martes 21 de noviembre de 2006 PROGRAMA DE PREVENCIÓN DE VIOLENCIA ESCOLAR El primer Estudio Nacional de Violencia Escolar reveló que casi el 45% de los escolares ha sido agredido en el colegio. El siquiatra alemán Manfred Cierpka, que estuvo de visita en Chile, es el creador de uno de los programas mundiales más exitosos para combatirla, y que enseña a los niños a ser asertivos, empáticos y no dejarse llevar por la rabia. Por Natalia Núñez El médico Manfred Cierpka es un connotado especialista en terapia familiar. Siquiatra alemán y profesor de la Universidad de Heidelberg, ha dedicado gran parte de su vida a estudiar cómo prevenir y abordar la violencia escolar, un tema que preocupa crecientemente a nivel mundial. Pero más que un artículo científico de una revista especializada, lo mueve el deseo de aterrizar la ciencia: "Quiero sacar a la ciencia de las alturas, del aire, y aplicarla en cosas muy concretas. Y si sólo una vez, por ejemplo, puedo vivenciar cómo los niños en un jardín infantil aprenden a ser empáticos, para mí es una gran fascinación, mucho más lindo que escribir un paper". El siquiatra estuvo de visita en Chile la semana pasada, precisamente intentando explicar en terreno a profesores y expertos el método que creó en Alemania hace diez años y que lo ha prestigiado: "Faustlos", que traducido al español sería algo así como "Sin los puños". A Cierpka le entusiasman tanto los resultados que ha obtenido en su país, que está seguro que podría replicarse en Chile. "Obviamente habría que elaborarlo en conjunto con los profesores chilenos para que ellos lo acepten como propio", explica Cierpka. Muchos creen que la violencia escolar debe abordarse desde que los niños inician su educación formal, pero Manfred Cierpka aporta un matiz: comenta que existen herramientas que ayudan al aprendizaje de la no violencia en los primeros meses de vida, cuando los niños ni siquiera aprenden a caminar. Esa sería la edad perfecta para darle las primeras pinceladas a su formación y para educarlos con miras a que se conviertan en personas capaces de tolerar la frustración. Asegura que el secreto es que los padres aprendan a responder de forma adecuada a las señales que les entregan sus hijos. "A medida que van creciendo, se hace más difícil educarlos y por esa misma razón conviene empezar lo antes posible", enfatiza. Por eso, él y su equipo de trabajo realizan asesoría a los padres de lactantes y recién nacidos e incluso van a las maternidades para apoyar a las madres desde el momento del nacimiento de sus hijos, especialmente cuando se trata de familias en riesgo social. "Capacitamos a las matronas y ellas trabajan con los padres en grupos para enseñarles cómo mejorar o profundizar la relación con sus bebés", cuenta el profesional, con más de veinte años de experiencia y autor de 35 libros. La familia, se sabe, es el núcleo de formación y modelo a seguir de los más pequeños. Los padres tienen un rol fundamental porque son sus referentes. Cierpka dice que uno de los capítulos de "Sin puños" está dedicado a ellos. "Faustlos es una escuela hecha para instituciones públicas, jardines infantiles, para aplicarlo en un curso de manera uniforme, para que no se note cuáles son los niños más conflictivos, para que no haya distinciones. Pero tenemos una parte que se llama Escuela de Padres. Ubicamos a los papás en el colegio y hablamos sobre esta teoría con ellos. El gran problema es que los más participativos son los padres que menos lo necesitan". - ¿Qué sucede con los matrimonios fragmentados? - La mayoría de las familias sabe manejarlo de manera intuitiva de muy buena manera, porque tienen la posibilidad de ver en el pasado a sus padres cómo ellos lo hicieron. Sin embargo, si los padres no tenían suficiente seguridad en sus vínculos, ahí faltan modelos positivos. La investigación ha identificado factores estresantes sicosociales que puede haber en una familia: separación de los padres, enfermedad crónica de un padre o enfermedad sicológica de la mamá, desventajas sicosociales como la pobreza, la cesantía, etcétera. Los conflictos en la pareja son la situación que gatilla más estrés. Con mucha frecuencia generan situaciones de descuido o maltrato de los niños. Terapias con marionetas y juegos de rol Desde hace unos veinte años que existen programas antiviolencia escolar, pero a diferencia de ellos, el que creó Manfred Cierpka se centra esencialmente en el desarrollo de la empatía en los niños, al igual que en su desarrollo sicológico, y no en los impulsos o la rabia, los sentimientos que más comúnmente se trabajan. En el libro "Sin los puños: ¿Cómo pueden los niños solucionar conflictos sin violencia?" - que por ahora sólo está disponible en alemán- existen tres categorías distintas. Cada una incorpora 25 módulos temáticos con un manual donde se describe cómo realizar cada uno. Hay uno para preescolares, otro dirigido a niños de 6 a 10 años, y el último para púberes de 11 a 15 años. Esto no quiere decir que los 15 sean la edad tope. "Uno puede cambiar durante toda la vida - asegura el especialista- , pero no hay que olvidar que mientras más grande, mayores y más difíciles serán los problemas". En el área preescolar, por ejemplo, trae un baúl, una suerte de tesoro, con títeres como el perro Willy y el caracol Schneck, que representan tipos de personalidades de los niños: el salvaje, el lento, el glotón, etcétera. Hay además 28 cartones de fotografías que muestran a niños en diferentes situaciones sociales, tales como un pequeño que se enoja porque su compañero tomó su pegamento sin permiso, o una niña furiosa por los apodos que le gritan. Las distintas imágenes o transparencias se proyectan al curso, se discute el conflicto ahí mostrado y se debate sobre el tema o la pelea. Se proponen soluciones para no enganchar ni tener rabia, o para manifestar claramente cuál es la molestia respecto del otro que actuó mal. Todo sin los puños y a través del diálogo. "Los niños son capaces de comprender, sentir y pensar como el otro. Sabemos que en la cara del prójimo uno puede ver sus sentimientos. Del mismo modo, los niños pequeños aprenden a leer desde un rostro infantil si está feliz, si siente tristeza, si está sorprendido, si tiene rabia", dice Cierpka. Por lo mismo, una metodología muy útil en ese sentido son los juegos de rol, donde los pequeños recrean situaciones de molestia entre ellos e incluso con la actuación de los profesores. La idea es que los chicos se pongan en el lugar del otro y vean cómo se siente ser blanco de bromas o insultos, y reflexionen al respecto con el antecedente de vivirlo en carne propia. Es así como, por ejemplo, dos niñas recrean comentarios malintencionados respecto del peinado de una alumna. La profesora trata de mantener la conversación y anota en un cuaderno un resumen con las principales conclusiones y sugerencias para eludir la violencia. ¿Algunas?:respirar tres veces profundamente, contar lentamente hasta cinco, decirse a sí mismo "tranquilo... cálmate", decirle al molestoso que no lo haga, no escucharlo y desahogarse con otro, etcétera. Es decir, según el siquiatra, caminos para aplacar la violencia en las escuelas hay. La receta es implementarlo como currículo obligatorio porque, en buenas cuentas, este método lo que hace es formar personas y modos de conducta civilizados, que ayudan a desenvolverse mejor en la vida, con más tranquilidad, y otra perspectiva para ver las cosas, en lugar de la clásica pataleta o el combo cuando algo no sale como queremos. - ¿Existe un gen de la violencia? ¿Qué es lo que hace violentos a los niños? - No, no existe un gen, pero queda pendiente la pregunta de por qué los hombres tienden más a la violencia que las mujeres. Creemos que en el hombre sí existe una disposición específica para la violencia. Las mujeres sí asumen la violencia, se torna contra ellas: les dan depresiones, se autoinfligen daño (cortes en la piel) o desarrollan alguna enfermedad sicosomática. - ¿Y por qué se genera? - La violencia surge en la medida que se ha tenido experiencias de violencia en la propia familia, porque se ha visto que los padres o hermanos no resuelven sus conflictos de otro modo, es decir, se trata de niños que no aprenden a resolver sus problemas de un modo constructivo, no tienen una actitud adecuada para resolver problemas ni suficientes estrategias, y tampoco logran controlar sus sentimientos. Estos son los aspectos desde donde uno tiene que partir; es necesario fortalecer la empatía, ayudarlos a fomentar el control de impulsos y mostrarles cómo manejar la rabia. Es decir, es posible que en el colegio aprendan algo que no han aprendido de manera suficiente en la familia. ¿Y por qué me parece que se puede realizar esto en jardines infantiles y en la escuela? Primero porque podemos llegar a más niños, especialmente los más desprotegidos, y porque la gran ventaja es que en el colegio, en todo el curso, todos reciben el mismo programa, entonces no se estigmatiza a los compañeros que tienen mayores problemas. Pasos para lograrlo Según el terapeuta alemán algunos consejos para educar mejor son: Enseñar conductas sociales con ayuda de refuerzos intencionados como alabanza y recompensa, y naturales, es decir, solución de problemas con éxito. Evitar estigmatizaciones como "culpable" o "víctima", es decir, hay que dirigirse a los niños como grupo, de manera uniforme. Si su hijo llora cuando llega el momento de ir a la cama, déjelo que se desahogue durante 20 minutos. Frente a una pataleta inminente, dígale a su niño que respire 3 veces profundamente. El diálogo mental es útil. Lograr que el niño se diga a sí mismo: "tranquilo, cálmate". Asertividad: al niño se le puede enseñar a expresar sus sentimientos y pensamientos, por ejemplo, que el niño le diga al molestoso cómo se siente frente a su conducta, repetirle que no siga haciendo lo mismo. Oídos sordos: enseñar a los niños que simplemente no escuchen los insultos o las bromas resulta beneficioso para que el conflicto termine ahí. Natalia Núñez.