La falta de un profeta

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LA FALTA DE UN PROFETA
La falta de un profeta
Cuando el rey David se acercaba al final de su vida “…Adonías hijo de Haguit se
rebeló, diciendo: Yo reinaré. Y se hizo de carros y de gente de a caballo, y de cincuenta
hombres que corriesen delante de él” (1 Rey. 1:5). ¿En qué consistió su rebeldía? Según
aprendemos de las Escrituras, tanto David como el Señor habían indicado que Salomón sería
rey (1 Rey. 1:17; 1 Cron. 22:9-10). Al final, Salomón tuvo éxito sucediendo a David en el
trono (1 Rey. 1:39) y Adonías fue condenado a muerte (1 Rey. 2:24-25).
Cuando comparamos el estado de estos dos hombres, el gobierno legítimo de
Salomón y el método ilegítimo de Adonías, encontramos una diferencia notable entre sus
administraciones, lo cual nos sirve para comparar lo que ahora mismo está sucediendo en el
mundo.
“Entonces Adonías hijo de Haguit se rebeló, diciendo: Yo reinaré. Y se hizo de carros
y de gente de a caballo, y de cincuenta hombres que corriesen delante de él… Y se había
puesto de acuerdo con Joab hijo de Sarvia y con el sacerdote Abiatar, los cuales ayudaban a
Adonías” (1 Rey. 1:5,7).
“Y descendieron el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, Benaía hijo de Joiada, y los
cereteos y los peleteos, y montaron a Salomón en la mula del rey David, y lo llevaron a
Gihón. Y tomando el sacerdote Sadoc el cuerno del aceite del tabernáculo, ungió a Salomón;
y tocaron trompeta, y dijo todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón!” (1 Rey. 1:38-39).
Como podemos ver, ambos hombres recibieron elogios como rey (cf. “¡Viva el rey
Adonías!”, “¡Viva el rey Salomón!”, 1 Rey. 1:25,39). Ambos tenían un líder militar con ellos,
Adonías tenía a Joab y Salomón tenía a Benaía. Ambos tenían un sacerdote aliado con ellos,
Abiatar con Adonías y Sadoc con Salomón. Pero, Salomón tenía adicionalmente a otra
persona, el profeta Natán. ¿Dónde estaba el profeta de Adonías? Oh, por supuesto, ¡Adonías
no tenía un profeta que hablara palabra de Jehová en su grupo!
El hecho de que Adonías no tenía un profeta de su lado fue significativo. Después de
todo, a él le fue negado el trono, mientras que Salomón con el apoyo del profeta de Dios,
ascendió al trono de su padre.
El papel de un profeta era revelar la voluntad de Dios. El profeta era la boca de
Jehová (cf. Ex. 4:16; 7:1). Dios ya había revelado a través de Natán que Salomón se
sentaría en el trono de David (2 Sam. 12:24-25). A pesar de que Adonías fue exaltado como
rey y tenía una asombrosa presencia militar y religiosa con él (Joab y Abiatar), el hecho de
que él no tenía un profeta de Dios a su lado, indicó que su gobierno no era la voluntad de
Dios y por lo tanto un error.
Esto proporciona una simple, pero importante lección para nosotros. Imagínese una
iglesia que tiene un predicador carismático, atractivo y dinámico (como Adonías, 1 Rey.
1:6), una gran cantidad de miembros (como la membresía que poseía Adonías con Joab y su
ejército), y la fama de servicios religiosos impactantes donde participan predicadores de
renombre (como Adonías tenía al sacerdote Abiatar). Estas características existen en
muchas sectas y llamadas “iglesias de Cristo” de hoy. Sin embargo, preguntamos, ¿el
liderazgo, los números, y el servicio religioso denotan automáticamente la aprobación de
Dios? La respuesta es un rotundo ¡no! Adonías no tenía la voluntad revelada de Dios de su
lado, cosa muy clara al carecer de un profeta de Jehová en su agrupación.
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Por Josué Hernández
www.JosueEvangelista.com
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LA FALTA DE UN PROFETA
Si no estamos siguiendo la palabra de Dios, entonces no importa quiénes son
nuestros predicadores, cuántas personas tenemos reuniéndose con nosotros, o cuánto celo
religioso estemos manifestando. Si no estamos siguiendo la palabra de Dios, andamos mal.
Cuando se trata de nuestro servicio a Dios, debemos estar seguros de que estamos
siguiendo el patrón que se ha revelado en el Nuevo Testamento. El apóstol Pablo escribió a
Timoteo, “Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en
Cristo Jesús” (2 Tim. 1:13). Entonces, debemos enseñar y practicar el evangelio puro (cf.
Gal. 1:6-9), por completo (Hech. 20:27) y sin comprometernos con el error (2 Tim. 4:2-5).
Porque, “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a
Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo” (2 Jn. 9).
Estimado lector, no siga a algún predicador, iglesia o movimiento religioso sin
evaluarlos con la palabra de Dios. Por ejemplo, vea usted la nobleza que encontró Pablo en
la sinagoga de Berea, lo cual se destaca en el libro de los Hechos. Ellos fueron alabados
porque “recibieron la palabra con toda prontitud de ánimo, escudriñando cada día las
Escrituras si fuesen así estas cosas” (Hech. 17:11, NT Besson). Los de Berea, no siguieron
ciegamente a Pablo, primeramente evaluaron sus enseñanzas con las Escrituras. ¿No
debemos hacer lo mismo hoy? No en vano dice la Escritura, “Examinadlo todo; retened lo
bueno” (1 Tes. 5:21), como también afirma el Espíritu Santo por boca de Juan, “Amados, no
creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos
profetas han salido por el mundo” (1 Jn. 4:1).
No se deje engañar por aquellos que no tienen la verdad de su lado, pero que poseen
el impacto de la popularidad numérica y dinámica del error. Como el profeta escribió “¡A la
ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Is.
8:20).
Adaptado de la obra “El Profeta Missing” escrita por Andy Sochor.
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Por Josué Hernández
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