Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Bellaterra, julio de 2009 Grupo de Investigación Instituto de Gobierno y Políticas Públicas Equipo de investigación: Coordinación: Gerard Coll-Planas Miquel Missé Gerard Coll-Planas Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Índice 1. Introducción ....................................................................................................................... 2 2. Aspectos de fondo........................................................................................................... 5 3. Espacio público............................................................................................................... 10 4. Educación.......................................................................................................................... 16 5. Ámbito laboral ................................................................................................................. 24 6. Salud.................................................................................................................................... 33 7. Ocio...................................................................................................................................... 42 8. Perfiles más vulnerables............................................................................................. 47 Referencias bibliográficas............................................................................................... 54 Anexo metodológico.......................................................................................................... 55 1 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona 1. Introducción Este informe recoge una diagnosis de las realidades de las personas lesbianas, gais, bisexuales y transexuales de la ciudad de Barcelona. El trabajo se encuadra en un proceso más amplio de diagnóstico1 que ha puesto en marcha la Concejalía de Derechos Civiles del Ayuntamiento de Barcelona, previo a la elaboración participativa del Plan Municipal para el Colectivo Lesbiano, Gay, Transexual y Bisexual. El diagnóstico de la población lesbiana, gay, transexual y bisexual (en adelante LGTB) no asociada supone el reto de realizar un análisis de problemáticas y realidades de un colectivo muy diverso: hay que tener en cuenta que está formado, como mínimo, por cuatro grupos sociales (transexuales femeninas y masculinos y mujeres y hombres no heterosexuales2) que, además, presentan diferencias internas en función de variables como la clase social, la procedencia o la edad. En el momento de elaborar el diseño de la investigación hemos considerado que, a fin de realizar un diagnóstico que recoja la heterogeneidad del colectivo, resulta necesario tener en cuenta tres tipos de sectores: • Sectores mayoritarios (por ejemplo, lesbianas y gais de mediana edad). • Sectores minoritarios o menos estudiados (transexuales, personas mayores, padres y madres, hombres que practican sexo con hombres, bisexuales...). • Sectores con riesgo de exclusión social (inmigrantes, trabajadoras y trabajadores sexuales, gais seropositivos, intersexuales...). Tal como explicamos más detalladamente en el anexo metodológico, el trabajo de campo se ha basado en tres técnicas de investigación: • Se ha difundido un cuestionario electrónico autoadministrado. El cuestionario se ha colgado en un blog que se ha dado a conocer a través de postales, mailings de asociaciones, anuncios en páginas web y revistas dirigidas al colectivo y a través del correo electrónico. Hemos recibido un total de 454 respuestas. • Se han realizado dos tipos de entrevistas: o A informantes clave que, por su actividad profesional o su labor como activistas, nos ofrecen una visión y un conocimiento interesantes sobre el colectivo. o A personas de sectores específicos del colectivo. 1 Además de la dimensión de la población LGTB no asociada, se realiza un diagnóstico de lo que opinan las asociaciones, la población general, qué hacen otros ayuntamientos europeos y qué medidas está llevando a cabo el propio Ayuntamiento de Barcelona. 2 A lo largo del trabajo, a efectos de facilitar la lectura, hablaremos de «lesbianas y gais» para referirnos a mujeres y hombres no heterosexuales (véase el apartado 2). 2 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona • Se han organizado cuatro grupos de discusión. En la siguiente tabla detallamos el perfil de los entrevistados y participantes en los grupos de discusión, así como las abreviaciones que utilizamos para referirnos a ellos a lo largo del análisis. Tabla 1. Perfil y abreviaciones de las entrevistas y de los grupos de discusión Técnica Abreviación Entrev. psicóloga Entrev. educador social calle Entrevistas a informantes clave Entrevistas a informantes por sectores Grupos de discusión Entrev. investigador Internet y VIH Entrev. prevención VIH/sida Entrev. profesora secundaria Entrev. mediadora trabajadoras sexuales trans Entrev. mediador trabajadores sexuales Entrev. asociación inmigrantes LGTB Entrev. especialista en dependencia y masculinidad Entrev. doctora intersexuales Entrev. joven seropositivo Entrev. mujer mayor trans Entrev. mujer trans con dependiente Entrev. trabajadora sexual trans Entrev. madres lesbianas Perfil Psicóloga especializada en la atención a gais, lesbianas y trans Coordinador de educadores de calle que trabajan en espacios de cruising y en proyectos con trabajadores sexuales Investigador en temas de prevalencia de VIH y uso de Internet Director de un centro de detección de VIH Profesora de secundaria especializada en educación afectivosexual, autora de diversos materiales didácticos Mediadora con trabajadoras sexuales trans Mediador con trabajadores sexuales Responsable y psicólogo de una asociación de inmigrantes LGTB Investigador en nuevas masculinidades y en dependencia en la población LGTB Endocrinóloga especializada en el tratamiento a niños intersexuales Gay de 22 años seropositivo Mujer mayor trans de 65 años ex trabajadora sexual Mujer trans de 54 años con una persona a cargo Mujer trans de 34 años trabajadora sexual Pareja de lesbianas que son madres. Una tiene 40 años y es originaria de Argentina, la otra es de Suecia y tiene 32 años Entrev. padre gay Padre gay, 34 años, educador social Entrev. padre trans Padre trans, 43 años Entrev. hombre bisexual Chico bisexual, 27 años Entrev. mujer bisexual Chica bisexual, 22 años Entrev. profesor gay Profesor de secundaria de religión católica, gay, 45 años Chico trans originario de Estados Unidos, 39 años Entrev. hombre trans inmigrante Grupo discusión personas mayores lesbianas y gais Grupo discusión Personas mayores de 65 años gais y lesbianas Lesbianas y gais inmigrantes procedentes de América 3 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona inmigrantes lesbianas y gais Grupo discusión trans mediana edad Grupo discusión trans inmigrantes Latina y el mundo árabe Trans mayores de 30 años Trans inmigrantes procedentes de América Latina El informe continúa con un apartado donde se recogen comentarios de carácter general. Posteriormente analizamos las problemáticas de transexuales, lesbianas y gais en los siguientes ámbitos temáticos: espacio público, educación, ámbito laboral, salud y ocio. A continuación, apuntamos los que, desde nuestro punto de vista, constituyen los perfiles más vulnerables dentro del colectivo. Y acabamos con las referencias bibliográficas y un anexo metodológico donde ofrecemos más información sobre el diseño de la investigación y el desarrollo del trabajo de campo. 4 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona 2. Aspectos de fondo Antes de iniciar el análisis de la información recogida en el trabajo de campo, nos parece conveniente apuntar algunas reflexiones que han surgido a lo largo de la investigación y que tienen efectos tanto en la forma de entender las problemáticas de este colectivo como en el momento de intervenir desde la Administración. El colectivo LGTB como ficción necesaria Al trabajar con el colectivo, hay que tener en cuenta que se trata de un grupo social altamente disgregado por diferentes motivos. En primer lugar, porque sus contornos están difusos. Las letras se suman o se restan en el acrónimo «LGTB»: desaparece la «B» de «bisexual», se olvida la «T» de «trans», se añade la «Q» de «queer»3, se incluye la «I» de «intersexual»,4 o la «G» de «gay» toma el protagonismo y llega incluso a cubrir la «L» de «lesbiano». Este baile de acrónimos está relacionado con conflictos internos en relación a la pertenencia al colectivo, que tienen su expresión tanto en el activismo como en la vida cotidiana: hallamos gais y lesbianas que rechazan ser relacionados con las personas trans porque están más estigmatizadas, lesbianas que se sienten distanciadas de los gais y más cercanas a los entornos feministas, bisexuales que no son comprendidos en determinados entornos lésbicos y gais, personas queer que rechazan las etiquetas identificadoras... Además, en cuanto a la relación, un reciente estudio sobre jóvenes lesbianas, trans y gais nos muestra que no podemos hablar de un colectivo integrado, ya que gais y lesbianas no tienen demasiada relación entre sí, y que la gran mayoría de lesbianas y gais no tienen contacto con ninguna persona trans (véase Coll-Planas, Bustamante y Missé, 2009). En segundo lugar, hay que tener en cuenta que las etiquetas no son aceptadas sin problemas por las personas a las que pretenden designar. Por ejemplo, la etiqueta «homosexual» es utilizada por muchas personas para autodesignarse, pero también se cuestiona desde diferentes frentes: pese a que a priori incluya a hombres y mujeres, en la práctica muchas lesbianas consideran que quedan invisibilizadas y que al usarla se refuerza el androcentrismo; otras personas la rechazan por tener un origen médico, aspecto que los remite a la consideración de la atracción por personas del 3 En inglés, significa literalmente ‘rarito’ y se utiliza para insultar a aquellos niños y a aquellas niñas que no actúan según las normas de su género. La reapropiación de este insulto es, por un lado, el emblema de un movimiento político que surgió a finales de la década de 1980 como crítica a las organizaciones gais que se habían institucionalizado y, por el otro, denomina una teoría que concibe las identidades de género y la sexualidad como construcciones sociales, rompiendo así con la explicación biológica o natural de las formas que toma el deseo y el género. El discurso queer parte de una crítica a las identidades, que argumenta que nos constriñen, y proponen su destrucción o reapropiación irónica. Al mismo tiempo, el discurso queer se caracteriza por una defensa de las formas de placer y afecto minoritarios y por un rechazo a la demanda de igualdad, ya que se considera que refuerza los valores sociales que precisamente se quieren combatir (Grupo_de_Trabajo_Queer, 2005). 4 Es la persona que presenta de forma simultánea características sexuales de macho y de hembra, en grados variables (véase Fausto-Sterling, 1998). 5 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona mismo sexo como un trastorno y optan por designarse como «gais».5 Igualmente, no todos los hombres que sienten atracción o mantienen relaciones sexuales con otras personas del mismo sexo se reconocen en las categorías de gay u homosexual y, por este motivo, en las campañas de prevención de infecciones de transmisión sexual (en adelante, ITS) a menudo se evitan estas etiquetas y se dirigen a «hombres que practican sexo con hombres». Otra etiqueta cuya definición genera mucha conflictividad entre las personas a las que designa es la de «transexual»: ¿supone haberse sometido a la reasignación sexual? ¿Cuál es el límite entre la transexualidad, el transvestismo6 y el transgenerismo?7 (Coll-Planas, 2009). Aun reconociendo que el colectivo LGTB está muy fragmentado y que unirlo bajo un mismo término es una construcción social que no responde totalmente a su realidad cotidiana, desde nuestro punto de vista se trata de una ficción que resulta útil para luchar de forma integrada contra la opresión que viven las personas cuyas identidades de género no se corresponden a su cuerpo, que no se sienten atraídas exclusivamente por personas del otro sexo o cuyos cuerpos no pueden clasificarse como machos o hembras. Consideramos que la utilización de esta construcción, sin embargo, debe respetar la diversidad que se produce en el interior del grupo y que, siguiendo los planteamientos del esencialismo estratégico (Fuss, 1999) en el uso de las etiquetas identitarias para combatir la opresión, no debemos olvidar que se trata de construcciones y que no responden a características esenciales ni inmodificables de las personas a las que agrupa. A fin de sortear los debates terminológicos y, al mismo tiempo, conseguir que el informe sea legible, hemos optado por hablar de «lesbianas y gais» para referirnos a las personas no heterosexuales (tanto a las que se identifican como tales como a las que se identifican como homosexuales, maricas,8 bolleras, queer o bisexuales y a las que rechazan las etiquetas). Por otro lado, utilizaremos el término paraguas «trans» para referirnos a aquellas personas cuya identidad de género no se corresponde con su sexo según el modelo normativo. De este modo, el término incluye a transexuales, transgéneros y transvestidos, al margen de si se han sometido o no a una operación de reasignación sexual. El reto de la interseccionalidad Al analizar la realidad del colectivo e intervenir políticamente a fin de transformarla, hay que tener en cuenta que la tendencia sexual y la identidad de género no son 5 A fin de distanciarse del término «homosexual», a raíz de la revuelta de Stonewall en 1969, se reivindicó el uso de la palabra «gay», de origen provenzal y que quiere decir ‘alegre’ o ‘pícaro’. 6 Se considera que los transvestidos aceptan su sexo y no quieren modificar su cuerpo, sino que no se sienten satisfechos desarrollando exclusivamente el género asignado y les gusta representar ambos roles de género. 7 Los transgéneros son aquellas personas que, pese a cuestionar el género que se les asignó al nacer, no se identifican con la etiqueta «transexual» porque no llevan a cabo un cambio de sexo o bien porque parten de un cuestionamiento del sistema sexo-género. 8 Entre lesbianas y gais, una forma de cuestionar los insultos que reciben es reivindicarlos como formas de autodesignarse. 6 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona aspectos que se produzcan aislados, sino que en la vida concreta de las personas interactúan con otras variables como el sexo, la clase social, la etnia o la edad. En esta línea, una participante del grupo de discusión de personas mayores nos comentaba que en sus problemáticas actuales no sabía hasta qué punto era determinante el hecho de ser mujer, ser lesbiana y ser una persona mayor. Este comentario abre la puerta a plantearnos cómo los diferentes ejes de opresión interactúan en las vidas concretas de las personas y hasta qué punto son discernibles. A fin de profundizar en este tema nos remitiremos a la reflexión teórica sobre la interseccionalidad. «Interseccionalidad» es un concepto construido desde el feminismo, entre otras personas, por la activista y teórica feminista negra Patricia Hill Collins (1991). La interseccionalidad representa un cambio de paradigma para entender la opresión y, especialmente, profundizar en cómo interaccionan unas opresiones con otras. Se parte de entender que los diferentes ejes de opresión se entrelazan en una matriz en cuyo marco se constituyen los individuos en posiciones de poder diferentes y cambiantes. La idea de la matriz tiene el interés de poner el énfasis en la interacción y la interdependencia entre ejes de opresión, de presentar una visión compleja donde las personas se encuentran en diversas situaciones de opresores y oprimidos a la vez, y de adoptar una perspectiva no jerárquica, que rechaza establecer la primacía de una sola variable (como son la clase social o el género para el marxismo o para el feminismo ortodoxos respectivamente). La perspectiva de la interseccionalidad se opone a la lógica de considerar que las opresiones se suman, tal como sugiere el habitual comentario de que las lesbianas están doblemente discriminadas: por su género y por su tendencia sexual. Según la lógica aditiva, las opresiones se suman,9 mientras que desde la óptica de la interseccionalidad se sostiene que la convergencia de ejes genera nuevas realidades y desigualdades que no pueden deducirse de una simple suma de situaciones aisladas. En esta línea, no tiene sentido plantearnos si, en conjunto, las lesbianas están el doble de discriminadas, la mitad o igual que los gais, ni tiene sentido establecer si los hombres trans están más o menos discriminados que las mujeres trans. La diferencia entre las discriminaciones de estos grupos no es cuantitativa sino cualitativa: sencillamente es diferente transgredir el mandato de la masculinidad normativa que subvertir la feminidad. Al mismo tiempo, la ubicación de la persona en otras variables (clase social, etnia, edad, procedencia...) puede hacer que una persona de un grupo a priori en una mejor situación se encuentre con más discriminaciones que una de un grupo aparentemente más discriminado. 9 Si seguimos la lógica de la operación matemática hasta la parodia, podría calcularse una especie de «coeficiente de opresión», en el que cada situación en que se está en posición de oprimido suma y cada situación en que se está en posición de opresión resta. Siguiendo el ejemplo anterior, el «coeficiente de opresión» de una mujer lesbiana de clase alta sería «1 + 1 – 1», por lo que daría como resultado 1. Siguiendo esta fórmula, esta mujer estaría más oprimida que, por ejemplo, un hombre heterosexual y sin papeles (– 1 – 1 + 1 = –1). Al mismo tiempo, habría que plantear cuántas variables debería recoger el coeficiente y si cada variable tiene el mismo peso en el valor final. 7 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona La reflexión sobre la interseccionalidad nos sirve para analizar los resultados del trabajo de campo entendiendo que el hecho de ser gay, lesbiana o trans se entrelaza con otros factores (ser viejo, ser inmigrante, ser de clase media, ser trabajador precario, etc.). Además, hay que tener en cuenta que ser lesbiana, por ejemplo, puede ser un eje central en la configuración de las circunstancias vitales de una mujer y ser menos relevante para otra mujer: ello dependerá de su ubicación en la matriz de opresión, de los acontecimientos que vivirá a lo largo de su vida y, en resumen, de su biografía singular pero al mismo tiempo marcada por la estructura social. En cuanto a intervención política, la perspectiva de la interseccionalidad también tiene importantes consecuencias, ya que la Administración pública suele trabajar basándose en programas dirigidos a públicos específicos (personas mayores, mujeres, jóvenes, LGTB...). La perspectiva de la interseccionalidad plantea el reto de trabajar no como si los diferentes ejes de opresión actuasen por separado, sino precisamente en las nuevas realidades que genera su entrelazamiento. ¿Trabajar para el colectivo LGTB o en contra de la homofobia y la transfobia? Al llevar a cabo el trabajo de campo, algunos de los entrevistados se mostraban incómodos o abiertamente críticos con la idea de la elaboración de políticas públicas específicamente dirigidas al colectivo LGTB, y planteaban que lo que hay que hacer es tomar medidas para luchar contra la homofobia y la transfobia. Tras este tipo de afirmaciones, por un lado, se halla la consideración de que trabajar para el colectivo implica reforzar su separación respecto del resto de la población o, incluso, fomentar la idea de que tienen una diferencia esencial. Por otra parte, la reticencia puede asentarse en la sensación de que no es necesario trabajar para trans, lesbianas y gais, sino en contra de las personas homófobas y tránsfobas, tal como sostiene el participante de un grupo de discusión: «No quiero un plan para gais y lesbianas, quiero un plan contra los agresores, contra la homofobia. Que hablen los agresores, nosotros ya hemos hablado demasiado. Que se expliquen ellos. Que hagan ellos los grupos de discusión. Ayudemos a los homófobos, no a los homosexuales. Hay que darle la vuelta.» (Grupo discusión inmigrantes lesbianas y gais) Respecto a si trabajar para el colectivo implica reforzar su segregación y/o fomentar la idea de que les define una identidad esencial, no consideramos que una cosa lleve de modo inherente a la otra. Se puede trabajar por el colectivo desde la perspectiva del esencialismo estratégico que no refuerce supuestas diferencias esenciales de sus miembros. Ahora bien, desde nuestro punto de vista es más cuidadosa la expresión de políticas contra la homofobia y la transfobia.10 En primer lugar, porque implica reconocer que la 10 Un inconveniente de esta expresión es que está formulada en negativo, en el sentido de que se prioriza en contra de qué se lucha en lugar de priorizar a favor de qué se trabaja. Podría 8 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona homofobia y la transfobia, como explicaremos a continuación, no afectan exclusivamente a determinadas minorías, sino que actúan sobre el conjunto de la población a fin de reproducir el sistema de género normativo. En segundo lugar, porque se distancia más claramente de cualquier tipo de esencialismo y subraya el único aspecto que une al colectivo: la opresión. Antes de entrar en el análisis y siguiendo el hilo de lo que acabamos de plantear, deseamos aclarar nuestra forma de definir y de entender la homofobia y la transfobia. Desde nuestro punto de vista, el modelo de género normativo tiene tres ejes: el sexo, el género y la tendencia sexual. El sexo nos distingue, en función estrictamente de nuestros cuerpos, entre machos y hembras, de modo que deja fuera a las personas intersexuales, que quedan excluidas de esta clasificación. La dimensión del género nos distingue entre hombres y mujeres, y crea la ficción de estar enraizado en la constitución biológica (hormonas, genitales, cromosomas...), es decir, en el sexo. Se presupone, por lo tanto, que la feminidad se asienta en características esenciales relacionadas con tener un cuerpo de hembra, y que del cuerpo de macho surge sentirse y actuar como hombre. De esta asunción se deriva la exclusión de personas trans, ya que se trata de personas que teniendo un cuerpo de hembra se sienten hombres o que teniendo un cuerpo de macho se sienten mujeres. El tercer eje de la definición del género normativo es la tendencia sexual, que fija el criterio de complementariedad de los principios masculino y femenino, es decir, establece la hegemonía de la heterosexualidad. En este caso, los excluidos son las lesbianas, los gais y las personas bisexuales. Así lo recogemos de modo sintético en la siguiente tabla: Tabla 2. Dimensiones del género normativo y exclusiones que genera Dimensiones Sexo Género Tendencia sexual Valores Macho / hembra Exclusiones Hombre / mujer Trans Complementariedad Lesbianas, gais y bisexuales Intersexuales Fuente: elaboración propia Desde esta perspectiva, la homofobia (que castiga a las personas que no se sienten atraídas exclusivamente por el otro sexo) y la transfobia (que pena la no pensarse, sin embargo, en enunciados en positivo, como por ejemplo «políticas para la erradicación de la homofobia y la transfobia». 9 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona correspondencia entre sexo y género) no son formas de opresión independientes que afectan a colectivos específicos, sino formas de sexismo que afectan al conjunto de la población, ya que tratan de garantizar la complementariedad masculino/femenino y la correspondencia sexo/género. Una última precisión: cuando tengamos que hablar de los dos fenómenos conjuntamente utilizaremos, indistintamente, homo/transfobia y trans/homofobia a efectos de facilitar la lectura. 3. Espacio público Dedicaremos el primer apartado del análisis al ámbito del espacio público, es decir, a aquellos lugares de la ciudad donde coinciden personas anónimas: la calle, las plazas, los parques, los transportes públicos... Empezaremos sintetizando los resultados del cuestionario en relación con este ámbito a través del siguiente gráfico: Gráfico 1. Problemáticas en el espacio público Como podemos observar, el 42,2% de las personas que han contestado cuestionario han respondido que nunca han tenido ningún problema por el hecho ser trans, lesbianas o gais. Hay que tener en cuenta que una parte significativa estas personas (el 14,9%) añade que se debe a que realizan un esfuerzo para al de de no 10 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona mostrar su tendencia sexual o identidad de género en espacios públicos: «Tampoco voy expresando por ahí mis preferencias sexuales.» (Gay, cuestionario). A pesar de que se haya respondido con tanta frecuencia que no se han vivido experiencias de discriminación, no debemos dejarnos llevar por las apariencias, puesto que detrás de una formulación de este tipo pueden esconderse posiciones y razones sustancialmente diferentes. Por un lado, pueden ser una expresión de homo/transfobia interiorizada que puede adoptar diferentes formas. A menudo, por ejemplo, la persona considera que es exhibicionismo exteriorizar muestras de afecto que las parejas heterosexuales exteriorizan sin ningún conflicto. En otros casos, la homo/transfobia interiorizada aparece más explícitamente: «Por ser gay no tengo derecho a provocar a nadie ni a ir con el cartel siempre.» (Gay, cuestionario). La cita evidencia que esta persona considera que mostrar su afectividad en público es un acto de provocación que no es legítimo llevar a cabo en el espacio público. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que la opción de no mostrarse (o de no hacerlo en todas partes) también puede ser una estrategia para protegerse en entornos donde hacerlo puede suponer discriminaciones o agresiones. En contraposición, el 54% de las personas declara que ha recibido desde miradas de desaprobación a agresiones verbales o físicas. Lo que se destaca más a menudo son las formas de agresión menos explícitas pero más constantes, como las miradas de menosprecio o de extrañeza. En la siguiente cita vemos que pese a tratarse de un tipo de agresión muy sutil, tiene como consecuencia que las parejas de chicos o de chicas no se sientan a gusto en el espacio público: «Alguna vez me han insultado por ir con mi pareja por la calle. Muchas veces reprimo muestras de afecto por miedo.» (Gay, cuestionario). Este miedo se inscribe en la propia subjetividad y provoca que la persona se cohíba hasta el punto de no atreverse a salir a la calle, a ir a determinados lugares o a dar la mano a su pareja: «Por supuesto, tanto en una plaza como en un parque, como en el autobús no puedo NUNCA expresar mi condición de homosexual, por el miedo a qué dirán o qué me harán. Tengo miedo.» (Gay, cuestionario). Acciones como las miradas de desaprobación o menosprecio se convierten en formas de marcar el espacio como heterosexual y hacer sentir fuera de lugar a las personas que no siguen el modelo normativo de sexualidad o de género: «No he recibido agresiones físicas, pero una mirada vale más que mil palabras y mil insultos. Cuando una pareja heterosexual se da un beso en la calle, la gente no se vuelve. En cambio, si es una pareja de dos personas del mismo sexo, la gente se vuelve, y empiezan a hacer comentarios...» (Mujer bisexual, cuestionario). Esta cita muestra cómo las miradas tienen una función de control social que regula las prácticas sociales que están permitidas y las que son castigables. Las personas cuya 11 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona transexualidad u homosexualidad es más visible son las más susceptibles de recibir discriminaciones y agresiones: «P.: ¿Tú percibes discriminación en tu vida cotidiana? R.: Sí, muchísima, en mí y en mis compañeras. Cuando pasas por la calle te van insultando: “manolo”, “travolo” (...). P.: ¿Te ha pasado que te agredan físicamente? R.: Sí, un montón de veces. Mira, una vez estaba en la calle conversando con un compañero y vino el amigo y le empezó a insultar y le dijo “¡Mira, que andas con un travolo!” y no sé-qué-no-sé-cuantos. Y yo le dije algo y me contestó: “No estoy hablando contigo”, y me cogió, me tiró al piso y me quería pegar. Si no hubiesen estado mis compañeras, el hombre habría ido a por mí. (…) Y casos así pasan a diario.» (Grupo discusión trans inmigrantes). En el siguiente caso, la persona se siente especialmente vulnerable por ser una trans visible y ser una mujer mayor: «P.: ¿En tu día a día sientes discriminación? R.: Claro, mucha, mucha en mi vida cotidiana. Muchas veces he pedido a compañeros y compañeras que me acompañen a casa. Hace dos semanas un chico rumano no paraba de seguirme a casa hasta que un compañero gay me acompañó a casa y le dijo: “Déjala, que soy su novio.” Y paró de seguirme. (…) Me da miedo salir de día, me da pánico. Antes no, pero con el tiempo cada vez tengo más miedo. Te hacen más daño, cuando te haces vieja físicamente. [Llora].» (Entrev. mujer mayor trans). Esta cita ilustra la forma más habitual de estereotipo de las trans femeninas como mujeres de quien se presupone que se dedican al trabajo sexual o al espectáculo. De esta imagen se deriva que su disponibilidad sexual se dé por supuesta (Soley-Beltran, 2005). Muchas mujeres trans, de hecho, relatan que cuando van por la calle hay hombres que se les acercan para hacerles comentarios sexuales e incluso se consideran con el derecho de tocarlas. Otros temas abordados han sido las agresiones verbales recibidas por lesbianas, que suelen darse por parte de hombres y tienen un contenido de tipo sexual pero muy diferente que en el caso de las trans, como podemos ver en la siguiente cita: «Casi nunca pasa nada, pero evidentemente siempre hay alguien que lo ve raro. El caso más raro es que yo soy de Lleida, mi ex pareja de Girona y estábamos en la plaza Catalunya besándonos, como muchas parejas jóvenes, y se nos plantó delante un hombre mirándonos y proponiéndonos practicar sexo con él.» (Lesbiana, cuestionario). Una forma relativamente frecuente de increpar a una pareja de chicas es sugerirles hacer un trío o decirles que les falta un hombre. Es esta una expresión del imaginario social androcéntrico según el cual resulta difícilmente imaginable que dos mujeres puedan tener relaciones sexuales o afectivas sin la intervención de un hombre.11 11 Esta afirmación podría parecer contradictoria con la profusión de escenas lésbicas en la pornografía dirigida a los hombres heterosexuales. En este contexto, se interpreta que las dos 12 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Los transportes públicos (metros, autobuses, trenes...) han aparecido como espacios vividos como especialmente inseguros para muchos gais, trans y lesbianas: «Recuerdo especialmente hace tres días en la estación del metro de la línea 1 de Fabra i Puig, como dos chicas se daban un beso, y la madre de una familia escupía al suelo cuando ellas ya habían pasado. U otra ocasión: dos transexuales en Sagrada Familia, de la línea 5 del metro, cuando bajaban del tren, como una persona se empezaba a reír de ellas, e inmediatamente se sumaban tres o cuatro más.» (Gay, cuestionario). Este tipo de situaciones muestran que el anonimato que caracteriza el espacio público urbano es un arma de doble filo: por un lado, es lo que buscan muchos gais, trans y lesbianas para poder vivir con más tranquilidad que en sus lugares de origen,12 pero por otro lado, el anonimato hace que las personas que son testigo de una agresión a menudo no se sientan interpeladas a hacer nada para evitarla, como en el siguiente caso: «Sólo por ir en metro escuchando música, sin meterme con nadie, unos skins me siguieron escupiéndome, insultándome, dándome golpes en la cabeza por ser gay, todo esto hasta que salí corriendo, mientras la gente miraba y no hacía nada de nada. Hasta que me metí en un portal y esperé tres horas hasta que se fueron.» (Gay, cuestionario). El espacio público, como decíamos, está marcado como heterosexista, y hay que tener en cuenta este hecho en el momento de valorar la función que desempeñan los espacios de relación específicamente destinados a gais, lesbianas y trans. Las respuestas del cuestionario nos muestran que las personas tienen muy bien dibujado un mapa mental de la geografía de la homo/transfobia, cuyas fronteras tienen muy en cuenta al darle la mano a su pareja o mostrarse abiertamente como trans, lesbianas o gais. En este sentido, muchas de las personas que han respondido expresan una preocupación por la falta de seguridad que existe más allá del llamado «Gaixample»:13 «Si estás por la zona del Eixample la gente pasa un poco, pero ya cuando estás en barrios como Sant Martí, Horta, Sant Andreu u otros barrios de Barcelona, pues se siente el rechazo o cuando pasas se ríen de ti y te dicen alguna cosa y tienes que ir con cuidado porque algunos jóvenes te pueden atacar. También quería mencionar que por la zona del centro y el Raval me han intentado pegar dos veces por ser homosexual.» (Gay, cuestionario). mujeres se relacionan sexualmente para disfrute del hombre espectador o de un personaje masculino que aparece más tarde y se incorpora al acto, reinscribiendo así la escena lésbica en la lógica androcéntrica. 12 Esto es así hasta el punto de que en la literatura sobre el tema se habla de «exilio en la ciudad» (Eribon, 1999). En un estudio reciente, hemos visto que la ida a la ciudad no suele ser tan drástica entre la gente joven de hoy en día como sugiere el término exilio, sino que ir a la ciudad puede ser un paso transitorio durante el proceso de autoaceptación tras el cual se puede volver al lugar de origen (Coll-Planas et al., 2009). 13 «Gaixample» es el nombre que recibe una parte del barrio de la Esquerra de l’Eixample, en Barcelona, donde se concentran establecimientos comerciales y locales de ocio destinados al público lésbico y gay. 13 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona «Generalmente no lo expreso para evitar miradas. Y según el barrio (l’Hospitalet, Sant Martí, Santa Coloma, Besòs...) no se me ocurriría nunca.» (Gay, cuestionario). Como puede comprobarse en los dos ejemplos, las zonas asociadas con la trans/homofobia son de clase trabajadora y/o con una mayor presencia de inmigración. De hecho, está muy generalizado que se asocie la trans/homofobia con la población inmigrada, argumentando que las personas recién llegadas trasladan aquí los prejuicios de sus países de origen: «Los chicos que nos atacaron eran árabes, quizás de Marruecos. Nos empujaron y nos escupieron, nos insultaron y nos dijeron que en su país estaríamos muertos. Yo traté de defendernos pero nos insultaron mucho. Esto me pareció muy grave, ya que estas personas por encima de su condición se atrevían a insultarnos en un país donde se ha luchado por la libertad y la libertad de expresión.» (Gay, cuestionario). Un informante clave sobre inmigración LGTB aborda directamente la cuestión señalando que es evidente que estas personas exportan los valores de su cultura de origen y que el país que los acoge debe trabajar estas cuestiones específicamente con los colectivos inmigrantes, sin criminalizarlos por tener una percepción de la homosexualidad y la transexualidad diferente: «¿Pero ellos tienen la culpa de ser tan homófobos, de haber nacido en una cultura homófoba? Los países que reciben a estas personas también tienen que prepararlas para vivir aquí. Hay que meterse en una comunidad y ofrecerles algo, no van a cambiar su cultura porque sí, no van a venir a un curso porque sí. Y bueno, generar referentes positivos en estas comunidades de gais y lesbianas.» (Entrev. asociación inmigrantes LGTB). Más adelante retomaremos el tema de la situación de los gais, lesbianas y trans inmigrantes que, desde nuestro punto de vista, forman uno de los grupos dentro del colectivo que presenta mayor vulnerabilidad. De momento, hay que alertar de la emergencia de discursos que vertebran la defensa de los derechos de lesbianas, trans y gais con discursos xenófobos según los cuales las personas inmigrantes son inherentemente homo/transfóbicas. Cambiando de tema, diversas personas afirman que se sienten desprotegidas por los cuerpos de seguridad y por la normativa legal, por lo cual se muestran escépticos sobre la utilidad de poner una denuncia en caso de ser agredidos: «Si no te agreden directamente y no tienes pruebas suficientes para demostrarlo, la mayoría quedan absueltos. Incluso la policía refleja esas opiniones extraprofesionalmente, alegando “que no pueden hacer nada, que ya les gustaría, pero que la ley tal está montada así”.» (Hombre bisexual, cuestionario). En la misma línea, una mujer trans explica su experiencia en la Oficina para la No Discriminación (OND) del Ayuntamiento de Barcelona, cuando acudió para denunciar una agresión verbal por parte de un agente de seguridad: 14 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona «Fui por lo del mosso, ya que me sentí verbalmente agredida por él y lo denuncié y fui al sitio este y solo me dijeron dos palabritas y “búscate un abogado”. En vez de ayudarte y decirte “mira ven, te vamos a ayudar con un abogado, vamos a ver qué pasó”. Y yo les llevé pruebas, las grabaciones y nada, me dijeron: “Te tendrás que buscar un abogado.” (…). Nada, no te ayudan en nada.» (Grupo discusión trans inmigrantes). Hay que decir que pese a percibirse que el conocimiento de la existencia de la OND no está muy extendido, también hemos recogido alguna referencia positiva de su labor de mediación. Hemos encontrado a otras personas que denuncian actitudes homo/transfóbicas por parte de agentes de los cuerpos de seguridad, como en el caso de un chico gay que ha explicado en el cuestionario: «una vez, un guardia urbano me echó la bronca por darle un beso a mi pareja en la plaza Espanya». En este sentido, un entrevistado que trabajó en el pasado como mosso d’esquadra afirma que, a pesar de haber bastantes gais, dentro del cuerpo existe «mucha homofobia» que está relacionada con que «se presupone que un agente debe ser un tío rudo, valiente y hetero». Se demuestra así que la homofobia es producto del sexismo: en este caso, es fruto de la necesidad de reforzar la identidad masculina basándose en la exclusión del gay como imagen del hombre feminizado. El grupo que relata haber vivido más discriminaciones por parte de los cuerpos de seguridad es, sin lugar a dudas, el de las mujeres trans inmigrantes que se dedican al trabajo sexual, que ven como su voz y sus derechos son menospreciados continuamente. Al mismo tiempo, su situación de exclusión social genera un clima de impunidad en sus agresores, lo que acentúa su vulnerabilidad y hace que los agentes no se las tomen en serio o las discriminen directamente. Así lo expresa una participante del grupo de discusión de trans inmigrantes: «Una vez le robaron la cartera a una amiga mía y le dije [al policía]: “Oye, que le han robado.” Y me dijo: “Ah, vale, vale”, y se dio la vuelta y siguió para comisaría. De las transexuales que no tienen papeles muchas se cohíben al denunciar, muchísimas no denuncian. Cuando hemos tenido problemas y una amiga nos ha pedido ayuda para testificar, muchas dicen que no por no tener papeles. (...) Muchas veces la policía es muy… Por ejemplo, una persona que sea de aquí, ¿no?, pues si tú le has hecho algo, la policía te lleva directamente a dormir al calabozo.» (Grupo discusión trans inmigrantes). Finalmente, en relación a lo que se puede hacer para erradicar la homo/transfobia en el espacio público, existen respuestas muy diversas, pero la mayor parte de ellas se pueden sintetizar en el debate sobre la conveniencia de actuar basándose en multas y prohibiciones. La siguiente cita de una mujer mayor transexual expresa la demanda de algunas personas por una mayor regulación del espacio público para evitar agresiones: «Que vaya por la calle y no me insulten, porque te multan por beber pero la policía ve que pasas cerca de alguien, te insultan y nadie dice nada. Y miras a la policía y hacen como si no pasara nada.» (Entrev. mujer mayor trans). 15 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona En contraposición, existe una minoría de personas que se muestran contrarias a cualquier tipo de regulación del espacio público, y apuestan por que las personas se autorregulen sin necesidad de normativas ni control policial: «La calle no debe regularse. Aquí hay leyes que ya prohíben que insultes a alguien. La norma de civismo es una ley fascista que decide lo que está bien y lo que está mal.» (Entrev. trabajadora sexual trans). Hallamos el caso de una chica bisexual que en la entrevista no se muestra contraria a la regulación del espacio público, pero que considera que hay que hacer un esfuerzo para trabajar en paralelo en la educación a fin de resolver la problemática de raíz: «Es que me parece que las sanciones, normativa o dar el decretazo, no creo que transforme las cosas, sino que puede generar más rechazo. Es decir, exigir u obligar creo que no resuelve nada. Creo que el tema de la formación es básico. Quizás la gente se cortará un poco más, pero la gente se salta constantemente las normativas. Hay que trabajar en paralelo, pero el decretazo sin nada más... no habrá un cambio social, no se incidirá en los imaginarios colectivos. No habrá un respeto real, tangible, que puedas percibir en tu vida cotidiana.» (Entrev. mujer bisexual). En definitiva, en este ámbito se plantea el reto de encontrar el punto entre un espacio público totalmente controlado y otro donde la ciudadanía tenga la capacidad de autorregular los conflictos que surjan. En el marco de esta tensión hay que encontrar la forma para construir un espacio público integrador que escape tanto de la indiferencia del otro como de un exceso de control social. 4. Educación El ámbito educativo es el que concentra una mayor atención por parte de las personas que han respondido al cuestionario y han sido entrevistadas. Ello sucede, por un lado, porque existe una gran preocupación por los casos de acoso y discriminación a menores en los centros educativos y, por otro, porque es considerado el ámbito prioritario desde el que intervenir para resolver la trans/homofobia de raíz. Como puede extraerse del siguiente gráfico, el 45,5% de personas declara haber vivido trans/homofobia en los centros educativos, 14 en contraposición al 21,9%, que responde que no las ha sufrido. Hay que apuntar también que el 22,35% de las respuestas se han clasificado como «no pertinentes» (NP), ya que en ellas las personas directamente se autoexcluían por hacer muchos años que habían pasado por el sistema educativo o por haber recibido la formación en otras comunidades autónomas o países. 14 Para obtener este porcentaje, hemos sumado las respuestas de heterosexismo, problemas con el profesorado o personal de administración y servicios, situaciones de acoso, agresiones verbales y transfobia. 16 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Gráfico 2. Problemáticas en el ámbito educativo En gran parte de las respuestas al cuestionario y también en las entrevistas se hace mucha referencia al heterosexismo del sistema educativo y a la falta de referentes de gais, lesbianas y trans. Es decir, se denuncia que se presupone que la sexualidad de los jóvenes es heterosexual y que todos ellos encajan en los roles de género que se les han asignado, de modo que se hacen invisibles otras realidades: «La relación continúa siendo “heterocentrista”. Los libros escolares mantienen una visión muy limitada todavía hoy. Faltan ejemplos de diversidad, por ejemplo en ejercicios donde el enunciado de un problema de matemáticas podría empezar: “María y Maite viven juntas y tienen una hija. La edad de María es 3 veces la de su hija, y Maite tiene...”». (Lesbiana, cuestionario). A pesar de que no se trate de agresiones directas, el heterosexismo reproduce un imaginario que excluye a trans, lesbianas y gais, al negarles un espacio reconocido socialmente y no estigmatizado. En el marco de este imaginario, se refuerzan también las diferencias de género, como vemos a continuación: «Creo que a menudo los profesionales repiten tópicos de lo que abunda en la sociedad en general: “Oye, Jordi, ¿ya tienes novia?” o “Maria, ¿cuántos novios tienes?”. Hay que informar de la diversidad de opciones ya desde muy pequeños. O comentarios como: “¿Un pendiente? ¡Eso es de niña!”. Las escuelas no pueden seguir reproduciendo esquemas machistas de la sociedad...» (Gay, cuestionario). La invisibilidad, sumada al lenguaje homo/transfóbico que aparece cotidianamente en las conversaciones, hace que muchos trans, lesbianas y gais expliquen que, aunque nunca hayan sufrido una agresión directa y explícita, se sienten discriminados: «Yo hice bachillerato nocturno y nunca tuve ningún problema por ser gay, pero también es cierto que los comentarios y las expresiones homófobas eran el pan de cada día, aunque no iban dirigidas a mi 17 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona persona. En el instituto no se habló en ningún momento del género ni de las diferentes orientaciones sexuales sencillamente porque no entraban en el temario.» (Gay, cuestionario). Respecto al lenguaje trans/homofóbico,15 hay que tener en cuenta que, tal como plantea Didier Eribon (1999), es a través del choque con el insulto como lesbianas, trans y gais aprenden la connotación negativa de su tendencia sexual o identidad de género incluso antes de ser conscientes de ello. Los insultos, los chistes y los comentarios homo/transfóbicos, por tanto, aunque no se realicen con esa intención, refuerzan el imaginario social según el cual ser gay, lesbiana o trans es estigmatizador. Por otro lado, muchos participantes en el estudio tienen la sensación de que el instituto no está ofreciendo una educación afectivosexual integradora: «Pienso que en las escuelas no nos enseñan nada de sexualidad, sólo cómo se pone un condón y punto» (gay, cuestionario). Un profesor de secundaria gay coincide en que el mensaje continúa siendo heteronormativo y lo ilustra con el ejemplo de las visitas que organizan desde el instituto a centros de información sobre salud sexual para jóvenes. La información que se da allí se limita a temas de reproducción y prevención de embarazos, una cuestión que queda muy lejos de las preocupaciones de los adolescentes gais, lesbianas y trans: «Se hacen visitas a centros, pero claro, para algunos niños es ciencia ficción porque sólo se habla de la contracepción.» (Entrev. profesor gay). En la misma línea, un chico bisexual sostiene que la educación afectivo-sexual está completamente enfocada desde una perspectiva reproductiva, heterosexista y centrada en evitar embarazos e infecciones. El chico, educador social de profesión, señala que se trata de ir más allá y ofrecer referentes positivos a los jóvenes: «Considero indignante como educador que ves que hay chavales que tienen dudas sobre su sexualidad y reciben inputs negativos a través de su grupo de iguales y después no se ven reflejados en modelos públicos. Sería necesario también que en la infancia se vieran otros modelos de afectividad y maneras de ser, de la misma manera que empezamos a ver niños o niñas en sillas de ruedas en los catálogos municipales, pero faltan dos niños dándose un abrazo o un beso. Y lo mismo con el colectivo transexual.» (Entrev. hombre bisexual). En la misma línea insiste una profesora especializada en formación afectivosexual, que señala que hay que «transmitir que la sexualidad es un regalo, pero que cada uno debe ir desenvolviéndose a sí mismo, y descubriendo qué es lo que hay, qué le gusta a uno mismo, qué es lo que le da placer. Generalmente nos acercamos al sexo desde el peligro, desde el riesgo, y desde los recortes: coital, genital, hetero, adulto... y no se mira hacia el interior: ¿y a mí?, ¿qué es lo que me gusta? ¿Yo qué quiero? Mirar al interior, hacerse preguntas, descubrir y descubrirse». (Entrev. profesora secundaria). 15 Nos referimos a expresiones tan habituales como «dar por el culo» como acto de degradación, o los términos «bollera», «travolo» o «maricón» utilizados para desacreditar a alguien, especialmente para cuestionar su masculinidad o feminidad. 18 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona A pesar de que en los últimos años se ha producido un notable avance en la visibilización de las realidades de lesbianas, gais y trans y se ha reducido la discriminación, los centros educativos continúan siendo escenario de acosos trans/homofóbicos. Tanto las personas que han respondido al cuestionario como los entrevistados han explicado numerosas experiencias de acoso, por ejemplo: «Yo en la escuela sufrí muchísimo, los insultos cada vez iban a más, y algunos profesores hacían como si nada. Recuerdo una vez en clase que en un ejercicio de lengua ponía mi nombre y el compañero que lo leyó cambió mi nombre por “el maricón”.» (Gay, cuestionario). Para entender cómo se articula la homofobia en la adolescencia es interesante ver que esta etapa es una etapa de búsqueda y construcción de la propia identidad. En relación con el género, es especialmente diáfano cómo la identidad masculina se construye y reafirma en oposición a la feminidad y al «maricón»: «Trabajamos con adolescentes y eso quiere decir que son personas que están construyendo su identidad personal pero también su identidad eroticoafectiva. Y de algún modo, la afirmación de la masculinidad es “yo no soy mujer, yo no soy gay”. Eso hace que el insulto sea permanente. Yo no se lo voy diciendo a los alumnos, pero no hago nada para esconderlo. Hay alumnos que lo saben y otros que no.» (Entrev. profesor gay). La transgresión de la masculinidad está especialmente castigada en la adolescencia: la presión para mantener el rol de género es superior en el caso de los chicos. Es decir, los límites de la masculinidad se vigilan de modo más estricto y su transgresión está más castigada. Ello se explica porque la masculinidad está socialmente más valorada, por lo cual «traicionar» a la masculinidad se considera un desprestigio (gais, trans femeninas). En cambio, se considera hasta cierto punto lógico que se valore lo que socialmente tiene prestigio, la masculinidad, y se rechace la feminidad normativa (lesbianas, trans masculinos) (Garaizabal, 1998). Las siguientes citas ilustran cómo se articula la discriminación hacia los chicos con identidades no normativas: «La presión sobre lo que es ser un hombre es demasiado asfixiante en el instituto. Yo tuve que sufrir ser “el maricón”, e incluso me llamaban a casa insultándome.» (Gay, cuestionario). «En el colegio (...) los chicos me insultaban o me esperaban cuando salía del colegio para pegarme, el único apoyo que tenía era el de mis amigas.» (Mujer trans, cuestionario). La situación es especialmente preocupante si tenemos en cuenta que la persona acosada suele encontrarse aislada porque a menudo no se acepta a sí misma, y tiene miedo a explicárselo a sus padres y a pedir ayuda a las amistades: «La experiencia que yo pasé desde los seis años hasta los dieciséis en el mismo colegio no se la deseo ni a mi peor enemigo. Desde que tenía seis años era un poco amanerado, y en mi colegio todo el mundo me llamaba “MARICÓN” (…). Burlas, risas, mofas, insultos, hostias, persecuciones, bromas... Todo eso es lo que yo viví por ser MARICÓN. 19 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Lo pasé fatal, y lo fuerte es que no podía ni contárselo a mis padres porque me daba vergüenza. No tenía amigos, y los profesores, o no se daban cuenta o, si se daban, miraban hacia otro lado. Hubo algún profesor incluso que hizo hasta bromas de mí delante de toda la clase, aunque tengo que decir que fue la excepción. (…) Esto me ha dejado marcado para toda la vida.» (Gay, cuestionario). Al mismo tiempo, el hecho de que cada vez se salga del armario más joven hace que se produzca un impasse hasta que la persona puede dirigirse a asociaciones o locales de ambiente, ya que se suelen dirigir a personas mayores de edad. En este sentido, un padre gay entrevistado sostiene que hay que trabajar también el ámbito de la educación en el ocio y crear espacios para adolescentes desde donde potenciar una educación afectiva y sexual más allá de los espacios de ambiente: «Hablo como maestro y como padre. Debería incidirse más en el tema educativo en los institutos. Debería ser un programa muy bien tratado, que estuviese vinculado también con algún recurso o un portal de Internet para que los chicos pudieran encontrar la información. Cuando un chico sale del armario se va directamente al ambiente. Lo que habría que articular es un proceso o unos canales para que si alguien sale del armario a esta edad no caiga necesariamente en las redes del ambiente.» (Entrev. padre gay). Hay que tener en cuenta, además, que lesbianas, gais y trans no son los únicos que reciben este tipo de agresiones. La creciente presencia de familias homoparentales ha originado casos de discriminación de sus hijos: «Mi hijo mayor lo pasó mal al principio en la escuela cuando supieron que su madre era lesbiana. Lo cogieron entre varios, le bajaron los pantalones y le querían poner florecitas en el culo. Llegó a casa con la ropa destrozada, llorando y asustado. Fui a hablar con el presidente de la AMPA y le dije que si volvía a pasar pondría una denuncia contra la escuela y contra la AMPA, ya que era resultado de la educación que recibían en su casa y en la escuela; nunca más volvió a pasar nada.» (Lesbiana, cuestionario). Los efectos de la trans/homofobia en los jóvenes son diversos. Entre los efectos negativos hemos hallado depresiones, intentos de suicidio, autoestima baja, miedo continuo a la agresión, vergüenza, sentimiento de vulnerabilidad, sentimiento de culpabilidad, necesidad de controlar la conducta y la palabra, bloqueo en las relaciones, sensación de haber perdido la adolescencia o trastornos alimentarios, como en el siguiente caso: «En la infancia sufrí muchísima discriminación por parte de los compañeros. Tuve que estar ingresado porque dejé de comer para no ir al colegio.» (Hombre bisexual, cuestionario). También hallamos, sin embargo, efectos positivos: hay jóvenes que señalan que estas experiencias les han hecho más fuertes, más empáticos, más sensibles, con más capacidad para enfrentarse a los problemas, y les ha convertido en más autores de su propia vida, en el sentido de que la falta de referentes les ha conducido a reinventarse. 20 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona En relación con el papel del profesorado, en primer lugar hay que aclarar que la mayoría de casos de acoso se producen en los espacios donde no hay figuras de autoridad: patio y vestuarios (Coll-Planas et al., 2009). Así pues, el profesorado no suele ser testigo de las agresiones más evidentes, sino que sólo presencia la punta del iceberg: «[En el instituto] “marica” es un insulto permanente. Ellos te dicen que es una expresión. (...) La gran mayoría de alumnos salen del armario cuando acaban el instituto. El aula continúa siendo un espacio donde el alumno busca que el adulto lo proteja. Pero el alumno sabe que no siempre está dentro del aula, tiene el patio, los pasillos, y sobre todo la calle. Claro, ellos piensan: “¿Qué pasa cuando estoy solo y tú no estás?”. El instituto es un espacio bastante seguro, pero el problema es que el alumno no sólo se socializa en el instituto, está el Messenger, la familia, los amigos, los medios. El primer miedo que tiene el niño es que en casa no le entiendan. Y es ahí donde deben decirle: “No te preocupes, te seguiremos queriendo seas como seas”.» (Entrev. profesor gay). En segundo lugar, se detecta que el profesorado no tiene herramientas para abordar este tipo de casos, por lo cual sólo actúa en función de su sensibilidad hacia el tema. Esto hace que encontremos profesorado que relativiza los insultos y discriminaciones considerándolo «juegos de niños», otros que quieren intervenir pero no tienen recursos para hacerlo y, finalmente, profesionales que optan por intervenir y que tienen más o menos éxito en su intervención. Una de las conclusiones del estudio que llevamos a cabo con jóvenes lesbianas, gais y trans es que, generalmente, el profesorado no interviene (Coll-Planas et al., 2009), con lo que se genera una sensación de impunidad: «En el centro en el que yo estudiaba, los profesores sabían que me agredían físicamente por ser homosexual, por lo que opino que algunos centros educativos toleran la homofobia.» (Gay, cuestionario). El hecho de que algunos profesores no se impliquen en resolver estas agresiones y se mantengan indiferentes es también criticado por los participantes, ya que consideran que no tomar partido es también una forma de posicionarse. También encontramos profesorado o personal de administración que reproduce la homo/transfobia; así lo ha denunciado un 10% de las personas que han respondido el cuestionario: «He visto a miembros del personal de administración y servicios (PAS) que se burlaban de parejas del mismo sexo.» (Gay, cuestionario). El profesorado suele quedarse especialmente desconcertado ante la presencia de alumnado trans y, en general, colabora poco en acompañarlo en el proceso y facilitarle la aceptación. En este sentido, las personas trans reclaman que se agilicen los cambios de nombre internos (cuando se pasa lista en clase, por ejemplo) y que se busquen alternativas si la persona solicita no cambiarse en el vestuario que tiene asignado. Hay que decir que el profesorado suele mostrarse desconcertado o incluso reticente ante este tipo de demandas. 21 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Otro ejemplo lo ofrece un entrevistado que trabaja en un centro de menores donde los propios educadores reproducen la homo/transfobia, mientras que el grupo de iguales acepta sin problemas la situación: «En el mundo de los centros de menores, la población es mayoritariamente masculina y existe una homosexualidad encubierta, no reconocida. Todos tenemos necesidades. Y por ejemplo, en la cárcel hay mucha gente enganchada a la droga y hacen de chaperos para conseguir droga. En el mundo de los menores pasa lo mismo, existe mucha necesidad de sentirse queridos, y se producen esos contactos. Y yo he estado en reuniones de educadores de centro y eso se penaliza. Tenemos a un chico en el centro cuya máxima aspiración en la vida es ser como Shakira, y en el momento en que puede se pone una peluca rubia y un vestido ajustado. Y si pudiese ser transexual lo sería, pero allí se penaliza. En su grupo de amigos está superaceptado.» (Entrev. padre gay). Para valorar el impacto de este tipo de actuaciones por parte de los profesionales a cargo de la educación de menores, hay que tener en cuenta el efecto que tienen acciones de este tipo cuando provienen de figuras de autoridad que deberían dar ejemplo. Los profesores a los que hemos entrevistado o que han respondido el cuestionario apuntan obstáculos a la hora de trabajar los temas relacionados con gais, lesbianas, bisexuales y trans en el aula, como por ejemplo la falta de recursos y la oposición de las familias y de otros compañeros profesores: «Como docente a quien le gustaría trabajar para llevar a las aulas discusiones relacionadas con este tema, deberé justificarme con frecuencia. (...) En educación secundaria, las cosas más inocentes (como, por ejemplo, hacer visible la existencia y el valor de obras artísticas de “temática gay o lésbica”) pueden ser motivo de problemas graves con las familias e incluso con sectores del profesorado. (...) Y pienso también que, además de aprovechar espacios como la famosa asignatura de educación para la ciudadanía o de crear otros nuevos (sesiones periódicas de educación sexual), es un tema que debería trabajarse desde todos los ámbitos.» (Gay, cuestionario). El blanco de las agresiones y discriminaciones homo/transfóbicas en las escuelas e institutos no es sólo el alumnado, sino también el profesorado LGTB. Diversos profesores lesbianas y gais relatan sentirse agredidos por sus propios alumnos: «Existe un cierto menosprecio por una parte del alumnado hacia profesores afeminados.» (Gay, cuestionario). «Como docente, tengo que decir que no existe ningún tipo de protección para nosotros ni para los alumnos homosexuales. Los profesores son agredidos verbal y psicológicamente de manera continuada. Yo mismo he sufrido insultos durante años. Ha mejorado un poco la situación (...), pero seguimos en la diana.» (Gay, cuestionario). Hay que trabajar, por lo tanto, para que el profesorado gay, lesbiano y trans tenga unas condiciones de trabajo en las que estas personas no deban esconderse y 22 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona puedan convertirse en referentes de carne y hueso para sus alumnos. En este sentido, un profesor gay entrevistado subraya la importancia de hacer pública la homosexualidad y la transexualidad en el aula, para lo cual hay que apoyar a estos profesores y protegerles de cualquier posible acoso: «Interiorizas hasta tal punto que vives en una sociedad hostil que al final lo acabas normalizando. Para que no fuera tan hostil debería haber políticas muy decididas. Como por ejemplo, en el caso de que un profesor se encuentre con que una vez ha hecho pública su condición de gay o lesbiana podría vivir algún tipo de situación desagradable, la Administración debería procurar proporcionar todos los instrumentos a esta persona. Es decir, prever su defensa, prever la intervención, la defensa de esta persona y si en un determinado momento no puede soportar más la tensión, prever poder cambiarla de centro. Por un lado, tendría que haber un gran apoyo al profesional, y después llevar a cabo políticas muy fuertes de visualización. (...) También creo que estaría muy bien que se hiciese una determinada visibilidad de los profesionales, pero ello implica que la persona, el profesor que efectúa esta visibilidad no la haga solo, sino dentro de un programa que lo proteja, donde se prevea todo, el acompañamiento, cómo se gestiona el conflicto...» (Entrev. profesor gay). No podemos acabar el apartado sobre la actuación del profesorado sin reconocer los ejemplos de buenas prácticas que hemos encontrado a lo largo del trabajo de campo. Existen casos, por ejemplo, de profesionales que apoyan plenamente a la persona en el camino de su aceptación: «Aquí he de decir que mi experiencia ha sido muy buena. Mi profesora me ayudó a salir del armario, me facilitó la manera de decírselo a mis amigos cuando fuera el momento. Mis amigos se lo tomaron genial, es más, les hizo mucha ilusión.» (Lesbiana, cuestionario). Existen incluso centros educativos que lejos de individualizar la intervención centrándose exclusivamente en el trabajo con la persona acosada y/o sus agresores, han actuado en todo el instituto: «Me gustaría que conocieses a una niña que se llama Amaia (...). Los padres muy bien, están pendientes de ella, la ayudan, muy bien. (...) Pues esta niña va a un cole de Esplugues. Entonces, los padres ya fueron a hablar antes del verano para que ella empezase como Amaia, no como Albert, y el equipo directivo del instituto no tiene ningún problema y tal. (...) Y todos los compañeros lo saben y la tratan de Amaia. (...) Pues en este cole ya han hecho un trabajo sobre homosexualidad y también se ha hecho una charla de transexualidad.» (Entrev. psicóloga). Este tipo de intervenciones integrales resulta fundamental si tenemos en cuenta que la mayor parte de agresiones se producen en momentos en que no hay ninguna figura de autoridad, por lo que, aparte de mejorar la formación del profesorado, es importante trabajar con el conjunto del alumnado a fin de evitar los casos de acoso y para que si llegan a producirse, se denuncien. 23 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona 5. Ámbito laboral Hemos dividido este apartado en dos secciones. En primer lugar, abordaremos las discriminaciones o agresiones que relatan las personas trans, lesbianas y gais en sus lugares de trabajo o al buscar empleo. En segundo lugar, trataremos sobre el trabajo sexual masculino y, sobre todo, el trabajo sexual ejercido por mujeres trans. Por lo que respecta a los problemas en relación con el trabajo, hay que decir que es uno de los ámbitos donde gais, lesbianas y bisexuales perciben menos situaciones de discriminación, mientras que es en el que las personas trans hallan más problemas. Como se desprende del siguiente gráfico, el 73,2% de las personas que han respondido el cuestionario declaran no haber vivido situaciones de discriminación en el trabajo. Hay que decir que dentro de este porcentaje hemos incluido a las personas que afirman que no viven discriminación porque no son visibles en el trabajo y por su tipo de empleo (ámbito cultural y artístico, sobre todo) o porque tienen una situación laboral que les hace sentirse protegidos (funcionarios, autónomos, propietarios de pequeñas empresas...). Gráfico 3. Problemáticas en el ámbito laboral 24 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona A la hora de interpretar el alto porcentaje de personas que aseguran no haber vivido homofobia en el ámbito laboral, hay que tener en cuenta que hemos detectado que muchas personas entienden la homofobia como agresiones directas o discriminaciones explícitas y no consideran las agresiones verbales o los chistes degradantes como expresiones de homofobia. Éste es el caso de las siguientes personas: «Nunca he sufrido ningún problema en el trabajo, aunque se puede oír a gente hablar mal de homosexuales, la realidad es que no hay discriminación.» (Gay, cuestionario). «No he sufrido ninguna discriminación, a pesar de continuar oyendo los típicos chistes sobre maricas, y sobre todo referidos a personas transexuales o transgéneros.» (Mujer bisexual, cuestionario). En estas citas vemos que, pese a que estas personas viven situaciones que desde nuestro punto de vista son expresiones de homofobia, no las consideran como tales. Por ello, hay que ser prudente y no entender que un 73,2% no ha vivido discriminaciones ni agresiones en el trabajo, sino que no lo percibe como homofobia. Además, es destacable que el 26,2% de las personas hayan respondido que no han sido discriminadas ni agredidas en el ámbito laboral porque hacen un esfuerzo para que sus compañeros y superiores no conozcan su homosexualidad o transexualidad. Estas personas, por lo tanto, no tienen unos entornos de trabajo en los que se puedan relacionar con tranquilidad y mencionar algún aspecto de su vida privada, como hacen sus compañeros heterosexuales. Con todo, la forma habitual de plantearlo es quitándole importancia al tema y, como veíamos en relación con el espacio público, afirmar que no es necesario ir «exhibiéndose». 25 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Una vez más topamos con la tensión entre la necesidad de impulsar la visibilidad en los lugares de trabajo a fin de fomentar la desactivación de la homo/transfobia y el reconocimiento de que para mucha gente esconderse es una forma muy razonable de protegerse: «En el trabajo siempre soy discreto, soy invisible como transexual (...). No acostumbro a hablar de mi vida privada porque creo que no sería bien entendida (...). Si supieran que soy trans me tomarían por un bufón de la corte o por un loco, y como soy minoría lo que conseguiría sería empeorar el ambiente de trabajo, y quien acabaría saliendo perjudicado sería yo, que además estoy en el último grado del escalafón. Además, siempre está el peligro del mobbing.» (Hombre trans, cuestionario). En este sentido resulta fundamental una política de empresa que, decidida y explícitamente, se oponga a cualquier tipo de agresión o discriminación a trans, lesbianas y gais. Esta cita es un ejemplo de ello: «Afortunadamente estoy en una multinacional donde se rechaza cualquier tipo de discriminación a través de un código de conducta de esta empresa. Ya sea por cuestiones de sexo, raza, nacionalidad, religión, creencia, orientación sexual... Y donde, además, se informa a todos los trabajadores de ello. Claro que he tenido que aguantar muchos comentarios ofensivos de otros compañeros, pero a espaldas de la dirección de la empresa.» (Hombre bisexual, cuestionario). Como decíamos al principio, un factor que favorece la posibilidad de salir del armario y revelar la transexualidad es disfrutar de unas condiciones de trabajo seguras, donde la continuidad del puesto de trabajo no dependa de la posible animadversión de compañeros o superiores. Muchas personas que trabajan como funcionarias se han expresado en esta línea. Hay que decir también, sin embargo, que nos hemos encontrado con funcionarios que señalan que en su ámbito también se percibe homofobia, tal como ilustra esta cita de un chico gay policía: «Tengo trabajo estable como funcionario desde hace más de diez años, pero no, no puedo comentar mi condición sexual y menos en mi trabajo, muy “específico” y machista. Comentarios constantes en relación con los gais, las lesbianas y los transexuales y burlas sobre la condición de ser gay o sobre las mujeres. No puedo comentar con naturalidad mi condición y si lo hiciese, más de un compañero no querría trabajar conmigo dentro del vehículo policial.» (Gay, cuestionario). Existen ámbitos laborales, precisamente como el policial, en que está muy marcada la separación por sexos y el enaltecimiento de la masculinidad. Es en estos sectores donde se producen más casos de homofobia diariamente. Con todo, hay que decir que aunque el ámbito de la seguridad continúe manteniendo ese carácter, en los últimos años se han hecho algunos avances, como la introducción de formación respecto a la diversidad sexual a los agentes de seguridad o la constitución de una asociación que agrupa a gais, lesbianas y trans que trabajan en los cuerpos de seguridad. Las personas más discriminadas del colectivo en este tema, en todo caso, son las personas seropositivas y las personas trans visibles y/o sin la documentación legal 26 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona cambiada. La situación de fragilidad en la que se hallan las personas seropositivas en el trabajo también ha estado presente en las respuestas: «Sí, he sufrido discriminación por ser gay y, además, porque en el examen médico me obligaron a decir si era seropositivo o no, lo cual, con respuesta positiva, me supuso el despido.» (Gay, cuestionario). Por lo que respecta a la situación de las personas trans, la mayoría de las que han respondido explican situaciones de discriminación casi siempre relacionadas con el problema de no tener los documentos oficiales cambiados o por encontrarse en un momento de transición en relación con la transformación corporal, por lo cual no tienen una imagen que pueda identificarse claramente como masculina ni como femenina. La discriminación suele producirse ya antes de haber obtenido el trabajo: en la entrevista de trabajo. Si la persona es visiblemente trans puede ser rechazada de entrada o no admitida en una empresa de trabajo temporal (ETT). En cambio, si la persona no es reconocible como trans a simple vista pero no tiene la documentación cambiada, suelen darse situaciones como la siguiente: «Viví una gran discriminación laboral cuando fui a pedir trabajo a una empresa de mensajería. La entrevista fue fantástica, pero cuando saqué mi DNI —por aquel entonces mi cambio físico ya era notable y mi nombre antiguo de chica aún estaba allí estampado— me dijeron que en aquel caso no podían contratarme.» (Hombre trans, cuestionario). También suelen tener conflictos laborales las personas que entran a trabajar manteniendo el sexo de nacimiento y al cabo del tiempo empiezan la transición para vivir según el género que se siente: «En el trabajo sí que he tenido problemas, me hacían la vida imposible (bullying); incluso mis psiquiatras del Clínic tuvieron que interferir con una carta. Igualmente, aprovecharon una reducción de personal para echarme. Ahora mismo encontrar trabajo es difícil, ya que por ley no puedo cambiar el DNI hasta dentro de un año.» (Mujer trans, cuestionario). Así como es frecuente que las personas trans visibles sean rechazadas en muchos trabajos, sufran acoso o no se respete su identidad de género, también hallamos algún caso de plena aceptación, en que los responsables de la empresa, por ejemplo, aceptan que la persona cambie su nombre a efectos internos, aunque no tenga la documentación legal modificada. Las dificultades laborales que acabamos de describir. junto con la fascinación, habitualmente no reconocida, que despiertan en muchos hombres las mujeres trans, explican que muchas de ellas se dediquen al trabajo sexual. Una trabajadora social especializada en trabajadoras sexuales trans considera que las más vulnerables dentro del grupo son las mujeres trans inmigradas procedentes de América Latina: «En sus respectivos países viven expuestas a una sistemática vulneración de derechos. En muchos casos he atendido a mujeres trans que me han narrado cómo han sido víctimas de agresiones sexuales y malos tratos físicos en general, y particularmente por la policía. Y no en 27 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona pocos casos sus amigas y/o conocidas han sido asesinadas.» (Entrev. mediadora trabajadoras sexuales trans). Al hecho de ser trans, trabajadoras sexuales e inmigrantes, aún se le pueden sumar dos factores que aumentan exponencialmente el riesgo de exclusión social: la drogodependencia y el hecho de ser seropositivo. Un colectivo que suele quedar más invisibilizado es el de hombres trabajadores sexuales que trabajan para un público masculino. El perfil de este grupo presenta algunas especificidades: «En su mayoría son inmigrados, de entre veinte y treinta años, más bien tirando a los treinta que para los veinte, al contrario de lo que te dicen los medios de comunicación. Menores de veinte hay muy pocos, entre otras cosas porque no aguantan ese trabajo, no tienen paciencia. Y aquí en Barcelona, en los pisos la mayoría son procedentes de Latinoamérica, y en la calle, procedentes del Magreb.» (Entrev. mediador trabajadores sexuales). El mediador especializado en trabajo sexual masculino comenta que el porcentaje de hombres inmigrantes que se dedican a esta actividad no ha cesado de aumentar en los últimos años. El principal tema que reclaman es poder efectuar el proceso de regulación, ya que la mayoría se encuentran en situación ilegal. Tanto el mediador como el coordinador de educadores de calle coinciden en señalar que es un error dirigirse a ellos como gais, aunque tengan sexo con otros hombres: «En realidad, si estás hablando de hombres que tienen sexo con hombres por dinero, pues son trabajadores sexuales, y da lo mismo la identidad que tengan. El hecho de siempre señalar la identidad impide todo lo demás, porque hay personas que a las que les cuesta trabajo aceptar esa identidad y por culpa de eso no se pueden llevar... Por ejemplo el hecho de que vengan a los locales les cuesta mucho, les da vergüenza.» (Entrev. mediador trabajadores sexuales). Otro obstáculo a la hora de poder trabajar con ellos es que su precaria situación en el país les hace desconfiar de las asociaciones y los servicios públicos que les ofrecen apoyo: «Con los trabajadores inmigrantes, por ejemplo, tenemos la dificultad de ser una organización gay, y más allá, de ser una organización, porque algunos lo asocian con que podemos llamar a la policía. Es una cuestión de confianza entre el educador y el trabajador sexual.» (Entrev. educador social calle). La mayor parte de debates teóricos y políticos en relación con el trabajo sexual, sobre todo el femenino, parte de la consideración de si las personas que se dedican a ello lo hacen forzadas o lo eligen. Se trata de un debate muy crispado y en el que no nos corresponde entrar en profundidad. De todos modos, una sintética referencia al mismo resulta ineludible. Sin ánimo de simplificar en exceso, en primer lugar tenemos el discurso según el cual las mujeres están «prostituidas», es decir, no escogen dedicarse a ello, sino que son víctimas de otros (mafias, proxenetas, etc.) o de unas condiciones sociales pésimas que las han empujado a esta actividad. Desde esta 28 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona perspectiva, resulta intolerable plantear la posibilidad de regular el trabajo sexual, ya que sería una forma de legitimar una situación que degrada y humilla a las mujeres que la practican.16 En segundo lugar, podemos agrupar las voces de las personas que, sin negar que existen mujeres que se dedican a esa actividad de una manera forzada o fruto de la falta de otras alternativas laborales, sostienen que el trabajo sexual no debe considerarse de modo inherente un acto de degradación. Creen, igualmente, que hay que luchar para que las mujeres que quieran dejarlo puedan hacerlo y para que se regulen las condiciones laborales de las que quieran dedicarse a esa actividad. Desde esta perspectiva se apuesta por la regulación del trabajo sexual. Hay que decir que las asociaciones de trabajadoras sexuales que se han posicionado en el debate acostumbran a ubicarse en esta segunda opción; es el caso del Colectivo de Transexuales de Cataluña, el Colectivo Hetaira, de Madrid, o el Comité Internacional sobre los Derechos de los Trabajadores del Sexo en Europa. Si concretamos este debate en relación con las trabajadoras sexuales trans, debe tenerse en cuenta que este grupo suele ejercer de forma autónoma, es decir, sin proxenetas, y en la calle, no en establecimientos gestionados por empresarios. Las trabajadoras sexuales trans con quienes hemos hablado a lo largo del trabajo de campo (tres entrevistas y gran parte del grupo de discusión de trans inmigrantes) afirman que se dedican a la prostitución por elección propia: «Yo trabajo de esto porque yo quiero, es una manera de vivir mejor. No porque no veas la de insultos que uno tiene que oír a diario, las cosas que te gritan, que te humillan, los clientes que son malos y desagradables. Pero yo trabajo para mí, no tengo ni proxeneta ni nada. Entre transexuales no conozco a ninguna que tenga proxeneta.» (Grupo discusión trans inmigrantes). De todos modos, en el tema del trabajo sexual es difícil establecer una clara distinción entre elección y explotación. Una mediadora que apoya a trabajadoras sexuales, de las que estima que el 15% son trans, afirma que «en mi opinión, casi la totalidad de las mujeres trans con las que trabajo no tienen otra opción». De hecho, cuando la organización donde trabaja ha conseguido encontrarles algún otro tipo de trabajo, también han sido discriminadas. Hay que tener en cuenta, pues, que el trabajo sexual es a menudo la única alternativa laboral de muchas de las mujeres trans que ejercen la prostitución: «En casi el 90% de los casos de trabajadoras sexuales transexuales que he atendido puedo afirmar que, si ellas hubiesen podido acceder a otro trabajo, no habrían optado por el trabajo sexual. El elevado nivel de discriminación que sufren las personas transexuales se manifiesta fundamentalmente a nivel laboral, y el trabajo sexual se ofrece como la alternativa más viable. Por eso considero que la relación entre transexualidad y trabajo sexual es tan estrecha y desafortunadamente necesaria como medio de supervivencia.» (Entrev. mediadora trabajadoras sexuales trans). 16 En esta línea, véase Lienas (2000). 29 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Desde nuestro punto de vista, el análisis de la situación del colectivo de trabajadoras sexuales y el debate político sobre cómo tiene que abordarse debe tener en cuenta la multitud de realidades dentro del colectivo, una preocupación por su bienestar y un reconocimiento de las condiciones de vida que suelen llevarlas a dedicarse al trabajo sexual. Igualmente, hay que escuchar la voz de las personas que defienden una visión dignificadora de este trabajo y reclaman poder dedicarse al mismo con unas condiciones laborales que garanticen sus derechos. Como afirma un entrevistado que apoya a trabajadores sexuales, es necesario «abordar el tema no desde el abolicionismo o del victimismo, sino escucharles a ellos o a ellas». El problema es que, tal como sostiene Dolores Juliano (2004), la figura de la trabajadora sexual ataca la construcción hegemónica de la feminidad y por ese motivo se ha convertido en un tema tan polémico en el seno del feminismo. En cierto modo, en el debate sobre el trabajo sexual, las imágenes, los miedos y estereotipos de las personas partidarias de las diferentes opciones comportan el peligro de invisibilizar lo que tienen que decir las propias trabajadoras sexuales. Entre los argumentos a favor de la regulación, las trabajadoras sexuales que hemos entrevistado apuntan a que les ofrecería una cobertura legal y, al mismo tiempo, les permitiría contribuir a las arcas públicas con los impuestos derivados del gran volumen de ingresos que genera esta actividad económica: «Que cada una pague los impuestos, tener derecho al paro, la Seguridad Social… (...) Cotizaríamos más gente a la Seguridad Social. Si dicen que las prostitutas son las que ganan más dinero, pues aportarán más dinero, ¿no?» (Grupo discusión trans inmigrantes). La regulación permitiría, además, evitar situaciones de exclusión como la de la siguiente mujer trans, que después de una vida de trabajo no cuenta en la vejez con una pensión que le permita vivir con dignidad por no haber podido contribuir: «Soy puta desde que tengo catorce años. (...) [Ahora sólo recibo] una pensión no contributiva. Es imposible, ¿con esto cómo puedo vivir? Ahora me echan del piso y estoy esperando a que me den un piso social.» (Entrev. mujer mayor trans). Respecto a la forma de articular esta hipotética regulación, se apuesta por fomentar el trabajo sexual autónomo, sin proxeneta, o en forma de cooperativa de trabajadoras: «Para mí sólo se puede [regular] desde un punto de vista autónomo. Y crear más cooperativas es un auténtico reto, un concepto a desarrollar. En el tema prostitución estoy de acuerdo en aceptar aquellos espacios específicos donde se concentra la prostitución de calle, lugares donde se permite este trabajo. Para esos lugares específicos estoy de acuerdo en que tengan una entrada y una salida que prohíba el acceso a menores de edad. Que sea una calle, que sea un pedazo de nave industrial, con meublés donde las trabajadoras que trabajan dentro tienen su certificado en regla de que trabajan, y medios de seguridad como policías, detectores de armas…» (Entrev. trabajadora sexual trans). 30 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Al margen de los debates de fondo sobre la abolición o la regulación, las trabajadoras sexuales y los informantes clave entrevistados apuntan a otras problemáticas más específicas que afectan a este grupo. Un tema recurrente es la denuncia de las leyes y ordenanzas municipales que persiguen el trabajo sexual (especialmente la conocida como «Ordenanza del Civismo») y que suponen un acoso a las trabajadoras sexuales por parte de los cuerpos de seguridad. En este sentido, hemos encontrado varias denuncias del trato recibido por parte de los agentes de seguridad. Durante el grupo de discusión de mujeres trans inmigrantes, por ejemplo, una de las participantes explica la siguiente anécdota con la que quiere ilustrar que, ante la acusación de haber robado a un cliente, su versión no se considera legítima: «Por ejemplo, te fuiste con [un cliente], te ocupaste con él, te pagó, pero como no se terminó él, quiso que le devolvieses el dinero y como tú te pones chula y dices que no, que tú estás trabajando y lo que no vas a hacer es estar trabajando tiempo y como no se viene pues que te pida tu dinero y luego pasa que no se lo devuelves. Entonces llama a la policía a decirles que tú le has robado. Y tú le cuentas a la policía lo que ha pasado (...) y no te creen (...), y creen al que supuestamente entre comillas es la víctima.» (Grupo discusión trans inmigrantes). En términos generales, tanto las trabajadoras sexuales entrevistadas como los trabajadores sociales que las apoyan denuncian que la policía las trata mal, que en ocasiones extremas pueden llegar a la agresión física, y que existen prácticas de corrupción por parte de algunos agentes (grupo discusión trans inmigrantes). En cualquier caso, la legislación actual que ampara la persecución del trabajo sexual de calle, la Ordenanza del Civismo en Barcelona, permite una cierta discrecionalidad por parte de los agentes (véase Arella et al., 2007) que también es objeto de denuncia: «Los policías hacen lo que quieren. Ahora si te pillan conversando con un cliente también te quieren poner una multa, incluso si es amigo. Me pasó otra vez que estaba conversando con un amigo y fueron a ponerle una multa. Y yo les dije “A ver, si lo hacen, bien, pero yo voy a recurrir, éste es mi mejor amigo. ¿Qué pasa, que cualquier persona que converse con uno tiene que ser cliente?” (...) También te multan cuando vas por la calle (...). El Ayuntamiento ha puesto una orden para que los clientes no vengan a nosotras, pero es que muchas veces el policía te para a ti, y está el cliente y no le pone multa al cliente, te la pone a ti. Y por ejemplo la Ordenanza dice que toda persona que se ocupa con un cliente y que se ve que está pagando, que te ven pagándola, la Ordenanza es eso. Pero es que ya no: te ven y te la ponen.» (Grupo discusión trans inmigrantes). Finalmente, entre las propuestas concretas que se han puesto encima de la mesa sobre medidas que se podrían llevar a cabo desde el ámbito municipal destacamos trabajar por la visibilidad de las mujeres trans («con el objetivo de detener el nivel de violencia que sufren»), empoderar a las trabajadoras (formación en derechos, apoyo legal y psicológico...), facilitar la formación para que las mujeres que lo deseen puedan acceder a otros tipos de trabajo, y formar a los cuerpos de seguridad para que traten con respeto a las trabajadoras sexuales. Al mismo tiempo, se denuncia que en las políticas públicas existentes dedicadas a trabajadoras sexuales, las trans están discriminadas porque a menudo no tienen modificada la documentación 31 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona (jurídicamente, pues, son hombres y no pueden acceder a programas dirigidos a mujeres)17 y porque se establece que la prioridad es trabajar con las trabajadoras sexuales no trans.18 17 18 Entrev. mediadora trabajadoras sexuales trans. Entrev. hombre trans inmigrante. 32 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona 6. Salud El ámbito de la salud ha sido uno en los que menos situaciones de discriminación se han relatado en las respuestas al cuestionario: el 76,8% de las personas afirma no haber tenido ningún problema en el ámbito sanitario.19 Entre las personas que sí los han tenido, mayoritariamente relatan haber recibido un trato diferencial o discriminatorio en el contexto de centros sanitarios a causa de su identidad de género o tendencia sexual (el 9,40%) o que han sido discriminados en relación a las infecciones de transmisión sexual (el 5,74%). Dentro de este apartado ahondaremos, en primer lugar, en las situaciones relacionadas con el VIH/sida, y a continuación abordaremos las situaciones de trato diferencial o directamente discriminatorio. En relación con la prevención del VIH/sida, así como otras infecciones de transmisión sexual (ITS), algunas personas han hecho referencia a su experiencia en centros de detección de ITS y han relatado casos de trato estigmatizante y culpabilizador: «Me he sentido discriminado concretamente en el Departamento de Enfermedades de Transmisión Sexual del CAP de Drassanes, adonde acudo a por información y una consulta y al término de la misma se me somete a un cuestionario sobre mis hábitos sexuales donde el hecho de ser gay se relaciona directamente con una mayor incidencia o probabilidad de contraer VIH y otras ETS... Me pareció escandaloso y así se lo hice saber al doctor que me atendió a pesar del razonamiento que defendía su postura argumentando que el suyo era un punto de vista únicamente estadístico. El doctor (…) no me pareció un buen profesional, me hizo sentir fatal y no creo que me volviera a aventurar en ese servicio para consultar nada.» (Gay, cuestionario). «En Drassanes (Departamento de Enfermedades de Transmisión Sexual)) hay o había una enfermera que al tomarte una prueba de sangre te deja claro que no le gustan las putas ni los gais. Te hace sentir culpable, dice que si te hace falta una prueba de sida es porque te has comportado mal.» (Gay, cuestionario). Hay que tener en cuenta que estas críticas no son aisladas. Esta situación plantea el peligro de que, ante este trato, la gente no se someta a pruebas o no exprese dudas relacionadas con la prevención porque no se crea un clima de confianza. Afortunadamente, las personas que han explicitado que no volverán a estos servicios públicos demuestran conocer alternativas creadas por asociaciones como el BCN Checkpoint o Stop Sida. Socialmente se sigue asociando ser gay con tener sida, y algunos profesionales parecen reproducir este estigma: «En aquel momento me sentí un poco incómodo porque la doctora me miró de forma muy rara y me dijo que no comulgaba con el tema y que 19 Debido a la distribución de las respuestas (más de un 75% de las mismas se concentra en una opción), hemos considerado que la inclusión del gráfico no era necesaria en este apartado. 33 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona los hombres gais contraían mucho más fácilmente el virus, con tono homofóbico.» (Gay, cuestionario). «Una especialista del Hospital del Mar ante una consulta sobre una enfermedad de transmisión sexual me dijo que pensaba que los homosexuales éramos unos inconscientes. Presenté una queja por escrito.» (Gay, cuestionario). «Con una doctora, para pedirle que me hiciese las pruebas del VIH, le tuve que rebelar mi condición, y me echó la bronca, diciéndome que los gais somos más propensos a coger el sida.» (Chico gay, cuestionario). También hemos encontrado ejemplos de mujeres trans que viven situaciones de discriminación similares a la hora de hacerse las pruebas de detección de ITS; en este caso se junta el hecho de ser trans con el de presuponerse que es trabajadora sexual. En relación con la información sobre VIH/sida, un chico gay seropositivo entrevistado considera que no se le dedica una atención especial: «Es muy insuficiente, sobre todo teniendo en cuenta que España tiene unas cifras muy muy elevadas, una tasa de infección altísima. Se calcula que hay entre 120.000 y 150.000 en España, lo que es una brutalidad. En Inglaterra hay 70.000 y las campañas de información son masivas, están en todas las discotecas gais con carteles que previenen el VIH.» (Entrev. prevención VIH/sida). Otro de los informantes clave en temas de VIH/sida ha puesto encima de la mesa las altas tasas de infección por VIH y la necesidad de seguir el ejemplo de otras ciudades europeas como Colonia, Londres o Ámsterdam, que dedican muchos esfuerzos a las campañas de prevención. Ésta ha sido su respuesta cuando le hemos preguntado por la evolución del VIH en Barcelona: «Existe un nuevo brote epidémico, y esto no es la continuación de algo que empezó con la detección del primer caso en el Vall d’Hebron en el año 1980 o 1981; esto ya es otro brote epidémico importantísimo, y que en el caso de los hombres gais ya no es una epidemia sino una endemia, que se da de forma sistemática. (...) ¿Queremos un colectivo enfermo? Es que lo está físicamente, literalmente enfermo.» (Entrev. prevención VIH/sida). Por otra parte, parece que existe un cierto debate en la comunidad gay alrededor de cómo abordar la prevención del VIH y de las ITS en el propio colectivo. Por un lado hay quien considera que dedicar campañas de prevención exclusivamente al colectivo gay fomenta la estigmatización, mientras que otros opinan que es urgente llevar a cabo campañas específicas: «Aquí hay grupos gais que están en contra de hacer campañas focalizadas porque dicen que eso fomenta la estigmatización y el miedo. Mi postura es que estamos jugando con las vidas de las personas, hay un problema real, y si eso se puede prevenir hay que hacerlo por todos los medios.» (Entrev. joven seropositivo). 34 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Por otro lado, uno de los entrevistados expresaba la sensación de que la prevención en saunas de Barcelona es exagerada y que los usuarios pueden acabar teniendo la sensación de que están en un «laboratorio» en espacios que deberían ser de ocio: «Falta un poco de coordinación. Los educadores van a las saunas y allí está también la Agencia de Salud Pública del Ayuntamiento, y luego también están los de las encuestas. Y yo como usuario cuando voy a la sauna me siento en un laboratorio, y eso puede generar el efecto contrario en cuanto a la información. Se abusa. Bueno, en las saunas se abusa, luego a los jóvenes les queda lejano y les parece una cosa muy vaga, el sida. Y después los mayores que llevan veinte años usando el condón y están hasta las narices, y se relajan.» (Entrev. educador social calle). Algunos grupos específicos como las lesbianas estuvieron invisibilizadas en el momento de la irrupción de la epidemia porque se consideraba (y aún hoy se considera) que el riesgo de transmisión de infecciones sexuales tiene mucha menos incidencia en las relaciones entre mujeres. Por este motivo, se apunta que faltan campañas específicas dirigidas a mujeres y dar a conocer y facilitar material preventivo pensado para ellas: «Tienen que hacerse tantas cosas... Por ejemplo, talleres de sexualidad para mujeres, que no se habían hecho nunca para mujeres lesbianas. Campañas de prevención pero no cuando pasa algo, sino para vivir la sexualidad con más normalidad y con más placer y con más tranquilidad. No cuando haya un problema ir a arreglarlo, sino facilitemos que todo sea más bonito.» (Entrev. psicóloga). La información, en todo caso, es sólo una parte, ya que personas perfectamente conocedoras de los riesgos de practicar sexo sin protección lo hacen. Por tanto, el reto es analizar el vínculo entre información y conductas. En este sentido, los obstáculos para la prevención no son sólo racionales (vinculados al conocimiento) o a la posibilidad material (disponibilidad de métodos de prevención), sino que hay que tener en cuenta que en la toma de decisiones existe un fuerte componente emocional que a veces provoca que, finalmente, no se utilicen mecanismos de prevención en las relaciones sexuales, por ejemplo, la necesidad de «fundirse con el otro», de un contacto pleno y sin barreras (entrev. prevención VIH/sida). Entender este hecho nos ayuda a mejorar la prevención: «Aunque los programas de prevención sobre sexo seguro frecuentemente transmiten mensajes universales (“usa condón siempre”), tal aproximación sencilla y simplista puede no encajar bien con las complejidades emocionales que influyen en las prácticas sexuales de los [hombres que tienen sexo con hombres]. Los programas de prevención deberían incluir y enfatizar lo no-racional y los procesos afectivos que intervienen en las decisiones y la toma de riesgo sexual para direccionar sus mensajes.» (Fernández-Dávila, 2009). Una investigación que se ha llevado a cabo recientemente en Barcelona (FernándezDávila, 2009) cuestiona estudios llevados a cabo hasta el momento, en que se atribuyen las prácticas sexuales de riesgo en las relaciones entre hombres a factores como las dificultades en el uso del preservativo, el optimismo respecto al VIH por los 35 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona avances en el tratamiento, la fatiga en la adopción de medidas de prevención o el uso de alcohol y drogas. El autor del estudio considera que estas explicaciones «ignoran las circunstancias intraindividuales». Concretamente, Fernández-Dávila apunta a que entre los factores que conducen a establecer prácticas sexuales de riesgo está el hecho de encontrarse en una posición de vulnerabilidad para negociar o el miedo a estropear una relación sexual que es necesaria para sentirse valorado o deseable o escapar de la soledad. El autor coincide con Rafael Díaz (1999), que dice que «donde la necesidad de conexión, afirmación o autovalía es tan grande y profundamente sentida, la preocupación por la salud y la seguridad sexual pueden ser abrumadoras u obstáculo para colmar este tipo de necesidades no sexuales». El estudio también analiza el barebacking (llevar a cabo penetración anal sin protección de forma sistemática). En este caso, las personas que lo practican relatan sentirse atraídas por una gran excitación producto de realizar prácticas prohibidas o que suponen riesgo. La incidencia y extensión de esta práctica no está clara. El informante clave de Internet y VIH le atribuye una gran importancia basándose en la relevancia que tiene en las páginas de contactos. En contraposición, el informante de prevención de VIH/sida sostiene que se trata de una práctica absolutamente minoritaria y que sobredimensionar su impacto puede conducir a la culpabilización de los gais seropositivos, al considerar que ellos mismos se lo han buscado llevando a cabo prácticas sexuales peligrosas. Desde nuestro punto de vista, es necesario entender que aspectos como la baja valoración de uno mismo, la dificultad para canalizar el deseo hacia personas del mismo sexo o, incluso, poner en riesgo la propia salud para buscar algún tipo de castigo (Coll-Planas, 2009) son productos de vivir en un entorno homofóbico. En este sentido, hay que entender que las conductas de riesgo no sólo nos hablan de individuos aislados que tienen motivaciones concretas, sino que visibiliza un contexto social donde ser gay está connotado negativamente e infravalorado y entraña un sentimiento de culpa. A partir de las entrevistas y los cuestionarios podemos decir que, actualmente, los perfiles del colectivo LGTB más vulnerables ante las ITS son los jóvenes, las mujeres trans y las personas inmigrantes. La incidencia del VIH entre los jóvenes gais es muy elevada y ello puede deberse a diferentes factores. Por un lado, las nuevas generaciones tienen menos percepción del riesgo porque no han conocido los efectos devastadores de los primeros años de la epidemia. Por otro lado, les falta información: «toda la gente joven que acude aquí no ha tenido ningún tipo de formación en este sentido, gente de dieciséis, diecisiete años.» (Entrev. prevención VIH/sida). Por lo que respecta a las mujeres trans que se dedican al trabajo sexual, aunque no existe demasiada información epidemiológica sobre este grupo, tienen una mayor 36 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona incidencia de drogodependencia20, lo que las coloca en una situación de riesgo y vulnerabilidad. Las personas inmigrantes, por su parte, y en función de los países de origen, es posible que desconozcan cuáles son las prácticas de riesgo y cómo protegerse. Generalmente, sin embargo, no se trata tanto de que no dispongan de información como de que ésta no está totalmente asimilada y no se acaba de incorporar al llevar a cabo relaciones sexuales. Dos informantes clave en relación al VIH nos han explicado que han detectado un creciente porcentaje de infecciones entre chicos latinoamericanos. Otra cuestión importante es el estigma social que viven las personas seropositivas. Un momento especialmente duro es el del diagnóstico, que no siempre es tratado con suficiente sensibilidad por parte de los profesionales de la salud: «Hace dos años y medio se me diagnosticó VIH de una forma muy poco delicada. Yo caí en el Hospital del Mar. Se me dijo: “Tú estás en primoinfección, te has infectado hace menos de tres meses”. Se me derivó al Clínic en una sala de espera llena de gente con papelitos y se nos trata como a ganado. Y no se tiene en cuenta que has entrado en un nuevo mundo. Me dijeron “Hay que intervenir rápidamente, así que firma estos papeles y a partir del lunes entras en un estudio”. (…) Ni siquiera el médico del Clínic me dio la mano, y eso en el momento en el que alguien descubre que es seropositivo, la primera sensación es de sentirse sucio, contaminado, peligroso para los demás. Y algo como que un médico no te dé la mano es una impresión. Es un momento en el que lo más importante es el trato humano. Me sentí muy desamparado, mi familia no lo sabía, mis amigos tampoco. En el Hospital del Mar me dijeron: “Mira, eres seropositivo.” Y yo: “¿Seropositivo?”. Y el médico me contestó: “Positivísimo”. Y a los cinco minutos yo ya estaba en la calle. Yo le pregunté al médico: “¿Y cuál es mi esperanza de vida?” Y el médico me dijo: “No lo sé, pero yo creo que si quieres meterte en una hipoteca, yo diría que no tienes problema.” No sé, son respuestas que en ese momento no se aprecian mucho.» (Entrev. joven seropositivo). El apoyo y el acompañamiento de las personas en ese momento son fundamentales, ya que, como afirma un informante clave en relación con la prevención del VIH/sida, «la caída de la autoestima es terrible cuando se recibe el diagnóstico». En el momento del diagnóstico, por lo tanto, es especialmente importante combatir el estigma asociado a esta infección: «Se tiene que trabajar mucho en el tema de la normalización de la situación de las personas que tiene el VIH, para desterrar todo lo que está alrededor de eso, el estigma, el prejuicio.» (Entrev. investigador Internet y VIH). Entre las personas infectadas en los últimos años se constata que vuelve a haber una ocultación del hecho de ser seropositivo. Ésta es fruto de la mejora del tratamiento, 20 Las necesidades de la drogodependencia pueden ser una motivación para dedicarse al trabajo sexual. Al mismo tiempo, la droga puede ser una forma de poder mantener el estilo de vida que supone dedicarse al trabajo sexual. 37 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona que hace posible que no sean tan evidentes las marcas de la infección. La consecuencia negativa, sin embargo, es que el VIH/sida se invisibiliza dentro del propio colectivo, con lo que se crea la impresión de que no existen nuevas infecciones y se provoca que las personas infectadas se acaben encerrando en otro armario: el de no desvelar su condición de seropositivos. «Este chaval cuando va a una discoteca aquí, en Barcelona, no ve a ningún referente, no ve nada, y la gente que conoce que sí que está infectada no tiene los cojones de decírselo, y es que si hace dos años que vive aquí es imposible que no conozca a ninguno, con una prevalencia tan elevada. Los positivos se esconden y dentro de la comunidad no hacemos nada para facilitarlo.» (Entrev. prevención VIH/sida). El trato diferencial o discriminatorio se concreta sobre todo en la negación a tratar a la persona trans en función de su género sentido, en obstáculos para la inseminación artificial de lesbianas, en el sesgo heterosexista de médicos de especialidades relacionadas con aspectos sexuales (urología y ginecología) y en la puesta en práctica de terapias reparativas encubiertas. En el caso de las personas trans, muchas de ellas explican que a menudo tienen problemas para que se dirijan a ellas por su nombre pese a haberlo solicitado expresamente. En las siguientes citas, personas trans hablan sobre cómo se sienten ante estas situaciones: «Los típicos te llaman por el nombre antiguo, y claro, tendría que haber la posibilidad de poder cambiar estos datos, ya que en todo nuestro proceso tenemos que ir mucho a los médicos. La mala experiencia fue con una enfermera que me dijo que yo para ella era un chico hasta que no me cambiase el DNI y que me continuaría llamando por aquel nombre.» (Mujer trans, cuestionario). «La endocrinóloga siempre llama por el nombre completo. Finalmente he dejado de ir y me he buscado a otra que respete.» (Mujer trans, cuestionario). La principal problemática en casos de reproducción asistida es que la inseminación artificial a lesbianas (o a mujeres solas) no entra dentro del catálogo de prestaciones sanitarias públicas. Dos madres lesbianas a las que entrevistamos nos explicaban la dificultad que viven dos mujeres cuando intentan tener un hijo sin depender de un hombre: «Yo creo que dos mujeres solas no pueden tener el control para reproducirse y dependen en todo momento de un hombre. Aunque se diga que ahora podemos formar una familia, en la práctica eso no existe.» «En la Seguridad Social hay dinero para subvencionar inseminaciones en casos de imposibilidad biológica. Nosotras, en tanto que mujeres, tenemos una imposibilidad biológica, debería estar subvencionado.» (Entrev. madres lesbianas). 38 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Por otra parte, parece que también existen dificultades en el momento de integrar a determinados tipos de familias en los documentos sanitarios. Así lo expresa una mujer lesbiana en una de las respuestas del cuestionario: «Ni médicos ni Sanidad piensan en nosotras. He tenido que adaptar muchos documentos para incluir a mi mujer. Y como mujer lesbiana, aún se extrañan de que estuviese embarazada y ahora tenga dos hijos.» (Mujer lesbiana, cuestionario). El conflicto del que más han hablado las mujeres lesbianas y los chicos trans ha sido el de la dificultad de entenderse con sus ginecólogos y la constante presuposición de su heterosexualidad por parte de los médicos. Se ha hecho referencia al poco conocimiento sobre material preventivo para mujeres, como ilustran las siguientes respuestas del cuestionario: «Mi ginecóloga no tenía ni idea de qué formas de prevención de enfermedades de transmisión sexual podía utilizar en mis relaciones lésbicas. Por otra parte, en las farmacias no se venden los preservativos femeninos.» (Mujer bisexual, cuestionario). «La ginecóloga tuvo poco tacto cuando le pregunté sobre “anticonceptivos” para lesbianas. Me dijo que no existían y que me pusiera celofán.» (Lesbiana, cuestionario). «Hemos tenido muchos problemas con los ginecólogos. Yo tenía una pareja con papiloma humano y nadie nunca nos supo decir cómo protegernos o si se contagiaba entre dos chicas. Nosotras no teníamos ni idea y los ginecólogos menos.» (Grupo discusión inmigrantes lesbianas y gais). El heterosexismo de algunos médicos se concreta en que al hablar de la sexualidad de las mujeres se excluye la posibilidad de que puedan ser lesbianas y que, por lo tanto, tengan otras prácticas sexuales que no son estrictamente las heterosexuales: «Estoy muy harta de que cada vez que voy a la ginecóloga, el protocolo de preguntas para saber si sufro o puedo sufrir determinadas enfermedades esté enfocado desde un punto de vista heterosexual. Tampoco me gustaría que en este protocolo se me preguntase por la orientación sexual. Creo que debería redactarse de un modo lo suficientemente genérico como para que cualquier mujer homosexual o heterosexual lo pudiese contestar de forma cómoda y sin tener que explicar su vida privada a no ser que quiera hacerlo.» (Lesbiana, cuestionario). En el caso de chicos trans se percibe hostilidad por parte de los ginecólogos, ya que su estética es masculina, y se produce un malentendido sobre la razón por la que están yendo a un especialista en el aparato genital de las mujeres: «Me ha pasado ir al ginecólogo porque tengo un quiste y no sólo me dice que un ginecólogo es sólo para mujeres, sino que además me manda a hacerme un análisis de hormonas y no me mira el quiste.» (Entrev. hombre trans inmigrante). 39 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Se detectan también perjuicios por parte de los médicos hacia los gais, que también los asocian a infecciones de transmisión sexual: «Fui a mi médico de cabecera (...) porque tenía un problema en la piel pero en el pene, y él directamente me derivó a enfermedades de transmisión sexual. El médico de transmisión sexual me dijo: “Pero si esto es una dermatitis normal y corriente, ¿qué haces aquí?” Y me enfadé mucho, y fui al médico de cabecera y le dije que no me lo hiciera nunca más, que me había sentado muy mal, y cambié de médico.» (Entrev. profesor gay). Personas que trabajan en hospitales públicos y que han respondido al cuestionario señalan que la homofobia se percibe también desde dentro: «Trabajo en un hospital público y sí que se respira un poco de homofobia... y de racismo, y de xenofobia, y de machismo...» (Gay, cuestionario). «Trabajo en un hospital y he oído muchas veces comentarios homófobos de mis compañeras. Los hombres hablan mal de los homosexuales masculinos y las mujeres de las lesbianas.» (Gay, cuestionario). En la mayor parte de los casos que hemos encontrado en el trabajo de campo hemos constatado que no se trata de discriminaciones directas y explícitas, sino que se concretan en presuponer que el paciente es heterosexual y dar por supuesto que no es una persona trans, hecho que puede acabar generando situaciones violentas. Algunos entrevistados han contado anécdotas en las que ellos explicaban e informaban a los médicos y a las enfermeras sobre su realidad y el personal del centro se lo agradecía: «Los médicos son personas como las demás. Yo tengo una anécdota de una enfermera del Hospital de Bellvitge que me quería poner una sonda a cualquier precio y yo le dije que era transexual. Le expliqué mi caso y que no podía considerar que aquello era un pene normal y corriente. (...) Acabó por pedir disculpas y le dije que no había nada que disculpar y que si alguna vez se encuentra con una persona que ha pasado por el mismo proceso, pues que ya sabría que no podría entrar con cualquier sonda dentro de aquel pene. Al día siguiente volvió a pedirme disculpas y le dije: “Mira, las que queráis y estéis de turno venid aquí y yo os explico lo que haga falta.” (...) Y vinieron, estuve con diez o doce enfermeras. Se lo enseñé y tal.» (Entrev. padre trans). Finalmente, con relación al ámbito de la salud mental, en las entrevistas se ha hecho referencia a las terapias reparativas para modificar la orientación sexual de personas homosexuales o la identidad de género de personas trans, cuya realización puede denunciarse en el Colegio de Psicólogos. Una psicóloga entrevistada a quien preguntábamos sobre estas terapias y su existencia en la ciudad de Barcelona nos decía lo siguiente: «Lo que se hace, que también es igual de peligroso, son las [terapias reparativas] indirectas. Que es que yo digo: “Lo que te está pasando es que tienes una fase esquizofrénica o psicótica y tu te crees que te pasa 40 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona esto. Y entonces te voy a dar unas pastillas para que eso se te vaya de la cabeza.” O “te ingresaré” o “estás equivocado”. O sea, yo te digo que el problema que tú me estás diciendo que no sabes qué hacer y que lo vives mal, te estoy diciendo que tienes un trastorno obsesivo-compulsivo o una fase psicótica del no-sé-qué, o que estás muy mal psicológicamente y por lo tanto es eso lo que te pasa. Y eso hace que o te gusten los tíos, las tías o que no sepas qué identidad tienes, y ése es tu problema. Y esto es una terapia indirecta, porque te están haciendo creer que tienes una enfermedad mental. Y eso está pasando, y eso es la indirecta, no te cogen y te ponen un electroshock, te están diciendo que tienes una enfermedad mental.» (Entrev. psicóloga). El hecho de estar encubiertas y aplicarse a personas que se encuentran en situaciones de sufrimiento y que, a veces, anhelan modificar su identidad de género o tendencia sexual a fin de adaptarse a lo que la sociedad y su entorno espera de ellas, hace especialmente difícil combatir estas prácticas. 41 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona 7. Ocio En el apartado de ocio del cuestionario, el 52,4% de las personas declara no haber experimentado ninguna discriminación ni agresión. Hay que decir también que el 20,4% de éstas puntualiza que no la ha recibido porque evita ir a lugares marcados como heterosexuales y sólo se mueve por locales de ambiente. En contraposición, el 8,8% ha manifestado haber vivido agresiones físicas o verbales en espacios de ocio. Por lo que respecta a los espacios para personas LGTB, un 21,1% sostiene que faltan espacios, básicamente para grupos concretos, mientras que el 11,6% crítica los locales de ambiente y considera que en lugar de potenciar espacios exclusivos para gais, lesbianas y trans, hay que integrar al público LGTB en el resto de la oferta de ocio de la ciudad. Gráfico 4. Problemáticas en el ámbito del ocio En el cuestionario no sólo se preguntaba si se habían vivido experiencias de discriminación en espacios de ocio, sino también si se estaba satisfecho con los espacios de relación existentes. Por un lado, muchas personas se muestran satisfechas con la oferta y subrayan que el ambiente de Barcelona es muy rico y diverso: «Realmente Barcelona tiene un espacio muy abierto en ocio para la gente homosexual. En mi caso, estoy eternamente agradecido por haber encontrado bares, discotecas, espacios compartidos para gente del ambiente, etc., pero no para hacer como un gueto, sino simplemente para ayudar a la comunidad LGTB a salir adelante y a que cada vez seamos más aceptados socialmente, como debería ser, ya que somos personas como las demás.» (Gay, cuestionario). 42 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona En contraposición, más de un 10% de las personas que han respondido al cuestionario han hecho una crítica a los espacios específicos para el colectivo LGTB, sobre todo al que se conoce como «Gaixample», nombre que recibe una parte del barrio barcelonés de la Esquerra de l’Eixample, donde se concentran establecimientos comerciales y locales de ocio destinados al público lésbico y gay. Entre las críticas existen diferentes matices que abordaremos a continuación. En la siguiente cita, por ejemplo, vemos que este chico gay no niega la necesidad de mantener unos determinados espacios de encuentro, pero critica que implique que el ocio de las personas LGTB se reduzca exclusivamente a estos lugares, y reivindica que los espacios mayoritariamente heterosexuales sean también espacios de ocio para personas gais, lesbianas, bisexuales y trans: «El gran problema de Barcelona: por motivos económicos y de comodidad, desde hace años se está agrupando a los gais en un gran gueto (el “Gaixample”), que aunque se amplía continuamente y es un espacio abierto, tolerante y agradable, no deja de ser eso mismo, un cercado donde los gais estamos recluidos y más o menos controlados. Considero necesaria y positiva la existencia de “zonas de reunión” de los gais (igual que la calle Tallers es zona de reunión de heavy metals y góticos, por ejemplo), pero sin caer en el separatismo que existe actualmente. Sería fantástico poder ir a tomar una copa o a bailar a cualquier local de la ciudad, con amigos gais, heterosexuales o de cualquier tipo y poder sentirme plenamente integrado.» (Gay, cuestionario). Siguiendo el hilo de la cita, al analizar la creación de espacios de encuentro específicamente LGTB hay que considerar que es una tendencia que también se da en otros colectivos. Siguiendo los planteamientos de Bauman (2007) con relación a la modernidad líquida, debe tenerse en cuenta que actualmente han perdido fuerza las grandes instituciones (como la familia, la religión o la profesión) que antaño conferían sentido y continuidad a las vidas humanas y nos proporcionaban seguridad y sentimiento de pertenencia. Éstas se han sustituido por comunidades más pequeñas, móviles y que se agrupan basándose en las características que tienen en común (ser heavies, ser gais, tener fibromialgia, etc.). Otra crítica recurrente a los locales de ambiente es que fomentan el culto al cuerpo y a la belleza. En este sentido, un chico gay afirma: «Quizás a medida que me vaya haciendo mayor echaré de menos locales de ambiente donde ser joven y guapo no sea requisito indispensable.» (Gay, cuestionario). En estos espacios se produciría, por tanto, una marginación de las personas que no siguen unos determinados cánones estéticos y de edad. También hay quien critica que en este tipo de locales se produce una sobredimensión de la sexualidad: «En Barcelona hay más lugares de espacio homosexual, pero me parece que caen en lo libertino y lo sexual predomina. Considero que el homosexual no es sólo sexo y morbosidad. Faltaría tal vez mayor 43 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona enfoque en otros temas: arte gay, cultura gay, cine gay (no porno gay), etc.» (Gay, cuestionario). En esta cita lo que se cuestiona es que estos espacios giren alrededor de la sexualidad. De hecho, los jóvenes gais por un lado se felicitan por la facilidad para encontrar sexo y, por el otro, se quejan de la dificultad de encontrar relaciones afectivas (Coll-Planas et al., 2009). Entre las personas que señalan que faltan espacios de encuentro LGTB, algunas respuestas ponen encima de la mesa que el «Gaixample» no es una zona de encuentro para la comunidad LGTB, sino principalmente gay e incluso de sólo una determinada manera de ser gay. En este sentido, se reclaman espacios de relación para grupos específicos como personas trans, mujeres lesbianas, personas mayores y adolescentes. En el caso de los últimos, como ya hemos apuntado, el problema es que cada vez salen del armario y tienen clara su identidad de género más jóvenes, en momentos en que no hay espacios de relación dirigidos a ellos: «Creo que el colectivo LGTB va progresando poco a poco. El problema es el de los adolescentes y niños homosexuales, cosa por la que yo pasé también: supe que había discotecas de ambiente, bares, organizaciones, cuando ya estaba bien entrada en mi adolescencia. Pero cuando descubrí mi lesbianismo —yo tenía doce años— me sentía muy sola, como si eso sólo me pasara a mí, no sabía dónde podía encontrar a gente como yo...» (Lesbiana, cuestionario). En este sentido, hay que tener en cuenta el enorme impacto que ha tenido Internet en general para lesbianas, gais y trans, y especialmente para los más jóvenes. El hecho de que haga posible el anonimato ha generado que para muchos jóvenes sea el espacio por excelencia para comentar sus dudas, salir del armario y conocer gente en la misma situación que ellos (Coll-Planas et al., 2009). Se critica también que muchos de los espacios sean exclusivamente para mujeres o para hombres, o que en algunos locales se prohíba la entrada a trans. Este tipo de discriminaciones dentro del mismo colectivo no es un hecho aislado: son varias las mujeres trans que relatan que en alguna ocasión no les han dejado entrar en locales de ambiente (grupo discusión trans inmigrantes). Este tipo de discriminación es fruto de una cierta incomodidad de muchos gais y lesbianas respecto a que se les pueda asociar con las personas trans, a causa de estar más estigmatizadas y porque temen que se reproduzca la idea de que los gais son mujeres en cuerpo de hombre y de que las lesbianas son hombres en cuerpo de mujer (Coll-Planas, 2009). Otro de los temas a los que se ha hecho referencia tanto en las encuestas como en las entrevistas y en los grupos de discusión ha sido el cruising (ir a zonas públicas para ligar con otros chicos con quienes mantener relaciones sexuales habitualmente anónimas). Esta práctica es para muchos hombres que viven conflictivamente su sexualidad la única opción para relacionarse con otros hombres. Otras personas, en cambio, recurren a ello porque son espacios donde encontrar sexo al margen de locales comerciales y que, además, entraña «morbo». Las personas que se han 44 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona referido a este tema reclaman que el Ayuntamiento no intervenga para limitar esas zonas (controlándolas más, talando su vegetación...): «Sí, faltan espacios de encuentro, y también está claro que el Ayuntamiento destruye todos aquellos espacios de cruising donde los gais normalmente se encuentran (Montjuïc, Glòries, etc.).» (Gay cuestionario). «Yo al Ayuntamiento le pediría que dejase de talar los árboles de Montjuïc. El cruising forma parte de nuestra cultura.» (Grupo discusión inmigrantes lesbianas y gais). Por una parte, hay que tener en cuenta que el uso de estos espacios puede entrar, en alguna ocasión, en colisión con los vecinos (en casos de plazas o parques) o de los demás usuarios (en casos de lavabos públicos). De todos modos, estos posibles problemas son mínimos, ya que históricamente estos espacios se han ubicado en zonas especialmente alejadas o recónditas. Por otra parte, precisamente por tratarse de espacios aislados, se puede producir alguna agresión, por lo que en el complicado equilibrio entre intervenir y no hacerlo, hay que pensar que, además, debe velarse por la seguridad de las personas que frecuentan estos espacios. Un investigador en prevención de ITS en hombres que practican sexo con hombres expone que no tiene sentido prohibir estos espacios porque siempre se crearán otros nuevos espontáneamente, del mismo modo que se ha hecho en épocas históricas más represivas. De hecho, cuando se actúa para evitar el cruising en una zona, aparece inmediatamente en otra. Uno de los informantes clave entrevistados que trabaja en la formación de educadores de calle y zonas de cruising para la prevención de ITS apuesta por legalizar estos espacios tal como se ha hecho en ciudades como Ámsterdam, y nos explica que uno de los actuales retos de su tarea es combatir la inseguridad en estos espacios. En relación con la tala de árboles de las zonas de cruising, el educador contesta: «Es una forma de presión pero tampoco lo es tanto. Lo que sí que va creciendo es la inseguridad, o las posibles agresiones. No es tan tan fuerte, pero sí que hay tensión y los educadores a veces se preocupan.» (Entrev. educador social calle). En la siguiente cita, un chico gay reflexiona sobre la presencia de la Guardia Urbana en zonas de cruising y manifiesta que existe muy poco conocimiento de los límites legales del cruising y de lo que pueden y no pueden hacer los cuerpos de seguridad: «Me resulta muy curioso ver cómo los que utilizamos en ocasiones los parques como lugar de ligue, también llamado cruising, reaccionamos ante la presencia de la Guardia Urbana como una amenaza y no como una garantía de seguridad ante posibles agresiones. En este terreno creo que hay un desconocimiento enorme tanto por parte de los usuarios del cruising como de las fuerzas del orden, que no estoy muy seguro de cuál es la actuación en según que casos, quizá también porque en 45 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona realidad no me queda muy claro si hay algún aspecto del cruising que resulta ilegal o va en contra de alguna normativa del Ayuntamiento... Sería conveniente información sobre este tema y sensibilización de los funcionarios municipales.» (Gay, cuestionario). Lo que podemos decir del cruising es que no es ilegal en la ciudad de Barcelona siempre y cuando los intercambios sexuales no sean presenciados por menores de edad o personas con discapacidad psíquica; a pesar de ello, la cuestión de la legalidad y la regulación es un tema en torno al cual existe cierta confusión. Por último, uno de los problemas que ha aparecido al preguntar sobre el ocio en el caso de trans ha sido el tema del deporte, una de las actividades donde está más marcada la separación por sexos: todo el deporte de competición y la mayoría del deporte amateur se lleva a cabo de manera no mixta. El sexismo, tal como hemos apuntado en el apartado 2, es un terreno abonado para la homo/transfobia. Un problema con el que se encuentran las personas trans en los centros donde se practica deporte es la asignación de vestuarios (sobre todo si han modificado su cuerpo y/o no tienen la documentación cambiada). Como vemos en las siguientes citas, existe miedo a ser agredido en los vestuarios deportivos: «Hay chicas preciosas y chicos estupendos que aún no han podido operarse y es un gran conflicto, sobre todo en los gimnasios. Te arriesgas a todo un espectáculo y, lo peor, a recibir una agresión física y, por defecto, verbal.» (Hombre trans, cuestionario). En el grupo de discusión de personas trans de mediana edad se aborda esta cuestión e incluso uno de los hombres trans propone una solución con la que la mayoría de los demás participantes está de acuerdo: «A mí me gustaría que los vestuarios fueran mixtos. En el Centro Cívico Drassanes el lavabo es mixto. Todo lo que sea separar los sexos es una cosa que tendríamos que superar.» (Grupo discusión trans mediana edad). Sintetizando, el reto alrededor del ocio está en cómo generar una mejor oferta de ocio que sea inclusiva, que tenga en cuenta las necesidades de los grupos más invisibles del colectivo (mujeres y personas trans), y que integre a las personas de todas las franjas de edad (adolescentes, personas mayores) y a las personas con necesidades específicas (discapacitados psíquicos y físicos). 46 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona 8. Perfiles más vulnerables Dedicamos el último apartado del informe a sintetizar las problemáticas que afectan a los que consideramos que son los grupos más vulnerables dentro del colectivo estudiado. Nos referimos específicamente a personas trans, personas lesbianas, trans y gais procedentes de otros entornos culturales o de minorías religiosas, personas en situación de dependencia (especialmente personas mayores), bisexuales e intersexuales. A estos grupos habría que añadir dos más que hemos mencionado en apartados anteriores del informe: personas con VIH/sida y mujeres trans y hombres que se dedican al trabajo sexual. Así como la homosexualidad fue retirada de las clasificaciones internacionales de enfermedades mentales a principios de la década de los noventa, la transexualidad aún hoy es considerada un trastorno mental (el trastorno de identidad de género) tanto por la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-IV-R) como por la Organización Mundial de la Salud (CIE-10). Hombres y mujeres trans, por lo tanto, topan en primer lugar con esta patologización que implica numerosas consecuencias prácticas en su vida. En primer lugar, la patologización refuerza la estigmatización al reafirmar el imaginario según el cual son personas inferiores, que no están en el lado de la «normalidad». Este imaginario ampara las agresiones y la discriminación laboral que reciben. En segundo lugar, estados como el español han apoyado esta consideración patologizadora estableciendo que uno de los criterios para obtener el cambio legal del nombre y de la mención de sexo sea presentar un certificado de «disforia de género» (también conocido como «trastorno de identidad de género»)21. El certificado se obtiene tras un seguimiento llamado «test de la vida real», en el que un psiquiatra o un psicólogo clínico evalúa si la persona es realmente transexual y se adapta adecuadamente al rol de género con el que se identifica. Este proceso puede durar desde unos meses hasta unos años. La obligatoriedad y el planteamiento del proceso de seguimiento psiquiátrico hacen que un creciente número de personas rechacen someterse al mismo. Ello supone que una parte considerable del grupo no disponga de una documentación que se corresponda con su imagen y con su identidad sentida, aspecto que les causa problemas en la vida cotidiana: al ir a la biblioteca, al gimnasio, al pagar con la tarjeta de crédito en una tienda, al pasar lista en la escuela o el instituto, al ser llamados en la sala de espera de un centro sanitario, etc. Existen algunos ejemplos de buenas prácticas que ya se han llevado a cabo de manera excepcional en equipamientos públicos (como hospitales, gimnasios, bibliotecas o centros educativos), como son modificar el nombre de las personas trans en los documentos acreditativos o las listas escolares pese a que no se haya realizado el cambio oficial. Estos episodios son precedentes interesantes porque demuestran que, en la mayor parte de las ocasiones, el cambio de nombre no genera ningún problema legal ni técnico, ya que el número del DNI sigue siendo el mismo. 21 Así lo establece la Ley 3/3007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas. 47 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Por otro lado, actualmente los únicos espacios de encuentro e información específicos para personas trans, aparte de pequeñas excepciones, están ubicados en unidades de psiquiatría (como la Unidad de Identidad de Género del Hospital Clínic de Barcelona), aspecto que refuerza la patologización de las personas trans. Por ello se propone «la instauración de una entidad física donde haya información de todas las variantes de transgenerismo, sistemas de mutación del cuerpo, donde puedas informarte sobre médicos, qué derechos tengo en las operaciones… Una estructura que acoja y proteja al colectivo lo máximo posible, un punto donde la sociedad pueda acercarse a pedir información». (Entrev. trabajadora sexual trans). Los trans, las lesbianas y los gais inmigrantes procedentes de países empobrecidos se pueden encontrar en una encrucijada de problemáticas en la que se une la situación de vulnerabilidad en que se encuentran los inmigrantes por las leyes de extranjería con el posible carácter homo/transfóbico de sus comunidades de origen y con la xenofobia de la población autóctona (también por parte del colectivo lésbico, gay y trans). En este sentido, este grupo puede experimentar un doble rechazo: de su comunidad de origen por ser lesbianas, gais o trans y de la comunidad LGTB debido a su procedencia. Una vez realizado este retrato a trazos gruesos, hay que introducir ciertos matices respecto al carácter supuestamente homo/transfóbico de las comunidades de origen de los inmigrantes. Si bien es cierto que en la mayor parte de países latinoamericanos y árabes, de donde proviene el grueso de inmigrantes extracomunitarios de Barcelona, la homosexualidad y la transexualidad están menos aceptadas, la organización y el nivel de control social de cada comunidad es diferente: «Uno de los elementos más complejos es la gente que está integrada en comunidades muy cerradas: los ecuatorianos o algunos países árabes, no todos. Por ejemplo en Marruecos tener sexo con chicos no es un problema mientras no te consideres gay ni entables una relación estable con un chico. Dicho bruto, mientras te lo folles no hay problema, si te enamoras entonces ya... Con las chicas es más complejo todavía. Por ejemplo, los pakistaníes tienen una red social muy amplia, te consiguen trabajo, etc., pero luego hay mucho control también. Yo creo que si perteneces a un grupo que es conflictivo hacia tu opción sexual pueden pasar dos cosas: o bien que hagas una ruptura o bien que no puedas salir del armario.» (Entrev. asociación inmigrantes LGTB). Así pues, los significados de las relaciones entre personas del mismo sexo y las dinámicas de relación de la comunidad de origen son diferentes en función de la procedencia. Además, tampoco resulta preciso confiar demasiado en generalizaciones que sólo se establezcan en función del país de origen, ya que dentro de un mismo entorno encontramos diferencias regionales, de clase social, etc. y también podemos encontrar diferencias entre hombres y mujeres: diferentes niveles de permisividad, de tolerancia, de control social y de represión ante la homosexualidad o transexualidad. Por otra parte, hay que tener en cuenta que la comunidad LGTB no sólo puede resultar tan xenófoba como el resto de la población autóctona sino que, como ya 48 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona hemos apuntado en el apartado sobre espacio público, observamos que se están articulando formas de xenofobia específicamente por parte de lesbianas, gais y trans. Y es que estos grupos pueden tener la sensación de que la llegada de personas de otros entornos culturales más trans/homofóbicos provocará un retroceso en las libertades y derechos conseguidos. Hay que estar pendientes de esta tendencia y de los miedos que la alimentan a fin de evitar que tome fuerza un discurso xenófobo LGTB, como ha sucedido en países como Holanda, donde el gay Pim Fortuyn lideraba un partido político abiertamente racista, o el Reino Unido, donde la lucha por los derechos y libertades de gais y lesbianas se ha articulado con un discurso islamófobo (Carmona, 2006). Aun siendo autóctonas, las personas de determinados grupos religiosos o étnicos se hallan en una situación similar a la de las personas inmigrantes procedentes de entornos culturales más trans/homofóbicos, en el sentido de que se suelen sentir excluidos de su propio grupo y viven en una tensión entre la voluntad de pertenecer a su comunidad de origen y la aceptación de su sexualidad o identidad de género: «Ahora estoy recordando a hijos de personas del Opus, o testigos de Jehová, que son rechazados incluso por su familia. Y luego la etnia gitana también, todos los chicos o chicas que son un poco diferentes o que no cumplen el modelo, pues también lo pasan muy mal.» (Entrev. psicóloga). Siguiendo el hilo de la cita, cabe recordar que, como hemos planteado en el apartado 2, las personas que reciben más agresiones y discriminaciones son los hombres femeninos y las mujeres masculinas, al margen de su tendencia sexual. Tanto por lo que respecta a las comunidades de inmigrantes de entornos culturales más trans/homofóbicos como de minorías religiosas o étnicas, en el grupo de discusión de lesbianas y gais inmigrantes se apunta que hay que trabajar con ellas a fin de cambiar sus imaginarios. En esta misma línea se expresa el representante de una asociación de inmigrantes LGTB: «Es importante que se hagan programas que incidan directamente en formas de inclusión y no de integración. Que se tome la iniciativa de ir al encuentro de estas comunidades con intervenciones a nivel educativo en general, no sólo en los colegios (...). Y luego sacar personas visibles que puedan ser un ejemplo para estas comunidades.» (Entrev. asociación inmigrantes LGTB). El entrevistado apunta que, al mismo tiempo, la Administración local debería promover la cooperación con asociaciones LGTB de los países de origen de los inmigrantes a fin de apoyar la lucha contra la trans/homofobia en aquellos contextos donde las asociaciones están más debilitadas y reciben menos reconocimiento de las administraciones. El principal perfil de personas en situación de dependencia son las personas mayores, pero también están las personas enfermas o con alguna discapacidad física o mental. En estos casos, sobre todo si se está internado (en residencias, hospitales, 49 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona centros psiquiátricos, etc.), suele ser difícil poder vivir con naturalidad la propia homosexualidad o transexualidad: «Una vez te encuentras en una situación de dependencia entras nuevamente en el armario, o mejor dicho, te meten en el armario. Simplemente porque no se conoce y no está estructurado.» (Entrev. especialista en dependencia y masculinidad). La mayor parte de equipamientos y programas dirigidos a las personas mayores adoptan una perspectiva heterosexista. Y ello hace que, a menudo, las personas mayores tengan que entrar nuevamente en el armario en el momento en que tienen que ir a un centro de día o residencia o cuando necesitan la ayuda de un trabajador familiar: «No todo el mundo puede resolver estas situaciones, porque depende de una determinada ideología. Por ejemplo, si eres gay y quieres tener una persona que te venga a limpiar o a acompañar, un trabajador familiar, realmente no deberíamos sacar los pósteres de la pared, y es importantísimo que estén ahí porque forman parte de tu paisaje y es una gran putada.» (Grupo discusión personas mayores lesbianas y gais). Los participantes en el grupo de discusión de personas mayores lesbianas y gais expresaron su preocupación por tener que volver al armario en su vejez y el miedo a la soledad. Pese a que consideran que el principal trabajo que hay que hacer es luchar contra el heterosexismo en los espacios de relación para la gente mayor, los participantes reclaman centros de día y espacios de ocio y de encuentro en los que poder expresar su sexualidad y sus afectos sin miedos. Se detecta también la necesidad de que profesionales como asistentes sociales y el personal de centros geriátricos reciban formación respecto a la diversidad sexual entre las personas mayores: «La gente que se queda sola tiene que encontrar quien le acompañe. Y para nosotros este alguien no puede ser cualquiera, porque si queremos que venga un amigo o un amante... Nosotros no queremos ir fácilmente a la residencia.» (Grupo discusión personas mayores lesbianas y gais). En este punto, se produce el debate sobre si deben crearse espacios específicos para personas LGTB en situación de dependencia o hay que combatir la homo/transfobia en aquellos espacios dedicados a la atención de estas personas. Obviamente no se trata de alternativas excluyentes, sino que puede trabajarse en ambas líneas. Debe tenerse en cuenta, además, que envejecer solo o en pareja marca una importante diferencia. En el caso de las personas mayores LGTB, habitualmente no han tenido hijos y pueden haber roto con sus familias de origen a causa de la homo/transfobia de éstas, por lo que pueden estar más aisladas socialmente, con menos redes de apoyo: «En un momento dado llegas a una edad que... Porque yo tengo familia, pero como si no la tuviera, y se te pueden plantear una serie de cuestiones que pueden ser legales o... Yo he tenido un infarto y afortunadamente lo he superado, pero podría ser que no, y si quedo 50 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona mal, ¿cómo queda mi pareja? ¿Cómo se articula socialmente?» (Grupo discusión personas mayores lesbianas y gais). En los casos más extremos, algunas personas mayores LGTB se encuentran en una situación de aislamiento social que les puede llevar incluso a morir en un estado de abandono. Y son estos casos extremos los que generan una fuerte sensación de miedo a envejecer solos: «A mí ya me han explicado casos de hombres mayores gais a quienes se ha hallado muertos solos en casa. Hay que pensar en centros de día gais.» (Grupo discusión personas mayores lesbianas y gais). La gente mayor trans es un grupo especialmente vulnerable, porque las personas trans (sobre todo las que se dedican al trabajo sexual) ya se encuentran socialmente excluidas en su juventud, y la situación se agrava a medida que envejecen. Se trata de un grupo al que nos ha resultado muy difícil acceder durante el trabajo de campo. En el caso de los hombres trans, ello puede deberse al hecho de que los tratamientos hormonales y quirúrgicos a trans masculinos empiezan en Cataluña en la década de los ochenta, por lo tanto, posiblemente no existe aún una generación de hombres trans que haya llegado a la tercera edad. Por lo que respecta a las mujeres trans, que accedieron hace más tiempo a la hormonación y a las operaciones, sus condiciones de vida (operaciones no reguladas, experiencias de autohormonación nociva y, con frecuencia, dedicación al trabajo sexual y drogodependencia) pueden haber derivado en la disminución de su esperanza de vida. Una mujer mayor trans, por ejemplo, nos explicaba en la entrevista que la gran mayoría de sus amigas trans han fallecido antes de llegar a la tercera edad. La situación de dependencia, sin embargo, no es exclusiva de las personas mayores, sino que las personas con discapacidad, especialmente psíquica, aparecen como un perfil muy vulnerable debido a la falta de instrumentos para abordar estas cuestiones, tal como ha apuntado la psicóloga entrevistada. En otro nivel de vulnerabilidad, hay que decir que las personas bisexuales se hallan a veces discriminadas tanto por las personas heterosexuales como por gais y lesbianas. Las personas bisexuales entrevistadas sostienen que la sociedad comprende mejor la homosexualidad que la bisexualidad: «La gente no tiene una imagen definida. Y les cuesta mucho más entender esto que ser lesbiana. Durante mucho tiempo se ha construido la imagen del gay o la lesbiana. La gente, cuando se lo planteo, se queda bastante desorientada.» (Entrev. mujer bisexual). En el imaginario social, las personas bisexuales suelen aparecer como personas inmaduras, que no toman una opción o que son «viciosas» (Coll-Planas et al., 2009): «El grupo de personas bisexuales sería la gente menos comprendida, incluso por los propios padres y amigos o pequeño grupo social de aquella persona porque dicen “si es homosexual que sea homosexual, si es bisexual es como vicioso”.» (Entrev. psicóloga). 51 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Gais y lesbianas también reproducen la imagen negativa asociada a la bisexualidad hasta el punto de llegar a cuestionar su propia existencia o considerar que dan mala imagen al colectivo: «En ciertos aspectos no he encontrado demasiados referentes para leer. He tenido interés pero he encontrado ocultación. Es un armario dentro del armario. Pero dentro del movimiento gay o según en qué lugares donde hemos hablado del tema, y sobre todo en los movimientos más radicales, o que han pretendido tener más radicalidad, como el Colectivo o el FAGC, pues han tenido una imagen de que si eres bisexual eres un traidor y das mala imagen, y hay como una especie de integrismo.» (Entrev. hombre bisexual). Esta incomodidad respecto a la bisexualidad en el movimiento lésbico y gay hace que se reproduzca la invisibilidad de su realidad en espacios donde se reivindica la diversidad sexual y el derecho al propio cuerpo: «Cuando se habla de bisexualidad en el movimiento gay es siempre el tema de que de eso ya hablaremos después. La lucha por la ocultación de la letra “B” en una serie de siglas... No sé, eso hasta cierto punto hace daño a los jóvenes.» (Entrev. hombre bisexual). Dentro del colectivo, a menudo se tiene la percepción de que las personas que se presentan como bisexuales son gais o lesbianas reprimidos. De hecho, es cierto que mientras no se produce la autoaceptación existen gais y lesbianas que prefieren presentarse como bisexuales. Con todo, existen personas para quien no se trata de un episodio pasajero, sino que mantienen esta etiqueta porque se sienten atraídos y/o tienen relaciones sexuales con personas de los dos sexos. Al mismo tiempo, en las declaraciones de gais y lesbianas en que se menosprecia la bisexualidad se entrevé una cierta envidia por considerar que las personas bisexuales pueden escapar de la homofobia si acaban inclinándose por una persona del otro sexo. Desde esta óptica podemos entender que se cree la sensación de que son traidores de lesbianas y gais (Coll-Planas, 2009). Finalmente, respecto a las personas intersexuales, a día de hoy los protocolos internacionales que regulan los tratamientos a recién nacidos intersexuales recomiendan la hormonación y la reconstrucción genital (véase Fausto-Sterling, 1998). A lo largo del tiempo, personas intersexuales de todo el mundo han ido articulando un discurso crítico con estos tratamientos y, actualmente, algunos de ellos exigen que se interrumpan esos tratamientos a recién nacidos (Chase, 2005). Otras personas intersexuales, en cambio, se muestran muy partidarias de las intervenciones porque afirman que es muy dura la experiencia de vivir en un cuerpo no clasificable como macho o hembra. En el diseño de este diagnóstico hemos tenido en cuenta la intersexualidad, por eso hemos incluido a las personas intersexuales en el cuestionario y hemos entrevistado a 52 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona una doctora especializada en tratamientos a personas intersexuales.22 Ella nos ha explicado que el Hospital de la Vall d’Hebron de Barcelona es pionero en diagnóstico molecular prenatal, a partir del cual se practica el aborto terapéutico si la familia lo pide. Uno de los principales problemas de las personas intersexuales adultas es que con frecuencia no descubren que fueron intervenidas al nacer hasta pasados muchos años, porque sus padres no se lo han explicado: «Yo ahora sí que me he encontrado ya a varios adultos que se diagnosticaron y trataron aquí hace treinta años y que ni sus padres sabían con demasiado detalle de qué se trataba ni evidentemente ellos, porque eran niños. Y ahora, cuando tienen veintitantos o treinta, tienen la inquietud y la duda de que no saben lo que tuvieron o tienen. Por la vía que sea llegan a contactar y piden que quieren saber qué tenían o qué tienen.» (Entrev. doctora intersexuales). La necesidad de plantear las problemáticas de las personas intersexuales en este diagnóstico se debe a la violencia que viven tanto en el ámbito médico como social las personas que nacen con cuerpos no normativos23 y, al mismo tiempo, al reconocimiento de la dificultad de resolver esta problemática sin caer en la simplicidad de negar la conveniencia de las operaciones (ya que resulta muy conflictivo vivir con un cuerpo no identificable), pero al mismo tiempo empatizando con la violencia que se les aplica para hacerles encajar en el modelo de género normativo. Pese a que esta problemática escapa en gran parte de las competencias municipales, la tarea de explicar sus realidades puede contribuir a que dejen de estar cubiertas por el silencio y la vergüenza, y a que seamos capaces de ampliar el imaginario social para que también tengan su lugar las personas que se escapan del binarismo hombre/mujer, ya sea en la dimensión biológica (intersexuales), en la conexión entre biología e identidad (trans) o en la tendencia sexual (gais y lesbianas). 22 Intentamos sin éxito ponernos en contacto con una asociación de familiares y personas que tienen una variante de la intersexualidad con sede en Barcelona. Con posterioridad hemos sabido que actualmente no se reúne. 23 Es cierto que en algunas de las variantes de la intersexualidad la persona puede requerir tratamiento médico, pero en la mayor parte de ocasiones no se trata de intervenciones necesarias para la salud del recién nacido, sino de tratamientos hormonales y operaciones quirúrgicas destinadas a hacer encajar sus cuerpos en la dicotomía macho/hembra que sustenta la división hombre/mujer (véase apartado 2). 53 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Referencias bibliográficas ARELLA, Carmen [et al.]. Los pasos (in)visibles de la prostitución. Estigma, persecución y vulneración de derechos de las trabajadoras sexuales en Barcelona. Barcelona: Virus, 2007. BAUMAN, Zygmunt. Temps líquids. Viure en una època d'incertesa. Barcelona: Viena Edicions, 2007. CARMONA, Pedro. «Activistas denuncian xenofobia de grupos LGTB». Diagonal. 11 de mayo de 2006, p. 43. 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Descartamos plantear preguntas con respuestas cerradas (tipo encuesta) porque consideramos que habríamos perdido riqueza en la información. Al proporcionar la opción de responder brevemente o explayarse teníamos el objetivo de poder captar la complejidad de las experiencias sin perder a las personas que querían responder más brevemente. En un segundo bloque del cuestionario se preguntaban variables sociodemográficas que nos han permitido conocer el perfil social de las personas que han contestado. El cuestionario estaba incluido en un blog (http://barcelonaensenten.wordpress.com), donde se podía leer una presentación del estudio (en catalán y en castellano) y responder el cuestionario en línea (también en los dos idiomas). Tanto la imagen como el lema de la campaña jugaban con señales del colectivo (el arco iris y el verbo «entender» como sinónimo, en argot, de ser gay o lesbiana). Figura 1. Imagen de la campaña El blog se difundió a través de anuncios en revistas y páginas web dirigidas al colectivo, con la edición de postales que se distribuyeron por locales de ambiente y sedes de asociaciones, en un estand situado en el Pink Corner del Salón Internacional de Turismo de Cataluña (del 16 al 19 de abril de 2009), a través de los mailings de asociaciones y por redes de correos electrónicos personales. Durante el mes de enero se llevaron a cabo las primeras pruebas, pero el periodo oficial de recepción de cuestionarios fue del 1 de febrero al 15 de mayo de 2009. 24 A fin de facilitar el trabajo a personas que de entrada no supiesen cómo abordar las respuestas, se sugerían algunas preguntas a modo de ejemplo. 55 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona En la siguiente tabla recogemos la evolución de visitas al blog y de recepción de cuestionarios: Tabla 3. Número de visitas al blog y cuestionarios recibidos 2009 Gener Febrer Març Abril Maig Total Visites al blog 129 1.209 1.148 390 167 3.043 Qüestionaris 10 152 166 112 14 454 Como podemos observar, existe una gran diferencia entre el número de visitas al blog y de cuestionarios contestados. Pensamos que ello se debe a que muchas personas no pertenecientes al colectivo LGBT y sin vinculación con Barcelona han visitado el blog pero no han podido contestar porque no estaba dirigido a ellas. Hay que tener en cuenta que el anuncio se ha insertado en revistas y portales de Internet no específicamente barceloneses ni catalanes, y que el envío a través de redes de correos electrónicos personales no se hizo estrictamente a personas LGTB, sino a la gente que pudiese estar sensibilizada con el tema y lo pudiese reenviar a otros contactos suyos. Esta diferencia entre visitas y cuestionarios recibidos también puede deberse al hecho de tratarse de preguntas abiertas, que puede haber comportado que algunas personas no tuviesen tiempo de responder y volviesen a visitar el blog cuando tenían más tiempo, o que, sencillamente, después de leer el cuestionario no se sintieran incitadas a responder. Sobre el perfil de las personas que respondieron, la mayoría (el 64%) se identifican como gais, el 19% como lesbianas, el 4% como hombres bisexuales y el 8% como mujeres bisexuales. La presencia de mujeres y hombres trans o intersexuales es muy baja (menos del 5%). Esta diferencia se debe a que los gais son el grupo más numeroso, con más espacios de encuentro y con más medios de comunicación propios donde difundir la campaña. La diferencia, ya prevista en el diseño de la investigación, se resolvió con las demás técnicas de investigación empleadas, que utilizamos para dirigirnos a sectores menos presentes en los cuestionarios. Gráfico 5. Identificación de las personas que han respondido el cuestionario 56 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona Por lo que respecta a la edad, más del 60% de la gente que ha contestado se encuentra entre los 18 y los 45 años, sobre todo en la franja de 26 a 35. Sólo el 2,5% de los encuestados son menores de edad, y el 11% tiene más de 45 años. El hecho de que fuese un cuestionario exclusivamente electrónico (no existía la posibilidad de responderlo en papel) ya nos hacía prever la dificultad de acceder a la población más mayor, debido a que es la que tiene menos acceso a Internet. Por este motivo creamos un grupo de discusión específico para este grupo de edad. Lo que nos ha sorprendido, sin embargo, es el bajo porcentaje de respuesta de menores de 18 años. Su falta de respuestas puede deberse a que el cuestionario puede parecer complejo a una persona que ha salido del armario o que vive en el género del que se siente recientemente o que aún no se siente del todo cómoda con su sexualidad o con su identidad de género. Gráfico 6. Edad de las personas que han respondido el cuestionario El 68% de las personas que han respondido no forma ni ha formado parte de ninguna asociación LGTB. Resulta positivo en el sentido de que temíamos que sería más fácil acceder al cuestionario a la población con vínculos asociativos, y que ésta quedaría sobrerrepresentada, cosa que no ha sucedido. Por lo que respecta al origen, el 70% de las personas ha nacido en Cataluña, el 18% procede del resto del Estado español, el 4,5% ha nacido en algún otro país de la Unión Europea, y el 8% son extracomunitarias. Con relación al nivel de estudios, el 65% de los encuestados tiene estudios superiores, el 28%, estudios postobligatorios, sólo el 5,5% tiene únicamente estudios obligatorios y menos del 1% no ha acabado la primaria. Están, en consecuencia, 57 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona sobrerrepresentadas las personas con estudios superiores, probablemente debido al tipo de encuesta y al hecho de haberla administrado sólo de forma electrónica. Gráfico 7. Nivel de estudios de las personas que han respondido el cuestionario Finalmente, hay que añadir que el 74,14% de los encuestados vive en Barcelona, el 15,10% estudia o trabaja en Barcelona, y el 10,76% mantiene una vinculación con la Ciudad Condal por otros motivos, como el ocio, para ir al médico, etc. 2. Entrevistas a informantes clave y sectores Tanto las entrevistas como los grupos de discusión tenían como objetivo localizar a grupos específicos de los que no se disponga de información y a los que fuera difícil acceder a través del cuestionario abierto. Hemos llevado a cabo dos tipos diferentes de entrevistas: Informantes clave que por su labor profesional o trayectoria tienen un punto de vista interesante sobre el colectivo. Personas de sectores del colectivo que suelen desatenderse en la investigación. Se llevaron a cabo un total de 21 entrevistas: 10 a informantes clave y 11 a personas de sectores específicos. Los perfiles de los entrevistados pueden verse en la tabla 1 de la introducción del informe. Las entrevistas siguieron un guión semidirigido. 3. Grupos de discusión 58 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona La técnica del grupo de discusión suele utilizarse a fin de reproducir una situación de conversación espontánea en la que, a través de la conversación entre personas con características similares, emergen sus percepciones y problemáticas. La técnica requiere, por tanto, definir grupos homogéneos. Así como hemos reservado la técnica de la entrevista para dirigirnos a informantes clave y a personas de sectores que habitualmente no se tienen en cuenta, utilizamos el grupo de discusión para aproximarnos a las realidades de grupos sociales con más presencia en el colectivo. Se han llevado a cabo grupos de discusión, con cinco participantes aproximadamente cada uno, con los siguientes perfiles: Personas mayores gais y lesbianas (a partir de 65 años) Personas trans femeninas y masculinas de mediana edad (a partir de 30 años) Gais y lesbianas inmigrantes extracomunitarios Personas trans femeninas y masculinas inmigrantes extracomunitarios Las personas mayores gais y lesbianas son un sector que está adquiriendo visibilidad y que presenta problemáticas específicas debido a que a menudo no tienen hijos que se puedan hacer cargo de ellas, se pueden haber roto los vínculos con la familia de origen debido a su homosexualidad y son miembros de una generación con una mentalidad más homofóbica, lo que les dificulta la integración en espacios como residencias o centros de día.25 Las trans femeninas y los trans masculinos se encuentran en riesgo de exclusión social: su realidad es muy incomprendida, su situación está marcada por la psiquiatría, que define la transexualidad como un trastorno psíquico, tienen muchos problemas de integración laboral, presentan necesidades específicas de salud y, en el caso de las mujeres trans que se dedican al trabajo sexual, debe sumarse el estigma y la vulnerabilidad que supone esta ocupación. Es necesario tratar el sector de lesbianas, trans y gais inmigrantes en profundidad porque es un grupo con creciente presencia en nuestro entorno y que tiene trayectorias, percepciones y problemáticas diferentes a las personas autóctonas. Al mismo tiempo, que en su situación se entrecruce el ser trans, gais o lesbianas con el ser inmigrantes les puede situar en riesgo de exclusión. 25 Consideramos que no era necesario dedicar esfuerzos al análisis de las problemáticas del sector más joven porque era previsible que era el que contestaría mayoritariamente el cuestionario abierto, y porque muy recientemente hemos llevado a cabo una investigación dirigida a este colectivo (en gran parte centrada en la realidad de Barcelona) cuyo planteamiento es complementario, por lo que pueden extrapolarse sus resultados (Coll-Planas et al., 2009). 59 Diagnóstico de las realidades de la población LGTB de Barcelona El reclutamiento se realizó a través de asociaciones, de foros de Internet y de redes personales. Los grupos de discusión se llevaron a cabo en el centro cívico Casa Elizalde. 60