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CAUSA Nro. 5
VILLAGARC
s/recurso de ca
Cámara Nacional de Casación Penal
DANIEL ENRIQUE MADRID
Secretario de Cámara
REGISTRO NRO.
//la ciudad de Buenos Aires, a los
10
6695
.4
días del mes de junio del
año dos mil cinco, se reúne la Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Penal
integrada por la doctora Ana María Capolupo de Durañona y Vedia como Presidente
y los doctores Gustavo M. Hornos y Amelia Lydia Berraz de Vidal como Vocales,
asistidos por el Secretario de Cámara, doctor Daniel Enrique Madrid, a los efectos de
resolver el recurso de casación que en copia certificada obra a fs. 106/108 vta. de la
presente causa Nro. 5230 del registro de esta Sala, caratulada: “VILLAGARCÍA,
Jorge Martín s/recurso de casación”; de la que RESULTA:
I. Que el Juzgado Nacional de Ejecución Penal Nro. 2 de la Capital
Federal, en el legajo Nro. 3655 de su Registro, con fecha 5 de enero de 2005,
resolvió revocar la incorporación de Jorge Martín VILLAGAR-CÍA a los regímenes de
salidas transitorias y de semilibertad (obrante en copia certificada a fs. 104/105).
II. Que contra dicha resolución, el señor Defensor Público Oficial, doctor
Daniel G. NEUMAN, asistiendo al antes nombrado, interpuso recurso de casación
(obrante en copia certificada a fs. 106/108 vta.), el que fue concedido a fs. 109 y
mantenido a fs. 115 por la señora Defensora Pública Oficial ante esta instancia,
doctora Laura Beatriz POLLASTRI, sin adhesión por parte del señor Fiscal General
ante esta Cámara, doctor Ricardo Gustavo WECHSLER (fs. 113 vta.).
III. Que el impugnante sustentó su recurso en el inciso 1) del art. 456
del C.P.P.N., por entender que en la resolución en crisis se ha evidenciado una
inobservancia del art. 19 de la ley 24.660, que la priva de validez ante la ausencia
total de fundamento.
Señaló que el Juzgado actuante revocó el beneficio estipulado en el art.
16 de la ley antes mencionada -salidas transitorias-, sin haber infringido su asistido
norma legal alguna que lo habilite, sustentando dicha decisión con el único
argumento de que en virtud de que VILLAGARCÍA egresó del establecimiento
carcelario para concurrir a su trabajo cuando, en realidad, ya había sido despedido,
dirigiéndose entonces a un lugar distinto al de su domicilio laboral en un número
indeterminado de oportunidades, desapareció la confianza en él depositada y no
puede, por ello, continuar transitando ningún régimen de confianza basado en el
principio de auto-disciplina y que implique libertad.
En ese sentido, explicó el recurrente que no se comprende por qué la
señora juez de a quo entendió que el condenado sabía que se encontraba despedido
al momento de egresar, teniendo en cuenta que las salidas se suspendieron dos días
después de que el telegrama de despido fue remitido a la Unidad de detención, y
1
agregó que, a pesar de haber sido requerido por esa defensa, prescindió de escuchar
al nombrado, violen-tándose así la garantía de defensa en juicio.
Precisó la defensa que el instituto de las salidas transitorias es distinto
al de la semilibertad, contando ambos con motivaciones e inciden-cias separadas, y
que si bien la concesión de este último presupone obligatoriamente la existencia
previa de las otras, la revocación de la semilibertad no trae aparejado el cese de las
salidas transitorias, toda vez que no existe norma legal que así lo ordene; es por ello
que entiende que la decisión del a quo de revocar las salidas transitorias por la
finalización de una relación laboral, transformándolo en un quiebre de la confianza
depo-sitada, resulta injusta y desprovista de apoyatura legal que la respalde.
En ese sentido, explicó que el art. 19 de la ley 24.660 es claro en
cuanto a que la causal de revocación de las salidas transitorias es el incumplimiento
de las normas de conducta fijadas al momento de su conce-sión, circunstancia que, a
su entender, no se ha producido ni ha demostrado el juzgado actuante, por lo que
finalizó su presentación solicitando se reanude el beneficio de las salidas transitorias
en favor de VILLAGARCÍA.
IV. Que durante el término de oficina previsto por los arts. 465, primera
parte y 466, del C.P.P.N., se presentó a fs. 119/119 vta. el señor Fiscal General ante
esta instancia, doctor Ricardo Gustavo WECHSLER, solicitando, por sus argumentos,
se rechace el remedio intentado.
V. Que, luego de realizada la audiencia prevista por el art. 468 del
C.P.P.N., de la que se dejó constancia a fs. 151, quedaron las actua-ciones en
estado de ser resueltas. Que, efectuado el sorteo de ley para que los señores jueces
emitan su voto, resultó el siguiente orden sucesivo de votación: doctores Amelia
Lydia Berraz de Vidal, Ana María Capolupo de Durañona y Vedia y Gustavo M.
Hornos.
La señora juez Amelia Lydia Berraz de Vidal dijo:
Los defectos de fundamentación que presenta el resolutorio en crisis
impiden actuar la jurisdicción revisora sustantiva que la defensa reclama a esta
Alzada.
Es que esa tarea exige un examen íntegro de los argumentos fácticos y
jurídicos que definieron la decisión de la señora juez a quo en la que se advierte,
respecto de la revocación de la incorporación de VILLAGARCÍA al régimen de salidas
transitorias, que el acto en crisis luce una ausencia de fundamentación que lo
descalifica como acto jurisdiccional válido; y que por devenir en una nulidad absoluta
e insubsanable se procederá oficiosamente a su anulación (de esta Sala IV, causa
2
CAUSA Nro. 5
VILLAGARC
s/recurso de ca
Cámara Nacional de Casación Penal
DANIEL ENRIQUE MADRID
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Nro. 100, “Subteniente Ignacio Rodrigo CANEVARO y Sargento Carlos Ricardo
SÁNCHEZ s/abuso de autoridad s/recurso art. 445 bis del C.J.M.”, Reg. Nro. 207, rta.
el 13/10/94; causa Nro. 285, “DULBECCO, Claudio s/recurso de casación”, Reg. Nro.
524, rta. el 16/2/96; causa Nro. 535, “HELLER, Carlos y otros s/recurso de casación”,
Reg. Nro. 864, rta. 20/6/97, entre otras).
Resulta útil recordar el razonamiento fundamental que sustenta la
decisión referida, en el que, luego de afirmar que dado que el condenado ha dejado
de tener una ocupación laboral, corresponde revocar su incor-poración al régimen de
semilibertad, se expresa que “Respecto del Régimen de Salidas Transitorias, disiento
con la defensa, ya que la comprobada circunstancia de que Villagarcía egresó del
establecimiento carcelario para dirigirse a su lugar de trabajo cuando, en realidad, ya
había sido despedido, implica un total y completo abuso del régimen. No puede dejar
de ser tenido en cuenta que, tanto la Semilibertad como las Salidas Transitorias,
constituyen regímenes de confianza basados en el principio de la autodisciplina;
cuando tal confianza se quiebra, resulta imposible que el condenado pueda continuar
egresando del establecimiento como modo de cumplimiento de una pena privativa de
libertad”. Y agrega: “A partir de que el condenado se dirigió a un lugar distinto que el
de su domicilio laboral en un número indeterminado de oportunidades y de que tal
circunstancia es detectada por la autoridad de control, desapareció la confianza en él
depositada y no puede, por tanto, continuar transitando ningún régimen que implique
libertad”.
De los pasajes transcriptos se advierte omitido el análisis acerca de la
acreditación en el caso de la circunstancia enunciada por el art. 19 de la ley 24.660
como causal de revocación de las salidas transitorias, norma aplicable al supuesto de
autos.
La misma dispone que “corresponderá al juez de ejecución o juez
competente disponer las salidas transitorias y el régimen de semilibertad, precisando
las normas que el condenado debe observar y efectuar modificaciones, cuando
procediere en caso de incumplimiento de las normas, el juez suspenderá o revocará
el beneficio cuando la infracción fuere grave o reiterada” (el resaltado me pertenece).
De ello se desprende, en lo que aquí interesa, que para revocar las
salidas transitorias es necesario acreditar un incumplimiento grave o reiterado de las
pautas de conducta fijadas al momento de su concesión, tarea omitida por el a quo,
quien, tal como surge de los párrafos de la resolución transcriptos, sólo fundó su
decisión en la circunstancia de que al haber VILLAGARCÍA egresado del
establecimiento carcelario en un número indeterminado de oportunidades, para
dirigirse a un lugar distinto al de su domicilio laboral porque en realidad ya había sido
3
despedido, se produjo una pérdida de la confianza en él depositada.
Circunstancia que, por otra parte, tampoco se advierte acre-ditada en
autos, ya que, el acta obrante a fs. 342 del principal sólo da cuenta de la ausencia
producida el día 10 de noviembre de 2004 y, como bien señala la defensa, el
telegrama de despido fue recibido en la Unidad el día 11
(fs. 343), siendo
suspendidos los beneficios al día siguiente (fs. 343 y acta de notificación a fs. 344). A
ello debe aunarse el hecho de haber sido desoído el pedido efectuado por dicha
parte de recibir en audiencia personal al condenado para que efectúe su descargo en
relación a la supuesta falta cometida, previo dictar la decisión revocatoria (fs. 350).
Y si bien al momento de incorporar al nombrado al régimen de
semilibertad, el magistrado actuante impuso diversas pautas de conducta bajo
apercibimiento de revocar “los beneficios concedidos” (fs. 414/415 del principal), lo
cierto es que aún cuando estuviese probado que el interno no concurrió a su lugar de
trabajo en varias oportunidades -circunstancia que, repito, no se encuentra
debidamente acreditada- ello constituiría una infrac-ción a una de las pautas de
conducta referidas a la semilibertad -la de permanecer en el domicilio laboral fijado al
efecto-, pero no a las salidas transitorias, puesto que éstas no implican -de por sí- la
concesión de las salidas laborales, sino que sólo las habilitan, puesto que se trata de
dos modalidades de ejecución de la pena sucesivas, conforme surge de los arts. 15 y
23 de la ley 24.660.
Sin perjuicio de lo expuesto, cabe recordar nuevamente que la decisión
atacada no se sustenta en la infracción a las pautas de conducta, sino en la pérdida
de la confianza depositada en VILLAGARCÍA, origi-nada, a entender de la señora
juez de a quo, a partir de haberse ausentado el mismo de su lugar de trabajo.
Sumado a ello, en oportunidad de celebrarse la audiencia personal
solicitada por el nombrado luego de operada la revocatoria de ambos beneficios, el
mismo expuso el motivo por el cual no había concurrido a su lugar de trabajo el día
10/11/04, acompañando asimismo constancias que acreditan sus dichos, junto con
un escrito de su empleador manifestando que contaba con su autorización para dicha
ausencia (fs. 384/386 del principal).
A la luz del principio básico de progresividad del régimen penitenciario
que consagra la ley de ejecución de la pena privativa de la libertad -art. 6-, principio
que encuentra su razón de ser en la conveniencia de un tránsito pausado, continuo,
desde los establecimientos cerrados a abiertos, desde la máxima seguridad a la
autodisciplina, para posibilitar el paso de la privación a la restricción de la libertad,
entiendo que las decisiones que impliquen un retroceso en ese avance no pueden
ser detraídas de la exigencia de debida fundamentación.
Lo expuesto deriva en reconocer en la resolución impugnada una
causal de arbitrariedad, por no traducir una apreciación crítica y fundada de los
elementos relevantes de la litis, satisfaciendo sólo en forma aparente la necesidad de
4
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ser derivación razonada del derecho vigente con adecuada referencia a los hechos
de la causa (Fallos 295:694; 311:49; 310:1629; 310:1761).
Así, no se tutela efectivamente la exigencia de arraigo consti-tucional
(art. 18 C.N.) mediante la cual se busca satisfacer no sólo la nece-sidad de excluir
toda decisión que no reúna esos caracteres o que sea el producto de la voluntad
individual del juzgador, sino también la posibilidad de asegurar el control casacional
del iter lógico seguido para arribar a la conclusión, a fin de establecer si el a quo se
ha pronunciado con sujeción a la lógica y a las reglas de la sana crítica racional (de
mi voto in re “SANTOS, Enrique José s/recurso de casación”, causa Nro. 1468, Reg.
Nro. 2231 de esta Sala IV, rta. el 22/11/99).
En virtud de las consideraciones expuestas, propongo que se haga
lugar al recurso de casación interpuesto y se anule parcialmente el acto obrante a fs.
104/105 del presente -359/360 del principal- (arts. 456, inc. 2), y 471 del C.P.P.N.),
en cuanto revoca la incorporación de Jorge Martín VILLAGARCÍA al régimen de
salidas transitorias, debiéndose devolver la causa al Juzgado Nacional de Ejecución
Penal Nro. 2 de la Capital Federal, a fin de que dicte nueva resolución con arreglo a
los fundamentos que sustentan el presente voto y considerando las manifestaciones
vertidas por el condenado a fs. 386 del principal, junto con las constancias que
acreditan sus dichos (fs. 384/385).
La señora juez Ana María Capolupo de Durañona y Vedia dijo:
I. Que he de adherir a la solución propuesta por mi distinguida colega
que lidera este acuerdo.
II. Merece destacarse que todo el capítulo II de la ley 24.660, a la que
me referiré a continuación, al igual que su decreto reglamentario 396/99, son claros
en establecer un sistema progresivo donde el condenado podrá ir atenuando
gradualmente el rigor de su privación de libertad hasta finalmente alcanzar la plenitud
de esa libertad. De tal modo, que a medida que inspira mayor confianza y menor
peligrosidad con su conducta, obtiene una mayor cantidad de beneficios en la
modalidad de su cumplimiento de pena.
Particularmente, existe una estrecha vinculación de progre-sividad entre
el régimen de salidas transitorias y el de semilibertad. En tal sentido, el art. 15
establece claramente esa gradualidad en la obtención de ambos institutos. Y, por su
parte, en virtud de los arts. 26 y 31 del Decreto 396/99, se ha establecido que la
5
incorporación a la semilibertad implica también el goce de salidas transitorias.
De lo que se colige que, dentro de un plano de sucesividad, los
requisitos que justifican la viabilidad de la semilibertad, también justifican la
procedencia de las salidas transitorias. Y no en viceversa, dado que el otorgamiento
de estas últimas no implican ningún sometimiento al régimen de aquélla.
Ahora bien, el art. 19 establece como motivo de suspensión o
revocación de ambos institutos el caso de incumplimiento de las normas fijadas al
momento de su concesión para ser observadas, debiendo tal infracción revestir el
carácter de grave o reiterada.
De tal modo está cimentado todo el andamiaje de la ejecución de la
pena, que así como el condenado ha ido con su conducta progresando poco a poco
en la obtención de ciertos beneficios, ciertas infracciones determinan un retroceso
también gradual en su camino resociabilizante, requiriéndose circunstancias muy
específicas para privarlo de todos los beneficios ya adquiridos gradualmente (a saber,
que la falta implique una violación a las normas impuestas para todos los institutos
concedidos, o la desaparición de los requisitos que tornan viable su concesión).
Al respecto, cierto es que una infracción cometida durante el régimen de
semilibertad puede implicar también la revocación de las salidas transitorias. Pero
ello en modo alguno puede resultar de una decisión automática, sino que debe
fundarse debidamente en las particularidades del caso.
Por ello es que adquiere relevancia, como criterio para apreciar la
gravedad de la falta, y en sintonía con las finalidades perseguidas por la ley de
ejecución penal, el determinar el grado de confianza lesionado.
Si bien los institutos de salidas transitorias y semilibertad se inspiran en
los mismos principios resociabilizadores y comparten ciertos requisitos generales
para su concesión (art. 17), también poseen finalidades específicas distintas (arts. 16
y 23), requieren ciertas condiciones propias (arts. 17 y 23; como el 32 del Decreto
396/99) y, por articularse en el grado de progresividad ya señalado, ciertamente se
basan en distintos gra-dos de confianza, tal como fácilmente se advierte en la
modalidad de cumplimiento de una y otra.
Adviértase que el art. 16 III. de la mencionada ley establece distintos
niveles de confianza del que puede ser merecedor el beneficiario de las salidas
transitorias. Así, tal instituto puede ser concedido acompa-ñado éste por un
empleado que en ningún caso irá uniformado (inciso a), confiado a la tuición de un
familiar o persona responsable (inciso b), o simplemente bajo palabra de honor
(inciso c).
En cambio, la semilibertad consiste en el desempeño laboral fuera del
establecimiento penitenciario “sin supervisión continua, en iguales condiciones a las
de la vida libre” (art. 23), lo que indudablemente implica que el condenado sometido
bajo esta modalidad inspira al sistema una mayor confianza que aquel que goza
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VILLAGARC
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solamente de las salidas transi-torias.
De lo expuesto, se advierte que para poder fundar adecua-damente la
revocación de alguno de estos institutos, resulta indispensable vincular la gravedad
de la infracción cometida por el beneficiario, con un concreto menoscabo al grado de
confianza característico que el sistema progresivo de ejecución penal le ha confiado.
III. Adentrándonos al caso particular de autos, cabe destacar que
VILLAGARCÍA obtuvo el 17/07/02 el beneficio de las salidas transitorias. Y luego, el
3/01/03 fue sometido al régimen de semilibertad, cuyas condi-ciones fueron
ampliadas el 23/10/03 (fs. 87).
De la copia obrante a fs. 136 vta./137 vta., al momento de la concesión
del régimen de semilibertad, se estableció como una de las pautas de conducta el
“permanecer en el domicilio laboral, sito en Alcorta 2891, de Moreno, Pcia. de Buenos
Aires, pudiendo egresar del mismo sólo por mandato de su empleador y en relación a
cuestiones inherentes al trabajo encomendado”.
Y, atento la copia del acta obrante a fs. 80, por las que el condenado
VILLAGARCÍA habría incumplido con la mencionada norma impuesta, el
sentenciante consideró que la circunstancia de que el conde-nado se haya dirigido “a
un lugar distinto que el de su domicilio laboral en un número indeterminado de
oportunidades, y de que tal circunstancia es detectada por la autoridad de control,
desapareció la confianza en él depo-sitada y no puede, por lo tanto, continuar
transitando ningún régimen que implique libertad, sea éste el de la semilibertad o el
de las salidas transi-torias”.
Como fundamento para hacer extensiva la revocación del régimen de
semilibertad también para el beneficio de las salidas transitorias, el juez de ejecución
entendió que el proceder del condenado implicó “un total y completo abuso del
régimen. No puede dejar de ser tenido en cuenta que, tanto la semilibertad como las
salidas transitorias, constituyen regí-menes de confianza basados en el principio de la
autodisciplina; cuando tal confianza se quiebra, resulta imposible que el condenado
pueda continuar egresando del establecimiento como modo de cumplimiento de una
pena privativa de la libertad”.
IV. Corresponde entonces determinar si se encuentra acreditado que la
infracción incurrida por VILLAGARCÍA implicó, también, una pérdida de confianza
con la gravedad suficiente como para revocar también el beneficio de las salidas
transitorias.
Aún cuando esas salidas fueron concedidas varios meses antes de la
semilibertad revocada, el a quo resolvió la revocación conjunta de ambos institutos,
omitiendo todo análisis de por qué VILLAGARCÍA no sería pasible de gozar, al
7
menos, la modalidad de salidas transitorias ante-riormente concedida.
En tal sentido, no surge de las presentes actuaciones, ni ha acreditado
el sentenciante, que la inasistencia por parte VILLAGARCÍA al domicilio laboral haya
implicado la desaparición de alguno de los requisitos previstos por el art. 17 de la ley
24.660, ni que haya constituido una violación de las normas de conducta impuesta al
momento de serle origi-nalmente concedidas las salidas transitorias.
Tampoco señaló motivo alguno por el cual la gravedad de su infracción
que mereció la pérdida de confianza en relación a la semilibertad, también deba ser
trasladada en menoscabo de la confianza depositada en sus salidas transitorias,
realizadas en el domicilio de su hermano, para afianzar y mejorar los lazos familiares
y sociales.
Así pues, la revocación automática y total de ambos beneficios
gradualmente conseguidos, por la simple infracción cometida en relación a uno de
ellos, sin fundamentar siquiera si se han reunidos los requisitos que fundamenten la
revocación del restante, deja huérfana de la debida motivación que necesariamente
debe estar en todo acto jurisdiccional para ser considerado válido (art. 123 del
C.P.P.N.).
Es que de omitirse tales recaudos, cuya configuración resulta ineludible
para la revocación del citado instituto, la alegada “pérdida de confianza” quedaría
librada a un concepto de muy subjetiva interpretación y con prescindencia total de las
constancias de la causa, lo que tornaría arbitrario el fallo que así decida.
Por todo ello, coincido con la solución propuesta por la colega
preopinante.
El señor juez Gustavo M. Hornos dijo:
Voy a disentir con mis colegas de Sala pues considero que en la
decisión que en copia certificada obra a fs. 104/105 en la que la señora Juez de
Ejecución Penal resolvió revocar la incorporación del condenado Jorge Martín
VILLAGARCÍA a los regímenes de salidas transitorias y de semilibertad, se ha
efectuado una correcta exégesis de lo dispuesto en el art. 19 de la ley 24.660; no
configurándose, entonces, el motivo de errónea aplicación de la ley sustantiva
alegado por la Defensa del nombrado.
Jorge Martín VILLAGARCÍA fue condenado el 16 de mayo de 1997 a la
pena de 20 años de prisión, accesorias legales y costas, por ser coautor penalmente
responsable de los delitos de homicidio reiterado (dos oportunidades), en concurso
real con homicidio reiterado en grado de tenta-tiva (diez oportunidades), en concurso
real con asociación ilícita (arts. 42, 44, 45, 55, 79 y 210, primer párrafo, del C.P.).
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VILLAGARC
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Por ese hecho fue detenido el 6 de mayo de 1994 y obtuvo el 17 de
julio de 2002 el beneficio de las salidas transitorias (fs. 141/142), y a los pocos meses
el de semilibertad (fs. 414/415).
De tal suerte, el magistrado de ejecución el 3 de enero de 2003 resolvió
incorporarlo al régimen de semilibertad a fin de que se desem-peñara laboralmente de lunes a sábado de 8 a 20 horas- y en la misma oportunidad decidió, con expresa
invocación del art. 26 de la ley 24.660 y del art. 31 del Decreto 396/99, mantener el
régimen de salidas transitorias al que oportu-namente había sido incorporado, pero
esta vez estableciendo la frecuencia de aquéllas semanal y por un término de 12
horas como marcan las normas citadas.
En esa decisión se impuso al condenado VILLAGARCÍA diver-sas
pautas de conducta “bajo apercibimiento de revocar los beneficios concedidos”, a
saber: respetar los itinerarios fijados y los horarios de reintegro; permanecer en el
domicilio laboral, pudiendo egresar de él sólo por mandato de su empleador y en
relación a cuestiones inherentes al trabajo encomendado; abstenerse de consumir o
poseer bebidas alcohólicas, estupefacientes o medicamentos no autorizados;
abstenerse de conducir vehículos motorizados y no cometer contravenciones.
El 23 de octubre de 2003, a pedido del condenado, se amplió la
duración de la salida transitoria semanal antes reseñada a 24 horas (fs. 227), las que
fueron suspendidas al igual que la semilibertad el día 8 de julio de 2004 (fs. 292) a
raíz de la instrucción de una nueva causa respecto de VILLAGARCÍA por el delito de
amenazas, en el departamento Judicial de San Martín, provincia de Buenos Aires,
mientras gozaba de sus salidas.
Fueron reanudadas por el Juez de ejecución (fs. 317), y el 10 de
noviembre de 2004 un oficial de la Sección Asistencia Social efectuó un control en el
domicilio laboral en el que se suponía que se debía encontrar trabajando el
condenado, dejando constancia mediante el labrado del acta correspondiente, que
VILLAGARCÍA no se encontraba en su lugar de trabajo, y que la persona
entrevistada -que era quien suscribió el contrato de trabajo respectivo- refirió “que en
otras ocasiones no ha concurrido...” (fs. 342). Al día siguiente el empleador remitió un
telegrama de despido al Penal (fs. 341), lo que motivó una nueva suspensión de los
beneficios de semilibertad y salidas transitorias (fs. 339) y la imposición de una
sanción por parte del Director de la Unidad 19 (fs. 355/355 vta.) consistente en 5 días
de exclusión de actividades deportivas.
9
Al momento de resolver acerca del destino de los beneficios en juego, la
señora Juez de Ejecución Penal decidió revocarlos, con funda-mento en que
VILLAGARCÍA incumplió las condiciones fijadas, ha dejado de tener una adecuada
ocupación laboral y, fundamentalmente, se ha perdido la confianza en él depositada
al permitirle egresar en libertad, por haberse dirigido a un lugar distinto de su
domicilio laboral.
Entiendo que el razonamiento brindado por la magistrada importa una
adecuada inteligencia de la causal de revocación dispuesta por el art. 19 de la ley
24.660, pues la conducta desplegada por VILLA-GARCÍA de no concurrir en varias
oportunidades a su lugar de trabajo, según surge expresamente de fs. 342, importó
un incumplimiento grave y reiterado de una de las pautas de conducta fijadas en la
decisión de fs. 414/415, a saber: permanecer en el domicilio laboral, pudiendo
egresar del él sólo con autorización de su empleador y en relación a cuestiones
inheren-tes al trabajo encomendado.
Y esta conclusión no se ve conmovida por la justificación esgrimida por
VILLAGARCÍA a posteriori de la interposición del recurso de casación (fs. 386),
expresando que el día que se controló el cumpli-miento de las condiciones se
encontraba en el velatorio de su compadre. Ello por cuanto, en primer término, fueron
varias las oportunidades denunciadas por su empleador en las que no concurrió; y,
además, porque no es discrecional el elegir el lugar de destino al egresar del penal
en el que se encuentra cumpliendo una grave condena.
VILLAGARCÍA tenía autorización para ir a trabajar cumplien-do un
itinerario prefijado, y no para circular libremente, y menos aún sin dar noticias a las
autoridades correspondientes de su decisión de modificar el recorrido y destino.
A diferencia de lo opinado por la votante en primer término, considero
que la decisión cuestionada contiene fundamentos válidos en torno a los motivos que
llevan a concluir en la pérdida de confianza, por el momento, respecto de
VILLAGARCÍA, plasmados en el último párrafo de los considerandos, cual es que se
dirigió a un lugar distinto que el de su domicilio laboral en un número indeterminado
de oportunidades -cuestión que, por otra parte, fue corroborada por los propios
dichos del nombrado al volver a requerir la concesión de los beneficios perdidos-.
Por último debo señalar que tampoco coincido con lo expresado por la
doctora de Durañona y Vedia en cuanto a que la revocación de ambos beneficios
obedeció a la simple infracción cometida en relación a uno de ellos, toda vez que,
como se reseñó más arriba, la condición violada fue impuesta respecto de ambos
institutos -salidas transitorias y semilibertad-.
En orden a lo hasta aquí expuesto voto porque se rechace el recurso de
casación de la Defensa, con costas.
Por ello, en mérito del acuerdo que antecede, por mayoría, el Tribunal
RESUELVE:
10
CAUSA Nro. 5
VILLAGARC
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Secretario de Cámara
HACER LUGAR al recurso de casación que en copia certi-ficada obra a
fs. 106/108 vta., interpuesto por el señor Defensor Público Oficial, doctor Daniel G.
NEUMAN, asistiendo a Jorge Martín VILLA-GARCÍA, sin costas, y consecuentemente
ANULAR PARCIALMENTE la resolución que en copia certificada obra a fs. 104/105,
en cuanto revoca la incorporación del nombrado al régimen de salidas transitorias,
debiéndose dictar nueva resolución con arreglo a los fundamentos que sustentan los
votos mayoritarios y considerando las manifestaciones vertidas por VILLAGARCÍA a
fs. 386 del principal, junto con las cons-tancias que acreditan sus dichos (arts. 471,
530 y 531 del C.P.P.N.).
Regístrese, notifíquese y, oportunamente, remítase la causa al Juzgado
Nacional de Ejecución Penal Nro. 2 de la Capital Federal, sirviendo la presente de
muy atenta nota de envío.
ANA M. CAPOLUPO DE DURAÑONA Y VEDIA
AMELIA
LYDIA
BERRAZ
GUSTAVO M. HORNOS
Ante mí:
DANIEL ENRIQUE MADRID
Secretario de Cámara
11
DE
VIDAL
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