¿Cómo reaccionar ante las cifras de paro?

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56 especial eco l Zoom
Excusas
para no
pensar
los lectores preguntan
a eduardo punset
¿Cómo reaccionar
ante las cifras
de paro?
M
uchas personas,
más de una
empresa,
educandos y
hasta algún amigo del mundo
de la política me preguntan
qué me suscita la crisis actual
en el cerebro; acostumbrado
como está a descodificar la
realidad para entender un
poco lo que pasa alrededor,
¿cuál es su reacción ante el
hecho descabellado de que la
mitad de los jóvenes de este
país esté sin trabajo y el paro
global supere ya más del 21
por ciento? ¿Qué tentaciones
tiene mi cerebro, acostumbrado
como está desde tiempo
inmemorial a solo dos opciones:
to fight or to fly –luchar
contra las dificultades o bien
largarse, huir cuanto antes–?
A mis amigos les digo que no
deben extrañarse demasiado si
algunos de los parados, hartos
de esperar en vano, deciden
largarse a otra parte. Esa actitud
es menos vergonzosa de lo
que mucha gente imagina.
Las corrientes migratorias han
sido casi siempre el sostén de
regímenes que languidecían; han
sido las hormonas innovadoras
que han alimentado múltiples
esqueletos sociales. Entre los
que decidían huir estaban, muy
xlSemanal 22 DE mayo de 2011
a menudo, los trabajadores más
preparados, los innovadores
más decididos, la gente más
dispuesta y más valiente
para remangarse y cruzar
el río. Pero siempre fueron
una minoría los que decidían
irse. El problema consistía
en saber por qué la inmensa
mayoría había preferido luchar
contra los acontecimientos
quedándose donde estaba. Y
por supuesto: ¿en qué cosas
habían acertado y en cuáles
se habían equivocado?
Resulta que la gran mayoría
había intuido, a pesar de
todos los desperfectos, que
su hijo acabaría encontrando
el lugar que buscaba en la
escuela elegida, que a él no lo
despedirían del trabajo, que el
banco iba a ejecutar cantidad
de hipotecas salvo la suya. Eso
es lo que indujo a una amiga
científica inglesa a preguntarme
si conocía algún pesimista en mi
barrio; no era una excéntrica, en
contra de lo que cree el mundo
mediático, mi amiga científica
no hacía sino aflorar un hecho
bien conocido en la historia
de la evolución: la gente ha
dado muestras siempre de un
optimismo exagerado que la ha
ayudado a soportar y superar las
peores condiciones imaginables.
Si hoy puedo escribir esta
columna y mi lector puede
seguirme, es, sencillamente,
porque nuestros antepasados
marina cano
acracio r. de la f. madrid
"La gente ha
dado siempre
muestras de
un optimismo
exagerado que
la ha ayudado
a soportar
las peores
condiciones"
pecaban de optimismo.
Eso es lo primero en
lo que piensa mi cerebro
cuando intenta interpretar
el significado de la crisis
económica. Lo segundo en
lo que piensa es que dos
grandes descubrimientos
científicos efectuados el uno
en Gran Bretaña y el otro en
la Universidad de Columbia,
en EE.UU., han demostrado
fehacientemente que se puede
vencer la tendencia cerebral
a negar de cuajo cualquier
disonancia y que es posible
cambiar de opinión y de
cerebro mediante la experiencia
individual. En otras palabras,
está en nuestra mano cambiar
el cerebro proio de los demás
y, por lo tanto, el mundo.
La tercera cosa que me
sugiere el cerebro es que
no sirve de nada acertar en
la vocación de una persona
si no se es capaz, al mismo
tiempo, de ‘controlar’ ese
instinto; solo hay una manera
de controlarlo y consiste en
profundizar en el conocimiento
de dicha vocación. Es decir,
hay que esforzarse más, y no
menos, en el dominio de una
disciplina o actividad cuando
las cosas no van del todo bien.
La cuarta cosa que me
sugiere el cerebro es que, lejos
de detestar todavía más lo que
me rodea, es mucho mejor
desarrollar la empatía necesaria
para ponerse en el sitio de
los demás. Sintonizar con los
sentimientos de los demás en
lugar de comportarse como los
psicópatas; ahora bien, hay que
hacerlo sin pasarse, so pena de
perder el control de la acción
que estamos ejecutando. n
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[email protected] o a XLSemanal. 'Excusas para
no pensar'. Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 6. 28027 Madrid
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