“De repente sin palabras” Viernes por la mañana, me espera un duro y gratificante día de trabajo. Les digo buenos días a mi marido y a mis hijos, y mientras estoy en la ducha canturreo esa canción que tanto me gusta. Voy a trabajar, saludo a mis compañeros y hago llamadas telefónicas, hablo con mis clientes, ultimo unas gestiones para dejarlo todo listo para el fin de semana, y me voy a comer, le pido al camarero lo que quiero comer y charlo con mis compañer@s, nos reímos y contamos chistes. Voy a buscar a mis hijos, y de camino, en el coche pongo la radio y escucho las noticias, y en voz alta maldigo a los políticos corruptos y a algún otro conductor que no recuerda que existen los intermitentes. Saludo a la profesora de mis hijos y le pregunto qué tal ha ido y luego de camino a casa cantamos en el coche canciones infantiles y entre gritos peleándose por quien habla primero me cuentan cómo les ha ido el día. Juegan en el parque y vamos a casa, donde nos espera mi marido. Cenamos en familia y hablamos cada uno de nuestras cosas, escucho a mis hijos y me siento orgullosa de ellos. Ya en la cama les acuesto contándoles un cuento. Con los niños ya dormidos, hablamos con mi marido del viaje que tenemos pensado hacer en Semana Santa y nos deseamos buenas noches recordándonos cuánto nos queremos. Sábado por la mañana, tengo una sensación extraña al despertarme, me levanto y no consigo mantenerme en pie, por el ruido acude alarmado mi marido que me encuentra con la boca torcida y el lado derecho del cuerpo paralizado y me pregunta cosas y pone caras extrañas , pero no entiendo qué dice, intento hablar pero no logro articular palabra. Llama al 061 que me llevan rápidamente a Urgencias. Tras muchas pruebas carreras por los pasillos, me ingresan en una habitación y allí paso los días hasta que ingreso en un centro para iniciar mi rehabilitación. Durante este tiempo he pensado mucho en lo importante que son las palabras y en lo feliz que me siento por el día anterior al ictus haber dado los buenos días a mi familia, tener charlas con mis clientes y mis compañer@s, haberme reído con ellos, haber cantado, haberme indignado y gritado, jugar, escuchar y entender a mis hijos, contarles un cuento y decirle a mi marido cuánto le quería, porque ahora no puedo, y siento una gran impotencia por ello. Acudo a logopedia y con su ayuda poco a poco las palabras cobran significado y puedo expresarme con mayor facilidad, creo en que voy a recuperarme y cuando lo haga mis palabras no serán nunca vacías y tendrán todo el significado y la importancia que tiene la vida para mí. Equipo de logopedia Sant Joan de Déu. 6 de Marzo del 2015, Dia Europeo de la Logopedia.