Educación y modernización reflexiva, según U. Beck

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Capítulo 36
Educación y modernización reflexiva,
según U. Beck
§36.1. SOCIEDAD DEL RIESGO Y MODERNIZACIÓN
REFLEXIVA, SEGÚN U. BECK
a) Sociedad del riesgo, según U. Beck
Ulrich Beck nació en Stolp, Pomerania, en 1944. Vivió en Hannover y, en
1964, comenzó estudios de Derecho en Friburgo. Después de un semestre, se
trasladó a la Universidad de Munich, donde cursó, becado, estudios de sociología, filosofía, psicología y Ciencias Políticas. Después de su graduación, en 1972,
colabora en la cátedra de K. M. Bolte, de Fundamentos Teóricos de la Investigación Sociológica del Trabajo y el Empleo. En 1979, consigue su habilitación
como profesor de sociología en la universidad muniquesa, aunque dicta clases
también en las universidades de Hohenheim y Münster. En 1980 funda, junto
con Heinz Hartmann, la revista Sozialen Welt, de la que será el editor a partir
de 1982. Un año antes había conseguido la cátedra de sociología II en la Universidad de Bamberg. Dicta cursos en Essen, y accede, en 1992, a la dirección del
Instituto de sociología de la Universidad de Múnich, donde ocupa una cátedra.
Ha sido invitado a las universidades de Wales, College of Cardiff, y Jyväskylä,
Finlandia.
En la presentación de sus tesis se distinguirán dos partes que corresponden a períodos sucesivos de su análisis de la sociedad contemporánea, y que se
pueden representar por los conceptos: «sociedad de riesgo» y «modernización reflexiva»138. Ambas nociones, y las teorías que las explican, se relacionan con dos
acontecimientos históricos: el «accidente» de la Central Nuclear de Chernobil y
la «caída» del Muro de Berlín. En el último epígrafe se comentará su propuesta
de una nueva teoría crítica.
La sociedad moderna presenta un dinamismo inmanente que, incluso acabaría, como ya afirmaba Marx, erosionando los fundamentos de la sociedad industrial139. Por su dinamismo, la sociedad capitalista avanzada se torna una
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Antes de su libro sobre la sociedad de riesgo, Beck había realizado diversas investigaciones
sobre sociología de las relaciones laborales y de los procesos formativos. Después de su estudio
sobre la globalización, Beck se ha centrado, nuevamente, en el tema del trabajo. Véase: U.
Beck et al.: Un nuevo mundo feliz. La precariedad del trabajo en la era de la globalización,
Barcelona, Paidós, 2000.
MEW IV, p. 465. Por ello, como veremos, la modernización reflexiva es una «radicalización» de
la modernidad (U. Beck: «La reinvención de la política: hacia una teoría de la modernización
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«sociedad de riesgo»140. Este concepto designa «la fase de desarrollo de la sociedad moderna en la que los riesgos sociales, políticos, económicos e individuales
tienden cada vez más a escapar a las instituciones de control y protección de la
sociedad industrial». Es, pues, una fase superior de la «sociedad de riesgo residual», en la que el autoconcepto de la sociedad industrial continúa «legitimando»
las amenazas como «riesgos residuales»141. La sociedad de riesgo se caracteriza,
pues, por una infracción de la lógica de riesgo establecida. Es preciso distinguir
el riesgo de las sociedades actuales de otros peligros, como, por ejemplo, los
«desastres naturales» o los peligros «externalizables». El concepto de «riesgo»
representa un pensamiento y una acción social que no fue percibida por Weber;
es post-tradicional y post-racionalidad de fines [post-zweckrational]142. El concepto de «sociedad de riesgo» plantea la transformación de la época y del sistema
[social] en tres áreas de referencia:
i) Relación de la sociedad con la naturaleza y la cultura143.
ii) Relación de la sociedad con las amenazas al orden social (lo que tiene que
ver con la economía privada, el derecho, la ciencia y, sobre todo, la política).
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reflexiva», en Beck; Giddens; Lash: Modernización reflexiva. Política, tradición y estética en el
orden social moderno, 1997, p. 15. Véase también: U. Beck: Was ist Globalisierung? Irrtümer
des Globalismus - Antworten auf Globalisierung, Fráncfort d.M., Suhrkamp, 1997 (Edition
Zweite Moderne); trad. cast., ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la
globalización, Barcelona, Paidós 1998 (Paidós, Estado y Sociedad 58).
U. Beck: Risikogesellschaft. Auf dem Weg in eine andere Moderne, Fráncfort d.M., Suhrkamp,
1986 (Neue Folge, 365); trad. cast., La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad,
Barcelona, Paidós, 1998; trad. ingl. Risk Society: Towards a New Modernity, Londres, Newbury Park, Calif.; Sage 1992; trad. cast. parcial (cap. VI.2, pp. 237-248). «Estación fantasma:
formación sin ocupación», Mientras tanto, 68/69 1997, pp. 123-133, trad. Maria Rosa Borràs.
Ulrich Beck: Gegengifte. Die organisierte Unverantwortlichkeit, Fráncfort d.M., Suhrkamp,
1988 (Neue Folge, 468), trad. ingl.: Ecological Politics in the Age of Risk, Cambridge, Polity
Press, 1994, reed., 1995. Una síntesis de esta obra es: U. Beck: «Die organisierte Unverantwortlichkeit», en R. Schaeffer (ed.): Ist die technisch-wissenschaftliche Zukunft demokratisch
beherrschbar?, Bonn-Fráncfort d.M., Heinrich-Böll-Stiftung, 1990; trad. cast., U. Beck: «La
irresponsabilidad organizada», Debats, núm. 35/36, (marzo/junio, 1991), pp. 30-37; reedic. de
la trad. cast., H. Daly et al.: Crisis ecológica y sociedad, Valencia, Germania, 1996, 19972.
U. Beck et al.: Politik in der Risikogesellschaft. Fráncfort d.M., Suhrkamp, 1991 (Suhrkamp
Taschenbuch, 1831). Este libro tiene dos partes: I. Ensayos de Beck (1985-1989) y II. Análisis
de otros autores: Oskar Lafontaine, Thomas Schmid, Claus Offe, Klaus Dörre, Christoph Lau,
Stefan Breuer, Thomas Blanke, François Ewald, Robert Jungk, Joschka Fischer, Bernhard
Claußen, Herbert Gottweis, Rainer Wolf i Erhard Eppler. Del ensayo de Beck, «Überlebensfragen, Sozialstruktur und ökologische Aufklärung», anexo a Das Parlament, B 36/1989; trad.
cast. U. Beck: «De la sociedad industrial a la sociedad de riesgo. Cuestiones de supervivencia,
estructura social e ilustración ecológica», en Revista de Occidente, núm. 150 (noviembre 1993),
pp. 19-40.
U. Beck: «La reinvención de la política: hacia una teoría de la modernización reflexiva», p. 18.
Véase también: U. Beck: Die Erfindung des Politischen, Fráncfort d.M., Suhrkamp, 1993.
Ibid., p. 22.
U. Beck: Risikogesellschaft. Auf dem Weg in eine andere Moderne, 2ª parte.
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iii) La quiebra y el desencanto que afecta a las fuentes de significado colectivas y específicas (conciencia de clase, fe en el progreso, etc.).
Ad i), o la relación naturaleza-sociedad.
El riesgo de la sociedad de riesgo se diferencia de otros peligros y desastres
en que está basado en decisiones industriales o técnico-económicas, animadas
por una ponderación de beneficios; eso impide la «externabilidad» del problema
de la imputación y la responsabilidad (véase más adelante, sobre la inimputabilidad y la irresponsabilidad del riesgo). Ello sucede, precisamente, en un estadio
histórico de fusión entre naturaleza y «sociedad», donde las catástrofes «naturales» se manifiestan condicionadas por la actuación humana144. De manera paradigmática, el desastre de Chernobil marca el final de la naturaleza «externa»
a la reproducción de la sociedad, la naturaleza ha sido «internalizada», ha resultado definitivamente afectada por la sociedad145. La relación entre sociedad
y naturaleza es definida por Beck de la siguiente manera, utilizando una vieja
expresión que aparecía en el capítulo 2: renaturalizar significa desnaturalizar.
Ya se está haciendo reconocible cómo la naturaleza, la gran constante de la época industrial, está perdiendo su carácter preordenado, está convirtiéndose en un producto, la «naturaleza interna» (en este sentido)
configurable e inherente a la sociedad industrial. La abstracción de la naturaleza conduce a la sociedad
industrial. La integración de la naturaleza en la sociedad conduce más allá de la sociedad industrial. La «naturaleza» resulta un proyecto social, una utopía que hay que reconstruir, configurar y transformar. Renaturalizar
significa desnaturalización. Aquí la pretensión de la modernidad de configurar las cosas se ha perfeccionado
bajo la bandera de la naturaleza. La naturaleza resulta política. En el caso extremo que ya puede observarse
hoy, resultó el terreno en que se experimentan las soluciones de la ingeniería genética a los problemas sociales (medio ambiente, seguridad social y técnica, etc.). Ello significa, sin embargo, que sociedad y naturaleza
se fusionan en una «naturaleza social», bien porque la naturaleza se socializa, bien porque la sociedad se
naturaliza. Ello sólo significa, no obstante, que ambos conceptos —naturaleza y sociedad— pierden y cambian su significado146.
Son estas consideraciones las que han suscitado la crítica (enunciada, por
ejemplo, por Alexander y Smith) de que la posición de Beck replantea un «discurso mítico», que opta por la dramatización de las condiciones sociales, en lu-
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U. Beck: «De la sociedad industrial a la sociedad de riesgo. Cuestiones de supervivencia, estructura social e ilustración ecológica», p. 20.
Arthur P. J. Mol; Gert Spaargaren: «Environment, Modernity and the Risk-Society. The Apocalyptic Horizon of Environmental Reform», Paper presented at the Symposium Current Developments in Environmental Sociology, Woudschoten, Holanda, 17-21 de junio 1992 (policopiado), p. 14, la comunicación fue publicada en International Sociology, vol. VIII, núm. 4 (1993),
pp. 431-460.
U. Beck: «La reinvención de la política: hacia una teoría de la modernización reflexiva», p.
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gar de su análisis, secularizando, como ya hicieran Hegel o Marx, el concepto
teológico de búsqueda de salvación. Se trata de una crítica desmesurada147.
Ad ii), o la crisis del pacto social.
François Ewald ha revisado la esencia del contrato social en las sociedades
modernas148. Según él, el pacto se realiza en ellas mediante las estructuras y los
mecanismos del seguro; mejor dicho: las sociedades entran en la modernidad
cuando el seguro se torna social, cuando el contrato social toma la forma de un
contrato de seguro. Por ello, como síntesis, el seguro constituye el núcleo real de
la sociedad moderna, que es una «sociedad de seguro»149. Tal y como Jean Etienne Labbé lo estableció en el siglo XIX, Ewald precisa que el seguro se tiene que
entender como la lógica de las sociedades modernas y no como la conciencia de
sus actores. Así considerado, el seguro presenta tres vertientes: antropológica,
filosófica y sociológica.
–El seguro es, ante todo, un hecho antropológico, que se fundamenta en tres
dimensiones centrales de la experiencia: el tiempo, el orden y el desorden, y la
existencia de los males. Así, el seguro es «hijo del capital» y una «tecnología moral» surgida en el siglo XVIII: calcular un riesgo quiere decir dominar el tiempo,
disciplinar el futuro, tener como principio moral el conducir la propia vida como
una empresa150. También en el mismo siglo se perciben las conexiones sociales
(p. ej., Jean Jacques Rousseau), que fundamentan la noción de humanidad; el
moderno concepto de solidaridad corresponde al principio «el hombre es un capital», formulado en el libro sobre el seguro de Edmond About. En el siglo XVIII
también hay una nueva experiencia del mal a partir del terremoto de Lisboa
(1755) y la conocida polémica filosófica subsiguiente151.
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Jeffrey Alexander; Philip Smith (1996): «Social science and salvation: risk society as mythical
discourse», Zeitschrift für Soziologie, vol. 25, núm. 4, agosto, comentado por José Enrique
Rodríguez Ibáñez: «¿Nuevos tiempos modernos? Intento de delimitación sociológica de la polémica modernidad-posmodernidad», p. 155.
Beck cita: François Ewald: L’état providence, París 1986 (trad. alem.: Der Vorsorgestaat, Fráncfort d.M. 1991); un resumen de este libro se encuenta en François Ewald: «Die VersicherungsGesellschaft», Kritische Justiz, año 22, fascículo 4, Baden-Baden 1989, compilado en U. Beck
et al.: Politik in der Risikogesellschaft, pp. 288-301. Un comentario de la evolución de las tesis
de Ewald en R. Ramos: «Prometeo y las flores del mal: el problema del riesgo en la sociología
contemporánea», pp. 267 y ss.
Traducimos aquí «die Versicherungs-Gesellschaft» como «la sociedad de seguro», de manera
análoga a como «die Risikogesellschaft» se traslada como «la sociedad de riesgo». Lógicamente,
es menester distinguir estos conceptos de su uso económico habitual.
Los personajes de El mercader de Venecia de W. Shakespeare resultan paradigmáticos de
ello.
La Teodicea de Leibniz, An Essay on Man de Pope, Candide de Voltaire, también su poema
Sur le désastre de Lisbonne, etc. Ramón Parés lo resume así: «Cuando llegaron las noticias del
terremoto de Lisboa a la Europa ilustrada causaron una gran impresión. Voltaire se enoja de
verdad cuando advierte que los clérigos franceses estaban explicando aquel desastre como un
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– Desde una consideración filosófica, el seguro, en tanto que tecnología del
riesgo, se presenta como un tipo de racionalidad, que ha sido formalizada
como cálculo de probabilidades. El riesgo, así considerado, presenta tres
características: es calculable, es colectivo y es, en definitiva, un capital.
El mecanismo efectivo del seguro es análogo a aquél que los autores del
«optimismo» filosófico (Leibniz) atribuyen a Dios.
– Desde una consideración sociológica, Ewald califica el seguro como una
tecnología política. El seguro se convierte en social no porque aumenten
los ámbitos asegurados o los nuevos riesgos152, sino porque la sociedad se
analiza a ella misma y a sus problemas según la medida y los principios
funcionales de una tecnología del riesgo generalizada. Bonss ha destacado
también el tipo de socialización, basado en el cálculo racional, que emerge
con la modernidad153. Por ello, más allá de los problemas económicos y financieros que coinciden con la crisis de la sociedad del bienestar, la nueva
definición de riesgos pone en juego la misma definición del contrato social
y el problema de la justicia.
Con el advenimiento de la «sociedad de riesgo» (y la catástrofe de Chernobil)
aparece un principio opuesto al «contrato social», tejido éste como una red de
contratos de seguro públicos y privados. Cuando este contrato es infligido (de
manera global, patente y sistemática), el consenso respecto del progreso deja de
ser indiscutible154.
A partir de una serie de estudios casuísticos155, se puede concluir que desde
la segunda mitad del siglo XX, un conjunto de tecnociencias, como la energía
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castigo de Dios por los pecados del pueblo de Lisboa, pero quedó estupefacto cuando leyó una
réplica a sus escritos de Jean Jacques Rousseau, el cual decía que solamente el hombre era el
culpable de aquel acontecimiento funesto: si viviésemos en los campos y no en las ciudades no
habría habido tantos muertos; si viviésemos bajo el cielo y no dentro de las casas, estas no se
habrían caído sobre nosotros. En tres días del año 1761, Voltaire escribiría Candide, una de
las mejores novelas de la literatura universal, y en la que el pesimismo se sostiene con la más
chocante alegría. A través de una acción bulliciosamente rápida, divierte verdaderamente, enseñando como éste es un mundo de aflicción, pero que de todas maneras vale la pena aceptar».
(Ramon Parés: «Una perspectiva general sobre la catàstrofe i el catastrofisme», en Comissió
per a l’Estímul de la Cultura Científica: La catàstrofe i el catastrofisme, Barcelona, Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya, 1994, p. 27).
El seguro de vida desde la fundación de la Compagnie Royale (1787), la caja de ahorros (1818),
el seguro de rentas, con la Caisse national de retraites (1850), los seguros sociales con Napoleón III y Bismarck, etc.
Javier Rodríguez Martínez analiza la cuestión del riesgo, comentando ampliamente las tesis
de Bonss, en «El riesgo como utopía negativa. Notas para una reflexión», en Ramón Ramos;
Fernando García: Globalización, riesgo, reflexividad. Tres temas de la teoría social contemporánea, 191-204.
U. Beck: «La reinvención de la política: hacia una teoría de la modernización reflexiva», p.
23.
Beck cita los trabajos de Evers y Nowothy (1987); Ewald (1986); Lagadec (1987, vers. orig.
fran. 1982); Perrow (1988, vers. orig. ingl. 1985).
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nuclear, la industria química y la ingeniería genética156 han erosionado o anulado los fundamentos de la lógica de riesgo establecida157. Los efectos destructivos de la industria han herido de muerte a nuestros símbolos culturales más
importantes158. Los libros de Günter Grass ilustran paradigmáticamente estos
procesos159. Incluso aquellas tecnociencias han planteado la posibilidad, históricamente novedosa y condicionada por un proceso de toma de decisiones, de la
autodestrucción de toda la vida sobre el planeta160.
Por ello, la sociedad de riesgo es una sociedad no asegurada ni asegurable:
por un lado, no hay ninguna institución, real o imaginaria, que pueda hacer
frente a una situación límite, por ejemplo, nuclear161; por otro lado, en la sociedad de riesgo (como se ha avanzado anteriormente) han sido suprimidos los
cuatro pilares fundamentales del cálculo de riesgos y de su cobertura, a saber:
cuantificación, previsión, compensación y responsabilidad. Por ello, los riesgos
de la sociedad de riesgo son: incuantificables, imprevisibles, indeterminables e
inimputables162. Incuantificables, porque el parámetro de cuantificación habi-
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La industria química se refiere, sobre todo, a la fabricación de productos basados en combinaciones de la química orgánica (moléculas de hidrógeno, carbono y oxígeno) con elementos
halogenados (fluor, cloro, yodo, etc.). Muchos productos organo-halogenados han demostrado
su peligrosidad: DDT, PCB, PVC, los CFC, etc. La incineración de residuos con estas substancias
puede producir dioxinas y furanos, sustancias altamente nocivas. Curiosamente, las centrales
nucleares y las plantas de incineración se presentan relacionadas. Como señala Barry Commoner: «Para compensar los contratos cancelados para plantas de energía eléctrica, algunas
de ellas [empresas], incluyendo a las «cuatro grandes» de la energía nuclear (Westinghouse,
Babcock & Wilcox, Bechtel y Combustion Engineering) decidieron vender en su lugar incineradoras de residuos». (Barry Commoner: En paz con el planeta, Barcelona, Crítica 1992, p. 106
(Drakontos)).
Véase també Denis Duclos: L’homme face au risque technique, París, L’Harmattan, 1991.
U. Beck: «La irresponsabilidad organizada», p. 31.
Es el caso de la novela Malos presagios y del relato, casi un ensayo, Madera muerta. Necrología (1990; trad. cast., Barcelona, Círculo de Lectores 1992). El título alemán, Totes Holz,
significa tanto «madera muerta» como «bosque muerto»
U. Beck: «De la sociedad industrial a la sociedad de riesgo. Cuestiones de supervivencia, estructura social e ilustración ecológica», p. 23. Como señala Ramón Ramos («Prometeo y las
flores del mal: el problema del riesgo en la sociología contemporánea», p. 264) se ha producido
un efecto paradójico: «Si algo motivó la intervención sociológica en el estudio del riesgo fue la
necesidad de complementar y hacer socialmente eficaz el dogma tecno-naturalista inicialmente dominante según el cual, contándose ya con una técnica segura de evaluación, medición y
gestión de riesgos tecnológicos, sólo se precisaba explicar el escepticismo que encontraba en
los legos, su supuesto comportamiento irracional. Tal debía ser el cometido de las ciencias del
hombre —sociología, pero también antropología y psicología—. [...] La ironía radicó en que el
complemento se convirtió en suplemento: en vez de problematizar la psique humana, la cultura o la sociedad, lo que acabó por problematizarse fue la definición experta del riesgo, lo que
se hizo tanto en términos psicométricos (Slovic, 1992), como antropológicos (Douglas, 1996) o
sociológicos (Otway, 1992). Siguiendo esta vía, se acabó yendo más lejos y, al cabo, ha sido el
complejo tecnocientífico el que ha quedado problematizado».
U. Beck: «La irresponsabilidad organizada», p. 34.
En F. J. Hernàndez: Classe treballadora i societat de risc, cap. 2.3, se ilustran estas características con el ejemplo de Chernobil. La imprevisibilidad se tiene que relacionar con la reducción
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tual, el económico, resulta inaplicable, fundamentalmente porque los riesgos
son indeterminables, esto es, no pueden ser acotados ni espacial ni temporalmente; imprevisibles, ya que las urgencias económicas impiden distinguir entre la experimentación y la aplicación de las nuevas tecnociencias: por ello, los
riesgos derivados, no se podían prever. Estas tres características convergen en
el carácter inimputable de los efectos de los nuevos riesgos. Ahora bien, si son
inimputables generan un espacio de impunidad, que erosiona la seguridad que
proporcionan las instituciones.
Ad iii), o la crisis de la seguridad politicoinstitucional.
Las instituciones políticas, jurídicas y administrativas disponen de un amplio arsenal que les permite «normalizar» los riesgos no calculados; por ejemplo:
ignorándolos, sobrevalorándolos penal y jurídicamente, centralizando la información, reduciéndolos a magnitudes despreciables, suprimiéndolos gracias a
parangones oportunos, forzándolos a un anonimato causal y jurídico, etc163. Sin
embargo, puede llegarse a una situación en la cual paulatinamente («catástrofe
a catástrofe») esta lógica de la renuncia a superar el riesgo llegue a producir
justamente el efecto contrario. En algún momento puede ponerse en cuestión
un sistema legal que regula y persigue hasta los ínfimos detalles todos aquellos
riesgos «menores», pero legaliza los «grandes» peligros.
¿Cómo es posible (se pregunta Beck) mantener una autoridad política democrática que tiene que oponerse a la conciencia en aumento de los peligros mediante enérgicas declaraciones de seguridad, pero que, precisamente así, se coloca en una situación expuesta permanentemente a las acusaciones, arriesgando
su credibilidad con cada nuevo accidente?164 Con la incontrolable ampliación del
riesgo, el Estado moderno acabaría perdiendo su legitimación. En la medida
en que todos son ya miembros de una comunidad internacional amenazada, se
agota la función que los teóricos de la burguesía asignaban al Estado: garantizar la seguridad de los súbditos. La formulación emblemática de tal cometido
se encuentra en el Leviatán de Thomas Hobbes165. Ahora bien, ningún Estado
aislado puede garantizar la seguridad e integridad de las personas; por eso mis-
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del período de experimentación de una tecnología, anterior a su aplicación, por la presión
económica.
Beck cita en este sentido la obra de Joschka Fischer, Der Umbau der Industriegesellschaft,
Fráncfort d.M., 1989. Fischer es un político de Die Grünen, que ha publicado también el libro
Risiko Deutschland [Riesgo Alemania], Colonia, Verlag Kiepenheuer und Witsch, 1995. Más
recientemente ha formado parte del gobierno socialdemócrata de la era post-Kohl.
Se podrían citar muchos ejemplos. Por ejemplo, la revista «oficial» Soviet Life publicó en marzo de 1986 un reportaje de nueve páginas sobre la planta nuclear de Chernobil, con el título
«Seguridad absoluta». El 26 de abril sucedía el accidente más grave (por ahora) de la industria
atómica (según James Bellini: High Tech Holocaust, cit. por A. Giddens: Consecuencias de la
modernidad).
Libro II, cap. XVII.
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mo, con las grandes catástrofes ha acaecido el final de la «política exterior», el
final de los «asuntos internos de otro país», el final de los Estados nacionales.
No hay más destino que una «política interior mundial», ya que «el peligro nos
convierte repentinamente a todos en vecinos de Chernobil, en ciudadanos de la
Unión Soviética»166.
Algunos comentaristas de las tesis de Beck mantienen, sin embargo, una
posición más matizada:
– Erhard Eppler reconoce que la sociedad de riesgo replantea la posibilidad,
el sentido y la dignidad de la política democrática. Con un cierto optimismo aduce como ejemplo de la nueva comprensión de los problemas planteados (como la relación entre la técnica y la sociedad) el nuevo programa
marco del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). Concluye que el discurso democrático no se tiene que reducir a un saber de expertos; es preciso
cambiar, con todas las consecuencias, el sistema político167.
– El político del SPD, Oskar Lafontaine, acepta también buena parte del análisis expuesto de la sociedad de riesgo: se ha producido la angustia; de las
mismas tendencias de la sociedad, surge el peligro168, en particular de lo
superfluo o del mal uso de la técnica, etc. Pero es posible, defiende Lafontaine, establecer una política de futuro, una política de seguridad, basada
en la protección, la conservación («la izquierda es [...] la auténticamente
conservadora»), que intente alcanzar un «crecimiento cualitativo», «hacer
inocuos» los riesgos, hacer un buen uso de la técnica, «democratizar la
responsabilidad», etc.
– También Joschka Fischer, político de Los Verdes alemanes (Die Grünen),
acepta el diagnóstico de Beck169, aunque se opone a las consecuencias políticas radicales que se derivarían (no en balde este político encabezaba
el grupo de realos de su partido). Fischer critica el concepto de seguridad
(entendido como «control» de emisiones, como el «dominio de los valores
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U. Beck: «La irresponsabilidad organizada». Sobre la necesidad de un control «planetario»
medioambiental hay numerosas referencias; véase, por ejemplo, Hilary French: Después de la
Conferencia de Río. El futuro del control medioambiental, Bilbao; Madrid, Bakeaz; Los libros
de la catarata, 1993, y Lynton Keith Caldwell: Ecología. Ciencia y política medioambiental,
Madrid, McGraw Hill, 1993.
Erhard Eppler: «Republik in der Bewährung: Risikogesellschaft als Herausforderung der Politik», en Ulrich Beck et al.: Politik in der Risikogesellschaft, pp. 424-433.
Concretamente, según Lafontaine, «cuando la riqueza y la complejidad resultan exuberancia y
“esponjamiento”, tendencias ya descritas en la Politeia de Platón» (Oskar Lafontaine: «Leben
in der Risikogesellschaft», en U. Beck et al.: Politik in der Risikogesellschaft, pp. 207-210).
«Nosotros hemos de tratar con sociedades, en las cuales la catástrofe técnica como potencial
central del peligro, se ha desenganchado [abgelost] de las crisis sociales y económicas (lo que
no significa, sin embargo, que éstas no puedan repetirse en el futuro)». (Joschka Fischer: «Die
Krise der Umweltpolitik», en U. Beck et al.: Politik in der Risikogesellschaft, p. 312 —vers.
orig.: Die Umbau der Industriegesellschaft, Fráncfort d.M., Eichborn Verlag).
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límites») de la política medioambiental imperante, pero cree necesaria
una «concreción de alternativas». Para realizarlas, «una regulación tecnocrática del sistema global es irrenunciable»170. Por ello no puede aceptar
la relación que Beck presagia en la sociedad de riesgo entre democracia
y tecnocracia, el peligro de una «tecnocracia ecológica», de una «ecotecnocracia». Aduciendo su experiencia como consejero de Medio Ambiente
(después alcanzó la cartera federal de Asuntos Exteriores) y calificando a
Beck como romántico de izquierdas, Fischer defiende la posibilidad de una
«construcción ecológica de la sociedad industrial», fundamentada en dos
pilares: control democrático y dominabilidad de la tecnocracia, y libertad
de saber y de información. Señala también las que considera las dos grandes dificultades para alcanzar aquel estadio: un problema epistemológico
y otro práctico. El primero se plantea ante la evidencia de que no ha habido ninguna renuncia histórica a ningún conocimiento científico-técnico
alcanzado, y éstos han disfrutado de una disponibilidad que ha permitido
el desarrollo de los peligros; por ello, Fischer propone que la comunidad
política internacional establezca una «Convención en Defensa de la Evolución». El segundo peligro parte de la posibilidad de que las acciones no
puedan detener los problemas ambientales globales (agujero en la capa de
ozono, efecto invernadero, muerte de los bosques y de los mares), considerando su ritmo de rápido crecimiento171.
Como resumen final de este epígrafe, puede citarse la síntesis de Christoph
Lau, colaborador de Beck, de las características del «tipo ideal» de los nuevos
riesgos, que serían:
a) Se está afectado por ellos de manera involuntaria.
b) Pueden provocar procesos de solidaridad espontáneos172.
c) En cierto sentido, son incalculables.
d) Tienen su causa en decisiones y acciones de individuos o de instituciones.
e) Sin embargo, son inimputables.
f) No son descubribles a causa del ethos profesional o la ideología de determinados grupos o naciones.
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Joschka Fischer: «Die Krise der Umweltpolitik», p. 321.
De manera breve y expresiva y frente a la tradicional consigna ecologista de «pensar globalmente, actuar localmente», Fischer plantea la urgencia actual de «pensar globalmente y
actuar globalmente».
Lo que está relacionado con los llamados «nuevos movimientos sociales». Lau refiere el artículo
de J. Raschke: «Zum Begriff der sozialen Bewegung», en R. Roth; D. Rucht (ed.): Neue soziale
Bewegungen in der Bundesrepublik Deutschland, Fráncfort d.M., 1987, pp. 19-29, que ha destacado, precisamente, su carácter coyuntural (véase: Jorge Riechmann; F. Fernández Buey:
Redes que dan libertad. Introducción a los nuevos movimientos sociales, Barcelona; Buenos
Aires; México, Paidós, 1994, Estado y Sociedad, 23, p. 52).
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FRANCESC J. HERNÁNDEZ - JOSÉ BELTRÁN - ADRIANA MARRERO
g) Su aceptación social se hace insostenible por un proceso de aprendizaje y
por la lógica propia de las nuevas definiciones de riesgos.
h) Producen reacciones psicológicas, estrategias de superación cognitivo-emocionales (racionalización, identificación con los causantes del riesgo, proyección
y desplazamiento, regresión y aislamiento).
i) Actúan igualando, individualizando, desdiferenciando, y, por ello, refuerzan los procesos de individualización173.
j) Están indeterminados de múltiples maneras, están indefinidos.
k) Se hacen cotidianos, ya que se borra la frontera entre el tiempo del riesgo
y el tiempo de la seguridad174.
El mismo Beck, una vez que el tema del riesgo ha sido discutido por la comunidad científica, ha vuelto sobre el tema, intentando precisar el concepto de
riesgo y de sociedad de riesgo. En un artículo publicado en el año 2000175, organizaba su argumento en torno a las siguientes proposiciones:
1. Ni destrucción ni confianza/seguridad, más bien virtualidad real.
2. Un futuro amenazante, (incluso) en lugar de contradictorio con los hechos reales, se convierte en el
criterio para decidir las acciones presentes.
3. Tanto los juicios de valor como los juicios de hecho, se combinan en una moralidad matematizada.
4. El control y la falta de control expresadas como incertidumbre manufacturada.
5. El conocimiento y la inconsciencia entendida en conflictos de (re)cognición.
6. Simultáneamente, global y local reconstituidos como la «glocalidad» de los riesgos.
7. La distinción entre conocimiento, impacto latente y consecuencias sintomáticas.
8. Un mundo híbrido hecho-por-el-hombre que ha perdido el dualismo entre naturaleza y cultura.
Un último comentario. En algunos trabajos previos176 han sido comentadas
las tesis de Beck, estableciendo algunas puntualizaciones. Peligro y riesgo pue-
173
174
175
176
Lo que no resulta contradictorio con b). Lau cita el trabajo de Ulrich Beck: «Jenseits von Klasse und Stand? Soziale Ungleichheiten, gesellschaftliche Individualisierungsprozesse und die
Entstehung neuer Formationen und Identitäten», en R. Kreckel (ed.): Soziale Ungleichheiten,
Sonderband [volum especial] 2 de Sozialen Welt, Göttingen 1983, pp. 35-74, así como otros
dos artículos propios: «Zum Doppelcharakter der neuen sozialen Bewegungen», en Merkur,
29 (1985), pp. 1115-1120, y «Gesellschaftliche Individualisierung und Wertwandel», en H. O.
Luthe; H. Meulemann (ed.) (1988): Wertewandel - Faktum oder Fiktion? Fráncfort d.M.; New
York, pp. 217-235.
Christoph Lau (1989): «Neue Risiken und gesellschaftliche Konflikte», Soziale Welt, fascículo
3, recogido en U. Beck et al.: Politik in der Risikogesellschaft, pp. 249-252.
U. Bech: «Retorno a la teoría de la “sociedad del riesgo”», Boletín de la Asociación de Geógrafos
Españoles, núm. 30 (2000), «Riesgos naturales», ed. AGE, CSIC, pp. 9-20.
Por ejemplo: Classe treballadora i societat de risc, trabajo de doctorado, Departamento de
sociología y Antropología Social de la Universidad de Valencia (1995), «Contribución a una
teoría del proletariado ecológico. sociología del peligro nuclear y clases sociales», ponencia
presentada a las VI Jornadas de economía Crítica (Málaga, 12-14 de marzo de 1998), síntesis
en la edición policopiada de las actas, y «Contribución a una teoría crítica de las clases en la
era de la globalización», en AA.VV.: Trabajo y desarrollo. Globalización de la economía e internacionalismo obrero, Valencia, ed. Fundación: Paz y Solidaridad, 1999, pp. 41-54.
TEORÍAS SOBRE SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN
675
den representar dos conceptos distintos, según se trate de, respectivamente,
la posibilidad o de la probabilidad de un daño. Etimológicamente, el concepto
de riesgo se genera en la baja Edad Media, relacionado con el comercio naval
mediterráneo, y se extiende hacia el norte de Europa. El mercader de Venecia exhibe un concepto maduro del riesgo, vinculado, lógicamente al cálculo. El
riesgo se puede minimizar o maximizar; en peligro se está o no. Es una noción
«dialéctica», en el sentido que atribuía a esta palabra N. Georgescu-Roegen,
un concepto de límites imprecisos, no aritmomórfico177. Tres tecnociencias, la
energía nuclear, la química orgánica con combinaciones halogenadas y la ingeniería genética, ponen sobre la mesa la posibilidad de la autoeliminación de la
sociedad y replantean, según Beck, el dilema «socialismo o barbarie» en términos aún más radicales: ilustración ecológica o extinción. El peligro que deriva
de ellas, y paradigmáticamente en el caso nuclear, se puede concebir como una
heteronomía del espacio social, relacionado con dialécticas autoacumulativas
(en el caso citado, la dialéctica recurso-residuo), vinculadas a la generación de
minusvalías en el proceso productivo (concepto éste que se tiene que entender
como el inverso de la plusvalía marxiana, relacionada con una heteronomía del
tiempo social —tiempo de trabajo socialmente necesario—)178.
b) Modernización reflexiva, según U. Beck
La teoría de la modernización reflexiva de U. Beck es una de las elaboraciones sociológicas que pretende dar cuenta de las perspectivas de mundialización
y globalización. Además de las aportaciones de Giddens y Lash, por una parte,
y las de Luhmann, por otra, ya comentadas, es preciso reseñar:
1) Las teorías de la modernidad incompleta, al estilo de J. Habermas, que ya
fue comentado anteriormente, o P. Alheit, que será comentado posteriormente.
2) La teoría del moderno sistema mundial, elaborada fundamentalmente por
Immanuel Wallerstein. Según él, la economía capitalista ha tenido la pujanza
177
178
La distinción epistemológica establecida entre el «riesgo» y «peligro», en cuanto concepto aritmomórfico el primero y dialéctico el segundo, se puede utilizar también para fundar la diferencia entre el «conocimiento» y la «competencia». Véase N. Georgescu-Roegen: La ley de la
entropía y el proceso económico, Madrid, Argentaria-Visor, 1996. Una explicación epistemológica de las tesis de Georgescu-Roegen se encuentra en los comentarios de Dragan y Demetrescu:
Joseph C. Dragan; Mihai C. Demetrescu: Entropy and Bioeconomics. The New Paradigm of
Nicholas Georgescu-Roegen, Roma, Nagard, 19861, 19912.
Estas afirmaciones, únicamente esbozadas, se distinguen de otras aproximaciones al tema que
analizan el riesgo en términos de exposición consciente a daños, eventualidad y decisiones,
es decir, que vienen a considerar las tesis de Beck desde los análisis de Douglas (por ejemplo,
Ramon Ramos Torre: «Prometeo y las flores del mal: el problema del riesgo en la sociología
contemporánea», en R. Ramos; F. García: Globalización, riesgo, reflexividad. Tres temas de la
teoría social contemporánea, pp. 249-274, especialmente, pp. 254-261). Soslayar la «aproximación ojetivista-naturalista» plantea, entre otros problemas, la dificultad de utilizar el riesgo
como elemento de determinación social.
676
FRANCESC J. HERNÁNDEZ - JOSÉ BELTRÁN - ADRIANA MARRERO
y duración suficientes para institucionalizar un modo de producción y, como
consecuencia, para «conseguir pasar de ser un mundo a ser el sistema histórico
del mundo»179.
3) La conocida teoría de la sociedad-red, de M. Castells180.
4) La teoría de la cultura global, desarrollada por autores agrupados en torno
a International Sociology y Theory, Culture & Society, que proponen una «sociología de la globalización», cuyo elemento central residiría en una espacialización
de la teoría social, frente a la temporalización hasta ahora dominante. Frente a
la perspectiva «estructural» de la teoría del moderno sistema mundial, se subrayan la dimensión de la «cultura global», como el aspecto central de la globalización181. Según la síntesis de García Blanco, los resultados de la expansión de la
cultura global (que habría que entender más bien como un «multiculturalismo»)
sería la tensión entre una homogeneización más elevada y un desorden cultural,
la «hibridación cultural» (Pietese), la aparición de nuevas culturas transnacionales, fuertemente desterritorializadas, que son «terceras culturas» (Featherstone) o el «cosmopolitismo» (Hannerz), que conviven con el particularismo y la
xenofobia. De alguna manera, sería la tensión entre tendencias homogeneizadoras o universalistas y tendencias heterogeneizadoras o particularistas lo que
sería, precisamente, un hecho global (Robertson)182.
5) La teoría de la era global, elaborada por Martin Albrow. Partiendo del uso
instrumental con la naturaleza, la modernidad tenía que verse abocada a una
consideración de la globalidad. El entorno se presenta como recurso, peligro
y campo de juego, por lo que la «materialidad» ha sustituido a la «racionalidad» como característica socio-cultural dominante. Frente a lo moderno, que es
una cualidad abstracta, la globalidad representa un desafío que, como resume
García Blanco, sustituye el racionalismo y la innovación por una comunicación
abierta y pragmática entre personas y pueblos, así como por la interacción con
la naturaleza; realinea los valores de unos referentes exclusivamente humanos
a otros preferentemente materiales y reemplaza el aspecto temporal caracterís-
179
180
181
182
I. Wallerstein: «Evolution of the Modern World-System», Protosoziologie, 7, pp. 4-10, cita p.
5, según José María García Blanco: «De la mundialización y la globalización al sistema de
la sociedad mundial», en Ramón Ramos Torre; Fernando García Selgas (eds.): Globalización,
riesgo, reflexividad. Tres temas de la teoría social contemporánea, Madrid, CIS, 1999, pp. 21-55,
cit., p. 22.
Que supone una reconfiguración de la ciudad y de sus movimientos sociales. Véanse: M. Castells (1986): La ciudad y las masas. sociología de los movimientos sociales urbanos, Madrid,
Alianza, 1986; La era de la información: economía, Sociedad y Cultura. Vol. I. La sociedad red,
Madrid, Alianza, 3ª reimpr., 1999; La era de la información: economía, Sociedad y Cultura.
Vol. III. Fin de Milenio, Madrid, Alianza, 1ª reimpr., 1999.
José María García Blanco: «De la mundialización y la globalización al sistema de la sociedad
mundial», pp. 25 y ss.
Frente a la teoría del «desanclaje» de Giddens, que explicaría el proceso de modernización
(como diferenciación estructural), pero no el de globalización.
TEORÍAS SOBRE SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN
677
ticamente moderno por el espacial183. En síntesis, las tesis de Albrow sobre la
era global son:
1. Los valores que determinan la vida cotidiana de muchos grupos en la sociedad actual hacen referencia
a estados reales o imaginados del globo y de sus habitantes (globalismo).
2. Imágenes, informaciones y mercancías de todos los lugares del mundo están disponibles por doquier
y a cada momento para un número siempre creciente de personas de todo el planeta y, al mismo tiempo, las
fuerzas y los acontecimientos a nivel mundial influyen de un modo permanente en la vida local (globalidad).
3. Las tecnologías de la información y de la comunicación hacen posible actualmente mantener las relaciones sociales en todo el mundo a través de una interacción directa (comprensión espacio-temporal).
4. Actualmente, los acuerdos institucionales a escala mundial permiten a los hombres una movilidad que
va más allá de las fronteras nacionales, con la confianza de que sus estilos y maneras de vida puedan ser
conservados donde estén (desenraizamiento)184.
Beck, en diálogo con Giddens y Lash185, elabora una teoría de la «modernización reflexiva», más amplia que la teoría de la sociedad-riesgo:
La noción de “sociedad de riesgo” tan sólo señala un aspecto; la teoría de la modernización reflexiva [...]
va más allá186
En esta noción se reunen una teoría de la superación de la primera modernidad y una explicación de cómo esta superación genera reflexividad187. Vayamos
por partes.
José María García Blanco: «De la mundialización y la globalización al sistema de la sociedad
mundial», p. 34.
184
Estas tesis se corresponden otras cuatro sobre «localidad»:
1
. El lugar puede proporcionar tantas impresiones globales como fuentes de información e interlocutores haya para la comprensión de los acontecimientos.
2
. En el lugar, los hechos que ocurren al otro lado del globo pueden mostrar consecuencias que suprimen todo sentimiento de aislamiento del resto del mundo.
3
. Las redes de los individuos en el lugar pueden extenderse tanto como lo permitan los medios y la
voluntad de utilizar los medios de comunicación que se encuentren disponibles. La comprensión espacio-temporal hace posible mantener relaciones de parentesco en la India o Jamaica
de una manera semejante a como se podrían mantener en Birmingham o Brentford.
4
. Los recursos y las instalaciones de un lugar determinado pueden establecer una comunicación
entre este lugar y diversas instituciones globales y sus actividades. Este lugar facilita el acceso
a productos de una cultura global y sirve como punto de partida de viajes tanto como cualquier
otro. Los habitantes temporales así como los permanentes pueden llevar una vida verdaderamente abierta el mundo.
(
Martin Albrow: «Viajando más allá de las culturas locales. Paisajes sociales en una ciudad global»,
en U. Beck (ed.): Hijos de la libertad, Buenos Aires, FCE de Argentina, 1999, p. 291.
185
Sobre Scott Lash, véanse: sociología del Posmodernismo, Buenos Aires, Amorrotu, 1997 y Another Modernity. A different Rationality, Oxford, Blackwell, 1999.
186
U. Beck: Die Erfindung des Politischen, p. 56.
187
Sobre la noción de «reflexividad» pueden verse el artículo de Javier Noya, «Pulpo, espejo y
trapecio. El riesgo como predicado de la reflexividad social», en Lamo de Espinosa; Rodríguez
Ibáñez: Problemas de teoría social contemporánea, Madrid, CIS, 1993, pp. 491-510, donde distingue entre «reflexividad edificante» y «reflexividad desdichada», y los comentarios de Pablo
Navarro, Fernando J. García Selgas y Javier Callejo, en el volumen R. Ramos; F. García (eds.):
Globalización, riesgo, reflexividad. Tres temas de la teoría social contemporánea, titulados,
183
678
FRANCESC J. HERNÁNDEZ - JOSÉ BELTRÁN - ADRIANA MARRERO
La primera modernidad quedaría desbordada por la «muerte de la lejanía»
que comporta la globalización; esta aportaría un «globo temporalmente compacto» en el que acontecimientos de diversos lugares, con distintos significados,
se localizarían en un único eje temporal, derrumbando así una de las premisas
fundamentales de la primera modernidad: la figura intelectual del «nacionalismo metodológico», según el cual los límites de la sociedad son pensados como
coincidentes con los del Estado nacional. La crisis de la teoría container de la
sociedad supone, como se comentará, la de las teorías sociológicas habituales,
la «ortodoxia sistémico-funcional» y el marxismo188. Junto a la dinámica de la
economía, las crisis ecológicas han representado (como se ha explicado en el
epígrafe anterior) un factor globalizador de primer orden. Esta posibilidad de
autodestrucción se relaciona con la reflexividad.
Modernización reflexiva, escribe Beck, comunica [eröffnet] la posibilidad de una (auto)destrucción creativa de toda una época, la época de la industria. El «sujeto» de esta destrucción creativa no es la crisis, sino
la victoria de la modernización occidental189.
Según Beck, el tránsito desde la sociedad de riesgo residual a la sociedad de
riesgo (definida anteriormente) supone «reflexividad» [Reflexivität]. A diferencia de la «reflexión» (Giddens), la «reflexividad» significa autoconfrontación con
aquellos efectos de la sociedad de riesgo que no pueden ser tratados y asimilados
dentro del sistema de la sociedad industrial, en tanto que medidos por sus estándares institucionalizados190. Esta «reflexividad» se plantea en las tres áreas
de referencia ya mencionadas: la relación entre la sociedad industrial con los recursos (sic) de la naturaleza y la cultura, con las amenazas y problemas producidas por ella, y con el agotamiento, ruptura y desencantamiento de las fuentes de
significación colectivas y específicas de grupo (como, por ejemplo, la conciencia
de clase o la fe en el progreso). «Hay desigualdades crecientes, pero las desigualdades de clase y la conciencia de clase han perdido su posición central en la sociedad»191. Con ello, el esfuerzo de definición recae sobre el individuo: proceso de
188
189
190
191
respectivamente, «Las dos formas de la reflexividad social humana: reflexividad reflectiva
y reflexividad disipativa» (pp. 333-371), «La reflexividad y el supuesto-sujeto» (pp. 373-408)
y «La reflexividad empírica: notas para un proyecto» (pp. 449-482). Véase también C. Solé:
«Acerca de la modernización, la modernidad y el riesgo», Reis, 80 (1998), pp. 111-132.
José María García Blanco: «De la mundialización y la globalización al sistema de la sociedad
mundial», pp. 29-32.
U. Beck: «De la sociedad industrial a la sociedad de riesgo. Cuestiones de supervivencia, estructura social e ilustración ecológica», p. 57, y «La reinvención de la política: hacia una teoría
de la modernización reflexiva», p. 14.
U. Beck: «La reinvención de la política: hacia una teoría de la modernización reflexiva», p.
19.
Ibid., p. 21. Esta tesis es criticada por S. Lash, para quien la reflexividad resulta precisamente
un nuevo criterio para la determinación de las clases sociales.
TEORÍAS SOBRE SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN
679
individualización en medio de un retorno a la incertidumbre192. Beck y su compañera, Elisabeth Beck-Gernsheim, han desarrollado las consecuencias sociales
del proceso de individualización, respecto a las relaciones amorosas, familiares,
paternofiliales e, incluso, los cambios en la experiencia de la muerte193.
El concepto de «riesgo» que emerge por el triunfo del orden zweckrational (de
la racionalidad de medios) representa un tipo de pensamiento y acción post-zweckrational. Nos encontramos ante la incertidumbre como problema (W. Bonss) o
ante la ambigüedad (Bauman)194. Los sujetos colectivos resultan inefables:
Muchos candidatos a la posición de sujeto han entrado y salido de la escena de la historia mundial: la
clase obrera, la intelligentsia crítica, la esfera pública, movimientos sociales de las más variadas tendencias
y composición, las mujeres, las subculturas, la juventud y los expertos alternativos. No hay ningún sujeto
claramente definible. [...] Están originándose líneas de conflicto respecto al qué y al cómo del progreso, líneas
que están alcanzando la capacidad de organizarse y constituir coaliciones195.
La vuelta hacia el individuo (ya señalada por Giddens, Lipovetsky, etc.) se
tiene que entender, según Beck, en relación con la reflexividad: «Individualización» significa la desintegración de las certezas de la sociedad industrial y de la
compulsión de buscar y encontrar nuevas certezas para uno mismo y para aquellos que carecen de ellas. Pero también significa nuevas interdependencias, incluso interdependencias globales. La individualización y la globalización son, de
hecho, dos caras del mismo proceso de modernización reflexiva196. Por ello, adaptará el concepto «glocalización». La individualización no se reduce a lo privado,
sinó que se extiende a la política en un sentido nuevo y definitivo, que denomina
subpolítica, y que se opone al funcionalismo y al marxismo (tradicional):
Frente al funcionalismo:
Los individuos individualizados, los dedicados al bricolage de ellos mismos y de su mundo, ya no son
aquellos que «desempeñan un rol» en la sociedad industrial simple clásica, tal como postulaba el funcionalismo. Los individuos son construidos mediante una compleja interacción discursiva, mucho más abierta que lo
que postularía el modelo funcionalista de roles197.
Y frente al marxismo (tradicional):
Las organizaciones de los partidos, los sindicatos y el resto de grupos de presión utilizan las masas
de problemas libremente disponibles para componer forzadamente los prerrequisitos programáticos para la
192
193
194
195
196
197
Véase: U. Beck; E. Beck-Gernsheim (eds.) (1994): Riskante Freiheiten: zur Individualisierung
von Lebensformen in der Moderne, Fráncfort d.M., Suhrkamp.
Véase: U. Beck; E. Beck-Gernsheim: La individualización. El individuo institucionalizado y
sus consecuencias sociales y políticas, Barcelona, Paidós, 2003.
Véase: W. Bonss: Vom Risiko. Unsicherheit und Ungewissheit in der Moderne, Hamburgo,
Haburger, 1995, y Zygmunt Bauman: Modernity and Ambivalence, Cambridge, Polity, 1991.
U. Beck: «La reinvención de la política: hacia una teoría de la modernización reflexiva», p.
27.
Ibid., p. 29.
Ibid., pp. 31-32.
680
FRANCESC J. HERNÁNDEZ - JOSÉ BELTRÁN - ADRIANA MARRERO
continuidad de su existencia. Internamente y externamente, parece que lo político pierde tanto su cualidad
polarizadora como su cualidad creativa, utópica198.
Sin embargo, está emergiendo un «concepto expresionista de la política» (Habermas): A partir de una cita de H. M. Enzensberger, Beck afirma:
Buscamos lo político en el lugar equivocado, en los ámbitos equivocados y en las páginas de prensa
equivocadas. Aquellas áreas de toma de decisiones que habían quedado protegidas de lo político en el
capitalismo industrial —el sector privado, la empresa, la ciencia, las ciudades, la vida cotidiana, etc.— están
atrapadas en las tormentas de los conflictos políticos en la modernidad reflexiva. A este respecto, es importante tener en cuenta que lo lejos que llegue este proceso, qué signifique y adónde conduzca depende a su
vez de decisiones políticas, que no pueden tomarse sin más, sinó que deben formarse, dotarse de contenido
programático y transformarse en posibilidades de acción. La política determina la política, abriéndola y confiriéndole potencialidades. Estas posibilidades de política de la política, de (re)invención de la política después
de su rechazo demostrado son las que debemos explorar e iluminar199.
Un ejemplo de subpolítica, según Beck, fue el seguimiento del boicot propuesto por la organización ecologista Greenpeace para evitar que la multinacional
Shell hundiera la plataforma petrolífera «Brent-Spar» en el Mar del Norte200.
La subpolítica (o infrapolítica) significa constituir la sociedad desde abajo201.
El «instrumento de poder» de la subpolítica es la «congestión», forma modernizada de la huelga involuntaria. Como pueden leer los automovilistas de Munich
en un lugar siempre congestionado de tráfico: «No estás en un atasco, tú eres el
atasco».
Los dos temas comentados, la sociedad de riesgo y la globalización, se relacionan con la educación, por un lado, refiriéndola a los procesos de individualización; por otro, proponiendo una reorientación de la política educativa. Estos
asuntos se comentan en el capítulo siguiente.
198
199
200
201
Ibid., p. 32.
Ibid., p. 34. El (neo)socratismo de Beck es patente en las imágenes empleadas. E incluso la
metáfora mayéutica: «Tales son los dolores de parto de una nueva sociedad de la acción, una
sociedad autocreadora que ha de “inventarlo” todo, pero que no sabe cómo hacerlo, por qué,
con quién sí y con quién de ninguna manera». (Ibid., p. 38). Sobre las concepciones políticas
de Beck, véase también: La democracia y sus enemigos. Textos escogidos. Barcelona, Paidós,
2000.
Javier Rodríguez Martínez critica el tratamiento de Beck del boicot a la Shell por el hundimiento de la Brent-Spar, porque su interés por acentuar la desaparición de las formas tradicionales que constituían el ámbito de lo mesosocial, le lleva a analizar fenómenos colectivos en
términos individualistas, sin fijarse en formas emergentes de la acción colectiva y sin atender
el peso de lo colectivo y la organización sobre el individuo («El riesgo como utopía negativa.
Notas para una reflexión...», p. 197).
U. Beck: «La reinvención de la política: hacia una teoría de la modernización reflexiva», p.
39.
TEORÍAS SOBRE SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN
681
§36.2. EDUCACIÓN Y MODERNIZACIÓN REFLEXIVA
a) La estación fantasma de la educación
La producción bibliográfica de Beck es notable (véase el epígrafe bibliográfico). También es preciso señalar su colaboración con la revista Soziale Welt, la
dirección de la colección Zweite Moderne de la editorial Suhrkamp, etc. Además,
la reflexión de Beck se elabora en confrontación con otros autores (Giddens,
Lash, etc.). Por todo ello, es de suponer que la síntesis realizada en los epígrafes anteriores pronto quedará superada. Sin embargo, la bibliografía posterior
a la Sociedad de riesgo (1986) no parece haber aportado novedades al diagnóstico que realizó en aquellas páginas sobre la educación (no es el caso de
las propuestas, que serán comentadas en el epígrafe siguiente). Beck trata del
sistema educativo en la segunda parte de su obra, aquélla que trata sobre «Individualización de la desigualdad social: la destradicionalización de las formas
de vida de la sociedad industrial», un tema ya considerado anteriormente, sobre
«desestandarización del trabajo productivo». Esta ubicación es significativa por
cuanto, aunque en la letra de su consideración de la educación es precisamente
la erosión de la norma del empleo202 el factor determinante para su pérdida de
sentido, para la disolución de su fundamento de significado, Beck apunta más
allá de la crisis del empleo, para ubicar el fenómeno en el proceso de individualización o destradicionalización, ya comentado. La escuela se convierte entonces
en una «estación fantasma», un lugar donde es preciso acudir pero que expide
credenciales para ninguna parte. La imagen de Beck es plenamente expresiva.
Quien se despierte del sueño de la rutina de la investigación y abra los ojos, se planteará de manera
inquietante la cuestión más general del futuro de la formación, ante el cambio del sistema de la sociedad del
trabajo203, y le caerá un alud de cuestiones, cuya evidente urgencia sólo parece ser superada por su irresolubilidad. ¿Cómo modifica propiamente la situación de paro masivo al sistema educativo? ¿Qué consecuencias
formativas pueden derivarse del tránsito a la subocupación? ¿Cómo se decidirá la carrera entre los esfuerzos
de reforma de la tecnología de la información en el campo de la formación y las nuevas generaciones tecnológicas que precisamente tornan superfluas aquellas reformas? ¿Resulta vigente en esta situación la referencia
ocupacional204 o se tiene que abandonar definitivamente porque resulta que no se puede llevar a cabo?
Planteemos la primera cuestión mastodóntica. Es evidente que el paro masivo ha modificado radicalmente la situación de los itinerarios instructivos. El fantasma del paro ronda también por los castillos, hasta ahora
sólidos respecto del empleo, de la educación superior (Medicina, Derecho, Ingenierías, economía, licenciaturas). Los itinerarios instructivos orientados a la profesión, cuando su futuro profesional se torna más oscuro,
modifican esencialmente su sentido, incluso aunque se mantengan igual sus contenidos curriculares. Ello
puede permanecer escondido para los planificadores e investigadores de la educación, en el gran saco de las
«discrepancias entre formación y ocupación», e incluso puede permanecer escondido para los docentes (a
caballo entre la titulación y el trabajo), pero no para la juventud que más tarde, al dejar el sistema educativo,
encuentran las puertas cerradas del sistema de empleo, lo que anticipan de manera autoconsciente mientras
202
203
204
Sobre la erosión de la norma de empleo, referida a los países de Europa occidental, véase Carlos Prieto (ed.): La crisis del empleo en Europa, 2 vols., Alzira, Germania, 1999.
Arbeitsgesellschaft, también «sociedad salarial» o «sociedad industrial».
Berufsbezug, también «referente profesional» o «referente vocacional».
682
FRANCESC J. HERNÁNDEZ - JOSÉ BELTRÁN - ADRIANA MARRERO
están en la instrucción. Pero ello quiere decir que por la irrupción externa del mercado de trabajo son dañados
o destruidos los fundamentos del sentido, de carácter inmanentemente formativo205, de la instrucción con
referencia ocupacional. El futuro profesional anticipado y (aún) no existente, es decir una «variable irreal»,
efectúa una modificación radical de la situación en el sistema educativo. Las personas jóvenes permanecen
más tiempo en la escuela, y escogen frecuentemente una formación complementaria para evitar la desocupación. Sin embargo, cuanto más tiempo permanecen en la escuela, más les parece la instrucción una pérdida
de tiempo, en relación a su aspiración inmanente a un futuro profesional. Tal vez algunos redescubrirán su
deseo de educación. En tanto que dispositivos institucionales206, las escuelas resultan instalaciones para la
conservación, «salas de espera», que ya no pueden realizar la tarea que tienen atribuida de una cualificación
profesional. Como corresponde a ello, la autoridad de los profesores se daña, y los planes de enseñanza y
los contenidos curriculares, orientados profesionalmente, resbalan a la irrealidad.
Se podría decir, sin que resulte una exageración o una agudización insignificante, que las porciones del
sistema educativo afectadas por la desocupación parecen encontrarse en una estación fantasma207, a la que
ya no llegan los trenes según el horario. Sin embargo, todo sucede según los antiguos patrones. Quien quiera
partir —y quién querría permanecer en casa cuando permanecer en casa significa la pérdida del futuro— tiene que ponerse en una de las colas208 para las ventanillas donde se dan billetes para trenes la mayoría de
los cuales frecuentemente están llenos o ya no llegan al destino indicado. Como si no sucediera nada, los
funcionarios de la educación, detrás de las ventanillas, despachan los billetes, con gran aparato burocrático,
a ninguna parte y profieren la «amenaza» a las personas que están en la fila para formarse: «¡Sin billetes
nunca podréis viajar con el tren!» Y lo peor es que tienen razón...!209
Esta imagen de la «estación fantasma» resulta equivalente a la de la «escuela
“zombie”», que se deriva del comentario realizado en diversos pasajes por Beck,
a propósito de las instituciones sociales que se mantienen de manera inerte
aunque haya concluido su ciclo vital (instituciones sociales «zombies»)210. La
imagen de la escuela «zombie» tiene, además, la potencia de ilustrar la situación
de desconcierto (Cardús211) en que se haya buena parte del sistema educativo,
derivado en buena medida de, como indica la profesora A. Marrero, «el virtual
encapsulamiento del sistema educativo respecto de cualquier mensaje del mundo exterior»212
205
206
207
208
209
210
211
212
Literalmente: die bildungsimmanente Sinngrundlage.
Se traduce por «deseo» y «dispositivos» los términos alemanes «Appetit» y «Arrengement», que
también se podrían trasladar como «apetito» y «arreglo».
La expresión alemana «Geisterbahnhof», literalmente «estación fantasma», significa también
«estación del espíritu» o de la «inteligencia».
El verbo «einreihen», traducido aquí por «ponerse en la cola» significa también «formar», en el
sentido castrense, u «ordenar» (recuerdese el comentario de Bourdieu sobre esta expresión).
U. Beck: Risikogesellschaft. Auf dem Weg in eine andere Moderne, pp. 237-238.
Francesc J. Hernàndez i Dobon: L’escola zombie, Alzira, Set i mig, 2002.
Salvador Cardús: El desconcert de l’educació. Les claus per entendre el paper de la família,
l’escola, els valors, els adolescents, la televisió... i la inseguretat del futur, Barcelona, La Campana (Obertures; 7), 2000.
Adriana Marrero: Promesas incumplidas. Las percepciones divergentes del bachillerato y sus
funciones. El caso uruguayo. Tesis doctoral, dir. M. Fdez. Enguita, Universidad de Salamanca,
2002.
TEORÍAS SOBRE SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN
683
b) La reorientación de la política educativa como respuesta a la globalización
Beck proyecta su teorización de la nueva política, o mejor, de la nueva politización (la subpolítica) en el estudio de la globalización. Distingue tres conceptos:
a) «Globalidad» [Globalität], que significa que «hace ya bastante tiempo que
vivimos en una sociedad mundial, de manera que la tesis de los espacios cerrados es ficticia».
b) «Globalización» [Globalisierung], que es el fenómeno de «politización», derivado del anterior, según el cual «los procesos en virtud de los cuales los Estados nacionales soberanos se entremezclan e imbrican mediante actores transnacionales y sus respectivas probabilidades de poder, orientaciones, identidades
y entramados varios».
c) «Globalismo» [Globalismus], que es la ideología del predominio del mercado mundial, es decir, la ideología del liberalismo213.
Por ello, Beck intenta poner en evidencia, por un lado, las falacias214 del globalismo (que agrupa en diez epígrafes) y, por otro, las respuestas que tendría
que recibir la globalización (que también sintetiza en diez puntos). Se recogen,
con las formulaciones de Beck, en la tabla siguiente, aunque, adviértase, no hay
una correspondencia biunívoca entre errores del globalismo y respuestas a la
globalización.
Errores del globalismo
1) Metafísica del mercado mundial
2) El llamado comercio mundial libre
3) Estamos económicamente (todavía) en una situación
de internacionalización y no de globalización
4) Escenificación del riesgo
5) La carencia de política como revolución
6) El mito de la linealidad
7) Crítica del pensamiento catastrofista
8) Proteccionismo negro
9) Proteccionismo verde
10) Proteccionismo rojo
213
214
Respuestas a la globalización
1) Cooperación internacional
2) Estado transnacional o «soberanía incluyente»
3) Participación en el capital
4) Reorientación de la política educativa
5) ¿Son las empresas transnacionales ademocráticas o
antidemocráticas?
6) Alianza para el trabajo ciudadano
7) La fijación de nuevos objetivos culturales, políticos y
económicos
8) Culturas experimentales, mercados nicho y autorrenovación social
9) Empresarios públicos y trabajadores autónomos
10) Pacto social contra la exclusión
U. Beck: Was ist Globalisierung?, pp. 24-27.
El término falacias es ajustado, ya que se trata de aquellos argumentos que nos inducen a un
error, digamos, ideológico. En otros lugares del libro, Beck habla directamente de errores.
684
FRANCESC J. HERNÁNDEZ - JOSÉ BELTRÁN - ADRIANA MARRERO
Las «respuestas a la globalización», introducidas por diversas expresiones
normativas215, tienen carácter más preceptivo que normativo. Respecto a la
cuarta de las respuestas que tendría que recibir la globalización, según Beck, a
saber, la reorientación de la política educativa, el sociólogo alemán argumenta:
Si el trabajo se ha de sustituir por conocimiento y capital, entonces otra consecuencia política podría ser
que el trabajo ha de ser valorado o configurado por el conocimiento. Pero esto significa que hay que invertir
en formación y en investigación. Precisamente lo contrario de lo que hoy está ocurriendo en Alemania. [...]
Una de las mayores respuestas a la globalización consiste en construir y reconstruir la sociedad del
saber y de la cultura; prolongar, y no reducir, la formación; desligarla o separarla de puestos de trabajo y
oficios concretos. El hecho de orientar los procesos educativos hacia cualificaciones clave que respondan
a esa pespectiva no se ha de concebir sólo como «flexibilidad» ni como «formación continuada», sinó que
también representa situar la formación en contextos de competencia social, capacidad de dirección, habilidad
ante conflictos, comprensión cultural, mentalidad de relación y acceso a las inseguridades y paradojas de la
segunda modernidad.
«Hay que vincular el aprendizaje con hechos cotidianos de modo que las personas puedan dominar su vida», dice Reinhard Kahl. «Así, aprender es algo
que se amplía y se libera de su gueto. Por supuesto, es más fácil decirlo que
hacerlo»216. En todo caso, el sentido del aprendizaje varía en el nexo transcultural. Se sitúa en la dialéctica de la globalización de las «sociedades vivificadas»
(W. Lepenies) que han de implantarse mediante la atención dialógica (valentía
para equivocarse). En distintos lugares, señala Beck, empieza a hablarse de una
transnacionalización de los procesos formativos (universitarios) y de que son necesarios los currículos («estudios de carácter global»). De este modo se contribuiría a comprender y dominar las dificultades de la comunicación transcultural
y de los conflictos para los estudiantes. También podría servir para facilitar a
los estudiantes un mapa cognoscitivo que les permitiera comprender la multidimensionalidad y evitar los fallos en la vida y actos «glocales». A este respecto,
ya no es suficiente, en la época de la individualización, educar a los jóvenes en
la «interiorización flexible de las normas existentes» (Kohlberg), sinó que se ha
de profundizar más. Se require, como dice Michael Brater217, «la formación del
propio yo como centro de orientación y acción. Todo joven ha de aprender hoy a
dirigir su vida a partir de sí mismo, a situar en un proceso abierto su aprendi-
215
216
217
Por ejemplo: «...se deriva una única consecuencia: ¡abrir finalmente el debate...!» «El choque
de la globalización [...] provoca paradojas y exigencias [...] Ello ha de romper el viejo esquematismo...» «Pero ¿cuáles son las respuestas políticas que pueden [¿deben?] perfilarse ante la
globalidad?» (U. Beck: Was ist Globalisierung?, p. 217).
R. Kahl: «Globalisierung zwingt zu einer Reorientierung des Lernens», en taz de 4-8-1997
[nota de Beck].
Michael Brater: «Schule und Ausbildung im Zeichen der Individualisierung», en U. Beck
(comp.): Kinder der Freiheit, p. 153 [nota de Beck]. Véase también el libro, redactado por
Michael Brater y Claudia Munz: Zusammenarbeit von Schule und Handwerk. Chancen und
Wirkungen einer Öffnung von Schule für die Arbeitswelt, editado por la Gesellschaft für Ausbildungsforschung und Berufsentwicklung e.V. (GAB), Weinheim, Deutscher Studien Verlag,
1996, sobre experiencias de formación profesional abierta.
TEORÍAS SOBRE SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN
685
zaje y experimentación»218 (en el siguiente epígrafe se exponen las afirmaciones
de Brater aludidas por Beck). En el siguiente pasaje, Beck replantea la articulación entre la analítica de la sociedad del riesgo, la política educativa y la
educación formal:
Permítanme hacer una afirmación que se puede generalizar muy bien y se basa en un amplio consenso,
la cual quizás pueda serles útil para su propio trabajo. Hay un amplio consenso entre todos los que yo conozco y con quienes discuto, sobre la siguiente consecuencia: si es que existe alguna respuesta que considera
esta situación de inseguridad, de riesgo, de la biografía autoconstruida, esa es la educación, la capacitación,
el énfasis en el sistema educativo. Es decir, el recorte de los presupuestos de las instituciones educativas
sería nefasto. Justamente, cuando aparecen tendencias a reducir los presupuestos para educación y otros
proyectos para jóvenes, se puede argumentar con esto: en vistas a estas nuevas tendencias sociales, es
clave que el sistema educativo se fortalezca.
Pero, qué tipo de educación y para qué vamos a educar y formar, hacia qué actividades o profesiones.
Una formación que apunte a categorías de profesionales o de puestos de trabajo, ya no es adecuada. Si bien
sigue siendo importante tener experiencias o habilidades profesionales para distintos trabajos, no hay que
limitarlo a ciertas categorías de trabajo. Es decir, lo que exigen las empresas, es que los institutos de formación técnica se orienten exactamente hacia lo que ellos necesitan; eso es muy contraproducente, porque
nadie sabe cómo van a ser las empresas y el mercado laboral en diez años; lo que hoy se considera como un
trabajo del futuro, mañana ya puede haber sido objeto de racionalización. Y eso es una situación demostrada
en las investigaciones empíricas: la educación debiera reformarse de tal manera de no apuntar a preparar
profesiones exactamente determinadas y definidas; también debiera apoyar a los jóvenes a enfrentar el
manejo de todas estas inseguridades. Es decir, qué habilidades, qué calificaciones necesita uno para poder
organizar la propia vida bajo estas condiciones de inseguridad y cómo podemos organizarnos y comprometernos políticamente bajo estas condiciones de inseguridad; y cómo podemos hacer esto, no sólo transmitirlo
del profesor al alumno, sino también practicarlo en forma participativa y activa219.
Con una semejante preocupación por vincular los análisis de Beck con la fundamentación de la educación de personas adultas220 se pueden encontrar algunas contribuciones de Ramón Flecha, profesor de la Universidad de Barcelona,
y otros investigadores agrupados en el Centre de Recerca Social i Educativa
(CREA), como las profesoras Lídia Puigvert, de la misma universidad, o Carmen
Elboj, de la Universidad de Zaragoza. Relacionado con este centro es preciso
mencionar también a José Manuel Asún, sacerdote escolapio especializado en
educación de personas adultas221.
218
219
220
221
U. Beck: Was ist Globalisierung?, p. 230-232; trad. cast. cit., pp. 191-192. Sobre la «transnacionalización de los procesos formativos», véase: Gema Torres; F. J. Hernàndez (ed.): Los sistemas
de cualificación profesional, Alzira, Germania, 2000.
Página www.interjoven.cl, que recoge un «café-diálogo» con U. Beck, con el título: «La sociedad
de riesgo y los jóvenes» (30 de septiembre de 1999).
Véase también el artículo de T. Jansen; R. van der Veen: Reflexive modernity, self - reflective
biographies: adult education in the light of the risk society, en: International journal of lifelong
education, vol. II, núm. 4, (1992), pp. 275 - 286.
Véase: «La propuesta de Ulrich Beck y la educación de adultos», en Comunidad educativa.
Revista de actualizacion docente, publicada por el Instituto Calasanz de Ciencias de la Educación, ICCE, núm. 255, diciembre de 1998, p. 40 y ss. José Manuel Asun ha publicado recientemente, junto con Matthias Finger: Adult Education at the Crossroads. Learning Our Way Out,
686
FRANCESC J. HERNÁNDEZ - JOSÉ BELTRÁN - ADRIANA MARRERO
c) Las mujeres y los barcos que se hunden
Tras lo que considera «la igualación revolucionaria de las oportunidades educativas», que en la ex República Federal de Alemania permitió a las mujeres,
desde 1983, superar en número a los varones entre los aspirantes al examen de
acceso a la universidad, Ulrich Beck constata que «las mujeres siguen estando sobrerrepresentadas en algunas carreras»: más del 70% de las estudiantes
universitarias escogían pedagogía, Lingüística o Ciencias del Espíritu222. Lejos
de suponer un cambio en el sistema ocupacional, la feminización de la educación, viene confirmando «la vigencia de la jerarquía sexual-estamental inversa:
cuanto más “central” es un ámbito para la sociedad, cuanto más “poderoso” es
un grupo, tanto menos representadas están las mujeres; y al revés: cuanto más
“marginal” se considera a un ámbito de tareas, cuanto menos “influyente” es un
grupo, tanto mayor es la probablidad de que las mujeres hayan conquistado en
estos campos posibilidades de ocupación»223. La vigencia de estas inquebrantables «leyes estamentales de género»224, hacen que, en el ámbito económico, las
mujeres sólo logren conquistar «barcos que se hunden»225, o al menos estén en
peligro de hacerlo226.
d) Escuela y formación bajo el signo de la individualización, según
M. Brater
¿Qué repercusiones tiene para la educación el proceso de individualización?
Sobre esta cuestión U. Beck remite a los textos de M. Brater. Antes de exponer
sus tesis, es preciso profundizar en el significado del proceso de individualización, para lo cual es posible recurrir al primer capítulo de El normal caos del
Amor, una obra escrita de manera conjunta por la pareja formada por Ulrich Beck y Elisabeth Beck-Gernsheim. En el libro se explicita que el concepto
central del argumento es, precisamente, «individualización». A propósito de la
determinación del matrimonio (como un orden ético y jurídico independiente de
la voluntad de los esposos) que realiza el Código Civil alemán del siglo XIX, los
autores explican:
La individualización significa justo el principio opuesto: la biografía del ser humano se desliga de los
modelos y de las seguridades tradicionales, de los controles ajenos y de las leyes morales generales y, de
222
223
224
225
226
obra editada por The National Institute of Adult Continuing Education (NIACE), de Londres,
2001.
U. Beck, La sociedad de riesgo, ed. cit., pp. 134-135.
Ibid., p. 135.
U. Beck y E. Beck-Gernsheim: El normal caos del amor. Las nuevas formas de la relación
amorosa, ed. cit., p. 37.
U. Beck, La sociedad de riesgo, p. 136.
U. Beck y E. Beck-Gernsheim: El normal caos del amor. Las nuevas formas de la relación
amorosa, p. 39.
TEORÍAS SOBRE SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN
687
manera abierta y como tarea, es adjudicada a la acción y a la decisión de cada individuo. La proporción de posibilidades de vida por principio inaccesibles a las decisiones disminuye, y las partes de la biografía abiertas a
la decisión y a la autoconstrucción aumentan. La biografía normal se convierte en una biografía elegida, con
todas las obligaciones y las «heladas de la libertad» (Gisela von Wysocki) que este cambio conlleva. [...]
La individualización significa que los seres humanos son liberados de los roles de género internalizados,
tal como estaban previstos en el proyecto de construcción de la sociedad industrial, para la familia nuclear y,
al mismo tiempo, se ven obligados (y esto lo presupone y lo agudiza) a construirse bajo pena de perjuicios
materiales una existencia propia a través del mercado laboral, de la formación y de la movilidad y si fuera
necesario en detrimento de las relaciones familiares, amorosas y vecinales. [...]
La individualización significa, por tanto, un fenómeno complejo, ambiguo y opalescente. Mejor dicho, la
individualización significa una transformación de la sociedad, cuya multiplicidad de significados no puede ser
arreglada ni en la realidad, ni con explicaciones de conceptos por más necesarias que sean. Por un lado,
llegan la libertad y la decisión, por el otro, la obligación y la realización de las exigencias internalizadas del
mercado. Por una parte, la autorresponsabilidad, por otra, la dependencia de condiciones que se sustraen
absolutamente a la intervención individual. Y dichas condiciones son precisamente las que causan la singularización y unas dependencias completamente diferentes: la autoobligación a la estandarización de la propia
existencia. Los individuos liberados se tornan individuos dependientes del mercado laboral y, por consiguiente, dependientes de la formación, de regulaciones sociojurídicas y de prestaciones, de planificaciones del
tráfico, de plazas y horarios de guarderías, de becas y de planes de jubilación227.
¿Qué significa esa «transformación de la sociedad» que nos hace «dependientes del mercado laboral y, por consiguiente, dependientes de la formación»?
Michael Brater, nació en 1944, precisamente el mismo año que Ulrich Beck,
con el que coincidió durante su permanencia, durante 8 años, como investigador
en la Universidad de Munich, adscrito a la unidad «Subjektorientierten Berufstheorie» (teoría profesional —o vocacional— orientada al sujeto). Brater había
realizado estudios en Munich y en Berlín. En 1980 cofundó la Gesellschaft für
Ausbildungsforschung und Berufsentwicklung (Sociedad para la investigación
educativa y el desarrollo vocacional), radicada en Munich. En la GAB, Brater
realiza investigaciones sobre métodos de formación profesional, aprendizaje en
y para la vida y para la vida laboral, aprendizaje orientado a la acción, relación
de trabajo, arte y aprendizaje, formas de gestión y administración empresarial,
etc., que producen una amplia bibliografía (véase el apartado bibliográfico posterior).
Para M. Brater, el proceso de individualización abre una serie de inquietantes interrogantes:
¿Cómo transcurre hoy [...] la juventud, cuando ya no existen reglas ni instituciones claras, cuando todos
los valores y modelos de comportamiento son abiertos y configurables, cuando «todo es posible» (Feyerabend); cuando ya ningún modelo establecido ofrece una orientación que se encarne en él de manera clara
y duradera para el desarrollo, sinó que sólo existen posibilidades no obligatorias de conceptos de vida y de
acción entre las cuales escoger; cuando tantas cosas quedan a cargo de la configuración y el arreglo individual y faltan aquellos pilares de la vida social que ofrecen seguridad?228
227
228
Según la trad. cast., Esplugues de Llobregat, El Roure, 1998, pp. 14-18.
M. Brater: «Escuela y formación bajo el signo de la individualización», en U. Beck (ed.): Hijos
de la libertad, Buenos Aires, FCE (de Argentina), 1999, p. 137.
688
FRANCESC J. HERNÁNDEZ - JOSÉ BELTRÁN - ADRIANA MARRERO
El proceso de individualización cambia «muy profundamente» el carácter y el
significado de la etapa de la juventud; y ello porque en esta etapa se modifican
cosas sustanciales:
a) La juventud pierde una referencia clara a metas y ya no puede ser evaluada en función de normas preestablecidas; la edad juvenil se convierte en un
proceso abierto desde el punto de vista evolutivo.
b) La edad juvenil ya no puede ser una «recuperación» del mundo en lo consciente, sino, más bien, una «construcción» individual de la realidad (social); el
sujeto tiene que aprender a crear individualmente el mundo, a formar su propia
biografía.
c) Se tiene que desarrollar las capacidades para la propia configuración y el
acuerdo sociales, para la realización del propio camino más allá de las metas ya
establecidas.
Las modificaciones plantean tareas provechosas. De manera prominente, el
encuentro de uno mismo, la formación de la identidad del yo, lo que requiere no
la «internalización flexible de normas» (Kohlberg), sino la formación del propio
yo como centro de atención y de orientación229, y ello bajo condiciones extremas
de incertidumbre. En síntesis:
La respuesta a las necesidades de orientación de la individualización consiste entonces en formar, a
partir de la edad juvenil, capacidades que pongan al individuo en condiciones de crearse a sí mismo orientaciones válidas230.
Se trata pues de plantear de qué manera la escuela o las agencias formativas pueden ofrecer el conocimiento, la comprensión y, también, ocasiones diversas para «hacer la experiencia» y poner a prueba y corregir sus suposiciones
y posibilidades, es decir cómo las modificaciones de la edad juvenil tienen que
traducirse en modificaciones de la escuela. El impacto del proceso de individualización sobre la institución educativa es profundo, como indica Brater:
La individualización afecta más profundamente aun a la legitimidad de existencia de la institución escuela
como instancia formativa separada. La escuela puede existir, en principio, sólo como ese lugar de aprendizaje
separado de la vida, donde las exigencias y expectativas de esta vida para la cual ella prepara están establecidas de modo unívocamente claro. Únicamente allí el aprender junto y fuera de la vida no corre el peligro
de pasar totalmente al costado de sus exigencias. Bajo las condiciones de la individualización, sin embargo,
la escuela corre fundamentalmente el peligro de convertirse en un mundo aparente, de ser anacrónica, de
introducir en sociedades que ya no existen o que sólo tienen significación para pequeñas subculturas. La
escuela de tipo convencional, bajo esas condiciones, sólo puede tener algo que ver con la vida de forma muy
puntual —por ejemplo, en el dominio de la transmisión cognitiva de determinados contenidos funcionales
229
230
Brater indica que los dos intentos funcionales de respuesta para esta tarea se han vuelto actualmente críticos, tanto el rendimiento o la competencia, como el recurso a la ciencia, mediante la cultura del entendimiento altamente desarrollada y sistematizada. Recuérdese, además,
la relación entre la psicología evolutiva de Kohlberg, criticada por Brater, y el establecimiento
de una teoría de la acción comunicativa por parte de Habermas.
M. Brater: «Escuela y formación bajo el signo de la individualización», p. 143.
TEORÍAS SOBRE SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN
689
del saber—, mientras que su significación como instancia social con tareas efectivas desde el punto de vista
evolutivo, prácticamente desaparece. Esto explica las múltiples quejas de que la escuela sea hoy tan «pesada intelectualmente» y que degenere en una pura transmisión del saber. El saber es el último fundamento
más o menos seguro en virtud del cual la escuela puede tener lugar, siempre que se trate de un puro saber
de hechos de lo que objetivamente es así. Pero este fundamento firme también se resiente, por el hecho de
que hoy el saber caduca muy rápidamente y que no existe un conocimiento de ese tipo sobre muchas áreas
que son esenciales para la juventud; como, por ejemplo, todo lo referido a las cuestiones de la orientación
personal para la acción231.
De este diagnóstico, Brater deduce las tareas centrales de la escuela en la
edad juvenil, que serían:
1ª) Acompañar el encuentro del yo.
2ª) Hacer comprensible la propia biografía como una tarea individual de configuración.
3ª) Formar las capacidades necesarias para la acción autónoma232.
Las presupuestos metódicos precisos para realizar estas tareas son:
a) La pedagogía formal, según la cual la materia tiene que dejar de ser un
objetivo para convertirse en un pretexto del aprendizaje. Se trata de seleccionar
los contenidos según el criterio de qué ejercitan (según su «efecto secundario»).
Este principio pedagógico, señala Brater, ofrece la posibilidad de desplazar el
centro de gravedad de la formación y la educación fuera de la transmisión del
saber o de la discutible socialización, hacia la formación de capacidades, hacia
el favorecimiento de las competencias del obrar autónomo a partir de sí mismo,
y no a partir de orientaciones entrenadas233.
b) En segundo lugar, el aprendizaje tendría que pasar de ser una recepción
pasiva a una experimentación y un descubrimiento autónomos. Para ello son
importantes dos momentos: una reconstrucción metódica y organizativa de la
práctica escolar y la estructuración de las situaciones de acción para favorecer
el «encuentro con uno mismo» y la «formación de la capacidad para obrar de
forma semiautónoma y autodeterminada», bajo las condiciones de la individualización234.
c) El tercer criterio es que el aprendizaje no debiera tener lugar en situaciones cognitivas especiales, sinó que debe realizarse en situaciones de acción lo
más cercanas posibles a la vida y auténticas posible, como un momento evidente
(natural) del obrar. En resumen, la demanda central a la evolución de la escuela
del futuro debiera hallarse en reintegrar la escuela a la vida, en dar lugar al
aprendizaje allí donde tiene lugar la vida235.
231
232
233
234
235
Ibid., p. 146.
Ibid., pp. 144-150.
Ibid., p. 154.
Ibid., p. 156.
Ibid., p. 160.
690
FRANCESC J. HERNÁNDEZ - JOSÉ BELTRÁN - ADRIANA MARRERO
No resulta difícil establecer las semejanzas entre los preceptos planteados
por Brater y aquellos otros contenidos en la pedagogía kantiana. La distinción
entre conocimiento histórico (cognitio ex datis) y filosófico, y el formalismo pedagógico que se deriva (aprender a aprender) se replantean, en un marco (la
sociedad de riesgo y su proceso de individualización) tan crítico que no resulta
fácil conciliar lo descriptivo con lo prescriptivo.
§36.3. EL REALISMO COSMOPOLITA, UNA NUEVA TEORÍA
CRÍTICA
a) Poder y contrapoder en la época global
En el año 2004 se han publicado los dos volúmenes finales de la trilogía sobre
el «realismo cosmopolita» (o, si prefieren, «cosmopolítico») de Ulrich Beck, que se
había iniciado con Poder y contrapoder en la época global (2002), concretamente
El punto de vista cosmopolita y Europa cosmopolita, redactado con E. Grande,
titulos provisionales a la espera de que sean traducidos al castellano236. A la
serie hay que añadir la compilación de artículos, editada por Beck y Christoph
Lau, Desfronterización y decisión, también aparecida el año pasado237. Esta trilogía representa, en conjunto, la tercera etapa de una elaboración notable
El libro de Ulrich Beck Macht und Gegenmacht im globalen Zeitalter [Poder y contrapoder en la época global] (2002) presenta un subtítulo ambicioso:
Neue weltpolitische Ökonomie [Nueva economía Política mundial], que remite
al subtítulo de El capital de Marx. Si esta obra se presentaba como la crítica de
la economía Política, la perspectiva «mundial» de Beck adopta también un tono
semejante, subrayado en el primer capítulo de la obra: «Neue Kritische Theorie
in kosmopolitischer Absicht» [Nueva Teoría Crítica en sentido cosmopolita]238.
Esta nueva Teoría Crítica se justifica con la siguiente cadena argumental:
236
237
238
U. Beck: Macht und Gegenmacht im globalen Zeitalter. Neue weltpolitische Ökonomie, Fráncfort d.M., Suhrkamp, 2002; U. Beck: Der kosmopolitische Blick, oder: Krieg ist Frieden, Fráncfort d.M., Suhrkamp, 2004, y U. Beck, E. Grande: Kosmopolitische Europa, Fráncfort d.M.,
Suhrkamp, 2004.
U. Beck, Ch. Lau (ed.): Entgrenzung und Entscheidung, Fráncfort, Suhrkamp, 2004.
El título remite tanto a la noción de «teoría crítica» acuñada por Horkheimer y desarrollada
por la Escuela de Fráncfort, como a un opúsculo kantiano, «Idee zu einer allgemeinen Geschichte in weltbürgerlicher Absicht» [Idea de una historia universal en sentido cosmopolita]
(1784) (Kant Werkausgabe, XI, 33 ss., trad. cast. filosofía de la Historia, ed. cit., 39 ss.). En este
artículo, el filósofo de Königsberg establece algunos principios que tratan de descubrir en el
«curso contradictorio de las cosas humanas alguna intención de la Naturaleza», una declaración claramente dialéctica. Como afirma el último de los principios kantianos, «un ensayo filosófico que trate de construir la historia universal con arreglo a un plan de la Naturaleza que
tiende a la asociación ciudadana completa de la especie humana, no sólo debemos considerarlo
TEORÍAS SOBRE SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN
691
1) Beck introduce la noción de «metajuego de la política mundial» (Metaspiel der Weltpolitik), que significa: a) Que el juego239 conjunto de instituciones y
organizaciones se ha transformado, y ya no es posible distinguir más que tres
organizaciones en la política mundial: Estados, actores de la economía mundial
y actores de la sociedad civil global. Frente a la «lógica de las consecuencias
esperadas» (James March y Johan Olsen240) y la «lógica de la adecuación» (Krasner241), la teoría del metajuego introduce la «lógica de la transformación de las
reglas», lo que significa que «El viejo orden institucional internacional de Estados nacionales no es ningún dato ontológico, sinó que consiste, por su parte, en
un juego. La relación de las instituciones y las organizaciones se ha invertido.
Las instituciones ya no proporcionan el espacio y los límites, en los que las
organizaciones actúan políticamente»242. b) Se produce una segunda gran transformación243: «la globalización y no “el Estado” define y transforma el terreno de
juego de la acción colectiva»244.
2) El viejo juego ya no resulta posible. La globalización significa dos cosas: se
inaugura un nuevo juego, cuyas reglas y conceptos fundamentales tornan irreal
el viejo juego, que ya no puede seguir jugándose. El empleo de muchas nociones,
como, por ejemplo, «Estado nacional», «sociedad industrial nacional», «capitalismo nacional» o «Estado de bienestar nacional», ya no resulta posible. «La política significa desfronterización [entgrenzt] y desestadización [entstaatlicht], lo
que trae como consecuencia la emergencia de nuevos jugadores, nuevos papeles,
nuevos recursos, reglas desconocidas, nuevas contradicciones y conflictos245.
3) La transformación de las reglas y la aparición de nuevos jugadores, trae
como consecuencia un cambio en el papel del contrapoder. En el viejo juego de
«capital» contra «trabajo», la relación entre el poder y el contrapoder se concebía
según la dialéctica del amo y el esclavo246. El núcleo del contrapoder es la huelga
organizada. Por el contrario, en la sociedad civil global el contrapoder consiste
en la figura del consumidor político, que se encuentra más allá de la dialéctica
239
240
241
242
243
244
245
246
como posible, sinó que es menester también que lo pensemos en su efecto propulsor». (A 407,
XI: 47, trad. cast. cit., p. 61).
La noción de juego remite (y critica) la obra de Helmut Plessner.
J. G. March; J. P. Olsen: Rediscovering Institutions: The Organizational Basis of Politics, New
York, Free Press, 1989.
S. D. Krasner: Sovereignty. Organized Hypocrisy, Princenton (N.J.), Princenton University
Press, 1999.
Ulrich Beck: Macht und Gegenmacht im globalen Zeitalter, p. 22.
Beck se refiere a la obra de Karl Polanyi The Great Transformation (1941).
Ulrich Beck: Macht und Gegenmacht im globalen Zeitalter, p. 23.
Ibid., p. 24. Hemos traducido enstaatlicht por «desestadización» para evitar la connotación
de «privatización» que tiene el término «desestatalización», que no corresponde al sentido del
análisis de Beck.
Véase la Fenomenología del Espíritu de Hegel.
692
FRANCESC J. HERNÁNDEZ - JOSÉ BELTRÁN - ADRIANA MARRERO
del amo y el esclavo247. El «ejército de no-compradores» no está, a diferencia
de la fuerza de trabajo, recluido espacio-temporalmente. Las protestas de los
consumidores son transnacionales, porque la sociedad de los consumidores es la
sociedad mundial realmente existente248.
4) El Estado se transforma en un Estado cosmopolita, una simbiosis de sociedad civil y Estado. Se produce una transnacionalización en un doble sentido: el
inauténtico, que mantiene el papel de los Estados nacionales y apela a «nuevas razones de Estado» (como sucede en el caso de algunos Estados en su relación con la
OMC o la OTAN); y el auténtico, que rompe con la axiomática del Estado nacional.
5) Los grupos terroristas se convierten en nuevos actores globales.
6) El poder político ha percibido aún más la civilización de riesgo. El peligro
terrorista hace emerger la promiscuidad del poder.
7) Todo ello plantea la cuestión: ¿quiénes son los «jugadores»? La respuesta
de Beck es: No hay jugadores; se convierten en jugadores aquellos grupos que
precisamente juegan el metajuego249. Los actores se constituyen, se organizan,
en el juego, como parte del juego. De la lógica del metajuego deriva una asimetría de poder de la capacidad estratégica de capital, Estado y sociedad civil
global.
8) Se produce también un cambio de paradigma de la legitimidad.
9) El discurso de la globalización puede recaer en un empirismo ciego. Por
ejemplo, con la construcción de indicadores falsos, que parten de la premisa de
la distinción «nacional-internacional», y mantienen la lógica de la perspectiva
nacional: es precisa una crítica y un cambio de la perspectiva empirico-metodológica, del paradigma del nacionalismo metodológico, por el cosmopolitismo
metodológico.
Ello conduce a postular una Nueva Teoría Crítica en sentido cosmopolita:
La distinción entre el punto de vista nacional y el cosmopolita tiene que ser sometida a la diferenciación
habitual entre la perspectiva de la acción de los actores —punto de vista nacional— y la perspectiva del
observador científico —nacionalismo metodológico—. La fe en el Estado nacional descansa en las siguientes
premisas, frecuentemente implícitas: La sociedad es equiparada a la sociedad nacional; los Estados y sus
gobiernos constituyen el punto crucial del análisis de la ciencia política De ello se sigue que la humanidad
está dividida en un número finito de naciones, que se organizan hacia el interior como Estados nacionales, y
hacia el exterior en un sistema de relaciones internacionales que los limita mutuamente. Más aún: la limitación hacia el exterior o incluso la competencia mutua entre los Estados nacionales representa el principio de
organización fundamental de lo político. La fe en el Estado nacional resulta fundamentada, en particular, por
la doctrina política refleja, según la cual la democracia sólo se realiza en el Estado nacional; más aún: sólo
allí es realizable: Sin Estado nacional no ha democracia, por ello, en la «constelación postnacional» —frente
al argumento de Habermas (1999)— la democracia peligra.
247
248
249
Estas afirmaciones de Beck son susceptibles de recibir la crítica de eurocentrismo, que ya se
comentó anteriormente.
Ulrich Beck: Macht und Gegenmacht im globalen Zeitalter, p. 28.
«Die Spieler sind nicht, sie werden durch das Metaspiel zu Spielern gemacht». (Ibid., p. 38).
TEORÍAS SOBRE SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN
693
En ningún caso se puede confundir el nacionalismo metodológico con el nacionalismo normativo. Aquél
está vinculado con la perspectiva del observador de las ciencias sociales, y éste con la perspectiva de la
acción de los actores políticos. Para la primera modernidad se podría constatar, en este sentido y de manera
característica, una fusión entre el punto de vista nacional de la acción de la política estatal y el nacionalismo
metodológico de las ciencias sociales. Ello consistía en una «relación valorativa nacional», en el sentido de
Max Weber, que se aplicaba la «ámbito objetual» de la investigación científico-social y a ésta misma.
Esta armonía encubierta, y por ello ultraestable, que rige el punto de vista valorativo y los presupuestos
ocultos de lo social y de lo científico-social, ya no resulta válida, de manera patente, para el tránsito a la
segunda modernidad. Aquí tienen que ser distinguidas dos constelaciones: la irrupción y el avance en el
«punto de vista cosmopolita» y el «cosmopolitismo metodológico», no sólo en el campo de los jugadores
políticos (ONGs, partidos políticos, organizaciones y convenios supranacionales), sinó también en el campo
de las ciencias sociales. En cambio la mayoría —la mainstream— tanto en la arena de la política nacional,
como en la ciencia política nacional actúa, es decir, investiga continuamente en la axiomática del punto de
vista nacional.
Por lo tanto, aquí irrumpen las disonancias a través de la distinción de las perpectivas de la acción y del
observador, de la política y de la ciencia política, que, en cualquier caso, sólo podría ser percibida más allá
del punto de vista nacional con la consecución, con el establecimiento de una perspectiva cosmopolita. La
ciencia-zombie del punto de vista nacional, que piensa e investiga según las categorías de acción internacional, diálogo internacional, soberanía nacional, comunidades nacionales, de «pueblo del Estado» [Staatsvolk],
etc., se convierte en la ciencia-de-la-irrealidad de una «sociología nacional»: igual que a la economía nacional, a la sociología nacional se le ha acabado la cuerda. Por ello, no se ha reconocido ni se ha investigado
en qué medida las formas de vida transnacionales, los transmigrantes, las élites globales, las organizaciones
supranacionales y las dinámicas determinan las relaciones en y entre los depósitos de poder [Machtbehältern] de los Estados nacionales.
No resulta menos importante distinguir entre la (pseudo)oportunidad de éxito del cosmopolitismo metodológico y la (pseudo)oportunidad de éxito de un régimen cosmopolita. Por lo menos la posibilidad, que resulta
pensable, de que un cambio de horizonte del nacionalismo metodológico en un cosmopolitismo metodológico
logre la fuerza de persuasión, sin la cual no tendría nada que decir sobre las posibilidades de éxito de una
cosmopolitización del Estado y de las sociedades. Por lo tanto: un optimista del cambio de punto de vista
puede ser mucho mejor que un pesimista del cambio político. Precisamente por ello resultaría ingenuamente
ridículo que por un cambio de paradigma científico se infiriera una apertura cosmopolita de los Estados.
Si se distingue, por un lado, la acción política y la ciencia política y, por otro lado, se diferencia entre el
punto de vista nacional y el cosmopolita, e incluso entre el nacionalismo metodológico y el cosmopolitismo
metodológico, entonces resulta una tabla con cuatro celdas: (1) Estado nacional centrado; (2) ciencia zombie
de lo nacional; (3) crítica cosmopolita de la sociedad, la política, la sociología y la ciencia política centradas en
el Estado nacional: Nueva Teoría Crítica; (4) «Estado cosmopolita»; «régimen cosmopolita», etc.
Tabla 1. Cambio de punto de vista y de paradigma de la modernidad y la ciencia social nacionales a
cosmopolitas
Acción política
Punto de vista nacional
Ciencia
política
Punto de vista cosmopolita
Nacionalismo Intelección centrada en el Estado naci- Ciencia zombie de lo nacional: sociolometodológico
onal de la sociedad y de la política en la gía nacional falla con la transnacionalizapraxis política y en la ciencia política
ción
Cosmopolitismo Crítica cosmopolita de la sociedad y la
metodológico
política, la sociología y la ciencia política
centradas en el Estado nacional: Nueva
Teoría Crítica
La sociedad cosmopolita y sus enemigos: ¿qué significa el Estado cosmopolita, el régimen cosmopolita, el Estado
vigilante transnacional?
694
FRANCESC J. HERNÁNDEZ - JOSÉ BELTRÁN - ADRIANA MARRERO
La verosimilitud de estas variantes de desarrollo de la política y de la ciencia política pueden ser juzgadas
en general de modos muy diferentes. Sería posible, a modo de ejemplo, mantener ambas variantes: tanto la
irrupción inmediata del Estado cosmopolita como la ciencia social cosmopolita, pero ello resulta improbable.
Considerar a ambas de manera verosímil, es decir, afirmar la irrupción inmediata del Estado cosmopolita y de
la ciencia social cosmopolita, excedería la capacidad de optimismo de la mayoría. En cualquier caso, lo que
se mantiene de la consideración global pesimista como la tarea previsible del futuro es la consecución del
cosmopolitismo metodológico sin el avance político real en la Era del Estado cosmopolita. Pero ello significa,
en todo caso, el momento del nacimiento de una Nueva Teoría Crítica en sentido cosmopolita250.
Esta Nueva Teoría Crítica es una Teoría Crítica de las desigualdades sociales. Afirma Beck:
A la cuestión de qué legitima las desigualdades sociales son posibles por lo menos dos respuestas: el
principio del mérito [Leistungsprinzip] y el principio del Estado nacional. La primera respuesta es conocido,
elaborado y criticado, que procede a la autointelección de las perspectivas nacionales y se refiere a las
desigualdades internas, dentro del Estado. La segunda respuesta se abre al espacio de referencia de las
perspectivas cosmopolitas y se refiere a la «legitimación» de las desigualdades globales. De ello se sigue que
sólo en el cambio sistemático entre las perspectivas nacional y cosmopolita son reconocibles los mayores
puntos ciegos —y las fuentes de error— del nacionalismo metodológico de la investigación de la desigualdad, ya que únicamente en el espacio de una tal Nueva Teoría Crítica de las desigualdades sociales pueden
quedar patentes las asimetrías fundamentales de la percepción de la desigualdad parcial del punto de vista
nacional, tanto en la perspectiva social como en la de las ciencias sociales. Ello ilumina en qué consiste el
«mérito legitimatorio» del Estado nacional, a saber, en que dirige la atención exclusivamente a su interior y,
con ello, destierra las desigualdades globales de círculo de atención de los (relativamente) privilegiados.
Tabla 2. La sociología de las desigualdades sociales en la oposición entre las perspectivas nacionales y
cosmopolitas
Situaciones sociales
Grandes desigualdades (globales)
Legitimación
Punto de vista nacional
Irrelevante, inexistente
Pequeñas desigualdades (en el
Estado nacional)
Principio de mérito
Punto de vista cosmo- Principio del Estado nacional: Ex- Principios del Estado nacional de
polita
clusión de los excluidos
la construcción irrelevante de las
desigualdades globales
Tiene plenamente sentido, dicho esto desde el punto de vista espacial, diferenciar entre grandes desigualdades (que se pueden diferenciar nuevamente en desigualdades transnacionales, supranacionales, internacionales y globales) y pequeñas desigualdades. «Pequeñas» son las desigualdades internas de los Estados
nacionales, que los hombres y los grupos confundidos tienen buenas razones para que se les presenten
como grandes, porque aunque sean pequeñas desde la perspectiva cosmopolita, vienen a coincidir con el
cono de luz que proyecta el Estado nacional en su autodescripción, su autoatribución y su autocontrol.
El principio del mérito asigna las desigualdades al interior del Estado y, al mismo tiempo, las legitima.
Por ello, el paradigma es la clausura: todos entran como iguales y salen como desiguales (con una ubicación
distintiva en la jerarquía de las notas). Con la ayuda del principio del mérito pueden los ingresos, por ejemplo,
250
Ulrich Beck: Macht und Gegenmacht im globalen Zeitalter, pp. 50-54.
TEORÍAS SOBRE SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN
695
ser divididos de manera desigualitaria y legítima. Por el contrario, quien habla desde el principio del Estado
nacional como «legitimación» de las desigualdades sociales, piensa que las desigualdades globales desaparecen en el enfoque del Estado nacional de las desigualdades nacionales —legitimación por ocultamiento
[Ausblendung]: Las grandes desigualdades son desterradas más allá del punto de vista nacional. De ello
se sigue que las grandes desigualdades podrían aumentar, manteniéndose en la irrelevancia y la irrealidad
institucionalizadas y siendo «legitimadas». Por ello, no se trata de una no-tematización de las desigualdades
globales, sino de una tematización de las «pequeñas» desigualdades nacionales, que legitiman las grandes
desigualdades.
La distinción de «grandes» y «pequeñas» se refiere, por lo tanto, al espacio de percepción y al tamaño
de la población. Naturalmente, esta ley de la exclusión desde el punto de vista del Estado nacional supone
un agravamiento de la desigualdad global. De manera no general, excluye del particularismo nacional del
Estado principios y percepciones universales. De ello se trata: El punto de vista del Estado nacional «libera»
del punto de vista de la miseria del mundo. Funciona según el modelo de la doble exclusión: excluye a los
excluidos. Resulta sorprendente la manera estable en que las grandes desigualdades que padece la humanidad, mediante la complicidad tácita entre la autoridad estatal y la ciencia social fijada estatalmente han sido
legitimadas por la no-percepción organizada251.
Mientras que el principio del mérito hace posible una legitimación positiva de las «pequeñas» desigualdades, el principio del Estado nacional efectúa una «legitimación» negativa de las grandes desigualdades.
Legitimación «positiva» significa que el principio del mérito aporta una legitimación reflexiva y recíproca a la
validez; es decir, que —en principio— las desigualdades sociales podrían encontrar el consentimiento de los
subprivilegiados. El Estado nacional es un principio que busca en las tinieblas la elaboración jurídica [Rechtfertigung] de las desigualdades globales. El principio del Estado nacional consiste en la no-reflexión, no en
la reflexión como el principio del mérito. La legitimación negativa mediante el silencio y el apartamiento de la
mirada institucionalizados es en definitiva un consentimiento sin legitimación, que excluye el consentimiento
como tal, y que es el consentimiento usado en la mayoría de los casos: de los pobres, los humillados y los
excluidos. El Estado nacional no legitima precisamente las desigualdades globales. Antes bien, destierra las
desigualdades globales no-legitimadas del horizonte y, por ello, las estabiliza. Históricamente, ello incluye lo
siguiente: el Estado nacional europeo es el olvido institucionalizado del colonialismo y del imperialismo, a los
que debe su ascensión. Sin embargo, ¿qué estabilidad proporciona esta «legitimación» negativa por medio
del silencio respecto a la permeabilidad creciente de las fronteras? ¿qué desestabiliza? Se pueden distinguir
adicionalmente cuatro principios de la construcción de la irrelevancia y de la irrealidad del punto de vista del
Estado nacional:
Primero, el principio de la fragmentación y la imputabilidad desde el punto de vista del Estado nacional
de las desigualdades globales: Mientras no haya una competencia global y una instancia de observación de
las desigualdades globales, éstas se desintegrarán en un patchwork [Flickerteppich] de desigualdades desde
la perspectiva del Estado nacional. [...]
Segundo principio: La percepción de las desigualdades sociales presupone normas de igualdad. En la
perspectiva del Estado nacional, la estabilidad, dadas las grandes desigualdades que tienen que ser excluidas de ella, consiste en la vigencia de normas de igualdad nacionales, ya sean definidas de manera cultural
o étnica, jurídica o política. La objetividad de las desigualdades sociales globales no resulta cuestionada
políticamente mientras estas desigualdades se mantengan la zona de sombra de las normas institucionalizadas de igualdad. [...] Estos principios nacionales de la inclusión y la exclusión determinan y estabilizan las
fronteras de la percepción de las desigualdades sociales.
Esto lleva a un tercer principio, a saber, la incomparabilidad entre las naciones de las desigualdades
sociales. El punto de vista nacional y el «mérito funcional» del Estado nacional, al legitimar las desigualdades
251
En este párrafo, el término «libera» alude a la exigencia metodológica weberiana y la noción
«no-percepción organizada» se presenta como análoga a la «irresponsabilidad organizada».
Ambas connotaciones ya han sido comentadas anteriormente (nota de los autores).
696
FRANCESC J. HERNÁNDEZ - JOSÉ BELTRÁN - ADRIANA MARRERO
sociales, consiste, y no en último lugar, en que la comparación politizante sólo puede ser realizada intranacionalmente, y nunca internacionalmente. [...]
En la función de legitimación mencionada no se agota de ninguna manera el papel del Estado nacional
en el sistema de las desigualdades globales. El cuarto principio afirma: el encegamiento justifica la inacción;
o son legítimos aquellos actos que agravan las grandes desigualdades porque estos efectos «externos» al
punto de vista nacional se traducen en una irrealidad predeterminada y en la correspondiente irrelevancia
electoral. Por lo tanto, la manera exclusiva con la que han sido tematizadas las desigualdades sociales
como desigualdades del interior hace posible una política global de la dispersión, en la que los riesgos son
externalizados, cargados en terceros países débiles, mientras que tienen que ser maximizadas las ventajas
en los ámbitos nacionales. [...]
Todos los principios —el orden mundial del Estado nacional fragmenta las desigualdades globales; las
normas de igualdad nacional excluyen las desigualdades globales; la comparabilidad intranacional de las
desigualdades asegura la incomparabilidad internacional; la irrelevancia predeterminada de las grandes desigualdades— posibilitan a los Estados nacionales ricos y poderosos que los riesgos de sus decisiones recaigan en los Estados pobres, una práctica, que además ha resultado estabilizada, que la perspectiva de la acción nacional ha confirmado y reforzado mediante el nacionalismo metodológico de las ciencias sociales252.
Se configura así la tarea de la Nueva Teoría Crítica:
En la época global, para una Nueva Teoría Crítica en sentido cosmopolita se presenta una tarea clave:
tiene que abrir y derribar el muro, levantado en los sistemas de categorías y las rutinas de investigación,
del nacionalismo metodológico de las ciencias sociales, para, por ejemplo, mover al campo visual el papel
legitimatorio del Estado nacional en el sistema de las grandes desigualdades. Los mapas establecidos intranacionales de las desigualdades sociales están pintados de manera elegante, muy detallada, y permiten,
en general, llegar a gestionar el potencial de intranquilidad de los sectores anteriormente privilegiados de la
población que se genera en ellas. Pero los dragones de los grandes mundos de desigualdad, desconocidos
e investigados de manera totalmente insuficiente, ya no son por más tiempo motivos decorativos que adornan los márgenes. La creencia en el Estado nacional, los cuentos nacionales, que dominan los comentarios
públicos y la investigación académica, podrían ciertamente no ser escuchados o ser ignorados. Sin embargo,
como muy tarde desde el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001, ha quedado muy claro que la
perspectiva a través del muro de percepción, que separa las «grandes» de las «pequeñas» desigualdades se
equipara al punto de vista en la embocadura de un fusil.
Finalmente, la Nueva Teoría Crítica es también una teoría autocrítica. Afirma la exigencia de que sólo el
punto de vista cosmopolita coloniza con realidades los abismos que amenazan en el comienzo del siglo XXI.
La Teoría Crítica pregunta por las contradicciones, dilemas y consecuencias marginales, imprevistas y no
deseadas, de una modernidad que se cosmopoliza y obtiene su poder de definición crítico de la tensión entre
la autodescripción política y su observación científico-social. La tesis afirma que el punto de vista cosmopolita
abre espacios de acción y estrategias de acción que el punto de vista nacional cierra. Esta interpretación
gana en plausibilidad mientras el espacio de acción, que el punto de vista cosmopolita abre, se opone a la
pérdida de alternativa que ha sido diagnosticada en la perspectiva nacional tanto por los actuantes como por
la ciencia.
En este sentido, se pueden distinguir cuatro grandes errores, cuya prueba es la tarea de la Nueva Teoría
Crítica: descubrir y denominar las formas y las estrategias del tornarse invisibles de las realidades cosmopolitas; criticar la circularidad nacional, que dice descubrir que la nacionalización o etnicización de las perspectivas de acción nunca justifica el nacionalismo metodológico de las ciencias sociales; vencer la ahistórica
eternización de los mundos conceptuales y las rutinas de investigación de las ciencias sociales mediante formación de conceptos y estrategias de investigación alternativas; incluso animar y realizar una contribución a
252
Ulrich Beck: Macht und Gegenmacht im globalen Zeitalter, pp. 55-62.
TEORÍAS SOBRE SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN
697
la re-imaginación de lo político, es decir, generar y hacer efectiva la diferencia entre el punto de vista nacional
de los actuantes políticos y el punto de vista cosmopolita de las ciencias políticas y sociales253.
En el resto del libro, Beck realiza una crítica del punto de vista nacional (cap.
2), y una explicación del cambio de reglas de la «política interior mundial», en
torno a la limitación de la economía, la Política y la sociedad (cap. 3). Describe
las estrategias en lo económico (las estrategias del capital, cap. 4) y en lo político (estrategias entre la renacionalización y la transnacionalización, cap. 5);
así como las estrategias de los movimientos sociales (cap. 6). Finaliza con dos
capítulos, uno sobre el cambio de formas y conceptos del Estado y de la Política
en la segunda modernidad (cap. 7) y otro, el último, titulado «pequeña oración
fúnebre en la cuna de la época cosmopolita» (cap. 8).
b) El punto de vista cosmopolita, o guerra es paz
En El punto de vista cosmopolita, o guerra es paz254 el sociólogo muniqués
ha desarrollado el punto de vista cosmopolita o cosmopolítico, en camino a una
nueva sociología255. Su emergencia corresponde a una tercera fase en la consideración de la «globalización»: negación, precisión conceptual e investigación
empírica256 y, en tercer lugar, giro epistemológico257. Este giro viene reclamado
porque el «punto de vista nacional» ha sido «desencantado, desontologizado, historizado, desnudado de su necesidad interna»258. Emerge el cosmopolitismo, que
también presenta diversas formas: el cosmopolitismo normativo o filosófico (que
defiende la armonía más allá de las fronteras culturales o nacionales), el cosmopolitismo analítico-empírico (la perspectiva descriptivo-analítica de las ciencias
sociales) o el cosmopolitismo «realmente existente» (la cospomolitización de la
realidad), fruto de la emigración de una idea de la razón a la realidad.
El punto de vista cosmopolita se sustenta provisionalmente, según Beck,
cinco principios constitutivos: en primer lugar, la experiencia de crisis de las
sociedades mundiales, que permite que se perciba su interdependencia, la «comunidad de destino civilizatorio»; en segundo lugar, el reconocimiento de las
diferencias de las sociedades mundiales, y el carácter conflictivo que se sigue
de él; en tercer lugar, la empatía cosmopolita, que supone la capacidad de intercambiar perspectivas; el cuarto, que una sociedad mundial sin fronteras resulta
«invivible», porque se genera un impulso para fijar nuevas-viejas fronteras; por
253
254
255
256
257
258
Ulrich Beck: Macht und Gegenmacht im globalen Zeitalter, pp. 66-68.
U. Beck: Der kosmopolitische Blick, oder: Krieg ist Frieden, Frankfurt, Suhrkamp, 2004.
Un juego de palabras con el subtítulo de La sociedad del riesgo (1986), que utilizan A. Poferl y
N. Sznaider, en su estudio Ulrich Becks kosmopolitisches Projekt. Auf dem Weg in eine andere
Soziologie, Baden-Baden, Nomos, 2004.
Por ejemplo, el estudio de Beck sobre la globalización, ya citado.
U. Beck: Der kosmopolitische Blick, oder: Krieg ist Frieden, p. 29.
Loc. cit.
698
FRANCESC J. HERNÁNDEZ - JOSÉ BELTRÁN - ADRIANA MARRERO
último, el quinto, el principio de la mezcla, según el cual las culturas y las tradiciones locales, nacionales, étnicas y religiosas, y cosmopolitas, se interpenetran,
se vinculan y se mezclan.
Como corresponde a su pretensión de establecer una nueva teoría crítica
Beck tiene que tomar posición respecto a la noción de Auschwitz. Recuerda precisamente que el calificativo «cosmopolita» implicaba la sentencia de muerte en
los campos de exterminio nazis y un final análogo en el gulag: «Los nazis decían
judíos y pensaban cosmopolitas; los estalinistas decían cosmopolitas y pensaban
judíos»259. Y apela a Imre Kertész para «invertir» el dictum de Adorno de que,
después de Auschwitz, no se puede escribir ningún poema. «Yo la variaría, en
un mismo sentido amplio, diciendo que después de Auschwitz ya sólo pueden
escribirse versos sobre Auschwitz». El horror del holocausto «se amplía para
convertirse en el ámbito de una vivencia universal»260. Es la estación término
de las grandes aventuras, a la que se arriba tras dos milenios de cultura ètica
y moral, cuyo efecto traumático domina décadas del arte moderno y anima la
fuerza creativa humana actual: «reflexionando sobre Auschwitz, tal vez de manera paradójica, pienso más pronto sobre el futuro que sobre el pasado»261. Por
ello, habla el premio nóbel húngaro del holocausto como «cultura».
Se podría objetar que la condena del cosmopolitismo en el sistema simbólico
totalitario pudiera ser contingente y el uso del término cultura que realiza Kertész se basa en una analogía, y en cualquier caso soslaya la dialéctica de la ilustración o, incluso, la crítica a la industria cultural de la Escuela de Frankfurt,
pero esto no afecta el núcleo de la cuestión. El asunto para la investigación social autocrítica sería más bien qué determinación se encuentra en el campo de
exterminio que está presente en los peligros de las tecnociencias y emerge en la
situación actual en que «la guerra es la paz», y cómo esa determinación permite
cuestionar los fundamentos de la ciencia social «zombie».
Se trata, pues, de actualizar la vinculación que establece Marx entre la representación del movimiento real del capital y la crítica de la economía política.
Si aquella representación crítica la disciplina no lo es porque represente otra
economía (otro modelo económico, se dice actualmente), sino porque pone en
evidencia el vínculo entre la autogeneración cíclica del capital y la heteronomía
del tiempo social, donde los supuestos sujetos (las clases) devienen objetos (de la
autovalorización del trabajo muerto) y viceversa.
El «campo» de exterminio es el paradigma de la heteronomía del espacio
social y los peligros vinculados a las tecnociencias posteriores a la II Guerra
Mundial se caracterizan precisamente por poder afectar ese espacio (peligro
259
260
261
Ibid., p. 9.
Imre Kertész: Un instante de silencio en el paredón. El holocausto como cultura, pp. 66 y 69.
Imre Kertész: Die exilierte Sprache, Frankfurt, Suhrkamp, 2003, pp. 2, 51 y 255, cit. Beck: Der
kosmopolitische Blick. Este libro de Kertész, El lenguaje exiliado, es una antología de textos,
algunos de los cuales también se encuentran en Un instante de silencio en el paredón.
TEORÍAS SOBRE SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN
699
como posibilidad —a priori— de un daño, frente a riesgo como probabilidad —a
posteriori— del mismo, una noción que aparece en la baja Edad Media). Incluso
en esos casos se podría establecer un cierto vínculo teórico entre la generación
de plusvalor que realiza la heteronomía del tiempo social y la eliminación de
«minusvalor» (con la forma clásica de la dispersión del residuo) propia de la
heteronomía del espacio social que efectúan las tecnociencias del peligro, no
menos cíclicas que aquélla. La conciencia de que el espacio social es objeto de
un dominio inédito es la que erosiona irreversiblemente la representación de los
Estados nacionales como contenedores de poder (la guardia fronteriza de Bielorrusia bien poco pudo hacer frente a la nube radioactiva de Chernóbil, la judicatura latinoamericana no incoa sumarios por el agujero de la capa de ozono,
etc.). Ahora bien, no todo lo que es presentado como un riesgo, incluso como una
amenaza terrorífica, representa un peligro objetivo (como insiste en defender en
sus documentales Michael Moore), y si lo es, no siempre determina una heteronomía cíclica del espacio social. Sin embargo, aquello que sí que representa tal
heteronomía gravita de manera cada vez más amenazante.
c) La europa cosmopolita
Siguiendo su misma síntesis, el primer libro de la trilogía, Poder y contrapoder en la época global, pone en cuestión la legitimidad del dominio en las condiciones de interdependencia global; el segundo, El punto de vista cosmopolita,
plantea los fundamentos de una ilustración cosmopolita. El tercero, redactado
por Ulrich Beck y Edgar Grande, trata de la sociedad y la política en la segunda
modernidad y ejemplifica aquellos fundamentos mediante la noción de la Europa cosmopolita.
Según Beck y Grande, el proceso de «europeización» ha atravesado un umbral crítico en el que ya se han agotado las reservas de energías políticas de
una semántica y una visión del estado-nacional en Europa. La realización del
mercado interior europeo, la ampliación al Este, en las condiciones de globalización y nuevos conflictos mundiales, se ha producido un desplazamiento de las
coordenadas de la integración europea. Esta situación no exige sólo reformas
institucionales (como el Tratado de Constitución Europea), sino pensar Europa
de manera novedosa262, una autocomprensión, que se expresa en la fórmula «Europa cosmopolita» y que tiene tres vertientes: a) una nueva narrativa, que permita ubicar y entender las realidades contradictorias de la europeización como
momentos de una empresa común de las personas europeas, y que fundamente:
b) una nueva visión de la política; y c) un nuevo concepto de integración política
(de una integración por medio de la cosmopolitización).
La noción de «Europa cosmopolita» precisa tres explicaciones:
262
U. Beck, E. Grande: Kosmopolitische Europa, p. 13.
700
FRANCESC J. HERNÁNDEZ - JOSÉ BELTRÁN - ADRIANA MARRERO
a) ¿Qué es Europa?
b) ¿Qué es el cosmopolitismo?
c) En definitiva, ¿cómo se distingue esta idea de Europa cosmopolita de otras
de la política europea?
Ad a)
Según un argumento histórico, para Beck y Grande Europa es un proyecto
político autocreado como respuesta a los regímenes de terror del s. XX, que determinan un corte en la formación de la identidad europea263. Se trata, pues, de
un proyecto autocrítico, dinámico hacia el interior y hacia el exterior, complejo,
de resultados abiertos: «no hay Europa, hay europeización».
Ad b)
El concepto de cosmopolitismo264 tiene un significado antiguo265 y otro orientado al futuro, que combina la valoración de la diferencia y la diversidad con el
esfuerzo de concebir nuevas formas democráticas del dominio político más allá
de los estados nacionales. Siguiendo a Daniele Archibugi el núcleo normativo del
cosmopolitismo se resume en tres principios: tolerancia, legitimidad democrática y efectividad. El cosmopolitismo tiene como su máxima «el reconocimiento
de la alteridad [Andersheit]. En tanto concepto científico-social, Grande y Beck
entienden que el cosmopolitismo es una forma particular de relación social con
la diversidad que se diferencia de otras formas, como la subordinación jerárquica (como forma de diferenciación vertical), la homogeneidad universalista (que
disuelve la distincíón) o nacionalista (que representa una estrategia de relación
con la alteridad según la lógica de la disyunción exclusiva —o esto o lo otro— y
no inclusiva —tanto esto como lo otro—) y el particularismo postmoderno. El
cosmopolitismo europeo es una caso especial, de carácter regional-histórico, de
la interdependencia global.
Ad c)
La idea de Europa cosmopolita es tanto un constructo teórico como una visión política. En tanto proyecto político, no es idealista, sino un proyecto de
«realismo cosmopolita» (realismo en el sentido de la teoría de las relaciones
263
264
265
Argumento desarrollado en el capítulo IV.
Que se tiene que distinguir de otras nociones como globalización, globalidad, glocalismo, globalismo, universalismo, multiculturalismo, pluralismo, imperialismo, etc.
El que se desarrolló con la Ilustración, con las aportaciones de Kant, Fichte, Schelling, Wieland, Forster, Herder, Goethe, Schiller, Heine y otros.
TEORÍAS SOBRE SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN
701
internacionales), ya que, en el caso de la integración en la UE de los Estados
nacionales, es el resultado de un cálculo de intereses racional266.
La «modernización reflexiva de Europa» se puede enunciar en la siguiente
serie de hipótesis o teoremas:
1) En el último cuarto del siglo XX se ha producido una discontinuidad fundamental en el desarrollo de las sociedades modernas, una ruptura estructural en
instituciones básicas de la política, la economía, la ciencia, etc., respecto de las
formas institucionales de la primera modernidad. «La europeización tiene que
ser comprendida y analizada como parte de este proceso amplísimo de modernización social reflexiva»: teorema de la ruptura estructural.
2) La relación de la primera y la segunda modernidad se ha de pensar de
manera no es exclusiva, sino inclusiva, según el principio de tanto-esto-comoaquello. La primera modernidad se establece según una disyunción exclusiva
(no modernidad o modernidad moderno, es decir, tradición o modernidad). La
segunda modernidad es la realización de la primera y se establece según una
disyunción inclusiva (modernidad simple o modernidad reflexiva): teorema de
Europa del tanto-esto-como-aquello.
3) El tránsito de la primera a la segunda modernidad se produce por una
dinámica de desfronterización, de radicalización de la dinámica de la modernización, que produce cambios no mediante crisis o revoluciones, sino, por decirlo
así, como el revés de los logros de la modernización simple: teorema de las consecuencias marginales.
4) El tránsito de la primera a la segunda modernidad se produce despacio,
siguiendo una dinámica particular de radicalización, de crecimiento de la ciencia, la técnica, la movilidad, los derechos fundamentales, los flujos de capital
desfronterizado, etc.: teorema de la dinámica propia.
5) El tránsito de la primera a la segunda modernidad se ha de entender no
como un cambio simple, sino como un «metacambio», un cambio en el espacio de
referencias del cambio: teorema de la autotransformación267.
Beck y Grande analizan la vertiente política del proceso de transformación268,
mediante la noción de «imperio [Empire] cosmopolítico», pero este concepto se
distingue de otras formas de «imperio» [Imperium] ya que representa un «nuevo
paradigma», que se distingue tanto de las formas de dominio estatales, como de
otras variantes de ordenación internacional. Como se sintetiza en los cuadros siguientes, que tratan de las características constitutivas del estado y del imperio
[Empire], y de las variantes de la ordenación, respectivamente:
266
267
268
U. Beck, E. Grande: Kosmopolitische Europa, pp. 38-39.
Ibid., pp. 52-53. Estos teoremas se comentan en las páginas 57-80.
Capítulo III, los cuadros cit. en pp. 94-95.
702
FRANCESC J. HERNÁNDEZ - JOSÉ BELTRÁN - ADRIANA MARRERO
Estado
Imperio [Empire]
función de dominio
seguridad interna y externa; bienestar pú- seguridad interna y externa; bienestar público
blico
lógica de dominio
fronteras firmes, duraderas y cerradas; ló- fronteras flexibles y abiertas; lógica de la
gica de la inclusión y la exclusión
expansión sin fronteras
técnica de dominio
igualdad formal de los miembros; unicidad asimetría de las formas y de los derechos
de las normas y las prestaciones; sobera- de asociación; integración diferenciada;
nía moderna
soberanía imperial
Integración/Simetría
simétrico
asimétrico
integrado
Estado mundial; integración supranacional
Imperio [Empire]
no integrado
Sistema occidental de la política internacio- Orden hegemónico
nal; cooperación intergubernamental
La cuestión de dónde y cómo se ha hecho la europeización horizontal tiene
una respuesta clara: doing Europa se efectúa (o no) en la formación y en la política de formación.
d) Europeización y educación
La política educativa ha sido durante mucho tiempo un tema tabú en los pasillos de la Unión Europea; a diferencia de la política agraria, la comercial y la
medioambiental, la política educativa tenía como ámbito más elevado el de los
Estados miembros269. A partir del Tratado de Maastricht y más concretamente
del Proceso de Bolonia, la política educativa se ha convertido en una pieza del
gobierno de la Unión270. Por una parte, se establece el reconocimiento de títulos
de grado, certificaciones profesionales, los acuerdos entre las instituciones educativas, la formación lingüística, etc., en la perspectiva de 2010. Por otra parte,
se encuentran miles de actividades en el ámbito de la formación que impulsan
la europeización desde abajo, paso a paso, como muestran los estudios de Soysal
o Popp271, mediante redes y grupos de abogados, sindicatos y asociaciones de
profesores, editores de libros y materiales escolares, etc., se produce una europeización de las ideas y los contenidos educativos.
269
270
271
Beck y Grande citan a Yasemin N. Soysal: «Locating Europe», en Europe Societies 4/3, 2002,
pp. 265-284, y Susanne Popp: «Auf dem Weg zu einem europäischen “Geschichtsbild”. Anmerkungen zur Entstehung eines gesamteuropäischen Bilderkanons» [En camino hacia una
“concepción de la historia” europea. Observaciones para una génesis de un canon de imágenes
de la Europa completa], en Aus Politik und Zeitgeschichte, 2004, volumen 7-8, pp. 23-31.
Beck y Grande citan el manuscrito de Corneli Racké: The Historical Roots of the Bologna Process, Universidad de Maastricht.
U. Beck, E. Grande: Kosmopolitische Europa, pp. 163 ss.
TEORÍAS SOBRE SOCIEDAD, FAMILIA Y EDUCACIÓN
703
Esta «subpolítica europea» ha tenido un resultado notable: las actuales obras
didácticas para la historia de Europa se sirven de un canon común que sobrepasa las fronteras de los países, compuesto por unas quince imágenes históricas,
en las que se integran las identidades y las historias272. Se trata de una didáctica de la historia no según la lógica «o esto o lo otro», sino según la perspectiva
del «tanto esto como lo otro». Se puede constatar empíricamente que desde los
años noventa se extiende este «doing Europa» en los libros de historia de Europa
Central, Occidental y Meridional, incluidos los Balcanes, que tiene como meta
una concepción de la historia europea273. De esta manera, la historia europea se
relata cada vez menos como una narración étnica o religiosa, y se procede cada
vez más con principios universalistas. Según el análisis de Soysal de los libros
de texto, «lo que cohesiona a Europa es una propuesta de ideal civilizatorio y
aspiraciones universalistas». Una parte significativa del relato de la historia
europea en los libros de texto de historia se dedica al tema de la coexistencia
pacífica en lo nacional y en lo social274. La concepción de la historia que se manifiesta presenta tres características estructurals:
a) Se refiere a la historia de Europa en la modernidad. Está ausente en el
tratamiento de la antigüedad, de la Edad Media y del primer Renacimiento275.
b) La historia de la Revolución política —y con ello la génesis del sistema
de los valores— ocupa un lugar central, y presenta como conceptos-guía los derechos del hombre y del ciudadano, la democracia, la paz y la tolerancia, en la
«Europa: comunidad de valores»276.
c) La concepción de la historia muestra que el nacionalismo277 y el militarismo desembocan en el poder totalitario, en el terror y la guerra278. Por ello, la revolución de los siglos XVIII y XIX se vincula con la apertura del Muro de Berlín.
Además de la europeización progresiva de los contenidos de la formación, se
plantea la cuestión de la europeización de la movilidad educativa. Los datos de
los estudiantes alemanes que cursan estudios en otros países muestran un crecimiento claro. Esta movilidad se acentúa en el caso de los intercambios entre
los países europeos, como puede apreciarse en los datos estadísticos279.
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279
Beck y Grande citan a Popp.
Beck y Grande citan el comentario de Soysal, a propósito de un congreso en Toledo sobre Felipe
II, como hito en este proceso.
Beck y Grande comentan que por ello los europeos no contemplaron la «guerra contra el terror»
de Bush como una «guerra contra el Islam».
Popp, art. cit., pp. 26 s.
Ibid., p. 28.
El concepto alemán de «nacionalismo» se identifica más bien con nuestra noción de «estatalismo».
Popp, art. cit., p. 29.
Beck y Grande apuntan algunas cifras: 2/3 de los estudiantes extranjeros en Alemania provienen de países europeos. En estos países se encuentran las 3/4 partes de los estudiantes alemanes que cursan estudios fuera de su país. Del medio millón de estudiantes europeos que se
encuentran fuera de su país, sólo 1/5 se encuentran fuera de Europa. En los centros europeos
se cuentan más estudiantes de otros países europeos que del resto del mundo.
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