Oficio de Tinieblas

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TRIDUO PASCUAL
Oficio de Lectura y Laudes
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OFICIO DE TINIEBLAS
La Liturgia de las Horas (oficio de lectura, laudes,
v í s p e r a s y c o mpl e t a s ) e s u n r e z o q u e s e h a c e c a d a d í a p o r
p a r t e de S a c e r d o t e s , r e l i g i os o s y a c t u a l me n t e p o r muc h o s
s e g l a r e s . P a r a e l Ju e v e s ,
Viernes y
Sábado Santo,
estas
o r a c i o ne s s e u ni f i c a b a n e n un r e z o q ue a n t e s de l a r e f o r m a
conciliar se realizaba
la víspe r a de e s t o s dí a s a l c a e r l a
t a r d e , y a e s a o r a c i ón l a l l a má ba mo s O f i c i o d e T i n i e b l a s .
P a r a r e a l i z a r e s t e ofi c i o , s e de b í a n t e n er t o da s l as l u ce s
d e l t e mp l o a p a g a d a s , j u n t o a l a l t a r d e b í a h a b e r u n t e n e b r a r i o
o c a n d e l e r o c o n 1 3 v e l a s o c i r i o s; l o s c u a l e s r e p r e s e n t a ba n a
l o s 1 2 a p ó s t o l e s y a J e s u c r i s t o , p o r e s t e mo t i v o r e s a l t a b a u n
c i r i o s o b r e l o s d e m á s . L o s c i r ios se iban apagando uno tras
o t r o a l t é r mi n o d e c a d a s a l mo , p a r a q u e a l f i n a l q u e d a r a
ú n i c a me n t e e n c e n d i d o e l c i r i o q u e má s r e s a l t a b a .
C o n e s t o r i t o s e que r í a s i g ni f i c a r q ue a l a c e r ca r s e l a
muerte del Redentor, los apóstoles lo fueron abandonando y
e l t e mpl o i b a q u e d a n d o e n t i n i e b l a s , d e a h í e l n o mbr e d e l
Oficio de Tinieblas.
Al l l e ga r a l úl ti mo c i ri o, es t e se si t u a b a e n l a p a r t e
p o s t e r i o r a l a l t a r o c ultándolo, símbolo de la entrada de Jesús
a l a s e p ul t u r a , y a l a ve z , l a p e r ma n e n c i a de l a I gl e si a e n
espera de la Luz que surgir á e n l a V i g i l i a P a s c u a l .
E l c o n j u n t o l i t e r a r i o y mu s i c a l q u e for ma b a e l
Oficio de
T i n i e b l a s e r a d e u n a g r a n b e l l e z a . E r a u n a c e l e br a c i ó n
e s p e c i a l m e n t e l a r g a y l o s t e x t o s y me l o d í a s
gregorianas
p r o v i e n e n d e l a e da d M e d i a . Y e n l o s s i g l o s XVI y X V I I s e
enriquecieron con
e x t r a o r d i na r i a s me l o d í a s p o l i f ó n i c a s y
q u e e n l a a c t u a l i d a d f o r ma n p a r t e d e l o s r e p e r t o r i o s d e
n u me r o s o s c o n c i e r t o s .
Con
l a r e f o r ma q u e e n e l O f i c i o d e L e c t u r a r e a l i z ó
P a b l o V I , a j ui c i o d e l g ra n l i t u r gi s t a
Pedro Farnés,
se ha
e mp o b r e c i d o e n g r a n ma n e r a e l O f i c i o d e L e c t u r a d e e s t o s
días sacros.
Por este motivo,
a mp l i o d e l
P. Farnés
o fi c i o d e T i n i e bl as
o f r e c e u n e s q u e ma m a s
y d e é l h e mos s e g u i d o l o s
distintos pasos que él propone y que incluye un cuadro de
l e c t u r a p r o l o n g a d o c o n l o s c á n t i co s d e l A n t i g u o T e s t a me n t o
y l a l e c t u r a e v a ng é l i c a c on c l us i va ; a e s t a e s t r u c t u r a s e
r e c u p e r a n e l c a n t o d e l a s L a me n t a c i o n e s , p r o c l a ma d a s s i e s
posible por un solista,
el cant o d e l o s s al mo s
antífonas y los responsorios
a ser posible
c o n sus
c o n s u me l o d í a
g r e g o r i a n a o c o n l a ma r a v i l l o s a mús i c a d e V i c t o r i a o d e o t r o s
c o mp o s i t o r e s
y
se pueden alternar con otros
responsorios
má s s e n c i l l o s e n l e n g u a v e r ná c u l a .
N a t u r a l me n t e
q ue
cada
c o mun i d a d
verá
las
p o s i b i l i d a d e s q u e t i e n e p a r a r e a li z a r e st e o f i c i o b i e n c a n t a d o
o recitado, en parte o en su totalidad.
Este cuaderno quiere servir de ayuda para vivir y celebrar
me j o r e l O f i c i o d e L e c t u r a d e e s t o s d í a s d e l a Se ma n a M a y o r .
En Jaén, Cuaresma del año 2006
Alfonso Medina Crespo
Jueves Santo
Jueves Santo
Oficio de Lectura
INVITATORIO – INVOCACIÓN INICIAL
ANTÍFONA
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3
SALMODIA PARA EL OFICIO DE LECTURA
1. Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
Entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
2. Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses;
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos
(Se repite la antífona)
3. Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
4. Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron aunque había visto mis obras.
(Se repite la antífona)
5. Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó y dije
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso".
(Se repite la antífona)
6. Gloría al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
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4
HIMNO: VED LA CRUZ DE SALVACIÓN
ANTÍFONA
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5
Salmo 68, 2-22. 30-37
Dios mío, sálvame, que me llega el agua al cuello:+
me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie;*
he entrado en la hondura del agua, me arrastra la corriente.
Estoy agotado de gritar, tengo ronca la garganta;*
Se me nublan los ojos de tanto aguardar a mi Dios.
Más que los pelos de mi cabeza son los que me odian sin razón;
más duros que mis huesos, +
los que me atacan injustamente.*
¿Es que voy a devolver lo que no he robado?
Dios mío, tú conoces mi ignorancia, no se te ocultan mis delitos.*
Que por mi causa no queden defraudados los que esperan en ti,
Señor de los ejércitos.
Que por mi causa no se averguencen lo que te buscan, Dios de Israel.*
Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero
para los hijos de mi madre;*
porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas
con que te afrentan caen sobre mí.
Cuando me aflijo con ayunos, se burlan de mí; +
cuando me visto de saco, se ríen de mí;*
sentado a la puerta cuchichean mientras beben vino me sacan coplas.
Gloria al Padre, y al Hijo *
Y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre *
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
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ANTÍFONA
II
Pero mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor;*
que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude:
Arráncame del cieno, que no me hunda;*
líbrame de los que aborrecen, y de las aguas sin fondo.
Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,*
que no me cierre la poza sobre mí.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; +
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí;*
No escondas tu rostro a tu siervo: estoy en peligro,
respóndeme en seguida.
Acércate a mí, rescátame, líbrame de mis enemigos: +
estás viendo mi afrenta, mi vergüenza y mi deshonra;*
a tu vista están los que me acosan.
La afrenta destroza el corazón, y desfallezco*
Espero compasión, y no la hay;
consoladores y nos los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,*
Para mi sed me dieron vinagre.
Gloria al Padre, y al Hijo *
Y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre*
por los siglos de los siglos. Amén
(Se repite la antífona)
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7
ANTÍFONA
III
Yo soy un pobre malherido; *
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,*
proclamaré su grandeza con acción de gracias;
le agradará a Dios más que un toro,*
más que un novillo con cuernos y pezuñas.
Miradlo, los humildes, y alegraos,*
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,*
no desprecia a sus cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra,*
las aguas y cuanto bulle en ellas.
El Señor salvará a Sión, +
reconstruirá las ciudades de Judá,*
y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará,*
Los que aman su nombre vivirán en ella.
Gloria al Padre, y al Hijo *
Y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre
Por los siglos de los siglos. Amén
(Se repite la antífona)
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VERSÍCULO ANTES DE LA LECTURAS
PRIMERA LECTURA
De la Carta a los hebreos. 4, 14-5, 10
Jesucristo, sumo Sacerdote
Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo
sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios.
No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras
debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el
pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.
Porque todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para
representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los
pecados. El puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está
envuelto en debilidades. Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como
en el caso de Aarón.
Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino
aquel que le dijo: "Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy", o, como dice otro pasaje
de la Escritura: "Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec".
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones
y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. El, a
pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha
convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna, proclamado por
Dios sumo sacerdote, según el rito de Melquisedec.
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RESPONSORIO
SEGUNDA LECTURA
De la homilía de Melitón de Sardes, obispo, sobre la Pascua
(Núms. 65-71: SC 123,95- 101)
El CorderoIinmaculado nos sacó de la muerte a la vida
Muchas predicciones nos dejaron los profetas en torno al misterio de pascua, que
es Cristo; a él la gloria por siglos de los siglos. Amén.
El vino desde los cielos a la tierra a causa de los sufrimientos humanos; se
revistió de la naturaleza humana en el vientre virginal y apareció come hombre; hizo
suyas las pasiones y sufrimientos humanos con su cuerpo, sujete al dolor, y destruyó las
pasiones de la carne, de modo que quien por su espíritu no podía morir acabó con la
muerte homicida.
Se vio arrastrado como un cordero y degollado como una oveja, y así nos
redimió de idolatrar al mundo, como en otro tiempo libró a los israelitas de Egipto, y
nos salvó de la esclavitud diabólica, como en otro tiempo a Israel de la mano del
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10
Faraón; y marcó nuestras almas con su propio Espíritu, y los miembros de nuestro
cuerpo con su sangre.
Este es el que cubrió a la muerte de confusión y dejó sumido al demonio en el
llanto, como Moisés al Faraón. Este es el que derrotó a la iniquidad y a la injusticia,
como Moisés castigó a Egipto con la esterilidad.
Este es el que nos sacó de la servidumbre a la libertad, de las tinieblas a la luz,
de la muerte a la vida, de la tiranía al recinto eterno, e hizo de nosotros un sacerdocio
nuevo y un pueblo elegido y eterno. El es la pascua de nuestra salvación.
Este es el que tuvo que sufrir mucho y en muchas ocasiones: el mismo quc fue
asesinado en Abel y atado de pies y manos en Isaac, el mismo que peregrinó en Jacob y
fue vendido en José, expuesto en Moisés y sacrificado en el cordero, perseguido en
David y deshonrado en los profetas.
Este es el que se encarnó en la Virgen, fue colgado del madero y fue sepultado
en tierra, y el que, resucitado de entre los muertos, subió al cielo. Este es el cordero que
enmudecía y que fue inmolado; el mismo que nació de María, la hermosa cordera; el
mismo que fue arrebatado del rebaño, empujado a la muerte, inmolado al atardecer y
sepultado por la noche; aquel que no fue quebrantado en el leño, ni se descompuso en la
tierra; el mismo que resucitó entre los muertos e hizo que el hombre surgiera desde lo
más hondo del sepulcro.
RESPONSORIO
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CANTICOS DE LA VIGILIA PROLONGADA
Según una laudable tradición de la Iglesia, recomendable especialmente en los días del Triduo
Pascual, el Oficio de lectura puede prolongarse con algunos cánticos del Antiguo Testamento.
En los cánticos propios de este día se recuperan muchos de los textos usados en el Oficio
Divino de los días santos ya desde el siglo IX.
ANTÍFONA
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LECTIO PRIMA
Cap. 1, 1-14
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LECTIO SECUNDA
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LECTIO TERTIA
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ANTÍFONA
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Seguidamente se proclama el evangelio de la pasión del señor según uno de los evangelistas
que no sea el que se ha leído en el mismo año en el Domingo de Ramos.
EVANGELIO
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo
Mt 26, 14-30
Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y
les dijo: "¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?" Ellos le asignaron treinta monedas
de plata. Y desde ese momento andaba busc:ando una oportunidad para entregarle.
El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: "¿Dónde
quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua?" Él les dijo: "Id a la
ciudad, a un tal, y decidle, `El Maestro dice: Mi tiempo está cerca;en tu casa voy a
celebrar la Pascua con mis discípulos ."' Los discípulos hicieron lo que Jesús les había
mandado, y prepararon la Pascua.
A1 atardecer , se puso a la mesa con los Doce. Y Mientras comían, dijo "Yo os aseguro
que uno de vosotros me entregará." Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por
uno: "¿Acaso soy yo, Señor? Él respondió: E1 que ha metido conmigo la mano en el
plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de
aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber
nacido!" Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: "¿Soy yo acaso, Rabbí?"
Dicele: "Tú lo has dicho".
Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus
discípulos, dijo: `Tomad, comed, éste es mi cuerpo." Tomó luego una copa y, dadas las
gracias, se la dio diciendo: "Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza,
que es derramada por muchos para perdón de los pecados. Y os digo que desde ahora no
beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo,
en el Reino de mi Padre."
O bien
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos
Mc 14,12-25
El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus
discípulos : "¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativo: para que comas el
cordero de Pascua?" Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: "Id a la ciudad;
os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle y allí donde
entre, decid al dueño de la casa: "El Maestro dice ¿Dónde está mi sala, donde pueda
comer la Pascua con mis discípulos? Él os enseñara en el piso superior una sala grande,
ya dispuesta, y preparada; haced allí los preparativos para nosotros." Los discípulos
salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la
Pascua.
Y al atardecer, llega él con los Doce. Y mientras comían recostados Jesús dijo: "Yo os
aseguro que uno de vosotros me entregará, el que come conmigo." Ellos empezaron a
entristecerse y a decirle uno tras otro : "¿Acaso soy yo?" Él les dijo: "Uno de los Doce
que moja conmigo en el mismo plato Porque el hijo del hombre se va, como está escrito
de él, pero ¡ay de aquel por quien el hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese
hombre no habe nacido!
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Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se 1o dio y dijo:
"Tomad, éste es mi cuerpo". Tomó luego una copa y, dadas ls gracias, se la dio, y
bebieron todos de ella. Y les dijo: "ésta es mi sangre de la alianza que es derramada por
muchos. Yo os aseguro que ya no beberé d producto de la vid hasta el día en que lo
beba nuevo en el Reino de Dios".
O bien
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
Lc 22, 7-23
Llegó el día de los Ázimos, en el que se había de sacrificar el cordero de Pascua; y
envió a Pedro y a Juan, diciendo: "Id y preparadnos la Pascua para que la comamos."
Ellos le dijeron: "¿Dónde quieres que la preparemos” Les dijo: "Cuando entréis en la
ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa
en que entre y diréis al dueño de casa : `El Maestro te dice: ¿Dónde está la sala donde
pueda comer la pascua con mis discípulos?' El os enseñara en el piso superior una sala
grande, dispuesta; haced allí los preparativos." Fueron y lo encontraron tal como dicho y
prepararon la Pascua.
Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles y les dijo: Con ansia he
deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la
comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios". Tomó luego una
copa, dio gracias y dijo: "Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os digo que, a
partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de
Dios."
Tomó luego el pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: "Éste es mi Cuerpo que se
entrega por vosotros; haced esto en recuerdo mío." De igual modo después de cenar,
tomó la copa, diciendo: "Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que se derrama
por vosotros".
"Mirad, la mano del que me entrega está aquí conmigo sobre la mesa. Porque el Hijo del
hombre se marcha según está determinado. Pero ¡ay de aquel por quien es entregado!"
Entonces se pusieron a discutir entre sí quien de ellos sería el que iba a hacer aquello.
Terminada la lectura del Evangelio de la Pasión del Señor se prosigue con la salmodia de
laudes. Cuando estos siguen al Oficio de Lectura inmediatamente, se suprime la invocación y
el himno.
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Jueves Santo
Laudes
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21
HIMNO
SALMODIA
ANTÍFONA
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22
Salmo 79
Pastor de Israel, escucha,*
tú que guías a José como a un rebaño;
Tú que te sientas sobre querubines, resplandece +
ante Efraín, Benjamín y Manasés;*
despierta tu poder y ven a salvarnos
Oh Dios, restáuranos,*
que brille tu rostro y nos salve.
Señor, Dios de los ejércitos, ¿hasta cuándo estarás airado*
mientras tu pueblo te suplica?
Le diste a comer llanto,*
a beber lágrimas a tragos;
Nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos, *
nuestros enemigos se burlan de nosotros.
Dios de los ejércitos, restáuranos,*
que brille tu rostro y nos salve.
Sacaste una vid de Egipto, expulsaste a los gentiles, y la traplantaste; *
hasta llenar el país;
su sombra cubría las montañas,*
y sus pámpanos, los cedros altísimos;
Extendió sus sarmientos hasta el mar, *
y sus brotes hasta el Gran Río.
¿Por qué has derribado su cerca para que
la saqueen los viandantes,*
la pisoteen los jabalíes y
se la coman las alimañas?
Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate,+
ven a visitar tu viña,*
La cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa.
La han talado y le han prendido fuego; *
con un bramido hazlos perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido,*
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:*
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
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23
Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos,*
que brille tu rostros y nos salve.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. +
Como era en el principio
ahora y siempre, *
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
ANTÍFONA
Cántico ( Is. 12, 1-6)
Te doy gracias, Señor, porque estabas airado cronta mí,*
pero ha cesado tu ira y me has consolado.
El es mi Dios y Salvador: +
confiaré y no temeré,*
porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo *
de las fuentes de la salvación.
Aquel día diréis: "Dad gracias al Señor, +
invocad su nombre, *
contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso
Tañed para el Señor, que hizo proezas, +
anunciadlas a toda la tierra*
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
"Qué grande es en medio de ti,*
el Santo de Israel.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. +
Como era en el principio ahora y siempre, *
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
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24
ANTÍFONA
Salmo 80
Aclamad a Dios nuestra fuerza, *
dad vítores al Dios de Jacob:
Acompañad, tocad los panderos, +
las cítaras templadas y las arpas*
tocad la trompeta por la luna nueva, por la luna llena,
que es nuestra fiesta.
Porque es una ley de Israel, un precepto del Dios de Jacob, *
una norma establecida para José al salir de Egipto.
Oigo un lenguaje desconocido: +
"Retiré sus hombros de la carga, *
sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré,
te respondí oculto entre los truenos,*
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;*
¡ojalá me escuchases, Israel!
No tendrás un dios extraño, *
no adorarás un dios extranjero.
Yo soy el Señor, Dios tuyo,que te saqué del país de Egipto;*
abre la boca que te la llene.
Pero mi pueblo no escuchó mi voz, +
Israel no quiso obedecer:*
los entregué a su corazón obstinado,
para anduviesen según sus antojos.
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25
¡Ojalá me escuchase mi pueblo*
y caminase Israel por mi camino!
En un momento humillaría a sus enemigos*
y volvería mi mano contra sus adversarios;
los que aborrecen al Señor te adularían,*
y sus suerte quedaría fijada;
te alimentaría con flor de harina, *
te saciaría con miel silvestre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. +
Como era en el principio ahora y siempre; *
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
LECTURA BREVE
Vemos a Jesús coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Así, por la gracia de
Dios, ha padecido la muerte para bien de todos. Dios, para quien y por quien existe
todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y
consagrar con sufrimientos al guía de su salvación.
RESPONSORIO BREVE
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ANTÍFONA
Cántico: Luc. 1, 67-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, *
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación *
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo *
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos *
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, *
recordando su santa alianza,
y el juramento que juró * a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos, que libres de temor,+
arrancados de la mano de los enemigos, *
le sirvamos en santidad y justicia, en su presencia
todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán, profeta del Altísimo, *
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, *
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, *
nos visitará el sol que nace de lo alto,
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27
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte, *
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. +
Como era en el principio, ahora y siempre, *
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
PRECES
Adoremos a Cristo, Sacerdote eterno, a quien el Padre ungió con el Espíritu Santo para
que proclamara la redención a los cautivos, y digámosle:
Señor, ten piedad.
Tu que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria, conduce a tu
Iglesia a la pascua eterna.
Tu que exaltado en la cruz quisiste ser atravesado por la lanza del soldado, sana nuestras
heridas.
Tu que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,
haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos ; de este
árbol.
Tu que clavado en la cruz perdonaste al ladrón arrepentido, perdónanos también a
nosotros, pecadores.
Padre nuestro
Oración
Nuestra salvación, Señor, es quererte y amarte; danos la abundancia de tus dones y, así
como por la muerte de tu Hijo esperamos alcanzar lo que nuestra fe nos promete, por su
gloriosa resurrección concédenos obtener lo nuestro corazón desea. Por nuestro Señor
Jesucristo. Amén.
V/ Podéis ir en paz.
R/ Demos gracias a Dios.
V/ El Señor esté con vosotros.
R/ Y con tu espíritu.
V/ La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo descienda sobre
vosotros.
R/ Amen
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28
Viernes Santo
Viernes Santo
Oficio de Lectura
INVITATORIO – INVOCACIÓN INICIAL
ANTÍFONA
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31
SALMODIA PARA EL OFICIO DE LECTURA
1. Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
Entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
2. Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses;
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos
(Se repite la antífona)
3. Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
4. Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron aunque había visto mis obras.
(Se repite la antífona)
5. Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó y dije
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso".
(Se repite la antífona)
6. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
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HIMNO: OH CRUZ, TE ADORAMOS
2) Ensalcemos la gloria del triunfo en la lucha / y cantemos la victoria de Cristo, el Señor; / al
mundo lo salva con muerte de cruz.
3) De un árbol nos vino la muerte a los hombres, / y de un árbol viene al mundo su salvación; /
la muerte es vencida por Cristo en la cruz.
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ANTÍFONA
Salmo 2
¿Por qué se amotinan las naciones, *
y los pueblos planean un fracaso?
Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran*
Contra el Señor su contra su Mesías.
"Rompamos sus coyundas, *
sacudamos su yugo."
El que habita en el cielo sonríe, +
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira, los espanta con su cólera.
"Yo mismo he establecido a mi rey*
en Sión, mi monte santo."
Voy a proclamar el decreto del Señor; él me ha dicho: "
Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones, *
en posesión los confines de la tierra;
los gobernarás con cetro de hierro, *
los quebrarás como jarro de loza."
Y ahora, reyes, sed sensatos; +
escarmentad los que regís la tierra: *
servid al Señor con temor, rendidle homenaje temblando;
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34
No sea que se irrite, y vayáis a la ruina, +
porque se inflama de pronto su ira. *
¡Dichosos los que se refugian en él!.
Gloria al Padre, y al Hijo *
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre *
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
ANTÍFONA
Salmo 21, 2-23
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?; *
a pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza.
Dios mío, de día te grito, y no respondes; +
de noche, y no me haces caso; *
aunque tú habitas en el santuario, esperanza de Israel.
En ti confiaban nuestros padres; confiaban y los ponías a salvo; *
a ti gritaban, y quedaban libres; en ti confiaban, y no los defraudaste.
Pero yo soy un gusano, no un hombre,+
vergüenza de la gente, desprecio del pueblo; *
al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza;
"Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; *
que lo libre, si tanto lo quiere."
Tú eres quien me sacó del vientre, +
me tenías confinado en los pechos de mi madre; *
desde el seno pase a tus manos, desde el vientre materno tú eres mi Dios.
No te quedes lejos, que el peligro está cerca *
y nadie me socorre.
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35
Me acorrala un tropel de novillos, me cercan toros de Basán;*
abren contra mí las fauces leones que descuartizan y rugen.
Estoy como agua derramada, tengo los huesos descoyuntados; *
mi corazón, como cera, se derrite en mis entrañas.
Mi garganta está seca como una teja, la lengua se me pega al paladar;*
me aprietas contra el polvo de la muerte.
Me acorrala una jauría de mastines, +
me cerca una banda de malhechores; *
me taladran los manos y los pies, puedo contar mis huesos.
Ellos me miran triunfantes, se reparten mi ropa *
echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos; *
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.
Líbrame a mí de la espada, *
y a mi única vida, de la garra del mastín;
sálvame de las fauces del león; *
a este pobre, de los cuernos del búfalo.
Contaré tu fama a mis hermanos, *
en medio de la asamblea te alabaré.
Gloria al Padre, y al Hijo *
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre *
por los siglos de los siglos Amén.
(Se repite la antífona)
ANTÍFONA
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36
Salmo 37
Señor, no me corrijas con ira, no me castigues con cólera; *
tus flechas se han clavado, tu mano pesa sobre mí;
no hay parte ilesa en mi carne a causa de tu furor, *
no tienen descanso mis huesos a causa de mis pecados;
mis culpas sobrepasan mi cabeza, +
son un peso superior a mis fuerzas;*
mis llagas están podridas y supuran por causa de mi insensatez;
voy encorvado y encogido, *
todo el día camino sombrío.
Tengo las espaldas ardiendo, no hay parte ilesa en mi carne;*
estoy agotado, deshecho del todo; rujo con más fuerza que un león.
Señor, mío, todas mis ansias están en tu presencia, *
no se te ocultan mis gemidos;
siento palpitar mi corazón, +
me abandonan mis fuerzas, *
y me falta hasta la luz de los ojos.
Mis amigos y mis compañeros se alejan de mí,
mis parientes se quedan a distancia;
me tienden lazos los que atentan contra mí, +
los que desean mi daño me amenazan de muerte,*
todo el día murmuran traiciones.
Pero yo, como un sordo, no oigo; +
como un mudo, no abro la boca; *
soy como uno que no oye y no puede replicar.
En ti, Señor, espero, y tú me escucharás, Señor, Dios mío; *
esto pido: que no se alegren por mi causa, que, cuando resbale mi pie, no canten triunfo.
Porque yo estoy a punto de caer y mi pena no se aparta de mí: *
Yo confieso mi culpa, me aflige mi pecado.
Mis enemigos mortales son poderosos, +
son muchos los que me aborrecen sin razón, *
los que me pagan males por bienes, los que atacan cuando procuro el bien.
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37
No me abandones, Señor; Dios mío, no te quedes lejos; *
ven aprisa a socorrerme, Señor mío, mi salvación.
Gloria al Padre, y al Hijo *
al Espíritu Santo.
Como era en el principio ahora y siempre *
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
VERSÍCULO ANTES DE LA LECTURAS
PRIMERA LECTURA
De la Carta a los hebreos. 9,11-28
Cristo, sumo sacerdote, con su propia sangre,
ha entrado en el santuario una vez para siempre.
Hermanos: Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su
tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no
de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya
propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación
eterna.
Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra
tienen el poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto
más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como
sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas,
llevándonos al culto del Dios vivo.
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Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha
redimido de los pecados cometido durante la primera alianza; y así los llamados pueden
recibir la promesa de la herencia terna.
Mirad, para disponer de una herencia, es preciso que conste de la muerte de testador;
pues un testamento adquiere validez en caso de defunción; mientras vive el testador,
todavía no tiene vigencia. De ahí que tampoco faltase sangre en la inauguración de la
primera alianza
Cuando Moisés acabó de leer al pueblo todas las prescripciones contenidas en la ley,
cogió la sangre de los becerros y las cabras, además de agua, lana escarlata e hisopo, y
roció primero el libro mismo y después al pueblo entero, diciendo: " Esta es la sangre de
la alianza que hace Dios con vosotros." Con la sangre roció, además, el tabernáculo y
todos los utensilios litúrgicos. Según la ley, prácticamente todo se purifica con sangre, y
sin derramamiento de sangre no hay perdón. Bueno, estos esbozos de las realidades
celestes tenían que purificarse por fuerza con tales ritos, pero las realidades mismas
celestes necesitan sacrificios de más valor que éstos.
Pues Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres imagen del auténtico,
sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.
Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces- como el sumo sacerdote, que entraba en
el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber
padecido muchas veces, desde el principio del mundo-. De hecho, él se ha manifestado
una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.
Por cuanto el destino de los hombre es morir una sola vez. Y después de la muerte, el
juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados
de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo
esperan, para salvarlos.
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RESPONSORIO (Después de la 1ª Lectura. Años pares)
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RESPONSORIO (Después de la 1ª Lectura. Años impares)
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SEGUNDA LECTURA (AÑOS PARES)
De los sermones de San León Magno, Papa.
(Sermón 59, 4-7: CCl 138ª, 354-359)
¡Oh admirable poder de la cruz!
¡Oh inefable gloria de la pasión!
Jesús, el Señor, es entregado al arbitrio de aquellos hombres enfurecidos, y en burla de
su regia dignidad lo obligan a cargar con el instrumento de suplicio, porque sería digno
de este oprobio aquel cuya gloria se convertiría en ignominia.
Esto, a los ojos de los impíos, era un gran escarnio, más para los fieles era la revelación
de un gran misterio, ya que este gloriosísimo vencedor del diablo y poderosísimo
subyugador de las fuerzas adversas llevaba bellamente el trofeo de su victoria, y en sus
hombros, de una paciencia insuperable, ofrecía a la adoración de todos los reinos el
signo de salvación, como queriendo, con su mismo ejemplo, confortar a todos sus
imitadores, diciéndoles: El que no toma su cruz y me sigue nos es digno de mí.
Como dice el Apóstol, nuestro cordero pascual Cristo, ha sido inmolado; él al ofrecerse
a sí mismo al Padre como nuevo y verdadero sacrificio de reconciliación, fue
crucificado, no en el templo, que había perdido ya su dignidad, ni dentro del recinto de
la ciudad, que iba a ser demolida en castigo de su crimen, sino fuera del campamento;
de este modo quedó abolido el misterio de los sacrificios antiguos, y una nueva víctima
fue puesta sobre un nuevo altar, y la cruz de Cristo fue ara, no del templo, sino del
mundo.
Al contemplar, pues amadísimos, a Cristo levantado en la cruz, no lo miremos con la
misma perspectiva con que le veían los ojos de los impíos, a los cuales dijo Moisés: Tu
vida estará ante ti como pendiente de un hilo, tendrás miedo de noche y de día, y ni de
tu vida te sentirás seguro. Ellos, en efecto, no podían considerar en el Señor crucificado
más que su propia acción perversa, y temían, no con aquel temor con que justifica la fe
verdadera sino con aquel que atormenta a la mala conciencia. Hagamos que nuestra
inteligencia, iluminada por el Espíritu de la verdad, reconozca un corazón puro y libre
de la gloria de la cruz, que resplandece en cielo y tierra, y que con la mirada interior
comprenda el sentido de aquello que dijo el Señor, refiriéndose a su pasión inminente:
Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Y más adelante: Padre,
glorifica a tu Hijo; vino entonces una voz del cielo que decía: Lo he glorificado y de
nuevo lo glorificaré, y Jesús dijo a los que estaban presentes: No ha venido esta voz por
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mí, sino por vosotros. Ahora es el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este será
echado fuera. Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré todas las cosas hacia mí.
¡Oh admirable poder de la cruz! ¡Oh inefable gloria de la pasión! En ella está el
tribunal del Señor, el juicio del mundo y el poder del crucificado. Atrajiste hacia ti,
Señor, todas las cosas y, al extender todo el día tus manos hacia un pueblo incrédulo y
rebelde, todo el mundo aprendió a proclamar tu majestad.
Atrajiste hacia ti, Señor, todas las cosas, porque, al rasgarse el velo del templo, el santo
de los santos se convirtió de figura en realidad, de profecía en manifestación, de ley en
evangelio. Atrajiste hacia ti, Señor, todas las cosas, pues el culto bajo las sombras y
figuras que se realizaba en el único templo judío le celebran ahora todas las naciones
por doquier con un sacramento pleno y manifiesto.
Ahora, efectivamente, habiendo cesado la variedad de sacrificios carnales, la única
oblación de tu cuerpo y sangre incluye toda la diversidad de víctimas, porque tú eres el
verdadero Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, y, de este modo, llevas en
ti a su plenitud todos los misterios, para que, así como hay un solo sacrificio que
substituye a todas las víctimas, así también haya un solo reino formado por todos los
pueblos.
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RESPONSORIO (Después de la 2ª Lectura. Años Pares)
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SEGUNDA LECTURA (AÑOS IMPARES)
De la exposición de San Ambrosio, obispo, sobre el evangelio de San Lucas.
(Libro 10, 56. 59-62; CCl 14, 330-331)
Asumió mi tristeza para comunicarme su alegría
Por mí sufrió la aflicción aquel que por sí mismo no tenía de que afligirse y, privándose
de la felicidad propia de la divinidad eterna, experimenta el tedio propio de mi
debilidad. Asumió mi tristeza para comunicarme su alegría y, siguiendo nuestros pasos,
bajó hasta la pesadumbre de la muerte, para volvernos a llamar la vida, siguiendo
nosotros los suyos.
Me atrevo a hablar de tristeza, porque me refiero a la cruz, ya que no tomó una mera
apariencia humana, sino que se encarnó realmente. Por tanto, tuvo que asumir también
el sufrimiento, con el fin de superar la tristeza, no de suprimirla. No merecen ser
alabados por su fortaleza los que son insensibles al dolor, sino los que lo toleran. Como
un hombre de dolores, dice la Escritura, acostumbrado a sufrimientos.
Luego dice: Aparta de mí ese cáliz; en cuanto hombre rehuye la muerte, en cuanto Dios
mantiene su designio; nosotros, en efecto, hemos de morir al mundo a fin de resucitar
para Dios; así queda abolida la ley de la maldición, infligida por la justicia divina, según
la cual nuestra naturaleza estaba destinada a volver al lodo de la tierra.
Por lo que se refiere a aquellas palabras: No se haga mi voluntad, sino la tuya, hay que
referirlas a la voluntad humana de Cristo y a la voluntad divina del Padre, ya que la
voluntad humana es temporal, la divina, en cambio es eterna. No es que el Padre tenga
una voluntad y el Hijo otra, puesto que hay una sola voluntad donde hay una misma
divinidad. Aprende aquí a someterte a Dios, escogiendo, no lo que tú quieres, sino lo
que sabes que ha de agradar a Dios.
Consideremos, finalmente, el sentido propio de las palabras: Mi alma, dice, está triste.
Y, en otro lugar: Ahora mi alma está agitada. Lo que se agita no es el que ha asumido
una alma humana, sino el alma humana asumida, porque está sujeta a las pasiones,
mientras que la divinidad está libre de ellas. Finalmente añade: El espíritu está decidido,
pero la carne es débil.
No está triste él, sino su alma. No está triste la sabiduría, la naturaleza divina, sino el
alma. Tomó realmente mi cuerpo; no me engañó de manera que fuese algo distinto de lo
que parecía. Parecía triste y lo estaba de verdad, no por su pasión, sino por nuestra
dispersión. Dice: Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño. Estaba triste
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porque nos dejaba indefensos. Por lo demás, la Escritura muestra la fortaleza con que se
ofreció a la muerte, puesto que salió al encuentro de quienes lo buscaban, confortó a los
atemorizados, animó a los turbados, se dignó recibir al traidor con un beso.
Y no es menos verdad que estaba triste por sus perseguidores, ya que sabía que sufrirían
castigo por aquel monstruoso sacrilegio. Por eso dijo: Aparta de mí ese cáliz; no porque
el Hijo de Dios temiera la muerte, sino porque no quería que se perdieran ni los malos.
Finalmente dice: Señor, no les tengas en cuenta este pecado, para que su pasión fuera la
causa de salvación para todos.
RESPONSORIO (Después de la 2ª Lectura. Años impares)
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CANTICOS DE LA VIGILIA PROLONGADA
Según una laudable tradición de la Iglesia, recomendable especialmente en los días del Triduo
Pascual, el Oficio de lectura puede prolongarse con algunos cánticos del Antiguo Testamento.
En los cánticos propios de este día se recuperan muchos de los textos usados en el Oficio
Divino de los días santos ya desde el siglo IX.
ANTÍFONA
LECTIO PRIMA
Cap. 1, 1-14
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LECTIO SECUNDA
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LECTIO TERTIA
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ANTÍFONA
Seguidamente se proclama el evangelio de la pasión del señor según uno de los evangelistas
que no sea el que se ha leído en el mismo año en el Domingo de Ramos.
EVANGELIO
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo
Mt 27, 1-2, 11-56
Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, se reunieron
para preparar la condena a muerte de Jesús. Y, atándolo, lo llevaron y lo entregaron a
Pilato, el gobernador. Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
“¿Eres tú el rey de los judíos?”
Jesús respondió:
“Tú lo dices.”
Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada.
Entonces Pilato le preguntó:
“¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?”
Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador esta muy extrañado. Por la
fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Tenía entonces un
preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo Pilato:
¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?”
Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y mientras estaba sentado en el
tribunal, su mujer le mandó a decir:
“No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.”
Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el
indulto de Barrabás y la muerte de Jesús.
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El gobernador preguntó:“¿A cuál de los dos queréis que os suelte?”
Ellos dijeron: “A Barrabás.”
Pilato les preguntó: “¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?”
Contestaron todos: “Que lo crucifiquen.”
Pilato insistió: “Pues, ¿qué mal ha hecho?”
Pero ellos gritaban más fuerte: “¡Que lo crucifiquen!
Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto,
tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo: -“Soy inocente de
esta sangre, ¡Allá vosotros!”
Y el pueblo entero contestó: “¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!”
Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo
crucificaran.
Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a
toda la compañía; lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando
una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano
derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaron de él, diciendo:
-“¡Salve, rey de los judíos!”
Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la
burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.
Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado simón, y lo forzaron a que llevara
la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir: “La Calavera”), le
dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de
crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y luego se sentaron a
custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación: “Éste es Jesús,
el rey de los judíos.” Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la
izquierda.
Los que pasaban lo injuriaban y decían, meneando la cabeza: -“Tú que destruías el
templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la
cruz.”
Los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también, diciendo:
- “A otros ha salvado, y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de
la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre
ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?
Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
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Desde el mediodía hasta la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A
media tarde, Jesús gritó: -“Elí, Elí, lamá sabaktaní.” (Es decir: “Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?”)
Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron: -“A Elías llama éste.”
Uno de ellos fue corriendo; en seguida, cogió una esponja empapada en vinagre y,
sujetándola en una caña, le dio a beber. Los demás decían: -“Déjalo, a ver si viene Elías
a salvarlo.”
Jesús dio otro grito y exhaló el espíritu.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa.
Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas
se rajaron. Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que habían muerto
resucitaron. Después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad santa
y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver
el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados: -“Realmente éste era Hijo de Dios. “
Había allí muchas mujeres que miraba desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús
desde Galilea para atenderlo; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de
Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.
O bien
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos
Mc 15,1-41
Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín
en pleno, se reunieron, y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato.
Pilato le preguntó: -“¿Eres tú el rey de los judíos?”
Él respondió: -“Tú lo dices.”
Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo: “¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti.”
Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía
soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los
revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a
pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó: -“¿Queréis que os suelte el rey de los
judíos?”
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Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos
sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó
de nuevo la palabra y les preguntó: -“¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?”
Ellos gritaron de nuevo: -“Crucifícalo.”
Pilato les dijo: -“Pues ¿qué mal ha hecho?”
Ellos gritaron más fuete: -“Crucifícalo.”
Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de
azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
Los soldados se lo llevaron al interior del palacio- al pretorio- y reunieron a toda la
compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían
trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo: -“¡Salve, rey de los judíos!”
Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se
postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo
sacaron para crucificarlo.
Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de
Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar
de “la Calavera”), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y
se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. En el
letrero de la acusación estaba escrito. “El rey de los judíos.” Crucificaron con él a dos
bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban lo injuriaban,
meneando la cabeza y diciendo: -“¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías
en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.”
Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:
--“A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel,
baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.”
También los que estaban crucificados con él lo insultaban.
Al llegar al mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la
media tarde, Jesús clamó con voz potente:
-“Eloí, Eloí, lamá sabaktaní.” (Que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?”)
Algunos de los presentes, al oírlo, decían: -“Mira, está llamando a Elías.”
Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le
daba de beber, diciendo: -“Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.”
Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
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Todos se arrodillan, y se hace una pausa.
El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que esta enfrente, al
ver cómo había expirado, dijo: -“Realmente este hombre era Hijo de Dios.”
Había también unas mujeres que miraban desde lejos; entre ellas, María Magdalena,
María la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, que, cuando él estaba en
Galilea, lo seguían para atenderlo; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
O bien
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
Lc 23, 1-49
En aquel tiempo, se levantó toda la asamblea, y llevaron a Jesús a presencia de Pilato. Y
se pusieron a acusarlo, diciendo: -“Hemos comprobado que éste anda amotinando a
nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el
Mesías rey.”
Pilato preguntó a Jesús: -“¿Eres tú el rey de los judíos?
Él le contestó: -“Tú lo dices.”
Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: -“No encuentro ninguna culpa en este
hombre.”
Ellos insistían con más fuerza, diciendo: -“Solivianta al pueblo enseñando por toda
Judea, desde Galilea hasta aquí.”
Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y al enterarse de que era de la jurisdicción de
Herodes, se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días.
Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería
verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún milagro. Le hizo un
interrogatorio bastante largo; pero él no le contestó ni palabra. Estaban allí los sumos
sacerdotes y los escribas acusándolo con ahínco. Herodes, con su escolta, lo trató con
desprecio y se burló de él; y poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato.
Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy
mal.
Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo: -“Me
habéis traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo lo he
interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las
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culpas que imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido; ya veis que nada
digno de muerte se le ha probado. Así que daré un escarmiento y lo soltaré.”
Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en masa, diciendo: -“¡Fuera ése!
Suéltanos a Barrabás.”
A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un
homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos
seguían gritando: -“¡Crucifícalo, crucifícalo!”
El les dijo por tercera vez: -“Pues ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en él
ningún delito que merezca la muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré.”
Ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el
griterío: Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que había
metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.
Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del
campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran
gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por él, Jesús
se volvió hacia ellas y les dijo: -“Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por
vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán:
“Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no ha
criado.”
Entonces empezarán a decirles a los montes: “Desplomaos sobre nosotros” y a las
colinas: “Sepultadnos”; porque, si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?”
Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él.
Y, cuando llegaron al lugar llamado “La Calavera”, lo crucificaron allí, a él y a los
malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: -“Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen.”
Y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte. El pueblo estaba mirando. Las
autoridades le hacían muecas, diciendo: -“A otros ha salvado; que se salve a sí mismo,
si él es el Mesías de dios, el Elegido.”
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: -“Si eres tú el
rey de los judíos, sálvate a ti mismo.”
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: “Éste es el rey de los
judíos”. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: -“¿No eres tú el
Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.”
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Pero el otro le increpaba: -“¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio?
Y Lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no
ha faltado en nada.”
Y decía: -“Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.”
Jesús le respondió: -“Te lo aseguro; hoy estarás conmigo en el paraíso.”
Era ya eso de mediodía, y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media
tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús,
clamando con voz potente, dijo: -“Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.”
Y, dicho esto, expiró.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa.
El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios, diciendo: -“Realmente, este
hombre era justo.”
Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo. Habiendo visto lo que
ocurría, se volvía dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos se mantenían a
distancia, y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban
mirando.
Terminada la lectura del Evangelio de la Pasión del Señor se prosigue con la salmodia de
laudes. Cuando estos siguen al Oficio de Lectura inmediatamente, se suprime la invocación y
el himno.
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Viernes Santo
Laudes
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59
HIMNO
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SALMODIA
ANTÍFONA
Salmo 50
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,*
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
Lava del todo mi delito, *
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
Contra ti, contra ti solo pequé, *
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón, *
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací, *
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero, *
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; *
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría, *
que se alegren mis hueso quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista, *borra en mí toda culpa.
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61
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, *
renuévame por dentro con espíritu firme;
No me arrojes lejos de tu rostro, *
no me quites tu santo espíritu.
Devuélvemela alegría de tu salvación, *
afiánzame con espíritu generoso:
Enseñaré a los malvados tus caminos, *
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, oh Dios, + Dios, salvador mío,*
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios, *
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen: *
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; *
un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,*
reconstruye las murallas de Jerusalén:
Entonces aceptarás los sacrificios rituales, +
ofrendas y holocaustos, *
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre y al Hijo, *
y al Espíritu Santo
Como era en el principio ahora y siempre,*
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
ANTÍFONA
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Cántico (Ha 3, 2-4. 13a. 15-19)
Señor, he oído tu fama, *
me ha impresionado tu obra.
En medio de los años, realízala; +
en medio de los años, manifiéstala; *
en el terremoto, acuérdate de la misericordia.
El Señor viene de Temán; *
el Santo, del monte Farán:
Su resplandor eclipsa el cielo, *
la tierra se llena de alabanza;
Su brillo es como el día, *
su mano velando el poder
.
Sales a salvar a tu pueblo,*
a salvar a tu ungido;
Pisas el mar con tus caballos, *
revolviendo las aguas del océano.
Lo escuché y temblaron mis entrañas,*
al oírlo se estremecieron mis labios;
Me entró un escalofrío por los huesos, *
vacilaban mis piernas al andar,
Gimo ante el día de angustia*
que sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque la higuera no echa yemas*
y las viñas no tienen fruto,
Aunque el olivo olvida su aceituna*
y los campos no dan cosechas,
Aunque se acaban las ovejas del redil *
y no quedan vacas en el establo,
Yo exultaré con el Señor, *
me gloriaré en Dios, mi salvador.
El Señor soberano es mi fuerza, +
él me da piernas de gacela *
y me hace caminar por las alturas.
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63
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.+
Como era en el principio ahora y siempre *
por los siglos de los siglos. Amén
(Se repite la antífona)
ANTÍFONA
Salmo 147
Glorifica al Señor, Jerusalén; *
alaba a tu Dios, Sion:
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,*
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti ;
Ha puesto paz en tus fronteras, *
te sacia con flor de harina
El envía su mensaje a la tierra, *
y su palabra corre veloz
Manda la nieve como lana, *
esparce la escarcha como ceniza;
Hace caer el hielo como migajas*
y con el frío congela las aguas;
Envía una orden, y se derriten; *
sopla su aliento, y corren.
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Anuncia su palabra a Jacob, *
sus decretos y mandatos a Israel;
Con ninguna nación obró así, *
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al padre y al Hijo y al Espíritu Santo.+
Como era en el principio ahora y siempre, *
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
LECTURA BREVE
Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de
él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a
muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y
contemplar algo inaudito.
En lugar del Responsorio se dice:
CHRISTUS FACTUS EST
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ANTÍFONA
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66
Cántico: Luc. 1, 67-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, *
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación *
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo *
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos *
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, *
recordando su santa alianza,
y el juramento que juró *
a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos, que libres de temor,+
arrancados de la mano de los enemigos, *
le sirvamos en santidad y justicia, en su presencia todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán, profeta del Altísimo, *
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, *
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, *
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, *
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. +
Como era en el principio, ahora y siempre, *
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
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PRECES
Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso morir
ser sepultado para resucitar de entre los muertos, y supliquemos diciendo: Señor, ten
piedad de nosotros.
Señor y Maestro nuestro, que por nosotros te sometiste incluso a muerte,
- enséñanos a someternos siempre a la voluntad del Padre.
Tú que, siendo nuestra vida, quisiste morir en la cruz para destruir la muerte y todo su
poder,
- haz que contigo sepamos morir también al pecado y resucitemos contigo a una vida
nueva.
Rey nuestro, que como un gusano fuiste el desprecio del pueblo y vergüenza de la
gente,
- haz que tu Iglesia no se acobarde ante la humillación, sino que, como tú, proclame en
toda circunstancia el honor del Padre.
Salvador de todos los hombres, que diste tu vida por los hermano;
- enséñanos a amarnos mutuamente con amor semejante al tuyo
Tú que al ser elevado en la cruz atrajiste hacia ti a todos los hombres,
reúne en tu reino a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo.
Padre nuestro
Oración
Mira, Señor de bondad, a tu familia santa, por la cual Jesucristo, nuestro Señor, aceptó
el tormento de la cruz, entregándose a sus propios enemigos. Por nuestro Señor
Jesucristo.
V/ Podéis ir en paz.
R/ Demos gracias a Dios.
V/ El Señor esté con vosotros.
R/ Y con tu espíritu.
V/ La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo descienda sobre
vosotros.
R/ Amen
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Sábado Santo
Sábado Santo
Oficio de Lectura
INVITATORIO – INVOCACIÓN INICIAL
ANTÍFONA
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SALMODIA PARA EL OFICIO DE LECTURA
1. Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
Entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
2. Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses;
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos
(Se repite la antífona)
3. Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
4. Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron aunque había visto mis obras.
(Se repite la antífona)
5. Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó y dije
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso".
(Se repite la antífona)
6. Gloría al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
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HIMNO
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ANTÍFONA
Salmo 4
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; +
tú que en el aprieto me diste anchura, *
ten piedad de mí y escucha mi oración.
Y vosotros, ¿ hasta cuándo ultrajaréis mi honor, *
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi.f'avor, *
y el Señor me escuchará cuando lo invoque
Temblad y no pequéis, +
reflexionad en el silencio de vuestro lecho*
Ofreced sacrificios legítimos y confiad en el Señor.
Hay muchos que dicen: "¿Quién nos hará ver la dicha, *
Si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?"
Pero tú Señor, has puesto en mi corazón más alegría*
Que si abundara en trigo y vino.
En paz me acuesto y en seguida me duermo, *
Porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. +
Como era en el principio ahora y siempre,*
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
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ANTÍFONA
Salmo 15
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti*
Yo digo al Señor: “Tú eres mi bien”
Multiplican las estatuas de dioses extraños; +
no derramaré sus libaciones con mis manos,*
ni tomaré su nombre en mis labios.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; +
mi suerte está en tu mano: *
me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que aconseja,*
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, *
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se alegra el corazón, / se gozan mis entrañas, *
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte, *
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida, +
me saciarás de gozo en tu presencia, '
de alegría perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre y al hijo y al Espíritu Santo. +
Como era en el principio ahora y siempre, *
por los siglos de los siglos. Amén
(Se repite la antífona)
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ANTÍFONA
Salmo 23
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, *
el orbe y todos sus habitantes:
El la fundó sobre los mares, *
él la afianzó sobre los ríos.
-¿ Quién puede subir al monte del Señor? *
¿Quién puede estar el recinto sacro?
-El hombre de manos inocentes y puro corazón, +
que no confia en los ídolos *
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor, *
le hará justicia el Dios de salvación.
-Éste es el grupo que busca al Señor, *
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los dinteles, +
que se alcen las antiguas compuertas:*
va a entrar el Rey de la gloria.
-Quién es ese Rey de la gloria? + El Señor, héroe valeroso;*
va a entrar el Rey de la gloria.
¡Portones!, alzad los dinteles, +
que se alcen las antiguas compuertas: *
va a entrar el Rey de la gloria.
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-Quién es ese Rey de la gloria? +
- El Señor, Dios de los ejércitos. *
El es el Rey de la gloria.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. +
Como era en el principio ahora y siempre, *
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
VERSÍCULO ANTES DE LA LECTURAS
PRIMERA LECTURA
De la Carta a los hebreos. 4, 1-13
Empeñémonos en el descanso del Señor
Hermanos:
Temamos, no sea que, estando aún en vigor la promesa de entrar en su descanso, alguno
de vosotros crea que ha perdido la oportunidad. También nosotros hemos recibido la
buena noticia, igual que los que salieron de Egipto por obra de Moisés; pero el mensaje
que oyeron de nada les sirvió, porque no se adhirieron por la fe a los que lo habían
escuchado.
En efecto, entramos en el descanso los creyentes, de acuerdo con lo dicho: " He jurado
en mi cólera que no entrarán en mi descanso", y eso que sus obras estaban terminadas
desde la creación del mundo. Acerca del día séptimo se dijo: "Y descansó Dios el día
séptimo de todo el trabajo que había hecho." En nuestro pasaje añade: "No entrarán en
mi descanso."
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Ya que, según esto, quedan alguno por entrar en él, y los primeros que recibieron la
buena noticia no entraron por su rebeldía, Dios señala otro día, " hoy", al decir, mucho
tiempo después, por boca de David, lo antes citado: " si escucháis hoy su voz, no
endurezcáis el corazón."
Claro que, si Josué les hubiera dado el descanso, no habría hablado Dios de otro día
después de aquello; por consiguiente, un tiempo de descanso queda todavía para el
pueblo de Dios, pues el que entra en su descanso descansa, él también de sus tareas,
como Dios de las suyas. Empeñémonos, por tanto, en entrar en aquel descanso, para que
nadie caiga, siguiendo aquel ejemplo de rebeldía.
Además, la palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo,
penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. Juzga
los deseos e intenciones del corazón. No hay criatura que escape a su mirada. Todo está
patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.
RESPONSORIO (Después de la 1ª Lectura. Años pares)
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RESPONSORIO (Después de la 1ª Lectura. Años impares)
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SEGUNDA LECTURA (AÑOS PARES)
De una antigua homilía sobre el santo y grandioso Sábado.
(PG. 43, 454-455. 458)
El descenso del Señor a la región de los muertos.
Cristo Dios pensó que no era equitativo que se beneficiaran de su misericordia
únicamente sus contemporáneos y los que vendrían después, sino que habían de hacerlo
también aquellos que antes de su venida estaban retenidos en la región de los muertos y
yacían sumergidos en las tinieblas y en las sombras de la muerte. En consecuencia, el
Verbo divino, a los hombres que aún vivían en la carne, los visitó por medio de su carne
animada, pero, a las almas liberadas del cuerpo, se les apareció en la región de los
muertos por medio de su alma divina y purísima, separada del cuerpo pero no de la
divinidad. Apresurémonos, pues, y vayamos allí con el pensamiento a la región de los
muertos, para ver allí cómo finalmente vence, con su gran fuerza, al vigoroso y
poderoso tirano, y cómo, junto con todo el pueblo puesto como un ejército en orden de
batalla, fulmina y somete sin armas a aquellas inmortales tropas dispuestas en hileras:
cuando sin necesidad de puertas hace desaparecer las puertas, y con el madero de la cruz
de Cristo, que es la puerta, rompe unas puertas que no son de madera, y con sus divinos
clavos destroza y quiebra las puertas eternas; cuando con las ataduras de sus manos
divinas disuelve como cera las cadenas indisolubles. También con la lanza de su divino
costado, él, desprovisto de la carne, perforó el corazón del tirano. Allí quebró la fuerza
de los arcos, cuando en la cruz, como en un arco, extendió las cuerdas de sus divinas
manos. Por lo cual, si en silencio sigues a Cristo, pronto verás donde ha ligado al tirano
y donde ha colgado su cabeza; cómo ha abierto la cárcel; cómo ha hecho salir a los que
estaban encarcelados, de qué manera ha pisoteado a la serpiente y dónde ha colgado su
cabeza; cómo ha declarado libre a Adán; cómo ha hecho levantar a Eva; de qué modo ha
derribado el muro de separación; cómo ha condenado al cruel dragón; cómo ha
extendido sus trofeos invictos; dónde ha hecho morir a la muerte con su propia muerte,
y de qué manera ha hecho que se corrompiera la corrupción y ha restituido al hombre a
su dignidad original.
Ayer de conformidad con el plan divino, rehusaba las legiones de ángeles y decía a
Pedro: ¿Piensas tú que no puedo disponer enseguida de más de doce legiones de
ángeles? Hoy, en cambio, baja a la región de los muertos de una manera propia de Dios,
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y con una actitud batalladora y en calidad de Señor, y vence a la muerte y a aquel que
tiraniza a través de la muerte. Lo acompañan, no doce legiones inmortales de unos
ejércitos incorpóreos y de un séquito invisible, sino miles de millones y miríadas de
miríadas de los ejércitos celestiales de ángeles, arcángeles, Potestades, Tronos, sin
trono, dotados de seis alas, carentes de alas, los que tienen muchos ojos y los que no
tienen ninguno. Lo acompañan como a su propio rey y Señor, en solemne comitiva y
multitudinario séquito, tributando a Cristo el honor que le es debido; no como
ayudantes, ni pensarlo. ¿Para qué necesita su ayuda Cristo omnipotente? Hacen lo que
constituye por igual su deber y su placer, asistir continuamente a Cristo, su Dios, como
escuderos de su séquito, cubiertos con pesada armadura, y como ilustres mensajeros
divinos de aquel que empuña el cetro, anticipándose mutuamente, con la máxima
diligencia y con celeridad divina, a la menor seña del cetro del rey y Señor, cumpliendo
al instante sus órdenes, y coronados con la victoria sobre las formaciones de los
enemigos malignos. Por esto descendían ellos también, corriendo en tropel junto con su
Dios y Señor hacia las profundidades de la tierra, las profundidades más hondas, donde
los muertos han tenido siempre su mansión tenebrosa, cuando Cristo, con su poder,
hacía salir a los que estaban encadenados desde siglos. Así pues, cuando la
resplandeciente llegada del Señor, junto con el pueblo santo, llenó las cárceles,
habitáculos, escondrijos y cavernas, cerrados por todas partes, privados de toda luz solar
y sumergidos en las tinieblas sempiternas de las profundidades, se avanzó a todos
Gabriel, capitán de todo el ejército, en cuanto que acostumbrado a llevar a los hombres
los mensajes venturosos y alegres y, con voz potente y terrible, cual conviene al orden
de los arcángeles y al jefe del ejército, hizo retumbar contra los poderes adversos una
orden perentoria: ¡Portones! Alzad los dinteles. Se le une la voz de Miguel, que grita:
Que se abran las antiguas compuertas. Luego las Virtudes angélicas dicen: “Apartaos,
porteros deleznables”; a continuación las Potestades, con gran fuerza y poder:
“desmenuzaos, cadenas indisolubles”; y otro: “Llenaos de vergüenza y de confusión,
enemigos hostiles”; y otro: “Temed, malvados tiranos”.
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RESPONSORIO (Después de la 2ª Lectura. Años Pares)
SEGUNDA LECTURA (AÑOS IMPARES)
De una homilía antigua sobre el grande y santo Sábado
(PG 43, 439. 451, 462-463)
El descenso del Señor al abismo
¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una
gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey duerme. La tierra está temerosa y
sobrecogida, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían
desde antiguo. Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo.
Va a buscar a nuestro primer padre como si éste fuera la oveja perdida. Quiere visitar a
los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Él, que es al mismo tiempo Dios e
Hijo de Dios, va a librar de sus prisiones y de sus dolores a Adán y a Eva.
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El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos. Al
verlo, nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y
dice a todos: "Mi Señor esté con todos." Y Cristo, respondiendo, dice a Adán: " Y con
tu espíritu." Y, tomándolo por la mano, lo levanta, diciéndole: "Despierta, tú que
duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.
Yo soy tu Dios, que por ti y por todos los que han de nacer de ti me hecho tu hijo; y
ahora te digo que tengo el poder de anunciar a los que están encadenados: "Salid", y a
los que se encuentran en tinieblas: "Iluminaos", y a los que duermen: "Levantaos."
A ti te mando: Despierta, tu que duermes, pues no te creé para que permanezcas cautivo
en el abismo; levántate de entre los muertos, pues yo soy la vida de los muertos.
Levántate, obra de mis manos; levántate, imagen mía, creado a mi semejanza.
Levántate, salgamos de aquí, porque tú en mí, y yo en ti, formamos una sola e
indivisible persona.
Por ti, yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti, yo, tu Señor, he revestido tu condición
servil; por ti, yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al abismo;
por ti, me hecho hombre, semejante a un inválido que tiene su cama entre los muertos;
por ti, que fuiste expulsado del huerto, he sido entregado a los judíos en el huerto, y en
el huerto he sido crucificado.
Contempla los salivazos de mi cara, que he soportado para devolverte tu primer aliento
de vida; contempla los golpes de mis mejillas, que he soportado para reformar, de
acuerdo con mi imagen, tu imagen deformada; contempla los azotes en mis espaldas,
que he aceptado para aliviarte del peso de los pecados, que habían sido cargados sobre
tu espalda; contempla los clavos que me han sujetado fuertemente al madero, pues los
he aceptado por ti, que maliciosamente extendiste una mano al árbol prohibido.
Dormí en la cruz, y la lanza atravesó mi costado, por ti, que en el paraíso dormiste, y de
tu costado diste origen a Eva. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te saca
del sueño del abismo. Mi lanza eliminó aquella espada que te amenazaba en el paraíso.
Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en el
paraíso, sino en el trono celeste. Te prohibí que comieras del árbol de la vida, que no era
sino imagen del verdadero árbol; yo soy el verdadero árbol, yo, que soy la vida y que
estoy unido a ti. Coloqué un querubín que fielmente te vigilara; ahora te concedo que el
querubín, reconociendo tu dignidad te sirva.
El trono de los querubines está a punto, los portadores atentos y preparados, el tálamo
construido, los alimentos prestos; se han embellecido los eternos tabernáculos y
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moradas, han sido abiertos los tesoros de todos los bienes, y el reino de los cielos está
preparado desde toda la eternidad."
RESPONSORIO (Después de la 2ª Lectura. Años impares)
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CANTICOS DE LA VIGILIA PROLONGADA
Según una laudable tradición de la Iglesia, recomendable especialmente en los días del Triduo
Pascual, el Oficio de lectura puede prolongarse con algunos cánticos del Antiguo Testamento.
En los cánticos propios de este día se recuperan muchos de los textos usados en el Oficio
Divino de los días santos ya desde el siglo IX.
ANTÍFONA
LECTIO PRIMA
Cap. 3, 22-30
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85
LECTIO SECUNDA
Cap. 4, 1-6
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LECTIO TERTIA
Cap. 5, 1-11
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ANTÍFONA
Seguidamente se proclama el evangelio de la pasión del señor según uno de los evangelistas
que no sea el que se ha leído en el mismo año en el Domingo de Ramos.
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EVANGELIO
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo
Mt 27/ 57-66
Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también
discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que
se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo
puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a
la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí,
sentadas enfrente del sepulcro.
A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación., acudieron en grupo los sumos
sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
-“Señor, nos hemos acordado que aquel impostor, estando en vida, anunció: “A los tres
día resucitaré.” Por eso, da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea
que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: “Ha resucitado de entre los
muertos.” La última impostura será pero que la primera.”
-“Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis.”
Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.
O bien
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos
Mc 15,42-47
Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de
Arimatea, noble senador, que también aguardaba el reino de Dios; armándose de valor,
se presentó ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó que hubiera
muerto ya; y llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había
muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José.
Éste compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un
sepulcro, escavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro. María
Magdalena y María la de José observaban dónde lo ponían.
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O bien
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
Lc 23, 50-56
En aquel tiempo, un hombre llamado José, que era senador, hombre bueno y honrado
(que no había votado a favor de la decisión del crimen de ellos), que era natural de
Arimatea, pueblo de Judea, y que aguardaba el reino de Dios, acudió a Pilato a pedirle
el cuerpo de Jesús. Y bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro
excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía.
Era el día de la Preparación y rayaba el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado
desde Galilea fueron detrás a examinar el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo. A la
vuelta, prepararon aromas y ungüentos. Y el sábado guardaron reposo, conforme al
mandamiento.
Terminada la lectura del Evangelio de la sepultura del Señor, se prosigue directamente con la
Salmodia de Laudes, si estos se celebran a continuación omitiendo las preces del comienzo y el
himno.
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Sábado Santo
Laudes
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HIMNO
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SALMODIA
ANTÍFONA
Salmo 63
Escucha, oh Dios, la voz de mi lamento,*
protege del terrible enemigo.
Escóndeme de la conjura de los perversos *
y del motín de los malhechores:
Afilan sus lenguas como espadas *
y disparan como flechas palabras venenosas,
Para herir a escondidas al inocente, *
para herirlo por sorpresa y sin riesgo.
Se animan al delito, calculan como esconder trampas,*
y dicen. "¿Quién lo descubrirá7
Inventan maldades y ocultan sus invenciones, *
porque su mente y su corazón no tienen fondo.
Pero Dios los acribilla a flechazos, *
por sorpresa los cubre de heridas;
Su misma lengua los lleva a la ruina, *
y los que lo ven menean la cabeza.
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Todo el mundo se atemoriza, +
proclama la obra de Dios*
y medita sus acciones.
El justo se alegra con el Señor, se refugia en él. *
y se felicitan los rectos de corazón.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. +
Como era en el principio ahora y siempre, *
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
ANTÍFONA
Cántico Is 38, 10- 14. 17-20
Yo pensé: "En medio de mis días +
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;*
me privan del resto de mis años.
Yo pensé: "Ya no veré más al Señor *
en la tierra de los vivos.
Ya no miraré a los hombres *
entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida *
como una tienda de pastores.
Como un tejedor, devanaba yo mi vida, *
y me cortan la trama.
Día y noche me estás acabando,*
sollozo hasta el amanecer.
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Me quiebras los huesos como un león, *
día y noche me estás acabando.
Estoy piando como una golondrina, *
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen: *
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me has hecho revivir, *
la amargura se me volvió paz
Cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía*
y volviste la espalda a todos mi pecados.
El abismo no te da gracias, +
ni la muerte te alaba,*
ni esperan en tu fidelidad los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes te alaban: como yo ahora.
el padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas *
todos nuestros días en la casa del Señor.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. +
Como era en el principio ahora y siempre, *
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
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ANTÍFONA
Salmo 150
Alabad al Señor en su templo, *
alabadlo en su fuerte firmamento
Alabadlo por su obras magníficas, *
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas, *
alabadlo con arpas y cítaras.
Alabadlo con tambores y danzas, *
alabadlo con trompas y flautas.
Alabadlo con platillos sonoros, +
alabadlo con platillos vibrantes. *
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. +
Como era en el principio ahora y siempre, *
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
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LECTURA BREVE
Así dice el Señor: " En su aflicción madrugarán para buscarme y dirán: “Vamos a
volver al Señor: él, que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos vendará. En
dos días nos sanará; al tercero nos resucitará; y viviremos delante de él.”
En lugar del Responsorio se dice:
CHRISTUS FACTUS EST
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ANTÍFONA BENEDICTUS
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Cántico: Luc. 1, 67-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, *
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación *
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo *
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos *
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, *
recordando su santa alianza,
y el juramento que juró *
a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos, que libres de temor,+
arrancados de la mano de los enemigos, *
le sirvamos en santidad y justicia, en su presencia todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán, profeta del Altísimo, *
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación, *
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, *
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, *
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo. +
Como era en el principio, ahora y siempre, *
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
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PRECES
Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso morir
ser sepultado para resucitar de entre los muertos, y supliquémosle, diciendo:
Señor, ten piedad de nosotros.
Oh Señor, que junto a tu cruz y a tu sepulcro tuviste a tu Madre dolorosa que participó
en tu aflicción,
- haz que tu pueblo sepa también participar en tu pasión.
Señor Jesús, que como grano de trigo caíste en la tierra para morir y dar con ello fruto
abundante,
-haz que también nosotros sepamos morir al pecado y vivir para Dios.
Oh Pastor de la Iglesia, que quisiste ocultarte en el sepulcro para dar la vida a los
hombres, haz que nosotros sepamos también vivir escondidos contigo en Dios.
Nuevo Adán, que, quisiste bajar al reino de la muerte para librar a los justos que, desde
el origen del mundo, estaban sepultados allí,
-haz que todos los hombres, muertos al pecado, escuchen tu voz y vivan.
Cristo, Hijo del Dios vivo, que has querido que por el bautismo fuéramos sepultados
contigo en la muerte,
- haz que, siguiéndote a ti, caminemos también nosotros en una vida nueva.
Padre nuestro.
Oración
Seññor todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y salió
victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados con
Cristo por el bautismo, resucitar también con él a la vida eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo.
V/ Podéis ir en paz
.R/ Demos gracias a Dios.
V/ El Señor esté con vosotros.
R/Y con tu espíritu.
V/ La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre
vosotros.
R/ Amén.
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