Series: Santificación por Gracia: Gemido que se torna en oración – Romanos 8:24‐29 Introducción: Aquellos que sufren en este mundo, gimen y expresan su dolor de muchas maneras. El gemido del mundo se torna en actitudes y acciones pecaminosas, intentando vivir en negación y rebelión contra Dios; pero ¿qué pasa con el cristiano? ¿En que se torna su gemir? ¿Cómo crecen en su santificación o como es su madurez en Cristo como resultado de su gemir y hacia dónde les dirige? Idea principal: El Espíritu torna nuestros gemidos, por causa de la corrupción del pecado en nuestra carne, en oración que nos enfoca y renueva en Cristo. 1. Los creyentes gimen porque, aunque ya se han salvado y pertenecer a Cristo, sufren en arrepentimiento por el pecado que aún reside en su carne y el cual experimentan a través de sus cuerpos. A través del arrepentimiento diario, ellos lamentan, reconocen y confiesan la corrupción pecaminosa que separa al hombre de Dios, que altera el diseño original de Dios para la creación, la frustración de la voluntad de Dios para sus criaturas en una ininterrumpida y enriquecedora comunión con Dios y uno con el otro. Los creyentes quieren una perfecta y plena comunión con Dios en toda su magnitud, pero encuentran en su corrupción pecaminosa una fuente de tensión e interrupción de sus santos deseos o afectos, que encuentran expresados en sus gemidos. (8:21‐23) 2. Ellos gimen en esperanza por la fe. A través de la fe, ellos son renovados mirando su adopción en Cristo como hijos perdonados y amados de Dios. Ellos miran el futuro en esperanza mirando al pasado a través de la fe; su futuro es visto a través de la Cruz, del cristal teñido con la sangre del cordero. La palabra de absolución o perdón en Cristo, ser nueva creación y estar completos en El, ofrece una visión de esperanza, a la cual diariamente se aferran a través de la fe; Esta visión de la gracia en Cristo les permite gemir en adoración y gozosa expectativa. (8:24‐25) 3. El gemido del creyente se convierte en una expresión de adoración donde la tristeza y el gozo se combinan y se convierten en oración, guiado por el Espíritu (8:26). Toda las esperanzas y temores del creyente, sus penas y alegrías, y sus dolores y consuelos son canalizados y expresados a través de la oración. A través de la oración los creyentes gimen y son provistos de resistencia y perseverancia en su peregrinaje y batalla contra el pecado y todos sus enemigos. 4. El gemido del creyente se convierte en oración cuando ellos encuentran en Cristo su única esperanza. Ellos crecen en entendimiento por el Espíritu que sólo en y a través de Cristo, el clamor de sus almas encuentra vida, paz, consuelo, descanso, gozo, deleite y dirección. El Espíritu convierte el gemir en oración cuando Cristo, ofrecido en el Evangelio, se va convirtiendo en mayor grado en su más preciada posesión y esperanza; el gemir que se convierte en oración es un gemir en y por el Evangelio. Ahora vemos la oración como una manera de fijar nuestros ojos en Cristo al verlo en el Evangelio como suficiente para todas nuestras necesidades y esperanzas. (8:26‐28) 5. No sabemos saber exactamente cómo debemos orar o cual sea nuestra necesidad específica en el momento; sin embargo, El Espíritu revela la voluntad del Padre en Cristo (8:27‐29). Si miramos a Cristo, podemos ver allí que esperar, que anhelar, lo que necesitamos, lo que tenemos, qué pedir y aguardar. Es a través de la revelación de Cristo para nosotros que encontramos consuelo y fortaleza para perseverar en las pruebas. Las oraciones en el Espíritu son gemidos en Cristo de esperanza y liberación por medio del Evangelio. 6. A través de tal Evangelio el gemido se convierte en oración, Dios obra en nosotros el fruto de Su Espíritu causando que nos mantengamos en paciente perseverancia por la manifestación de Cristo en nuestras vidas ahora y al final, en su segunda venida, creciendo así en sus propósitos eternos en Cristo. Tamiami/July, 2015