SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO SECCIÓN

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SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
SECCIÓN TERCERA – SUBSECCIÓN A
Bogotá, D.C., julio dieciséis (16) de dos mil quince (2015).
Radicación: 250002326000199902960-01 (27.561)
Actor: ETESA
Demandado: Herederos de Santiago Medina y otra
Referencia: Acción de repetición
Consejero Ponente (E): Hernán Andrade Rincón
Procede la Sala a resolver el recurso de apelación interpuesto por la entidad demandante
contra la sentencia que dictó el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección
Tercera, Subsección B, el 31 de marzo de 2004, mediante la cual se denegaron las
pretensiones de la demanda.
I.- A N T E C E D E N T E S
1.- La demanda
En escrito que se presentó el 22 de noviembre de 1999, la Empresa Colombiana de
Recursos para la Salud S.A., –ECOSALUD S.A.[1]–, por conducto de apoderada
judicial, presentó demanda en ejercicio de la acción de repetición contra ―… los herederos
indeterminados o legatarios de SANTIAGO MEDINA SERNA …‖ y en contra de la señora
Graciela Palacios Meiresonne, quienes ocuparon los cargos de Presidente de la entidad
demandante en los períodos comprendidos entre el 25 de septiembre de 1990 y el 3 de
mayo de 1991 –el primero– y el 6 de mayo de 1991 hasta el 8 de agosto de ese mismo
año –la segunda–[2], para lo cual se formularon las siguientes pretensiones:
PRIMERA.- Que se condene a los herederos indeterminados o legatarios del doctor
SANTIAGO MEDINA SERNA, se condene a GRACIELA PALACIOS MEIRESONNE,
como sujetos pasivos de la ACCION DE REPETICION instaurada por ECOSALUD S.A.
SEGUNDA.- Consecuencialmente a lo anterior, se condene a los herederos
indeterminados o legatarios indeterminados del doctor SANTIAGO MEDINA SERNA y a la
doctora GRACIELA PALACIOS MEIRESONNE, a resarcir a la EMPRESA COLOMBIANA
DE RECURSOS PARA LA SALUD S.A. ECOSALUD S.A. la suma de $36.133.318.93
cancelada conforme a lo ordenado por la sentencia confirmatoria emitida por el
TRIBUNAL SUPERIOR DE DISTRITO JUDICIAL DE SANTA FE DE BOGOTA, dentro del
ordinario laboral de PEDRO NEL PARRA VERA contra ECOSALUD S.A., conforme a lo
expuesto en los hechos de esta demanda.
TERCERO.- Se condene a los demandados al pago de intereses moratorios, de no
presentarse el pago, una vez se ordene por su Despacho.
CUARTO.- Se condene en costas de proceso a los demandados‖.
2.- Los hechos
La entidad demandante narró, en síntesis, los siguientes:
Indicó, para la fecha de presentación de la demanda, que la entidad demandante tenía como
principal objetivo la explotación de un monopolio de la Nación derivado de los juegos de
suerte y azar para efectos de recaudar dineros destinados al sector salud, de allí que su
naturaleza jurídica consistiera en una sociedad entre entidades públicas del orden nacional y
sometida al régimen previsto para las Empresas Industriales y Comerciales del Estado, del
sector salud.
Señaló que las personas que ejercían funciones en la entidad actora tenían la calidad de
trabajadores oficiales; sin embargo, quienes ocuparan los cargos de Presidente,
Vicepresidente, Secretario General, entre otros, tenían la condición de empleados públicos.
Agregó que la Justicia Ordinaria Laboral condenó a la entidad ahora demandante, dentro de
un proceso laboral promovido por el señor Pedro Nel Parra Vera, a indemnizarlo por el
despido injusto del que fue objeto con la respectiva indemnización moratoria, a partir del 10
de septiembre del año 1991.
Manifestó que en cumplimiento del fallo de segunda instancia proferido por el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá, ECOSALUD S.A., canceló al demandante la suma
de $ 36‘133.318.93, mediante orden de pago 6115 de junio 23 de 1997, así como también
canceló el monto correspondiente a las costas del proceso, según orden de pago No. 6571
de noviembre 21 de 1997.
Sostuvo que en este caso la acción de repetición resulta procedente, por cuanto los exfuncionarios de la entidad demandante actuaron de manera irregular al contratar personas
sin vínculo laboral, lo cual llevó a que la Justicia Ordinaria encontrara configurada la
existencia del contrato realidad y, por consiguiente, condenó a la entidad pública demandada
en ese primer litigio.
Indicó que para la fecha de vinculación del señor Parra Vera, esto es noviembre de 1990, el
Presidente de ECOSALUD S.A., era el señor Santiago Medina Serna, quien más adelante
suscribió un contrato laboral con esa misma persona, de modo que ―… esta acción de
repetición se dirige contra ese nominador, para que responda patrimonialmente por la culpa
grave en que incurrió al desconocer normas sustanciales de carácter laboral y administrativo,
por error inexcusable, hecho que conllevó la condena patrimonial que se ya se relacionó‖.
Adicionó que para la fecha en la cual se terminó unilateralmente el contrato de trabajo, la
Presidencia de ECOSALUD S.A., era ocupada por la también demandada Graciela Palacios
Meiresonne, quien, además, efectuó la liquidación de dicho contrato en forma errónea,
puesto que desconoció las prestaciones sociales que le correspondían al señor Parra Vera.
3.- El trámite surtido en sede de primera instancia
La demanda fue aditida a través de auto de 13 de abril de 2000, decisión que se notificó, en
forma personal, a la demandada Graciela Palacios Meiresonne el día 12 de febrero de
2001[3]. En relación con la notificación de la referida decisión a los <<herederos
indeterminados o legatarios de SANTIAGO MEDINA SERNA …‖, se encuentra lo siguiente:
3.1.- El Tribunal Administrativo de Cundinamarca, mediante edicto emplazatorio que se fijó
en la Secretaría de esa Corporación el día 5 de marzo de 2001, convocó a los ―herederos
indeterminados o legatarios de SANTIAGO MEDINASERNA …‖, para que comparecieran a
notificarse del auto admisorio de la demanda, edicto que se fijó por el término de 20 días –
hasta el 2 de abril de 2001–, de conformidad con lo previsto en el artículo 318 del C. de P.
C.[4].
3.2.- No obstante lo anterior, el Magistrado Ponente en primera instancia, a través de
proveído de 15 de mayo de 2001 advirtió que la parte actora no aportó las publicaciones
exigidas en la ley para efectos de llevar a cabo el emplazamiento de los demandados, por lo
cual requirió a dicha parte para que cumpliera con esa carga procesal[5].
3.3.- Ocurre que dentro del término concedido para dar cumplimiento a lo anterior, el
apoderado de la entidad demandante renunció al poder que le había sido conferido para
instaurar la acción de repetición, actuación que le impuso a la nueva Magistrada
Sustanciadora del proceso en primera instancia aceptar la referida renuncia y notificar sobre
tal decisión[6] a ECOSALUD S.A. para que designara un nuevo mandatario judicial[7].
3.4.- Mediante escrito presentado el 14 de agosto de 2001[8], el Presidente (e) de la
Empresa Territorial para la Salud –ETESA– dio a conocer el procedimiento de liquidación de
ECOSALUD S.A., el cual finalizó el 17 de julio de 2001, para lo cual informó, además, que
los procesos judiciales en los cuales era parte esta última entidad le fueron cedidos a
ETESA, aspecto que llevó a que mediante auto de 16 de octubre de ese mismo año, se
tuviera como parte demandante en este proceso a ETESA y se le reconociera personería a
su respectivo apoderado[9].
3.5.- Dado que las publicaciones para surtir el emplazamiento de los demandados se frustró
como consecuencia de las actuaciones recién descritas, el apoderado de ETESA solicitó que
se dispusiera un nuevo edicto emplazatorio para efectos de notificar a los herederos
indeterminados del demandado Santiago Medina el auto admisorio de la demanda[10],
petición que fue aceptada por la Magistrada Ponente, quien, a través de auto de enero 22 de
2002, dispuso: ―Por la Secretaría hágase nuevamente el emplazamiento del demandado en
los términos de lo previsto en el artículo 318 del C. de P. C.‖[11].
3.6.- Por consiguiente, el día 15 de marzo de 2002, se fijó un nuevo edicto emplazatorio
hasta el día 18 de abril siguiente[12].
3.7.- El día 23 de abril de 2002, el apoderado de la parte actora allegó las constancias de
publicación –en radio y prensa– del edicto emplazatorio[13], sin que los <<herederos
indeterminados o legatarios de SANTIAGO MEDINA SERNA …‖, hubieren comparecido a
notificarse del auto admisorio de la demanda, situación que llevó a que el Despacho de la
Magistrada Conductora del proceso designara una primera curadora ad litem[14], pero
debido a su falta de aceptación del cargo, a través de proveído de diciembre 3 de 2002, la
relevó y se designó un nuevo curador, respecto de quien se indicó que una vez
―posesionado‖, se procedería a notificarle el auto admisorio de la demanda[15], lo cual
realmente nunca se produjo.
3.8.- En escrito radicado el día 11 de diciembre del año 2002, el nuevo curador ad
litem aceptó su designación[16], razón por la cual, mediante auto de 29 de enero de 2003, se
fijaron los gastos de curaduría[17], decisión frente a la cual el mandatario judicial de ETESA
solicitó prorrogar el término concedido para el pago de dichas expensas porque ―… a la
fecha no ha sido posible apropiar la suma fijada …‖, petición que fue acogida a través de
auto de marzo 5 de 2003 y, por lo tanto, se adicionó el plazo en 10 días más[18].
3.9.- El proceso continuó su trámite sin que al curador ad litem de esa persona que integra la
parte demandada se hubiere notificado el auto admisorio de la demanda: a través de auto de
4 de junio de 2003, el litigio se abrió a pruebas[19]y allí se señaló que el curador ad litem
designado para representar a los <<herederos indeterminados o legatarios de SANTIAGO
MEDINA SERNA …‖ no había contestado la demanda y que, por consiguiente, no se
decretarían pruebas respecto de dicha parte pasiva.
3.10.- Posteriormente se concluyó el período probatorio mediante proveído de 12 de
noviembre de 2003 y se dio traslado a las partes para que alegaran de conclusión[20];
finalmente se dictó sentencia de primera instancia sin intervención alguna del curador ad
litem designado para representar a los <<herederos indeterminados o legatarios de
SANTIAGO MEDINA SERNA …‖.
4.- La nulidad procesal advertida en este proceso
Las irregularidades procesales antes descritas, relacionadas con la ausencia de notificación
del auto admisorio de la demanda al curador ad litem de los herederos indeterminados del
demandado Santiago Medina, dio lugar a que el Despacho del Magistrado que sustancia el
proceso en segunda instancia, previo a dictar el presente fallo, adoptara la siguiente
decisión[21]:
―PRIMERO: PONER en conocimiento del curador ad litem de los ―herederos
indeterminados o legatarios de SANTIAGO MEDINA SERNA‖, doctor Jenaro Nungo
Méndez, la causal de nulidad advertida.
SEGUNDO: NOTIFICAR esta decisión al doctor Jenaro Nungo Méndez, portador de la
tarjeta profesional de Abogado No. 3179 del Consejo Superior de la Judicatura, de
conformidad con lo previsto en el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil‖.
Lo anterior, con base en las siguientes consideraciones:
<<Según quedó expuesto anteriormente, dentro del presente asunto se omitió notificar el
auto admisorio de la demanda al curador ad litem designado para representar en este
juicio a los <<herederos indeterminados o legatarios de SANTIAGO MEDINA SERNA …‖,
parte pasiva del litigio, situación que podría derivar la configuración de la causal de nulidad
prevista en el numeral 8 del artículo 140 Código de Procedimiento Civil, a cuyo tenor:
―ARTÍCULO 140. CAUSALES DE NULIDAD. El proceso es nulo en todo o en
parte, solamente en los siguientes casos:
8. Cuando no se practica en legal forma la notificación al demandado o a su
representante, o al apoderado de aquél o de éste, según el caso, del auto que admite la
demanda o del mandamiento ejecutivo, o su corrección o adición‖ (Se destaca).
Conviene precisar que al presente asunto no le resulta aplicable el inciso final del artículo
140 del C. de P. C.[22], pues precisamente la providencia que dentro del presente
proceso se omitió notificar a la parte demandada fue el auto que admitió la demanda, sin
que pueda predicarse la convalidación frente a tal abstención porque el curador ad litem
no ha intervenido a lo largo del proceso.
En el presente proceso los ―herederos indeterminados o legatarios de SANTIAGO MEDINA
SERNA‖ no han sido realmente representados a través del curador ad litem designado para
tal efecto y, por lo tanto, respecto de esa parte pasiva de la acción de repetición no se ha
ejercido defensa técnica alguna, ello como consecuencia de la mencionada falta de
notificación del auto admisorio de la demanda a su representante en este litigio.
Al respecto, la Sección Tercera del Consejo de Estado ha sostenido[23]:
―2.2. La figura del curador ad litem tiene una doble finalidad: por una parte, proteger los
intereses del demandante, con el fin de que no se paralice el proceso, al no poder notificar
personalmente al demandado el auto admisorio de la demanda, bien porque desconozca
su domicilio, o bien porque éste se oculte y, de otra, garantizar el derecho de defensa del
demandado, quien por no estar presente no puede asumir la defensa de sus intereses, los
cuales pueden resultar afectados con la decisión que se adopte. Sobre este aspecto, ha
dicho la Corte Constitucional:
‗Para esta Corporación es indiscutible que la norma acusada busca obtener un equilibrio
entre la necesidad de asegurar que el proceso se adelante sin dilaciones injustificadas, en
beneficio de los intereses del demandante, sin que se desatiendan los derechos del
demandando. En efecto, para la protección del demandado se dispone, por un lado, el
nombramiento de un curador ad litem, de tal manera que no obstante que el proceso no
se suspende por su falta de comparecencia, sus intereses se encuentren debidamente
representados; y por otro, mediante la adopción de la diligencia judicial del
emplazamiento, se busca hacer efectiva la asistencia del demandado al proceso y se le
otorga una oportunidad adicional para que ejerza su derecho de defensa. Adicionalmente,
como mecanismo de protección de los derechos fundamentales del demandado, la norma
obliga al emplazamiento en debida forma para poder dictar sentencia‘[24]‖. (Se deja
destacado en negrillas y en subrayas).
En razón de lo anterior, se dispondrá que la Secretaría de la Sección surta el trámite
dispuesto en el artículo 145 del Código de Procedimiento Civil, el cual prevé:
―ARTÍCULO 145. DECLARACION OFICIOSA DE LA NULIDAD. En cualquier estado del
proceso antes de dictar sentencia, el juez deberá declarar de oficio las nulidades
insaneables que observe. Si la nulidad fuere saneable ordenará ponerla en conocimiento
de la parte afectada por auto que se le notificará como se indica en los numerales
1. y 2. del artículo 320. Si dentro de los tres días siguientes al de notificación dicha parte
no alega la nulidad, ésta quedará saneada y el proceso continuará su curso; en caso
contrario, el juez la declarará‖. (Negrillas adicionales)>>.
5.- El recurso de reposición
La anterior decisión fue objeto de un recurso de reposición por parte del apoderado de la
otra persona demandada en este litigio, señora Graciela Palacios Meiresonne, quien se
opuso a la nulidad procesal advertida porque consideró que el curador ad litem de los
―herederos indeterminados o legatarios de SANTIAGO MEDINA SERNA‖ sí se notificó del
auto admisorio de la demanda al aceptar su designación de la lista de auxiliares de la
Justicia, momento a partir del cual habría quedado notificado por conducta concluyente, pues
según el memorialista, no podía aceptarse que un curador que aceptó su designación en el
proceso desconociera la existencia del mismo.
6.- La resolución del recurso de reposición
Mediante proveído de enero 15 del año en curso, el Despacho del Consejero Ponente del
proceso desestimó la impugnación interpuesta, de acuerdo con lo siguiente:
―Como se expresó en el auto impugnado, en el presente asunto se omitió notificar el auto
admisorio de la demanda al curador ad litem designado para representar en este juicio
a los <<herederos indeterminados o legatarios de SANTIAGO MEDINA SERNA …‖, pues
respecto de dicho auxiliar de la Justicia, la señora Magistrada Ponente del proceso en
primera instancia indicó que, una vez ―posesionado‖, se procedería a notificarle el auto
admisorio de la demanda [25].
Pues bien, como lo afirmó el apoderado de la señora Graciela Palacios Meiresonne –quien,
junto con los herederos indeterminados o legatarios del señor Santiago Medina Serna,
integra la parte pasiva de este proceso–, el curador ad litem, a través de escrito radicado el
día 11 de diciembre del año 2002, aceptó su designación[26], razón por la cual, mediante
auto de 29 de enero de 2003, se fijaron los gastos de curaduría[27], decisión frente a la cual
el mandatario judicial de ETESA -parte actora– solicitó prorrogar el término concedido para
el pago de dichas expensas, petición que fue acogida a través de auto de marzo 5 de 2003
y, por lo tanto, el plazo para cubrir los gatos de curaduría se adicionó en 10 días[28].
Sin embargo, el proceso continuó su trámite y a través de auto de 4 de junio de 2003, el
litigio se abrió a pruebas[29] y allí se señaló que el curador ad litem designado para
representar a los <<herederos indeterminados o legatarios de SANTIAGO MEDINA SERNA
…‖ no contestó la demanda y que, por consiguiente, no se decretarían pruebas respecto de
dicha parte pasiva. Concluido el período probatorio se dio traslado a las partes para que
alegaran de conclusión[30] y finalmente se dictó sentencia sin la intervención del curador ad
litem designado para representar a los <<herederos indeterminados o legatarios de
SANTIAGO MEDINA SERNA …‖.
Para el Despacho no existe el menor asomo de duda –y en ello coincide con el apoderado
de la parte demandada– en cuanto a que la designación y consiguiente aceptación del
curador ad litem se presentó dentro del trámite procesal, es decir, cuando el proceso
obviamente ya existía, pero entiende que no por esa razón puede o debe considerarse, de
manera indefectible, que una vez aceptado el nombramiento por parte del auxiliar de la
Justicia, éste queda notificado per se del auto admisorio de la demanda y que ello ocurra por
vía de la notificación por conducta concluyente, tal como se sostiene en el recurso de
reposición.
El artículo 330 del C. de P. C., prevé:
―ARTÍCULO 330. NOTIFICACION POR CONDUCTA CONCLUYENTE. Cuando una parte
o un tercero manifieste que conoce determinada providencia o la mencione en escrito que
lleve su firma, o verbalmente durante una audiencia o diligencia, si queda constancia en el
acta, se considerará notificada personalmente de dicha providencia en la fecha de
presentación del escrito o de la audiencia o diligencia.
Cuando una parte retire el expediente de la secretaría en los casos autorizados por la ley,
se entenderá notificada desde el vencimiento del término para su devolución, de todas las
providencias que aparezcan en aquel y que por cualquier motivo no le hayan sido
notificadas.
Cuando el escrito en que se otorgue poder a un abogado se presente en el juzgado de
conocimiento se entenderá surtida la notificación por conducta concluyente de todas las
providencias que se hayan dictado, inclusive el auto admisorio de la demanda o del
mandamiento de pago, el día en que se notifique el auto que reconoce personería, a
menos que la notificación se haya surtido con anterioridad.
Cuando se decrete la nulidad por indebida notificación de una providencia, ésta se
entenderá surtida por conducta concluyente al día siguiente de la ejecutoria del auto que
la decretó o de la notificación del auto de obedecimiento a lo resuelto por el superior‖
(Negrillas adicionales).
En el presente caso, el único escrito que presentó el curador ad litem fue aquel por medio del
cual aceptó su designación, sin que en dicho memorial hubiere expresado su conocimiento
frente al auto admisorio de la demanda y, mucho menos, hubiera aludido a dicho proveído,
motivo por el cual no resulta dable predicar, como lo hizo la parte recurrente, la configuración
de una notificación por conducta concluyente del auto que admitió la demanda respecto del
curador ad litem.
A lo anterior se adiciona, como se indicó en el auto impugnado, que la referida notificación
del auto admisorio de la demanda quedó supeditada a la posesión del auxiliar de la Justicia,
según se dispuso en el auto de 3 de diciembre de 2002[31], cuestión que encontraba
fundamento en el régimen procesal aplicable a este asunto para ese momento, según se
desprende del contenido del artículo 67 del Decreto 2304 de 1989, el cual disponía:
<<ARTÍCULO 67. PERITOS. Los peritos o auxiliares de la justicia deberán manifestar,
dentro de los cinco (5) días siguientes al recibo de la comunicación del nombramiento, si
aceptan o no el cargo y, en caso afirmativo, posesionarse dentro de los siguientes cinco
(5) días>> (Se destaca).
Así las cosas, para el Despacho resulta evidente que frente al curador ad litem no se surtió
la notificación del auto admisorio de la demanda y, por lo tanto, los ―herederos
indeterminados o legatarios de SANTIAGO MEDINA SERNA‖ no han sido realmente
representados a través del designado para tal efecto.
Cabe reiterar que mediante la curaduría se pretende ―… garantizar el derecho de defensa
del demandado, quien por no estar presente no puede asumir la defensa de sus intereses,
los cuales pueden resultar afectados con la decisión que se adopte …‖[32], aspecto que
precisamente se pretende superar mediante el auto cuestionado‖.
7.- Trámite surtido en esta instancia con ocasión de la nulidad procesal descrita
anteriormente
Ante la firmeza del auto que advirtió la nulidad procesal ya expuesta, la Secretaría de la
Sección informó sobre el fallecimiento de quien ostentaba en este proceso la condición de
curador ad litem de los ―herederos indeterminados o legatarios de SANTIAGO MEDINA
SERNA‖[33], situación que llevó a la designación de un nuevo auxiliar de la Justicia, a través
de auto de 15 de abril de 2015[34], quien fue notificado personalmente tanto de su
designación, como del auto admisorio de la demanda el 14 de mayo siguiente[35].
Finalmente, por medio de memorial radicado ante esta Corporación el pasado 9 de junio[36],
el curador ad litem de los ―herederos indeterminados o legatarios de SANTIAGO MEDINA
SERNA‖ contestó la demanda, se opuso a las pretensiones de la misma ―siempre que no se
violen derechos fundamentales de la parte que represento‖, no solicitó la práctica de
pruebas, ni alegó la nulidad procesal que pesó sobre este proceso, motivo por el cual aquélla
quedó convalidada, según los precisos términos del artículo 145 del C. de P. C.
8.- Contestación de la demanda por parte de la señora Graciela Palacios
Meiresonne[37]
Señaló que debía demostrarse que su actuación había sido dolosa o gravemente culposa.
Expresó que, contrario a ello, siempre actuó de manera diligente; que no tuvo participación
alguna ni en el contrato que se suscribió con el demandante en el proceso primigenio, ni en
la liquidación de ese vínculo contractual, pues toda esa actuación se surtió con el aval de la
oficina jurídica, del departamento de relaciones industriales y de la tesorería de la entidad.
Agregó que su actuación se fundamentó en conceptos respaldados por la oficina jurídica de
la entidad; que la presidencia de Ecosalud no era la dependencia encargada de realizar las
liquidaciones laborales y que las normas sobre las cuales se fundamenta la acción de
repetición no resultan aplicables a este caso.
9.- Alegaciones finales en primera instancia
9.1.- La entidad demandante se refirió a los hechos que dieron origen a este proceso, a la
procedencia de la acción con fundamento en la Ley 678 de 2001, por cuanto la actuación
administrativa que dio lugar al presente litigio fue ilegítima y transgredió preceptos legales
que a la postre llevaron a la condena laboral en contra de la entidad.
Sostuvo que carece de justificación que los representantes legales de las entidades acojan
decisiones o conceptos contrarios a Derecho, pues se trata de personas calificadas para
ejercer esos cargos [38].
9.2.- La demandada Graciela Palacios Meiresonne reiteró lo expuesto en su contestación
de la demanda [39].
10.- El fallo de primera instancia[40]
Por medio de sentencia de fecha 31 de marzo de 2004, el Tribunal Administrativo de
Cundinamarca, Sección Tercera, Subsección B, denegó las pretensiones de la demanda
porque consideró, en primer lugar, que los demandados carecían de legitimación en la causa
por pasiva; al respecto señaló lo siguiente:
―4.2 Previo al estudio de fondo de las pretensiones observa la Sala que los demandados,
SANTIAGO MEDINA Y GRACIELA PALACIOS MEIRESONNE no tuvieron ingerencia (sic)
en los hechos que dieron origen a la sentencia de condena proferida contra ECOSALUD.
Obra dentro del expediente prueba de la vinculación laboral de los demandados, a saber:
Santiago Medina, prestó sus servicios entre el mes 25 (sic) de septiembre de 1990 al 3 de
mayo de 1991 y, la señora Graciela Palacios M. lo fue entre el 6 de mayo al 8 de agosto de
1991, en tanto que, la negativa formulada por Pedro Nel Parra a la liquidación de las
prestaciones sociales lo fue en septiembre de 1991.
De lo anterior se infiere entonces que los demandados no están legitimados en la causa por
pasiva por cuanto no representaban [a] la entidad para la fecha de los hechos imputados‖.
En segundo lugar, consideró el Tribunal a quo que la condena laboral que le fue impuesta a
la entidad demandante no devino de la celebración de un contrato de prestación de servicios
profesionales, sino de un contrato a término indefinido y que dicha condena no es
constitutiva de una conducta dolosa o gravemente dolosa de los aquí demandados; que
estas circunstancias debieron acreditarse en este proceso pero la parte actora omitió el
cumplimiento de tal carga procesal.
11.- El recurso de apelación
La entidad demandante interpuso recurso de apelación contra el fallo de primera instancia y
señaló que ―la acción anómala de los funcionarios cuestionados es palpable: se encuentra
documentada y probada en el proceso, y el yerro emerge cuando esos documentos emanan
de funcionarios públicos del más alto nivel, cuyo compromiso como tales es superior
respecto de todas sus actuaciones‖.
Reiteró que los demandados no podían excusarse en las determinaciones adoptadas por
sus colaboradores, pues se entiende que los representantes legales de la entidad eran
personas calificadas para ejercer tales cargos.
Agregó que si un funcionario no verifica la legalidad del concepto emitido por los
colaboradores que están bajo su supervisión incurre en un error inexcusable, constitutivo de
culpa grave.
Sostuvo que el fallo proferido en el proceso laboral evidencia la conducta irregular por parte
de quienes dieron origen a la actuación administrativa que llevó al proceso ordinario, lo cual
estructura la fuente de la acción de repetición ejercida.
Indicó, finalmente, que los demandados sí participaron en la actuación administrativa materia
del proceso inicial [41].
12.- La oposición al recurso de alzada
La señora Graciela Palacios Meiresonne, por conducto de su apoderado, se opuso al
recurso de apelación interpuesto por la entidad demandante, para cuyo efecto adujo las
mismas razones expuestas a lo largo de sus intervenciones en primera instancia[42].
13.- Alegatos de conclusión en segunda instancia
Sólo la señora Graciela Palacios Meiresonne intervino en esta etapa del proceso con el fin
de exponer, nuevamente, lo que ha sostenido a lo largo del proceso[43].
II.- C O N S I D E R A C I O N E S :
Procede la Sala a resolver el recurso de apelación interpuesto por la entidad demandante,
contra la sentencia que dictó el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección
Tercera, Subsección B, el 31 de marzo de 2004, mediante la cual se denegaron las
pretensiones de la demanda.
1.- Competencia.
En relación con las acciones de repetición originadas como consecuencia de una condena
impuesta por otra Jurisdicción, como ocurre en este caso, la Sala Plena de lo Contencioso
Administrativo de la Corporación ha considerado que:
<<La acción de repetición faculta a las entidades estatales que han resultado
responsables patrimonialmente en virtud de una condena judicial, una conciliación, o
cualquier otra forma permitida por la ley para terminar un conflicto con el Estado, para
reclamar a sus agentes los valores que hayan tenido que reconocer en razón de la
conducta dolosa o gravemente culposa en que hayan incurrido.
La Ley 678 de 2001, que reglamentó la determinación de la responsabilidad patrimonial
de los agentes del Estado a través del ejercicio de la acción de repetición o del
llamamiento en garantía con fines de repetición, dispone que corresponde a la
Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo conocer de esta acción (artículo 7).
En cuanto a la competencia, la fijó en el juez o tribunal ante el que se tramite o se haya
tramitado el proceso de responsabilidad patrimonial contra el Estado, de acuerdo con las
reglas de competencia del Código Contencioso Administrativo, y, cuando se trata de
reparaciones patrimoniales originadas en conciliaciones o en cualquier otra forma de
solución de conflictos con el Estado permitida por la ley, en el juez o tribunal que haya
aprobado el acuerdo o que ejerza Jurisdicción en el lugar en que se haya resuelto el
conflicto (ib).
No obstante, la regla de competencia citada es inaplicable cuando la reparación
patrimonial a cargo del Estado se funda en un fallo de otra Jurisdicción, como ocurre en
este caso, dado que, como se dijo, la Ley 678 de 2001 atribuyó el conocimiento de la
acción de repetición a la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo.
En efecto, conforme a la jurisprudencia de esta Corporación, la Ley 678 [7-1] establece
como premisas para la aplicación de la mencionada regla de competencia la existencia de
una sentencia condenatoria contra el Estado y el trámite de un proceso previo ante esta
Jurisdicción, evento en el cual compete conocer de la repetición al juez o al tribunal
administrativo ante el que se haya tramitado el proceso de responsabilidad patrimonial
[44].
Es decir, que para determinar la competencia en acciones de repetición originadas en
procesos que hayan cursado ante la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo, basta
acudir en forma exclusiva al principio de conexidad, previsto como principal en el artículo
7 [1] de la Ley 678 de 2001, sin perjuicio del criterio subjetivo de atribución de
competencias que para los dignatarios con fuero legal contempla la misma Ley ([7] [pár.
1]) y sin que se requiera establecer la cuantía de la demanda, según lo disponían los
artículos 132 y 134B del C.C.A., antes de la entrada en vigencia de la citada ley, por
cuanto la aplicación de dichos artículos en estos casos está excluida en razón de que
contrarían el factor de conexidad[45].
No ocurre lo mismo para determinar el juez competente en los eventos que no encuadran
dentro de los presupuestos de la aludida regla de competencia, como sucede con las
acciones de repetición iniciadas con base en ―condenas en la jurisdicción ordinaria en
materia laboral a favor de trabajadores oficiales, condenas al Estado Colombiano en
tribunales de arbitramento, o en la Corte Interamericana de Derechos humanos […]‖,
entre otros casos, frente a los cuales el Consejo de Estado ha dicho que deben aplicarse
plenamente las reglas de competencia del Código Contencioso Administrativo[46] (…).
De acuerdo con lo anterior y para los mencionados eventos, dentro de las referidas reglas
deben entenderse incluidas las relativas a la cuantía, por cuanto éstas no desatienden el
principio de conexidad de la Ley 678 de 2001, toda vez que se trata de acciones de
repetición por condenas contra el Estado no originadas en sentencias de esta
Jurisdicción>>[47] (Negrillas del original, subrayas de la Subsección).
Para la fecha de presentación de la demanda, 14 de diciembre de 1999, la cuantía para
que un proceso tuviere vocación de doble instancia ante el Consejo de Estado, debía ser
superior a $18‘850.000[48]; dado que en este asunto la cuantía corresponde a la suma de
$36‘133.318.93, por concepto de la condena que según la parte actora debió asumir como
consecuencia de la condena laboral de la que dice haber sido objeto, la Sala estima que
esta Corporación tiene competencia para conocer de ese asunto, en sede de segunda
instancia.
2.- La acción de repetición[49]
Esta acción, como mecanismo judicial que la Constitución y la ley otorgan al Estado, tiene
como propósito el reintegro de los dineros que por los daños antijurídicos causados como
consecuencia de una conducta dolosa o gravemente culposa de un funcionario o ex
servidor público e incluso del particular investido de una función pública, hayan debido
salir del patrimonio estatal para el reconocimiento de una indemnización, por manera que
la finalidad de esa acción es la protección del patrimonio estatal necesario para la
realización efectiva de los fines y propósitos del Estado Social de Derecho.
Como una manifestación del principio de la responsabilidad estatal, el inciso segundo del
artículo 90 de la Constitución Política señala que ―en el evento de ser condenado el
Estado a la reparación patrimonial de uno de tales daños que haya sido consecuencia de
la conducta dolosa o gravemente culposa de un agente suyo, aquel deberá repetir contra
éste‖.
En tal sentido, la acción de repetición fue consagrada en el artículo 78 del Código
Contencioso Administrativo, declarado exequible por la Corte Constitucional mediante
sentencia C-430 de 2000, como un mecanismo para que la entidad condenada
judicialmente en razón de una conducta dolosa o gravemente culposa de un funcionario o
ex funcionario suyo, pueda solicitar de éste el reintegro de lo que ha pagado como
consecuencia de una sentencia o de una conciliación o de otra forma de terminación de
un conflicto. De conformidad con la disposición anotada, el particular afectado o
perjudicado con el daño antijurídico por la acción u omisión estatal, está facultado para
demandar a la entidad pública, al funcionario o a ambos. En este último evento, la
responsabilidad del funcionario habrá de establecerse durante el proceso.
Esta posibilidad ha sido consagrada también en ordenamientos especiales tales como la
Ley Estatutaria de la Administración de Justicia, Ley 270 de 1996, la cual, en su artículo
71, consagró que ―en el evento de ser condenado el Estado a la reparación patrimonial de
un daño antijurídico que haya sido consecuencia de la conducta dolosa o gravemente
culposa de un agente suyo, aquel deberá repetir contra éste‖, norma referida, en este
caso, a los funcionarios y empleados de la Rama Judicial.
El mandato constitucional del inciso segundo del artículo 90 de la Constitución Política
encuentra su desarrollo en la Ley 678 del 3 de agosto de 2001, ―por medio de la cual se
reglamenta la determinación de responsabilidad patrimonial de los agentes del Estado a
través del ejercicio de la acción de repetición o de llamamiento en garantía con fines de
repetición‖.
Dicha ley definió la repetición como una acción de carácter patrimonial que deberá
ejercerse en contra del servidor o ex servidor público que como consecuencia de su
conducta dolosa o gravemente culposa haya dado lugar al reconocimiento indemnizatorio
por parte del Estado, proveniente de una condena, conciliación u otra forma de
terminación de un conflicto. La misma acción se ejercerá contra el particular que investido
de una función pública haya ocasionado, en forma dolosa o gravemente culposa, la
reparación patrimonial.
La Ley 678 de 2001 reguló tanto los aspectos sustanciales como los procesales de la
acción de repetición y el llamamiento en garantía, fijando, bajo la égida de los primeros,
generalidades como el objeto, la noción, las finalidades, el deber de su ejercicio y las
especificidades, al igual que las definiciones de dolo y culpa grave con las cuales se
califica la conducta del agente, al tiempo que consagró algunas presunciones legales con
obvias incidencias en materia de la carga probatoria dentro del proceso; y con el cobijo de
los segundos regula asuntos relativos a la jurisdicción y competencia, legitimación,
desistimiento, procedimiento, término de caducidad de la acción, oportunidad de la
conciliación judicial o extrajudicial, cuantificación de la condena y determinación de su
ejecución, así como lo atinente al llamamiento en garantía con fines de repetición y las
medidas cautelares en el proceso.
Sin embargo, como se advirtió, los hechos y actos ocurridos bajo el imperio y vigencia del
régimen jurídico precedente a la expedición de la Ley 678 de 2001 –como ocurre en este
caso–, potencialmente susceptibles de la acción de repetición contra funcionarios o ex
funcionarios o particulares en ejercicio de función pública, tenían un régimen integrado por
varias disposiciones tanto sustanciales como procesales, que, aunque dispersas,
permitían exigir la responsabilidad del agente del Estado en los términos consagrados en
el inciso segundo del artículo 90 de la Carta Política.
Así las cosas, para dilucidar el conflicto de leyes por el tránsito de legislación, la
jurisprudencia ha sido clara al aplicar la regla general según la cual la norma nueva rige
hacia el futuro, de manera que aquella sólo rige para los hechos producidos a partir de su
nacimiento y hasta el momento de su derogación; sólo excepcionalmente las leyes
pueden tener efectos retroactivos.
Lo anterior permite entender que los actos o hechos que originaron la responsabilidad
patrimonial del servidor público, acaecidos con anterioridad a la Ley 678 de 2001,
continúan rigiéndose por la normatividad anterior, máxime cuando la responsabilidad del
agente es subjetiva, en tanto única y exclusivamente compromete su patrimonio por su
conducta calificada a título de dolo o de culpa grave.
De manera que si los hechos o actos que originaron la responsabilidad patrimonial del
servidor público tuvieron ocurrencia con posterioridad a la vigencia de Ley 678 de 2001,
para determinar y enjuiciar la falla personal del agente público será aplicable esta
normativa en materia de dolo y culpa grave, sin perjuicio de que dada la estrecha afinidad
y el carácter civil que se le imprime a la acción en el artículo 2º de la misma ley,
excepcionalmente se acuda al apoyo del Código Civil y a los elementos que doctrinal y
jurisprudencialmente se han estructurado en torno a la responsabilidad patrimonial por el
daño, en lo que no resulte irreconciliable con aquélla y los fundamentos constitucionales
que estructuran el régimen de responsabilidad de los servidores públicos (artículos 6, 121,
122, 124 y 90 de la Constitución Política).
Si los hechos o actuaciones que dieron lugar a la demanda y posterior condena contra la
entidad hubieren acaecido con anterioridad a la expedición de la Ley 678 de 2001, como
en el caso que aquí estudia la Sala, las normas sustanciales aplicables para dilucidar si se
actuó con culpa grave o dolo serán las vigentes al tiempo de la comisión de la conducta
del agente público que es la que constituye la fuente de su responsabilidad patrimonial
frente al Estado, en cuyos eventos es necesario remitirse directamente al criterio de culpa
grave y dolo que plantea el Código Civil en los siguientes términos:
―ARTÍCULO 63. CLASES DE CULPA Y DOLO. La ley distingue tres especies de culpa o
descuido.
―Culpa grave, negligencia grave, culpa lata, es la que consiste en no manejar los negocios
ajenos con aquel cuidado que aún las personas negligentes o de poca prudencia suelen
emplear en sus negocios propios. Esta culpa en materia civil equivale al dolo.
―Culpa leve, descuido leve, descuido ligero, es la falta de aquella diligencia y cuidado que
los hombres emplean ordinariamente en sus negocios propios. Culpa o descuido, sin otra
calificación, significa culpa o descuido leve. Esta especie de culpa se opone a la diligencia
o cuidado ordinario o mediano.
―El que debe administrar un negocio como un buen padre de familia, es responsable de
esta especie de culpa.
―Culpa o descuido levísimo es la falta de aquella esmerada diligencia que un hombre
juicioso emplea en la administración de sus negocios importantes. Esta especie de culpas
se opone a la suma diligencia o cuidado.
―El dolo consiste en la intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de otro‖
(Resaltado por fuera del texto original).
Frente a estos conceptos, el Consejo de Estado[50] ha dicho que para determinar la
existencia de la culpa grave o del dolo, el juez no se debe limitar a las definiciones
contenidas en el Código Civil, sino que debe tener en cuenta las características
particulares del caso que deben armonizarse con lo previsto en los artículos 6º y 91 de la
Constitución Política sobre la responsabilidad de los servidores públicos, como también la
asignación de funciones contempladas en los reglamentos o manuales respectivos.
Es igualmente necesario tener en cuenta otros conceptos como los de buena fe que están
contenidos en la Constitución Política[51] y en la ley, a propósito de algunas instituciones
como por ejemplo contratos, bienes y familia.
Finalmente, debe precisarse que en cuanto a las normas procesales que por ser estas de
orden público y regir a futuro con efecto general e inmediato, se aplican las contenidas en
la Ley 678, tanto para los procesos que se encontraban en curso al momento en que
empezó su vigencia como, desde luego, a los que se iniciaron con posterioridad a dicho
momento, con excepción de ―los términos que hubieren empezado a correr, y las
actuaciones y diligencias que ya estuvieren iniciadas‖, los cuales ―se regirán por la ley
vigente al tiempo de su iniciación‖[52].
Ahora bien, la prosperidad de la acción de repetición está sujeta a que se acrediten los
siguientes requisitos: i) la existencia de condena judicial o acuerdo conciliatorio de la
entidad estatal correspondiente; ii) el pago de la indemnización por parte de la entidad
pública; iii) la calidad del demandado como agente o ex agente del Estado demandado; iv)
la magnitud del detrimento patrimonial que se reclama del demandado y su fundamento,
puesto que no en todos los casos coincide con el valor impuesto en la condena; v) la
culpa grave o el dolo en la conducta del demandado y vi) que esa conducta dolosa o
gravemente culposa hubiere sido la causante del daño antijurídico.
3.- Presupuestos de procedencia de la acción de repetición
La Subsección analizará si en el presente caso están dados, o no, los presupuestos para
la procedencia de la acción de repetición que ejerció la entidad demandante.
3.1.- La existencia de condena judicial o acuerdo conciliatorio que imponga una obligación
a cargo de la entidad estatal correspondiente
Este primer presupuesto se encuentra satisfecho en el sub examine, dado que en el
proceso se probó que mediante sentencia proferida el 1 de marzo de 1996[53], el Juzgado
15 Laboral del Circuito de Bogotá:
―PRIMERO.- CONDENAR a la EMPRESA COLOMBIANA PARA LA SALUD S.A.
ECOSALUD S.A. a pagar al demandante PEDRO NEL PARRA VERA con C.C. No.
316.100 de Machetá, las siguientes sumas de dinero por los conceptos a saber:
a)- $133.333.33 por vacaciones.
b)- $1‘499.999.40 por indemnización por despido injusto.
c)- $16.666.66 diarios, por indemnización moratoria a partir del 10 de septiembre de 1991
y hasta cuando se cancelen las condenas impuestas.
También se acreditó que la anterior sentencia fue apelada por la entidad demandada en el
proceso laboral y que mediante fallo de segunda instancia, fechado en abril 25 de 1997, la
Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá D.C., la confirmó [54].
Por consiguiente, ha de aceptarse que se demostró la existencia de una condena de
carácter patrimonial por parte de la Justicia Ordinaria –Laboral– en contra de ECOSALUD,
por cuya virtud se abrió paso la acción de repetición que mediante el presente fallo se
resuelve.
3.2.- El pago de la indemnización por parte de la entidad pública.
En relación con el pago dentro de las acciones de repetición, la Jurisprudencia reiterada
de la Sección Tercera del Consejo de Estado ha sostenido:
―Sobre la importancia de acreditar el pago en el juicio de repetición la Sala estima
oportuno realizar las siguientes precisiones:
El artículo 1625[55] del Código Civil establece una enumeración, no taxativa, de los
modos de extinción de las obligaciones dado que toda obligación está llamada a ser
cumplida y por lo tanto a extinguirse a través de la ejecución de la prestación debida[56].
Dentro de ese listado previsto en la norma está contemplado el pago[57], modo de
extinción de la obligación entendido como la ejecución total de la prestación debida. Es
decir, para que exista el pago es menester la preexistencia de una obligación entendida
como el vínculo jurídico existente entre dos sujetos de derecho, en la cual se busca la
satisfacción del acreedor y la liberación del deudor a través de la materialización de
una prestación[58] de dar, hacer o no hacer (dare, facere y prestare).
Y, respecto de esta relación jurídica y de su extinción, el artículo 1757 del Código Civil
señala que ―Incumbe probar las obligaciones o su extinción al que alega aquéllas o ésta.‖
O sea, que el acreedor deberá probar la existencia de la prestación con miras a hacerla
valer ante su deudor y contrario sensu, el deudor debe probar la extinción de la misma, es
decir, su liberación como sujeto pasivo dentro de la relación obligacional.
En otras palabras, el acreedor debe demostrar el surgimiento de la obligación con la
prueba del hecho jurídico generador de la misma y el deudor debe demostrar la
ocurrencia del hecho extintivo, lo que aplicado en el caso en concreto, para efectos del
cumplimiento de los requisitos de la acción de repetición se materializa en el deber, por
parte de una entidad pública de probar el pago efectivo de la indemnización contenida en
una sentencia a la víctima.
En materia probatoria, a pesar de la consagración del principio de libertad probatoria y de
apreciación conforme a las reglas de la sana crítica, la prueba por excelencia del pago es,
de conformidad con nuestro Código Civil, la carta de pago,[59] y en derecho comercial, el
recibo[60], documentos que reflejan que la obligación fue satisfecha.
Por consiguiente, al analizar el artículo 1626 del Código Civil ―… el pago efectivo es la
prestación de lo que se debe …‖ con lo cual se extingue la obligación, en consonancia
con el artículo 1757 ibídem en el que se señala que incumbe probar las obligaciones o su
extinción al que alega aquellas o ésta; se concluye que correspondía a la entidad
demostrar el pago, y en virtud de esa carga aducir, dentro de las oportunidades legales,
los elementos de convicción al proceso, que permitieran al juez llegar a la veracidad de la
ocurrencia de este acto por parte del Estado, en este caso por una condena judicial‖[61].
En línea con lo anterior, en punto a los medios de prueba idóneos para acreditar el pago
dentro de las acciones de repetición, la Sala ha considerado:
―(…) para el efecto resulta absolutamente indispensable carta de pago[62], recibo[63],
declaración proveniente del acreedor o cualquier otro medio de prueba que lleve al juez la
convicción de que el deudor efectuó el pago debido al acreedor. Los documentos
provenientes del propio deudor no constituyen prueba suficiente para acreditarlo, máxime
si se tiene en consideración la trascendencia que reviste el pago efectivo y total -no sólo
como presupuesto material de la sentencia estimatoria, sino, incluso, para los efectos
mismos de computar el término de caducidad-, cuando se trata de instaurar una acción de
repetición, buscando real y seriamente la prosperidad de las pretensiones esgrimidas en
la demanda.
De otra parte, conviene mencionar que la resolución mediante la cual se reconoce y
ordena el pago si bien resulta importante para acreditar los pasos seguidos por la
Administración con miras a cumplir con la condena que le fue impuesta, no constituye, en
modo alguno, prueba de la realización del pago efectivo de la totalidad de la suma de
dinero adeudada‖[64].
A folio 30 del cuaderno 1 del expediente obra copia de la cuenta de cobro y orden pago
No. 6115, de junio 23 de 1997, en la cual se consignó que ECOSALUD S.A., le adeudaba
al señor Pedro Nel Parra Vera, la suma de $ 36‘133.318.33, por concepto ―DEL PAGO DE
INDEMNIZACION POR DESPIDO INJUSTO SEGÚN SENTENCIA DEL TRIBUNAL
SUPERIOR Y LIQUIDACION DEL DEPARTAMENTO DE RECURSOS HUMANOS CON
RESOLUCION No. 0638 DE JUNIO 20/97‖.
Dentro del referido documento también aparece la orden de pago de la anterior acreencia,
mediante cheque No. 6868924, con constancia de recibido el 25 de junio de 1997, por
parte de quien representó judicialmente al señor Pedro Nel Parra Vera en el proceso
laboral.
A folio 65 del cuaderno 1 del expediente también obra copia de la liquidación efectuada
por Recursos Humanos de ECOSALUD S.A., el 17 de junio de 1997, la cual arrojó la
suma descrita en la orden de pago 6115 y dentro de la cual existe constancia, suscrita por
el apoderado judicial del señor Parra vera, de que la entidad se encuentra a paz y salvo
por todo concepto.
Y a folio 31 del cuaderno 1 del expediente obra copia de la cuenta de cobro y orden de
pago No. 6571, de noviembre 21 de 1997, en la cual consta que ECOSALUD S.A.,
canceló la suma de $ 9‘120.000, por concepto de <<AGENCIA[S] EN DERECHO
LIQUIDADAS POR EL JUZGADO QUINCE LABORAL DEL CIRCUITO DENTRO DEL
PROCESO DE PEDRO NEL PARRA VERA>>, pago que se hizo a través de cheque No.
9940456, recibido el 2 de diciembre de 1997.
Por consiguiente, la Sala encuentra demostrado que la entidad demandante efectuó el
pago total de la condena que le fue impuesta en el proceso ordinario laboral que contra
ella promovió el señor Pedro Nel Parra Vera.
3.2.1.- La caducidad de la acción en el caso sub examine
En cuanto a la caducidad de la acción de repetición se ha sostenido [65]:
<<Como se observa, para resolver el asunto de la caducidad de la acción resulta
necesario establecer cuándo se produjo el pago por cuyo reembolso se demanda, el cual
es determinante para acreditar el daño y para señalar la oportunidad para formular la
demanda de repetición. Tratándose del ejercicio oportuno de la acción de repetición cabe
precisar que existen dos momentos a partir de los cuales empieza a contarse el término
de dos años para impetrar la acción, a saber: a) a partir del día siguiente al pago efectivo
de la condena impuesta en una sentencia y b) desde el día siguiente al vencimiento del
plazo de 18 meses previsto en el artículo 177 inciso 4 del C. C. A.>>. (Se destaca).
También ha precisado la Subsección que,
―… el pago por el cual se pretende repetir no necesariamente debe ser total, toda vez que
dicha afirmación constituiría una limitación de la legitimación para repetir, la que no se
encuentra establecida ni en la Constitución ni en la Ley, máxime que, como ya se vio, los
presupuestos de dicha acción se encuentran contenidos en el artículo 2 de la Ley 678 de
2001, entre los cuales no se contempla dicha posibilidad‖[66] (Se destaca).
Como quedó expuesto, el pago que efectuó ECOSALUD S.A., al señor Parra Vera se
produjo el 25 de junio de 1997 y la parte actora sólo repitió contra sus ex funcionarios por
el valor que le fue cancelado a dicha persona, $ 36‘133.318.33, sin embargo, ello no
impide contabilizar el término de caducidad de la acción a partir del siguiente pago que se
produjo por concepto de agencias en derecho, por valor de $ 9‘120.000, el 2 de
diciembre de 1997, toda vez que esa erogación se produjo con ocasión y por razón del
cumplimiento de los fallos proferidos de la Justicia Ordinaria Laboral; es decir, que en este
caso la entidad aquí demandante pagó la totalidad de la condena que le fue impuesta,
pues no sólo asumió la cancelación de las acreencias laborales adeudadas al Parra Vera,
sino que también canceló las costas del proceso que le fueron impuestas en la sentencia
proferida por el Juzgado 15 Laboral del Circuito de Bogotá, confirmada por la Sala Laboral
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá D.C.
Dado que la demanda se presentó el 2 de noviembre de 1999, se puede determinar que
la demanda se presentó de manera oportuna.
2.3.- La calidad de los demandados como agentes o ex agentes del Estado
Este presupuesto también se encuentra acreditado en el proceso, comoquiera que a folios
8 y 9 del cuaderno 1 del expediente obran sendas certificaciones, emitidas por
ECOSALUD S.A.[67], en cuya virtud se tiene que los señores Graciela Palacios
Meiresonne y Santiago Medina Serna estuvieron vinculados a esa entidad,
respectivamente, en condición de Presidenta (e) entre el 6 de mayo y el 8 de agosto de
1991 y como Presidente desde el 25 de septiembre de 1990 y 3 de mayo de 1991.
3.4.- La culpa grave o el dolo en la conducta de los demandados
En relación con este presupuesto cobra especial significado la consideración expuesta por
el Tribunal de primera instancia en el sentido de que los demandados carecían de
legitimación en la causa por pasiva porque la vinculación de cada uno de ellos a
ECOSALUD S.A., no habría correspondido a la época en que se presentaron los hechos
que dieron origen al proceso ordinario laboral, determinación que constituyó la razón
principalísima para denegar las súplicas de la demanda en este asunto.
En ese sentido, la Sala entrará a dilucidar ese aspecto, para cuyo efecto se analizará el
proceso ordinario laboral primigenio que se trasladó a este litigio a petición de la señora
Graciela Palacios Meiresonne, parte demandada [68].
Al respecto debe reiterarse que el Código Contencioso Administrativo dispone que en los
procesos seguidos ante la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo se aplicarán, en
cuanto resulten compatibles con sus normas, las del Estatuto de Procedimiento Civil en lo
relacionado con la admisibilidad de los medios de prueba, forma de practicarlas y criterios
de valoración (artículo 168). Por su parte, el artículo 185 de ese último Estatuto prevé que
las pruebas trasladadas son apreciables, sin mayores formalidades, siempre que en el
proceso primitivo se hubieren practicado a petición de la parte contra quien se aducen o
con audiencia de ella.
La Sección Tercera del Consejo de Estado se ha pronunciado en reiteradas ocasiones en
el sentido de indicar que aquellas pruebas trasladadas que no cumplan con los requisitos
previstos en el artículo 185 del Código de Procedimiento Civil o que no hubieren sido
solicitadas en el proceso contencioso administrativo por la parte contra quien se aducen, o
no hubieren sido practicadas con audiencia de aquélla, no podrán ser valoradas en el
nuevo proceso[69].
También ha dicho la Sala que en los eventos en los cuales el traslado de las pruebas
recaudadas dentro de otro proceso hubiere sido solicitado por ambas partes, hay lugar a
tener en cuenta dichas pruebas en el proceso contencioso administrativo, aun cuando
hubieren sido practicadas sin citación o intervención de alguna de las partes en el proceso
original y no hubieren sido ratificadas en el nuevo proceso contencioso administrativo,
considerando que, en tales casos, resultaría contrario a la lealtad procesal que una de las
partes solicitara que la prueba haga parte del acervo probatorio pero que, en el evento de
que resultara desfavorable a sus intereses, llegare a invocar las formalidades legales para
su inadmisión[70].
La Sala valorará en su integridad el referido proceso laboral, toda vez que en él fue
demandado ECOSALUD S.A., entidad que promovió la acción de repetición a la cual se
trasladó ese expediente, por manera que se trata de una prueba conocida o, mejor,
recaudada con la audiencia de esa entidad, es decir contra la cual se pretende ahora
aducir, dado que el traslado de ese proceso lo solicitó la parte demandada en este
litigio.
Así, pues, al revisar la demanda –presentada el 18 de agosto de 1993[71]– que dio lugar
al proceso laboral, se encuentra que su fundamento fue la celebración de un contrato de
trabajo por parte de ECOSALUD S.A., y el señor Pedro Nel Parra Vera, entre el 1 de
noviembre de 1990 y el 15 de mayo de 1991, fecha en que esta última persona fue
retirada de la entidad.
El actor en ese proceso laboral esgrimió que la entidad no le había cancelado la
indemnización completa a la que tenía derecho y que, además, se le dejaron de pagar
todas las prestaciones sociales respectivas, derechos que le fueron denegados en vía
gubernativa, previo al ejercicio de su derecho de acción. También adujo que su
vinculación a la entidad se produjo en dos períodos, a saber: el primero comprendido
entre el 1 de noviembre de 1990 mediante un contrato verbal de trabajo y el segundo, a
partir de febrero1 de 1990, a través de un contrato de trabajo escrito para el cargo de Jefe
de la División de Personal.
También encuentra la Sala que mediante Resolución de enero 30 de 1991[72],
ECOSALUD S.A., por conducto de su entonces Presidente –y aquí demandado– Santiago
Medina Serna, reconoció y ordenó unos pagos al personal que prestaba sus servicios
profesionales a la entidad, entre los que se encontraba el señor Parra Vera, por concepto
de ―… incorporación, registro y control de aspirantes y de los asuntos relativos al manejo
del personal durante el periodo de enero 15 al 31 de 1.991‖.
Está acreditado, además, que entre ECOSALUD S.A., y el señor Pedro Nel Parra Vera
existió un contrato de trabajo a término indefinido, suscrito el 1 de febrero de 1991; que
dicho contrato fue firmado por el señor Santiago Medina Serna, en su condición de
Presidente de la entidad[73]; que con ocasión de ese vínculo contractual, el señor Parra
Vera adquiría la condición de trabajador oficial en el cargo de Jefe del Departamento de
Relaciones Industriales.
Obra a folio 21 y siguientes del cuaderno 3, copia autenticada de la petición que elevó el
30 de julio de 1991, la apoderada del señor Parra Vera y otros, a ECOSALUD S.A., con el
fin de obtener la indemnización por terminación unilateral, anticipada e injusta, del
contrato de trabajo que existía entre las partes, solicitud que fue respondida por la
entonces Presidenta de la entidad, Graciela Palacios Meiresonne –aquí demandada–, en
los siguientes términos:
―Teniendo en cuenta que la petición presentada por Ud. el pasado 30 de julio es de
carácter general pero involucra relaciones jurídicas diferentes, le solicito con el fin de
resolverla adecuadamente, proceda a desglosarla individualizando cada una de las
situaciones a que ella se refiere, con los correspondientes supuestos de hecho que no
son iguales para todos los poderdantes.
Requerimos esta información adicional en los términos del artículo 12 del Decreto de
1984, porque consideramos que la proporcionada por Ud. al iniciar la actuación
administrativa es insuficiente y no aporta todos los elementos valorativos necesarios para
que ECOSALUD S.A. entre a decidir‖[74].
Con ocasión del anterior requerimiento, el 9 de septiembre de 1991[75], la apoderada del
señor Pedro Nel Parra Vera adicionó y complementó la petición por ella elevada a nombre
de aquél y de otras personas más.
Por medio de decisión No. 0792 (sin fecha), suscrita por el Presidente de ECOSALUD
S.A., distinto de los aquí demandados, se resolvió la petición elevada el 30 de julio de
1991, ampliada y complementada el 9 de septiembre de ese mismo año, en el sentido de
denegar las reclamaciones efectuadas[76].
Ahora bien, dentro del referido proceso laboral rindió declaración la señora María Helena
Garzón Fernández, quien señaló:
―Desde el 15 de enero de 1.991 hasta el 30 del mismo mes y año, los que estábamos
trabajando con Ecosalud no teníamos ningún contrato, el contrato se firmó a partir del 1
de Febrero de 1.991. Durante los 15 días, el señor Parra se desempeñaba como
Coordinador de la parte laboral de la empresa, él hacía entrevistas y todo lo relacionado
con el personal, quiero decir que como este tiempo la empresa estaba en su etapa
organizativa y se necesitaba personal y como no había cargos específicos porque no
había planta de personal, se había designado al señor Parra como coordinador del área
de personal para canalizar las hojas de vida de los futuros aspirantes a firmar contratos
con Ecosalud. La fecha exacta del ingreso del señor Parra la desconozco, pero la mayoría
de personas ingresamos a trabajar el 15 de enero de 1.991 para colaborar con la etapa
organizativa de la empresa.
―Entre el 15 de enero y el 30 de enero de 1.991, no existió ningún tipo de contrato, todas
las personas [que] laborábamos lo hacíamos a manera de colaboración y con el interés de
firmar contrato cuando se aprobara la planta de personal. Habían coordinadores pero no
jefes; para los permisos no existía ningún control, entrábamos y salíamos cuando se
quería porque no existía ningún control en el horario, de pronto se le comentaba al
compañero más cercano la ausencia de la persona en caso de ser solicitado para hacer
algo. Como Ecosalud no tenía presupuesto, el pago se hacía a través de la Presidencia
de la República dentro de un Programa de Consolidación. Todos los empleados o
colaboradores incluyendo al señor Parra, estábamos en la misma situación‖ [77].
Finalmente, en el fallo laboral de primera instancia se consideró que el vínculo que existió
entre las partes desde el 1 de noviembre de 1990 y el 15 de mayo de 1991 era un
verdadero contrato de trabajo a término indefinido [78], aspecto que fue confirmado por el
Tribunal ad quem [79], sin que dentro de esas decisiones, bueno es señalarlo, se hubiere
hecho alusión y mucho menos analizado la actuación de los aquí demandados.
Al proceso también se allegó una actuación fiscal[80] que se adelantó respecto de
ECOSALUD S.A., sin embargo, de la información que allí reposa se puede establecer que
no guarda relación con los hechos materia de este asunto.
De conformidad con los medios de acreditación antes expuestos, la Subsección considera
que no se acreditó que la conducta de los demandados fuese constitutiva de culpa grave,
ni mucho menos de dolo y que, por lo tanto, las pretensiones de la acción de repetición
ejercida fueron acertadamente desestimadas dentro del fallo aquí apelado.
La Sala encuentra que los demandados sí tuvieron participación en los hechos materia de
este proceso; sin embargo, en relación con la señora Graciela Palacios Meiresonne, se
encuentra que su conducta se contrajo a responder la reclamación elevada el 30 de julio
de 1991 por la apoderada del señor Parra Vera en el sentido de que adecuara la petición,
sin que por esa única actuación pueda predicarse, de manera alguna, que la conducta de
esta estuvo afectada de culpa grave y menos de dolo, pues –ha de decirse– ni siquiera
fue ella quien denegó las prestaciones solicitadas, dado que esa decisión fue adoptada
posteriormente por un nuevo Presidente de la entidad.
Y en cuanto al demandado –ya fallecido– Santiago Medina Serna, la Sala no encuentra
que en sus decisiones hubiere actuado igualmente con dolo o culpa grave; es más, como
ya se dijo, en los fallos de primera y segunda instancias del proceso ordinario laboral no
se abordó el análisis de la conducta de quien fungió como Presidente de ECOSALUD
S.A., para la época de los hechos, de modo que no es cierto, como lo sostuvo la parte
actora en su recurso de apelación, que de esas decisiones judiciales se pueda deducir la
responsabilidad personal del aquí demandado.
La Sala encuentra que la condena patrimonial de índole laboral que debió asumir la
entidad aquí demandante obedeció a la típica existencia del denominado contrato realidad
en esa materia, porque se demostraron los elementos que lo configuraban. En línea con
lo expuesto se ha pronunciado esta Subsección:
<<Pero es más, aún acogiendo los argumentos –en sí mismos escasos y llanos–
expuestos dentro de las sentencias de primera y segunda instancia en el proceso
laboral[81], no es posible derivar de ellos una actuación constitutiva de culpa grave o de
dolo en quienes en su momento adoptaron la decisión de terminar el contrato de trabajo
del señor Bernal Rodríguez, por la sencilla pero suficiente razón de que en dichas
decisiones judiciales no se analizó la conducta y/o actividad desplegada por los aquí
demandados, comoquiera que el sustento de las providencias en materia laboral sólo giró
en torno a si el demandante en ese proceso, en realidad fungió como interventor de la
obra que presentó irregularidades, para concluir, con base en el acervo probatorio
descrito en cada fallo –sólo pruebas testimoniales– que el actor no tenía esa función y
que, por lo tanto, debía considerarse que su despido había sido injusto.
Nótese cómo la pensión sanción de jubilación que se le reconoció al señor Bernal
Rodríguez ni siquiera fue el resultado de un análisis jurídico dialéctico del juez natural de
esa causa, sino que obedeció al reconocimiento de una prestación económica, per se, de
la declaratoria del despido injusto.
La Subsección reitera que aún con fundamento en las mencionadas providencias
judiciales no es posible establecer que los aquí demandados actuaron con conocimiento
de la irregularidad de su comportamiento y/o con la intención de producir las
consecuencias nocivas en la persona de Hernando Bernal Rodríguez, por manera que no
puede compartirse el argumento de la parte demandante según el cual dichas decisiones
reflejan la culpa grave o el dolo de los demandados en este proceso>>[82].
En consecuencia, se confirmará el fallo apelado en cuanto denegó las pretensiones de la
demanda de repetición interpuesta por ECOSALUD S.A.
En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, en Sala de lo Contencioso
Administrativo, Sección Tercera, Subsección A, administrando Justicia en nombre de la
República de Colombia y por autoridad de la Ley,
FALLA:
Primero: Confírmase la sentencia proferida por el Tribunal Administrativo
Cundinamarca, Sección Tercera, Subsección B, el 31 de marzo de 2004.
de
Segundo: en firme esta decisión, por Secretaría remítase el expediente al Despacho del
Consejero Ponente para proveer respecto de los honorarios del curador ad lítem.
CÓPIESE, NOTIFÍQUESE y CÚMPLASE
HERNÁN ANDRADE RINCÓN
CARLOS ALBERTO ZAMBRANO BARRERA
1] Dicha entidad fue liquidada y aquellos litigios judiciales en los cuales era parte se
trasladaron a ETESA, entidad que sustituyó como parte demandante a ECOSALUD en el
presente proceso; sin embargo, ETESA también entró en proceso de liquidación y como
su vocera y administradora del patrimonio autónomo de remanentes de ETESA se tiene
ahora a la Fiduciaria La Previsora S.A. (fls. 552 a 561 c ppal).
[2] Fls. 3 a 7 c 1.
[3] Fl. 77 c 1.
[4] Fl. 78 c 1.
[5] Fl. 80 c 1.
[6] Auto de 6 de agosto de 2001.
[7] Fl. 83 c 1.
[8] Fl. 85 c 1
[9] Fl. 101 c 1.
[10] Fl. 102 c 1.
[11] Fl. 104 c 1.
[12] Fl. 105 c 1.
[13] Fls. 107 a 110 c 1.
[14] Fl. 112 c 1.
[15] Fl. 116 c 1.
[16] Fls. 118 c 1.
[17] Fl. 122 c 1.
[18] Fls. 123 y 127 c 1.
[19] Fl. 335 c 1.
[20] Fl. 344 c 1.
[21] Auto de octubre veintiuno (21) de dos mil catorce (2014).
[22] <<Cuando en el curso del proceso se advierta que se ha dejado de notificar una
providencia distinta de la que admite la demanda, el defecto se corregirá practicando la
notificación omitida, pero será nula la actuación posterior que dependa de dicha
providencia, salvo que la parte a quien se dejó de notificar haya actuado sin proponerla>>.
(Se destaca).
[23] Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, auto de
12 de mayo de 2010, exp. 36.339; M.P. Dra. Ruth Stella Correa Palacio.
[24] Sentencia C-1038 de 2003. En relación con la garantía de la defensa de los derechos
del demandado, esa misma Corporación, en sentencia C-250 de 1994, había señalado:
―El curador ad litem, también llamado para el pleito, como se recordará, es un abogado
titulado que actúa en un proceso determinado en representación de una persona que no
puede o no quiere concurrir al mismo y cuya función termina cuando el representado
decidiere acudir personalmente o mediante un representante. Dichos curadores
especiales son designados por el juez del conocimiento y sus deberes, responsabilidades
y remuneración son las mismas que rigen para los auxiliares de la justicia. El curador ad
litem está autorizado para realizar todos los actos procesales que no estén reservados a
la parte misma, así como designar apoderado judicial bajo su responsabilidad, sin
embargo no se le permite recibir ni disponer del derecho en litigio, de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 46 del C.P.C. La institución del curador ad litem tiene como
finalidad esencial proteger los derechos del ausente, que no por estarlo puede recibir un
tratamiento procesal desventajoso, pues éste redundaría en menoscabo de algunos de
los derechos sustantivos que en el proceso se controvierten. Constituye, pues, un
instrumento protector del derecho fundamental de defensa‖.
[25] Auto de diciembre 3 de 2002. Fl. 116 c 1.
[26] Fls. 118 c 1.
[27] Fl. 122 c 1.
[28] Fls. 123 y 127 c 1.
[29] Fl. 335 c 1.
[30] Fl. 344 c 1.
[31] Auto de diciembre 3 de 2002. Fl. 116 c 1.
[32] Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, auto de
12 de mayo de 2010, exp. 36.339; M.P. Dra. Ruth Stella Correa Palacio.
[33] Fls. 577 7 578 c ppal.
[34] Fls. 579 a 585 c ppal
[35] Fls. 587 y 588 c ppal.
[36] Fl. 591 c ppal.
[37] Fls. 130 a 149 c 1.
[38] Fls. 345 a 348 c 1.
[39] Fls. 349 a 360 c 1.
[40] Fls. 362 a 376 c ppal.
[41] Fls. 386 a 389 c ppal.
[42] Fls. 392 a 398 c ppal.
[43] Fls. 401 a 417 c ppal.
[44] Al respecto, ver autos de 11 de diciembre de 2007, Exp. 2007 00433 00, C.P. doctor
Mauricio Torres Cuervo y de 21 de abril de 2009, Exp. 2001 02061 01, C.P. doctor
Mauricio Fajardo Gómez.
[45] Cfr. autos citados.
[46] Cfr. auto de 11 de diciembre de 2007, Exp. 2007 00433 00, C.P. doctor Mauricio
Torres Cuervo.
[47] Auto de 18 de agosto de 2009, exp. 11001-03-15-000-2008-00422-00(C); M.P. Dr.
Héctor Romero Díaz.
[48] Decreto 597 de 1988.
[49] Se reiteran en este acápite, las consideraciones expuestas por la Sala en sentencia
de 16 de julio de 2008, exp. 29.291; M.P. Dr. Mauricio Fajardo Gómez, entre muchas
otras providencias.
[50] Sentencia que dictó la Sección Tercera el 31 de agosto de 1999. Exp. 10.865. Actor:
Emperatriz Zambrano y otros. Demandado: Nación, Ministerio de Defensa. Consejero
Ponente: Dr. Ricardo Hoyos Duque.
[51] El artículo 83 Constitucional reza: ―Las actuaciones de los particulares y de las
autoridades públicas deberán ceñirse a los postulados de la buena fe, la cual se
presumirá en todas las gestiones que aquellos adelanten ante estas‖.
[52] Artículo 40 de la Ley 153 de 1887.
[53] Que obra en original a folios 127 a 135 del cuaderno 3 del expediente.
[54] Cuya providencia original obra a folios 155 a 164, c 3.
[55] Artículo 1625. Toda obligación puede extinguirse por una convención en que las
partes interesadas, siendo capaces de disponer libremente de lo suyo, consientan en
darla por nula.
Las obligaciones se extinguen además en todo o parte:
1) Por la solución o pago efectivo
2) Por la novación
3) Por la transacción
4) Por la remisión
5) Por la compensación
6) Por la confusión
7) Por la pérdida de la cosa que se debe
8) Por la declaración de nulidad o por la rescisión
9) Por el evento de la condición resolutoria
10) Por la prescripción.
[56] Entendiéndose que la ejecución de la prestación debida – pago- no es la única forma
de extinción de la obligación pero si es la que encierra una mayor relevancia, dado que
existen otros modos que tienen como finalidad finiquitar la obligación como la novación, la
transacción, la remisión etc.
[57] Artículo 1626 del Código Civil. El pago efectivo es la prestación de lo que se debe.
[58] Hinestrosa, Fernando. Tratado de las Obligaciones. Universidad Externado de
Colombia. Primera Edición. Bogotá, 2002.
[59] Artículos 1628, 1653, 1654 y 1669 del Código Civil.
[60] Artículos 877 y 1163 del Código de Comercio.
[61] Sentencia de 5 de diciembre de 2006, exp. 22.056, M.P. Dra. Ruth Stella Correa
Palacio, reiterada en sentencias de 11 de febrero de 2009, exp. 29.926 y de 8 de julio de
2009, exp. 22.120, entre muchas otras.
[62] El Código Civil establece sobre el particular:
―ART. 1628. —En los pagos periódicos la carta de pago de tres períodos determinados y
consecutivos hará presumir los pagos de los anteriores períodos, siempre que hayan
debido efectuarse entre los mismos acreedor y deudor.‖
―ART. 1653. —Si se deben capital e intereses, el pago se imputará primeramente a los
intereses, salvo que el acreedor consienta expresamente que se impute al capital.
Si el acreedor otorga carta de pago del capital sin mencionar los intereses, se presumen
éstos pagados.‖
[63] El Código de Comercio establece en el artículo 877 que ―el deudor que pague tendrá
derecho a exigir un recibo y no estará obligado a contentarse con la simple devolución del
título; sin embargo, la posesión de éste hará presumir el pago‖.
[64] Consejo de Estado. Sección Tercera. Sentencia de 20 de septiembre de 2007.
Exp. 20.828, reiterada por esta Subsección en sentencia de marzo 27 de 2014,
exp. 38.455.
[65] Sentencia de 8 de julio de 2009, exp. 22.120, entre muchas otras providencias.
[66] Providencia de 12 de febrero de 2014, exp. 39.796.
[67] ECOSALUD, según el Decreto 271 de 1991, fue creada como una sociedad entre
entidades públicas del orden nacional, con personalidad jurídica, autonomía administrativa
y patrimonio propio, de la forma de las anónimas, sometida al régimen de las empresas
industriales y comerciales del Estado, pertenecientes al sector salud (fl. 61 c 2).
[68] Fl. 147 c 1.
[69] Sentencia de julio 7 de 2005, expediente 20.300, reiterada en sentencia de 7 de julio
de 2011, exp. 16.590.
[70] Sentencia de febrero 21 de 2002, expediente 12.789, entre otras.
[71] Fl. 8 vto. C 3.
[72] Cuya copia auténtica obra a folio 47 del cuaderno 3.
[73] Contrato que obra en original a folios 56 a 58, c 3.
[74] Fl. 27 c 3.
[75] Fls. 14 y 19 c 3.
[76] Decisión aportada en copia auténtica –fls. 9 a 13 c 3–.
[77] Fls. 106 a 109 c 3.
[78] Fl. 132 c 3
[79] Fl. 162 c 3.
[80] Cuaderno 4.
[81] Cabe señalar que según la jurisprudencia reiterada de la Sala, ―(…) la motivación de
la sentencia judicial que imponga una condena patrimonial a cargo de una entidad pública
y el pago de la misma no son pruebas idóneas para establecer per se la responsabilidad
del demandado en acción de repetición (…)‖ (se destaca) - [Consejo de Estado, Sección
Tercera, sentencia de 22 de julio de 2009, exp. 27.779, reiterada por esta Subsección en
sentencia de marzo 27 de 2014, exp. 38.455, M.P. Dr. Mauricio Fajardo Gómez.
[82] Sentencia de 23 de julio de 2014, exp. 28.684.
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