39 Junio-julio 2014 I Publicación bimestral de la Editorial Grupo Destiempos I ISSN: 2007-7483 I Reservas de Derechos al Uso Exlusivo: 04-2013-101814413100-1021 I Revista destiempos N°39 Michel Torres El Colegio de México Benjamin Moser. Why this world. A biography of Clarice Lispector. Oxford University Press, 2009, 479 páginas Desde luego que es muy posible que no haya sucedido de este modo, pero bien podría haber sido: un día, un lector se asoma a la obra de una escritora que le han recomendado, y queda absolutamente prendado de lo que está leyendo. La impresión que la lectura causa en él es tan poderosa que lo llevará a rastrear por todos los rincones del mundo las huellas de quien fue capaz de crear ese mundo propio y el origen de cada uno de los elementos de los que está compuesto. El lector es Benjamin Moser, crítico literario y traductor; la escritora es Clarice Lispector, una de las figuras literarias brasileñas más conocidas y al mismo la más enigmática, y el resultado de ese ejercicio de investigación son las páginas de Why this world. A biography of Clarice Lispector. Meticuloso, sobrio y generoso, el libro es imprescindible para quien quiera saber más (o mejor dicho, saberlo todo) sobre Lispector. Desde la fotografía que ilustra la portada el texto hace uso de los alcances míticos de la autora: una elegante Clarice mira al lector sin disimulo, invitándolo a participar del misterio, a descifrarlo. Durante la lectura es evidente que el autor comparte no sólo los resultados de una investigación desarrollada con impresionante minuciosidad, también deja ver, con cuidadosa y elegante redacción, que ha establecido un vínculo con la autora, un genuino interés que va más allá de la relación, a menudo fría y esquemática, entre un investigador y su objeto de estudio. Moser comprende muy bien que está Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 67 Revista destiempos N°39 reconstruyendo la vida de una persona sumamente intrigante, poseedora de una gran inteligencia y de un enorme talento literario, pero, al mismo tiempo, una mujer profundamente sensible y vulnerable, que enfrentó desde el principio de su vida y en múltiples ocasiones dificultades extraordinarias, circunstancias que en cierta forma se trasladarían a lo literario, como el autor atinadamente señala a lo largo de toda la obra. Claya Lispector nació en Podolia, Ucrania, en 1920, unos meses antes de que su familia, de origen judío, iniciara un proceso de migración que terminaría en Brasil. La historia de las migraciones judías al paso de los siglos, pero especialmente en el siglo XX, a menudo es más intrincada y peculiar de lo que un lector no judío sospecha. Incluso podría pensarse que, hasta la llamada Segunda Guerra Mundial y el exterminio minuciosamente implementado por el ejército nazi, Europa era un remanso de paz para todos los judíos que la habitaban. Por ello, que tantas familias decidieran abandonar el continente para emprender el larguísimo viaje en barco y aventurarse a tratar de continuar con sus vidas en un continente enteramente desconocido, se explica cuando se conocen las terribles circunstancias que enfrentaban en su lugar de origen, causadas por la institucionalización de los sentimientos antisemitas que durante siglos se habían estado acumulando y que en Rusia, todavía sufriendo las consecuencias de la Revolución, se tradujo en los despiadados pogroms, ejercicios de limpieza étnica que diezmaron a las comunidades judías de la región. Así es como la familia formada por Pinkhas Lispector y Mania Krimgold y sus hijas Leah, Tania y Chaya, escapó primero, y en medio de enormes dificultades y peligros, hacia Rumania, para luego emprender el viaje en barco hasta Maceió, una pequeña ciudad al noreste del país, donde algunos parientes de Mania habían llegado antes, escapando del mismo conflicto. Al llegar, y para iniciar su nueva vida, cambiaron sus nombres: sus padres adoptaron los más comunes y latinizados Pedro y Marieta, respectivamente; Leah se llamó Elisa y la pequeña Chaya sería conocida en lo sucesivo como Clarice. Solamente Tania mantuvo su nombre. Sin embargo, como se fue haciendo tristemente evidente conforme se adaptaron a su nueva vida y su nuevo hogar, una cosa es estar a salvo y otra es estar bien. Toda la violencia de la que fueron víctimas y testigos dejó huellas muy profundas y dolorosas, y tuvo consecuencias que ya no fue posible remediar. Desde antes de abandonar el viejo continente la familia había visto desaparecer sus ingresos y, a pesar de todos los esfuerzos de Pedro, incluyendo mudarse a Recife, en la región de Pernambuco, la pobreza fue la constante a lo largo de la infancia y adolescencia de Clarice. Mania llegó a Brasil enferma y su condición se fue deteriorando cada vez más, hasta su muerte, cuando Clarice tenía nueve años. “Su infancia, con Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 68 Revista destiempos N°39 su felicidad perdida y sus constantes tragedias nunca abandonaron su mente”1, señala acertadamente Moser, quien sabe aprovechar todas las fuentes a su disposición: bibliográficas, hemerográficas, epistolares y sobre todo entrevistas, invaluables testimonios de quienes la conocieron de forma íntima o no tanto, de miembros de su familia que están al tanto del peso que Lispector tuvo durante su vida y mantiene todavía en el panorama cultural de Brasil, que enriquecen el retrato de una mujer que, incluso si nunca hubiera escrito, habría tenido una vida llena de episodios interesantes, materia prima de relatos. Como marco de estas circunstancias personales están los aspectos sociales de la vida brasileña de la primera mitad del siglo pasado, que Moser reconstruye con minuciosidad para ubicar los pasos de Clarice: el discurso nacionalista y conservador de Getúlio Vargas, quien a lo largo de veinticinco años, aunque con una interrupción importante, estuvo provisionalmente a cargo del gobierno. A diferencia del proceso independentista brasileño, ocurrido en el siglo XIX, que fue una transición pacífica, estas circunstancias políticas son más cercanas a las que sucedían o sucederían en los países de habla hispana del continente durante las dos décadas inmediatamente anteriores a la Segunda Guerra: gobiernos nacionalistas con discursos más o menos velados en contra de las migraciones masivas, concretamente de comunidades judías, pero que al mismo tiempo los dejaban establecerse por el impacto positivo que generalmente tenía para la economía, por no mencionar ciertos aspectos que enriquecían la vida cultural. A lo largo de su infancia y juventud, y hasta el momento en que finalmente se le otorga la nacionalidad brasileña en 1943 (condición obligatoria para contraer matrimonio), Clarice sería testigo de situaciones más o menos antisemitas, que lo mismo podían tratarse del rechazo de un cierto grupo de personas que de una política de estado que trataba de acotar la eufemísticamente llamada cuestión judía. En este sentido, lo que pasaba en Brasil tampoco estaba tan lejano de cómo se respondía a esa cuestión en otros países. La inteligencia y curiosidad intelectual de Clarice le ayudaron a sobreponerse a sus humildes circunstancias. En este sentido, es particularmente emotivo el análisis que Moser hace en torno a la forma en que la niña se ve impactada con la muerte de su madre. A diferencia de la experiencia de sus hermanas, Clarice la conoció enferma, inmóvil, sobreviviendo a los estragos de la violencia que en general sufrió la familia en Ucrania y ella, en particular. En medio de esta espantosa circunstancia, la pequeña busca desesperadamente la forma de ayudarle, devolverle su salud: le escribe historias que terminan con un final feliz cuando, de manera milagrosa, recupera la salud. Desde luego, la realidad no sigue las pautas 1 p. 62. Traducción propia. Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 69 Revista destiempos N°39 de la ficción, pero la joven y voraz lectora descubrió entonces el poder, a veces catártico, que tiene la escritura: “creía que los libros eran como los árboles, como los animales: ¡algo que nacía! Eventualmente descubrí que tenían un autor. Así que decidí que eso era lo que quería.”2 El tiempo sigue su curso y la niña Clarice crece al cuidado de su padre y con su hermana Elisa tratando de suplir la ausencia de la madre. En 1935, buscando todavía mejores oportunidades para fortalecer la economía familiar, la familia se mudó a Rio de Janeiro. Alumna sobresaliente, no tuvo problemas en sus estudios, y desde muy joven supo que su verdadera vocación estaba en la literatura. Si bien esta decisión no significa ningún conflicto per se, no deja de ser peculiar que una niña de trece años tenga tan claro el deseo de integrarse a ese mundo que tanto la enriquecía, el literario. Como resultado de esta decisión, Clarice empezaría a publicar desde muy joven, pues entendió muy pronto que el oficio de escritor requiere una enorme disciplina, y que a menudo la inspiración enmudece si no se atrapa en el papel. A la par de la decisión vocacional de la escritora, Moser empieza a señalar un aspecto importante de su personalidad, y que con el paso del tiempo se haría cada vez más evidente: una tendencia, no del todo voluntaria, a ensimismarse, resultado desde luego de las dolorosas experiencias que iba acumulando en su vida, especialmente el fallecimiento de su madre. Sin embargo, no disfrutaba la soledad. Podía pensar en sí misma, analizarse, volverse su objeto de estudio, pero no buscaba aislarse. Además, conforme crecía, se hacía evidente que se estaba convirtiendo en una mujer de una belleza única. Todos las que la recuerdan en su juventud coinciden en su enorme atractivo físico. La autora estuvo siempre consciente de su singularidad, tanto en el aspecto físico como en el interior, y aunque a menudo le resta importancia, sabe del enorme atractivo que ejerce entre quienes la conocen. En 1937 Clarice ingresó a la Escuela de Derecho en la Universidad de Brasil. En los años que transcurrieron mientras cursó sus estudios superiores, se desarrolló una serie de eventos de gran trascendencia: siendo estudiante comenzó su trabajo periodístico, primero para la “Agência Nacional”, y a continuación para la revista “A Noite”; en mayo, en la revista “Pan” apareció su cuento, Triunfo, con lo que comenzaría a publicar regularmente. En agosto, después de una operación de la vesícula, falleció su padre, a la edad de 55 años. También en esa época conoció a uno de sus amigos más queridos, por quien, en un principio, tuvo sentimientos románticos no correspondidos: Lúcio Cardoso, uno de los protagonistas más importantes de la escena cultural brasileña del momento. Moser entiende muy bien la naturaleza de la relación entre Cardoso y 2 p. 77 Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 70 Revista destiempos N°39 Lispector: un vínculo afectivo más allá de la amistad, establecido entre dos figuras cuya afinidad va más allá de lo intelectual y de la capacidad creativa. Antes de concluir sus estudios, Clarice conoció al que sería su marido, Maury Gurgel Valente. Algunos de los aspectos y prácticas de la religión habían dejado de ser importantes desde la muerte de su padre, por lo que contraer matrimonio con un gentil no fue un acto de rebeldía, aunque albergara dudas sobre la institución matrimonial. En esta parte del libro sería muy fácil apelar a cierto afán de discreción que omitiera circunstancias tanto personales como familiares que podrían resultar incómodas en torno a la decisión de Clarice, pero el autor las presenta y analiza con sobriedad y, lo más importante, sin caer en juicios sentimentales ni justificaciones. El mismo año en que contrajo matrimonio, su primera novela, Perto do Coraçao Selvagem vio la luz y tuvo un enorme éxito. La crítica especializada la recibió con gusto y admiración y lo mismo sucedió con los lectores. Lispector consolidaba su carrera de escritora, y Maury, poco tiempo después, daría inicio a su carrera en el servicio exterior, al otorgársele un puesto consular en Nápoles, a donde llegaron en 1944, menos de un año antes de que concluyera la Segunda Guerra Mundial en Europa. Así iniciaba un periodo de distancia de Brasil, cuyo abrupto final afectó profundamente a Clarice. Aunque con breves interrupciones, Maury y Clarice pasaron casi quince años fuera de Brasil. Moser recrea estos años con detalles que evidencian las múltiples maneras en las que Clarice padeció y resintió este periodo: lo que empezó con el entusiasmo de una joven esposa de un diplomático, terminó por convertirse en una obligación agobiante que la llenaba de aburrimiento y desesperación. Salvo por contadas excepciones, no encontraba mayor placer en los viajes y las actividades correspondientes a la esposa de un diplomático; se sentía generalmente a disgusto en un círculo social que, en su mayoría, estaba rodeado de frivolidades. Cambiar el escenario europeo por los Estado Unidos (llegaron en 1952), no cambió en mucho el panorama. Hizo algunos amigos entre la comunidad brasileña, pero la nostalgia crecía sin que hubiera forma de mitigarla. El nacimiento de sus hijos fue, en principio, motivo de alegría, pues, como ella misma declararía, Lispector encontraba una profunda satisfacción personal en ser madre. Pero incluso en este aspecto de su vida se vio forzada a lidiar con retos que pondrían a prueba la paciencia de cualquier persona. Uno de los más dolorosos fue la condición inestable de su hijo mayor, Pedro, quien desde su adolescencia fue diagnosticado con esquizofrenia. Eventualmente, Clarice se encontró abrumada y desesperada: decidió abandonar a Maury y regresó, junto con sus hijos, a Brasil en 1959. Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 71 Revista destiempos N°39 El regreso al que nunca dudó en considerar su país marcó el principio de un periodo complejo que abarcaría las dos últimas décadas de su vida. Mientras en lo profesional retomó con entusiasmo la creación literaria, al grado de que fuera el más prolífico de su carrera, en lo personal nuevamente estuvo marcada por situaciones que la entristecían cada vez más, que la volvieron, en sus propias palabras, “menos conciliadora”. Su divorcio le provocó un enorme resentimiento hacia Maury, quien contrajo matrimonio por segunda vez, con una mujer más joven. Mantuvo una relación con Paulo Mendes Campos, poeta y escritor, casado, con quien se identificó completamente, como le había sucedido muchos años antes con Cardoso, en términos de sensibilidad y talento, pero la relación estaba destinada a durar muy poco. La decepción sentimental, el ensimismamiento y consecuente soledad contra los que luchó siempre, el desgaste ocasionado por la enfermedad de su hijo, la muerte de Cardoso, se sumaron a la que fue la última dificultad, que no pudo vencer: el cáncer. Clarice Lispector falleció el 9 de diciembre de 1977, un día antes antes de su cumpleaños que, además, fue en Sabbath, por lo cual fue sepultada, siguiendo todos los ritos de la religión judía, el 11 de diciembre. Pero la obra de Moser no concluye con la muerte de la autora: el relato de vida se enriquece con los paratextos, como las fotografías que, aunque están en la mitad del libro, le obsequian al lector un atisbo, aunque breve y apenas suficiente para despertar la curiosidad, de la vida de Lispector. También resulta sumamente interesante, y sobre todo de gran ayuda, el esquema genealógico de Clarice que abarca a sus familias materna, paterna y política; y los mapas que lo anteceden. Todos los elementos para formarse una imagen más clara de la escritora, dispuestos de tal forma que, lejos de agotar al lector, le dan razones, por si acaso le hicieran falta, para buscar, como siguiente paso, la cercanía con su obra. Junio-Julio 2014 ISSN: 2007-7483 ©2014 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com 72