« Violoncelo, mujer de madera» Categoría B Maya López Cité

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« Violoncelo, mujer de madera»
Categoría B
Maya López
Cité Scolaire Internationale Europole (Sección Española)
Grenoble (Francia)
Cada noche, el doloroso silencio del café me impide vivir. Me quedo tumbada
entre la silla y la barra, glaciares objetos.
Cuando el camarero, Víctor, a las tres de la mañana, olvida tapar las ventanas
con las cortinas verdes, admiro en secreto a los borrachos que gritan a las estrellas
unos versos desesperados. Pero su olvido no ocurre más que una vez cada año y la
mayoría del tiempo me quedo en una dura oscuridad. Odio la noche. Odio el
silencio. Odio ese bar que se convirtió, hace tanto tiempo que no me acuerdo
cuándo, en una celda feliz cuando los otros están en una pesadilla monótona,
cuando estoy sola.
Mi vida está controlada por los músicos. Estas personas con una especie
de… estrellas en los ojos. Unos satélites que me invaden el alma en una mirada
fugaz. Llegan y me rodean con sus brazos frágiles. Me acarician y su emoción me
invade el cuerpo.
Flamenco desesperado, blues rítmico, tango lento; distribuyo la felicidad
cuando el músico vierte un poco de su alma entre mis cuerdas. Soy Violoncelo,
mujer presa entre esas curvas de madera.
1
Nací un día de lluvia tallada con un cuchillo brillante. Soy huérfana y mis
padres adoptivos son las locuras que tiritan en la puntas de los dedos de los
hombres que quiero.
Mi música es el hada que mata las insensibilidades, creando perlas amargas
que acaban su corto viaje entre la lengua y el paladar de unas bellas criaturas. Y si
la gente no llora, mis cuerdas enfadadas revientan en explosiones estridentes.
Soy Violoncelo, mujer de tristeza que en unas noches de boda deja libre mi
deseo infatigable pero inaccesible, vivir en un cuerpo de muñeca, de muñeca blanca
como el espumado de Bretaña cuando el mar empieza a perdonar a la Luna la
magnificencia que le roba cuando él duerme.
Soy Violoncelo, lágrima encendida cuando el sol ciega mi diapasón
incrustado.
Violoncelo, mujer de madera.
2
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