BOLETÍN SEPTIEMBRE 2007

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BOLETÍN SEPTIEMBRE 2007
¿ME ACOMPAÑÁS A MISA?
De Lunes a Viernes, a las 13.25 en punto, en el oratorio de la UM se repite el hecho más
grandioso y conmovedor (no es una exageración) de la historia: el mismo Jesucristo que murió
clavado en una cruz y ofreciendo su vida con infinito amor a Dios Padre, en reparación de los
pecados de todos los hombres, vuelve a entregarse bajo las humildes apariencias del pan y del vino.
De Lunes a Viernes, a las 13.25 en punto, comienza a celebrarse en la UM el sacrificio mismo del
Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que Él instituyó para perpetuar en los siglos, hasta su
segunda venida, el sacrificio de la Cruz.
El Jueves Santo, la noche en que fue entregado, mientras celebraba con los apóstoles la
Última Cena, Jesús tomó en sus manos el pan, lo partió y se lo dio, diciendo: “Tomad y comed
todos de él, porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros”. Después tomó en sus manos
el cáliz con el vino y les dijo: “Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres, para
el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía”.
Así, de esa forma tan divinamente sencilla, nos dejó para siempre el memorial de su
sacrificio, la Santa Misa. ¿Qué quiere decir memorial? Quiere decir que la Misa hace presente y
actual el sacrificio que Cristo ha ofrecido al Padre, una vez por todas, sobre la cruz a favor de la
humanidad. Por eso, el sacrificio de la cruz y el sacrificio de la Eucaristía son un único sacrificio.
Son idénticas la víctima (Jesús) y el oferente (Jesús por medio del sacerdote), y sólo es distinto el
modo de ofrecerse: de manera cruenta en la cruz, incruenta en la Eucaristía.
Esto es lo que ocurre en el oratorio de nuestra universidad cada día. Mientras celebra el
memorial del sacrificio de la cruz, el sacerdote tiene presentes a todos los que forman la comunidad
universitaria: profesores, alumnos y empleados; a sus familias, con sus dificultades, para pedir a
Dios por ellas; con sus alegrías, para agradecerlas. Encomienda a Jesús, para que los lleve al Padre,
sus proyectos y sus ilusiones y sus necesidades. Tiene particularmente cerca de los enfermos y pide
por su salud. También suplica el perdón de sus propios pecados y de los pecados de todos. Ruega a
Dios que dé el premio del cielo a los parientes y amigos difuntos de los que participan en la Santa
Misa, y que despierte en cada uno de los asistentes el deseo de parecerse más a Jesucristo.
Ahora que tenemos la Misa en la UM en un horario accesible a los dos turnos de clase,
¿cómo no animarnos a participar del más grande tesoro de la Iglesia? ¿Cómo no decirnos: me
acompañás a Misa?
EL LIBRO DE BENEDICTO XVI
El libro de Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, que acaba de salir en castellano, es una obra
maestra que debe leerse con veneración. El teólogo Joseph Ratzinger llevaba años trabajando en
ella, es decir, meditando y escudriñando los evangelios y estudiando con rigor científico cuantos
libros se han publicado sobre Jesús a lo largo de la historia. Una vez en posesión de ese bagaje,
estuvo en condiciones de escribir el suyo: “Pude trabajar en él durante las vacaciones del verano
de 2003. En agosto de 2004 tomaron su forma definitiva los capítulos 1-4. Tras mi elección para
ocupar la sede episcopal de Roma, he aprovechado todos los momentos libres para avanzar en la
obra” (p. 20). La publicación ahora del primero de los dos volúmenes, se ha debido a que “me
parecía urgente presentar sobre todo la figura y el mensaje de Jesús en su vida pública, con el fin
de favorecer en el lector un crecimiento de su relación viva con Él” (p. 21).
La urgencia del Papa es consecuencia de diversas tentativas de influyentes teólogos que,
usando incorrectamente métodos de investigación bíblica, han divulgado la impresión de que
“sabemos pocas cosas ciertas sobre Jesús, y que ha sido sólo la fe en su divinidad la que ha
plasmado posteriormente su imagen” . “Semejante situación, añade, es dramática para la fe, pues
deja incierto su auténtico punto de referencia: la íntima amistad con Jesús, de la que todo depende,
corre el riesgo de moverse en el vacío” (p.8).
Joseph Ratzinger ha cultivado esta amistad con Jesús de Nazaret, durante toda su vida. De
ahí que las páginas de su libro, al mismo tiempo que dialogan con rigor teológico con los aciertos y
desaciertos de otras obras del mismo género, rezuman conocimiento intelectual y amoroso del
protagonista objeto de su investigación.
Para acceder a la lectura de Jesús de Nazaret se requiere un cierto grado, no excesivo, de
formación bíblica: el libro no es una novela ni una obra de divulgación. Pero no se piense que es un
libro para especialistas. “Para entender a Jesús resultan fundamentales las repetidas indicaciones
de que se retiraba “al monte” y allí oraba noches enteras, “a solas” con el Padre. Estas breves
anotaciones descorren un poco el velo del misterio, nos permiten asomarnos a la existencia filial de
Jesús, entrever el origen último de sus acciones, de sus enseñanzas y de su sufrimiento” (p. 29).
Así, “a solas con Jesús”, se debe leer y meditar el libro de Benedicto XVI.
JESSICA Y VICTORIA VOLARON AL CIELO
El 30 de agosto fallecieron Jessica y Victoria, las dos niñas siamesas que habían nacido en el
Hospital de Clínicas y vivieron durante 64 días. La misma mañana en que apareció la noticia en la
prensa, recibí un mail con cuatro incisivas preguntas: ¿por qué vinieron al mundo estos ángeles?
¿Cuál fue su cometido? ¿A quién venían a cambiar? ¿A todos los que supimos de ellas?
Después de pensar en todo lo ocurrido desde que nacieron, fui a consultar el tema con un
experto, que me dio una respuesta exacta. Cuento primero lo que pensé.
1) El nacimiento de Jessica y Victoria provocó un extraordinario movimiento de
solidaridad con sus padres: muchas personas se acercaron al Clínicas para ofrecerles
ayuda.
2) Sorprendidos de que conociendo desde antes de nacer el mal de sus hijas, decidieran
hacer oídos sordos a los consejos de no traerlas al mundo, no pocos se replantearon su
postura en favor de la legalización del aborto.
3) El cariño con que fueron recibidas y tratadas las niñas por médicos y enfermeras -¡”son
divinas!”, exclamaban con exactitud teológica- constituyó un movilizador de los
sentimientos más profundos y buenos.
4) Jessica y Victoria fueron bautizadas y, dos días antes de irse al Cielo, recibieron también
el sacramento de la Confirmación, con el que crece la gracia bautismal y arraiga más
fuertemente la filiación divina. (A los niños sin uso de razón, porque no pueden pecar,
no se les da la Unción de los enfermos sino la Confirmación). Bautizadas y Confirmadas,
las dos niñas entraron en el Cielo como unas reinas.
Hasta aquí los pensamientos. La respuesta del experto es la contestación a las cuatro
preguntas del mail. “El sufrimiento está presente en el mundo para provocar amor, para
hacer nacer obras de amor al prójimo, parea transformar toda la civilización humana en la
‘civilización del amor’” (JUAN PABLO II, Carta Ap. Salvifici doloris, n. 30).
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