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SERIE INFORMATIVOS: Frente Externo
UMNG – IEGAP # 162
Bogotá, 22 de julio de 2014
UNA NUEVA ETAPA EN LAS CONSIDERACIONES GEOPOLÍTICAS DEL MEDIO ORIENTE
¿UN CALIFATO EN LA MODERNIDAD?1
Palabras clave: Califato, Irak, ISIS, Estado Islámico, Abu Bakr al Baghdadi, Estados Unidos.
Introducción
Las primaveras árabes han modificado el tablero de ajedrez regional en el Medio Oriente. Hasta
ahora, el balance implica el fin del régimen de Gadafi en Libia, y la posterior inestabilidad y
atomización del país norteafricano en pequeñas protociudades-Estado dominadas por clanes,
algunos asociados a Occidente por el interés petrolero de la región de Bengasi y otros, enemigos
bajo un halo de radicalización islámica –caldo de cultivo para Al Qaeda y otros movimientos-. En
Egipto, intentó prosperar un espíritu democrático que sin embargo, sucumbió al poder de las
maquinarias políticas del antiguo régimen y permitió el regreso del esquema pro Mubarak, ahora
bajo la figura del General Al Sisi, y tras el golpe de Estado al gobierno musulmán de Mursi. En
Siria, una revuelta árabe que no fue genuina sino sembrada –similar a la que ocurrió en Libia- ha
mantenido el país sumergido en una guerra civil que cobra cientos de miles de víctimas, ve a una
comunidad internacional con una pasividad cómplice que permitió la incorporación de facciones
armadas y pro religiosas en un conflicto inicialmente político.
En este contexto, aparece el autodenomidado Estado Islámico para Irak y el Levante –ISIS por su
sigla en inglés2 -, un grupo sunita que sin embargo, tiene una postura conservadora y seguidora
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Este documento forma parte de la serie “Informativo” del Instituto de Estudios Geoestratégicos y Asuntos
Políticos de la Universidad Militar Nueva Granada. Su elaboración final estuvo a cargo del Politólogo Alexander
Montero, miembro de este Centro Académico. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva
responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Militar Nueva
Granada.
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El Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL por sus siglas en castellano e ISIS en inglés) que ha pasado a llamarse,
por sus propios miembros, Estado Islámico (EI) eliminando de su nombre la referencia regional, es un grupo
insurgente, de naturaleza islamista suní, autoproclamado califato, asentado en un amplio territorio de Irak y Siria
controlado por radicales fieles a Abu Bakr al-Baghdadi. Aunque el grupo se organiza como un Estado no
reconocido, controla de facto varias ciudades como Mosul, Faluya o Raqqa. El objetivo del grupo es establecer un
califato tanto en Irak como en Siria imponiendo la sharía o ley islámica.
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de preceptos islámicos tradicionales que pretende revivir un antiguo sueño regional: tener una
unidad política – religiosa entre el Mediterráneo y el golfo Pérsico. Los interrogantes sobre este
nuevo aporte al tablero de ajedrez regional son por lo tanto, cada vez más profundos.
Primaveras sembradas, resultados imprevistos y contradictorios
Los cálculos de Estados Unidos, principal actor en la reconfiguración del Medio Oriente, fallaron
por mucho. En primer lugar, Libia no se estabilizó después de la muerte de Gadafi sino por el
contrario, se observa un ambiente de lucha mucho más hostil entre clanes y de fundamentalismo
islámico. Egipto, su aliado por décadas y guardián del Canal del Suez, cayó en manos de los
Hermanos Musulmanes y tan sólo de un grosero golpe de Estado, retornó a un régimen amigo.
No obstante, el principal error de cálculo fue Siria. El régimen de Al Assad no era, a diferencia del
de Gadafi, abiertamente enemigo de Estados Unidos ni de Israel. Al contrario, Siria desde la
época del Jaffez Al Assad, el padre del actual gobernante, se constituyó en la frontera más segura
para Israel, luego de la egipcia. Con la llegada de Bashar Al Assad, Estados Unidos se acercó al
régimen con la esperanza de buscar una salida alterna al Mediterráneo del petróleo que provenía
del Golfo Pérsico y que buscaba conectar una serie de oleoductos que nacía en la región petrolera
de Basora, al norte de Irak. Por esta razón, los lazos políticos entre Estados Unidos y Siria fueron
muy estrechos, de manera que cuando la crisis comenzó, la Casa Blanca tardó un año en decidir
su apoyo a los rebeldes.
Este giro en la favorabilidad norteamericana le llevó indefectiblemente a entrar en una paradójica
realidad. La oposición al régimen sirio estaba compuesta por un sinnúmero de organizaciones y
matices en extremo variados, que tenían como único punto en común, el anhelo del fin del
régimen de Al Assad. En ese entramado de organizaciones, calaron entre otras cosas, múltiples
grupos asociados a Al Qaeda, los cuales se convertían en aliados circunstanciales de Estados
Unidos. Esta paradójica alianza se soporta en otra paradoja: el papel dual de Arabia Saudí que es
a la vez es, uno de los más estrechos aliados de Estados Unidos y promotor de entendimientos
conservadores del Islam que incluso, permitieron el nacimiento de Al Qaeda.
Hasta el momento, se puede llegar entonces, a dos conclusiones preliminares. Por una parte, que
los resultados de las primaveras árabes fueron imprevisibles y contradictorios, y por la otra, que
en el escenario Sirio y debido a sus características, Estados Unidos jugó un papel que lo llevó a
asociarse circunstancialmente con sus pasados y futuros adversarios.
El segundo error de cálculo de Estados Unidos tuvo que ver con Irak. La ocupación
estadounidense de Irak implicó una fractura total del país. Con la muerte de Hussein, ningún
poder logró controlar la diversidad política que han caracterizado las regiones iraquíes, así como
la presión kurda en las regiones del Norte. De esta manera, el régimen colaboracionista de
Bagdad junto con Estados Unidos, ha tenido que enfrentarse a múltiples grupúsculos y milicias
que han intentado hacerse con el control de sitios clave en la geopolítica petrolera iraquí.
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En este contexto caótico, el ISIS, aliado circunstancial de Estados Unidos en Siria, decidió pasar
la frontera y adueñarse, sobre la base de su poder militar prevalente, del Norte de Irak. De esta
manera, ISIS entró en una paradoja con Washington: es aliado en Siria y adversario en Irak.
La estrategia concebida hasta ahora por la administración Obama, es también desconcertante
por dos elementos centrales.
En primer lugar, teniendo en cuenta que el Norte de Irak es una región históricamente reclamada
por los kurdos –antiguos enemigos de Sadam Hussein- e incluso, con aspiraciones
independentistas, Estados Unidos acogió las milicias kurdas como primera línea de fuego para
combatir al ISIS en las ciudades que han logrado controlar. Esta alianza esconde un futuro y
nuevo conflicto: la explosión de Irak y la creación de la región kurda en el Norte, con control de
ciudades como Basora.
En segundo lugar, Estados Unidos ha tenido que invocar el apoyo de Irán –férreo adversario del
ISIS en Siria- para que brinde apoyo militar y tecnológico a Irak, y pueda contrarrestar la cada
vez mayor amenaza de secesión. Así las cosas, Estados Unidos ha tenido que matizar su otrora
crítico discurso al régimen iraní, para buscar un diálogo y favorecer su apoyo a Irak.
Una tercera conclusión preliminar surge de esta situación. En lo coyuntural, la estabilidad del
Medio Oriente está siendo amenazada entre otras cosas, por la declaración del ISIS de crear un
Estado islámico tipo califato. No obstante, la estabilidad estructural del Medio Oriente está
siendo amenazada por el collage de alianzas, muchas de ellas contradictorias y que está haciendo
Estados Unidos en la Región.
El mundo musulmán. Un crisol de tendencias
Si bien es cierto que los movimientos contestatarios de Europa contemporánea han motivado el
auge del islam tanto en versiones moderadas como radicales, es necesario afirmar que es muy
complejo intentar explicar el fenómeno del ISIS como parte de un proyecto homogéneo e
integrado.
El primer error que se suele cometer a la hora de analizar estos fenómenos, es asumir con una
falsa igualdad los conceptos de Mundo Musulmán, Mundo Árabe y Medio Oriente. En pocas
palabras, se puede afirmar que el Mundo Musulmán es una extensión geográfica y cultural que
abarca mucho más de lo que abarca el Mundo Árabe. Por lo tanto, tan sólo el 20% del mundo
musulmán es árabe. Países como Irán, Turquía o Indonesia no son árabes, pero concentran las
mayores poblacionales árabes del Mundo. De la misma manera, no todos los árabes son
musulmanes, dado que existen importantes grupos árabes de otras religiones, especialmente
católicos.
El Medio Oriente es otro concepto difuso. Los británicos habían creado el concepto de Oriente
Próximo para designar la región que comprendía la cuenca del golfo Pérsico y la costa Oriental
del Mediterráneo con algunas porciones del Norte de África separadas del Magreb franco
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español. Esta definición fue heredada por la academia estadounidense luego de la Segunda
Guerra Mundial, y se cambió por Medio Oriente. Luego de los atentados del 11 de septiembre y
por consideraciones meramente estratégicas, Estados Unidos creó el concepto de “Medio
Oriente Ampliado” que incorpora regiones de Asia Central como Afganistán y Pakistán. Sin
embargo, es posible afirmar que el concepto de Medio Oriente incluye porciones musulmanasárabes y musulmanas –no árabes.
Ahora bien, más allá de la diferencia geográfica, el Mundo Musulmán está dividido por más de
600 tendencias, algunas de ellas muy contradictorias entre sí. Así aparecen dos de las grandes
ramas –no las únicas- del islam: sunitas y chiítas.
La gran diferencia que existe entre sunitas y chiitas, nace de una interpretación de la sucesión de
poder luego de la muerte del profeta Mahoma. Como el Profeta no dejó herederos, los chiitas
creían que el poder debía asumirlo el personaje más próximo en la línea familiar, es decir, su
yerno Alí. Los sunitas por su parte, asumieron que el poder debía mantenerse bajo una
perspectiva política, en este caso, el más cercano y que se configuraría bajo la figura del Califa.
Por tal motivo, ISIS, que sigue una tendencia sunita, propone la figura del califato.
Califatos en el siglo XXI
En sentido preciso, un califato se refiere al modelo político –religioso en el cual el líder es el
Califa que literalmente significa sucesor, y que implica la sublimación de la vida política con
preceptos religiosos propios del Corán. Esta figura en sentido político, elimina el sistema de
pesos y contrapesos propio de las democracias occidentales liberales, pero mantiene muchas de
las características de los Gobiernos autárquicos que existen incluso, fuera del islam.
Resulta fuera de lo común que el ISIS considere una figura anacrónica de Gobierno, teniendo en
cuenta que el último califato que existió en términos formales fue el Imperio Otomano, abolido
formalmente por Kemal Ataturk en 1924.
Se presume que un califato se vuelve el faro al cual deben obedecer en buena medida, los
musulmanes o cuando menos, los musulmanes sunitas. Sin embargo, esta aplicación dista de la
realidad, dadas las agendas políticas propias que cada Estado puede llegar a tener. Incluso, el
mismo Imperio Otomano nunca llegó a representar un faro obligatorio para los musulmanes del
Mundo. Tan sólo el período romántico de los califatos árabes que rigieron la expansión por el
Norte de África hasta Europa, cumplieron este rol a cabalidad.
Por tal motivo, en buena medida resulta irrelevante que el ISIS haya nombrado a su líder Abu
Bakr al Baghdadi como Califa. Este califato no logrará la obediencia de los Estados Musulmanes
moderados –especialmente los del Golfo- como Arabia Saudí tampoco permitirá que surja un
competidor en el monopolio de los símbolos islámicos (Arabia administra las dos ciudades más
importantes para los musulmanes, La Meca y Medina).
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La gran consecuencia y a su vez principal conclusión, es que el califato establecido por ISIS será
un gran reto regional. Cuenta con dinero, en especial después de asaltar uno de los principales
bancos iraquíes al Norte, poder militar, religioso y cultural que significará un reto militar para la
Región, la supervivencia de Irak y para los Estados Unidos.
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