Doc9 - Paz y Esperanza

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DEJATE TOCAR POR LOS POBRES
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DOCUMENTO 9
Memoria de la pobreza
"A los pobres siempre los tendréis"
Jesús de Nazareth
Es de noche en Betania, los discípulos y algunos amigos se han juntado con Jesús para cenar en la
casa de Martha. Una mujer aparece con un frasco de alabastro durante la cena, se dirige a Jesús y
derrama esa noche sobre el Señor un costosísimo perfume de Nardo con profunda devoción. El hecho
origina las inmediatas murmuraciones de los discípulos contra Jesús, sus comentarios apuntan a
señalarlo como un "derrochador" poco consecuente con el ministerio que, aparentemente, todos ellos
si tienen muy en claro: "hay que atender a los pobres". La respuesta de Jesús es, a primera vista, un
llamado a definir las prioridades de una verdadera espiritualidad "a los pobres siempre los tendréis,
pero a mí no".
¿Qué es lo que quiso enseñarnos Jesús esa noche?
Aquella frase ha sido el estandarte de muchos cristianos que han desestimado el atender a los pobres
como algo ajeno a una verdadera adoración a Dios y por lo tanto a una verdadera espiritualidad. A
menudo este pasaje ha sido reinterpretado algo así como: "Hagamos lo que hagamos los pobres siempre van a existir. No es nuestra labor ocuparnos de ellos en el aspecto material, en donde nunca lograremos hacer nada, mejor hay que predicarles la salvación espiritual que es lo único realmente valioso
y efectivo".
"A los pobres siempre los tendréis" no es una frase creada por el Señor esa noche en Betania. Jesús
está citando un pasaje conocido por cualquier judío piadoso de ese tiempo y que está registrado en el
libro de Deuteronomio, capítulo 15 versos del 7 al 11, en donde se dice lo siguiente alrededor de esta
frase:
• Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades,
en la tierra que Jehová tu Dios te da,
no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano
libremente, y en efecto le prestarás lo que necesite.
Guárdate de tener en tu corazón pensamientos perversos, diciendo:
Cerca está el año séptimo, el de la remisión,
y mires con malos ojos a tu hermano menesteroso para no darle; porque él podrá clamar contra ti a
Jehová y se te contará por pecado.
Sin falta le darás y no serás de mezquino corazón cuando le des; porque por ello te bendecirá
Jehová tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas.
Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu
mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra. •
A la luz de este pasaje podemos decir lo siguiente: El deseo de Dios es que no hayan pobres (v.7 al
v.9), si hay pobres hay que ayudarlos (v.10) y por último como los pobres no faltarán en medio de la
tierra por eso debemos ayudarlos (v.11), es decir siempre tendremos la oportunidad de ser compasivos, amar y servir a otros seres humanos.
Esa noche en Betania, Jesús, el Maestro de maestros, recita esta frase del Deuteronomio para hacerles recordar a sus discípulos las dimensiones profundamente espirituales de un servicio verdadero a
los pobres. Esta misión, según el texto al que nos remite la afirmación de Jesús, es ineludible pero
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sobretodo vigente para cualquier tiempo. La respuesta de Jesús esa noche es entonces un llamado
de atención a los discípulos para asumir un servicio verdaderamente espiritual y no sólo de apariencia con aquellos que están sufriendo (Sin falta le darás y no serás de mezquino corazón cuando le
des; porque por ello te bendecirá Jehová tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas).
No se necesita ser un gran conocedor de la historia, ni un adivino que haga predicciones sobre el futuro, para decir que Jesús y el autor del Deuteronomio tienen razón en cuanto a la situación de los
pobres. Pero también, tal como ellos lo señalan, hace falta comprometerse a luchar en contra de esta
injusta realidad.
Lo primero que necesitamos entonces para atender el llamado profundamente espiritual que Dios nos
hace, a favor de quienes padecen pobreza, es conocer como se fue gestando esta situación de miseria. En las Escrituras, Dios nos invita a leer las memorias de Israel de tal manera que reflexionemos, de
una forma crítica, su recorrido histórico. Por eso, a través de las siguientes páginas haremos un viaje
hacia el pasado, tratando de encontrar y describir, en nuestra propia historia como país, algunas de las
causas que han dado origen a la actual situación de pobreza que se vive en el Perú.
El texto que les presentamos a continuación es una invitación para la reflexión en comunidad acerca
del tema de lucha contra la pobreza, dentro del cual se inserta el esfuerzo que realiza el Desafío
Miqueas a nivel mundial.
Tiempo de vergüenza, de verdad, de justicia. ¡Tiempo de reconciliación! (Eclesiastés 3)
Ese fue el enunciado que le dio título al discurso del ex-presidente de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación, Salomón Lerner, durante la ceremonia de entrega del Informe Final de la CVR.
Dicho informe final tuvo y tiene entre sus objetivos: analizar los comportamientos y las condiciones políticas, sociales y culturales que contribuyeron a la situación de violencia, durante las décadas del 1980
al 2000, tanto en los gobiernos de turno como en la sociedad.
Para entender esta parte de nuestra historia, algunos especialistas han desarrollado algunas hipótesis
sobre las razones institucionales, políticas e históricas que dieron origen al conflicto armado interno.
Dichas causas coinciden en gran medida con las que explican la situación del nivel de pobreza actual,
ya que ésta se acentuó como consecuencia del período de violencia política que vivimos como país. (*)
A continuación estudiaremos algunas de estas causas:
- La crisis de los proyectos modernizadores: el país y las expectativas bloqueadas.
Llamamos "proyectos de modernización" a las experiencias que desde el gobierno o la población organizada se gestaron desde los años 50tas con el objetivo de construir una sociedad más igualitaria
entre todos los peruanos y peruanas; para que esto sea posible necesitábamos adquirir derechos
sociales, políticos y económicos.
Entre los procesos de modernización más importantes se encuentran: 1) las grandes migraciones, 2)
la masificación del proceso de escolarización, 3) la expansión de los medios de comunicación, 4) la
expansión del mercado, 5) los procesos de organización y la expansión de las redes sociales en el
campo y la ciudad, 6) las reformas emprendidas por la junta militar presidida por Juan Velasco
Alvarado desde 1968, como por ejemplo la reforma agraria.
Sin embargo, estos procesos de modernización se realizaron de forma fragmentada y descontinuada,
por lo tanto, en cierto sentido, fracasaron como propuestas de cambio y posibilidad de inclusión de la
población marginal en un proyecto nacional más amplio.
- La crisis de representación: el inestable suelo de la política
Como resultado de los procesos de modernización en el país, se produjeron cambios en las estructuras sociales, político-económicas de nuestra sociedad y en los sectores sociales. Ante este proceso
social tan fluido, las organizaciones políticas existentes no pudieron responder de forma adecuada ni
fueron capaces de expresar las necesidades, sueños y expectativas de los más necesitados, es decir,
ya no las representaban.
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Una de las razones por las cuales la crisis de representación se produce, es por la ausencia de las
organizaciones partidarias o por un abandono de su presencia en amplias zonas rurales. Cuando
hablamos de su ausencia nos referimos al desinterés mostrado, a lo largo del tiempo, de algunas organizaciones políticas en establecer acercamientos o incorporar en su organización y en sus propuestas
a las diversas agrupaciones sociales que integran al país, como las comunidades campesinas por
ejemplo. Y hablamos de abandono porque en algunas zonas rurales los partidos de izquierda, que
durante la década del 70 habían colaborado en la construcción de gremios campesinos, no continuaron con el mismo vigor estos lazos establecidos; además, la división de la izquierda a finales de los 80
debilitó su presencia política en estos sectores, y por lo tanto ya no les podían "representar", lo que
trajo como consecuencia que las preferencias de la gente empezaran a centrarse crecientemente en
personas (candidatos nacionales o regionales) más que en organizaciones y propuestas grupales,
como antes.
- La crisis económica y la desigualdad entre peruanos.
Hacia 1973, el Perú cerraba un ciclo de crecimiento económico de larga duración que se había prolongado por más de dos décadas. Dos años más tarde, en 1975, el primer "paquetazo" económico
remecía el país. En 1980, el tamaño del aparato estatal (burocracia, empresas públicas, porcentajes
del PBI estatal) había crecido y, sin embargo, el Estado como institución tenía más dificultades para
cumplir sus obligaciones básicas con sus ciudadanos. Es importante considerar que el inicio de la crisis coincidió con la masificación de la educación secundaria y superior, así como con la expansión de
los Institutos Superiores y Academias pre-universitarias.
Más tarde, en la década de los 80, se profundiza la crisis a niveles nunca antes vistos. Ejemplos de
ello son: los tres rápidos cambios de la unidad monetaria; la proporción entre el antiguo Sol de Oro que circuló hasta 1986- y el Nuevo Sol -que empezó a circular en octubre de 1991- era de uno por mil
millones (1/1 000 000 000); la inflación acumulada durante los cinco años del gobierno de Alan García,
ascendió a dos millones por ciento; y la devaluación salarial, por ejemplo el salario de un funcionario
público en 1991 representaba el 8% de lo que éste ganaba en 1979.
Además, la caída de los ingresos, la disminución del empleo formal y la drástica reducción del gasto
social del Estado, cuya prioridad fue amortizar la impagable deuda externa, abrieron el camino al retorno de las plagas bíblicas: crecieron las enfermedades que acompañan al hambre (la tuberculosis, principalmente) y retornaron epidemias que se habían dado por definitivamente erradicadas hacía ya
varias décadas, como la malaria o el cólera.
La alternativa que la población asumió para compensar la baja de los salarios fue incrementar sus jornadas de trabajo, realizando dos, tres y hasta cuatro simultáneamente. Después no bastó con que trabajara el padre de familia, entonces se incorporan la madre y después, crecientemente, los hijos al mercado -informal- de trabajo. Las medidas de "ajuste estructural" dictadas por el gobierno de Fujimori en
1990, dejaron como saldo que alrededor de dos millones de estudiantes no se matricularan en 1991.
A pesar de la profunda crisis, un hecho real fue que al mismo tiempo que la inmensa mayoría de nuestra población pasó por un proceso de empobrecimiento agudo, otros sectores sociales seguían enriqueciéndose como nunca lo hicieron antes. La coexistencia entre la insultante opulencia y la miseria
extrema ha sido casi siempre una combinación explosiva. Por eso, tanto o más importante que la
pobreza misma, importa la inequidad, las abismales diferencias entre los que más tienen y los que
sobreviven. Recordemos que el Perú tiene una de las peores distribuciones de ingreso en América
Latina y en el mundo.
Otra expresión de las inequidades en la distribución es la diferencia que aun se percibe entre Lima y
provincias; el centralismo ha ahondado paradójicamente la distancia entre la capital y el resto del país
(precisamente cuando éste parecía aparentemente más interconectado). A causa del centralismo, la
cobertura territorial del Estado resultaba insuficiente. Hasta la década de 1970, en partes significativas
del Perú rural la presencia del Estado era casi inexistente o su autoridad estaba delegada en poderes
locales que no eran responsables ante la población.
- La crisis del Estado peruano: la riqueza en pocas manos.
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La crisis del Estado se origina en la independencia (1821-1824) y es consecuencia de los propios límites de este proceso. La independencia en el Perú fue fruto de una revolución política y económica más
no social. Se canceló el dominio colonial y se abolió el virreinato, pero internamente las estructuras de
dominación permanecieron intactas.
Esto generó un Estado profundamente excluyente y desigual, que hizo suyo un discurso colonial racista anti-indígena, que veía a la sociedad peruana como dividida en castas o estamentos y que consideraba que los blancos eran superiores por naturaleza y los indios inferiores. Se generó así una fractura social, que aún permanece vigente hoy en día y que hace que nuestros conflictos sociales asuman no sólo un carácter clasista, es decir de clases sociales, sino de tipo étnico y racial.
Todo ello conduce a la existencia de un Estado que todavía favorece a sectores minoritarios que por
su procedencia racial se sienten superiores al resto de la población, que excluyen de los derechos ciudadanos a las grandes mayorías y que por lo tanto privatizan el Estado utilizándolo para su propio
beneficio. Por eso la presencia del Estado en las zonas rurales y alejadas de la capital sólo estaba
representada -en el mejor de los casos- por el policía, la escuela o la posta de salud, pero en la mayoría de estas zonas el Estado estaba totalmente ausente de la vida de los pobladores.
Para concluir con esta primera sección, podríamos decir que cada una de estas crisis es grave de por
sí, pero el hecho de que todas hayan confluido históricamente en un momento dado, en la década del
80, de que se articularan y combinaran con un grupo como el PCP-Sendero Luminoso, fue lo que
incrementó la explosividad de cada una de ellas.
En realidad, la crisis social y la violencia política que vive el Perú son simplemente la manifestación de
que esta sociedad ha venido acumulando una hipoteca histórica a lo largo de cinco ciclos, y que ya no
es viable en la forma como se ha constituido.
Por lo tanto, la solución a la crisis social y la superación de la pobreza va a requerir de cambios sociales muy profundos. Las causas de la crisis peruana no han sido atacadas radicalmente. La superación
de los años de violencia política equivale a suprimir los síntomas de una enfermedad, no a curarla.
Es por ello que el tema de lucha contra la pobreza, que ahora sabemos es de carácter multidimensional, es prioritario por ser de justicia para nuestro país y nos involucra como peruanos y peruanas que
somos. Pero además, como Iglesia, tenemos otra responsabilidad adicional y es nada menos que ser
fieles al evangelio; encarnando, en nuestras vidas, los valores del Reino de Dios expresados en Mateo
25:31ss... "...De cierto os digo que en cuanto los hicisteis a uno de estos mi hermanos más pequeños,
a mí lo hicisteis..." .
Recordemos para finalizar el pasaje de Marcos 7: 6-13, donde Jesús da a conocer su tristeza diciendo "...este pueblo de labios me honra, pero su corazón esta lejos de mí, pues en vano me honran enseñando como doctrina palabras de hombres...". ¿Cómo estamos los cristianos asumiendo nuestro compromiso con la situación de pobreza en nuestro país?, mas aún, ¿por lo menos cómo lo estamos
haciendo al interior de nuestras propias congregaciones?.
Verdaderamente, las palabras de nuestro Señor siguen hablando fuerte y siguen desafiando a su
Iglesia a ver más allá de lo que puede alcanzar a ver, e incluso de lo que quiere ver.
El que tiene oídos para oír, que oiga. (Mt 13: 11-17).
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(*) Tomado del Fascículo # 1 del "Taller de la Memoria", carpeta producida por el Instituto Bartolomé
de las Casas (IBC) y el Centro de Estudios y Publicaciones (CEP). Febrero 2004
Documento elaborado por:
rené castro vergara
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