CIRUGÍA ESTÉTICA Revista Tendencia Maracaibo. Edición: 54. Embellece lejos del quirófano. Por Carlos L. Moreno Pineda. En la búsqueda de la eterna juventud, la piel es una de las principales áreas en ser atendidas. Sin embargo, una apariencia verdaderamente bella y juvenil va mucho más allá de la buena genética y un poco de crema humectante. Una vez que aparecen los problemas cutáneos es necesario enfrentarlos con los mejores tratamientos posibles. Con el paso del tiempo la radiación solar, la pérdida de elasticidad y el desgaste ocasionan que las líneas de expresión facial se acentúen convirtiéndose en arrugas, el rostro luce un aspecto cansado y le restan parte de su natural atractivo. Son muchos los métodos utilizados para resolver este problema estético que, eventualmente, nos afecta a todos. Uno de los más populares gracias a su carácter ambulatorio y sencilla aplicación es la toxina botulínica, o mejor conocida por su nombre abreviado: Botox. Utilizado desde hace más de veinte años para tratar espasmos musculares, no fue hasta la década de los noventa que se descubrieron y aprovecharon las propiedades del botox en el área de eliminación de arrugas. Aplicado a través de inyecciones en las zonas afectadas, este compuesto bloquea la actividad de los músculos capaces de producir las líneas de expresión, manteniéndolos lo suficientemente activos como para no dar un aspecto estático al rostro. Con un breve e indoloro procedimiento, el paciente no requiere reposo posterior a la aplicación y empieza a ver resultados unos tres días después de la misma, los cuales pueden durar de cuatro a seis meses. Establecer una fecha de inicio del tratamiento puede ser tan variable como tipos de piel hay, no obstante, se recomienda utilizar botox después de los treinta años, de acuerdo a las necesidades personales de cada paciente. Aunque en algunos casos se utiliza como procedimiento preventivo, no es recomendable su aplicación en áreas carentes de arrugas, ya que su efecto de bloqueo de la actividad muscular puede causar que ésta se atrofie, quitándole volumen a la cara y generando un efecto de envejecimiento prematuro en la persona. Generalmente, el paciente que no tiene arrugas no debería de recibir botox, a menos que este sea utilizado para corregir algún defecto específico como párpados caídos o sonrisas gingivales. Los efectos colaterales de esta técnica son muy raros. Pueden ser descritos como dolores de cabeza transitorios o sensaciones de ardor en el sitio de la inyección, sin embargo, estos problemas están asociados en su mayoría a la mala praxis médica, por lo que el paciente siempre deberá recurrir a un especialista. Aunque el botox es una de las técnicas más utilizadas y recomendadas, el cuidado de la piel involucra mucho más que un único tratamiento. La buena alimentación, protección solar, hidratación y limpieza diaria del cutis, son tan sólo algunos de los hábitos necesarios para mantener la salud facial y prevenir problemas futuros.