de ambiente donde ser joven y guapo no
sea requisito indispensable.» (Gay, cuestionario). En estos espacios se produciría, por
tanto, una marginación de las personas que no siguen unos determinados cánones
estéticos y de edad.
También hay quien critica que en este tipo de locales se produce una sobredimensión
de la sexualidad:
«En Barcelona hay más lugares de espacio homosexual, pero me
parece que caen en lo libertino y lo sexual predomina. Considero que el
homosexual no es sólo sexo y morbosidad. Faltaría tal vez mayor
43
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
enfoque en otros temas: arte gay, cultura gay, cine gay (no porno gay),
etc.» (Gay, cuestionario).
En esta cita lo que se cuestiona es que estos espacios giren alrededor de la
sexualidad. De hecho, los jóvenes gais por un lado se felicitan por la facilidad para
encontrar sexo y, por el otro, se quejan de la dificultad de encontrar relaciones
afectivas (Coll-Planas et al., 2009).
Entre las personas que señalan que faltan espacios de encuentro LGTB, algunas
respuestas ponen encima de la mesa que el «Gaixample» no es una zona de
encuentro para la comunidad LGTB, sino principalmente gay e incluso de sólo una
determinada manera de ser gay. En este sentido, se reclaman espacios de relación
para grupos específicos como personas trans, mujeres lesbianas, personas mayores y
adolescentes. En el caso de los últimos, como ya hemos apuntado, el problema es que
cada vez salen del armario y tienen clara su identidad de género más jóvenes, en
momentos en que no hay espacios de relación dirigidos a ellos:
«Creo que el colectivo LGTB va progresando poco a poco. El problema
es el de los adolescentes y niños homosexuales, cosa por la que yo
pasé también: supe que había discotecas de ambiente, bares,
organizaciones, cuando ya estaba bien entrada en mi adolescencia.
Pero cuando descubrí mi lesbianismo —yo tenía doce años— me sentía
muy sola, como si eso sólo me pasara a mí, no sabía dónde podía
encontrar a gente como yo...» (Lesbiana, cuestionario).
En este sentido, hay que tener en cuenta el enorme impacto que ha tenido Internet en
general para lesbianas, gais y trans, y especialmente para los más jóvenes. El hecho
de que haga posible el anonimato ha generado que para muchos jóvenes sea el
espacio por excelencia para comentar sus dudas, salir del armario y conocer gente en
la misma situación que ellos (Coll-Planas et al., 2009).
Se critica también que muchos de los espacios sean exclusivamente para mujeres o
para hombres, o que en algunos locales se prohíba la entrada a trans. Este tipo de
discriminaciones dentro del mismo colectivo no es un hecho aislado: son varias las
mujeres trans que relatan que en alguna ocasión no les han dejado entrar en locales
de ambiente (grupo discusión trans inmigrantes). Este tipo de discriminación es fruto
de una cierta incomodidad de muchos gais y lesbianas respecto a que se les pueda
asociar con las personas trans, a causa de estar más estigmatizadas y porque temen
que se reproduzca la idea de que los gais son mujeres en cuerpo de hombre y de que
las lesbianas son hombres en cuerpo de mujer (Coll-Planas, 2009).
Otro de los temas a los que se ha hecho referencia tanto en las encuestas como en las
entrevistas y en los grupos de discusión ha sido el cruising (ir a zonas públicas para
ligar con otros chicos con quienes mantener relaciones sexuales habitualmente
anónimas). Esta práctica es para muchos hombres que viven conflictivamente su
sexualidad la única opción para relacionarse con otros hombres. Otras personas, en
cambio, recurren a ello porque son espacios donde encontrar sexo al margen de
locales comerciales y que, además, entraña «morbo». Las personas que se han
44
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
referido a este tema reclaman que el Ayuntamiento no intervenga para limitar esas
zonas (controlándolas más, talando su vegetación...):
«Sí, faltan espacios de encuentro, y también está claro que el
Ayuntamiento destruye todos aquellos espacios de cruising donde los
gais normalmente se encuentran (Montjuïc, Glòries, etc.).» (Gay
cuestionario).
«Yo al Ayuntamiento le pediría que dejase de talar los árboles de
Montjuïc. El cruising forma parte de nuestra cultura.» (Grupo discusión
inmigrantes lesbianas y gais).
Por una parte, hay que tener en cuenta que el uso de estos espacios puede entrar, en
alguna ocasión, en colisión con los vecinos (en casos de plazas o parques) o de los
demás usuarios (en casos de lavabos públicos). De todos modos, estos posibles
problemas son mínimos, ya que históricamente estos espacios se han ubicado en
zonas especialmente alejadas o recónditas.
Por otra parte, precisamente por tratarse de espacios aislados, se puede producir
alguna agresión, por lo que en el complicado equilibrio entre intervenir y no hacerlo,
hay que pensar que, además, debe velarse por la seguridad de las personas que
frecuentan estos espacios.
Un investigador en prevención de ITS en hombres que practican sexo con hombres
expone que no tiene sentido prohibir estos espacios porque siempre se crearán otros
nuevos espontáneamente, del mismo modo que se ha hecho en épocas históricas más
represivas. De hecho, cuando se actúa para evitar el cruising en una zona, aparece
inmediatamente en otra.
Uno de los informantes clave entrevistados que trabaja en la formación de educadores
de calle y zonas de cruising para la prevención de ITS apuesta por legalizar estos
espacios tal como se ha hecho en ciudades como Ámsterdam, y nos explica que uno
de los actuales retos de su tarea es combatir la inseguridad en estos espacios. En
relación con la tala de árboles de las zonas de cruising, el educador contesta:
«Es una forma de presión pero tampoco lo es tanto. Lo que sí que va
creciendo es la inseguridad, o las posibles agresiones. No es tan tan
fuerte, pero sí que hay tensión y los educadores a veces se preocupan.»
(Entrev. educador social calle).
En la siguiente cita, un chico gay reflexiona sobre la presencia de la Guardia Urbana
en zonas de cruising y manifiesta que existe muy poco conocimiento de los límites
legales del cruising y de lo que pueden y no pueden hacer los cuerpos de seguridad:
«Me resulta muy curioso ver cómo los que utilizamos en ocasiones los
parques como lugar de ligue, también llamado cruising, reaccionamos
ante la presencia de la Guardia Urbana como una amenaza y no como
una garantía de seguridad ante posibles agresiones. En este terreno
creo que hay un desconocimiento enorme tanto por parte de los usuarios
del cruising como de las fuerzas del orden, que no estoy muy seguro de
cuál es la actuación en según que casos, quizá también porque en
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Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
realidad no me queda muy claro si hay algún aspecto del cruising que
resulta ilegal o va en contra de alguna normativa del Ayuntamiento...
Sería conveniente información sobre este tema y sensibilización de los
funcionarios municipales.» (Gay, cuestionario).
Lo que podemos decir del cruising es que no es ilegal en la ciudad de Barcelona
siempre y cuando los intercambios sexuales no sean presenciados por menores de
edad o personas con discapacidad psíquica; a pesar de ello, la cuestión de la legalidad
y la regulación es un tema en torno al cual existe cierta confusión.
Por último, uno de los problemas que ha aparecido al preguntar sobre el ocio en el
caso de trans ha sido el tema del deporte, una de las actividades donde está más
marcada la separación por sexos: todo el deporte de competición y la mayoría del
deporte amateur se lleva a cabo de manera no mixta. El sexismo, tal como hemos
apuntado en el apartado 2, es un terreno abonado para la homo/transfobia.
Un problema con el que se encuentran las personas trans en los centros donde se
practica deporte es la asignación de vestuarios (sobre todo si han modificado su
cuerpo y/o no tienen la documentación cambiada). Como vemos en las siguientes
citas, existe miedo a ser agredido en los vestuarios deportivos:
«Hay chicas preciosas y chicos estupendos que aún no han podido
operarse y es un gran conflicto, sobre todo en los gimnasios. Te
arriesgas a todo un espectáculo y, lo peor, a recibir una agresión física y,
por defecto, verbal.» (Hombre trans, cuestionario).
En el grupo de discusión de personas trans de mediana edad se aborda esta cuestión
e incluso uno de los hombres trans propone una solución con la que la mayoría de los
demás participantes está de acuerdo:
«A mí me gustaría que los vestuarios fueran mixtos. En el Centro Cívico
Drassanes el lavabo es mixto. Todo lo que sea separar los sexos es una
cosa que tendríamos que superar.» (Grupo discusión trans mediana
edad).
Sintetizando, el reto alrededor del ocio está en cómo generar una mejor oferta de ocio
que sea inclusiva, que tenga en cuenta las necesidades de los grupos más invisibles
del colectivo (mujeres y personas trans), y que integre a las personas de todas las
franjas de edad (adolescentes, personas mayores) y a las personas con necesidades
específicas (discapacitados psíquicos y físicos).
46
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
8. Perfiles más vulnerables
Dedicamos el último apartado del informe a sintetizar las problemáticas que afectan a
los que consideramos que son los grupos más vulnerables dentro del colectivo
estudiado. Nos referimos específicamente a personas trans, personas lesbianas, trans
y gais procedentes de otros entornos culturales o de minorías religiosas, personas en
situación de dependencia (especialmente personas mayores), bisexuales e
intersexuales. A estos grupos habría que añadir dos más que hemos mencionado en
apartados anteriores del informe: personas con VIH/sida y mujeres trans y hombres
que se dedican al trabajo sexual.
Así como la homosexualidad fue retirada de las clasificaciones internacionales de
enfermedades mentales a principios de la década de los noventa, la transexualidad
aún hoy es considerada un trastorno mental (el trastorno de identidad de género) tanto
por la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-IV-R) como por la Organización
Mundial de la Salud (CIE-10). Hombres y mujeres trans, por lo tanto, topan en primer
lugar con esta patologización que implica numerosas consecuencias prácticas en su
vida.
En primer lugar, la patologización refuerza la estigmatización al reafirmar el imaginario
según el cual son personas inferiores, que no están en el lado de la «normalidad».
Este imaginario ampara las agresiones y la discriminación laboral que reciben. En
segundo lugar, estados como el español han apoyado esta consideración
patologizadora estableciendo que uno de los criterios para obtener el cambio legal del
nombre y de la mención de sexo sea presentar un certificado de «disforia de género»
(también conocido como «trastorno de identidad de género»)21. El certificado se
obtiene tras un seguimiento llamado «test de la vida real», en el que un psiquiatra o un
psicólogo clínico evalúa si la persona es realmente transexual y se adapta
adecuadamente al rol de género con el que se identifica. Este proceso puede durar
desde unos meses hasta unos años. La obligatoriedad y el planteamiento del proceso
de seguimiento psiquiátrico hacen que un creciente número de personas rechacen
someterse al mismo. Ello supone que una parte considerable del grupo no disponga
de una documentación que se corresponda con su imagen y con su identidad sentida,
aspecto que les causa problemas en la vida cotidiana: al ir a la biblioteca, al gimnasio,
al pagar con la tarjeta de crédito en una tienda, al pasar lista en la escuela o el
instituto, al ser llamados en la sala de espera de un centro sanitario, etc.
Existen algunos ejemplos de buenas prácticas que ya se han llevado a cabo de
manera excepcional en equipamientos públicos (como hospitales, gimnasios,
bibliotecas o centros educativos), como son modificar el nombre de las personas trans
en los documentos acreditativos o las listas escolares pese a que no se haya realizado
el cambio oficial. Estos episodios son precedentes interesantes porque demuestran
que, en la mayor parte de las ocasiones, el cambio de nombre no genera ningún
problema legal ni técnico, ya que el número del DNI sigue siendo el mismo.
21
Así lo establece la Ley 3/3007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la
mención relativa al sexo de las personas.
47
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
Por otro lado, actualmente los únicos espacios de encuentro e información específicos
para personas trans, aparte de pequeñas excepciones, están ubicados en unidades de
psiquiatría (como la Unidad de Identidad de Género del Hospital Clínic de Barcelona),
aspecto que refuerza la patologización de las personas trans. Por ello se propone «la
instauración de una entidad física donde haya información de todas las variantes de
transgenerismo, sistemas de mutación del cuerpo, donde puedas informarte sobre
médicos, qué derechos tengo en las operaciones… Una estructura que acoja y proteja
al colectivo lo máximo posible, un punto donde la sociedad pueda acercarse a pedir
información». (Entrev. trabajadora sexual trans).
Los trans, las lesbianas y los gais inmigrantes procedentes de países
empobrecidos se pueden encontrar en una encrucijada de problemáticas en la que se
une la situación de vulnerabilidad en que se encuentran los inmigrantes por las leyes
de extranjería con el posible carácter homo/transfóbico de sus comunidades de origen
y con la xenofobia de la población autóctona (también por parte del colectivo lésbico,
gay y trans). En este sentido, este grupo puede experimentar un doble rechazo: de su
comunidad de origen por ser lesbianas, gais o trans y de la comunidad LGTB debido a
su procedencia.
Una vez realizado este retrato a trazos gruesos, hay que introducir ciertos matices
respecto al carácter supuestamente homo/transfóbico de las comunidades de origen
de los inmigrantes. Si bien es cierto que en la mayor parte de países latinoamericanos
y árabes, de donde proviene el grueso de inmigrantes extracomunitarios de Barcelona,
la homosexualidad y la transexualidad están menos aceptadas, la organización y el
nivel de control social de cada comunidad es diferente:
«Uno de los elementos más complejos es la gente que está integrada en
comunidades muy cerradas: los ecuatorianos o algunos países árabes,
no todos. Por ejemplo en Marruecos tener sexo con chicos no es un
problema mientras no te consideres gay ni entables una relación estable
con un chico. Dicho bruto, mientras te lo folles no hay problema, si te
enamoras entonces ya... Con las chicas es más complejo todavía. Por
ejemplo, los pakistaníes tienen una red social muy amplia, te consiguen
trabajo, etc., pero luego hay mucho control también. Yo creo que si
perteneces a un grupo que es conflictivo hacia tu opción sexual pueden
pasar dos cosas: o bien que hagas una ruptura o bien que no puedas
salir del armario.» (Entrev. asociación inmigrantes LGTB).
Así pues, los significados de las relaciones entre personas del mismo sexo y las
dinámicas de relación de la comunidad de origen son diferentes en función de la
procedencia. Además, tampoco resulta preciso confiar demasiado en generalizaciones
que sólo se establezcan en función del país de origen, ya que dentro de un mismo
entorno encontramos diferencias regionales, de clase social, etc. y también podemos
encontrar diferencias entre hombres y mujeres: diferentes niveles de permisividad, de
tolerancia, de control social y de represión ante la homosexualidad o transexualidad.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que la comunidad LGTB no sólo puede
resultar tan xenófoba como el resto de la población autóctona sino que, como ya
48
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
hemos apuntado en el apartado sobre espacio público, observamos que se están
articulando formas de xenofobia específicamente por parte de lesbianas, gais y trans.
Y es que estos grupos pueden tener la sensación de que la llegada de personas de
otros entornos culturales más trans/homofóbicos provocará un retroceso en las
libertades y derechos conseguidos. Hay que estar pendientes de esta tendencia y de
los miedos que la alimentan a fin de evitar que tome fuerza un discurso xenófobo
LGTB, como ha sucedido en países como Holanda, donde el gay Pim Fortuyn lideraba
un partido político abiertamente racista, o el Reino Unido, donde la lucha por los
derechos y libertades de gais y lesbianas se ha articulado con un discurso islamófobo
(Carmona, 2006).
Aun siendo autóctonas, las personas de determinados grupos religiosos o étnicos
se hallan en una situación similar a la de las personas inmigrantes procedentes de
entornos culturales más trans/homofóbicos, en el sentido de que se suelen sentir
excluidos de su propio grupo y viven en una tensión entre la voluntad de pertenecer a
su comunidad de origen y la aceptación de su sexualidad o identidad de género:
«Ahora estoy recordando a hijos de personas del Opus, o testigos de
Jehová, que son rechazados incluso por su familia. Y luego la etnia
gitana también, todos los chicos o chicas que son un poco diferentes o
que no cumplen el modelo, pues también lo pasan muy mal.» (Entrev.
psicóloga).
Siguiendo el hilo de la cita, cabe recordar que, como hemos planteado en el apartado
2, las personas que reciben más agresiones y discriminaciones son los hombres
femeninos y las mujeres masculinas, al margen de su tendencia sexual.
Tanto por lo que respecta a las comunidades de inmigrantes de entornos culturales
más trans/homofóbicos como de minorías religiosas o étnicas, en el grupo de
discusión de lesbianas y gais inmigrantes se apunta que hay que trabajar con ellas a
fin de cambiar sus imaginarios. En esta misma línea se expresa el representante de
una asociación de inmigrantes LGTB:
«Es importante que se hagan programas que incidan directamente en
formas de inclusión y no de integración. Que se tome la iniciativa de ir al
encuentro de estas comunidades con intervenciones a nivel educativo
en general, no sólo en los colegios (...). Y luego sacar personas visibles
que puedan ser un ejemplo para estas comunidades.» (Entrev.
asociación inmigrantes LGTB).
El entrevistado apunta que, al mismo tiempo, la Administración local debería promover
la cooperación con asociaciones LGTB de los países de origen de los inmigrantes a fin
de apoyar la lucha contra la trans/homofobia en aquellos contextos donde las
asociaciones están más debilitadas y reciben menos reconocimiento de las
administraciones.
El principal perfil de personas en situación de dependencia son las personas
mayores, pero también están las personas enfermas o con alguna discapacidad física
o mental. En estos casos, sobre todo si se está internado (en residencias, hospitales,
49
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
centros psiquiátricos, etc.), suele ser difícil poder vivir con naturalidad la propia
homosexualidad o transexualidad:
«Una vez te encuentras en una situación de dependencia entras
nuevamente en el armario, o mejor dicho, te meten en el armario.
Simplemente porque no se conoce y no está estructurado.» (Entrev.
especialista en dependencia y masculinidad).
La mayor parte de equipamientos y programas dirigidos a las personas mayores
adoptan una perspectiva heterosexista. Y ello hace que, a menudo, las personas
mayores tengan que entrar nuevamente en el armario en el momento en que tienen
que ir a un centro de día o residencia o cuando necesitan la ayuda de un trabajador
familiar:
«No todo el mundo puede resolver estas situaciones, porque depende
de una determinada ideología. Por ejemplo, si eres gay y quieres tener
una persona que te venga a limpiar o a acompañar, un trabajador
familiar, realmente no deberíamos sacar los pósteres de la pared, y es
importantísimo que estén ahí porque forman parte de tu paisaje y es una
gran putada.» (Grupo discusión personas mayores lesbianas y gais).
Los participantes en el grupo de discusión de personas mayores lesbianas y gais
expresaron su preocupación por tener que volver al armario en su vejez y el miedo a la
soledad. Pese a que consideran que el principal trabajo que hay que hacer es luchar
contra el heterosexismo en los espacios de relación para la gente mayor, los
participantes reclaman centros de día y espacios de ocio y de encuentro en los que
poder expresar su sexualidad y sus afectos sin miedos. Se detecta también la
necesidad de que profesionales como asistentes sociales y el personal de centros
geriátricos reciban formación respecto a la diversidad sexual entre las personas
mayores:
«La gente que se queda sola tiene que encontrar quien le acompañe. Y
para nosotros este alguien no puede ser cualquiera, porque si queremos
que venga un amigo o un amante... Nosotros no queremos ir fácilmente
a la residencia.» (Grupo discusión personas mayores lesbianas y gais).
En este punto, se produce el debate sobre si deben crearse espacios específicos para
personas LGTB en situación de dependencia o hay que combatir la homo/transfobia
en aquellos espacios dedicados a la atención de estas personas. Obviamente no se
trata de alternativas excluyentes, sino que puede trabajarse en ambas líneas.
Debe tenerse en cuenta, además, que envejecer solo o en pareja marca una
importante diferencia. En el caso de las personas mayores LGTB, habitualmente no
han tenido hijos y pueden haber roto con sus familias de origen a causa de la
homo/transfobia de éstas, por lo que pueden estar más aisladas socialmente, con
menos redes de apoyo:
«En un momento dado llegas a una edad que... Porque yo tengo familia,
pero como si no la tuviera, y se te pueden plantear una serie de
cuestiones que pueden ser legales o... Yo he tenido un infarto y
afortunadamente lo he superado, pero podría ser que no, y si quedo
50
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
mal, ¿cómo queda mi pareja? ¿Cómo se articula socialmente?» (Grupo
discusión personas mayores lesbianas y gais).
En los casos más extremos, algunas personas mayores LGTB se encuentran en una
situación de aislamiento social que les puede llevar incluso a morir en un estado de
abandono. Y son estos casos extremos los que generan una fuerte sensación de
miedo a envejecer solos:
«A mí ya me han explicado casos de hombres mayores gais a quienes
se ha hallado muertos solos en casa. Hay que pensar en centros de día
gais.» (Grupo discusión personas mayores lesbianas y gais).
La gente mayor trans es un grupo especialmente vulnerable, porque las personas
trans (sobre todo las que se dedican al trabajo sexual) ya se encuentran socialmente
excluidas en su juventud, y la situación se agrava a medida que envejecen. Se trata de
un grupo al que nos ha resultado muy difícil acceder durante el trabajo de campo. En
el caso de los hombres trans, ello puede deberse al hecho de que los tratamientos
hormonales y quirúrgicos a trans masculinos empiezan en Cataluña en la década de
los ochenta, por lo tanto, posiblemente no existe aún una generación de hombres trans
que haya llegado a la tercera edad. Por lo que respecta a las mujeres trans, que
accedieron hace más tiempo a la hormonación y a las operaciones, sus condiciones
de vida (operaciones no reguladas, experiencias de autohormonación nociva y, con
frecuencia, dedicación al trabajo sexual y drogodependencia) pueden haber derivado
en la disminución de su esperanza de vida. Una mujer mayor trans, por ejemplo, nos
explicaba en la entrevista que la gran mayoría de sus amigas trans han fallecido antes
de llegar a la tercera edad.
La situación de dependencia, sin embargo, no es exclusiva de las personas mayores,
sino que las personas con discapacidad, especialmente psíquica, aparecen como un
perfil muy vulnerable debido a la falta de instrumentos para abordar estas cuestiones,
tal como ha apuntado la psicóloga entrevistada.
En otro nivel de vulnerabilidad, hay que decir que las personas bisexuales se hallan
a veces discriminadas tanto por las personas heterosexuales como por gais y
lesbianas. Las personas bisexuales entrevistadas sostienen que la sociedad
comprende mejor la homosexualidad que la bisexualidad:
«La gente no tiene una imagen definida. Y les cuesta mucho más
entender esto que ser lesbiana. Durante mucho tiempo se ha construido
la imagen del gay o la lesbiana. La gente, cuando se lo planteo, se
queda bastante desorientada.» (Entrev. mujer bisexual).
En el imaginario social, las personas bisexuales suelen aparecer como personas
inmaduras, que no toman una opción o que son «viciosas» (Coll-Planas et al., 2009):
«El grupo de personas bisexuales sería la gente menos comprendida,
incluso por los propios padres y amigos o pequeño grupo social de
aquella persona porque dicen “si es homosexual que sea homosexual, si
es bisexual es como vicioso”.» (Entrev. psicóloga).
51
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
Gais y lesbianas también reproducen la imagen negativa asociada a la bisexualidad
hasta el punto de llegar a cuestionar su propia existencia o considerar que dan mala
imagen al colectivo:
«En ciertos aspectos no he encontrado demasiados referentes para leer.
He tenido interés pero he encontrado ocultación. Es un armario dentro
del armario. Pero dentro del movimiento gay o según en qué lugares
donde hemos hablado del tema, y sobre todo en los movimientos más
radicales, o que han pretendido tener más radicalidad, como el Colectivo
o el FAGC, pues han tenido una imagen de que si eres bisexual eres un
traidor y das mala imagen, y hay como una especie de integrismo.»
(Entrev. hombre bisexual).
Esta incomodidad respecto a la bisexualidad en el movimiento lésbico y gay hace que
se reproduzca la invisibilidad de su realidad en espacios donde se reivindica la
diversidad sexual y el derecho al propio cuerpo:
«Cuando se habla de bisexualidad en el movimiento gay es siempre el
tema de que de eso ya hablaremos después. La lucha por la ocultación
de la letra “B” en una serie de siglas... No sé, eso hasta cierto punto
hace daño a los jóvenes.» (Entrev. hombre bisexual).
Dentro del colectivo, a menudo se tiene la percepción de que las personas que se
presentan como bisexuales son gais o lesbianas reprimidos. De hecho, es cierto que
mientras no se produce la autoaceptación existen gais y lesbianas que prefieren
presentarse como bisexuales. Con todo, existen personas para quien no se trata de un
episodio pasajero, sino que mantienen esta etiqueta porque se sienten atraídos y/o
tienen relaciones sexuales con personas de los dos sexos. Al mismo tiempo, en las
declaraciones de gais y lesbianas en que se menosprecia la bisexualidad se entrevé
una cierta envidia por considerar que las personas bisexuales pueden escapar de la
homofobia si acaban inclinándose por una persona del otro sexo. Desde esta óptica
podemos entender que se cree la sensación de que son traidores de lesbianas y gais
(Coll-Planas, 2009).
Finalmente, respecto a las personas intersexuales, a día de hoy los protocolos
internacionales que regulan los tratamientos a recién nacidos intersexuales
recomiendan la hormonación y la reconstrucción genital (véase Fausto-Sterling, 1998).
A lo largo del tiempo, personas intersexuales de todo el mundo han ido articulando un
discurso crítico con estos tratamientos y, actualmente, algunos de ellos exigen que se
interrumpan esos tratamientos a recién nacidos (Chase, 2005). Otras personas
intersexuales, en cambio, se muestran muy partidarias de las intervenciones porque
afirman que es muy dura la experiencia de vivir en un cuerpo no clasificable como
macho o hembra.
En el diseño de este diagnóstico hemos tenido en cuenta la intersexualidad, por eso
hemos incluido a las personas intersexuales en el cuestionario y hemos entrevistado a
52
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
una doctora especializada en tratamientos a personas intersexuales.22 Ella nos ha
explicado que el Hospital de la Vall d’Hebron de Barcelona es pionero en diagnóstico
molecular prenatal, a partir del cual se practica el aborto terapéutico si la familia lo
pide.
Uno de los principales problemas de las personas intersexuales adultas es que con
frecuencia no descubren que fueron intervenidas al nacer hasta pasados muchos
años, porque sus padres no se lo han explicado:
«Yo ahora sí que me he encontrado ya a varios adultos que se
diagnosticaron y trataron aquí hace treinta años y que ni sus padres
sabían con demasiado detalle de qué se trataba ni evidentemente ellos,
porque eran niños. Y ahora, cuando tienen veintitantos o treinta, tienen
la inquietud y la duda de que no saben lo que tuvieron o tienen. Por la
vía que sea llegan a contactar y piden que quieren saber qué tenían o
qué tienen.» (Entrev. doctora intersexuales).
La necesidad de plantear las problemáticas de las personas intersexuales en este
diagnóstico se debe a la violencia que viven tanto en el ámbito médico como social las
personas que nacen con cuerpos no normativos23 y, al mismo tiempo, al
reconocimiento de la dificultad de resolver esta problemática sin caer en la simplicidad
de negar la conveniencia de las operaciones (ya que resulta muy conflictivo vivir con
un cuerpo no identificable), pero al mismo tiempo empatizando con la violencia que se
les aplica para hacerles encajar en el modelo de género normativo.
Pese a que esta problemática escapa en gran parte de las competencias municipales,
la tarea de explicar sus realidades puede contribuir a que dejen de estar cubiertas por
el silencio y la vergüenza, y a que seamos capaces de ampliar el imaginario social
para que también tengan su lugar las personas que se escapan del binarismo
hombre/mujer, ya sea en la dimensión biológica (intersexuales), en la conexión entre
biología e identidad (trans) o en la tendencia sexual (gais y lesbianas).
22
Intentamos sin éxito ponernos en contacto con una asociación de familiares y personas que
tienen una variante de la intersexualidad con sede en Barcelona. Con posterioridad hemos
sabido que actualmente no se reúne.
23
Es cierto que en algunas de las variantes de la intersexualidad la persona puede requerir
tratamiento médico, pero en la mayor parte de ocasiones no se trata de intervenciones
necesarias para la salud del recién nacido, sino de tratamientos hormonales y operaciones
quirúrgicas destinadas a hacer encajar sus cuerpos en la dicotomía macho/hembra que
sustenta la división hombre/mujer (véase apartado 2).
53
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
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54
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
Anexo metodológico
1. Cuestionario electrónico
El cuestionario estaba formado por dos bloques. En el primero había preguntas
abiertas sobre las problemáticas del colectivo en relación con diferentes ámbitos
(espacio público, trabajo, educación, salud y otros) y se pedían propuestas para
resolverlas. La decisión de hacer preguntas abiertas tenía como objetivo que los
encuestados pudiesen explicar de forma no guiada24 anécdotas y experiencias de
discriminación concretas que posteriormente hemos codificado. Descartamos plantear
preguntas con respuestas cerradas (tipo encuesta) porque consideramos que
habríamos perdido riqueza en la información. Al proporcionar la opción de responder
brevemente o explayarse teníamos el objetivo de poder captar la complejidad de las
experiencias sin perder a las personas que querían responder más brevemente.
En un segundo bloque del cuestionario se preguntaban variables sociodemográficas
que nos han permitido conocer el perfil social de las personas que han contestado.
El cuestionario estaba incluido en un blog (http://barcelonaensenten.wordpress.com),
donde se podía leer una presentación del estudio (en catalán y en castellano) y
responder el cuestionario en línea (también en los dos idiomas). Tanto la imagen como
el lema de la campaña jugaban con señales del colectivo (el arco iris y el verbo
«entender» como sinónimo, en argot, de ser gay o lesbiana).
Figura 1. Imagen de la campaña
El blog se difundió a través de anuncios en revistas y páginas web dirigidas al
colectivo, con la edición de postales que se distribuyeron por locales de ambiente y
sedes de asociaciones, en un estand situado en el Pink Corner del Salón Internacional
de Turismo de Cataluña (del 16 al 19 de abril de 2009), a través de los mailings de
asociaciones y por redes de correos electrónicos personales. Durante el mes de enero
se llevaron a cabo las primeras pruebas, pero el periodo oficial de recepción de
cuestionarios fue del 1 de febrero al 15 de mayo de 2009.
24
A fin de facilitar el trabajo a personas que de entrada no supiesen cómo abordar las
respuestas, se sugerían algunas preguntas a modo de ejemplo.
55
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
En la siguiente tabla recogemos la evolución de visitas al blog y de recepción de
cuestionarios:
Tabla 3. Número de visitas al blog y cuestionarios recibidos
2009
Gener
Febrer
Març
Abril
Maig
Total
Visites al blog
129
1.209
1.148
390
167
3.043
Qüestionaris
10
152
166
112
14
454
Como podemos observar, existe una gran diferencia entre el número de visitas al blog
y de cuestionarios contestados. Pensamos que ello se debe a que muchas personas
no pertenecientes al colectivo LGBT y sin vinculación con Barcelona han visitado el
blog pero no han podido contestar porque no estaba dirigido a ellas. Hay que tener en
cuenta que el anuncio se ha insertado en revistas y portales de Internet no
específicamente barceloneses ni catalanes, y que el envío a través de redes de
correos electrónicos personales no se hizo estrictamente a personas LGTB, sino a la
gente que pudiese estar sensibilizada con el tema y lo pudiese reenviar a otros
contactos suyos. Esta diferencia entre visitas y cuestionarios recibidos también puede
deberse al hecho de tratarse de preguntas abiertas, que puede haber comportado que
algunas personas no tuviesen tiempo de responder y volviesen a visitar el blog cuando
tenían más tiempo, o que, sencillamente, después de leer el cuestionario no se
sintieran incitadas a responder.
Sobre el perfil de las personas que respondieron, la mayoría (el 64%) se identifican
como gais, el 19% como lesbianas, el 4% como hombres bisexuales y el 8% como
mujeres bisexuales. La presencia de mujeres y hombres trans o intersexuales es muy
baja (menos del 5%). Esta diferencia se debe a que los gais son el grupo más
numeroso, con más espacios de encuentro y con más medios de comunicación
propios donde difundir la campaña. La diferencia, ya prevista en el diseño de la
investigación, se resolvió con las demás técnicas de investigación empleadas, que
utilizamos para dirigirnos a sectores menos presentes en los cuestionarios.
Gráfico 5. Identificación de las personas que han respondido el cuestionario
56
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
Por lo que respecta a la edad, más del 60% de la gente que ha contestado se
encuentra entre los 18 y los 45 años, sobre todo en la franja de 26 a 35. Sólo el 2,5%
de los encuestados son menores de edad, y el 11% tiene más de 45 años. El hecho de
que fuese un cuestionario exclusivamente electrónico (no existía la posibilidad de
responderlo en papel) ya nos hacía prever la dificultad de acceder a la población más
mayor, debido a que es la que tiene menos acceso a Internet. Por este motivo
creamos un grupo de discusión específico para este grupo de edad. Lo que nos ha
sorprendido, sin embargo, es el bajo porcentaje de respuesta de menores de 18 años.
Su falta de respuestas puede deberse a que el cuestionario puede parecer complejo a
una persona que ha salido del armario o que vive en el género del que se siente
recientemente o que aún no se siente del todo cómoda con su sexualidad o con su
identidad de género.
Gráfico 6. Edad de las personas que han respondido el cuestionario
El 68% de las personas que han respondido no forma ni ha formado parte de ninguna
asociación LGTB. Resulta positivo en el sentido de que temíamos que sería más fácil
acceder al cuestionario a la población con vínculos asociativos, y que ésta quedaría
sobrerrepresentada, cosa que no ha sucedido.
Por lo que respecta al origen, el 70% de las personas ha nacido en Cataluña, el 18%
procede del resto del Estado español, el 4,5% ha nacido en algún otro país de la Unión
Europea, y el 8% son extracomunitarias.
Con relación al nivel de estudios, el 65% de los encuestados tiene estudios superiores,
el 28%, estudios postobligatorios, sólo el 5,5% tiene únicamente estudios obligatorios
y menos del 1% no ha acabado la primaria. Están, en consecuencia,
57
Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
sobrerrepresentadas las personas con estudios superiores, probablemente debido al
tipo de encuesta y al hecho de haberla administrado sólo de forma electrónica.
Gráfico 7. Nivel de estudios de las personas que han respondido el cuestionario
Finalmente, hay que añadir que el 74,14% de los encuestados vive en Barcelona, el
15,10% estudia o trabaja en Barcelona, y el 10,76% mantiene una vinculación con la
Ciudad Condal por otros motivos, como el ocio, para ir al médico, etc.
2. Entrevistas a informantes clave y sectores
Tanto las entrevistas como los grupos de discusión tenían como objetivo localizar a
grupos específicos de los que no se disponga de información y a los que fuera difícil
acceder a través del cuestionario abierto.
Hemos llevado a cabo dos tipos diferentes de entrevistas:
Informantes clave que por su labor profesional o trayectoria tienen un punto de
vista interesante sobre el colectivo.
Personas de sectores del colectivo que suelen desatenderse en la
investigación.
Se llevaron a cabo un total de 21 entrevistas: 10 a informantes clave y 11 a personas
de sectores específicos. Los perfiles de los entrevistados pueden verse en la tabla 1
de la introducción del informe. Las entrevistas siguieron un guión semidirigido.
3. Grupos de discusión
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Diagnóstico de las realidades de la
población LGTB de Barcelona
La técnica del grupo de discusión suele utilizarse a fin de reproducir una situación de
conversación espontánea en la que, a través de la conversación entre personas con
características similares, emergen sus percepciones y problemáticas. La técnica
requiere, por tanto, definir grupos homogéneos.
Así como hemos reservado la técnica de la entrevista para dirigirnos a informantes
clave y a personas de sectores que habitualmente no se tienen en cuenta, utilizamos
el grupo de discusión para aproximarnos a las realidades de grupos sociales con más
presencia en el colectivo.
Se han llevado a cabo grupos de discusión, con cinco participantes aproximadamente
cada uno, con los siguientes perfiles:
Personas mayores gais y lesbianas (a partir de 65 años)
Personas trans femeninas y masculinas de mediana edad (a partir de 30 años)
Gais y lesbianas inmigrantes extracomunitarios
Personas trans femeninas y masculinas inmigrantes extracomunitarios
Las personas mayores gais y lesbianas son un sector que está adquiriendo visibilidad
y que presenta problemáticas específicas debido a que a menudo no tienen hijos que
se puedan hacer cargo de ellas, se pueden haber roto los vínculos con la familia de
origen debido a su homosexualidad y son miembros de una generación con una
mentalidad más homofóbica, lo que les dificulta la integración en espacios como
residencias o centros de día.25
Las trans femeninas y los trans masculinos se encuentran en riesgo de exclusión
social: su realidad es muy incomprendida, su situación está marcada por la psiquiatría,
que define la transexualidad como un trastorno psíquico, tienen muchos problemas de
integración laboral, presentan necesidades específicas de salud y, en el caso de las
mujeres trans que se dedican al trabajo sexual, debe sumarse el estigma y la
vulnerabilidad que supone esta ocupación.
Es necesario tratar el sector de lesbianas, trans y gais inmigrantes en profundidad
porque es un grupo con creciente presencia en nuestro entorno y que tiene
trayectorias, percepciones y problemáticas diferentes a las personas autóctonas. Al
mismo tiempo, que en su situación se entrecruce el ser trans, gais o lesbianas con el
ser inmigrantes les puede situar en riesgo de exclusión.
25
Consideramos que no era necesario dedicar esfuerzos al análisis de las problemáticas del
sector más joven porque era previsible que era el que contestaría mayoritariamente el
cuestionario abierto, y porque muy recientemente hemos llevado a cabo una investigación
dirigida a este colectivo (en gran parte centrada en la realidad de Barcelona) cuyo
planteamiento es complementario, por lo que pueden extrapolarse sus resultados (Coll-Planas
et al., 2009).
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Diagnóstico de las realidades de la
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El reclutamiento se realizó a través de asociaciones, de foros de Internet y de redes
personales. Los grupos de discusión se llevaron a cabo en el centro cívico Casa
Elizalde.
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