LA PLATA, 12 de mayo de 2006. Y VISTOS Estos autos caratulados “Zapata, Martha Emilia c/ Fisco de la Provincia de Buenos Aires s/ Pretensión Indemnizatoria”, causa n° 1249, en trámite por ante el Juzgado de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo n° 2 de La Plata, a mi cargo, de los que: RESULTA: I) Que la señora Martha Emilia Zapata, mediante apoderada, promueve demanda contencioso administrativa contra la Provincia de Buenos Aires, solicitando la reparación integral de los daños y perjuicios sufridos por la reducción de su haber jubilatorio y la supresión del sueldo anual complementario practicados a partir de julio de 2001 con motivo de la aplicación de la normativa de emergencia económica declarada en la ley 12.727. Manifiesta que su poderdante es beneficiaria del Instituto de Previsión Social de la Provincia de Buenos Aires desde el 30 de septiembre de 1998, habiendo obtenido su jubilación definitiva, conforme el régimen establecido en la ley 9650/80 (t.o.1994), al cesar en su último cargo desempeñado como personal superior de la Honorable Cámara de Diputados provincial. Destaca que desde esa fecha hasta el mes de junio de 2001 percibía un haber jubilatorio bruto mensual de $ 3.170,82, que representaba el 75 % móvil de la remuneración total actual, sujeta al pago de aportes y contribuciones correspondiente al cargo desempeñado hasta el momento de la cesación de servicios. Afirma que la percepción de dicho importe se consolidó como un derecho adquirido de su representada, incorporándose a su patrimonio. Puntualiza que a partir del mes de julio de 2001 el Instituto de Previsión Social procedió a retener la suma de $ 625,37, importe que equivale, aproximadamente, al 20% del total de su haber jubilatorio, calificando al mismo de confiscatorio. Agrega que el citado ente previsional también procedió a retener el sueldo anual complementario, cuyo monto asciende a la suma de $ 1.585,41, a partir del segundo medio aguinaldo del año 2001, por imperio de los artículos 30 de la ley 12.784 y 28 de la ley 13.002. Destaca que el fundamento de la responsabilidad de la Provincia de Buenos Aires, reside en la aplicación de la siguiente normativa, cuya inconstitucionalidad plantea: artículos 1°, 15, y su planilla anexa y 20 de la ley 12.727 y su modificatoria n° 12.789; 30 de la ley 12.874 y 28 de la ley 13.002 y demás concordantes, modificatorias y complementarias. Respecto del artículo 1° de la ley 12.727 y sus concordantes, prórrogas y modificatorias, recuerda que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha establecido “standards” referidos a la validez constitucional de la declaración de emergencia y a la razonabilidad de las medidas adoptadas a su amparo, reiterando que tal situación debe ser declarada por el Congreso persiguiendo un fin público que consulte a los superiores y generales intereses del país; que las restricciones a los derechos deben ser transitorias, nunca permanentes y los medios elegidos por el legislador para superar la emergencia deben ser proporcionales al fin perseguido; que las garantías constitucionales no quedan suspendidas en su totalidad sino sólo en cuanto su ejercicio resulte incompatible con el poder de policía de la emergencia y las restricciones no pueden afectar a personas individuales o a grupos determinados de ellas deben ser generales e indeterminadas. Resalta, con apoyo en la doctrina establecida por el máximo Tribunal de la Nación en los casos “Peralta” y “Guida” que sin perjuicio de la facultad que tiene el gobierno para adoptar las medidas que crea conveniente para conjurar las situaciones de desastre, catástrofe o graves crisis económicas, el límite a la restricción de los derechos radica en la razonabilidad de la legislación establecida Señala asimismo el carácter de excepcionalidad que debe revestir la situación de emergencia y por consiguiente, las restricciones a los derechos que en virtud de ella se establezcan -a diferencia del estado de sitio-, no suspende la vigencia de garantías constitucionales. Manifiesta que sin perjuicio de ello resulta difícil distinguir las épocas de emergencia de las de normalidad y desde hace 80 años el derecho de la emergencia viene creciendo; argumenta que específicamente en la Provincia de Buenos Aires, los antecedentes inmediatos permiten advertir en los últimos años, que se ha dictado una profusa cantidad de normas en el contexto de declaraciones de emergencia. Así la situación ha devenido crónica y pese a las diversas medidas adoptadas el estado de crisis se vio agravado y su temporaneidad y transitoriedad soslayada. Explica que los presupuestos provinciales se han incrementado y la Provincia no sufrió cataclismos naturales, ni plagas, epidemias o invasión, que no ha existido ningún hecho súbito que impidiera arbitrar los mecanismos propios de cualquier administración diligente a fin de evitar la crisis y que la emergencia sirvió para que el estado se sustraiga de sus obligaciones postergando su cumplimiento por largos años y financiándose con recursos de sus acreedores contratistas, empleados y jubilados. Distingue sobre la base de los argumentos anteriores, entre la emergencia “legítima” que se daría cuando circunstancias de distinto orden provocan un peligro cierto, real, inminente y grave que amenace a la sociedad entera o a sectores de ella que debe ser conjurado mediante remedios de excepción y la emergencia “ilegítima” que se configuraría cuando no se demuestran tales extremos y se convierte la excepción en la regla, modificándose la constitución según las conveniencias del momento para aplicar remedios inmediatos a desajustes en políticas de gobierno o administración, para concluir señalando que éste último sería el caso de autos. A renglón seguido fundamenta la inconstitucionalidad de la reducción de los haberes jubilatorios y la supresión del sueldo anual complementario dispuesta en los artículos 15 de la ley 12.727 y 30 de la ley 12.874. Expresa la actora que la mera declaración de emergencia no puede avasallar y violar derechos consagrados no sólo en la Constitución Nacional sino en tratados internacionales con categoría superior a las leyes. Los haberes jubilatorios, en tanto derecho susceptible de valor forman parte del concepto constitucional de propiedad previsto en los artículos 10 y 31 de la Constitución Provincial y 17 de la Constitución Nacional y también en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (art. 17 incs 1 y 2) y el Pacto de San José de Costa Rica (art. 21) y sostiene que su condición de derecho adquirido de naturaleza patrimonial amparado constitucionalmente no puede ser desconocido por la sanción de una ley posterior, añadiendo que las leyes citadas trasvasan el límite contenido en el artículo 28 de la Constitución Nacional y que la jurisprudencia tanto provincial como nacional así lo han considerado con anterioridad al año 2001. Agrega que las disposiciones atacadas que determinan la reducción del haber jubilatorio así como la supresión del SAC, disminuyendo sustancialmente la suma que le corresponde percibir conforme los términos de la ley 9.650/80, desconocen además la naturaleza alimentaria del haber el cual también recibe protección en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional y 39 inc. 3° de la Constitución Provincial. Plantea en este punto, con apoyo en jurisprudencia nacional y provincial, que las normas cuestionadas resultan violatorias del artículo 28 de la Constitución Nacional al disponer la reducción de los haberes previsionales sin establecer un mecanismo de devolución de las sumas descontadas. También, citando numerosos fallos, considera violado el artículos 16 de la Constitución Nacional, 11 de la Constitución Provincial, 7° de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 24 del Pacto de San José de Costa Rica y II de la Declaración Americana de los Derechos Humanos. Asevera que si bien resulta razonable la exclusión que surge de la planilla anexa al artículo 15 de la ley 12.727, con relación a todos los agentes que perciban una remuneración bruta mensual inferior a $ 1.200, es discriminatoria en cuanto dispone ventajas para algunos agentes, excluyendo de la declaración de emergencia al Banco Provincia (artículo 1°, párr. 3° ley 12.727); a los agentes pasivos del Poder Judicial (art. 15 in fine); y al personal bajo el régimen de la ley 10.579 con 23 años de servicios cumplidos (art. 21 bis, agreg., ley 12.775). De tal modo cuestiona que los grupos no abarcados por la excepciones deben cargar con el peso de la confiscación de sus haberes, su aguinaldo y de su antigüedad. En atención a los argumentos expuestos, considera que la actividad legislativa ilegítima dañosa configura un supuesto ante el cual el Estado provincial resulta responsable y en consecuencia, debe reparar. Específicamente, atribuye a la demandada responsabilidad por la aplicación de la ley cuya constitucionalidad cuestiona, afirmando que tal aplicación normativa es la productora directa del daño sufrido, el cual se integra por todas las sumas retenidas indebidamente desde el mes de julio 2001, incluyendo los aguinaldos no abonados correspondientes a los años 2001 (2° cuota), 2002 y 2003. Sin embargo, y sin que implique menoscabo alguno del planteo de inconstitucionalidad formulado, sostiene que la demandada igualmente resulta responsable por los daños provocados a su representada, aún cuando se considere que la normativa de emergencia impugnada resultare constitucional (actividad lícita), toda vez que no pesa sobre ella una obligación especial de soportar tales consecuencias. Afirma que el sistema implementado por la ley 12.727 y su modificatorias, dispuso la confiscación de una porción de los haberes de la actora (aproximadamente el 20%), así como de los aguinaldos a que tenía derecho, y que si bien se alegaron razones de emergencia para adoptar tales medidas, lo cierto es que se ha producido un daño real y concreto que debe ser indemnizado, toda vez que no pesa sobre ella una obligación especial de soportar tal avasallamiento de su derecho de propiedad. Cita jurisprudencia del Alto Tribunal Nacional y Provincial que sustenta la responsabilidad del Estado por actividad lícita. Presupuesta el daño material reclamado en la suma de $ 24.812,04, o lo que en más corresponda, por los descuentos efectuados con posterioridad a la interposición de la demanda, con más los intereses liquidados a la tasa que percibe el Banco de la Provincia de Buenos Aires para sus operaciones de descuento a treinta días. Solicita, atento los índices inflacionarios que refleja la economía del país, que las sumas que judicialmente se reconozcan sean corregidas mediante el sistema de actualización que determine el juzgador a efectos de mantener su valor real. Funda la demanda en los artículos 14,16, 17 y 18 y concordante de la Constitución Nacional; los respectivos de la Constitución Provincial; Pactos y Tratados Internacionales incorporados a la Constitución Nacional; 1109; 1112; 1113; 2512 y concordantes del Código Civil. Solicita como medida cautelar se ordene al Instituto de Previsión Social a suspender la aplicación de la ley 12.727, sus concordantes y modificatorias, como así también la devolución de las sumas descontadas a partir del mes de julio de 2003, fecha a partir de la cual, la Suprema Corte de Justicia declaró la inconstitucionalidad del régimen de emergencia (causas “U.P.C.N.” y “A.E.R.I.”, sentencias del 1-X-2003). II) Que a fojas 58/60, obra el pronunciamiento interlocutorio, mediante el cual se rechaza la tutela cautelar solicitada, por no configurarse el periculum in mora, ya que a la fecha de su dictado había cesado la aplicación de la normativa de emergencia cuestionada. III) Que conferido el traslado de la demanda (fs. 64), se presenta la apoderada de Fiscalía de Estado, contesta la misma y solicita su rechazo (fs. 69/68). Sostiene que la pretensión deducida es inatendible ya que el Instituto de Previsión Social de la Provincia de Buenos Aires actuó en un todo de acuerdo con el ordenamiento jurídico aplicable, cuya constitucionalidad ha sido expresamente reconocida por el Alto Tribunal. Destaca que la Suprema Corte de Justicia ha reconocido la constitucionalidad de los artículos 15 y 20 de la ley 12.727 y de las posteriores normas que justificaron la reducción de los haberes de los agentes activos y pasivos de la Provincia hasta el 30 de julio de 2003. Agrega que de acuerdo a dicha jurisprudencia, la pretensión no debe prosperar hasta el 30 de julio de 2003, pero que sin perjuicio de ello entiende que existen argumentos que impiden el progreso de la demanda, con posterioridad a esa fecha. Así destaca que lo notorio de la realidad se encargó de demostrar la magnitud del colapso general y es dicha circunstancia la que debe valorarse a la hora de analizar la razonabilidad de las cuestionadas medidas de emergencia relativas a la reducción de haberes. Que tales medidas no resultaron irrazonables ya que dispusieron una distribución equitativa y progresiva de las cargas de la emergencia, acorde al criterio de justicia y solidaridad social que dimana de la Constitución Provincial. Afirma que si bien una ley de emergencia no podría frustrar un derecho constitucional, si puede suspender o limitar su goce de modo razonable y que ello no importa su desnaturalización. Señala que en la especie concurren los requisitos a los que se encuentra supeditada la validez del poder de policía, ya que se declaró por ley el estado de emergencia; la limitación del derecho del actor fue razonable; el plazo de la emergencia no fue desmesurado, atento a que se ajustó a la política trazada por el legislador y se intentó preservar el interés de la comunidad. Así asevera que no se afectó el derecho de propiedad de la actora y los descuentos fueron legítimos. Describe indicadores económicos referidos a las cuentas públicas de la Provincia, que en su criterio son reveladores del mantenimiento de la emergencia durante el segundo semestre del año 2003 y que obstarían al cese anticipado de la emergencia. Sostiene la inexistencia de responsabilidad estatal por su actividad legislativa lícita, pues entiende que no se configuran la totalidad de los requisitos de procedencia para ello. Destaca que el sacrificio especial es un requisito que importa que el perjuicio cuya reparación se solicita debe recaer sobre un particular o un grupo limitado de personas, de manera exclusiva y excluyente, puesto que no hay daño cuando la limitación proviene de una norma igualitaria y general, que produce un perjuicio también general y uniforme Así señala que el estado de emergencia administrativa, económica y financiera declarado en el artículo 1° de la ley 12.727 engloba a todos los habitantes de la Provincia y que la reducción dispuesta abarca a todos los beneficiarios tanto del sistema previsional del Instituto de Previsión Social como a los la Caja de retiros, jubilaciones y pensiones de la Policía de la Provincia. (art. 15 ley 12.727) Considera en consecuencia que el daño fue dispuesto por el legislador de manera uniforme y general y que para que opere la obligación de reparación del Estado, el daño debería haber recaído sobre un particular o sobre un número limitado de personas de manera exclusiva y excluyente. Finalmente se opone a la solicitud de actualización monetaria con cita de la doctrina sentada por la Suprema Corte de Justicia provincial. IV) Que previamente citadas a la audiencia prevista en el artículo 41º del Código Contencioso Administrativo, comparecieron las partes, procediéndose a fijar los hechos conducentes a la decisión del proceso y a declarar las pruebas procedentes a tales fines (fs.89). V) Que producidas las pruebas y glosados los respectivos alegatos (fs. 98 y 101) la causa quedó en estado de pronunciar sentencia (arts. 48 y 49 C.C.A.); y CONSIDERANDO: 1°) Tal como quedara expuesto precedentemente, la accionante en su condición de jubilada de la administración pública provincial, promueve una pretensión indemnizatoria contra la Provincia de Buenos Aires, solicitando la reparación integral de los daños y perjuicios sufridos con motivo de la aplicación de la normativa de emergencia que estableció la reducción de sus haberes jubilatorios y suprimió el pago del sueldo anual complementario (arts. 15 y 20 ley 12.727 y su planilla anexa y modif. ley 12.789; 30 de la ley 12. 874 y 28, ley 13.002). En primer término, cabe recordar que el artículo 1° de la ley 12.727 declaró la emergencia administrativa, económica y financiera del Estado provincial, la prestación de los servicios y la ejecución de los contratos del sector público centralizado, descentralizado, organismos autónomos, autárquicos de la Constitución, comprendiendo a los Poderes Legislativos y Judicial y exceptuando, expresamente, de los alcances de la declaración de emergencia al Banco de la Provincia de Buenos Aires. Su vigencia se estableció por un año a partir de la fecha de su promulgación, hecho que aconteció el 23 de julio del año 2001. El artículo 15 de la citada norma legal impuso la reducción de las retribuciones brutas, mensuales y del sueldo anual complementario de la totalidad del personal de los organismos provinciales, incluyendo a Legisladores y personal de ambas Cámaras, así como a los beneficiarios del Instituto de Previsión Social, conforme a una escala contemplada en la planilla anexa a la ley. Por su parte el artículo 20 establece que la reducción prevista en la presente ley tendrá vigencia a partir de los salarios devengados en el mes de julio del año 2001 y por el período de la emergencia. Por ley 12.774 (pub. B.O.del 2-11-2002) se autorizó al Poder Ejecutivo a extender por hasta un año adicional la vigencia de la emergencia declarada en el artículo 1° de la ley 12.727. En virtud de tal autorización el Gobernador de la Provincia emitió el decreto n° 1465/02 por el que extendió la declaración de emergencia por el término de un año, contado a partir del 23 de julio de 2002. La Ley de Presupuesto para el año 2002, ley n° 12.874, estableció en su artículo 30 que no se devengaría el sueldo anual complementario correspondiente al ejercicio 2002 en relación a los funcionarios del Poder Ejecutivo y Legislativo y a los beneficiarios del régimen de prestaciones que otorga el Instituto de Previsión Social, cuyo haber previsional corresponda a la categoría del personal activo mencionado. El artículo 28 de la ley n° 13.002 de Presupuesto para el Ejercicio Fiscal 2003, reprodujo el citado precepto. En tanto que el artículo 51 prorrogó el estado de emergencia declarado por ley 12.727 hasta el 31 de diciembre de 2003. La actora aduce que la referida normativa resulta inconstitucional y por tanto el Estado debe responder por el perjuicio ocasionado al administrado como consecuencia de su aplicación, afirmando que en el caso concurren los presupuestos de viabilidad de la responsabilidad estatal por actividad normativa ilícita. Subsidiariamente, y para el caso que se declare la constitucionalidad de la normativa atacada, solicita se condene igualmente a la demandada a la reparación de los daños y perjuicios sufridos con motivo de su aplicación, en el marco de la responsabilidad estatal por actividad lícita. 2°) Liminarmente, se impone recordar que la responsabilidad por acto legislativo puede constituir tanto un supuesto de actividad lícita como ilícita del Estado, pues se vincula con dos tipos de normas de alcance general: aquellas declaradas constitucionales por los tribunales y las que han sido declaradas inconstitucionales. La responsabilidad emergente del dictado de una norma que es declarada inconstitucional es un supuesto más de responsabilidad por acto ilícito. En tanto que la procedencia de la responsabilidad del Estado por acto normativo lícito se sustenta básicamente en la denominada teoría del sacrificio especial que ha sido enunciada por la doctrina de la siguiente manera: “todos estamos obligados a soportar las cargas que las leyes nos imponen en forma general en la medida que no sean inconstitucionales. Pero, aún siendo válidas, pueden generar derecho a la indemnización respecto de quienes se ven afectados en sus derechos en forma más gravosa que el resto de la comunidad” (conf. Bianchi, Alberto B., Responsabilidad del Estado por su actividad legislativa, Ed. ÁbacoDepalma, 1998, págs. 40 y ss.). 3°) Sentado ello, se impone abordar en primer término el planteo de inconstitucionalidad esgrimido por la actora con relación al artículo 15 de la ley 12.727, en cuanto dispone la reducción de los haberes jubilatorios, conforme a la escala de su planilla anexa. Sobre el particular, cabe recordar que la Suprema Corte de Justicia local, en los autos “Unión Personal Civil de la Nación (UPCN) c/ Provincia de Buenos Aires s/ Amparo” (causa B. 64.621) y “Asociación de Empleados de la Dirección de Rentas e Inmobiliaria (AERI) c/ Provincia de Buenos Aires s/ Inconstitucionalidad ley 12.727 y decreto n° 2023/01” (causa I. 2.312), con fecha 1° de octubre de 2003, se ha pronunciado declarando la inconstitucionalidad del artículo 15° de la ley 12.727 y condenando a la Provincia a restituir los descuentos realizados en las remuneraciones a que se refiere el citado precepto a partir del 23 de julio de 2003. El Superior Tribunal, con voto del doctor Roncoroni que sustentó la postura mayoritaria, luego de efectuar una reseña de los antecedentes jurisprudenciales fundantes del llamado poder de policía de emergencia, sostuvo “que mal puede reputarse inconstitucional la recurrencia a una legislación de emergencia que, con carácter excepcional y temporal, estatuye ciertas restricciones o limitaciones a los derechos individuales que consagra la Constitución (en el caso, reducciones salariales) en procura de dar remedio a tal cataclismo institucional, económico, financiero y social, brindar satisfacción a los fines públicos impostergables y cumplir las funciones estatales que, de otro modo, no se podrían abastecer”. Destaca el ministro preopinante que “Desde el mismo bloque de constitucionalidad que integran los tratados internacionales, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, bajo el título ´suspensión de garantías´, ha de autorizar en su artículo 27 a los Estados partes para que en caso de emegencia que amenace su independencia o seguridad adopten ´disposiciones que, en la medida y por el tiempo estrictamente limitados a las exigencias de la situación, suspendan las obligaciones contraídas en virtud de esta Convención´ (arts. 31 y 75 inc. 22, Const. Nac.)”. No obstante ello, pone de resalto que, “llamados a ejercer el control jurisdiccional de constitucionalidad y fecho ello en forma dinámica y abarcativa de toda la dimensión temporal en que se desplegara la legislación de emergencia y, en particular, atendiendo a las restricciones que ella impuso a las remuneraciones de ciertas franjas del sector público provincial, habrá de conluirse que, al presente, aquellas restricciones que en su momento ostentaron una razonable adecuación proporcional al fin público perseguido (y que encontraron justa causa en la emergencia y en el prudente ejercicio de la prerrogativa que tiene el Estado para modificar el contrato de empleo público en ejercicio de cláusulas exorbitantes implícitas del contrato de empleo público que así lo autorizan) hoy han trasvasado los límites que la razonabilidad y las exigencias de la situación le imponían”. “Bien podemos decir que en el lecho de la dimensión temporal en que nos coloca la prórroga estatuida por el decreto 1.465/02, se han dado dos circunstancias que aunque como fuerzas contrapuestas que pujan hasta equilibrarse –concurren en la actualidad a tornar virtualmente confiscatoria o, al menos, arbitrariamente desproporcionada la quita salarial dispuesta por la ley 12.727. La virtual confiscatoriedad se hace presente con respecto a las seis últimas escalas de la planilla que comprenden los salarios superiores a los $ 3.000. La arbitraria desproporcionalidad en, todas y cada una de las grillas superiores a los $ 1.200 –sin excepción- y por ende sujetas a descuento”. “En este nuevo escenario la justicia de los descuentos escalonados deja de serlo –y muda en injusticia- al desvanecerse sus marcos de proporcionalidad. Y a su vez, la pervivencia de esa quita altera sustancialmente la relación de empleo público y trasvasa los límites dentro de los cuales la legislación de emergencia puede reputarse razonable, para lastimar más allá de lo constitucionalmente tolerable los derechos que transitoriamente restringiera aquella ley”. “Apartándonos de una visión estática que cristaliza la crisis en el momento en que se sancionara la norma que autorizó los descuentos aquí impugnados e inclinándonos –como lo hemos hecho- por una aprehensión dinámica de la misma y de los sacrificios que ella impone en búsqueda de la justa solución del caso, no podemos dejar de consignar que si el activo y equilibrado ejercicio del poder de policía de la emergencia económica por parte del Estado, quería mantenerse dentro del campo del la Constitución que siempre acota el juicio de razonabilidad (presente tanto en tiempos de crisis y convulsión, como de tranquilidad y sosiego) no pudo ni debió dejar de lado el cambio de las circunstancias que se produjeron durante el devenir del largo plazo que ese mismo poder fuera ensanchando”. “Si así hubiera actuado, si a la luz de las cambiantes circunstancias que agravaban desproporcionadamente el sacrificio que las reducciones salariales impusieran a ciertas franjas de empleados públicos, en vez de mantener nominalmente inalterables a las mismas las hubiera adecuado a esas circunstancias con los instrumentos que los principios de identidad e igualdad (sustanciales) le permitían cubrir de razonabilidad todo el largo trecho, el juicio de control jurisdiccional, quizás, hubiera sido diverso al que aquí propicio (por caso y a guisa de simples ejemplos, supongamos que el Ejecutivo hubiera ido recomponiendo las remuneraciones reducidas por imperio de la planilla anexa; o hubiera ido disminuyendo el porcentual de descuento de tanto en tanto y al compás de la inflación y la evolución de la crisis)”. “Pero, como vimos, no fue ese el actuar del Estado. Este, al dejar inalterables las quitas salariales con el correr del tiempo e, incluso, pese a la atenuación de la crisis ya evidente en estos días; ignorando el acelerado envilecimiento que los sueldos jubilaciones y pensiones sufrieran por la devaluación monetaria (ver considerando 7° de “Tobar” y 2° de “Muller”), ha transgredido los límites que la razonabilidad impone a toda legislación de emergencia, tornando, en el ahora, bruscamente desproporcionadas y hasta confiscatorias –en algunas grillas de la planilla- aquellas quitas”. Respecto al momento de corte, concluye el juez preopinante que “en mi parecer, en el marco de las actuales circunstancias y de las hebras legales con que el legislador y el Ejecutivo provincial fueran tejiendo la malla de la emergencia en la Provincia de Buenos Aires al propio ritmo de su desarrollo, tal respuesta ha de buscarse y encontrarse en la clausura del año adicional que a la emergencia declarada por la ley 12.727, le anexara el Gobernador de la Provincia en ejercicio de las facultades conferidas por la ley 12.774 (art. 3°), mediante el decreto 1.465 del 24 de junio de 2.002 y que se cerraba el 23 de julio de 2.003. Por todas las razones antedichas, la perpetuación más allá de dicha fecha y con apoyo en la nueva prórroga prescripta por el artículo 51 de la ley 13.002 de las reducciones salariales dispuestas por el artículo 15 de la ley 12.727 de conformidad a su planilla anexa, lesionan en forma manifiestamente arbitraria el derecho a una justa retribución que el artículo 39 incs. 1° y 4° de la Constitución provincial garantiza a los agentes estatales (dentro de las bases establecidas por el art. 103 inc. 12 de la misma Carta Magna)...”. Como se desprende de los párrafos transcriptos, el Superior Tribunal resolvió el conflicto constitucional planteado, ponderando la razonabilidad de la normativa de emergencia en su dimensión cuantitativa, cualitativa y temporal, declarando de tal modo, la inconstitucionalidad sobreviniente del artículo 15 y planilla anexa, a partir del 30 de julio del año 2003, en tanto establecen la reducción de las retribuciones brutas totales, mensuales, normales, habituales, regulares y permanentes y el sueldo anual complementario. Tal pauta de control constitucional, se enmarca en precedentes del Máximo Tribunal Federal en cuanto resolvieron que corresponde declarar la inconstitucionalidad de normas que –aunque no ostensiblemente incorrectas en su inicio- devienen indefendibles desde el punto de vista constitucional, pues el principio de razonabilidad exige que deba cuidarse especialmente que los preceptos legales mantengan coherencia con las reglas constitucionales durante el lapso que dure su vigencia en el tiempo, de suerte que su aplicación concreta no resulte contradictoria con lo establecido en la Carta Magna (C.S.J.N., Fallos: 301: 319; 316: 3104; in re “Itzcovich”, sent. del 29-III-2005). Ello pues, como lo enseñaba el maestro Bidart Campos, la inconstitucionalidad no es un vicio que se congela en su existencia con independencia absoluta del transcurso del tiempo, sino que la inconstitucionalidad tiene –muchas veces- dimensiones temporales. Una norma constitucional en un tiempo, luego puede dejar de serlo, cuando en el devenir del mismo sobrevienen nuevas valoraciones sociales que, al desacreditarla, la ponen por ese hecho en contradicción con la constitución. Así una ley puede ser constitucional al momento de entrar en vigor, y tornarse luego inconstitucional porque cambian objetivamente las circunstancias (conf. Bidart Campos, Germán J., La interpretación y el control constitucionales en la jurisdicción constitucional, Ediar, 1988, pág. 100 y ss.). Asi, abordada la cuestión de la inconstitucionalidad sobreviniente, desde la perspectiva dikelógica, se sostiene que “dictada la norma para una circunstancia histórica determinada, y justa para ese momento, si las circunstancias cambian, la norma puede devenir injusta” (Ghirardi Olsen A., Lecciones de lógica del derecho, Córdoba, s/f., p. 129; cit. por Bidart Campos, La interpretacion y el control constitucionales..., ob. cit., pág. 102.). En tal marco hermenéutico, la declaración de inconstitucionalidad del artículo 15 de la ley 12.727 y su planilla anexa, pronunciada por la Suprema Corte de Justicia en los fallos cuya parte pertinente ha sido transcripta, deviene aplicable al sub judice, resultando inconducente la consideración del planteo de inconstitucionalidad invocado por la actora respecto de la normativa de emergencia con anterioridad al 30 de julio de 2003, como así también las argumentaciones expuestas por la demandada para extender la emergencia con posterioridad a esa fecha, ya que dicha cuestión ha sido ampliamente abordada por el Tribunal en los referidos pronunciamientos, conformando de tal modo, su doctrina legal. En tal sentido, cabe recordar que el acatamiento que los tribunales hacen a la doctrina legal de la Suprema Corte de Justicia local responden al objetivo del recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley, esto es, procurar y mantener la unidad en la jurisprudencia, y este propósito se frustraría si los tribunales de grado, apartándose del criterio de la Corte, insistieran en propugnar soluciones que irremisiblemente habrían de ser casadas. En tal sentido, destaca el Tribunal que esto no significa, propiciar un ciego seguimiento a sus pronunciamientos, ni un menoscabo del deber de los jueces de fallar según su ciencia y conciencia, pues les basta –llegado el caso- dejar a salvo sus opiniones personales (S.C.B.A., causas Ac. 42.965, sent. 27-XI-1990; Ac. 45.768, sent. 22-IX-1992: Ac. 52.258, sent. 2-VIII-1994). 4°) En cuanto a los artículos 30 inc. a) de la ley 12.874 y 28 inc. a) de la ley 13.002, también fueron declarados inconstitucionales por la Corte conformada por conjueces, en reiterados pronunciamientos (causas I. 2.440, sent. del 17-X-2003; I. 2.624, sent. del 10-XII-2004; I. 2.428; I. 2.439; I. 2.475; I. 2.505, I. 2.600, sent. del 21-IV-2006, entre otras). En tales pronunciamiento el Tribunal juzgó que las restricciones a los derechos de los jubilados y pensionados sólo encuentran justificación en la necesidad de preservar el sistema previsional que los ampara frente a su propio déficit. Los fondos del Instituto de Previsión Social constituyen un patrimonio de sus afiliados afectados exclusivamente al pago de las prestaciones acordadas (art. 8°, segundo párrafo, decreto-ley 9650/80; doct. causas B. 48.181, sent. del 6-X1981; B. 50.216, sent. del 4-IV-1991). Así, se concluye que “la inflación superior al 40 % acaecida casi simultáneamente con la puesta en vigencia del tope a las jubilaciones y pensiones, convierte a las reducciones de los haberes previsionales, inclusive las que resultan inferiores a las padecidas por el demandante, en aún más gravosas y conculcatorias del derecho a una prestación previsional de naturaleza sustitutiva del sueldo percibido en actividad” (conf. causa I. 2.440, cit., voto del doctor Pérez Duhalde que conformó la postura de la mayoría). Por tales fundamentos, el Tribunal sentenció que los artículos 30 inc. a) de la ley 12.874 y 28 inc. a) de la ley 13.002 constituyen una reglamentación irrazonable de los derechos de los beneficiarios alcanzados (art. 28, Const. Nac.), en tanto implican una mutación en la esencia de los adquiridos por el actor, por lo que resultan violatorios del derecho de propiedad consagrado en los artículos 17 de la Constitución Nacional y 11 y 31 del la Carta Magna provincial (conf. causa I. 2.440, entre otras cit.). Así, en el marco de la doctrina sentada por la Suprema Corte de Justicia local, procede declarar la inconstitucionalidad sobreviniente del artículo 15 y planilla anexa de la ley 12.727 y su modificatoria 12.789, a partir del 30 de julio de 2003, como así también de los artículos 30 inc. a) de la ley 12.874 y 28 inc. a) de la ley 13.002 y su inaplicabilidad a la actora, condenando a la demandada a reintegrarle las sumas retenidas por aplicación de tales preceptos, resarciendo de tal modo, el daño ocasionado por su actividad normativa ilegítima, habida cuenta la concurrencia de los presupuestos de procedencia de la responsabilidad estatal por acto ilícito: acreditación del daño y relación de causalidad entre el accionar del Estado y el perjuicio ocasionado a la accionante. Al respecto se impone destacar que si bien el régimen de emergencia administrativa, económica y financiera del Estado Provincial dispuesto en la ley 12.721 y normas complementarias, estuvo en vigor hasta el 31 de diciembre de 2003 (art. 51, ley 13.002), ello no resulta óbice para declarar la inconstitucionalidad de los citados preceptos, pues cuando la lesión constitucional consumada durante la vigencia del derecho derogado, se mantiene subsistente después de la derogación, la interpretación y el control constitucionales tendrán inexorablemente que computar a la norma derogada, y conferirle ultractividad al tiempo de sentenciar la causa (conf. Bidart Campos, La interpretación y el control constitucionales..., ob. cit., págs. 132 y 133). 5°) Sentado ello, corresponde abordar el planteo subsidiario introducido por la actora en el escrito postulatorio, para el caso que se considerara constitucional la normativa de emergencia, solicitando se haga igualmente responsable al estado por actividad lícita. Así, conforme a lo resuelto en el precedente acápite, esta cuestión se circunscribe en determinar si corresponde resarcir a la actora, conforme a los postulados de la responsabilidad estatal por su obrar lícito, por la aplicación del artículo 15 y planilla anexa de la ley 12.721 y complementaria n° 12.789, en el período comprendido entre su entrada en vigor en el mes de julio de 2001 (artículo 20, ley 12.727) hasta el 30 de julio de 2003. Como es sabido cuando la actividad estatal, aunque inspirada en propósitos de interés colectivo, es causa de un perjuicio para los particulares, el daño debe ser resarcido en el campo de la responsabilidad del Estado por su obrar lícito, no pudiendo la solución subsumirse en las normas propias del derecho común, sino que el caso debe resolverse a la luz del derecho público y con fundamento en el principio de igualdad ante las cargas públicas consagrado en el artículo 16 de la Constitución Nacional y el derecho de propiedad garantizado por el artículo 17 de la Norma Suprema. En el marco de tal hermenéutica la Corte Suprema de Justicia Nacional admite la responsabilidad del Estado por su obrar lícito, señalando que la legitimidad del obrar administrativo no empece el reclamo indemnizatorio ante el agravio inferido al derecho de propiedad, pues “el sacrificio impuesto en forma particular a la actora en beneficio de la comunidad no es propio que sea soportado únicamente por aquella, de lo contrario sería en desmedro del principio de la igualdad ante la ley y las cargas públicas consagrado en el artículo 16 de la Constitución Nacional” (Fallos: 293:617; 301:403, entre otros). Con relación a los requisitos de la responsabilidad del Estado por acto legislativo, el Alto Tribunal señala “que el reconocimiento de la responsabilidad estatal por su actividad lícita exige para su procedencia el cumplimiento de ciertos requisitos imprescindibles, esto es, la existencia de un daño cierto, la relación de causalidad entre el accionar del Estado y el perjuicio y, obviamente, la posibilidad de imputar jurídicamente esos daños a la demandada (...). A los cuales cabe añadir, atendiendo a la particular relación que en el caso vincula a las partes, la necesaria verificación de la existencia de un sacrificio especial en el afectado, como así también la ausencia de un deber jurídico a su cargo de soportar el daño” (Fallos: 315:1031, “Columbia S.A. c/ BCRA”). Así la responsabilidad por acto legislativo exige que el afectado sufra un perjuicio especial en beneficio de la comunidad, esto es, con una finalidad de interés general o colectivo. De allí que la denominada doctrina del sacrificio especial, desarrollada por el Máximo Tribunal Federal, a partir del caso “Fisco Nacional c/ Arrupé” (Fallos:176:111) y explicitada en “Establecimientos Americanos Graty” (Fallos: 180:107), “Carlos Reisz y Cía. S.R.L.” (Fallos: 248:83), “Corporación Inversora Los Pinos” (Fallos: 293:630), “Buenos Aires Eximport” (Fallos: 316:406), “Revestek”, se erige en la cuestión medular para dilucidar, en el caso concreto, si procede o no la indemnización reclamada por acto normativo lícito. En tales precedentes el Tribunal exige que el damnificado demuestre un sacrifio especial que en caso de ser soportado solamente por él, resultaría contrario al principio de igualdad ante la ley y las cargas públicas consagrado en el artículo 16 de la Constitución Nacional. Ahora bien, tal como lo señala la doctrina, admitido como principio que debe ser indemnizado el daño especial, pues nadie debe cargar individualmente con un perjuicio generado en beneficio de todos, el problema se presenta cuando el daño se va extendiendo progresivamente hacia grandes grupos de afectados. Así partiendo de dos extremos, en uno de ellos la ley ha dañado a una sola persona, que indiscutiblemente exhibe un sacrificio especial indemnizable; en el otro la ley ha limitado los derechos de todos, imponiendo una carga pública. Entre ambos extremos el problema consiste en determinar el punto de inflexión en donde el sacrificio especial desaparece y se torna en una carga pública. Un criterio para resolver tal problemática es compatibilizar los principios sentados por la Corte Nacional en “Buenos Aires Eximport” -donde sostuvo que es imposible indemnizar a todos- y “Revestek” –procede el resarcimiento cuando se produce una lesión a una situación jurídicamente protegida-. De tal modo que “habrá una situación jurídicamente protegida en la medida en que la comunidad de afectados sea suficientemente reducida como para que el resto pueda soportar el costo económico de la indemnización”. (conf. Bianchi, Alberto B., Responsabilidad..., ob. cit., pág. 146). En el marco de tales pautas directrices, la cuestión medular para resolver acerca de la procedencia del reclamo resarcitorio impetrado por la actora, consiste en determinar si los descuentos efectuados en su haber jubilatorio por aplicación del precepto en cuestión y durante el lapso aludido precedentemente, configura un sacrificio especial que la exime del deber jurídico de soportar el daño, o si, por el contrario, tiene la obligación de asumir tales descuentos como carga pública. Tal problemática debe ponderarse a la luz del principio de igualdad ante la ley que garantiza el artículo 16 de la Constitución Nacional y la interpretación que del mismo ha realizado el Máximo Tribunal Federal, quien considera que para que exista violación a dicha garantía es menester que la desigualdad resulte del texto mismo de la ley aplicada (Fallos: 237:266; 272:231). En virtud de ello, se impone recordar que el artículo 1° de la ley 12.727 declara en estado de emergencia administrativa, económica y financiera al Estado Provincial y en ese marco, su artículo 15 y planilla anexa (texto según ley 12.789), excluye de la reducción de la retribuciones brutas totales y del sueldo anual complementario a los empleados del Banco de la Provincia de Buenos Aires, como así también a los agentes pasivos del Poder Judicial de la Provincia. Del citado precepto legal se deriva un trato desigualitario entre distintos sectores –activos y pasivos- dependientes del Estado provincial comprometidos en la emergencia económica declarada, de lo cual se deriva que la norma en cuestión no ha impuesto una carga pública que deba ser soportada por la actora, configurándose de tal modo un sacrificio especial asumido por la misma en beneficio de la comunidad, lesivo de una situación jurídicamente protegida, reparable en el ámbito de la responsabilidad del Estado por su obrar normativo lícito. En suma, juzgo que en la cuestión sub examine concurren los presupuestos de procedencia del reclamo resarcitorio impetrado, ya que resulta acreditado un daño actual y cierto, la relación de causalidad directa e inmediata entre el accionar normativo del Estado y el perjuicio, la existencia de un sacrificio especial en el afectado y la ausencia de un deber jurídico a cargo de la actora de soportar el daño. Por ello, corresponde hacer lugar a la pretensión indemnizatoria deducida por la actora con sustento en los presupuestos de la responsabilidad del Estado por su actividad normativa lícita (arts. 16, 17 y concs., Const. Nac.). 6°) Que respecto de la actualización monetaria solicitada por la actora con relación a las sumas adeudadas, procede su desestimación, ya que conforme lo tiene sentado el Superior Tribunal, la modificación introducida por la ley 25.561 a la ley 23.928 mantuvo la redacción del artículo 7° de ésta, y por ello en ningún caso se admitirá actualización monetaria, indexación por precios, variación de costos o repotenciación de deudas, cualquiera fuere su causa (S.C.B.A., causa B. 49.193 bis, “Fabiano”, res. 2-X-02, entre otras). En el mismo sentido se expidió, recientemente, el Máximo Tribunal Federal (C.S.J.N., in re “Chiara Díaz, Carlos Alberto c/ Estado provincia s/ acción de ejecución”, sent. 7-III-2006). 7°) Por todo lo expuesto, procede hacer lugar a la pretensión indemnizatoria articulada en el sub judice, declarándose la inconstitucionalidad sobreviniente del artículo 15 de la ley 12.727, modificada por su similar 12.789 y planilla anexa a partir del 23 de julio de 2003 y la inconstitucionalidad de los artículos 30 inciso a) de la ley 12.874 y 28 inciso a) de la ley 13.002, condenando a la Provincia de Buenos Aires a reintegrarle a la actora los importes descontados y sueldos anuales complementarios retenidos de sus haberes previsionales por aplicación de los citados preceptos. Asimismo y en el marco de los postulados de la responsabilidad estatal por su obrar lícito, se condena a la demandada a restituirle los importes descontados por aplicación del artículo 15 de la ley 12.727 (modif. ley 12.789) y planilla anexa, desde su entrada en vigor y hasta el 23 de julio de 2003 (arts. 5°, 14, 14 bis, 16, 17, 28, 33, 43 y concs., Const. Nac.; 1°, 10, 20, 31, 39, 57 y concs., Const. Pcial.; 2° inc. 4, 3°, 12 inc. 3°, 50 inc. 6°, C.C.A., ley 12.008, texto según ley 13.101). A tales importes deberá adicionársele el correspondiente a los intereses, que se calcularán desde cada uno de los períodos en que se hubieren devengado y hasta el efectivo pago, de acuerdo a la tasa que pague el Banco de la Provincia de Buenos Aires en los depósitos a treinta días vigente en los distintos períodos de aplicación (arts. 7° y 10°, ley 23.928, texto según ley 25.561; 622, Código Civil y 5°, ley 25.561). La liquidación que conforme a las pautas indicadas se practique deberá abonarse dentro de los sesenta días (arts. 163, Const. Pcial.; 63, C.C.A.). Las costas se imponen en el orden causado (art. 51, C.C.A., ley 12.008, texto según ley 13.101). FALLO: 1°) Hacer lugar a la pretensión indemnizatoria articulada por Martha Emilia Zapata, declarándose la inconstitucionalidad sobreviniente del artículo 15 de la ley 12.727, modificada por su similar 12.789 y planilla anexa a partir del 23 de julio de 2003 y la inconstitucionalidad de los artículos 30 inciso a) de la ley 12.874 y 28 inciso a) de la ley 13.002, condenando a la Provincia de Buenos Aires a reintegrarle los importes descontados y sueldos anuales complementarios retenidos de sus haberes previsionales por aplicación de los citados preceptos. Asimismo y en el marco de los postulados de la responsabilidad estatal por su obrar lícito, se condena a la demandada a restituirle los importes descontados por aplicación del artículo 15 de la ley 12.727 (modif. ley 12.789) y planilla anexa, desde su entrada en vigor y hasta el 23 de julio de 2003 (arts. 5°, 14, 14 bis, 16, 17, 28, 33, 43 y concs., Const. Nac.; 1°, 10, 20, 31, 39, 57 y concs., Const. Pcial.; 2° inc. 4, 3°, 12 inc. 3°, 50 inc. 6°, C.C.A., ley 12.008, texto según ley 13.101). A tales importes deberá adicionársele el correspondiente a los intereses, que se calcularán desde cada uno de los períodos en que se hubieren devengado y hasta el efectivo pago, de acuerdo a la tasa que pague el Banco de la Provincia de Buenos Aires en los depósitos a treinta días vigente en los distintos períodos de aplicación (arts. 7° y 10°, ley 23.928, texto según ley 25.561; 622, Código Civil y 5°, ley 25.561). La liquidación que conforme a las pautas indicadas se practique deberá abonarse dentro de los sesenta días (arts. 163, Const. Pcial.; 63, C.C.A.). 2°) Imponer las costas en el orden causado (art. 51, C.C.A., ley 12.008, texto según ley 13.101). 3°) Diferir la regulación de honorarios de los profesionales intervinientes hasta la aprobación de la liquidación a practicarse (art. 51, decreto-ley 8904/77). Regístrese y notifíquese. ANA CRISTINA LOGAR JUEZ