El segundo libro, Economía Doméstica, se trata de un cuaderno de

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SEGUNDA PARTE
El segundo libro, Economía Doméstica, se trata de un cuaderno de estudio de enseñanza
obligatoria durante la época del franquismo dirigido exclusivamente hacia las mujeres. En él se relata
de modo concreto como ser “una buena mujer” que cuida de la casa y de su marido.
En el libro se tratan temas como el de la limpieza del hogar (como limpiar cada tipo
de olla existente) o el de como una mujer debe vestir en público o según el contexto.
El libro deja a la mujer prácticamente como una esclava del marido, dedicada a cuidar la casa y a
hacerle la comida, complaciéndole en todo.
Muchos de estos valores negativos y machistas siguen estando de modo residual en nuestro día a día.
La violencia machista es una de las principales preocupaciones del gobierno actual (o eso dicen) y aún
existen muchas familias donde este tipo de mentalidades siguen existiendo y deberían ser erradicadas.
No hay duda de que mucha parte de la culpa se debe atribuir a la época franquista y a sus políticas.
Como modo de crítica hacia el modelo de mujer que se fomenta en el libro, he decidido recortar
la zona en la que se situaría su cerebro para reflejar el prototipo de mujer que promovía la dictadura
franquista, una mujer que no cuestiona a su marido y tiene como función única la de cuidar la casa.
Más tarde he guardado todos los recortes dentro de un sobre al final del libro donde pone escrito:
“Una más de las muchas víctimas del franquismo”.
Realmente considero que el acto de crítica se encuentra en guardar todos esos recortes en el sobre
bajo esa frase, ya que es el momento en el que se consolida el discurso que quiero darle a la obra.
La portada también ha sido modificada para que llame aún más la atención, aunque debido al propio
tema del libro ya genera bastante curiosidad hacia el propenso lector.
Cómo en el primer libro, en éste tambien incluí la frase en la contraportada de “Por favor, Mantener
en circulación” para tratar de que se mueva de manos y tenga más lectores.
El segundo libro fue soltado en paral·lel, en
la L3. Coloqué el libro en el estante y poco
después una chica lo cogio y se lo llevo al banco
donde estuvo observándolo sorprendida y le
hizo algunas fotos. Finalmente dejó el libro en
el banco.
Pocos minutos después, un hombre se sentó al
lado del libro y lo ojeó un rato. Ésta vez si se lo
llevó y lo siguió leyendo en el metro.
Como conclusión, ha sido un trabajo que me ha motivado a seguir
por este camino, de el artista anónimo que suelta las obras para
que sean vistas, creando encuentros únicos y que sin dudas seran
recordados por el espectador. Además de que me ha ayudado a
ensanchar los límites de lo que consideraba arte, para mis próximos
trabajos siempre tendre la opción de poder seguir por este tipo de
arte no tan conocido como debería.
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