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Rasgos: Lit. Orientales de la Antigüedad
Sección I. Antes de la lectura. Contesta cada una de las siguientes preguntas.
1. ¿Cómo se emplea coloquialmente la palabra diluvio?
2. ¿Recuerdas con que culturas se relaciona ese suceso?
3. ¿Por qué piensas que se hace alusión a dicho fenómeno en varias literaturas orientales de la antigüedad?
4. ¿Se presenta --el diluvio-- con las mismas características en las culturas anteriores? Justifica tu respuesta.
5. ¿Se puede deducir que se salvaron los que pusieron los medios para evitar sus consecuencias?
Rig Veda (Fragmento)
Cierta mañana, Manú se hizo servir agua en un vaso. Mientras se lavaba las manos, un pececillo que había en el
agua le dirigió la palabra: —Manú, sálvame, y yo te salvaré del diluvio que debe arrastrar a todos los seres. —
¿Qué es necesario hacer para salvarte? —preguntó Manú al pez. -Déjame en este vaso. Cuando yo haya crecido,
haz un estanque y llénalo de agua para que me reciba, y cuando haya crecido más aún, llévame al mar. Entonces
seré bastante fuerte para librarme de todos los peligros. Efectivamente, el pez creció y un día dijo a Manú: —
Deberás construir un buque para salvarte del diluvio que te he anunciado. Cuando el diluvio comience, métete en el
buque que habrás construido y déjate llevar por las olas; yo iré entonces a salvarte. Cuando el pez llegó a ser
enorme, Manú lo llevó al mar. Después construyó un buque y se metió en él, tan pronto como el diluvio comenzó.
Las olas pronto llegaron a levantar el buque y lo transportaron de un lugar a otro. Manú vio entonces venir el pez
que él había salvado; lo ató por medio de un cable a su buque, y el pez, nadando vigorosamente, lo condujo hacia
una elevada montaña que el mar no había podido cubrir. Allí, el pez le dijo: —Amarra tu buque al tronco de aquel
árbol. Conviene hacerlo así para evitar que las aguas, cuando se retiren, puedan arrastrarlo. —Después se alejó y
Manú no lo volvió a ver. Cuando las aguas se retiraron, Manú salió de su buque y se halló solo en la tierra, porque
el diluvio había sumergido todo lo que había en el mundo y había hecho perecer a todas las criaturas. Manú vivió
cuerdamente e hizo numerosas ofrendas al mar, al que pidió una compañera. Al cabo de un año, una mujer salió del
mar y se dirigió hacia los dioses. Éstos le preguntaron quién era. —Soy la hija de Manú, respondió, y a él
pertenezco. —Los dioses quisieron obligarla a pertenecer con ellos; pero ella se negó y fue a buscar a Manú, el
cual le preguntó quién era. —Soy tu hija —le respondió— ¿Cómo puedes ser mi hija? —Las ofrendas que has
dedicado al mar me han dado la vida, correspondiendo así a un voto que hiciste. Si quieres tener grandes riquezas y
una larga prosperidad, hazme tu esposa durante un sacrificio y todos nuestros deseos se realizarán. Manú celebró
entonces un sacrificio y se unió a aquella mujer; vivieron largos años y fueron padres de la raza llamada raza de
Manú.
Recuperado para fines educativos de Bibliotecas Virtuales
1. ¿A qué cultura pertenece el texto?
2. ¿A qué periodo literario corresponde?
3. ¿Qué se relata en el fragmento?
4. ¿Qué característica --propia de las literaturas orientales de la antigüedad-- percibes en el relato?
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6. Ubica la presencia de un elemento fantástico.
7. ¿Qué dioses intervienen y de qué manera?
Sección II. Identifica en los textos --citando y subrayando-- una característica del periodo literario al que
pertenecen. Justifica tu respuesta. Las características pueden ser las siguientes:
Religiosidad
Creatividad
Simbolismo
Fantasía
Didáctica
Temática primaria
Alta espiritualidad
Moral
Mitología
Texto uno: Rama ha dado a las mujeres un mar de esplendores, las ha cubierto de vestidos preciosos, cinturones
brillantes y pliegues turbadores. Brahma, dotarlas de cabellos y cintura excitantes, les ha entregado el imperio de la
seducción. Kama Sutra (Fragmento)
Texto dos: Camina silenciosamente y habla quedo, pues la voz del asno es la más fuerte y fea de todas las voces.Busca la opinión del médico antes de que te afliga la enfermedad. Código de Manú (Fragmento)
Texto tres: ¡Loor al poderoso carro del viento! Zumba, silva, retruena, tiñe los cielos de rosa y polvaredas alza del
suelo. Es germen de los seres, es el aliento de los dioses y errante va a su deseo. Cuando pasa se oye. No cabe
verlo. ¡Hagamos homenaje y sacrifiquemos en el ara sagrada del Dios del Viento. Rig Veda (Fragmento)
“Himno a Vata Dios del viento”.
Sección III. Identifica con distintos colores los equivalentes léxicos para los siguientes personajes: Damayanti,
Nala y los dioses.
Mahabharata (Fragmento)
Damayanti, la muchacha del esbelto talle, con su hermosura, con su gracia y lozanía, ganó fama incomparable en el
mundo entero. También Nala se alzaba sin rival; porfiado sobre los hombres, entre los reyes tigre, cual Kandarpa
en belleza, parecido a aquel dios de encarnación resplandeciente. Los que rodeaban a la princesa de Vidarbha no se
daban un punto de reposo en ponderar gozosamente las excelencias de Nala. Y en torno al noble rey de Nishadha
se elogiaba sin cesar a Damayanti. Conociendo así cada uno las virtudes del otro, sin haberse visto, comenzaron a
amarse. De esta manera, ¡oh hijo de Kunti!, crecía en ambos la honda y silenciosa pasión... Fue a través de un
hermoso cisne de alas salpicadas de oro que Damayanti supo de Nala. Desde ese momento, los amantes unidos por
las dulces razones del cisne no pudieron apartar de sus pensamientos al otro. Por eso, cuando el señor de la tierra
vio a su hija hermosa y pensativa, reconoció que era el momento de elegirle esposo.
Como si hubiesen sido convocados los soberanos del cielo, se presentaron para solicitar la mano de la
princesa; pero Damayanti enloquecida de amor por un simple mortal dijo: Ya que al oír la dulce voz del cisne
escogí al rey de Nishadha, ¡oh dioses, por esta verdad os conjuro, reveladme a mi señor! Que asuma cada uno de
ustedes su forma divina, ¡oh protectores del mundo!, así descubriré a mi Nala, así conoceré al rey de los hombres...
Al ser distinguido Nala entre los dioses dijo a su bella amada: Ya que me has reconocido como tu esposo, en
presencia de los dioses, tenme por consorte fiel, que se deleitará siempre en tus palabras. Mientras este espíritu
llene este cuerpo, ¡oh doncella de la serena sonrisa!, yo soy tuyo, solamente tuyo: ésta es la solemne verdad que
prometo. Así alegró a Damayanti con la seguridad de su fe. Luego aquella bendita pareja, feliz en su unión, miró,
rindiendo homenaje a sus grandes protectores, los dioses, conducidos por Agni.
Recuperado para fines educativos de Bibliotecas Virtuales.
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