incontinencia urinaria - Envejecimiento en red

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Diseño y maquetación:
Carlos Aragón
Sección de Comunicación e Imagen de LABORATORIOS INDAS, S.A.
Ilustraciones:
Francisco Martínez y Juan Mazorriaga
Edita:
LABORATORIOS INDAS, S.A. -Departamento CientíficoCº de las Huertas, 2
28223 POZUELO (madrid)
Tel 91 509 60 00
www.indas.es • E-mail: [email protected]
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Depósito Legal: M-
-1999
Manual práctico
sobre
Incontinencia Urinaria
Coordinado por:
Eduardo Martínez Agulló
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Fascículo - 1
Micción, epidemiología,
incontinencia urinaria
Eduardo Martínez Agulló
Juan Pablo Busqués Gassio
Salvador Arlandis Guzmán
Angel Martínez Brotons
FÁSCICULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
LA MICCIÓN
La incontinencia urinaria (I.U.) es la pérdida involuntaria de orina objetivamente demostrable, producida en un momento y lugar no adecuados. Este hecho supone para
la persona que lo sufre un problema higiénico, social y psíquico y una importante limitación
de su actividad laboral, educacional, familiar e individual.
La I.U. es un síntoma común que se presenta en diferentes enfermedades, afectando a todos los grupos de población, edades y a ambos sexos, aunque es más frecuente en
la mujer que en el hombre. En España, el número de personas incontinentes se aproxima a los
dos millones. La frecuencia, gravedad, connotaciones psicosociales y económicas de los distintos tipos de incontinencia les individualizan como grupos claramente diferenciados. Estos
colectivos, en muchos casos, corresponden a sectores sociales que por sí mismos y por las consecuencias de su afección, tienden al aislamiento. Así, mujeres, ancianos, niños y pacientes
neurológicos presentan ante la incontinencia no sólo un problema médico y social objetivo,
sino también un daño importante subjetivo a nivel psicológico.
La I.U. tiene una incidencia similar entre niños y niñas, pasando en la madurez
a ser mucho más frecuente en mujeres que en hombres. A partir de los sesenta y cinco años la
incidencia y prevalencia de la I.U. en la población se incrementa de forma paralela y acelerada con los años, tendiendo a igualarse las diferencias existentes entre ambos sexos.
La incontinencia en sí no es una enfermedad sino una consecuencia de la alteración de la fase de llenado vesical, que se presenta en diversas enfermedades, en las que el
paciente refiere como síntoma la pérdida de la orina que, a su vez, el médico o enfermera pueden verificar y objetivarla como signo. La nueva concepción de la salud implica una mayor
atención a los aspectos psicosociales y la información, pilar fundamental para la prevención de
enfermedades y promoción de estilos de vida más sanos. Dentro de esta concepción, la I.U. ha
de dejar de ser considerada como un trastorno del estado de salud y para ser considerada
como enfermedad, en la que su causa puede deberse a etiologías diferentes.
Actualmente, ¿podemos ofrecer solución a la I.U.?. Indudablemente la respuesta es afirmativa: podemos dar soluciones definitivas en muchas ocasiones, bien por los
excelentes resultados de los nuevos fármacos o bien a través de soluciones quirúrgicas, o
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FASCÍCULO - I
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tratamientos paliativos que saquen a los sujetos afectos del aislamiento social que sufren. La
consecución de este objetivo pasará por la información/formación respecto a la I.U. del propio
afectado, y de todos los responsables de su estado de salud, partiendo de su inclusión en los
programas de las licenciaturas universitarias de asistentes sociales, psicólogos, auxiliares,
enfermería, farmacéuticos, médicos y todos los que estén involucrados en los cuidados del
incontinente.
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FÁSCICULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
LA MICCIÓN
CÁPITULO - 1
La micción
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Incontinencia Urinaria
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Incontinencia Urinaria
LA MICCIÓN
La micción es una función del tracto urinario inferior mediante la cual se consigue el vaciado de la orina, cuando la vejiga ha llegado a su capacidad fisiológica y los condicionamientos sociales y el lugar son adecuados. En la micción hay dos fases claramente diferenciadas: la fase de llenado y la fase de vaciado vesical. La incontinencia urinaria es consecuencia del fallo de la fase de llenado vesical, bien por causa uretral, bien por causa vesical.
Para comprender las causas de la incontinencia es preciso esbozar cómo se realiza la micción. La perfecta coordinación del detrusor (músculo de la vejiga) y la uretra y de sus
respectivas "fuerzas" serán los responsables de la continencia (figura 1).
Riñón
Pelvis renal
Cálices
Uréter
Vejiga
Detrusor
Orina
Trígono
Meato
Esfínter interno
Uretra
Esfínter externo
figura 1
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Incontinencia Urinaria
En la fase de llenado vesical, la vejiga acomoda su tono al aumento continuo y
paulatino de orina que le está llegando a través de los uréteres, actuando como una esfera
hueca, de calidad elástica, de conducta pasiva y no consciente. La uretra mantendrá cerrados
sus mecanismos de cierre: cuello vesical (esfínter interno), esfínter estriado de la uretra (esfínter externo) y músculo liso de la uretra funcional (figura 2).
FASE DE LLENADO
Detrusor
Relajación muscular
350/500 ml.
Esfínteres
Contracción
interno
muscular
externo
figura 2
En la fase de llenado vesical, el individuo se libera de verter su orina durante
un tiempo, que es dependiente del ritmo de la formación y evacuación de orina (diuresis) y de
circunstancias sociales. La diuresis depende de factores individuales, como son los hábitos de
ingesta de líquido, el calor ambiental, el ritmo respiratorio y los ejercicios físicos. Igualmente,
la capacidad vesical varía según los individuos, considerándose normal entre 350 y 500 ml. Esta
capacidad es menor en los niños y va a estar en relación con su edad.
El cuello vesical y el esfínter externo de la uretra permanecen cerrados durante la fase de llenado vesical, mientras que el detrusor se acomoda a su contenido sin que haya
un incremento de presión significativo dentro de la vejiga por el llenado.
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Incontinencia Urinaria
Cuando la vejiga alcanza su capacidad fisiológica y el sujeto no tiene ningún
impedimento social, el momento es adecuado para producirse la fase de vaciado vesical, en la
cual el esfínter externo se relaja voluntariamente, se abre la uretra y se contrae el detrusor al
tiempo que se relaja el cuello vesical (figura 3).
FASE DE VACIADO
Detrusor
Relajación muscular
Esfínteres
Relajación
interno
muscular
externo
Meato uretral
figura 3
La micción es un acto voluntario, fisiológico, en el que se necesita la coordinación entre sus protagonistas: detrusor, cuello vesical y esfínter externo. La uretra relajada permite/conduce el paso de la orina a través de ella hasta su meato, orificio situado en el extremo del pene, vertiéndola al exterior gracias a la presión que le imprime la contracción del
detrusor.
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Incontinencia Urinaria
CONCEPTOS A DESTACAR:
• La continencia es la resultante de la perfecta coordinación entre vejiga y
uretra.
• La continencia es la resultante del juego de dos fuerzas, vejiga-uretra.
Lógicamente la presión de la uretra es superior a la de la vejiga durante la
continencia.
• En la fase de llenado vesical se activan los mecanismos de continencia y el
detrusor no presenta actividad contráctil (está relajado).
• El vaciado vesical resulta de la contracción del detrusor y de la relajación
coordinada de la uretra.
• Vejiga y uretra están coordinadas por el sistema nervioso.
• Todos estos mecanismos son lógicos, ya que no tendría sentido que el detrusor se contrayese, estando la uretra cerrada para vaciar o que ésta se abriese
durante el llenado de la vejiga.
CONTROL NEUROLÓGICO DE LA MICCIÓN
El sistema nervioso es el encargado del control de la micción. Al igual que en
el resto de los otros sistemas del organismo, el sistema nervioso regulará la dinámica funcional, en este caso, del tracto urinario inferior.
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FÁSCICULO - I
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Dentro de la dinámica funcional del tracto urinario inferior, la fase de llenado
involuntaria e inconsciente se produce gracias a la regulación del sistema nervioso parasimpático y del sistema nervioso simpático. Sólo ante la eventualidad de un escape de orina se pondrá en acción el sistema nervioso somático y voluntario, para contraer el esfínter externo y así
evitar la incontinencia. El sistema nervioso voluntario y somático es el que utilizamos cuando
cortamos el chorro de la orina.
El sistema nervioso parasimpático tiene su núcleo medular situado en las metámeras sacras. Su nervio es el nervio erector o pélvico y es el responsable de la inervación del
detrusor y, por tanto, de su capacidad contráctil. A nivel medular, núcleo y nervio parasimpático constituyen un arco reflejo (esta es la dinámica miccional de los niños, hasta que consiguen el control voluntario de la micción, cuando se les llena la vejiga, se dispara y vacía).
Podríamos entender el arco reflejo como un doble arco unido por un interruptor a donde llegan los estímulos y de donde salen las respuestas, el interruptor seria el núcleo medular y el
doble arco, el nervio.
El sistema nervioso simpático tiene su núcleo medular situado en las últimas
metámeras torácicas y primeras lumbares. Su nervio es el nervio hipogástrico y su acción, involuntaria, consiste en controlar la actividad del cuello vesical, que se abre y cierra sin que seamos conscientes de ello.
El sistema nervioso somático tiene su núcleo medular situado en la médula
sacra, su nervio es el pudendo y es el responsable del control voluntario del esfínter externo
de la uretra y del esfínter anal.
Estos tres núcleos y nervios deben actuar coordinados entre sí, tanto en la fase
de llenado como en la fase de vaciado vesical, para llevar a cabo en conjunto una función
correcta, pero sobre ésta ha de incidir el control voluntario que ejerce el córtex cerebral a través de su poder de control sobre el núcleo pontino.
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FASCÍCULO - I
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Incontinencia Urinaria
CENTROS, NÚCLEOS Y NERVIOS:
• El córtex ejerce el control voluntario de la micción.
• El núcleo pontino coordina los núcleos medulares.
• Núcleo simpático ➡ nervio hipogástrico ➡ cuello vesical.
• Núcleo parasimpático ➡ nervio pélvico ➡ detrusor.
• Núcleo somático ➡ nervio pudendo ➡ esfínter estriado.
1. Núcleos medulares de la micción
La base de toda la dinámica orgánica se apoya en el mecanismo reflejo de estímulo-respuesta transportado por los nervios y controlado por los núcleos nerviosos, localizados a diferente nivel medular (metámeras). Los núcleos que controlan la micción son
(figura 4):
10
Núcleo Simpático:
Metámeras D10-L1
Nervio Hipogástrico
Núcleo Parasimpático:
Metámeras S2-S3-S4
Nervio Erector o Pélvico
Núcleo Somático:
Metámeras S3-S4
Nervio Pudendo
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SIMPÁTICO
PARASIMPÁTICO
SOMÁTICO
Detrusor
TrÍgono
Pudendo
strico
Hipogá
ico
r o pélv
S3
S4
S2
S3
S4
Erecto
th 10
th 11
th 12
L1
L2
Esf. interno
Esf. externo
Ano
figura 4
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El detrusor, gracias a sus fibras elásticas, se acomoda durante la fase de llenado al incremento progresivo de orina en la vejiga, sin que exista un aumento significativo de
la presión, motivo por el cual el sujeto no nota ninguna sensación, hasta alcanzar su capacidad fisiológica de distensión, momento en que la sensación de repleción vesical (deseo de orinar) viaja por las vías sensitivas del Nervio Erector o Pélvico hasta las metámeras S2-S3-S4 de la
médula, penetra por las astas posteriores y se dirige al núcleo parasimpático (situado en el asta
intermedio lateral) donde el estímulo produce una respuesta motora, que sale por las astas
anteriores, y por el Nervio Pélvico se dirige a la vejiga para contraer al detrusor durante la fase
de vaciado (Figura 5). El cuello vesical por la disposición anatómica de sus fibras y su inervación simpática (nervio hipogástrico) hacen que se abra simultáneamente a la contracción del
detrusor.
Presión
FASE DE
LLENADO
T3
FASE DE
VACIADO
T2
T1
Volumen
m./ml.
Fibras tisulares
12
Fibras elásticas
Fibras colágenas
figura 5
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El esfínter externo de la uretra posee fibras de músculo estriado, estando controlado por el sistema nervioso central a través del núcleo y nervio pudendo. La actividad del
esfínter externo es voluntaria. Cuando se introduce una pequeña cantidad de orina en la uretra posterior, las fibras sensitivas del nervio pudendo informan a su núcleo situado en el asta
anterior, de la que saldrán las órdenes de contracción del esfínter, para evitar el escape no
desea-do de orina.
Estos tres núcleos y nervios medulares han de actuar con sincronía y coordinación, a fin de que sean capaces de mantener una correcta actividad en la que cada uno de ellos
tenga un orden preciso de actuación. Durante la continencia, el simpático será activado, consiguiendo así el cierre del cuello vesical; el parasimpático estará inactivo, permitiendo la acomodación del detrusor al llenado. El pudendo sólo se activará en el momento en que la continencia esté amenazada. Se puede decir que el responsable de la continencia pasiva es el simpático, por su acción no consciente a nivel del cuello vesical; el responsable de la continencia
activa es el pudendo, por acción voluntaria y consciente sobre el esfínter externo, cuando se
tiene la sensación de micción inminente.
Durante el vaciado se produce, en primer lugar, la relajación del esfínter estriado, disminuyendo la actividad del nervio y el núcleo pudendos, seguido de la activación parasimpática, simultánea a la relajación simpática; lógicamente, antes de contraerse la vejiga, la
uretra ha de estar abierta.
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2. Coordinación de la micción
Durante la fase de llenado vesical, el cuello vesical y el esfínter externo
permanecerán cerrados para evitar la salida de orina por la uretra. Cuando la vejiga ha alcanzado su capacidad antes de que se contraiga el detrusor, se relaja el esfínter externo y el cuello se abre simultáneamente a la contracción del detrusor. La coordinación de los núcleos
medulares la realiza un centro superior, denominado Núcleo Pontino, auténtico núcleo de la
micción (figura 6).
Esta coordinación va a impedir que los núcleos medulares de la micción
actúen como centros independientes. Si esto ocurriera, se produciría la contracción del detrusor estando los esfínteres cerrados impidiendo la micción durante la fase de vaciado o, por el
contrario, se podrían relajar los esfínteres durante la fase de llenado sin que hubiera contracción del detrusor, produciendo la incontinencia. Para que exista esta coordinación es preciso
que todas las estructuras nerviosas responsables de la dinámica miccional estén integradas.
Se evidencia un claro predominio del sistema nervioso simpático durante
el llenado vesical y del parasimpático en el vaciado. La sincronía se consigue gracias a la regulación que sobre los núcleos simpático, parasimpático y pudendo ejerce el núcleo Pontino
situado en el mesencéfalo, protagonista de la modulación y coordinación de la dinámica miccional. Es necesaria, para una dinámica funcional correcta, no sólo la integridad de nervios y
núcleos, sino también la de las vías medulares que conectan entre sí estos núcleos.
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FÁSCICULO - I
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Área motora del detrusor
acción voluntaria
Cerebro
Cerebelo
Núcleo
pontino
Coordinador
Médula
Núcleo
parasimpático
Núcleo
simpático
o
stric
á
g
hipo
o
i
v
Ner
co
élvi do
p
n
vio
Ner o pude
vi
Ner
Trígono
Detrusor
Esf. interno
Núcleo
somático
Ano
Esf. externo
figura 6
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El núcleo Pontino informa a la corteza cerebral del llenado vesical y la necesidad de micción se controla por inhibición del reflejo miccional hasta que el acto miccional se
pueda realizar socialmente. Así, cuando las circunstancias sociales lo impiden, ante el deseo de
orinar, nosotros podemos voluntariamente, por control cerebral consciente, impedir que el
detrusor se contraiga, no permitiendo que se produzca el reflejo de la micción. Esto se consigue por órdenes cerebrales que llegan al núcleo Pontino, el cual neutraliza los núcleos medulares (tabla 1).
COORDINACIÓN DE LA MICCIÓN (CONTROL VOLUNTARIO)
Corteza cerebral
Control
voluntario
Núcleo pontino
Coordina
Cuerpos
vertebrales
Metámeras
Nervios
Núcleo simpático
Dorsal 7
Dorsal 10
a Lumbar 1
Hipogástrico
Núcleo parasimpático
Dorsal 12
Lumbar 1
S2-S3-S4
Eréctor
pélvico
Núcleo somático
Dorsal 12
Lumbar 1
S3-S-4
Pudendo
Órganos
Cuello vesical
Uretra proximal
Detrusor
Esfínter externo
Tabla 1
La continencia es, por lo dicho, la capacidad de un sujeto para retener la micción hasta el momento en el que pueda vaciar su vejiga en el lugar adecuado.
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3. Neurorreceptores y neurotransmisores
del tracto urinario
La transmisión sináptica del sistema nervioso central, periférico y autónomo está mediada por los neurotransmisores. Tiene especial relevancia el conocer cuáles son los
neurorreceptores y neurotransmisores de toda la actividad del tracto urinario inferior con el
fin de poder actuar a través de fármacos sobre sus disfunciones.
La transmisión sináptica entre las fibras preganglionares y postganglionares, tanto en el simpático como en el parasimpático, se realiza por medio de la acetilcolina
(efecto nicotínico). La neurotransmisión entre los axones terminales y el músculo liso se vehiculiza por la acetilcolina sólo en el parasimpático (efecto muscarínico) y por la noradrenalina
en el simpático.
Para distinguir entre la acción de la acetilcolina a nivel ganglionar y a nivel
muscular, se han creado los términos de efecto nicotínico (ganglionar) y efecto muscarínico
(muscular). A su vez, la respuesta motivada por la noradrenalina no es siempre la misma,
variando en distintos territorios, siendo en unos casos estimuladora y constrictiva y en otros
inhibidora y relajante, achacándose esta diferencia a la existencia de receptores de distinto
signo (tabla 2, figura 7).
NEUROTRANSMISORES
Nivel ganglionar
Nivel muscular
Simpático
Parasimpático
Acetilcolina
(efecto nicotínico)
Acetilcolina
(efecto nicotínico)
Noradrenalina
Acetilcolina
(efecto muscarínico)
Tabla 2
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FASCÍCULO - I
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Los receptores, situados en vejiga, cuello y esfínter externo (estriado), son unas
estructuras celulares específicas que se unen a los neurotransmisores e interactúan con ellos
produciendo la respuesta. En la vejiga urinaria se han descrito multitud de receptores farmacológicos, no obstante, los que nos van a interesar desde el punto de vista de la micción y la
incontinencia urinaria van a ser los receptores adrenérgicos y los colinérgicos.
Ganglio
Parasimpático
Vejiga
N. Pélvico
ACH
N. Hipogástrico
Simpático
ACH
Somático
ACH
Noradrenalina
Esf. interno
Esf. externo
N. Pudendo
figura 7
Los receptores parasimpáticos colinérgicos y los beta-adrenérgicos predominan
en el cuerpo vesical donde los alfa-receptores tienen escasa o nula presencia. Los alfa-receptores predominan en la base, cuello vesical y uretra funcional donde también existen, en
menor proporción, receptores beta-adrenérgicos y colinérgicos. Los receptores colinérgicos
están presentes en toda la vejiga y la uretra, pero son especialmente numerosos en el cuerpo
vesical (figura 8, tabla 3)
Receptores colinérgicos
Receptores beta
Receptores alfa
figura 8
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FÁSCICULO - I
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Incontinencia Urinaria
DISTRIBUCIÓN DE LOS RECEPTORES EN LA PARTE
INFERIOR DEL APARATO URINARIO Y EFECTOS DE LA
ESTIMULACIÓN SOBRE EL “LUGAR DE ACCIÓN”
LUGAR
SU ESTIMULACIÓN
PRODUCE
RECEPTORES
Cuerpo vesical
Colinérgicos
beta - adrenérgicos
Contracción del detrusor
Relajación del detrusor
Trígono y cuello vesical
Alfa - receptores
Contracción del
esfínter interno
Esfínter estriado
Colinérgicos
Contracción del
esfínter interno
Tabla 3
La inervación y vías de transmisión de los estímulos y receptores implicados en
el mecanismo de la micción a nivel de aparato urinario inferior, quedan resumidos en la
figura 9.
D 10
Simpático
Recep. nicotina
Recep. M 1
L2
S2
S4
Parasimpático
Vejiga
Plexo
M3
N. Pélvico
Beta
β
Alfa
Somático
N. Pudendo
Recep. específico de acetilcolina
α
Esf. interno
Esf. externo
figura 9
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FASCÍCULO - I
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Incontinencia Urinaria
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CÁPITULO - 2
Epidemiología de
la incontinencia
urinaria
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Incontinencia Urinaria
EPIDEMIOLOGÍA DE LA INCONTINENCIA URINARIA
En España carecíamos de datos epidemiológicos propios respecto a la prevalencia de la I.U. Las cifras que se venían utilizando eran orientativas y estaban basadas en cifras
extrapoladas de estudios internacionales. Los estudios epidemiológicos realizados en los últimos años nos aproximan a la realidad respecto a la prevalencia y la incidencia de la I.U. en
nuestro país en el colectivo de mujeres comprendido entre los 35 y 65 años y en el de la población de más de 65 años no institucionalizada.
La incontinencia urinaria es un síntoma común que afecta a todos los grupos
de población, a todas las edades y a ambos sexos. Hay que tener en cuenta que no se trata de
una enfermedad sino de un síntoma común a muchas patologías, urológicas o no, y que puede
presentarse como un síntoma más, ser el de inicio o el más significativo de la enfermedad. Esto
hace que su cuantificación en términos de prevalencia no sea una tarea fácil.
La I.U. no está reconocida como enfermedad por la Organización Mundial de
la Salud y consecuentemente no está codificada como tal, por ello y a pesar de su importancia, no tenemos datos institucionales y sanitarios que nos faciliten aproximarnos a su epidemiología. Además, la tendencia a su ocultación puede conducir a subestimar su prevalencia, y
de ahí las grandes diferencias que existen en las publicaciones sobre este tema.
Muchos de los estudios hechos hasta ahora carecen de rigor por haber sido realizados a través de cuestionarios en áreas comerciales, remitidos por correo, en la calle... y sin
haber definido claramente el tipo de incontinencia, su causa, los grupos de edades, etc. Hay
que tener en cuenta además, en el caso de las personas mayores, que no pueden ser introducidas como un grupo uniforme en un cuestionario sin diferenciar si están o no institucionalizadas, si a su vez la institución es de asistidos o no, y otros muchos factores necesarios para
establecer con rigor la realidad.
La I.U. es una afección cuyas causas son de muy diversa naturaleza. En muchos
casos es un síntoma de otra enfermedad con entidad propia. Este carácter de “síntoma” de la
I.U. nos obligaría a considerar una muestra potencial de pacientes de difícil categorización
metodológica. El problema es equivalente al que surgiría si quisiéramos calcular la prevalencia de cualquier otro síntoma tal como, por ejemplo, la fiebre.
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FASCÍCULO - I
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Manual práctico sobre
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En España se han realizado dos estudios sobre la prevalencia de la I.U. que
aportan sobre el punto de vista epidemiológico datos de extraordinario valor. El estudio INDAS
y el de MADAUS CERAFARM, que a continuación resumimos.
ESTUDIO INDAS
En Abril de 1995, INDAS decidió encargar un estudio epidemiológico a una
empresa especializada para obtener datos fidedignos sobre la población incontinente, que
pudieran ser extrapolados a la población total española con un alto grado de veracidad. El
estudio fue realizado sobre una muestra representativa de 600 mujeres de edades comprendidas entre 35 y 65 años, y tuvo una fiabilidad del 95%, lo que nos permite asegurar que los
datos que se indican a continuación pueden ser extrapolados a la población general.
Este estudio se realizó a través de una encuesta cuyo universo era el de las
mujeres de 15 años y más, residentes en la Península e Islas Baleares, de donde se extrajo una
muestra de 1000 personas de las cuales 590 eran mujeres de más de 45 años. La muestra final
permite analizar información, a nivel de datos generales, con un margen de error de 4,1% en
proporciones del 50% (p=q=50, caso más desfavorable) y para un nivel de confianza del 95,5%.
El procedimiento de muestreo fue aleatorio polietático, seleccionándose comunidades poblacionales partiendo de una estratificación previa del conjunto de las comunidades implicadas, según los criterios de Región y Hábitat. Se asignó a cada entidad poblacional
el número de entrevistas, distribuyendo el total de entrevistas previstas para la encuesta entre
los diferentes estratos en proporción diferente de la población de cada estrato. El objeto fue
hacer menos entrevistas en la zona rural, de población más homogénea. Antes de tabular, se
incluyeron en el ordenador los coeficientes de ponderación que devolvieron a la muestra el
mismo equilibrio de relaciones existentes en la población. Posteriormente se seleccionaron los
hogares dentro de cada comunidad poblacional por el método de itinerarios aleatorios y, por
último, se eligió un individuo dentro de cada hogar seleccionado. La selección se hizo de forma
diferente según el tipo de sujeto a entrevistar y, para ello, la muestra total fue dividida en dos
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submuestras denominadas amas de casa y otras mujeres respectivamente. El trabajo de campo
de recogida de la información se realizó entre Febrero y Marzo de 1995.
Los resultados del estudio indican que en España existen más de 600.000 personas, con edades comprendidas entre 35 y 65 años, que han padecido algún episodio de
incontinencia en su vida. Podemos diferenciar tres grupos de población entre las mujeres afectadas por incontinencia: un primer grupo constituido por las que tienen entre 35 y 44 años, un
segundo grupo entre 45 y 54 años y un tercer grupo de mujeres de más de 55 años. La prevalencia de la I.U. en las mujeres de hasta 44 años en la población estudiada es del 1%, en las de
menos de 55 años es del 8% y en las de más de 55 años es del 12% (figura 10).
ESCAPES INVOLUNTARIOS DE ORINA
35 - 44 Años
45 - 54 Años
55 y más Años
1%
8%
12%
figura 10
Basándonos en estos datos podríamos afirmar que hasta la edad de 44 años la
prevalencia de la I.U. en mujeres está próxima a la de los hombres comprendidos en la misma
banda etaria. Es a partir de los 44 años cuando la prevalencia de la I.U. en las mujeres diverge
significativamente de la de los varones, jugando aquí la menopausia y el climaterio un papel
indiscutible respecto a la continencia urinaria. Con seguridad los cambios hormonales afectan
a las estructuras del suelo pélvico en cuanto al tono, elasticidad y respuesta contráctil, y con
ello también de forma muy directa al tracto urinario inferior sostenido por estas estructuras.
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FASCÍCULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
En el grupo de mujeres de más de 55 años se produce un incremento del 4% respecto al grupo
anterior.
Cuando hablamos de I.U., englobamos por definición a todas las personas que
sufren escapes involuntarios de orina, y ello sitúa obligadamente dentro del mismo grupo a
individuos en los que por la frecuencia de los escapes y el volumen de la orina emitida, viven
situaciones no equiparables. Sería como conceptuar en el mismo grupo de “pérdida de visión”
al ciego y al miope. Esta no discriminación en cuanto al análisis y la evaluación de la I.U. hace
inverosímiles los datos que se pueden derivar de su prevalencia. Por ello, categorizando según
la frecuencia de los escapes, obtenemos los datos de prevalencia que aparecen en la figura 11.
FRECUENCIA DE LOS ESCAPES
INVOLUNTARIOS DE ORINA
E D A D
FRECUENCIA
45 - 54 Años
55 y más Años
79,3%
33%
Una vez al mes
5,4%
12,3%
Una vez a la semana
5,4%
16,7%
Diariamente
10%
37,9%
Esporádicamente
LUGAR
figura 11
La respuesta afirmativa a los escapes de orina con frecuencia esporádica es del
79% en las mujeres de 45 a 54 años y del 33% en las mujeres de 55 años y más (figura 11).
Dentro de este grupo de I.U. esporádica tendríamos que plantearnos cuántos son realmente
incontinentes y en cuántos lo que ha ocurrido es un episodio/s de I.U. aislado. La Sociedad
Internacional de Continencia considera I.U. cuando constituye un problema para el sujeto que
lo sufre y cuando la I.U. sea demostrable.
26
FÁSCICULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
El cuestionario incluía preguntas respecto a cuál era la calidad de vida de estas
pacientes y cómo trataban de solucionar el problema para conseguir una vida normal. Los
resultados indicaron que la mayoría de los incontinentes utilizan compresas higiénicas, siendo
ésta una protección que no satisface sus necesidades por no ser un producto específico para
absorber orina, con lo que se ven expuestas permanentemente a sufrir escapes. Esta situación
les produce sensación de inseguridad y les obliga a permanecer en sus casas aislándose de su
entorno social.
La severidad y gravedad de la I.U. va a estar determinada por la frecuencia, el
tipo de protección requerido y, sobre todo, por la cantidad perdida, que a su vez también va
a determinar el tipo de protección. Sin embargo, las consecuencias personales al “cómo lo vive
el sujeto” no están ligadas a la intensidad del síntoma sólamente, sino también a otros muchos
factores relacionados con la personalidad y las circunstancias del sujeto.
Los resultados de este estudio-encuesta nos aproximan a la realidad de la incidencia de la I.U. en las mujeres españolas de más de 35 años, son coincidentes con los de otros
países referidos a la misma población diana, y difieren muy poco de los esperados.
ESTUDIO EPIDEMIOLÓGICO INDAS
• Un 1% de la población con edades comprendidas entre 35 y 45 años padece
escapes involuntarios de orina, pero estos escapes son casi siempre ocasionales.
• Un 8% de la población con edades comprendidas entre 45 y 55 años padece
escapes involuntarios de orina con mayor frecuencia. Dentro de este grupo de
edad, los escapes son ocasionales en un 79% de los casos y diarios en un 10%.
• Un 12% de la población con edades comprendidas entre 55 y 65 años padece escapes involuntarios de orina muy frecuentemente. De este grupo, el 33%
los sufre esporádicamente pero los escapes diarios ya ascienden al 38% de
los casos.
27
FASCÍCULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
ESTUDIO DE MADAUS CERAFARM
Madaus Cerafarm patrocinó, a través de la Universidad Carlos III de Madrid un
estudio dirigido por el Dr. D. José Mª Martín Moreno, director de la Escuela Nacional de
Sanidad, cuyo objetivo fue conocer la prevalencia de la I.U. en la población no institucionalizada de ambos sexos, mayores de 65 años. Para ello se diseñó un cuestionario que fue cumplimentado, a través de entrevistas, por encuestadores profesionales correctamente entrenados.
El hecho de que la prevalencia de la I.U. sea especialmente alta en personas
mayores, permitía estudiar el fenómeno sin tener que llevar a cabo un número excesivo de
entrevistas, sin embargo, tal selección enfrentaba otras dificultades. Por lo general, los estudios en una población de mayor edad son más problemáticos que en grupos más jóvenes,
entre otras cosas porque las tasas de respuesta son más bajas y la fiabilidad de las respuestas
es menor. Si a ello añadimos el carácter “escondido” del síntoma, hemos de concluir que la
población seleccionada requería de una cuidadosa aproximación, mediante un correcto adiestramiento de los entrevistadores y un diseño riguroso del cuestionario. En particular, todos los
sujetos seleccionados para participar en el estudio fueron informados con detalle acerca de las
características del mismo, solicitando su consentimiento y asegurando máxima confidencialidad en cuanto a información personal.
En cualquier caso, restringida la muestra a un sólo grupo de población (las personas mayores de 65 años), y dado el carácter oculto de la afección en muchos pacientes, la
prevalencia que posteriormente apuntaremos, ha de ser entendida en un sentido muy conservador. Es decir, no se han incluido otros segmentos de población que también pueden padecer I.U. (hombres y mujeres menores de 65 años), y dentro del grupo considerado es posible
que no se hayan recogido todos los casos.
La población diana fue la de aquellos individuos no institucionalizados de
ambos sexos, de grupos etarios correspondientes a 65 años y más, residentes y empadronados
en el municipio de Madrid. La selección de los sujetos se realizó mediante muestreo aleatorio
estratificado (por edad, sexo y distrito municipal), siendo la unidad de muestreo el individuo
y tomando como marco muestral el Padrón municipal de habitantes de Madrid.
28
FÁSCICULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
A estos efectos, y tomando como referencia los estudios internacionales sobre
este tema, se consideró “a priori” una prevalencia media de incontinencia urinaria en población mayor de 65 años no institucionalizados del 20%. Buscando para esa población una precisión absoluta de * 3% (prevalencia entre 17 y 23%), y un nivel de confianza del 95%, el tamaño estimativo resultó de 683 entrevistas. Ajustando según una tasa de respuesta del 70%, el
tamaño muestral de partida era de 975 (finalmente redondeado a 1000).
Asimismo, y con objeto de garantizar la estabilidad de la muestra con variables
importantes, era preciso obtener en cada grupo de edad y sexo tres muestras con igual distribución por edad y sexo. De esta manera, cada individuo de la muestra podría ser sustituido por
otro de su mismo grupo, género y distrito municipal.
La recogida de información se realizó mediante entrevista personal con cuestionario estructurado. Las entrevistas fueron realizadas por entrevistadores profesionales,
correctamente entrenados bajo la supervisión del equipo investigador del proyecto, realizándose un estudio piloto en treinta y tres personas para corregir posibles imprecisiones y otros
detalles de relevancia práctica.
OBJETIVOS:
• Estimar la prevalencia de la I.U. en sus diferentes formas, con especial interés en la I.U. funcional, en población general anciana.
• Identificar los factores asociados con los diferentes tipos de I.U.
• Examinar las consecuencias de la I.U. en cuanto a parámentros relacionados
con la salud física, psíquica, laboral y social, incluyendo ciertos aspectos de la
calidad de vida de los afectados por este problema.
• Evaluar aquellos factores relacionados con la I.U. con potencial repercusión
económica como la asistencia sanitaria y los tratamientos farmacológicos o
paliativos.
29
FASCÍCULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
El método utilizado fue la elaboración de un estudio epidemiológico transversal que nos aproxima a la población diana a través de un marco muestral preestablecido y un
tipo de muestreo estratificado, no proporcional y por grupos de edad y sexo.
El trabajo de campo fue desarrollado desde el 20 de Marzo al 30 de Mayo
de 1996 por la empresa “CUANTER, S.A. Estudios Sociológicos y de Mercado”, bajo la supervisión de José Mª Martín Moreno y Javier Damián Moreno.
CUESTIONARIO:
• Datos generales y sociodemográficos: edad, sexo, estado civil, estudios y
ocupación (actual y pasada).
• Información sobre el estado de salud: salud general autopercibida, condiciones crónicas relacionadas con la IU, Escala Internacional de Síntomas
Prostáticos – IPSS – (versión validada para España), peso y talla (declarados),
movilidad general y capacidad funcional en algunas actividades diarias.
• Cuestionario referido específicamente a la I.U.:
- Características de la IU: frecuencia de las pérdidas, deseo previo de orinar, relación con los movimientos (ponerse de pie, toser, caminar, correr,
deporte, reírse), relación con situaciones desencadenantes (sonido del
chorro del agua o contacto de la misma, frío, subir en el ascensor o abrir
la puerta del domicilio, falta de tiempo por barreras físicas).
- Métodos de control: consumo de fármacos específicos, utilización de
métodos mecánicos y absorbentes (y frecuencia de uso).
- Uso de servicios sanitarios: consultas médicas específicas (y frencuencia
de las mismas), intervención quirúrgica específica, servicios de rehabilitación, tipo de asistencia sanitaria (Seguridad Social, seguros médicos privados, consultas privadas).
- Otros: ayuda personal específica por parte de otra persona (y horas de
dedicación), impacto del problema en la vida del sujeto incluyendo las
actividades sociales y la vida sexual, autovaloración económica del problema y autovaloración sobre horas potenciales de trabajo perdidas.
30
FÁSCICULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
RESULTADOS:
PREVALENCIA DE LA INCONTINENCIA URINARIA
EN LA POBLACIÓN DE REFERENCIA
TOTAL
Incontinencia actualmente
HOMBRES
MUJERES
15,3%
35,8%
64,2%
Varias veces en la vida adulta
1,2%
85,4%
14,6%
Sólo una vez en la vida adulta
8,2%
27,6%
72,4%
74,2%
39’3%
60,7%
1,1%
41’7%
58,3%
Nunca en la vida adulta
NS/NC
La prevalencia por sexo queda reflejada en la figura 12.
INCONTINENCIA URINARIA POR SEXO
Hombres
14,5%
Mujeres
16,1%
Total
15,5%
Personas mayores de 65 Años
14,7% de la población: 5.762.826 personas
Mujeres
3.387.235
58,9%
41,1%
Hombres
2.365.571
figura 12
31
FASCÍCULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
La población de mayores de 65 años estudiada supone el 14,7% de la totalidad
de la población (5.762.826 personas en 1995). El Instituto de Demografía prevee que antes de
una década esta población supondrá el 17% aproximadamente, es decir, siete millones de personas aproximadamente, con lo que la I.U. en mayores de 65 años no institucionalizados en
España superaría el millón de afectados.
La incidencia de la I.U. por grupos de edad evidencia el paralelismo existente
entre el incremento de la I.U. con el incremento de edad. Así, en el sector comprendido entre
65 y 74 años sería de 13,3%, en el de 75 a 84 años del 16% y en el de mayores de 84 años del
26% (figura 13). Debemos señalar que estos porcentajes serían mucho mayores en la población institucionalizada en la que alcanza hasta el 50%.
INCONTINENCIA URINARIA
EN MAYORES DE 65 AÑOS
26%
13,30%
65 a 74
años
16%
75 a 84
años
+ 84
años
figura 13
Los resultados obtenidos, con una prevalencia del 15,5% en mayores de 65
años no institucionalizados, son similares a los de MacGrother y Vetter (14-18%), siendo las
diferencias porcentuales entre hombres y mujeres mínimas (14,5% y 16,1% respectivamente),
lo cual contrasta con los estudios de Thomas, Yarnell y Vetter en los que los hombres presentan de un 7 a un 11% y las mujeres de un 11 a un 18%.
32
FÁSCICULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Es evidente el incremento de la I.U. directamente proporcional al incremento
de edad, con diferencias muy significativas: así, se duplica en nuestro estudio (26%) en los
mayores de 84 años. Kivela en Finlandia encuentra en esta población, que vive sola o acompañada en casa, un porcentaje de incontinentes similar al nuestro (23-25%), mientras que en
los que utilizan el hospital la I.U. alcanza el 47% y hasta el 63% en los que permanecen en
residencias geriátricas.
Mangourd-Bizien señalan en sus trabajos la importancia del deterioro intelectual, la pérdida de autonomía y la depresión respecto a la prevalencia de la I.U. En nuestra
muestra, el 87% de los encuestados refieren tener una salud mala o muy mala, quedando
reducida su movilidad a paseos por el dormitorio en un 67%. También es evidente en esta
población, en la que la multipatología es lo común, el incremento de la I.U. en relación a la
presencia de ciertas enfermedades, bien de forma primaria o como consecuencia de las mismas: infección urinaria, HBP, accidentes cerebrovasculares, hipertensión y Parkinson, sobre
todo si están dañados los niveles cognitivos.
Las preguntas orientadas respecto a las características y tipos de incontinencia
(tabla 4) nos muestran que el 54,6% tiene deseo miccional previo al escape de orina, que el
40,1% se le escapa con la tos, y que al 45% se le desencadena el escape con el sonido o el contacto con el agua. El 50,1% culpan el problema a una falta de tiempo entre el inicio del deseo
y su llegada al baño, contribuyendo a esto los movimientos limitados y dificultosos y unas
manos poco ágiles, en muchos casos temblorosas. De todos estos datos se desprende que la
causa fisiopatológica dominante en la I.U. de la tercera edad es la hiperactividad del detrusor
facilitada por la pérdida de agilidad. Hunskaer señala en un estudio comparativo en el que
evalúa la repercusión psíquica y orgánica de la I.U. (diferenciando la de esfuerzo y la de urgencia) que la repercusión de la de urgencia es mucho mayor que la de esfuerzo para las personas mayores. Frazer llega a la misma conclusión y demuestra que ante una IU de esfuerzo y
una de urgencia de la misma intensidad, el impacto respecto a la calidad de vida (psicosocial)
es mayor en la de urgencia.
33
FASCÍCULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Características de la incontinencia urinaria
Frecuencias de las pérdidas (veces al mes):
Menos de 1 vez
1 a 16 veces
17 a 30 veces
31 a 45 veces
Constantemente
2,6%
25,1%
17,5%
47,5%
7,4%
Deseo previo de orinar
Si
No
54,6%
45,4%
Esfuerzos desencadenantes
Ponerse de pie
Toser
Andar
Correr
Hacer deporte
Reir
28,4%
40,1%
24,9%
6,9%
3,0%
19,4%
Situaciones desencadenantes
Agua (sonido o contacto)
Frío
Aproximarse a casa
Tiempo insuficiente
(barreras físicas o distancia excesiva)
45,0%
37,0%
31,7%
50,1%
Tabla 4
34
FÁSCICULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
DESTACAMOS QUE:
• La I.U. en mayores de 65 años no institucionalizados afecta en España a más
de 800.000 personas.
• La I.U. se incrementa aceleradamente a partir de los 65 años (13,3%), siendo
a los 75 años del 16% y a los 85 años del 26%.
• La incontinencia por hiperactividad del detrusor supera a la I.U. por incompetencia esfinteriana.
• En la población senil las alteraciones cognitivas y del aparato locomotor, así
como otras enfermedades sistémicas (enfermedades neurológicas, cardiovasculares, diabetes, etc.), son factores facilitadores y, en múltiples ocasiones,
corresponsables de la I.U. en la vejez.
Ante las preguntas referidas a la calidad de vida de los incontinentes en nuestro estudio (tabla 5), obtenemos unas respuestas que en parte nos distancian de otras publicaciones, aunque nosotros analizamos únicamente personas que viven en su propio domicilio.
Así, MacGrother afirma que el 40% de los incontinentes tiene problemas en sus actividades
sociales, mientras que nosotros obtenemos un 2% de sujetos que consideran afectada muchísimo su actividad social y un 6,8% mucho. Algo similar ocurre en cuanto a la afectación de la
vida sexual, contestando mucho el 7,8% y muchísimo el 0,4%, debido probablemente al elevado número de viudas mayores de este grupo poco motivadas por el sexo.
35
FASCÍCULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
El 8,9% reconoce que la IU afecta mucho su vida en los aspectos cotidianos, a
pesar de que el 21,4% necesita ayuda personal específica para los cuidados higiénicos (tabla
5). Esta contradicción evidencia que en el envejecimiento se produce un proceso de aceptación-normalización de todos los deterioros personales consecuencia de la involución senil.
Incontinencia urinaria y calidad de vida (I)
¿Afecta este problema a sus
actividades sociales?
Muy poco
Poco
Regular
Mucho
Muchísimo
59,9%
20,0%
11,5%
6,8%
2,0%
¿Afecta este problema a su actividad sexual?
Muy poco
Poco
Regular
Mucho
Muchísimo
71,5%
18,0%
2,4%
7,8%
0,4%
¿Afecta este problema a su
vida actual en general?
Muy poco
Poco
Regular
Mucho
Muchísimo
49,6%
18,5%
22,4%
8,9%
0,6%
Ayuda personal específica
para cuidados higiénicos
21,4%
Tabla 5
36
FÁSCICULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Los pocos estudios que se han hecho en relación a los efectos de la IU sobre la
personalidad del paciente coinciden en señalar la ansiedad, pérdida del apetito, trastornos del
sueño y depresión como las alteraciones más frecuentes. En nuestro medio, Crespo Ruiz evidencia como nota predominante la presencia de niveles altos de ansiedad no manifestados
exteriormente y controlados a costa de una fuerte rigidez conductual y cognitiva, que pueden
conllevar problemas de relación y aislamiento social. Sin embargo, afirma que consideran las
molestias producidas por la I.U. como causantes de limitaciones pero, en general, las puntúan
muy bajas en relación a otras causas de limitación. Esto se ve reflejado también en nuestro
estudio si nos fijamos en lo poco que se valora la repercusión económica, las horas de trabajo
perdidas o la frencuencia de mudas (tabla 6).
Incontinencia urinaria y calidad de vida (II)
Frecuencia de mudas debidas
en la Incontinencia Urinaria
Ninguna
1 por semana
3 por semana
1 por día
2 por día
3 a 8 por día
23,7%
1,3%
0,6%
24,9%
21,6%
27,9%
Evaluación económica subjetiva
(sueldo hipotético: 100.000 pts/mes):
Nada
Menos de 1 mes
1 a 3 meses
3 a 6 meses
6 a 12 meses
Más de 12 meses
NS/NC
21,5%
12,3%
10,1%
3,9%
0,6%
0,0%
51,7%
Horas de trabajo perdidas debido
a la Incontinencia Urinaria
Ninguna
Hasta 1 hora
1 a 2 horas
Más de 2 horas
NS/NC
39,1%
3,8%
3,8%
10,4%
42,8%
Tabla 6
37
FASCÍCULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
El 65,7% de los incontinentes ha consultado alguna vez por este problema al
médico, en la mayoría de los casos en la Seguridad Social. El 8,9% ha sido tratado quirúrgicamente, siendo prácticamente todas incontinencia de esfuerzo (tabla 7). El 10,5% tomaron fármacos específicos (oxibutinina 5,6%, flavoxato 3,6%, imipramina 1,3%), pero llama la atención que el 31,7% toma “otros fármacos”, con seguridad de dudosa indicación (tabla 8). Hay
que aclarar que en el momento del estudio todavía no se había comercializado el cloruro de
trospio. Podemos deducir que aproximadamente el 20% de los incontinentes han sido o están
siendo tratados con soluciones quirúrgicas o farmacológicas, mientras que el resto recibe tratamientos paliativos: 33,2% compresas, 11,3% salvaslips y 20,2% pañales. En el caso de los
varones incontinentes llama la atención el hecho de que el 1,6% utiliza pinza de pene ante un
0,7% que usa colector, lo cual se debe probablemente a la dificultad en la colocación del colector en estas personas con discapacidades asociadas.
Incontinencia urinaria y uso
de servicios sanitarios
Vísitas médicas:
Alguna vísita médica por la Incontinencia
Urinaria como motivo principal
65,7%
Frecuencia:
1 única vez
1 a 6 veces al año
1 a 6 veces al mes
30,8%
45,4%
23,9%
Cirugía específica. Tipo de asistencia
8,9%
Seguridad Social
Seguros médicos
Consultas privadas
No recibe asistencia por IU
51,0%
6,1%
4,4%
38,5%
Recetas de la Seguridad Social
Para medicamentos
Para absorbentes
39,8%
13,4%
Tabla 7
38
FÁSCICULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Incontinencia urinaria y consumo
de fármacos específicos
Fármacos específicos:
Oxibutinina
Flavoxato
Clomipramina
Otros
5,6%
3,6%
1,3%
31,7%
Nº de fármacos consumidos
(excluyendo “otros”):
Ninguno
Uno
Dos
91,5%
6,6%
1,9%
Tabla 8
En síntesis pues, la situación en nuestro medio en cuanto a prevalencia es similar a la de países de nuestro entorno, con una clara repercusión social y económica, ya que no
menos de 500.000 personas en España entre la población mayor de 65 años no institucionalizada están sufriendo el problema de la incontinencia. Sin embargo, por el momento, y a pesar
del alto porcentaje de consulta médica (65,7%), sólo una minoría (20%) recibe tratamiento
con pretensión de corregirla. El resto acepta medidas meramente higiénico-paliativas que, sin
lugar a dudas, condicionan un notable aumento del coste sanitario.
Consideramos que es necesario modificar pautas asistenciales, lo que llevaría
consigo un programa de formación continuada en este campo concreto, que facilite la adopción de medidas etiológicamente correctoras, de las que se beneficiarían un número importante de ancianos que ven mermada su calidad de vida por la esclavitud diaria de los escapes
de orina. Es por ello que demandamos junto a otras voces que ya se oyen dentro de la
Organización Mundial de la Salud, que la I.U. sea incluida como enfermedad que puede tener
diversas causas dentro de la I.C.D. (International Classification of Diseases).
39
FASCÍCULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
FÁSCICULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
CÁPITULO - 3
Incontinencia
urinaria
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FASCÍCULO - I
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Incontinencia Urinaria
FÁSCICULO - I
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Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
INCONTINENCIA URINARIA
La incontinencia es la pérdida involuntaria de orina producida en un momento y lugar no adecuados. Este hecho supone para la persona que lo sufre un problema higiénico, social y psíquico y una importante limitación de su actividad laboral, educacional, familiar e individual.
Este problema, presente en todas las edades y en ambos sexos, tiene una incidencia similar entre niños y niñas, pasando en la madurez a ser mucho más frecuente en mujeres que en hombres. A partir de los sesenta y cinco años la incidencia y pre-valencia de la I.U.
en la población se incrementa de forma paralela y acelerada con los años, tendiendo a igualarse las diferencias existentes entre ambos sexos.
La incontinencia en sí no es una enfermedad sino una consecuencia de la alteración de la fase de llenado vesical, que se presenta en diversas enfermedades, en la que el
paciente refiere - como síntoma - la pérdida de orina, que a su vez, el médico o la enfermera
pueden verificar y objetivarla como signo.
LA INCONTINENCIA URINARIA ES:
la pérdida involuntaria de orina,
objetivamente demostrable,
que constituye, para la persona que la sufre,
un problema social e higiénico.
La incontinencia urinaria puede ser:
- Un síntoma: el síntoma implica, como refiere el paciente, la pérdida de orina.
- Un signo: es la demostración objetiva de la pérdida de orina.
- Una condición: es la demostración urodinámica de la causa.
43
FASCÍCULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
LA INCONTINENCIA COMO SÍNTOMA
• Incontinencia de urgencia: es la pérdida involuntaria de orina asociada a un fuerte
deseo de orinar (urgencia).
• Incontinencia de esfuerzo: el síntoma indica que el paciente experimenta pérdidas
involuntarias de orina durante el ejercicio fisico, movimientos, etc.
• Incontinencia inconsciente: la incontinencia puede ocurrir en ausencia de urgencia
y sin reconocimiento consciente de la pérdida de orina.
• Enuresis: significa cualquier pérdida involuntaria de orina, pero se usa para denominarla
incontinencia durante el sueño; debería ser siempre cualificada con el adjetivo “nocturna”.
• Goteo postmiccional e incontinencia continua: denotan otras formas sintomáticas
de incontinencia ligadas a la pérdida de orina tras la micción, o al goteo continuo.
LA INCONTINENCIA COMO SIGNO
La pérdida de orina se objetiva simultánea a un ejercicio fisico o movimiento en la
incontinencia de esfuerzo. El goteo postmiccional y la incontinencia continua son
también signos objetivables.
LA INCONTINENCIA COMO CONDICIÓN
Nos debe señalar dónde está la causa responsable de la incontinencia en el tracto urinario
inferior.
• Incontinencia de esfuerzo: es la pérdida de orina que ocurre cuando, en ausencia de
contracción del detrusor, la presión intravesical excede a la presión uretral máxima. El
responsable es una uretra incompetente.
• Incontinencia refleja: es la pérdida de orina debida a la contracción involuntaria de la
vejiga por hiperactividad del detrusor.
• Incontinencia por rebosamiento: es la pérdida de orina asociada a hiperdistensión de
la vejiga.
44
FÁSCICULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
La Incontinencia es la consecuencia de una enfermedad y no una enfermedad
en ella misma, este hecho resulta directa e indirectamente negativo para su conocimiento y
solución, ya que la I.U. no es constatada en ningún registro y, por lo tanto, imposible de individualizar como proceso patógeno. En la actualidad se está trabajando para que la
Organización Mundial de la Salud reconozca a la incontinencia como enfermedad y no como
una alteración del estado de salud que es la circunstancia actual. Ello conllevaría un mejor
conocimiento por su difusión, inclusión en programas de docencia universitaria, campañas de
información, etc.
La mujer incontinente, el niño que se orina en la cama y el anciano que no
puede retener su orina tienen mucho en común a pesar de pertenecer a grupos muy diferenciados, todos ellos viven con vergüenza esta afección que "esconden" y tratan de ocultar y por
ello alteran su mundo de relación y de actividad; es por lo que nosotros también defendemos,
desde esta publicación, que la I.U. sea considerada como una enfermedad que tiene diferentes causas.
1. Mecanismos de continencia
Para mantener la continencia, la musculatura lisa del detrusor tiene la facultad
de adaptarse a un gran volumen de orina. El esfínter interno evita que salga la orina. Si se ejerce una presión adicional sobre la vejiga, el esfínter externo y la musculatura estriada del suelo
pélvico ayudan a mantener la continencia.
Durante la fase de llenado, la presión en uretra es muy superior a la de la vejiga, por lo que la orina permanece dentro de ella. La Presión de Cierre Uretral (presión uretral
menos presión vesical) positiva permite la continencia durante la fase de llenado (figura 14).
45
FASCÍCULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
FASE DE LLENADO
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Detrusor
Relajación muscular
350/500 ml.
Esfínteres
Contracción
interno
muscular
externo
figura 14
Presión uretral (P.U.) > Presión intravesical (P.Ves)
Durante la fase de vaciado la presión en la uretra disminuye por relajación de
los mecanismos esfinterianos. Se contrae el detrusor y se inicia la micción, ya que la presión de
cierre negativa (presión uretral menos presión vesical) está a favor de la presión vesical
(figura 15).
FASE DE VACIADO
Detrusor
Relajación muscular
Esfínteres
Relajación
interno
muscular
externo
Meato uretral
figura 15
Presión intravesical (P.Ves) > Presión uretral (P.U.)
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FÁSCICULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
PRESIÓN DE CIERRE URETRAL (P.C.U.)
P.C.U. = presión uretral (P.U.) – presión intravesical (P.Ves.)
Se produce incontinencia siempre que la presión dentro de la vejiga es superior a la presión en la uretra, es decir, cuando la P.C.U. es negativa.
2. Causas de la incontinencia urinaria
• Fallo del detrusor (detrusor hiperactivo) (figura 16):
- Causas: Hiperactividad del detrusor (contracción involuntaria del detrusor)
- Terminología:
- hablamos de INESTABILIDAD DEL DETRUSOR si no hay causa neurológica
demostrable
- hablamos de HIPERREFLEXIA si la causa es neurológica.
PRESIÓN INTRAVESICAL
mayor
PRESIÓN URETRAL
menor
figura 16
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FASCÍCULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
• Fallo de la uretra (figura 17):
- Por alteración del esfínter externo y de los músculos del suelo pélvico (pérdida de tono y elasticidad).
- Por daño neurológico
- Por fallo del esfínter interno por relajación inapropiada o lesión orgánica.
LESIÓN
figura 17
• Combinación de los mecanismos anteriores (figura 18):
PRESIÓN URETRAL
figura 18
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FÁSCICULO - I
Micción, Epidemiología, Incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
DETRUSO R
URETRA
NORMAL
INCOMPETENTE HIPERACTIVA
NORMAL
Normal
Incontinencia
HIPERACTIVO
Incontinencia (*) Incontinencia
Obstrucción/
Inc. con residuo
HIPOACTIVO
Incontinencia por Incontinencia
rebosamiento
Incontinencia
por goteo
ARREFLÉXICO
Incontinencia por Incontinencia
rebosamiento
Incontinencia
por goteo
Obstrucción
(*) Puede existir o no incontinencia en dependencia de las fuerzas originadas y de la presión uretral
Tabla 9
Desde un punto de vista fisiopatológico, y en dependencia del estado en que
se encuentren el detrusor y la uretra, podemos establecer una serie de combinaciones. En definitiva se producirá incontinencia siempre que la presión vesical sea superior a la presión uretral y, por tanto, la presión de cierre sea negativa (tabla 9).
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Diseño y maquetación:
Carlos Aragón
Sección de Comunicación e Imagen de LABORATORIOS INDAS, S.A.
Ilustraciones:
Francisco Martínez y Juan Mazorriaga
Edita:
LABORATORIOS INDAS, S.A. -Departamento CientíficoCº de las Huertas, 2
28223 POZUELO (madrid)
Tel 91 509 60 00
www.indas.es • E-mail: [email protected]
Imprime:
NUMANCIA
Carolina Coronado,44
28017 MADRID
Depósito Legal: M-
-1999
Manual práctico
sobre
Incontinencia Urinaria
Coordinado por:
Eduardo Martínez Agulló
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Fascículo - 2
Enuresis.
Incontinencia urinaria
en la tercera edad
Eduardo Martínez Agulló
Juan Pablo Burgués Gasión
Angel Martínez Brotons
Salvador Arlandis Guzmán
Trinidad Crespo Ruiz
FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
CAPÍTULO - 1
Enuresis
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FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
ENURESIS
Una de las causas más frecuentes de pérdida involuntaria de orina es la
Enuresis, palabra que significa incontinencia de orina, sin embargo, su uso se ha generalizado
para definir la incontinencia nocturna durante el sueño.
La enuresis es muy frecuente en los niños y menos en los adultos, dándose más
en niñas que en niños, en una proporción de tres a dos hasta los siete años; después de esta
edad, la frecuencia se iguala en ambos sexos. Sin embargo, no es fácil delimitar la edad a partir de la cual debemos considerar a un niño enurético, ya que el control de la micción será el
resultado de su maduración funcional neurológica y social. La mayoría son capaces de estar
secos entre los dos y los cinco años. Es frecuente que, tras un período de continencia, el niño
vuelva a orinarse. Si ha sido inferior a seis meses, consideramos la enuresis como primaria, y
secundaria si ha superado este tiempo.
Distintas causas pueden producirla, pero aún no están bien definidas: hereditarias o influencias familiares, inmadurez cerebral, rasgos neuróticos, profundidad del sueño,
o alteraciones funcionales sensitivo-motoras que implicarían a centros y vías de la micción.
Rara vez se demuestra patología orgánica.
El control de la micción es un acto voluntario y complejo que se establece en el
niño cuando está adquiriendo todos los mecanismos de aprendizaje y, por lo tanto, en pleno
proceso de maduración cerebral. Este control se ha de ejercer, además, durante el sueño. Todo
ello, implica que los factores causantes de la enuresis van a ser múltiples. Entre ellos podemos
citar:
• Hereditario: Se ha demostrado que la enuresis es más frecuente en niños
cuyos padres también eran enuréticos, sin embargo, no existe base científica
que apoye una herencia genética de la enuresis. La mayoría de las teorías se
inclinan hacia una influencia educativa y familiar, transmitida de padres a hijos,
dentro de un mismo tronco familiar.
• Inmadurez cerebral: Podría ser un soporte válido para los niños menores de 5
años, aunque es difícil de demostrar.
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FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
• Ansiedad: La mayoría de los estudios coinciden en darle importancia a este
factor consecuencia del estrés físico o psíquico que padecen algunos enuréticos, bien por las circunstancias familiares o por hechos desencadenantes como
puede ser el nacimiento de un hermano, separación de los padres, etc. Sin
embargo, puede ser la propia enuresis la que genere, a su vez, ansiedad.
• Profundidad del sueño: Es la teoría más difundida aunque no hay estudios
que la apoyen, ya que los realizados hasta hoy son contradictorios.
• Alteraciones psicológicas: Es evidente que están presentes, en alguno de los
niños enuréticos, rasgos que se pueden considerar neuróticos. En otros muchos
casos estos rasgos neuróticos no existen. A pesar de la evidencia de la alteración psicológica en algunos de estos niños, nos podemos plantear si:
- La enuresis es consecuencia de la personalidad del niño.
- La tensión y la ansiedad son consecuencia de la enuresis.
- Son los rasgos neuróticos y la enuresis signos y síntomas comunes a una
misma problemática del niño.
• Patología funcional: Un defecto sensorial que diese un estímulo pobre, un
defecto de inhibición cortical o simplemente que el córtex no imponga su control al automatismo vesical podrían ser causa de enuresis. Otra causa funcional
demostrada es la alteración de los mecanismos de cierre uretral tanto por relajación del esfínter externo como por disinergia (falta de coordinación) del
mismo. El 50 % de los enuréticos presentan alteraciones funcionales.
• Patología orgánica: Se ha tratado de relacionar la enuresis con múltiples
enfermedades del aparato urinario, sin que en ningún estudio se haya podido
constatar una relación directa. De hecho, menos de un 10 % de los niños enuréticos presentan causa de origen orgánico.
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FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
El término enuresis se refiere a la micción no controlada voluntariamente, pero
que en los demás aspectos es normal, ya que se trata de una micción completa y coordinada.
Estas puntualizaciones definitorias carecen de importancia práctica en la enuresis nocturna
habitual del niño, pero es necesario tenerlas presentes a la hora de evaluar la enuresis diurna
o del adulto (situaciones, por otra parte, mucho más raras).
Se clasifica la enuresis desde distintos puntos de vista:
- Enuresis nocturna o diurna, según el horario de presentación.
- Enuresis primaria o secundaria, según el paciente haya sido siempre enurético o haya gozado de un período "seco" mayor de 6-12 meses.
- Y algunos autores hablan de no complicada y complicada, intentando englobar en este último grupo todos aquellos casos con mayor riesgo de hallazgos
orgánicos o funcionales susceptibles de estudio y tratamiento.
Sin embargo, y a pesar de estas clasificaciones, lo que más nos importa es tener
claro cuándo esta enuresis es una enfermedad y debe ser estudiada y tratada, y cuándo no y
por qué. Estas son las preguntas que muchos padres se hacen y nos hacen a diario.
El "mojar la cama" o “llevar pañal por la noche” es una situación normal, fisiológica y habitual del niño pequeño. El control miccional no existe al nacimiento y se va
desarrollando poco a poco con un calendario muy individual y variable para cada niño. Esta
variabilidad se explica porque el control miccional no es un instinto simple sino muy complejo
y en su aprendizaje intervienen muchos factores condicionantes.
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FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
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Incontinencia Urinaria
sustratos
estructurales
zona de
intersección
sustratos
no estructurales
FACTORES CONDICIONANTES DEL CONTROL MICCIONAL
• Sustratos no estructurales: momento o edad de conjunción de factores
propicios. Factores propicios:
- Disminución de la frecuencia miccional.
- Ambiente sin estímulos adversos: Educación adecuada y mundo afectivo
equilibrado.
• Zona de intersección (muy ampliada en los instintos elaborados como el
miccional):
- La carencia en uno o varios sustratos hereditarios estructurales puede ser
suplida por unos sustratos no estructurales reforzados.
- La carencia de unos sustratos no estructurales puede ser suplida por
unos sustratos estructurales más potentes.
• Sustratos hereditarios estructurales:
- Edad predeterminada para la consecución del instinto.
- Maduración del sistema nervioso central.
- Establecimiento del arco reflejo miccional sinérgico.
- Capacidad de control voluntaria del arco reflejo miccional (detrusor
uretra).
- Maduración del entorno hormonal.
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Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
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Podemos observar que intervienen factores anatómico-funcionales, pero que
también es necesaria la actuación de un sistema hormonal equilibrado y un cierto bienestar
psicológico, aunque con la particularidad de que la carencia en algunos de ellos puede ser
suplida por un refuerzo en los demás. Así se explica la gran variación en el momento de alcanzar este control miccional voluntario (nocturno).
A pesar de esta individualidad, hoy se acepta que a la edad de 5-6 años un niño
ya debe ser totalmente continente y cuando esto no es así debe ser estudiado. Sin embargo,
para llegar a esta afirmación se ha tenido que pasar por una situación de consenso, ya que la
normalidad fisiológica (maduración de estructuras y mecanismos corporales), la normalidad
estadística (edad media a la que los niños alcanzan el control miccional y valores de dispersión)
y la normalidad social no son coincidentes. En general, el peso de lo social es el más importante y es el que marca la edad de 5-6 años como la adecuada para iniciar estudios.
Socialmente está establecido que el niño en edad escolar ya es completamente continente. El hecho simple de que un niño presente enuresis diurna o nocturna a dicha
edad (cuando la mayoría o todos sus compañeros ya son continentes) le va a limitar en su esfera de relaciones. El niño siente vergüenza y evita, en general, las situaciones molestas que puedan manifestar públicamente este hecho. Aunque las actitudes de los propios niños y de los
padres ante la enuresis son diversas, ésta constituye siempre un motivo de preocupación en
ambas partes. Quizá la aparición de los pañales de un solo uso ha ayudado a demorar la edad
de consulta.
Los padres pueden hacerse partícipes de los problemas que le causa al niño la
enuresis y ser este el motivo de la consulta. Usualmente, la idea de que el niño ya debería ser
continente a dicha edad y los inconvenientes que la incontinencia conlleva (exposición de
sábanas y colchones para secar, olor de la orina, necesidad de llevar ropa de repuesto) producen un sentimiento de cierta vergüenza social en los padres. El fracaso de sus intentos educacionales (ponerse el despertador para hacer orinar al niño varias veces cada noche, restricción
vespertina de líquidos, ofrecimiento de premios por la continencia) les hace surgir la duda de
la existencia de una enfermedad orgánica. Otras veces la búsqueda de métodos más eficaces
y/o menos pesados para ellos les lleva a consultar a su médico.
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Manual práctico sobre
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Sin embargo, aunque existe entre un 1 y un 10% de patología orgánica detectable y los hallazgos funcionales ascienden a un 50-75% de los niños, la mayoría de los casos
de enuresis se resolverán espontáneamente con el pasar del tiempo y los estudios más o menos
completos no revelarán ninguna patología identificable. Así, la enuresis toma cuerpo de enfermedad a una edad tan temprana como los 5-6 años por su gran carga social.
El punto de vista del médico en general es distinto del familiar y esta discrepancia debe ser conocida y estrictamente evaluada. Un 87% de los médicos no considera necesaria una terapéutica médica, en cambio un alto porcentaje de familiares desea un tratamiento, pero cuando éste se instaura farmacológicamente la mayoría de los familiares lo considera
inadecuado, siendo motivo de abandono de la consulta en muchas ocasiones.
¿Por qué se produce la enuresis? ¿Por qué un niño de 5-6 años aún no ha alcanzado la continencia?
En la actualidad se sabe que no existe ninguna relación entre la profundidad o
fases del sueño y la enuresis. Tampoco se puede considerar como un síntoma dentro de un
retraso evolutivo general, ya que nunca el control miccional es uno de los objetivos madurativos del niño; los enuréticos no presentan alteraciones en la psicomotricidad o inteligencia, ligados a la enuresis.
Los factores más importantes conocidos son los genéticos y hereditarios: es más
frecuente en varones; existe un 68-70% de concordancia en gemelos univitelinos, en un 25-36%
en hermanos de gemelos enuréticos o entre gemelos bivitelinos, mientras que tan sólo en un
9% de hermanos de gemelos no enuréticos. Se observa, por tanto, una gran carga genética,
hereditaria, pero también una gran carga familiar no genética, transmitida educacionalmente.
Por otra parte, los estudios neurourológicos han arrojado cierta luz en la etiología y fisiopatología de la enuresis. Se sabe que más del 75% de los enuréticos tienen una
capacidad vesical funcional disminuida (y, por tanto, una mayor frecuencia miccional). El
hallazgo de contracciones involuntarias del detrusor que clásicamente se considera 2-3 veces
más frecuente que en la población general, se encuentra hoy en controversia, ya que la fre-
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FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
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cuencia de esta anomalía urodinámica depende de las técnicas y aparataje utilizados (principalmente en niños).
Los estudios más sofisticados y recientes realizados durante el sueño han realzado la importancia del agotamiento de la respuesta de cierre uretral al llenado (inestabilidad
del tracto de salida) como causa o explicación de la enuresis.
El hallazgo de una disinergia vésico-esfinteriana (incoordinación entre la contracción de la vejiga y la apertura de su uretra en el momento de la micción) no es muy frecuente, pero sí muy importante. Aunque a principios de 1970 este hallazgo se consideró funcional, en realidad se trata de un cajón de sastre y el número de casos sin patología orgánica
asociada disminuye día a día con la aparición y el uso de nuevos y más sensibles métodos diagnósticos.
¿Cuál debe ser la actitud del médico ante la enuresis?
• Realizar una buena historia clínica en la que los pasos más importantes son:
- Confirmar que se trata de una enuresis y no de otra alteración.
- Valorar si se trata de una enuresis primaria o secundaria y registrar su línea
basal (número medio de episodios enuréticos por noche).
- Evaluar la existencia de síntomas acompañantes que sugieran contracciones involuntarias (frecuencia, urgencia, escapes intermiccionales, posición
de retención en cuclillas), disinergia vésico-esfinteriana (chorro flojo,
stops, incontinencia gota a gota, dolores en bajo vientre o lumbares) o
infección urinaria (los anteriores acompañados de escozor-dolor-ardor
uretral, situaciones febriles frecuentes, retraso del crecimiento del niño).
Cualquiera de estos síntomas hablaría de una situación “complicada" que
exigiría ulteriores investigaciones.
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FASCÍCULO - II
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• Realizar una exploración clínica minuciosa de: abdomen, genitales externos,
raquis, chorro miccional, marcha.
• Solicitar una batería de exploraciones complementarias que se dirigirán a
descartar infección urinaria, potomanía, diabetes insípida. Se añadirá una Rx
simple de abdomen y ecografía, tras cumplir los 6 años, y un estudio urodinámico si ya ha cumplido los 7 años, ha fracasado un tratamiento psicológico, y
tiene sintomatología irritativa u obstructiva asociada.
• Tras la evaluación médica, puede ser aconsejable ponerse en contacto con el
psicólogo para que intente un tratamiento conociendo que no existen enfermedades previas predisponentes y no tratadas. A la vez, la existencia de alteraciones urodinámicas aconseja cooperar con el psicólogo con un tratamiento
farmacológico asociado (aumento de efectividad) y obliga en muchas ocasiones
a buscar alguna causa neurológica como etiológica (espina bífida oculta, lipoma medular, médula anclada...).
TRATAMIENTO
La tendencia social a un mayor nivel cultural debe conducir a una educación
infantil más equilibrada, que produzca menos conflictos en la mente del niño y, por tanto, una
disminución de la enuresis debida a factores psicosociales.
La posibilidad de la realización de una prevención con la educación o tratamiento de los padres de familias de enuréticos (población de alto riesgo) es difícil de llevar a
cabo. Quizá el psicólogo escolar, el médico general y el pediatra podrían desarrollar este
campo.
La historia está repleta de tratamientos obsoletos que incluyen medidas muy
incómodas para el niño y de eficacia dudosa:
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FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
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• Restricción vespertina absoluta de líquidos, a lo que se podía añadir la administración de sal al acostarse o un tratamiento con diuréticos diurnos con el
objeto de deshidratar levemente al niño.
• Despertar horariamente al niño para intentar que orine aun sin ganas.
• La utilización de múltiples fármacos como ansiolíticos, neurolépticos, estimulantes adrenérgicos, etc., que nunca probaron su eficacia y sí sus efectos secundarios.
De todas estas medidas la única que se usa como consejo general en la actualidad es la disminución vespertina en la ingesta líquida.
Cuando no existe patología orgánica, el tratamiento psicológico es el de elección. Cuando existe patología tratable, es un tratamiento aconsejado, ya que, combinado con
el médico, crea una buena disposición psicológica que mejora los resultados y además la propia enuresis conlleva alteraciones psicológicas que deben ser tratadas. Existen dos modalidades de tratamiento:
• La terapéutica conductual, que es la más usada y conocida, sobre todo su
modalidad de terapéutica condicionante (alarmas nocturnas), y
• La terapia psicoanalítica (hipnoterapia y psicoterapia, individual o de grupo).
Antes de entrar en el tratamiento farmacológico y dentro de las medidas
higiénico-dietéticas a tomar en el paciente enurético es preciso hacer hincapié en la importancia que tienen las comidas, la ingesta de líquidos y la distribución horaria.
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FASCÍCULO - II
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Incontinencia Urinaria
Los líquidos y las comidas
La cantidad de líquidos que toma un individuo depende de factores ambientales, de las actividades que realiza y de las apetencias propias:
• Factores ambientales que aumentan la pérdida de líquidos (facilitan el sudor
y la transpiración):
- Calor
- Ambiente seco
• Factores ambientales que disminuyen la pérdida de líquidos:
- Frío
- Ambiente húmedo
• Actividades que aumentan la pérdida de líquidos por sudor y transpiración:
- Deportes
- Trabajos que exigen esfuerzo físico
- La actividad física en general
• Apetencias propias: las personas, con independencia de su actividad y de los
factores ambientales tienen hábitos diferentes respecto a la necesidad de
tomar líquidos, unas son más bebedoras que otras.
El agua es el líquido por excelencia ya que ella misma constituye la mayor parte
de los seres vivos animales y vegetales, esto se ve claramente en los productos desecados que
pierden una parte importante de su volumen al exponerlos al sol. Así, tomamos agua no sólo
en forma líquida sino también cuando comemos alimentos sólidos: frutas, verduras, carnes,
pescados, etc. Hoy es habitual en muchas familias sustituir el agua natural por otras bebidas
que podríamos agruparlas en colas, zumos, refrescos, etc. Mención aparte merecen la leche
como alimento básico y eI alcohol como hábito social fuertemente arraigado en nuestro medio
(el vino, la cerveza y otros).
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FASCÍCULO - II
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Incontinencia Urinaria
Hay alimentos y bebidas que son diuréticos y por lo tanto facilitan y aumentan
la formación de orina. Conocidas son algunas aguas que llevan disueltos elementos minerales
que les dan una fuerte acción diurética. El alcohol en general y en especial la cerveza aumenta la formación de orina; este mismo efecto aumentado lo tiene el café, el té y otras infusiones habituales entre los líquidos ingeridos por nuestra población. La forma en que se toman
los alimentos es importante, así los hervidos, sopas, caldos y guisos en general aportan muchos
más líquidos que los asados y fritos.
FACTORES CONDICIONANTES DEL CONTROL MICCIONAL:
• Los líquidos:
- Agua
- Leche
- Otras bebidas sustitutivas del agua
• El alcohol.
• El café, el té, infusiones.
• Sopas y caldos.
• Frutas y verduras.
• Fármacos: Diuréticos.
Es de sentido común que las personas incontinentes, y en especial los enuréticos, deben tratar de controlar los líquidos que toman para no producir una formación excesiva de orina que aumente su incontinencia.
Distribución horaria
Los españoles solemos realizar tres comidas básicas diarias: el desayuno, el
almuerzo y la cena. Es frecuente que se tome algo durante la mañana y que se meriende. A
diferencia de los otros europeos, el almuerzo suele ser la comida más abundante y se realiza
después de las dos de la tarde. La cena, que debido al horario escolar o laboral es en muchos
casos la más importante de las comidas, se suele tener después de las nueve de la noche.
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FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
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Si pensamos, de inmediato se ve claro que durante la mañana se toman pocos
líquidos y es a partir del almuerzo cuando la formación de orina aumenta, por lo tanto, en el
transcurso de la tarde se orina más por llenarse con mayor frecuencia la vejiga.
El mayor problema para los enuréticos lo constituye el horario de la cena, al
tratarse en la mayoría de los casos de niños que vienen del colegio, donde muchos han comido. Las madres tratan de compensar la comida que ellas no han controlado en el colegio, preparando una cena adecuada para la buena nutrición de sus hijos. Además, para mantener la
necesaria comunicación familiar alrededor de la mesa se ven obligadas a imponer un horario
en el que todos los miembros de la familia puedan estar presentes; el horario laboral del
padre, hermanos y de otros miembros de la familia, con frecuencia obligan a que no se pueda
cenar hasta tarde.
¿Qué ocurre?
Que estos niños enuréticos que cenan tarde, se han de acostar al poco de
haber cenado, llevándose todos los líquidos que han tomado en forma de bebida o comida a
la cama. Desde que se ingieren los líquidos hasta que llegan a la vejiga pasan horas y aunque
el enurético orine antes de acostarse, si han transcurrido menos de tres o cuatro horas, con
seguridad los líquidos que está eliminando no son los de la cena. Para agravar aún más la situación es normal que al niño se le dé para ir a la cama un vaso de leche.
¿Qué se debe hacer?
Por supuesto no se debe hacer pasar sed a nadie, sin embargo, las personas que
sufren incontinencia deben intentar distribuir mejor en su horario la toma de líquidos, bebiendo más durante la mañana para disminuir los líquidos del almuerzo, con la intención de conseguir una formación de orina con pocas oscilaciones.
En los niños, lo aconsejable es:
- Tomar un desayuno fuerte si han de equilibrar el almuerzo del colegio.
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- Adelantar si es posible la cena a las seis de la tarde, permitiéndoles a esa hora
beber lo que les apetezca. Es poco recomendable que un niño que se orina en
la cama cene a las nueve, se acueste a las diez y además se le dé un vaso de
leche. En el resto de Europa lo normal es cenar a las seis de la tarde y hemos
de reconocer que los niños en Francia o en Noruega están tan sanos como los
nuestros.
Estas medidas sencillas y lógicas tropiezan a menudo con la oposición o falta de
colaboración de la familia, prefiriendo mantener el problema antes de cambiar unas costumbres familiares.
MEDIDAS ELEMENTALES:
• La higiene corporal.
• Dietética (bebida y comida).
• Distribución horaria de las comidas, bebidas y medicación (diuréticos).
• Vaciado vesical.
• Estilo de vida sano.
Fármacos
Dirigidos al aumento de la capacidad vesical funcional.
Se trata de fármacos relajantes de la musculatura vesical. En niños con enuresis nocturna o diurna y con síntomas de frecuencia y urgencia tienen una efectividad del
87,5%. Y aún mayor en los pacientes enuréticos con vejigas con contracciones involuntarias
diagnosticadas urodinámicamente (90,6% entre mejorías y curaciones). Entre ellos tenemos:
- Fármacos anticolinérgicos.
- Bloqueantes de los canales del calcio.
- Inhibidores de las prostaglandinas.
- Antidepresivos tricíclidos.
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La imipramina es el fármaco antidepresivo que ha sido más utilizado y estudiado en la enuresis. Dado que los antidepresivos mejoran la incontinencia tanto de causa
orgánica como funcional, no está indicada la prueba terapéutica con fines diagnósticos.
El cloruro de trospio, la oxibutinina y la tolterodina son excelentes anticolinérgicos que aumentan la capacidad funcional de la vejiga, sin embargo, no existe presentación
para niños.
Dirigidos a la disminución de la producción de orina nocturna: hormona antidiurética (ADH).
Produce una reducción efectiva de la excreción urinaria durante la noche. Se
utiliza un análogo sintético de la ADH que tiene una acción mucho más duradera en presentación para su administración intranasal.
Aspectos psicológicos
La niñez es la etapa evolutiva más importante en la vida del ser humano, puesto que las adquisiciones que realizan los niños no pueden compararse en trascendencia a las
realizadas en ninguna otra etapa.
El corte del cordón umbilical, en el momento del parto, representa la separación física de la madre, de la cual sigue totalmente dependiente. Este momento es el primer
paso de un largo camino que ha de recorrer el niño hacia la independencia y la autonomía,
que conseguirá a través de una serie de trascendentales y progresivas adquisiciones: caminar,
hablar, control de esfínteres, acudir al colegio..., en una palabra, crecer física y mentalmente.
Por ello, todo lo que altere al niño en esta primera etapa de su vida puede hacer que su evolución sea más difícil, tardía o incompleta.
Asimismo, la edad en que aparecen los síntomas juega un papel importante en el proceso, dependiendo del grado de madurez del sujeto y los recursos psicológicos
que posee; aspectos decisivos para hacer frente a los problemas que puedan presentarse y con-
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Incontinencia Urinaria
trarrestar los efectos negativos de los mismos. En esta línea, los niños, en su primera etapa
vital, carecen de los mecanismos necesarios que les permitan defenderse de las agresiones.
Están, por tanto, en inferioridad de condiciones y mucho más expuestos a la influencia de
factores negativos. Desde este planteamiento inicial, indiscutible hoy en día, resulta evidente
que la enuresis puede ser causa de trastornos en el niño.
POSIBLES TRASTORNOS PRODUCIDOS POR LA ENURESIS:
• Tardío o deficiente reconocimiento del esquema corporal.
• Disfunciones en la imagen corporal.
• Dificultad de alcanzar el nivel de seguridad e independencia propia de su
edad y un grado de autoestima que le permita un desarrollo normal.
• Alteraciones en las relaciones sociales.
Es importante que introduzcamos algunos aspectos que pueden significar una
relatividad y una graduación en los conflictos infantiles:
• Según el estado evolutivo en el que el niño se encuentre, la enuresis (primaria o secundaria) afectará a unos u otros aspectos de su desarrollo y lo hará en
diferente grado.
• El nivel de repercusiones que la enuresis puede alcanzar en un sujeto determinado depende además de la presión social, las actitudes familiares y la utilización que el niño haga de la propia enuresis (llamar la atención, reclamar
ayuda, seguir siendo objeto de la atención materna...).
• La familia juega un papel importantísimo en la vida del niño y, por tanto, en
todo aquello que le concierne; por ello, las posibles alteraciones familiares condicionan negativamente el desarrollo del proceso conducente al control de
esfínteres.
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FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
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• Siendo indudable que la enuresis puede ser causa de problemas del niño, es
necesario contemplar la posibilidad de que la propia enuresis sea consecuencia
de otro conflicto psíquico previo, de mayor entidad, como puede ser la neurosis. En este caso, es la neurosis la que va a acarrear problemas en el desarrollo
del niño, si bien la presencia de la enuresis hace que al tener ésta su propia
entidad, merezca atención específica.
• Se puede afirmar que el niño enurético es un niño con problemática emocional, ya sea la enuresis síntoma o causa, por lo que es frecuente la presencia de
trastornos asociados. Sin que exista una total unanimidad entre los autores, de
una manera aproximativa podemos hablar de un perfil propio del enurético
que contemplaría comportamientos infantiles atípicos, trastornos de sueño,
problemas de lenguaje, aspectos relacionales (timidez, ansiedad...), onicofagia,
potomanía... Desde luego, cabe preguntarse hasta qué punto este perfil está
determinado por la enuresis, la está favoreciendo o, con ella, forma un cuadro
indicador de una problemática que aqueja al niño.
Independientemente de las causas que provocan la enuresis, sea ésta síntoma
o síndrome, primaria o secundaria, lo cierto es que produce un sufrimiento en el niño y puede
provocar una alteración familiar. Esto motiva, justificadamente, la necesidad de una intervención técnica-terapéutica que pueda aliviar la problemática, máxime teniendo en cuenta que
partimos de un buen pronóstico.
En el momento de establecer el tratamiento, resulta imprescindible contar con
la familia, que siempre es una pieza clave en el mismo y muchas veces ejerce de terapeuta del
niño. Por ello, siempre es necesario llevar a cabo un apoyo familiar que, en algunas ocasiones,
exige pasar a la categoría de terapia, cuando la situación lo aconseja. Por tanto, la incidencia
terapéutica, a diferentes niveles, se desarrolla sobre el individuo y la constelación familiar.
Los procedimientos y sistemas terapéuticos, dentro del campo de la psicología,
los agrupamos en dos amplios epígrafes:
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Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
• Conductuales. Comprende todas aquellas medidas que inciden directamente
en la conducta y hábitos del individuo, relacionadas con la enuresis y que se llevan a cabo de forma más o menos programada y sistematizada, con evaluación
de la respuesta de manera inmediata o a corto plazo, sirviendo de base y orientación para las pautas siguientes.
Es este apartado quedan incluidos los ejercicios miccionales, los hábitos dietéticos y de higiene personal, la utilización de medidas sugestivas y reforzadas, el
control de la micción durante el sueño...
• Psicoterapéuticos. Hacen referencia a la actuación sobre la estructura y dinámica personal y familiar, incidiendo en uno o más miembros, de manera individual o colectiva. De acuerdo con la situación se utilizará terapia familiar, psicodrama, terapia breve, psicoterapia de larga duración...
La motivación por el tratamiento, la elección de un adecuado terapeuta y el
acierto de éste en la aplicación de las técnicas apropiadas a cada caso son factores decisivos
para el éxito.
Planteamiento general
La dificultad en la evaluación de las respuestas se pone de manifiesto al leer
informes en los que existe aproximadamente un 15% de remisión espontánea y en los que el
efecto positivo logrado por un placebo (sustancia sin ninguna acción) puede llegar hasta un
68%. Para evitar estas ambigüedades interpretativas, y antes del tratamiento, es necesario e!
trazado de una línea basal de los episodios enuréticos en cada paciente. Debe ser el niño quien
elabore un calendario en el que se marcan con distintos colores las noches secas y las húmedas. Ello permite conocer el número y frecuencia de episodios enuréticos evitando la subjetividad de los datos familiares. Además, al menos un 25% de niños mejoran y alguno cura con
sólo la atención que supone el trazado de esta línea basal.
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Incontinencia Urinaria
Si a través de los procedimientos diagnósticos se detecta alguna afección urológica o neurológica se procederá al tratamiento de la enfermedad hallada. En estos casos, al
igual que cuando no se encuentra ninguna causa, el tratamiento farmacológico ayuda a controlar la sintomatología urinaria. Pero la situación más frecuente es que no se encuentre ninguna enfermedad asociada o causal. En este caso y evaluado el paciente tanto desde el punto
de vista urológico como psicológico se procederá a instaurar un tratamiento sintomático.
Los procederes conductistas (alarmas nocturnas) incialmente pueden ser los
más eficaces. El tratamiento médico en general no debe ser indefinido, debe instaurarse ante
el fracaso de los procedimientos psicológicos y va dirigido a aumentar la capacidad vesical y
disminuir la producción de orina durante la noche para evitar la micción. Puede ser complementario de los tratamientos psicológicos o de mucha ayuda en situaciones especiales (campamentos, excursiones...) de corta duración. Ante la detección de alguna alteración urodinámica, y sin descuidar los procedimientos diagnósticos que conlleve, debe tratarse de manera
adecuada.
En general, los procedimientos diagnósticos y de tratamiento deben adecuarse
en su agresividad a la posibilidad de curación espontánea. Así, la búsqueda etiológica será más
exhaustiva en pacientes de mayor edad y el tratamiento más agresivo o intensivo en estos mismos pacientes y en aquellos con hallazgos etiológicos orgánicos, funcionales o psicológicos de
mayor envergadura.
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Incontinencia Urinaria
ENURESIS: ALGORITMO DIAGNÓSTICO - TERAPÉUTICO
Escape de orina durante el sueño
después de los 5 - 6 años
VALORACIÓN
• Anamnesis
• Exploración física
• Análitica
• Ecografía del aparato urinario
• Radiografía simple de abdomen
CON SINTOMATOLOGÍA
IRRITATIVA DIURNA AÑADIDA
(con o sin incontinencia)
HALLAZGOS
• Infecciones de repetición
• Presencia de residuo
• Ectasia del TUS
• Disrafias
• Alteraciones miccionales
• Otras alteraciones físicas
NINGÚN
HALLAZGO
TRATAMIENTO
Estudio urodinámico
Valoración neurológica
• Normas higiénico - dietéticas:
- Liquidos y comidas
- Distribución horaria
• Tratamiento farmacológico:
SI HIPERREFLEXIA
Estudios neurofisiológicos
complementarios
Otros (TAC, RNM)
- Imipramina
- Anticolinérgicos
- Desmopresina
• Tratamiento psicológico:
- Conductual (alarmas)
- Psicoterapia
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Incontinencia Urinaria
RESUMEN:
• E s evidente que las causas de la enuresis son múltiples, por lo que será preciso hacer
un interrogatorio minucioso a los padres y al niño, para averiguar sus características
sociales y biológicas, valorando, además, la actitud de los padres y su disposición a colaborar en el tratamiento.
• La enuresis no está ligada a ninguna alteración de la personalidad. La capacidad intelectual del enurético es igual que la de los demás niños de su edad. Tampoco está afectada su psicomotricidad.
• Menos de un 10% de los niños enuréticos presentan causa de origen orgánico. el 50%
de los enuréticos presentan alteraciones funcionales.
• Se observa una carga hereditaria y de “estilo de vida” transmitida por la familia.
• El niño enurético en general siente vergüenza y presenta problemática emocional.
• La mayoría de los casos de enuresis se resuelven con el pasar del tiempo.
• Llama la atención la escasa colaboración de familiar y resistencia a modificar hábitos
cotidianos respecto a medidas lógicas y sencillas (adelantar la hora de la cena, dejando
un intervalo de tres a cuatro horas antes de que el niño se acueste, no dar un vaso de
leche al acostarse, etc.).
• Los estudios urodinámicos demuestran que algunos de estos niños - etiquetados de
“nerviosos” - sufren importantes disfunciones vésico-esfinterianas que deben ser debidamente tratadas.
• Si el niño presenta síntomas irritativos miccionales como urgencia y frecuencia miccional debe siempre buscarse una causa orgánica.
• Siempre tendremos presente que si la enuresis se acompaña de síntomas miccionales
irritativos diurnos, la no detección de patología orgánica no la excluye, ya que puede
existir una displasia medular localizada imposible de detectar con los medios diagnósticos actuales.
• Es importante dar al niño, con o sin patología orgánica, el tratamiento psicológico adecuado, tratamiento que debe en ocasiones completarse con terapia familiar.
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Incontinencia Urinaria
CAPÍTULO - 2
Incontinencia
urinaria en la
tercera edad
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Incontinencia Urinaria
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Incontinencia Urinaria
INCONTINENCIA URINARIA EN LA TERCERA EDAD
La barrera de la senilidad clásicamente se ha situado a los 65 años de edad,
aunque es cada día más debatida. Más que la edad cronológica se debe considerar la edad biológica. El envejecimiento comienza cuando termina el desarrollo, y se caracteriza por una pérdida de flexibilidad y de las reservas disponibles, con una disminución de la capacidad de adaptación. Es posible que entre el envejecimiento normal y el patológico sólo exista un espectro
continuo y que las diferencias sean exclusivamente cuantitativas y no cualitativas.
Se han producido en los últimos años cambios en las pirámides de población,
en especial en los países desarrollados, con un incremento en los individuos que superan los
65 años de edad. En España en 1900 correspondían al 5% de la población, en 1940 al 6%, pero
ya en la actualidad al 12%, que para un censo de 40 millones supone 4.800.000 personas mayores de 65 años. Estas cifras se incrementarán en las próximas décadas, hasta un 20% en los
comienzos del siglo XXI.
En el envejecimiento del sistema nervioso existen cambios fisiológicos, como un
declinar en el flujo sanguíneo, y morfológicos como la pérdida de peso del cerebro entre un
10 y un 20%, con cambios celulares y disminución de la población de las neuronas, que como
sabemos son las únicas células del organismo incapaces de reproducirse. Todo ello causa una
pérdida de adaptabilidad al medio, un enlentecimiento general, pérdida de la inteligencia
fluida frente a la conservación de la inteligencia cristalizada, menor capacidad de coordinación motora y de control muscular, trastornos sensoriales, etc. Las pérdidas tanto en las capacidades auditivas como visuales pueden agravar las sintomatologías por un enclaustramiento
sensorial que les aislará socialmente al no poder comunicarse.
A nivel del tracto urinario el envejecimiento se traduce en algunos pacientes en
alteraciones significativas de la dinámica miccional, mientras que en otros los cambios anatomofisiológicos permanecerán silentes y solamente evidenciables tras exploraciones clínicas e
instrumentales meticulosas.
Por tanto, el envejecimiento condiciona alteraciones en los centros y vías nerviosas que regulan la micción, así como a nivel de los propios órganos efectores del tracto urinario inferior. Por otra parte, la afectación de la función mental superior, la destreza manual,
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Incontinencia Urinaria
la movilidad y el estado general del anciano pueden influir de manera significativa en la continencia. Así pues, es la conjunción de todos estos factores la que inclina la balanza de la continencia hacia un lado o hacia otro de manera definitiva.
En la vejez hay que considerar siempre, por su muy alta prevalencia, la interrelación que entre sí tienen la incontinencia urinaria y las alteraciones del aparato locomotor,
enfermedades metabólicas, alteraciones endocrinas, capacidad cognitiva, accidentes cerebrovasculares, enfermedades del sistema nervioso, depresiones, patología obstructiva prostática y un largo etcétera, al que habría que sumar el factor añadido de los tratamientos de
todas estas afecciones, muy especialmente el farmacológico.
La incontinencia urinaria es el síntoma del tracto urinario inferior más común
en la población geriátrica. La prevalencia de la incontinencia en dicha población varía en relación a sus necesidades de asistencia: en España es del 15,5 % en los mayores de 65 años no institucionalizados, elevándose al 35 % en los hospitales, y presentándose la máxima prevalencia
en el ámbito residencial, donde alcanza el 50 %. Por otro lado se ha demostrado una prevalencia más elevada en individuos con mayor grado de incapacidad física y/o psíquica y un incremento manifiesto con la edad (tablas 1 y 2)
En la incontinencia de la tercera edad por fallo del control voluntario de la micción, se suman todas las otras causas de incontinencia. Tiene especial importancia la urgencia
miccional en el hombre y en la mujer, a la que además se suma la I.U de esfuerzo.
INCONTINENCIA URINARIA
POR SEXO
INCONTINENCIA URINARIA
POR GRUPO DE EDAD
26,3%
Hombres
14,5%
Mujeres
16,1% p=0,59
Total
15,5% (95% Cl:12,2% - 18,0%)
13,3%
Tabla 1
26
65 a 74
años
16%
75 a 84
años
+ 84
años
Tabla 2
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Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
ENVEJECIMIENTO E INCONTINENCIA
La incontinencia urinaria, en la vejez, casi siempre se debe a factores etiológicos múltiples. Desde el punto de vista fisiopatológico podemos agrupar estos factores tal como
aparece en el siguiente cuadro:
FACTORES RESPONSABLES:
• I.U. por detrusor hiperactivo: Hiperreflexia.
• I.U. por incompetencia uretral.
• I.U. de esfuerzo con detrusor normoactivo.
• I.U. por detrusor hiperactivo: Inestabilidad.
- Masculina: Inestabilidad secundaria a obstrucción (H.B.P.).
- Femenina: Inestabilidad secundaria a las alteraciones del tono muscular
del suelo pelviano.
• I.U. por detrusor hipoactivo con uretra incompetente.
La hiperactividad del detrusor es la principal causa de incontinencia urinaria en
la vejez y en ambos sexos, expresada clínicamente como incontinencia de urgencia, cuya causa
buscaremos en un funcionalismo encefálico alterado (alteración del circuito 1 de Bradley). Este
circuito es exclusivamente encefálico y está constituido por las vías que relacionan entre sí el
córtex detrusoriano y el núcleo motor del detrusor (dentro del núcleo pontino) de la formación reticular del mesencéfalo. Estas vías son moduladas por las estructuras encefálicas, en
especial tálamo, sistema límbico y ganglios de la base. El circuito 1 de Bradley es el sustrato del
control volitivo del reflejo que controla la actividad del detrusor, tanto en su facilitación como
en su inhibición (figura 1).
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CIRCUITO 1
Centro volitivo del
reflejo del detrusor
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Incontinencia Urinaria
Córtex
Sistema
límbico
Tálamo
Hipotálamo
Formación
reticular
Cerebelo
figura 1
Los cambios degenerativos, involutivos, patológicos y/o seniles que se dan en
las estructuras nerviosas encefálicas de los ancianos, son la principal causa de incontinencia urinaria por hiperreflexia. En este caso, la incontinencia urinaria refleja supraespinal es debida al
fallo en el control voluntario al no actuar la inhibición cortical sobre el núcleo pontino, el cual
responde a los estímulos que le llegan de los centros medulares de la micción.
Los conocimientos actuales sobre las estructuras responsables de la neurofisiología de la dinámica miccional están aún dentro del debate científico, existiendo importantes
discrepancias. Así, el punto en el que pasamos de lo estrictamente involutivo senil a lo patológico es en ocasiones imposible de delimitar. Podemos encontrarnos frecuentemente con una
transmisión de estímulos alterada por daño fibrilar o bien con lesiones neuronales difusas,
todo ello imposible de determinar porque en la mayor parte de los casos no estarán ligados a
una daño neurológico macroscópico, y que incluso no es evidenciable en múltiples ocasiones
por la resonancia magnética nuclear.
Si estamos ante una incontinencia urinaria por hiperreflexia secundaria a un
daño neurológico encefálico (supraespinal) el núcleo pontino está normalmente preservado,
por lo que su función coordinadora entre simpático, parasimpático y somático queda indemne; ello significaría que el tracto urinario inferior es sinérgico, y en los casos en que la orina
residual está presente por mal vaciado vesical esta no se debe a disinergia, sino a la existencia
de un problema obstructivo orgánico, tan frecuente en varones mayores.
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Incontinencia Urinaria
En la mujer añosa se une a la primera causa de incontinencia (la hiperactividad
del detrusor), la incontinencia de esfuerzo por incompetencia-disfunción de los mecanismos de
cierre uretral. Tanto el examen macroscópico como el microscópico son en ocasiones limitados
y no nos aportan la suficiente luz para determinar cuál es el auténtico responsable. Son evidentes los cambios que a través de microscopio electrónico se pueden objetivar en la estructura tisular del tracto urinario inferior: el empobrecimiento de las fibras elásticas y su sustitución por colágenas, causando la disminución del tono muscular y atrofia del músculo esquelético del suelo pelviano. La edad va a suponer pues un factor determinante en cuanto a la modificación de las estructuras que soportan el tracto urinario inferior, facilitando la aparición de
la incontinencia urinaria en la mujer.
CAMBIOS EN EL SISTEMA NERVIOSO
A nivel del sistema nervioso encontraremos alteraciones en el EEG y el EMG,
reflejo de las modificaciones intrínsecas de las estructuras neuronales y vías nerviosas. Se produce una disminución de la circulación sanguínea a nivel del sistema nervioso central y una
mayor tendencia a los accidentes cerebrovasculares, con las secuelas consiguientes. También
hay modificaciones a nivel histológico, con disminución de la población neuronal y cambios en
la glía. A nivel celular, aparece degeneración neurofibrilar, granulovacuolar y acúmulo de pigmentos, balonamiento de los axones, alteraciones de las dendritas y disminución de los botones y receptores sinápticos. A nivel biomolecular se alteran los neurotransmisores y los sistemas enzimáticos. Todo esto se traduce fisiológicamente en un enlentecimiento de la conducción nerviosa, en una disminución de la capacidad de integración de señales a nivel del sistema nervioso central, y en una respuesta alterada de los órganos efectores al estimulo nervioso.
Clínicamente, todos estos cambios anatómicos y fisiológicos se expresan de
forma que nos es a todos familiar: lentitud en las acciones reflejas y en los movimientos, y disminución en la coordinación motora. La función mental también puede verse afectada, disminuyendo la capacidad de aprendizaje y adaptación al medio y a nuevas situaciones, apareciendo pérdida de memoria y de funciones intelectuales superiores, etc. La expresión patológica de este proceso fisiológico es la demencia senil. Las capacidades sensoriales se ven mer-
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madas, sobre todo la auditiva y la visual, lo que condiciona significativos problemas de relación e integración con el medio.
A estos cambios fisiológicos del sistema nervioso propios del envejecimiento
se suelen sobreañadir procesos patológicos que vienen a agravar la condición general del
enfermo y en casos concretos, afectar directamente los centros nerviosos que regulan la dinámica miccional. Los más frecuentes son la demencia, los accidentes cerebrovasculares y la
enfermedad de Parkinson.
De manera más concreta, la afectación de los centros superiores por atrofia
cerebral, procesos vasculares, etc, provoca alteraciones en el control voluntario de la micción,
mientras que la afectación del núcleo pontino lo hace en la coordinación de la micción.
El detrusor se ve afectado por la disminución de la inervación autonómica y por
un aumento de tabiques fibrosos. Asimismo, en varones con H.B.P. es frecuente la presencia de
trabeculaciones y/o divertículos, que se relacionan a su vez con el factor obstructivo.
El deterioro neurológico en las personas mayores es, en muchas ocasiones, difícil de objetivar ya que el daño degenerativo no es siempre perceptible con los elementos diagnósticos de los que hoy disponemos. De hecho, en sujetos con un excelente nivel consciente y
una psique preservada, pueden darse lesiones difusas de las neuronas responsables del control
voluntario de la micción o de las vías transmisoras y reguladoras de los estímulos miccionales;
así, cuando la vejiga está llena el sujeto percibe el deseo como urgencia miccional ya que es
simultáneo a la contracción del detrusor (hiperreflexia) al fallar la inhibición cortical. Igual
podría ocurrir si existiese un daño muy focalizado y no detectable por nuestras técnicas radiológicas actuales.
En el sistema nervioso central se produce, con la edad, una atrofia de la corteza cerebral y una pérdida de neuronas que repercute sobre el control voluntario de la micción.
Este deterioro también involucra al sistema nervioso autónomo traduciéndose en diferentes
manifestaciones clínicas, entre las que la hiperactividad del detrusor será prácticamente constante. La pérdida del tono de la masa muscular que constituye el suelo pélvico sumado a la
incompetencia esfinteriana en la mujer son factores determinantes de incontinencia.
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Incontinencia Urinaria
La incontinencia se ceba así en una población deprimida, llena de disfunciones
y limitaciones que además social y familiarmente supone un "lastre" difícil de alternar con la
"normalidad" del núcleo familiar. Ante esta demanda social de nuestros mayores estamos en
la obligación de ofertarles las soluciones necesarias bien con fármacos, cirugía o medios paliativos que les permitan seguir integrados familiar y socialmente, evitando con ello su aislamiento e ingreso en residencias.
MODIFICACIONES EN EL TRACTO URINARIO INFERIOR
A NIVEL VESICAL
En la vejiga los cambios se van a producir a distintos niveles:
• Composición bioquímica y estructural del detrusor: se observa un aumento
de la concentración de colágeno y disminución de la elastina, con lo que la
capacidad viscoelástica vesical disminuye.
• Neurorreceptores: no están claramente establecidos los cambios en el mapa
de neurorreceptores vesicales, aunque se han descrito modificaciones ligadas al
desarrollo de obstrucción infravesical secundaria a hiperplasia benigna prostática. Genéricamente se reducen en una tercera parte el número de nervios
autonómicos vesicales.
• Cambios funcionales: funcionalmente disminuye la capacidad vesical, se
incrementa el residuo postmiccional, disminuye la contractilidad vesical y
aumentan las contracciones involuntarias del detrusor. Se pueden producir
cambios secundarios a procesos obstructivos (en el varón, la hiperplasia prostática benigna será el proceso más frecuente), consistentes en hipertrofia del
detrusor, trabeculación, aparición de celdas y divertículos y sus complicaciones
secundarias. Si el proceso de dilatación vesical es importante, se puede afectar
el mecanismo valvular antirreflujo de los uréteres, con las complicaciones subsiguientes.
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Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
A NIVEL URETRAL
El hipoestrogenismo en la anciana conduce a cambios distróficos en la mucosa
de la uretra, con disminución del grosor muscular uretral y de los receptores alfa-adrenérgicos,
induciendo la disminución de la longitud de la uretra funcional y de la presión máxima de cierre, lo que favorecerá la aparición de incontinencia de esfuerzo. La pérdida de la angulación
vésico-uretral como consecuencia de la alteración de las estructuras de sostén del suelo pélvico (partos vaginales, pérdida de masa muscular), contribuirá de manera evidente a la incontinencia de estrés.
En el anciano, la hipertrofia prostática benigna jugará un papel importantísimo en la dinámica miccional, siendo el proceso obstructivo por excelencia del varón.
En la anciana los procesos obstructivos a nivel uretral vienen motivados por
estenosis de meato y de uretra. Estas se producen por inflamación crónica secundaria a la atrofia que sufren estas estructuras por el hipoestrogenismo del climaterio. Así pues, un tratamiento hormonal sustitutivo puede prevenir y remediar estas situaciones.
A NIVEL DEL SUELO PÉLVICO
El volumen muscular del anciano se puede reducir hasta la mitad al llegar a la
octava década de la vida. Esta disminución de masa muscular también afecta a la musculatura
perineal, por lo que la continencia puede verse alterada por una disminución de los elementos de sostén cérvico-uretral y de cierre esfinteriano durante la fase de llenado.
A NIVEL PROSTÁTICO
La hiperplasia benigna prostática es una enfermedad frecuente del varón
anciano. Aproximadamente el 70 % de los hombres mayores de 70 años presentan cambios
histológicos de hiperplasia nodular prostática, aunque solo el 25 % presentarán transtornos
clínicos que precisen tratamiento.
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Incontinencia Urinaria
El crecimiento de la glándula prostática da lugar a obstrucción infravesical, por
elongación y compresión de la uretra posterior (crecimiento de los lóbulos laterales), y por elevación del cuello y efecto valvular (crecimiento del lóbulo medio).
Como consecuencia de este fenómeno obstructivo, la musculatura vesical reacciona hipertrofiándose en un esfuerzo compensador, lo que se traduce morfológicamente en
trabeculación vesical. Además de la hipertrofia de músculo liso, aumenta el contenido en colágeno y fibroblastos. Se pueden producir herniaciones de la mucosa a través de los haces musculares, dando lugar a divertículos vesicales. Si la obstrucción se prolonga en el tiempo, la
capacidad contráctil del detrusor puede claudicar, derivando en una insuficiencia del detrusor.
Así, la pared vesical se puede adelgazar, aumenta el residuo postmiccional, se pierde el efecto
valvular antireflujo de los orificios ureterales y aparece el subsiguiente reflujo y dilatación ureteral bilateral. El estadio final evolucionado sería una insuficiencia renal crónica por uropatía
obstructiva.
La obstrucción provoca en el detrusor una denervación parcial, con hipersensibilidad a la estimulación colinérgica. También se produce un incremento de los receptores alfaadrenérgicos en el detrusor (que provocan contracción) y la disminución de los beta-adrenérgicos (que provocan relajación). Esta es la base fisiopatológica que explicaría la alta frecuencia de inestabilidad en los casos de obstrucción infravesical (alrededor del 45-63% de los
pacientes). La inestabilidad vesical se expresará clínicamente como polaquiuria, nicturia, micción imperiosa, dolor suprapúbico e incontinencia de urgencia.
La compresión de la uretra posterior por el crecimiento prostático aumenta los
impulsos sensitivos aferentes, lo cual puede provocar una urgencia sensorial. Por otra parte,
también se pueden activar de forma refleja las vías uretra-detrusor, lo que originaría un detrusor inestable. La presencia de sonda e infecciones sobreañadidas en pacientes prostáticos son
otros factores causantes de detrusor inestable con expresión clínica de síndrome irritativo.
Sin embargo, en el contexto de los enfermos con HBP, no siempre es correcto
relacionar los síntomas irritativos (urgencia, frecuencia) con detrusor inestable. Hay autores
que opinan que esta correlación es más frecuente en pacientes con incontinencia de urgencia,
siendo menos probable en los que tienen urgencia sin incontinencia. En estos últimos, la
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Incontinencia Urinaria
urgencia puede venir determinada por las altas presiones miccionales compensadoras del
fenómeno obstructivo.
En los pacientes con HBP y sintomatología predominantemente irritativa es
interesante realizar un estudio urodinámico con el fin de determinar el comportamiento del
detrusor. Los pacientes con detrusor inestable y baja acomodación vesical tienen muchas posibilidades de presentar incontinencia postquirúrgica por persistencia de la misma. Es difícil predecir si la inestabilidad desaparecerá tras la cirugía (al desaparecer el proceso obstructivo que
la inducía), o persistirá. Los pacientes con síntomas predominantemente irritativos antes de la
cirugía tienen una tendencia a la persistencia de la sintomatología tras la misma, mientras que
los que tenían síntomas fundamentalmente obstructivos, suelen corregir la inestabilidad tras
la intervención.
La obstrucción provoca además de inestabilidad, una baja acomodación vesical
y unas altas presiones miccionales (para poder vencer la obstrucción). Sólo si el detrusor claudica, tendremos bajas presiones de vaciado, pudiendo llegar a un detrusor hipoactivo, y en
casos extremos, acontráctil.
En la tabla 3 mostramos los cambios funcionales más significativos del tracto
urinario inferior asociados al envejecimiento.
Alteraciones funcionales del tracto
urinario inferior con el envejecimiento
• Disminución de la presión máxima del cierre uretral
• Disminución de la longitud de uretra funcional
• Disminución de la capacidad vesical
• Disminución de la contractilidad vesical
• Dificultad para postponer la micción
• Incremento del residuo postmiccional
• Incremento de las contracciones involuntarias del detrusor
• Incremento de los procesos obstructivos (HBP)
• Debilidad del suelo pélvico
Tabla 3
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CAMBIOS GENERALES
Como hemos comentado, el envejecimiento produce una serie de cambios multiorgánicos que influyen de manera conjunta y variable sobre la dinámica miccional, lo que
condiciona en circunstancias determinadas la aparición de la incontinencia.
A los cambios estrictamente ligados al tracto urinario inferior y al sistema nervioso que lo regula, hay que añadir otros más generales, que en una primera valoración pueden
pasar desapercibidos pero que sin duda alguna juegan un papel decisivo en estos pacientes.
INFECCIONES URINARIAS
Las infecciones del tracto urinario son un factor desencadenante de incontinencia en el anciano, especialmente cuando el equilibro de la dinámica miccional es precario.
Hay diversas alteraciones en la fisiología del anciano que conducen a una mayor tendencia a
las infecciones urinarias. En el hombre la actividad antibacteriana del líquido prostático está
reducida. Por otra parte, la hiperplasia benigna prostática puede aumentar la incidencia de
infecciones urinarias, sobre todo cuando aparecen residuos postmiccionales y otras complicaciones como litiasis vesicales, etc. Algunos autores afirman que el aumento de la presión intravesical secundaria a procesos obstructivos puede alterar los mecanismos inmunes locales, al disminuir el flujo sanguíneo capilar en la pared vesical. Por otra parte, la necesidad de instrumentaciones urológicas tan frecuentes en estas edades, hacen que la probabilidad de infección urinaria sea mucho mayor.
El hipoestrogenismo condiciona en las mujeres postmenopáusicas una depleción de Lactobacillus en la mucosa vaginal, por lo que el ph de la misma aumenta, favoreciendo de esta manera la colonización de la región por Enterobacterias (especialmente E. coli)
procedentes del tubo digestivo. La atrofia de la mucosa uretral por el déficit hormonal disminuye sus mecanismos defensivos, por lo que se facilita la colonización y posterior infección
ascendente, a partir del introito.
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Otro factor que aumenta el riesgo de infección urinaria en el anciano es la deficiencia del sistema inmune. Esta puede venir determinada por la propia senilidad, o bien por
la toma de fármacos inmunosupresores, enfermedades concomitantes, situaciones de malnutrición, estrés, alcoholismo, diabetes, etc.
ALTERACIÓN DE LA MOVILIDAD
La alteración de la movilidad, muy frecuente en el anciano, puede llegar en
ocasiones al encamamiento permanente. Su etiología es múltiple (neurológica, psicológica,
osteoarticular, traumatológica, nutricional ...) y sus consecuencias sobre la micción son evidentes. Enfermedades reumáticas como la artritis reumatoide pueden producir incontinencia por
diversos mecanismos: afectación de la movilidad y de la destreza manual, mayor tendencia a
las infecciones urinarias (inmunodepresión ligada a la propia enfermedad o a la toma de corticoides e inmunosupresores) y por la mielopatía cervical secundaria a subluxación atloaxoidea. El tiempo insuficiente en llegar al “baño” constituye en nuestra serie la principal desencadenante de la incontinencia urinaria (tabla 4).
Características de la incontinencia urinaria
determinadas situaciones desencadenantes
Agua
45,0%
(Sonido o contacto)
Frío
37,0%
Aproximarse a casa
31,7%
Tiempo insuficiente
50,1%
(Barreras físicas o distancia excesiva)
Tabla 4
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DETERIORO COGNITIVO Y SENSORIAL. PROBLEMAS MÉDICOS
Muchas enfermedades no urológicas afectan y modulan la dinámica miccional,
siendo las responsables de la aparición de incontinencia. Algunas presentan varios mecanismos
de actuación, entremezclando y sumando sus efectos, como la diabetes: tendencia a la infección urinaria, poliuria por efecto osmótico (glucosuria), vejiga neurógena con detrusor hipoactivo o arrefléxico (por neuropatía periférica multisegmentaria: raíces nerviosas raquídeas,
ganglios simpáticos, nervios y ganglios del sistema nervioso periférico y nervios intrínsecos de
la pared del detrusor) e incluso detrusor hiperrefléxico (por lesión neuronal incompleta o por
lesión de motoneurona superior secundaria a ACV cerebral).
Otras patologías afectan al comportamiento del tracto urinario inferior de
forma indirecta, como las enfermedades cardiovasculares: alteraciones en el balance de líquidos (insuficiencia cardíaca congestiva), alteración del ritmo vigilia-sueño (angina y disnea
paroxística nocturna), medicación concomitante (calcioantagonistas, diuréticos), etc.
La tos persistente que aparece en muchas enfermedades pulmonares puede
influir en la aparición de incontinencia, especialmente si existe una debilidad del suelo pélvico, motivando incontinencia de esfuerzo. También puede provocar en los detrusores inestables
contracciones involuntarias causantes de incontinencia.
Diversas enfermedades infecciosas causarán disfunción vésico-esfinteriana:
tuberculosis genitourinaria (reducción de la capacidad y acomodación vesical), herpes zóster
(afectación de dermatomas sacros con aparición de retención urinaria), neurosífilis, etc.
El alcoholismo actúa a diversos niveles: produciendo deterioro cognitivo (por
toxicidad directa o por depleción de tiamina), efecto diurético que sobrepase la capacidad evacuadora del detrusor, o neuropatía periférica alcohólica.
Las enfermedades neurológicas son las más frecuentemente asociadas a la aparición de incontinencia en el anciano. Entre ellas destacan por su elevada frecuencia los accidentes cerebrovasculares, la enfermedad de Parkinson y la demencia. También tienen impor-
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FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
tancia otras entidades como la estenosis de canal lumbar y cervical por espondilosis raquídea,
la hidrocefalia normotensiva (demencia, alteraciones de la marcha e incontinencia urinaria) y
el déficit de vitamina B12 (cobalamina). Esta última enfermedad se observa hasta en un 15 %
de los pacientes geriátricos que acuden a consulta ambulatoria, pudiendo aparecer manifestaciones neurológicas (que pueden incluir síntomas vésico-esfinterianos) antes de que se manifieste la anemia megaloblástica.
ASPECTOS PSICOLÓGICOS Y SOCIALES
La incontinencia urinaria es el síntoma del tracto urinario inferior (TUI)
más común en la población geriátrica, afecta a ambos sexos, tanto en la comunidad como en
las instituciones, constituyendo causa frecuente de incapacidad física, psíquica y social.
Desafortunadamente, muchas personas ancianas se muestran reacias a
mencionar lo que para ellos ha sido un "tabú" durante toda su vida: la incontinencia urinaria.
Otras pueden asociar el cuadro al "envejecimiento normal", pensando que no se puede hacer
nada por remediarlo, y aceptándolo como su destino. De ahí que resulte obligatorio que en la
atención primaria se deba estar muy atento a la incontinencia urinaria.
CONSECUENCIAS:
• Aumento de la estancia hospitalaria.
• Causa principal de institucionalización permanente en residencias.
• Problema familiar (cuidados especializados).
• Cambio psicológico sobre el estilo de vida (miedo a salir de casa).
• Marginación social.
• Morbilidad asociada: aumento de infecciones y lesiones cutáneas, escaras,
úlceras.
• Elevado costo económico.
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FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
ACTITUDES ANTE LA INCONTINENCIA
La trayectoria vital del ser humano está sometida a una continua evolución, en
la que el individuo está inmerso, sin que pueda escaparse de ella. Los cambios y las transformaciones que de manera permanente le afectan, están relacionados con los aspectos físicos,
psíquicos y sociales y van marcando pautas que condicionan su trayectoria vital y su evolución.
Los primeros años de la vida no puedan compararse a ninguna otra etapa ni
por la cantidad ni por la calidad de las adquisiciones que el niño realiza. Sin embargo, el niño
no es consciente de estas transformaciones. Crece y se desarrolla para todos los que están a su
alrededor y él vive un poco al margen de las mismas, al no ser capaz de analizar y hacer consciente lo que está ocurriendo.
En contraposición, la segunda mitad de la vida constituye la etapa en la que el
individuo es más consciente de los cambios que experimenta. Son cambios muy importantes y
manifiestos: su cuerpo está sometido a una transformación evidente; las condiciones de vida
cambian, ya sea porque hay una jubilación laboral, porque los hijos se independizan...; su
mente se vuelve más reflexiva, hay ralentización en su dinámica personal, puede presentarse
un cuestionamiento vivencial con cambio de actitudes... Todo ello puede ser de gran riqueza
si el individuo es capaz de valorar adecuadamente estos cambios, integrarlos en su dinámica
personal y sacar el mayor partido posible a los mismos.
Esta continua evolución que preside la vida del ser humano exige del mismo
una permanente adaptación a situaciones nuevas y una constante lucha frente a las dificultades que puede ir encontrando en el camino, so pena de que en sentido contrario se produzca
un estancamiento en alguna de sus facetas y su evolución sea disarmónica. Esta es la grandeza del ser humano, estar inmerso en un continuo fluir, y tener que llevar con mano firme el
timón de su embarcación para que ésta pueda seguir su curso, no quede atascada en un recodo del camino o pueda naufragar antes de llegar a su destino.
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FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
ALGUNAS CUESTIONES IMPORTANTES
Hacerse mayor no quiere decir padecer la incontinencia
La incontinencia afecta a individuos de todas las edades, sexos y condiciones
sociales. Aunque es evidente que su prevalencia es mayor entre las personas ancianas, no
puede ser atribuida a la edad ni representa un aspecto normal del envejecimiento. Por tanto,
el hecho de envejecer no quiere decir que, irremediablemente, vaya acompañado de incontinencia, sino que ésta se presenta en determinados casos y por causas muy distintas.
La incontinencia es un acontecimiento evidente y no deseado
La aparición de la incontinencia en la vida de un individuo representa un hecho
de tal evidencia que resulta difícil ignorar, aunque socialmente se oculte y se niegue. Es un
acontecimiento más que sucede en la trayectoria personal y significa un cambio no sólo no
deseado, sino rechazado, por lo que difícilmente puede ser aceptado. Pero una vez más, el
sujeto se ve en la tesitura de tener que adaptarse ante la situación y hacer frente a la nueva
dificultad que se le presenta. Su actitud frente a ella en alguna medida va a estar condicionada por el tipo de personalidad, la situación presente y las expectativas futuras.
La incontinencia puede controlarse
No todas las incontinencias son iguales, ni tienen el mismo pronóstico (hay
incontinencias leves o graves, transitorias o establecidas...) pero, independientemente de su
tipología, causa y gravedad, todas pueden y deben tratarse. Siempre es posible llevar a cabo
un control sobre la misma.
Ante una incontinencia al individuo se le plantea la disyuntiva: controlarla o ser
dominado por ella. La respuesta a esta disyuntiva, en un porcentaje elevadísimo, es individual.
Por ello, dos aspectos juegan un papel decisivo: en primer lugar, que el sujeto esté informado
de las posibilidades terapéuticas que existen y, en segundo lugar, la actitud que tome ante este
nuevo problema, actitud que está estrechamente vinculada a la postura vital del sujeto en la
etapa por la que está atravesando.
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FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
La incontinencia puede ser causa de otros problemas
La afirmación de que la incontinencia es controlable no excluye el que su presencia pueda acarrear al sujeto que la padece importantes trastornos. Por ello, se insiste en la
necesidad de desarrollar una conducta adecuada que facilite el control de la misma, a fin de
poder evitar el mayor número posible de consecuencias y que éstas tengan una mínima repercusión.
¿Sobre qué aspectos del individuo repercute la incontinencia y qué tipos de
efectos tienen? Naturalmente aquello que puede verse afectado son los tres pilares básicos
que sirven de sustento al individuo.
En primer lugar el sustrato somático, su cuerpo, es el primero que recibe los
impactos de la incontinencia. El paciente ha de extremar sus medidas de higiene a fin de evitar el deterioro de su salud, que puede verse complicada con infecciones y otros tipos de alteración.
De una manera mucho más solapada ejerce su influencia sobre los aspectos psicológicos. Para el sujeto resulta más difícil identificar lo que está pasando y, por supuesto, relacionarlo con la incontinencia. El primer efecto que produce es la disminución de la autonomía
personal. El incontinente, casi sin darse cuenta, empieza a girar alrededor de aquello que le
mediatiza y condiciona. Ello le produce una falta de seguridad en sí mismo, incrementada por
una imagen de su cuerpo que el individuo percibe como alterada y lesionada. Ante este cuadro es fácil comprender el sufrimiento de la autoestima del sujeto y deducir las consecuencias
que puede acarrearle para la globalidad de su vida.
En tercer lugar y, estrechamente vinculado con los aspectos anteriores, hemos
de situar las relaciones sociales. La tendencia natural del paciente incontinente es apartarse de
todo aquello que pueda causarle dificultades añadidas, por lo que, casi irremediablemente, se
ven afectados los aspectos sociales. El sujeto disminuye sus contactos personales y su vida de
relación, produciéndose cambios importantes en su dinámica habitual.
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FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Por todo esto, insistimos en que la incontinencia difícilmente se presenta como
algo aislado. De ahí el que el abordaje terapéutico se haga más necesario, precisamente para
evitar el sufrimiento de la personalidad del individuo.
INTERROGANTES QUE REQUIEREN RESPUESTA
¿Qué está pasando?
“Es evidente que un cambio se ha producido en mi vida: no controlo mis esfínteres. Esto me produce inquietud y pone de manifiesto que no soy dueño de la situación al no
dominar algo tan elemental y primitivo como es mi fisiología esfinteriana”.
“Puedo sentir o no vergüenza ante este acontecimiento nuevo, pero seguro
que siento inquietud ante el desconocimiento de cómo va a desarrollarse este tema que, en el
presente, está alterando mi vida personal y mi vida de relación. Llego a la conclusión de que
ya no soy la misma persona y que no sé cómo manejar este asunto".
¿Qué puedo hacer?
Excluyendo la posibilidad de no hacer nada, opción que algunas personas pueden tomar, sólo cabe una respuesta: ponerse en manos del profesional, que formulará un diagnóstico como primer paso para, a continuación, prescribir el tratamiento. Sólo de esta forma
podemos conocer cuál es el abordaje adecuado ante esta situación nueva que se nos ha planteado.
Es importante tener claro que siempre puede hacerse algo, que en todos los
casos existen medidas cuya aplicación suaviza el problema, pero de la misma forma hay que
insistir en que el individuo juega un papel decisivo en la aplicación de las posibles soluciones
y tiene que querer tomar parte activa en el proceso.
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FASCÍCULO - II
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Incontinencia Urinaria
¿Qué estoy dispuesto a hacer?
Una vez planteado el problema, identificada la angustia, realizado el diagnóstico y prescrito el tratamiento, ésta es la respuesta importante que ha de dar el propio sujeto.
Puede adoptar varias posturas:
• Pasiva: “Me quedo con la incontinencia, como algo impuesto, no deseado,
pero que hay que soportar y a la que no quiero hacer frente”. En este caso hay
que ser consciente de que uno asume todas las consecuencias que pueden derivarse de una falta de control sobre la misma.
• Explotadora: “Voy a utilizar esta situación para atraer sobre mí la atención y
convertirme en el foco de interés para los que me rodean”. Esto significa no
sólo asumir las consecuencias posibles derivadas de la incontinencia, sino que
está introduciendo al sujeto en un proceso de deterioro de su personalidad y
de alteración en su vida y en sus relaciones.
• Activa: “Quiero pasar a la acción, una acción efectiva que me permita tener
un control del tema, porque no estoy dispuesto a que la incontinencia me
domine”. En este caso es conveniente recordar que el abordaje de la incontinencia es doble:
- Por un lado, la incorporación de técnicas y medidas concretas dirigidas
directamente a controlar la incontinencia. Nos referimos a habilidades de
autoentrenamiento, que el paciente puede con facilidad aprender de
manera ambulatoria y realizar sin excesivo esfuerzo en su domicilio.
Comprende todo lo relacionado con la formación de hábitos, con el fortalecimiento de la rutina para evacuar, con la fijación de unos intervalos
intermiccionales más o menos cortos, con el control de horarios para la
ingestión de líquidos y medicamentos... Estas técnicas, muy sencillas, de
fácil aplicación y que da muy buenos resultados, tienen la finalidad de
mantener al paciente seco. Naturalmente pueden ser necesarias otra serie
de medidas que el profesional prescribirá de acuerdo con cada situación.
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FASCÍCULO - II
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Incontinencia Urinaria
- Con todo lo importante que resulta la adquisición de las habilidades de
autoentrenamiento y seguir las prescripciones técnicas dictadas por los
profesionales de la salud, no lo es menos el que el individuo mantenga un
cierto estilo de vida que favorezca el hacer frente a las dificultades. Ello
requiere una disposición de ánimo y, ¿por qué no?, un determinado nivel
de estrategia y adiestramiento. ¿A qué nos estamos refiriendo? Pues precisamente a la calidad que queramos darle a nuestra vida, cuando ya estamos en su segunda mitad.
Qué hacer frente a las dificultades
• Considerar la incontinencia como un acontecimiento más que tiene que ser
integrado en la globalidad de la transformación que ocurre en el individuo.
Evitar convertir este suceso en polo de atención central o prioritario de la vida.
• Cultivar las relaciones sociales, fortalecer los contactos familiares, mantener
las amistades e incrementarlas.
• Conservar despierta la curiosidad por las cosas y las personas.
• Propiciar el contacto con el mundo tal cual es, aunque no siempre nos guste.
• Mantener un abanico de intereses y dar paso a nuevas experiencias enriquecedoras.
• Utilizar el tiempo de que se dispone para conocerse y conocer a los demás,
para hacer aquellas cosas que, precisamente por falta de tiempo, no se han
podido realizar hasta ahora.
• Desarrollar una vida activa, tanto física como mentalmente, por lo que es
necesario no sólo realizar ejercicio físico, sino potenciar aficiones, hacer trabajar la inteligencia, asumir responsabilidades, tener ilusiones...
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FASCÍCULO - II
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Incontinencia Urinaria
Sólo de esta forma conseguiremos sentirnos vivos y protagonistas de nuestra
propia historia. Sólo así, con incontinencia o sin ella, seremos capaces de dirigir, con mano
firme, el timón de nuestra embarcación hasta llegar a la meta.
CONCLUSIONES:
• El envejecimiento lleva implícito una serie de cambios fisiológicos a nivel del
tracto urinario inferior que en determinadas circunstancias pueden facilitar la
aparición de incontinencia. El límite entre lo normal y lo patológico en esta
población es muy difícil de delimitar, siendo en ocasiones una tarea imposible. La amplia variedad de patologías no urológicas que aparecen con mayor
frecuencia en los ancianos (diabetes, ACV, Parkinson, patología ósea, depresión ...) complica significativamente la expresividad clínica y el diagnóstico
preciso de la disfunción vésico-esfinteriana ante la que nos encontramos.
• Es de vital importancia conocer los mecanismos intrínsecos del envejecimiento y su influencia exacta en la dinámica miccional para enfocar con rigor
los hallazgos clínicos, urodinámicos y radiológicos en el proceso diagnóstico
y terapéutico de la incontinencia urinaria en la edad geriátrica, sin olvidar los
aspectos psíquicos y sociales propios de este grupo poblacional.
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FASCÍCULO - II
Enuresis. Incontinencia urinaria en la tercera edad
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
BIBLIOGRAFÍA
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Diseño y maquetación:
Carlos Aragón
Sección de Comunicación e Imagen de LABORATORIOS INDAS, S.A.
Ilustraciones:
Francisco Martínez, Juan Mazorriaga y Cristina Rodríguez
Edita:
LABORATORIOS INDAS, S.A. -Departamento CientíficoCº de las Huertas, 2
28223 POZUELO (madrid)
Tel 91 509 60 00
www.indas.es • E-mail: [email protected]
Imprime:
NUMANCIA
Carolina Coronado,44
28017 MADRID
Depósito Legal: M- 34034 -1999
Manual práctico
sobre
Incontinencia Urinaria
Coordinado por:
Eduardo Martínez Agulló
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Fascículo - 3
Incontinencia urinaria
femenina
E. Broseta
Eduardo Martínez Agulló
Juan Pablo Burgués Gasión
Juan Fernando Jiménez-Cruz
Servicio de Urología
Hospital Universitario La Fe. Valencia
FASCÍCULO - III
Incontinencia urinaria femenina
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
INTRODUCCIÓN
La incontinencia urinaria es la pérdida involuntaria de orina a través de la
uretra representando, para la persona que lo padece, un problema social e higiénico. No sería
una enfermedad en sí misma sino una consecuencia de la alteración de la fase de llenado
vesical. Se calcula que cerca de un millón de mujeres padecen este problema en España. Al
estar realizando una tarea habitual se produce una pérdida de orina que oscila desde unas
pocas gotas hasta un chorro, dependiendo del grado de alteración y la intensidad del
esfuerzo. La risa, el estornudo, la marcha, el deporte y en ocasiones el mero hecho de ponerse
de pie, agacharse a coger algo o llevar peso son causa desencadenante de la incontinencia.
Es bien sabido que con el embarazo y la menopausia las estructuras del suelo
pélvico sufren importantes modificaciones, pierden su tensión propia produciéndose una caída
de los órganos que soportan como son la vejiga y la uretra. La pérdida de elasticidad y tensión
del suelo pélvico aparece y se incrementa también con los años. El prolapso de los órganos de
la cavidad pélvica altera sus estructuras y mecanismos que aun siendo efectivos para mantener
la continencia en reposo no lo son cuando hay que realizar un esfuerzo. Los incrementos en la
presión abdominal como consecuencia de la risa o la tos provocan un aumento de la presión
intrabdominal que, al ser transmitido a la uretra fuera de su posición, será el factor
desencadenante de la incontinencia. TABLA 1.
1
FASCÍCULO - III
Incontinencia urinaria femenina
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Incontinencia urinaria en la mujer
ALGORITMO DIAGNÓSTICO I
ANAMNESIS
• URGENCIA
• FRECUENCIA
• DESEO MICCIONAL PREVIO
DESENCADENANTES
• ponerse de pie
• toser
• andar
• comer
• deportes
• reir
• agua
• frío
• aproximación a casa,
ascensor, llave de la cerradura
• barreras físicas y/o
distancias excesivas
CONTROL DE HECES Y GASES
PATOLOGÍA ASOCIADA
• urológica
• ginecológica
• anorrectal
• neurológica
• sistemática
EXPLORACIÓN FÍSICA
GENITALES
CISTOCELES, ENTEROCELES
TONO DEL SUELO PÉLVICO Y
DEL ESFÍNTER ANAL
SENSIBILIDAD PERINEAL
VALORACIÓN DE PÉRDIDA CON
ESFUERZOS Y CUANTIFICACIÓN
• leve
• moderada
• grave
ANALÍTICA
ORINA
• sedimento
• anormales
• Sangre: Hemograma, bioquímica
RADIOLOGÍA
RADIOGRAFÍA SIMPLE
ECOGRAFÍA
• sugestivo de IU de esfuerzo
• sugestivo de IU de urgencia
IU leve
IU moderada
IU grave
Tabla 1
2
FASCÍCULO - III
Incontinencia urinaria femenina
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Incontinencia urinaria en la mujer
ALGORITMO DIAGNÓSTICO II
IU leve
IU moderada con:
IU moderada o grave
IU leve con:
• Deseo gestacional
• Rechazo a la cirugía
• Asociación a patología
ginecológica, intestinal
o neurológica
• Aparición tras intervención
quirúrgica
• Existencia de residuo
postmiccional
• Presencia de urgencia / frecuencia
TRATAMIENTO MÉDICO
• Fármacos
• Fisioterapia
• Modificación de hábitos
no
mejoría
URODINÁMICA
Tabla 1
3
FASCÍCULO - III
Incontinencia urinaria femenina
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Consideramos que en las puertas del siglo XXI resultan incomprensibles ideas
pretéritas por las cuales la incontinencia es un hecho “normal”que les sucede a las mujeres
añosas y con la que tienen que convivir durante el resto de sus días, incapaces de integrarse
en una vida social plena por el miedo al rechazo colectivo de un problema para el que hoy
disponemos de soluciones.
En condiciones normales, y considerando la relación existente entre el músculo
vesical (detrusor) y la uretra como una relación de presiones, durante la fase de llenado vesical
la presión en uretra es superior a la de la vejiga por lo que la presión de cierre uretral (presión
en uretra menos presión vesical) permite la continencia durante aquella fase. Durante la de
vaciado, la presión en la uretra disminuye por relajación de los mecanismos esfinterianos. Se
contrae el Detrusor y se inicia la micción ya que la presión de cierre es inferior a la vesical. Por
tanto, para que haya incontinencia es condición indispensable que la presión intravesical
supere a la uretral.
En síntesis, la incontinencia se producirá por:
- Incremento inapropiado de la presión intravesical durante la fase de
llenado.
- Fallo del mecanismo de cierre del esfínter interno, externo, o ambos
durante la fase de llenado vesical, ya sea por relajación inapropiada o
por lesión orgánica.
- Combinación de los anteriores.
Dado los distintos mecanismos de producción, el síntoma incontinencia se
expresará de variada forma dando lugar a diferentes tipos:
4
FASCÍCULO - III
Incontinencia urinaria femenina
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Incontinencia de urgencia (Inestabilidad del detrusor) donde la pérdida
involuntaria de orina se asocia previamente a un fuerte deseo miccional. La paciente nota que
se va a orinar y no puede evitarlo. Si el escape es inmediato al deseo miccional, está originado
por la contracción involuntaria del Detrusor, y recibe el nombre de Incontinencia de urgencia
motora. Estas contracciones involuntarias del Detrusor pueden también ser secundarias a
alteraciones neurológicas de las vías y centros nerviosos que regulan la dinámica miccional y
son objeto de estudio en otro capítulo. Cuando en estas pacientes no se demuestran
contracciones involuntarias del detrusor, a pesar de la urgencia por el dolor que le produce
aguantarse, la denominamos Incontinencia de urgencia sensitiva.
Incontinencia urinaria de esfuerzo femenina (I.U.E.) Representa la pérdida de
orina asociada a cualquier actividad física o movimiento. Es la forma más frecuente de
incontinencia en la mujer. Estimamos que en España, más de un millón de mujeres la padecen.
Durante los movimientos y esfuerzos la presión intrabdominal aumenta. Al ser la vejiga un
órgano situado en el interior del abdomen, al igual que la uretra funcional femenina, reciben
este incremento sin que se modifique el juego de presiones. Si se alteran las estructuras de
soporte de la uretra, ésta pierde su posición intrabdominal por lo que habrá una transmisión
desigual de la presión abdominal en uretra y vejiga, con incremento superior en ésta, y surge
la incontinencia. Otro factor implicado en la I.U.E. es la afectación de los mecanismos de cierre
de la uretra funcional: Cuello vesical y esfínter estriado, con disminución “per se” de la presión
o resistencia uretral. Su presentación más común es la lesión esfinteriana quirúrgica. Es
conveniente resaltar que un 25-30% de las mujeres con aparente I.U.E. tienen un detrusor
hiperactivo o inestable reflejando, por tanto, una forma de incontinencia mixta.
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FASCÍCULO - III
Incontinencia urinaria femenina
6
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
FASCÍCULO - III
Incontinencia urinaria femenina
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
CAPÍTULO - 1
Incontinencia
urinaria
de esfuerzo
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FASCÍCULO - III
Incontinencia urinaria femenina
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
FASCÍCULO - III
Incontinencia urinaria femenina
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
INCONTINENCIA URINARIA DE ESFUERZO
Insuficiencia Intrínseca esfinteriana.
Representa una debilidad en el mecanismo oclusivo de la región de salida
vesical. Se postula que en un porcentaje importante de mujeres con incontinencia de esfuerzo,
la hipermovilidad uretral se asocia con una insuficiencia intrínseca esfinteriana que explicaría
la pérdida urinaria dado que la hipermovilidad “per se” no es responsable directa de la fuga.
Una aproximación global al problema de la incontinencia precisa, además de
conocer sus diferentes tipos, en primer lugar un conocimiento exhaustivo de los mecanismos
que regulan, en condiciones normales, el adecuado almacenamiento de la orina en la vejiga;
en segundo lugar requiere una evaluación completa de los antecedentes, factores asociados,
síntomas y alteraciones estructurales que presenta la paciente; y en tercer lugar disponer de
una serie de exploraciones complementarias que permitirán descartar patologías asociadas
que pudieran interferir el resultado de los métodos terapéuticos a utilizar.
La debilidad del sistema muscular y ligamentoso de la pelvis ósea se presenta
como el factor primordial responsable del tipo de incontinencia urinaria genuina de esfuerzo.
Denominamos prolapso vaginal al descenso de los órganos pelvianos motivado por
alteraciones en el soporte músculo-ligamentoso que, en condiciones normales, permite su
normal localización intrabdominal.
MECANISMOS DE SOSTÉN
La pelvis ósea constituye el marco donde se anclan las principales estructuras
de soporte músculo-aponeurótico de los órganos pelvianos. Así, el diafragma pélvico,
representado por los músculos elevador del ano y coccígeo es el principal soporte muscular
de la vagina, uretra y recto, especialmente a través de los tres fascículos musculares del
elevador del ano: Pubococcígeo, ileococcígeo e isquiococcígeo al extenderse desde la sínfisis
púbica, por delante, a la espina isquiática, por detrás y a la pared lateral pélvica en su inserción
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FASCÍCULO - III
Incontinencia urinaria femenina
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
en el arco tendinoso de la fascia del obturador. Entre sus fibras forman un hiato en forma de
U que envuelve, a modo de cincha, a las tres estructuras que emergen de la cavidad
abdominal, uretra, vagina y recto proporcionando soporte a estas vísceras durante los
incrementos de presión intrabdominal.
Dentro del complejo sistema músculo-aponeurótico que constituye el
andamiaje que soporta las estructuras de la cavidad pélvica destaca la poderosa aponeurosis
del elevador del ano. Esta estructura fascial envuelve uretra, cuello y base vesical y se inserta
en el arco tendinoso del obturador interno. Siguiendo las directrices anatómico-quirúrgicas
postuladas por Raz[1] encontramos cuatro diferentes condensaciones de esta fascia que por su
particular interés describiremos separadamente dado que serán el punto de referencia
obligado cuando comentemos las características específicas de cada tipo de corrección de los
defectos de la musculatura del suelo pélvico. Estas condensaciones son, en un orden
descendente desde el punto de vista del plano quirúrgico vaginal, los ligamentos
pubouretrales, uretropélvicos, pubocervicales y cardinales-sacrouterinos (Figura 1).
Ligamentos pubouretrales. Fijan el complejo mediouretral a la rama inferior
del pubis e impiden la hipermovilidad de la uretra al tiempo que la dividen en: intrabdominal,
responsable de la continencia pasiva, complejo mediouretral, con la inserción de los
ligamentos pubouretrales y esfínter externo; y segmento distal que actúa como conducto de
evacuación sin ninguna función continente. Es en esta porción media de la uretra donde se
unen a la fascia de los elevadores constituyendo un segmento de vital importancia para la
continencia al estar localizadas las fibras estriadas del esfínter uretral externo directamente
responsables de la continencia voluntaria.
Ligamentos uretropélvicos: Representan una doble condensación de la fascia
de los elevadores del ano. El estrato más superficial aparece por debajo del plano vaginal
epitelial como una estructura blanquecina que cubre la cara vaginal de la uretra y que se
extiende sin solución de continuidad con la fascia pubocervical. El más profundo recubre la
cara abdominal de la uretra fundiéndose lateralmente con la fascia periuretral y uniéndose al
arco tendinoso de la fascia del obturador a lo largo de la pared pelviana en cada lado. Estas
fusiones laterales de los ligamentos periuretrales y la fascia endopélvica en el cuello vesical y
uretra proximal proporcionan una cincha músculo-ligamentosa a la región de salida vesical. La
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indemnidad de estas estructuras asegura la suficiente tensión, tanto pasiva como voluntaria,
como para impedir el prolapso de los órganos de la cavidad abdominal y la incontinencia
urinaria acompañante.
Fig. 1. Complejo ligamentoso involucrado en la reparación del prolapso genital.
LUP:
Ligamento Uretropélvico
FPC:
Fascia Pubocervical
LC:
Ligamentos Cardinales
Fascia pubocervical: Constituye una condensación ligamentosa resultante de la
fusión de la fascia perivesical con la pared vaginal anterior extendiéndose hasta unirse en su
porción distal con la fascia periuretral, en la proximal con el cuello uterino y los ligamentos
cardinales, y en la lateral con la fascia endopélvica o de los elevadores a nivel del arco
tendinoso del obturador, de igual modo que lo hacían los ligamentos uretropélvicos,
formando lo que conocemos como ligamentos vesicopélvicos por analogía con los anteriores.
Un déficit en el soporte de esta fascia pubocervical origina un cistocele de tipo lateral.
Funcionalmente soporta la base vesical y cérvix uterino en su recorrido desde este último al
pubis a lo largo de la cara posterior de la uretra y vejiga. Su laxitud provoca un defecto central
(debilidad, separación o elongación del segmento medio) o bien un defecto lateral
(compromiso de la inserción fascial al arco tendinoso)
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Ligamentos Cardinales: Representan la continuación proximal de la fascia
pubocervical. Van desde la cara lateral del istmo uterino al arco tendinoso del obturador y
fascia superior del diafragma pélvico. Además debemos de considerar que forman un conjunto
con los ligamentos sacrouterinos que van desde la porción superior del cérvix al sacro,
uniéndose a los ligamentos cardinales en su extremo más próximo al útero.
Todas estas estructuras formarían la base de un supuesto rectángulo
compuesto, por arriba, por la fascia periuretral, la fascia pubocervical a ambos lados de la
vejiga y los ligamentos cardinales en su porción inferior. La relajación de estas estructuras
tendría como consecuencia tres tipos de anomalías del soporte vesical:
- Defecto central: La vejiga se encuentra herniada en su línea media por
déficit de soporte de la fascia pubocervical y ligamentos cardinales aunque
con buen soporte lateral.
- Defecto lateral: La inserción de la fascia pubocervical en la pared lateral
pélvica es defectuosa provocando una hernia de vejiga y fascia pubocervical.
- Defecto combinado: en casos de grandes cistoceles.
En mujeres normales los cambios de presión intrabdominal producen la
contracción refleja del complejo muscular de los elevadores, obturadores y diafragma
urogenital que provocan un incremento de la tensión de los ligamentos uretropélvicos con
aumento de las presiones intrauretrales lo que se traduce en una continencia perfecta incluso
en situaciones de grandes esfuerzos. En un interesante estudio, Norton y cols.[2] relacionan la
hipermovilidad articular en las mujeres con una mayor prevalencia de prolapso genitourinario.
Así, aquellas pacientes con hipermovilidad presentaban un 89% de cistoceles, un 84% de
rectoceles y un 66% de prolapso uterino o de cúpula vaginal que resultaba estadísticamente
mayor que los porcentajes del 58%, 48% y 29%, respectivamente, de estas patologías
encontrados en mujeres sin hipermovilidad articular. Por todo ello argumentan que una
anomalía del tejido conectivo sería, en definitiva, la base para el desarrollo de ulteriores
prolapsos genitourinarios.
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La traducción clínica de estos defectos anatómicos sería la aparición de
prolapsos vaginales que según la región afectada serían denominados: Cistouretrocele,
enterocele y rectocele.
La realización de meticulosos estudios anatómicos ha permitido evidenciar la
dinámica funcional de los diferentes soportes ligamentosos de la vagina y analizar aquellos
problemas derivados de su lesión. Así, Delancey[3] establece tres niveles de soporte vaginal
dividiendo la vagina en tres segmentos. El más profundo, en contacto con el cérvix uterino y
con una longitud de unos 2-3 cm, quedaría anclado en su porción superior exclusivamente
mediante fibras largas de disposición vertical, que parten del agujero ciático mayor sobre los
músculos piriformes, articulación sacroilíaca y porción lateral del sacro estableciendo el nivel I
o de Suspensión. En la porción intermedia vaginal, el paracolpos se adhiere a la pared vaginal
únicamente a nivel lateral conformando el denominado nivel II o de Fijación. Por último, a
nivel del introito, la vagina se uniría lateralmente al complejo de los elevadores del ano, en su
porción posterior al cuerpo perineal y anteriormente se uniría con la uretra conformando el
nivel III o de Fusión.
El desgarro o debilitamiento de los ligamentos que conforman el nivel I hace
que la vagina superior se evierta en la inferior originando el prolapso de la cúpula vaginal con
enterocele. En el nivel II el debilitamiento o sección de las estructuras fasciales rectovaginal y
pubocervical origina un cistocele-uretrocele (cuando falla el soporte vesical) o un rectocele
(cuando falla el tabique rectovaginal). En el nivel III el debilitamiento fascial origina un
uretrocele o debilidad de la musculatura perineal.
Las cirugías uroginecológicas previas también juegan un papel fundamental en
la etiopatogenia de los prolapsos al seccionar parte de los soportes ligamentosos de las vísceras
vecinas o alterar las relaciones especiales entre ellas. Así, y considerando la importancia del
soporte fascial, resulta recomendable que se utilicen técnicas de histerectomía intrafascial que
impidan la sección del paracolpos de su inserción vaginal y que, además, se vuelvan a fijar los
ligamentos cardinales y uterosacros a la cúpula vaginal. Incluso aquellas pacientes sometidas a
cirugías por incontinencia urinaria de esfuerzo (IUE) presentan un mayor riesgo de prolapso
por las alteraciones en el eje vaginal. Este hecho queda demostrado en el trabajo de Wiskind
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y cols.[4] quienes en 131 pacientes a las que se realizó una técnica de colposuspensión tipo
Burch analizan las secuelas en forma de prolapsos genitales encontrando que un 27%
requirieron una segunda cirugía para corregir los ulteriores prolapsos los cuales fueron
mayoritariamente rectoceles, enteroceles y descensos uterinos. Aunque en el análisis causal, ni
la edad, cirugía previa, número de hijos, peso o situación de menopausia influyeron
negativamente en el desarrollo del prolapso sí encontraron como factor estadísticamente
significativo la presencia previa de un cistocele severo. Así pues, recomiendan que en estas
pacientes se realice una culdoplastia profiláctica con corrección simultánea del descenso
uterino o rectocele acompañante. Con este criterio coinciden Virtanen y Makinen[5] quienes
en una larga serie de 711 pacientes tratadas por problemas de relajación pelviana observaron
que la mayoría de las segundas cirugías fueron por debilidad del segmento vaginal posterior
(rectoceles o lesiones perineales) en contraposición a primeras cirugías (correspondientes a
uretro-cistoceles). Es por ello que aconsejan siempre prestar especial atención al segmento
vaginal posterior cuando se corrijan defectos del segmento anterior, y resolver
profilácticamente cualquier tipo de defecto por mínimo que parezca.
EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO
ANAMNESIS
EVALUACIÓN OBJETIVA
La anamnesis constituye una fuente importante de datos que nos van a
permitir una apreciación preliminar del tipo de incontinencia. Para la recogida de datos resulta
eminentemente práctico disponer de un cuestionario de preguntas que el médico plantea a la
paciente y que deben incluir:
Frecuencia miccional tanto diurna como nocturna.
• Volumen miccional
• Hábitos: ingesta de líquidos/horarios
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Tiempo intermiccional así como la causa estimada de la frecuencia: social,
severa urgencia o miedo a que se produzca la fuga de orina.
Tiempo que se puede postponer la micción tras el deseo urgente
Circunstancias en las que se produce la incontinencia
• Tos o estornudo
• Paso de sedestación a bipedestación
• Ejercicio físico severo
• Escape en sedestación o en decúbito
• Sensación previa de urgencia
• Existe conciencia del escape
• Pérdida contínua o intermitente
• Presencia de escape postmiccional
• Presencia de enuresis
• Número de compresas necesarias y su frecuencia de cambio
• Necesidad de prensa para la micción voluntaria
• Presencia de chorro débil o interrumpido
• Asociada a retención urinaria
Síntomas que sugieran la presencia de prolapso uterino o de cúpula vaginal
• Presión inguinal
• Dolor sacro
• Sangrado por ulceración vaginal
• Sensación de masa en el introito
• Alteración de función sexual
• Incontinencia de heces o gases
Síntomas que sugieran la presencia de cistocele
• Presencia de urgencia o urgencia-incontinencia
• Frecuencia
• Necesidad de prensa abdominal
• Goteo miccional
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Síntomas que sugieran la presencia de rectocele
• Ineficacia de vaciado rectal
• Necesidad de presionar la pared posterior vaginal
Historia Médica / Quirúrgica
• Alteraciones neurológicas
- Esclerosis múltiple
- Lesión medular
- Lesión discal
- Mielodisplasia
- Diabetes
- ACV
- Enf. de Parkinson
- Edad muy avanzada
• Cirugía previa
- Vaginal
- De correción de incontinencia
- Histerectomía radical
- Amputación abdominoperineal
• Radioterapia previa
• Farmacología
- Simpaticolíticos (clonidina, prazosin)
- Simpaticomiméticos
- Antidepresivos tricíclicos (efedrina, imipramina)
- Parasimpaticomiméticos (betanecol)
• Nivel de Estrogenización e Historia obstétrica (relación cronológica
con incontinencia)
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EVALUACIÓN SUBJETIVA
Además del cuestionario anterior que la enferma responde ante el médico que
la evalúa, la propia paciente responde a otro cuestionario donde debe ella misma marcar las
respuestas que le parezcan correctas a una serie de preguntas sobre su incontinencia. TABLA 2
Hoja de evaluación subjetiva
Nombre _______________________________
Nº Hª
_______________________________
b/ EVALUACIÓN SUBJETIVA
1. La pérdida de orina es:
[ ] contínua
[ ] sólo en ocasiones
2. Cuando ocurre:
[ ] no se da cuenta
[ ] se da cuenta
3. Cuando tose o estornuda se le escapa la orina:
[ ] Nunca
[ ] Alguna vez al mes [ ] Alguna vez a la semana
[ ] a diario
4. Con el ejercicio físico (andar, correr, saltar, levantar peso) se le escapa la orina:
[ ] Nunca
[ ] Alguna vez al mes [ ] Alguna vez a la semana
[ ] a diario
5. Cuando pasa de estar sentada a estar de pie se le escapa la orina:
[ ] Nunca
[ ] Alguna vez al mes [ ] Alguna vez a la semana
[ ] a diario
6. Con qué frecuencia usa compresas como protección:
[ ] Nunca
[ ] Alguna vez al mes [ ] Alguna vez a la semana
[ ] a diario
7. El número de compresas que utiliza al cabo del día es:
[ ]1
[ ] 2-3
[ ] 4-5
[ ] 6-7
8. Cuando se cambia la compresa suele estar:
[ ] Seca
[ ] Húmeda [ ] Mojada
[ ] Más de 7
[ ] Empapada
9. La incontinencia le molesta o preocupa:
[ ] Nada
[ ] Muy poco [ ] Poco
[ ] Mucho
10. Tiene que hacer fuerza para comenzar a orinar:
[ ] Nunca
[ ] Alguna vez al mes [ ] Alguna vez a la semana
[ ] a diario
11. Su chorro de orina suele ser:
[ ] Fuerte
[ ] No tan fuerte como siempre[ ] Débil
[ ] Interrumpido
12. Si tiene un deseo urgente de orinar, no puede evitar que se le escape la orina
[ ] Nunca
[ ] Alguna vez al mes [ ] Alguna vez a la semana
[ ] a diario
Tabla 2
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EXPLORACIÓN FÍSICA
EXPLORACIÓN NEUROUROLÓGICA
• Estudio de la marcha
• Reflejos Osteotendinosos patelar [evalúa el arco L2-L4] y aquíleo [evalúa el
arco L5-S2]
• Reflejo bulbocavernoso y perianal [ evalúa el arco sacro S2-S4 ]
• Sensación de dermatomas L1 a S5
EXPLORACIÓN ABDOMINAL
En busca de:
• Masas
• Hernias
• Distensión vesical
EXPLORACIÓN PELVIANA CON VEJIGA LLENA
• Exploración uretral. Objetiva el grado de hipermovilidad uretral. Mediante
una sonda recta o palillo introducido en la uretra medimos el ángulo en reposo y tras prensa
abdominal. Consideramos que existe hipermovilidad cuando el ángulo es mayor de 35º desde
la horizontal.
• Exploración de pared vaginal anterior. Mediante la introducción de un
espéculo vaginal de Sims evaluamos la pared vaginal anterior. En la mujer normal la base
vesical se sitúa por encima de la rama inferior de la sínfisis del pubis. Con la maniobra de
Valsalva la vejiga no debe descender más de 1-2 cm. Cuando se produce un descenso o
Cistocele, los clasificamos en diferentes grados:
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GRADO I. Hipermovilidad del cuello vesical
GRADO II. Con Valsalva el cuello alcanza el introito
GRADO III. Con Valsalva el cuello protruye en el introito
GRADO IV. Cuello fuera de introito en reposo
• Exploración de pared vaginal posterior y cúpula. Evaluamos la existencia de
rectocele o enterocele.
• Tono y fuerza del esfínter anal. Control voluntario.
• Resulta recomendable la repetición del examen en bipedestación al
reproducir más fidedignamente las condiciones en las que se produce habitualmente la
incontinencia.
• Medición de orina residual. Mediante ecografía o con la introducción de una
sonda vesical.
• Es necesario descartar la presencia de un uréter ectópico, o de fístulas entre
el aparato genital y urinario.
ANALÍTICA
- Sedimento y estudio de alteraciones morfológicas en la orina.
- Urocultivo. Para descartar presencia asociada de infección del tracto urinario
inferior
- Bioquímica sanguínea, Hemograma, Coagulación
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CISTOURETROSCOPIA
Que permite evaluar alteraciones en:
Uretra
• Uretritis [mucosa eritematosa, dolorosa y friable]
• Atrofia uretral postmenopáusica [mucosa pálida]
• Exclusión de divertículo uretral
Trígono
• Número, localización y proximidad al cuello vesical de los meatos
• Trígono revestido de epitelio grisáceo [metaplasia escamosa de la
mujer joven]
Vejiga
• Evaluación de la capacidad vesical
• Exclusión de suturas, litiasis o tumores
• Exclusión de pólipos inflamatorios cervicales [estructuras císticas y
edematosas]
• Exclusión de trabeculación, divertículos y patología intradiverticular
CISTOURETROGRAFIA
Es el equivalente a la exploración física en posición erecta. Los estudios
videourodinámicos representan la más completa forma de evaluación de la paciente con
Incontinencia Urinaria de Esfuerzo Genuina (IUEG). Si realizamos una exploración vesical
(cistografía o urografía intravenosa) el cuello suele estar cerrado. Cuando presenta un aspecto
infundibuliforme demostraría una incompetencia. Sin embargo este hecho aparece en el 3050% de mujeres postmenopáusicas continentes. Son causas de un cuello abierto la
radioterapia, contracciones involuntarias del detrusor, traumatismos pelvianos, cirugías
múltiples, daño neurológico o el prolapso de la pared vaginal anterior.
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URODINÁMICA SINCRÓNICA
MULTICANAL/ ECOVIDEOURODINÁMICA
JUSTIFICACIÓN
El 30-35% de mujeres evaluadas por IU presentan inestabilidad de detrusor o
contracción vesical en un cistometrograma de provocación. Además otro 20-30% adicional
tienen urgencia-incontinencia sin relación con la presión abdominal. Muchas enfermas
mejoran de su IU mixta tras la cirugía. Realizaremos:
• Cistometrograma.
Mide la relación entre la presión y el volumen vesical referenciando con el nivel
0 de presión del dispositivo el de la altura equivalente a la sínfisis del pubis. A la capacidad de
la vejiga para almacenar orina a baja presión se le denomina acomodación. Es decir, la relación
entre Presión vesical/volumen durante el llenado corresponde a la acomodación (Tono)
mientras que durante la fase de vaciado la misma relación muestra la Contractilidad. Una
alteración de estos parámetros [vejiga neurógena, sonda permanente prolongada,
Radioterapia, Quimioterapia, cirugía previa pélvica, vesical o uretral, cistitis intersticial,
uropatía obstructiva] condicionará el pronóstico de cualquier procedimiento realizado sobre
la uretra.
Un 40% de pacientes con urgencia-incontinencia no desarrollan contracción
del detrusor durante el cistometrograma por lo que un estudio negativo NO descarta
urgencia-incontinencia motora. Del mismo modo, determinadas pacientes perfectamente
continentes manifiestan durante el estudio una contracción del detrusor.
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• PPU.
El perfil de presión uretral (PPU) precisa de la ayuda de métodos de diagnóstico
por la imagen para evitar artefactos. No es útil para establecer el diagnóstico de IUE o para
establecer comparaciones fiables pre y postoperatorias. En la práctica hoy no se utilizan en la
IUE.
• Determinación de Presiones vesicales de fuga (Bladder Leak-point pressure)
Es el llenado vesical con monitorización de presiones a través de un pequeño
catéter hasta que se produce la fuga. No es útil en pacientes con IUE. En cambio permite la
determinación de la acomodación vesical. Cuando se igualan las presiones vesicales con la
esfinterianas aparece el tipo III de IUE por la cual, cualquier maniobra de Valsalva provoca la
fuga.
• Determinación de Presiones Abdominales de Fuga. (Abdominal Leak-point
pressure)
En bipedestación se llena vejiga con 250 ml de agua y se le pide al paciente que
haga una maniobra de Valsalva hasta que se produce la fuga. La presión total a la que se
produce la fuga es la Presión abdominal de fuga. Las pacientes con disfunción uretral
presentan fugas durante los incrementos de presión abdominal por lo que, entre ciertos
límites, se puede considerar que la magnitud de la presión abdominal requerida para provocar
la fuga es proporcional a la potencia relativa del esfínter uretral. Si no se produce fuga a
presión de 150-180 cm H2O y no existe cistocele o prolapso genital se considera que no hay
IUE. Si se produce fuga puede ser a presiones diferentes:
- Entre 0-70 cm H2O (pacientes adecuadas para técnicas de coaptación de
uretra)
- Entre 70-100 cm H2O (segmento intermedio entre ambas técnicas)
- Mayores de 100 cm H2O (pacientes adecuadas para suspensiones)
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TRATAMIENTO
Una vez analizadas las implicaciones anatómico-funcionales del prolapso
genital en su conjunto, estudiaremos separadamente las diferentes modalidades terapéuticas.
Dentro de la Cirugía analizaremos los principales defectos anatómicos así como las técnicas
quirúrgicas más difundidas para su corrección.
El objetivo del tratamiento será incrementar la resistencia uretral, para que la
presión en la uretra compense a la vesical durante los incrementos de presión de ésta. De un
modo resumido podemos clasificar los diferentes métodos de tratamiento en:
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO:
Se han utilizado substancias con acción estimulante alfa-adrenérgica dado el
predominio de estos receptores en la región de salida. La más utilizada es la
fenilpropanolamina, que tiene exclusivamente este mecanismo de actuación. Sin embargo los
resultados son mediocres ya que el mecanismo desencadenante de este tipo de incontinencia
es anatómico y no funcional, además los efectos colaterales son muy molestos. Sólo en los
casos leves es factible lograr buen resultado, al igual que en la I.U.E. por fallo puro de los
mecanismos de cierre (infrecuente). También se ha recurrido a la Imipramina por su doble
acción: Alfa-estimulante en cuello y anticolinérgico en el detrusor, pero con resultados
dispares y abundantes efectos secundarios. Los principales fármacos empleados en la
incontinencia urinarias se muestran en la TABLA 3.
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Fármacos en la incontinencia urinaria
NOMBRE GENÉRICO
NOMBRE COMERCIAL
DOSIS
(mg) / horas
• Fármacos con acción relajante vesical.
Propantelina
Oxibutinina
Flavoxato
Diciclomina
Hioscina
Emepronium
Cloruro Trospio
Tolterodina
Darifenacina
Pro-Banthine
Ditropan
Uronid
Genurin
Bentylol
Buscapina
Hexanium
Uraplex
Detrusitol
Urotrol
15 / 6
5/8
100-200 / 8
20 / 8
20 / 6
50-100 / 8
20 / 12
2 / 12
15 / 12
• Fármacos que producen contracción del
cuello vesical y uretra
Fenilpropanolamina
Imipramina
Propranolol
Ornade
Ornasec
Rinoretard
Tofranil
Sumial
50 / 12
50-150 / 24
10 / 6
Tabla 3
TRATAMIENTO FISIOTERÁPICO:
Pretende reeducar los mecanismos miccionales así como potenciar con
ejercicios la musculatura del suelo pélvico. Sólo mencionaremos sus diferentes modalidades ya
que son motivo de un capítulo diferenciado:
• Normas Dietéticas: Se trata de cambiar los hábitos dietéticos al objeto de
paliar los efectos de la incontinencia. Así resulta recomendable el incremento de fibra en la
dieta, la restricción de líquidos especialmente de cara a la noche, el evitar irritantes de la
mucosa vesical como cafeína, especias…etc, así como realizar una mayor actividad física.
• Entrenamiento Vesical: Comprende los métodos de control de la sensación de
urgencia miccional utilizando la musculatura pelviana así como los regímenes de micción
programada a intervalos fijos que son incrementados gradualmente.
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FASCÍCULO - III
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• Fortalecimiento de la Musculatura Pélvica: Disponemos de los ejercicios de
potenciación del suelo pélvico de Kegel mediante la contracción regular de la musculatura
perineal; la contracción para soportar conos vaginales de diferente peso; el empleo de sondas
de bioretroalimentación y la estimulación eléctrica de la musculatura pubococcígea mediante
electrodos anales, vaginales o implantados. La acción de estas corrientes mejora el trofismo y
parece incrementar la presión uretral, aunque sólo sea transitoriamente. Tiene utilidad en las
incontinencias ligeras, sobre todo en las de origen puramente esfinteriano y se verá
desarrollado por otros autores en esta serie.
DISPOSITIVOS OCLUSIVOS:
Inspirados en los antiguos pesarios vaginales, diferentes modelos de prótesis
intravaginales elevan el cuello vesical contra la sínfisis del pubis mejorando la incontinencia.
También comienzan a aparecer en el mercado diferentes dispositivos intrauretrales de oclusión
aunque su difusión no se ha generalizado.
PRODUCTOS ABSORBENTES:
Producen una sensible mejora en la calidad de vida de los pacientes y aunque
no resuelve directamente las causas del problema si mejora sus consecuencias sociales.
INYECCIONES DE SUBSTANCIAS PERIURETRALES:
Consiste en la creación de una compresión periuretral que incremente la
resistencia del mecanismo de cierre. Se han utilizado con diferente resultado el colágeno y,
más recientemente, los microbalones rellenos de suero fisiológico y las microesferas de carbón.
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FASCÍCULO - III
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CIRUGÍA:
Es el tratamiento de elección en la I.U.E. ya que es el único método
para reponer la uretra a su posición intrabdominal, para que su respuesta a
los incrementos de presión abdominal sea la correcta. Hay descritas más de
un centenar de técnicas para alcanzar este objetivo a través de un abordaje
vaginal, abdominal o mixto. En función del mecanismo de producción de la
incontinencia y de las lesiones asociadas disponemos de variantes técnicas
que analizamos a continuación.
CISTOCELE
Los síntomas varían en función de la severidad del prolapso vaginal anterior,
desde la apreciación subjetiva de una masa en el introito hasta un verdadero síndrome
miccional obstructivo, pasando por una incontinencia urinaria de esfuerzo, infecciones
urinarias recidivantes o necesidad de prensa para la micción. La ausencia de síntomas de
incontinencia urinaria de esfuerzo no es un dato fiable del verdadero comportamiento vesical
debido a la obstrucción que provoca el defecto vaginal anterior.[6] La exploración física
mostrará el prolapso de la pared vaginal anterior especialmente con la vejiga llena y con la
realización de la maniobra de Valsalva. En ocasiones resulta recomendable una inspección de
los genitales estando la enferma de pie pues lograremos la manifestación adecuada del grado
de prolapso genital. Es importante diferenciar si el prolapso corresponde a un cistocele (pared
anterior) o a un rectocele (pared posterior). La compresión, con una valva o en su defecto con
dos dedos, de una y otra pared alternativamente mientras se realiza la maniobra de Valsalva
suele permitir el diagnóstico.
En pacientes normales la base vesical se sitúa por encima de la rama inferior de
la sínfisis del pubis. Con la maniobra de Valsalva no debe descender más de 1-2 cm. Cuando el
descenso es mayor estamos ante un Cistocele que se clasificaría en:
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Grado I.
Hipermovilidad del cuello vesical.
Grado II.
Con la maniobra de Valsalva el cuello vesical alcanza el introito.
Grado III.
Con la maniobra de Valsalva el cuello vesical sale del introito.
Grado IV.
El cuello vesical se sitúa fuera del introito en reposo.
Blaivas y Olsson[7] conjugan, en su clasificación, la movilidad de la base vesical
con la apertura radiológica del cuello vesical y dividen los prolapsos vesicales en:
Grado 0. Hay una historia típica de IUE aunque no objetivable ni en la
exploración ni en la urodinámica. Tanto el cuello como la uretra proximal están cerrados
radiológicamente en reposo y abiertos durante el esfuerzo.
Grado I. El cuello y la uretra están cerrados y no descendidos en reposo. Con el
esfuerzo pasan a estar abiertos y descendidos menos de 2 cm con cistocele mínimo o sin él. Se
objetiva IUE.
Grado IIA. El cuello está cerrado y no descendido en reposo. Con el esfuerzo
aparecen ambos abiertos y descendidos más de 2 cm y acompañados de cistouretrocele. Se
objetiva IUE.
Grado IIB. El cuello está cerrado en reposo y descendido por debajo de la sínfisis
del pubis. Con el esfuerzo puede o no descender más. La uretra proximal está abierta y se
objetiva IUE.
Grado III.
El cuello y la uretra proximal están abiertos en reposo y sin
contracción del detrusor. No se aprecia función esfinteriana uretral. Aparece IUE con la
bipedestación o a mínimos esfuerzos.
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FASCÍCULO - III
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Aunque el cuello vesical suele estar cerrado, hecho demostrable mediante
cistografía con vejiga llena con la paciente de pie, se tiende a considerar que cuando se
encuentra abierto demuestra una incompetencia, sin embargo este hecho aparece en el 3050% de mujeres postmenopáusicas que son continentes por lo que no puede servir como
indicador fiable de incontinencia urinaria[8].
Una vez diagnosticado el cistocele y dependiendo del grado de prolapso
vaginal anterior utilizamos técnicas quirúrgicas sensiblemente diferentes. Cuando aquél es
moderado (hasta grado III) podemos emplear una uretrocervicopexia tipo cuatro esquinas de
Raz.[8] Esta técnica consiste en la disección de la fascia periuretral a ambos lados de la vejiga
y uretra mediante una doble incisión vaginal. Una vez liberada suficientemente la porción
mediouretral y el cuello vesical se procede al pase helicoidal de cuatro suturas de
monofilamento irreabsorbibles del número 1, que incluirán la pared vaginal sin epitelio, la
fascia pubocervical, el borde medial del ligamento uretropélvico y los ligamentos cardinales.
Estas suturas serán transferidas a una posición retropúbica mediante aguja simple de Pereyra
o doble de Pereyra-Raz. (Figura 2) Este método proporciona un rectángulo de soporte vaginal
que elevará el defecto de pared anterior e impedirá su prolapso con las maniobras de Valsalva.
Las suturas transferidas de monofilamento se anudan a nivel retropúbico, sin tensión, para
impedir una hipercorrección que desembocaría en cuadros miccionales obstructivos. Tras 24
horas de ingreso la paciente puede ser dada de alta con control de su orina residual a través
de la sonda suprapúbica colocada durante la cirugía. Las complicaciones más frecuentes son el
dolor suprapúbico (por anudar los puntos suprapúbicos demasiado altos o con excesiva
tensión), la dificultad miccional ( por corregir en exceso el prolapso) e, infrecuentemente, el
sangrado vaginal profuso (que se remedia, habitualmente, mediante un taponamiento
vaginal con compresas o bien con la inserción de una sonda de Foley en vagina, cuyo balón
hinchamos hasta ocluir la cavidad y frenar la hemorragia).
Fig. 2. Corrección de Cistocele moderado más Colposuspensión.
A-B) Cuatro suturas monofilamento de material irreabsorbible ancladas en la pared
vaginal, fascia pubocervical, ligamentos cardinales y uretropélvicos elevan el
prolapso.
C) Las suturas son transferidas a una posición retropúbica mediante aguja simple o
doble.
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FASCÍCULO - III
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Cuando el prolapso de pared anterior es severo ( Cistocele grado IV), bien por
defecto lateral o central, suele acompañarse de uretrocele, es decir de hipermovilidad uretral,
y otras anomalías estructurales tales como prolapso uterino, enterocele o rectocele. En estos
pacientes una simple exploración vaginal o estudios radiológicos básicos ponen de manifiesto
el descenso de la base vesical por debajo de la sínfisis púbica, el cual se magnifica durante los
incrementos de presión intrabdominal. Este tipo de prolapso requiere una técnica diferente
que se basa en las primeras descripciones realizadas por Kelly[9]. Una vez colocada la paciente
en posición ginecológica se expone la pared anterior mediante tracción y se realiza una
incisión vertical desde la uretra hasta la base vesical procediendo a disecar cuidadosamente el
plano avascular existente entre la vejiga y la vagina desde la línea media hasta la fascia
pubocervical lateral, exponiendo la fascia periuretral y los ligamentos cardinales en la base
vesical. Los ligamentos uretropélvicos se liberan del arco tendíneo del obturador permitiendo
penetrar en el espacio retropúbico y eliminar las adherencias periuretrales. Se colocan 4
suturas de monofilamento irreabsorbible de modo helicoidal incluyendo la pared vaginal sin
epitelio, el eje medial de los ligamentos uretropélvicos y la fascia pubocervical abarcando en
su porción distal los ligamentos cardinales. Se transfieren las suturas al espacio retropúbico
siguiendo los mismos principios ya descritos en la técnica anterior y se dejan sin anudar. El
siguiente paso consiste en aplicar 6-8 suturas de material reabsorbible 2/0 aproximando el eje
medial de la fascia pubocervical a ambos lados de la vejiga desde la base al cuello vesical
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FASCÍCULO - III
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incluyendo los ligamentos cardinales que son aproximados a la línea media para acabar de
cerrar el defecto central. Una vez anudados estos puntos se recorta el exceso de pared vaginal
rehaciendo la pared vaginal anterior mediante una sutura continua de material reabsorbible
2/0 y procediendo a anudar sin tensión las suturas transferidas a posición retropúbica. (Figura
3) Las complicaciones son similares a las antes referidas para la corrección del cistocele simple
o moderado aunque con un mayor riesgo de lesiones en vejiga por la amplia disección
perivesical realizada. En un porcentaje muy elevado de casos se hace imprescindible la
reparación concomitante de enteroceles, rectoceles o prolapsos uterinos acompañantes
[8,10,11]. Por otro lado Kholi y cols.[12] precisan que cuando se efectúa una colporrafia
anterior más suspensión transvaginal con agujas del cuello vesical el índice de recidiva del
cistocele es mayor que cuando realizamos sólo la colporrafia anterior y achaca esta diferencia
al impacto de la disección vaginal retropúbica que provocaría la denervación de la pared
anterior vaginal o un defecto paravaginal lateral iatrógeno.
Fig. 3. Corrección de Cistocele severo más Colposuspensión.
A) Primero se realiza una suspensión, mediante agujas, de la fascia pubocervical y
uretropélvica.
B) Entre 6 y 8 suturas de material reabsorbible 2/0 aproximan la fascia pubocervical
incluyendo en su porción inferior los ligamentos cardinales que son aproximados en
la línea media, recortando, posteriormente, el exceso de pared vaginal.
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Cuando al defecto central se añade la necesidad de reparar defectos
paravaginales Shull y cols.[13] proponen una variante técnica consistente en identificar y
colocar 4-6 suturas de material reabsorbible 2/0 en la condensación del arco tendinoso del
obturador a 2 cm de la espina isquiática que posteriormente son pasadas a través del borde
periuretral de la fascia pubocervical y la vagina, excepto el epitelio, en orden descendente
hasta la cúpula vaginal. (Figura 4) Tras ello son anudadas secuencialmente comenzando en la
zona periuretral y finalizando en la cúpula vaginal. Con un seguimiento medio de 18 meses
tan sólo el 21% de las pacientes presentaron algún tipo de prolapso aunque de escasa
importancia y sin requerir ningún tipo de cirugía para su corrección.
Fig. 4. Corrección de Cistocele. Técnica de Shull.
A) Tras una incisión vertical central en la pared vaginal anterior se procede a
emplazar suturas en la fascia del arco tendinoso del obturador, fascia pubocervical
contralateral y la vagina sin epitelio comenzando a nivel de la unión uretrovesical y
descendiendo hasta la cúpula vaginal.
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Existen diferentes procedimientos que constituyen variaciones de los antes
descritos. Así, Soler Roselló y cols.[14] proponen una modificación que aglutina la técnica de
“cuatro esquinas” de Raz con la del cabestrillo de pared vaginal para los cistoceles moderados.
Esta variación consiste en aislar una pastilla cuadrangular vaginal, no separada en su base del
resto de la vagina (incisión en U invertida), a la que se pasan, por sus vértices, cuatro puntos
de material no reabsorbible que son transferidos de modo habitual a una posición
retropúbica. El anudamiento de estos puntos hace que dicha pastilla arrastre el prolapso
vesical quedando posteriormente enterrada por la colpoplastia realizada para el cierre
vaginal. (Figura 5) Cuando además se asocia un prolapso uterino los autores sugieren una
variación de esta última técnica añadiendo una incisión en la cara posterior del cuello uterino
donde se emplazan dos puntos de monofilamento no reabsorbibles que son transferidos al
plano vaginal y suspendidos de manera habitual a una posición retropúbica para conseguir
con su tracción la elevación y fijación tanto de la pared vaginal anterior y la vejiga como del
propio útero.
Fig. 5. Corrección de Cistocele más Colposuspensión. Técnica de Soler Roselló.
A) Creación de un parche vaginal en forma de U invertida en el que se anclan las
suturas que serán posteriormente transferidas a una posición retropúbica.
B) Tras anudar las suturas retropúbicas se cierra la pared vaginal anterior
enterrando la pastilla vaginal que eleva el defecto de la pared anterior.
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Otra variación es la propuesta por Benizri y cols.[15] quienes sugieren la
realización de un colgajo rectangular de base superior (incisión en U) que se arrolla formando
un tubo, previa des-epitelización. Tras corrección del cistocele mediante colporrafia anterior se
refuerza mediante la transferencia de la vagina tubulizada a la zona del cuello vesical siendo
suturada al tejido periuretral o bien suspendida a posición retropúbica según la técnica
habitual mediante dos suturas de calibre 2/0 no reabsorbibles. (Figura 6) Con esta técnica
consiguen un 95% de éxitos de reconstrucción anatómica al año de seguimiento.
Fig. 6. Corrección de Cistocele más Colposuspensión. Técnica de Benizri.
A) Incisión vaginal en forma de U.
B) Creación de un colgajo de pared vaginal anterior y reparación del cistocele con
dos capas de sutura monofilamento.
B) El colgajo vaginal se arrolla y suspende, mediante suturas, a una posición
retropúbica actuando a modo de cabestrillo suburetral para la corrección de la
incontinencia urinaria concomitante.
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El cistocele se puede reparar también utilizando una técnica combinada
abdominal-vaginal mediante la realización de una colpectomía parcial en cuña que permite
compatibilizar la reducción del cistocele y el mantenimiento de una actividad sexual
adecuada[16].
Nuevas aportaciones en el campo de la cirugía reconstructiva del prolapso
genitourinario introducen la utilización de mallas de diferentes materiales para reposicionar
los órganos descendidos. Así, Nicita[17] propone el uso de una malla de polipropileno a modo
de cincha anclada en el cuello uterino, cuello vesical y en las inserciones óseas del arco
tendinoso de la fascia endopélvica. (Figura 7) Este método permitiría el tratamiento conjunto
de la incontinencia de esfuerzo así como los prolapsos asociados, tanto uterinos, de la cúpula
vaginal como de la pared anterior vaginal sin necesidad de extirpar el útero cuando está sano,
a pesar de estar descendido, y sin necesidad de hacer distinciones previas entre los problemas
derivados de un defecto vaginal anterior central o lateral. Aunque con un seguimiento medio
todavía corto (14 meses) sus resultados son prometedores respecto de la corrección de los
prolapsos genitourinarios así como la incontinencia asociada.
Fig. 7. Corrección de Prolapso Genitourinario. Técnica de Nicita.
A) Incisión vertical media en la pared vaginal anterior desde el cuello vesical al
uterino.
B) Fijación de la malla de material no reabsorbible que se ancla mediante puntos
sueltos al cuello vesical, cuello uterino y a las inserciones púbicas del arco tendinoso
de la fascia endopélvica.
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ENTEROCELE
Resulta de la hernia del peritoneo y su contenido intestinal a través del fondo
de saco de Douglas empujando la cúpula vaginal hasta hacerla sobresalir a través del introito.
Suele ser la consecuencia de las alteraciones estructurales en el soporte ligamentoso vaginal
del nivel I de DeLancey[3] provocadas por la histerectomía. La clínica habitual es la consulta
por la aparición de una masa que se exterioriza por el introito vaginal con los esfuerzos o con
la bipedestación y que origina desde vagas molestias o sensación de peso a verdadero dolor.
Dependiendo del grado de prolapso podemos encontrar problemas añadidos derivados de la
obstrucción intestinal secundaria a la incarceración de un segmento del tracto digestivo
inferior. A la exploración de los enteroceles descubrimos una masa que viene desde la cúpula
vaginal, no debiendo ser confundida con un cistocele, pues la pared anterior vaginal está bien
soportada, o con un rectocele, si la pared posterior está indemne. Sin embargo su asociación
con esta última patología es frecuente, por lo que solemos apreciar que la masa
correspondiente al enterocele sigue sin solución de continuidad con la originada por el
rectocele en la pared posterior. El tacto rectal es imprescindible para apreciar el contenido del
saco herniario que hará contacto con el dedo que explora durante las maniobras de Valsalva.
El tacto bimanual permite apreciar un incremento del grosor del tabique recto-vaginal fruto
de su ocupación por el saco herniario.
El objetivo del tratamiento quirúrgico es la reposición del intestino al interior
de la cavidad abdominal con reparación de la hernia, suspensión de la cúpula vaginal y
refuerzo de los ligamentos uterosacros. Es imprescindible una adecuada preparación intestinal
para facilitar la disección y propiciar la reparación precoz de las lesiones intestinales
(perforación de un asa de intestino delgado o rectal) que se pudieran producir durante las
maniobras de reducción del saco herniario y su posterior sutura. De no hacerlo así nos
veríamos obligados en caso de lesión a efectuar un cierre primario con más posibilidad de fallo
de la sutura o incluso tener que recurrir a la realización de una colostomía de descarga.
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En posición ginecológica se vacía la vejiga mediante sonda de Foley, se
tracciona del saco herniario e inspecciona de nuevo a la paciente para descartar la posibilidad
de que sea un cistocele. Si existe prolapso uterino asociado se realiza una histerectomía
vaginal. En caso contrario se efectúa una incisión vertical de la masa y, mediante cuidadosa
disección con tijera y disección roma, se aísla el saco herniario separándolo de la pared vaginal,
del recto y la vejiga. Una vez abierto el saco se libera e introduce el contenido intestinal en la
cavidad abdominal y procedemos a su cierre mediante sutura “en bolsa de tabaco” de material
reabsorbible del número 0-1. Una vez obliterado el saco se pasan más suturas del mismo
material aunque de tamaño sensiblemente inferior (2/0) incorporando la base vesical en la
porción superior, los ligamentos sacrouterinos y cardinales lateralmente, y la fascia prerectal
en la cara posterior. (Figura 8) Ya reducido el prolapso se cierra la pared vaginal con una sutura
continua de modo habitual.[18-21]
Fig. 8. Corrección de Enterocele
A A) Incisión vertical de la masa vaginal.
B B) Apertura del saco herniario con reducción del paquete intestinal.
C) Obliteración del saco mediante una sutura “en bolsa de tabaco” de material
reabsorbible.
D) Una vez reducido el prolapso se recorta el exceso de pared vaginal que se
reconstruye mediante una sutura continua de material reabsorbible.
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Cuando el prolapso vaginal es masivo los ligamentos uterosacros y cardinales
suelen estar seriamente debilitados favoreciendo el fracaso de una reparación simple como la
ya comentada. En estos casos, se efectúa una suspensión transvaginal al ligamento
sacroespinoso según técnica descrita en 1971 por Randall y Nichols[22]. La preparación
preoperatoria es similar y el primer tiempo de la cirugía incluye las mismas maniobras de
identificación y aislamiento del saco herniario que para la cirugía antes descrita. Una vez
reducida la hernia se practica una incisión en la pared vaginal posterior, derecha o izquierda
según las preferencias del cirujano, exponiendo la fascia prerectal. Mediante disección roma o
tijeras se diseca el pilar rectal correspondiente exponiendo el diafragma pelviano, el cual
incluye el músculo coccígeo y su ligamento sacroespinoso en su recorrido posterolateral desde
la espina isquiática hacia la cara lateral del sacro. A 1.5-2 centímetros de la inserción en la
espina isquiática pasamos dos suturas reabsorbibles del número 1 a través del ligamento. Es
necesario tener gran cuidado en no desplazar lateralmente las agujas por el riesgo inherente
de atrapamiento nervioso o lesión vascular del nervio o de los vasos pudendos que discurren
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bajo el ligamento sacroespinoso. Cuando se han anclado los puntos se pasan a través de la
cúpula vaginal que queremos suspender y se procede a reparar aquellos prolapsos
concomitantes (rectocele, prolapso uterino…etc.). Para acabar se anudan las suturas poniendo
especial cuidado en acercar la cúpula a la zona de suspensión para evitar desgarros o crear un
espacio entre la cúpula y el ligamento que facilite la recidiva. (Figura 9) Los buenos resultados
publicados con esta técnica, con un 88% de éxitos, la convierten en una indicación cada vez
más frecuente para la reparación de esta patología. Además de las complicaciones ya
mencionadas de lesiones vasculares y nerviosas, el desgarro rectal es siempre un peligro
potencial en esta cirugía [18,23-25]. Hoffman y cols.[26] proponen que durante las
histerectomías se evalúe la capacidad de sujeción ligamentosa de la cúpula vaginal y si ésta es
deficiente que se realice concomitantemente una colpopexia al ligamento sacroespinoso. Sin
embargo resulta un error pensar que esta técnica reducirá, además, los prolapsos
concomitantes de pared anterior vaginal[27]. Es más, se ha sugerido que la marcada
retroversión vaginal subsecuente a la fijación sacroespinosa pudiera, ciertamente, predisponer
a la recidiva de las alteraciones de soporte fascial del segmento anterior de la vagina
provocando cistocele, uretrocele o ambos [28].
Fig. 9. Colposuspensión transvaginal al ligamento sacroespinoso.
A) Exposición del ligamento sacroespinoso en el seno del músculo coccígeo.
B) Emplazamiento correcto de las suturas con especial cuidado en no lesionar los
vasos y nervios pudendos.
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Otros autores realizan la suspensión a la fascia del músculo ileococcígeo, y
aunque las series publicadas no son muy amplias, los buenos resultados hacen que la
consideremos una variación técnica a tener en cuenta [29].
Como alternativa a esta técnica de reducción de prolapsos masivos de cúpula
vaginal es factible realizar un procedimiento de suspensión con agujas de un modo similar al
efectuado para el cistocele pero incluyendo en las suturas inferiores los ligamentos cardinales
y el complejo sacrouterino. La transferencia de estas suturas a una posición suprapúbica
posibilitará, mediante su elevación, una adecuada suspensión de la cúpula vaginal [18,30].
Con este procedimiento Juma [31] obtiene un 90% de buenos resultados tanto en función de
la corrección de los síntomas como en la reducción del prolapso. Raz y cols.[32] dividen las
pacientes en aquellas que presentan prolapso de cúpula vaginal y cistocele asociado, en las
que realizan una suspensión simultánea del complejo ligamentoso uterosacro-cardinal, cúpula
vaginal y vejiga-cuello vesical; y el grupo de las que consultan por prolapso de cúpula vaginal
en el que realizan fijación al ligamento sacroespinoso. En aquellas pacientes añosas no activas
sexualmente se considera la posibilidad de hacer una colpocleisis parcial que solucione el
problema.
Otra posibilidad es la corrección por vía abdominal del prolapso de la cúpula
vaginal, bien sea mediante cirugía abierta o laparoscopia. Virtanen y cols.[33] utilizan
duramadre liofilizada y politetrafluoretileno reforzado (Gore-Tex) para realizar un colpopexia
abdominal sacra obteniendo un 85% de buenos resultados. Cadeddu y cols.,[34] mediante
laparoscopia transperitoneal y utilizando una técnica de Moschocowitz modificada, proponen
la corrección de los enteroceles efectuando un cierre del fondo de saco mediante
aproximación de la fascia posterior vaginal a la pared anterior del recto con sutura continua.
Aunque la serie es muy limitada y el seguimiento corto los resultados son optimistas.
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RECTOCELE
El tabique rectovaginal es una lámina de tejido conectivo, extraordinariamente
resistente, situada entre vagina y recto. Algunos autores se refieren a ella como fascia
rectovaginal. Se funde con el complejo ligamentoso cardinales-uterosacros, fascia de los
elevadores y cuerpo perineal impidiendo que el recto se prolapse en la vagina. El rectocele
representa un defecto en este estrato [35,36].
Tras cirugías de colposuspensión por vía abdominal, como el Burch modificado,
se presenta en el 12%, acompañando o no a enteroceles [37]. El índice de recidiva de la
incontinencia urinaria tras la colposuspensión de Burch también se ha relacionado con una
mayor propensión a prolapsos asociados del tipo de rectoceles y cistoceles. Así, Kjolhede [38]
encuentra un 80% y 40% de estas dos patologías en aquellas mujeres con recidiva de la
incontinencia frente al 46% y 10% respectivamente para el grupo de mujeres que permanecen
secas tras el Burch.
La técnica más habitual de reparación de los rectoceles comienza con una
incisión en la pared posterior vaginal, mediante disección se establece un plano entre la pared
rectal herniada y el epitelio vaginal exponiendo la debilitada fascia prerectal, continuando la
disección hasta la fascia pararectal. Este punto es crítico pues se pueden producir lesiones
rectales si se extiende la disección más allá del plano adecuado. Tras ello se extirpa un colgajo
triangular de pared vaginal posterior cuya base está en la porción más externa de la vagina y
se repara el rectocele mediante una sutura continua de material reabsorbible 2/0 que
comenzará en el vértice de la incisión triangular realizada de antemano e irá cerrando todo el
espacio creado hasta el periné incorporando el borde del epitelio vaginal y la fascia prerectal
que se aproxima en la línea media sobre el rectocele así como los elevadores en el tercio distal
de la incisión. Una adecuada exposición vaginal con retracción de su cara anterior impedirá
causar una estenosis vaginal con esta sutura. Tras esta línea de sutura se reaproxima el músculo
pubococcígeo así como el transverso profundo del periné y el bulbocavernoso cuando se
pueden identificar. (Figura 10) Al final se creará un soporte firme de la pared posterior vaginal
que dificulte nuevos prolapsos rectales [39].
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Fig. 10. Corrección de Rectocele
A) Extirpación de un colgajo de pared vaginal posterior tras su separación de la
fascia prerectal
B) Reparación del defecto de la pared vaginal posterior mediante sutura continua
de material reabsorbible incorporando la fascia prerectal, el borde del epitelio
vaginal y los elevadores, en su tercio distal.
C) Aproximación final de los músculos pubococcígeo, transverso profundo del
periné y bulbocavernoso.
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Watson y cols.[40] proponen la realización de una variante técnica
transperineal que tiene por objeto actuar sobre la causa del rectocele (déficit del tabique
rectovaginal) más que sobre su consecuencia (masa que protuye en cara posterior vaginal).
Para ello efectúan una reparación del septo rectovaginal mediante malla de Marlex que
refuerza esta estructura e impide el rectocele así como sus consecuencias.
Las investigaciones futuras de la mecánica y bioquímica del soporte músculoligamentoso, así como el estudio neurológico del daño mioneural permitirán identificar
aquellas mujeres proclives a la aparición de un prolapso genital o a su recidiva tras una primera
cirugía de corrección. Hasta entonces se hace necesario desarrollar estrategias quirúrgicas que
disminuyan, cada vez más, la incidencia de estos defectos.
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46
Diseño y maquetación:
Carlos Aragón
Sección de Comunicación e Imagen de LABORATORIOS INDAS, S.A.
Ilustraciones:
Francisco Martínez y Juan Mazorriaga
Edita:
LABORATORIOS INDAS, S.A. -Departamento CientíficoCº de las Huertas, 2
28223 POZUELO (madrid)
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www.indas.es • E-mail: [email protected]
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Carolina Coronado,44
28017 MADRID
Depósito Legal: M-34034-1999
Manual práctico
sobre
Incontinencia Urinaria
Coordinado por:
Eduardo Martínez Agulló
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Fascículo - 4
Vejiga neurógena
Juan Pablo Burgués Gasión
Trinidad Crespo Ruiz
Salvador Arlandis Guzmán
Angel Miguel Martínez Brotons
Antonio Benedicto Redón
Eduardo Martínez Agulló
FASCÍCULO - IV
Vejiga neurógena
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
INTRODUCCIÓN
La alteración de la dinámica miccional cuyo origen está en el sistema nervioso
recibe el nombre de vejiga neurógena. Este concepto excluye, pues, las causas psicógenas.
Las disfunciones del tracto urinario inferior de causa neurológica constituyen
una de las patologías urológicas más frecuentes, sin embargo, la visión organicista estática clásica del aparato urinario -evidente aún hoy en los programas de las Facultades de Medicina-, fue
la causa de que hasta hace dos décadas no se les prestara la importancia que merecen. En este
cambio de actitud son básicos los avances en el conocimiento de la neurofisiología de la micción, los aportes de la urofarmacología y, muy especialmente, el desarrollo de nuevas técnicas
diagnósticas a partir del gran impulso de la física y la informática; así, con los estudios urodinámicos se establece cuáles son las características de la disfunción, el pronóstico, qué actitud
terapéutica es la adecuada y sus resultados.
Durante muchos años el urólogo ha unido el concepto vejiga neurógena al de
lesión medular. Este hecho ha constituido un importante equívoco en cuanto a la incidencia
de vejiga neurógena en la población afecta de daño neurológico y la importancia que para
esta población con déficits, discapacidades y minusvalías tiene la sintomatología miccional, al
relegarles a una marginación social. Muchos de estos pacientes subsidiarios de ser tratados
por otros especialistas médicos (rehabilitadores, neurólogos, ortopedas, etc.), no demandan la
asistencia del urólogo por desconocer que su problema miccional tiene solución a pesar de que
su daño neurológico sea irreversible.
Las personas afectas en España de accidentes vasculocerebrales, esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson, mielomeningocele y lesionados medulares, superan el número de doscientas mil, a las que habría que añadir un número muy superior de pacientes seniles con hiperreflexia del detrusor, diabéticos con vejiga neurógena, amputados de recto, etc.
¿Es el médico consciente de esta demanda asistencial (problema urológico) y
del protagonismo que éste tiene en la salud de estos enfermos?. La respuesta sería obviamente negativa.
El diagnóstico de vejiga neurógena comporta la evidencia de la etiología neurológica causante de la disfunción, que en muchas ocasiones es difícil de precisar, pues a pesar
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FASCÍCULO - IV
Vejiga neurógena
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
de las importantes aportaciones de la tomografía axial computerizada (TAC) y la resonancia
magnética (RNM) en este campo, aún se nos escapan displasias neuronales difusas o localizadas y que, sin duda, son causa de vejiga neurógena.
Son relativamente frecuentes los casos de patología medular que hasta la
segunda década de vida, o incluso en adultos, no debutan con sintomatología urinaria: incontinencia, enuresis, retención, urgencia. Tras el inicio de los síntomas, en especial la enuresis,
estos pacientes son tratados por psicólogos u otros especialistas y profesionales, y hasta que
ha transcurrido un tiempo variable, no acuden a un Servicio de Urología.
El diagnóstico precoz, por falta de sistematización, no es frecuente que se
haga, lo que lleva a hipotecar los resultados terapéuticos en situaciones como atrapamiento
medular en niños, o de tumores en adultos. La razón fundamental de ello estriba en la escasa
sintomatología extraurológica acompañante de los trastornos urinarios (hipoestesia de miembros inferiores, alteraciones cutáneas lumbosacras). Ello impone sistematizar la búsqueda de
un diagnóstico etiológico ante cualquier disfunción vésico-esfinteriana sin antecedentes o
hallazgos que la justifiquen. Las disfunciones vésico-esfinterianas por su alta incidencia, posible repercusión sobre el tracto urinario superior y alto grado de marginación social, han centrado en ellas, a partir de su mejor conocimiento, el interés de los profesionales que han desarrollado nuevas orientaciones terapéuticas entre las que destacan las quirúrgicas, capaces de
prestar soluciones -impensables hasta hace solo pocos años- a estos pacientes y la gran aportación que, para el futuro de estos pacientes, suponen los anticolinérgicos.
El término VEJIGA NEURÓGENA engloba todas las alteraciones de la dinámica miccional cuyo origen está en el sistema nervioso, excluyendo los psicógenos.
Por su frecuencia, gravedad, connotaciones psicosociales y económicas la vejiga neurógena es una de las patologías más importantes. Vamos a dedicarnos a su estudio con
más detalle, puesto que estos pacientes van a ser uno de los grupos que más se van a beneficiar de un diagnóstico correcto y un tratamiento adecuado.
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FASCÍCULO - IV
Vejiga neurógena
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
La incidencia de vejiga neurógena en nuestra población es díficil de conocer,
incluso de dar valores aproximados con margen de fiabilidad. La vejiga neurógena tiene una
alta incidencia en gran número de enfermedades neurológicas. Sin embargo, y a pesar de su
impacto sanitario y social, hay escasos estudios epidemiológicos y, de éstos, la mayoría son hospitalarios en los que sólo se han codificado a los enfermos que han sido ingresados en el hospital, escapándose toda la población ambulatoria afecta de vejiga neurógena.
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FASCÍCULO - IV
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Incontinencia Urinaria
FASCÍCULO - IV
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Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
CAPÍTULO - 1
Vejiga neurógena:
generalidades
Juan Pablo Burgués Gasión
Trinidad Crespo Ruiz
Salvador Arlandis Guzmán
Angel Miguel Martínez Brotons
Eduardo Martínez Agulló
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Incontinencia Urinaria
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Incontinencia Urinaria
VEJIGA NEURÓGENA: GENERALIDADES
CLASIFICACIÓN
Se han realizado múltiples clasificaciones sobre la etiología de la vejiga neurógena. Posiblemente, desde un punto de vista urodinámico, la más práctica sea la descrita a
continuación (figura 1), debido a que se tiene en cuenta la localización del daño neurológico
con un patrón de alteración miccional bastante común:
- Lesiones cerebrales.
- Lesiones medulares: altas y bajas.
- Lesiones de los nervios periféricos.
Las alteraciones neurológicas que más frecuentemente aparecen y pueden cursar con anomalías vésico-esfinterianas son: accidentes vasculocerebrales, enfermedad de
Parkinson, lesiones medulares, esclerosis múltiple, mielomeningocele y neuropatía diabética.
• Traumatismos craneoencefálicos
CEREBRO
• Accidentes vásculocerebrales
(embolia y trombosis cerebral)
CEREBELO
LESIONES ALTAS
MÉDULA
• Tumores cerebrales
• Esclerosis múltiple
• Senilidad
• Arterioesclerosis
• Parkinson
Lesión en los nervios
• Tetraplegia
• Diabetes
• Sección traumática
• Sección quirúrgica
• Paraplejia
• Mielomeningocele
• Esclerosis múltiple
HIPOGÁSTRICO
PÉLVICO
LESIONES BAJAS
PUDENDO
Trígono
LESIONES CEREBRALES
Más adelante veremos cada una de ellas resaltando los aspectos psicosociales implicados.
ESFINTER INTERNO
ESFINTER EXTERNO
Ano
Figura 1
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Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
LESIONES CEREBRALES
Las lesiones cerebrales producen Ia interrupción de las vías que conectan el córtex cerebral con el núcleo pontino y, consecuenemente, la pérdida del control voluntario.
Cuando la vejiga está llena, se contraerá por acción de su arco reflejo parasimpático medular,
sin que el sujeto pueda evitarlo, aunque tenga preservado el deseo miccional y sea consciente de que va a orinarse.
En todas las lesiones cerebrales se produce el daño sobre los centros y vías nerviosas responsables del control voluntario y consciente de la micción. El paciente es, casi siempre, consciente del deseo miccional y de la micción pero no puede evitarla ya que las vías nerviosas responsables de inhibir la micción están interrumpidas. Como el arco reflejo estará
íntegro en los tres núcleos medulares (pudendo, simpático y parasimpático), cuando la vejiga
esté llena, los estímulos que llegan por el nervio pélvico a su núcleo parasimpático, harán que
éste se "dispare" y dé la orden de contracción del detrusor, que el paciente no puede inhibir.
Esta hiperactividad del detrusor recibe el nombre de hiperreflexia.
Como el centro pontino coordinador de los tres núcleos medulares no está
dañado, habrá una coordinación perfecta por lo que cuando el detrusor se contrae, los esfínteres están abiertos (sinergia). La micción es normal en todos los aspectos a excepción de que
no es controlada por la voluntad (figura 2).
LESIONES CEREBRALES
DETRUSOR HIPERACTIVO
SINERGIA
Figura 2
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FASCÍCULO - IV
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Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
La incontinencia es de urgencia, estando presente un fuerte deseo de orinar
que el paciente no es capaz de controlar. Este tipo de incontinencia con micción coordinada
no suele acompañarse de complicaciones renales, ya que la dinámica de la vejiga y uretra es
normal y coordinada.
LESIONES CEREBRALES:
Incontinencia caracterizada por una micción coordinada y completa que el
sujeto no podrá evitar voluntariamente.
En este grupo quedan englobadas diversas patologías (tabla 1), de las cuales
merecen ser resaltadas por su frecuencia los accidentes cerebrovasculares, la enfermedad de
Parkinson y la esclerosis múltiple, que se desarrollan más adelante en este capítulo, y la incontinencia de urgencia senil, cuyas particularidades se comentan en otro capítulo.
Enfermedades encefálicas
Patologías
Accidentes vasculocerebrales
Esclerosis múltiple
Enfermedad de Parkinson
Tumores medulares
Traumatismo craneoencefálicos
Senilidad
Daño neurológico
Lesión de vías y/o centros corticoreguladores del circuito
I de Bradley, entre el córtex y el Núcleo Pontino
Clínica
Síndrome miccional irritativo
- Urgencia miccional
- Frecuencia aumentada
- Incontinencia urinaria
Fisiopatología
Alteración de la fase de llenado vesical
Urodinámica
Hiperreflexia de detrusor con coordinación de esfínter
Tabla 1
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FASCÍCULO - IV
Vejiga neurógena
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
LESIONES MEDULARES
Las características de la incontinencia por lesión medular van a depender de
que ésta sea completa o incompleta y, fundamentalmente, del nivel en que se produzca el
daño medular:
Lesiones medulares altas (suprasacras):
Se localizan entre el núcleo pontino y los tres núcleos medulares de la micción. Van
a afectar a la médula cervical y torácica. Los núcleos medulares de la micción quedan indemnes,
conservando, por tanto, sus arcos reflejos. El daño afecta a las vías nerviosas que, procedentes del
núcleo pontino, son las responsables de coordinar a los núcleos de la micción y, por lo tanto, lograr
la acción sincrónica de la vejiga y de la uretra. Las vías nerviosas moduladoras están interrumpidas
y los arcos reflejos medulares están liberados de su control. Si la lesión es completa, la vejiga se
comporta de forma automática de manera que cuando se llena, se vacía, sin que el sujeto sea consciente de ello, a diferencia de lo que ocurría en las lesiones neurológicas cerebrales.
Otra importante diferencia es que al no estar modulada la coordinación parasimpático -simpático- pudendo por el núcleo pontino, los arcos reflejos liberados producirán acciones
en vejiga y uretra no coordinadas; esta alteración recibe el nombre de disinergia. Esta falta de
coordinación de los núcleos medulares de la micción va a suponer que la vejiga inicie la fase de
vaciado por contracción del detrusor estando el cuello vesical y el esfínter externo de la uretra
cerrados, impidiendo o dificultando la salida de orina. Por el contrario, durante la fase de llenado
se pueden relajar los esfínteres dándose la incontinencia sin contracción del detrusor (figura 3).
LESIONES ALTAS
DETRUSOR HIPERREFLEXICO
URETRA HIPERACTIVA
DISINERGIA
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Figura 3
FASCÍCULO - IV
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Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
En las lesiones medulares altas la incontinencia se va a producir por contracciones del detrusor no controladas por la corteza cerebral ni por el núcleo pontino. El arco
reflejo parasimpático se disparará sin control, por lo que el detrusor recibe el nombre de
detrusor hiperrefléxico. Esta hiperreflexia sumada a la disinergia va a tener importantes consecuencias sobre el tracto urinario superior por la hiperpresión vesical generada.
LESIONES MEDULARES ALTAS:
Incontinencia caracterizada por una micción disinérgica, incompleta, con
residuo vesical, en la que se desarrollan altas presiones dentro de la vejiga
para conseguir el vaciado contra una uretra que no se relaja.
Lesiones medulares bajas (sacras):
Se localizan sobre los núcleos medulares de la micción, por lo que el arco reflejo estará interrumpido. Si la lesión es completa, tanto la vejiga como la uretra quedarán completamente desconectadas del sistema nervioso, comportándose de forma autónoma. El detrusor es arrefléxico y la uretra hipoactiva. La vejiga se vacía cuando está llena sin contracciones
del detrusor, al no haber ninguna resistencia uretral que se oponga a la salida de la orina. La
incontinencia urinaria en las lesiones medulares bajas sucede por falta de actividad de los
mecanismos uretrales (figura 4).
LESIONES BAJAS
DETRUSOR Y ESFÍNTERES
HIPOACTIVOS
Figura 4
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FASCÍCULO - IV
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Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Ocurre con cierta frecuencia en las lesiones bajas de la médula, que no haya
afectación del núcleo simpático y del nervio hipogástrico, por estar situados en las últimas
metámeras torácicas y primeras lumbares. Al no estar presentes las contracciones del detrusor
y existir resistencia uretral por la actividad del esfínter interno, la existencia de orina residual
es la norma. Sin embargo, aun en estos casos, si el paciente consigue un buen vaciado vesical
por medidas alternativas, el riesgo de tener complicaciones renales es menor que en las lesiones altas.
LESIONES MEDULARES BAJAS:
Incontinencia por incompetencia de los mecanismos de continencia (cuello
vesical/esfínter externa) y retención por arreflexia del detrusor.
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FASCÍCULO - IV
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Manual práctico sobre
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En la tabla 2 se resume la etiología, fisiopatología y consecuencias clínicas de
las lesiones medulares.
Enfermedades medulares
Patologías
Accidentes vasculocerebrales
Traumatismo medular
Esclerosis múltiple
Estenosis de canal medular
Hernia de disco
Tumores medulares
Médula trabada
Espondilosis
Aracnoiditis
Tabes dorsal
TBC vertebral
Daño neurológico
Lesiones por encima de los
centros medulares de la micción
Lesiones que afectan a los
centros de la micción
Los núcleos y arcos reflejos
de la micción están indemnes
El daño implica a los núcleos
y arcos reflejos de la micción
Lesión de los circuitos II y IV
de Bradley y del
haz reticuloespinal
Lesión de los circuitos II, III y
IV de Bradley
Clínica
Dependiendo de que la lesión
sea completa o incompleta.
- Síndrome irritativo miccional
- Síndrome miccional obstrctivo
Síndrome miccional
obstrctivo
Fisiopatología
Alteración de la fase de
llenado y vaciado vesical
Alteración de la fase de
vaciado vesical
Urodinámica
Hiperreflexia del detrusor y
disinergia de esfínteres
Arreflexia del detrusor e
hipoactividad de esfínteres
Tabla 2
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FASCÍCULO - IV
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Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
LESIONES DE LOS NERVIOS PERIFÉRICOS
Neuropatías de diversa etiología, de ellas la más frecuente la producida por la
Diabetes Mellitus, son causa de lesión de los nervios pudendo, pélvico e hipogástrico (tabla 3).
Las consecuencias dependerán del nervio afecto en cada caso:
• Lesión del nervio pélvico: produce arreflexia y/o hipoactividad del detrusor.
• Lesión del nervio pudendo: produce hipoactividad del esfínter externo.
• Lesión del nervio hipogástrico: origina incompetencia del esfínter interno.
Enfermedades de los nervios periféricos:
neuropatías metabólicas
Patologías
Endocrinas:
Daño neurológico
Nervios pudendos, pélvico e hipogástrico
Clínica
Dependiente del nervio o nervios afectados:
- Nervio Pélvico: Alteración vaciado vesical
- Nervio Pudendo: Incontinencia
- Nervio Hipogástrico: Incontinencia
Fisiopatología
Dependiente del nervio o nervios afectados:
- Nervio Pélvico: Alteración vaciado vesical
- Nervio Pudendo: Alteración del llenado vesical
- Nervio Hipogástrico: Alteración del llenado vesical
Urodinámica
Dependiente del nervio o nervios afectados:
- Nervio Pélvico: Arreflexia y/o hipoactividad
- Nervio Pudendo: Esfínter externo hipoactivo
- Nervio Hipogástrico: Esfínter interno incompetente
- Diabetes Mellitus
- Uremia
Tóxicas:
- Alcoholismo crónico
- Metales pesados
Enf. del colágeno:
- Lupus eritematoso sistémico
- Poliarteritis
Enfermedades vasculares:
- Arterioesclerosis
Yatrogénicas: - Farmacológica
- Quirúrgica
Malformaciones:
- Agenesia sacra
Infecciones:
- Herpes zoster
- Síndrome de inmunodeficiencia adquirida
Tabla 3
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FASCÍCULO - IV
Vejiga neurógena
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
TRATAMIENTO
Al plantear el tratamiento idóneo de las alteraciones de la micción, que puede
ser médico, quirúrgico o paliativo (o combinación de ellos), y que asegure la continencia y/o
facilite el vaciado completo de la vejiga, es preciso tener en cuenta una serie de principios básicos. En líneas generales, estos principios son:
• Limitaciones individuales físicas. En un paciente afectado de mielomeningocele,
obligado a permanecer en una silla de ruedas, el esfínter artificial va a aportar
muy poco más de lo que le aporta un colector de orina, mientras que la situación
es más favorable, si no precisa para su marcha de una silla de ruedas. Por otra
parte, la propia limitación puede impedir el tratamiento idóneo como, por ejemplo, en el caso del tetrapléjico, en el cual no se puede indicar el autosondaje.
• Motivación del paciente. Si el paciente no colabora porque está deprimido o
porque está habituado al problema, elegiremos siempre el tratamiento que
exija menos de su colaboración. Si la indicación es el cateterismo intermitente
y sabemos que el paciente no lo va a utilizar, tendremos que buscar otras soluciones.
• Inteligencia. La intelgencia del paciente puede ser la correcta, pero puede verse afectada por la enfermedad, como ocurre, por ejemplo, en algunos pacientes, con daño cerebral. En este caso, siempre se impondrá como tratamiento de
elección aquel que no requiera colaboración del paciente.
• Posibilidades de colaboración familiar. En ocasiones muy limitadas, por las
obligaciones laborales, posibilidades físicas, interés, etc.
• Recursos económicos. En casi todas las opciones personales, el factor económico es determinante. No es frecuente que el paciente encuentre serias trabas
para conseguir el material necesario para paliar su incontinencia, en aras de la
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FASCÍCULO - IV
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Incontinencia Urinaria
verdad hay que decir, que Sanidad se hace cargo de tratamientos de alto coste
como son los esfínteres artificiales o cateterismos intermitentes a largo plazo.
• Dotación de recursos. Dónde se ha de tratar al paciente, tanto a nivel diagnóstico (muy pocos hospitales en nuestro país tienen laboratorios de
Urodinámica y Neurología necesarios para el correcto diagnóstico de la causa
de incontinencia), como de personal sanitario preparado y especializado dentro de una Unidad de Tratamiento para pacientes neurourológicos.
Desde el punto de vista urológico, los objetivos que deben considerarse prioritarios en el momento de la elección de tratamiento son:
- Preservar de daño a los riñones para evitar que se llegue a la insuficiencia renal.
- Conseguir la ausencia o control de la infección urinaria.
- Conseguir que el vaciado vesical se produzca a baja presión.
- Conseguir una adecuada capacidad de almacenamiento vesical.
- Evitar la sobredistensión vesical que conducirá al daño muscular del detrusor y
a otras complicaciones.
- Eliminar la orina residual.
- Evitar en lo posible catéteres o estomas a permanencia.
Debemos considerar el posible efecto de algunas medidas terapéuticas sobre
las funciones relacionadas con la micción como la sexual, que se puede ver afectada por algunos tratamientos farmacológicos y quirúrgicos de la incontinencia, especialmente en el varón.
La meta final de todo tratamiento de la disfunción vésico-esfinteriana es restablecer la micción periódica, completa, espontánea y voluntaria con intervalos secos entre micciones. Aunque este ideal sea alcanzable en algunos casos, principalmente cuando el compromiso neurológico es mínimo, en la mayoría de los pacientes deberemos contentarnos con lograr
que la vejiga almacene orina a baja presión durante cuatro horas o más y que la evacuación se
efectúe por medio de sondaje intermitente. Así, lo que se busca es un equilibrio de presiones
en el cual la resistencia uretral exceda la presión intravesical durante la fase de llenado.
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FASCÍCULO - IV
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Incontinencia Urinaria
En líneas generales, contamos con medidas terapéuticas para mejorar la evacuación vesical, medidas para mejorar la capacidad vesical efectiva y medidas para aumentar
la resistencia uretral, de acuerdo con la información obtenida durante la evaluación urodinámica del paciente. Cada enfermo requerirá una o varias de estas medidas terapéuticas que describimos a continuación de forma esquemática.
Médico:
- Farmacológico.
- Rehabilitación funcional.
- Autosondaje.
Quirúrgico:
- Ampliaciones vesicales.
- Esfínter artificial.
- Esfinterotomías.
- Derivaciones urinarias.
- Otros.
Psicológico.
Paliativo: Dispositivos para la incontinencia.
El elevado consumo de tratamientos paliativos evidencia que no se ha resuelto
el problema de la incontinencia, curable en más del 60-80% de los casos. ¿Cómo podemos
explicar esta circunstancia?:
- La incontinencia es en muchos casos un síntoma más dentro de un síndrome y
no es considerada en toda su repercusión sanitaria, psicosocial, económica,
laboral y familiar.
- Carencia de unidades de Neurourología con personal especializado y recursos
materiales que den solución al problema.
- Carencia de programas de formación e información.
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FASCÍCULO - IV
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Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
El correcto tratamiento de las alteraciones de la micción a través de Unidades
de Neurourología y Urodinámica conllevaría:
- A la solución del problema en el 80% de los casos.
- A la disminución del coste individual y social.
- A la prevención de complicaciones graves que pueden derivar en la insuficiencia renal y que suponen una fuerte carga económica.
- A la reinserción social del individuo.
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FASCÍCULO - IV
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CAPÍTULO - 2
Vejiga neurógena:
causas más
frecuentes
Juan Pablo Burgués Gasión
Salvador Arlandis Guzmán
Antonio Benedicto Redón
Trinidad Crespo Ruiz
Eduardo Martínez Agulló
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Vejiga neurógena
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VEJIGA NEURÓGENA: CAUSAS MÁS FRECUENTES
CAUSAS MÁS FRECUENTES DE
VEJIGA NEURÓGENA
ACCIDENTES VÁSCULO - CEREBRALES
Aspectos orgánicos
Como accidente cerebro-vascular (AVC) entendemos la isquemia cerebral
(embolia y trombosis) y la hemorragia intracraneal. La primera supone casi el 90% de los AVC,
y puede tener naturaleza difusa o focal, según la causa y extensión de la lesión. Con más frecuencia son focales, por embolismos o arteriosclerosis, y suelen afectar un vaso de forma aislada, con la consiguiente falta de riego sanguíneo y la clínica neurológica que ello provoca. Las
hemorragias son el otro tipo de AVC, menos frecuentes (10-15%), y suelen ser consecuencia de
traumatismos cráneo-encefálicos.
En los AVC, además de la clásica clínica neurológica aguda propia del proceso
isquémico cerebral de hemiparesia e hipoestesia contralateral, hemianopsia, cierto grado de
afonía, etc., la retención y/o incontinencia urinaria es un signo más dentro del cuadro clínico
que el AVC presenta.
En las personas con AVC el daño puede afectar las vías nerviosas que controlan
voluntariamente la micción, quedando así liberada la vejiga del control cerebral que actuará
de forma refleja e independiente.
Si procediésemos a estudiar urodinámicamente la disfunción vésico-esfinteriana
que nuestro paciente presenta, observaríamos cómo su vejiga se comporta de forma totalmente automática. Esto significa que en la cistomanometría (medida de la presión que hay en el
interior de la vejiga) se pueden detectar ondas de contracción vesical, durante la fase de llenado, que el enfermo, por su lesión, es incapaz de inhibir; decimos que nuestro enfermo tiene una
vejiga neurógena hiperactiva por hiperreflexia del detrusor. En la mayoría de los casos la contracción vesical involuntaria se acompaña de una relajación normal o coordinada del esfínter
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FASCÍCULO - IV
Vejiga neurógena
Manual práctico sobre
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interno, que clínicamente se traduce en incontinencia. El comportamiento vesical es como el de
un niño: cuando la vejiga se llena, se vacía, la diferencia es que el paciente consciente del deseo
miccional no puede impedirlo.
La localización carotídea del AVC es la que da con mayor frecuencia la clínica
miccional de la que hemos hablado. Sabemos también que la mayoría de los AVC que afectan
al hemisferio cerebral dominante presentan alteraciones de la micción, por lo cual se deduce
que el control central de la micción se encuentra en dicho hemisferio.
En la décima parte de los enfermos sabemos que el tipo de vejiga que se puede encontrar es la propia de un detrusor hipo o arrefléxico, esto es propio de la afectación
cerebral difusa, con o sin atrofia cortical asociada.
Las vejigas neurógenas de estos pacientes no suelen presentar complicaciones
urológicas sobre el tracto urinario superior, dado que la función vésico-esfinteriana está coordinada y no hay orina residual postmiccional (salvo prostáticos). Tienen, pues, un buen pronóstico si se controlan con fármacos de acción anticolinérgica.
Son personas que requieren un extremado cuidado por su disfunción neurológica así como por la necesidad de terapia rehabilitadora. En el caso de los varones de edad
avanzada, y en la fase aguda, el colector sería el tratamiento ideal como solución a la incontinencia. En las mujeres, además de los anticolinérgicos, es el absorbente (en sus actuales versiones) el que por motivos obvios manda como tratamiento frente a la incontinencia. También
en el enfermo encamado, sin distinción de sexos, es de elección el absorbente, puesto que la
humedad facilita la formación de ulceraciones dérmicas.
Hemos de tener siempre en cuenta que estos pacientes, normalmente mayores
de 65 años, pueden tener un importante déficit motor, dependencia de terceras personas, labilidad afectiva, depresión y afectación de la conciencia, factores que agudizan más su incontinencia, que deberá ser siempre tratada, y al paciente y/o sus familiares informados adecuadamente.
Hoy, las personas afectas de AVC, con tratamiento rehabilitador adecuado y una correcta orientación terapéutica respecto a su incontinencia, pueden reinsertarse socialmente.
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FASCÍCULO - IV
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Aspectos psicológicos
Cuando la vida de una persona se encuentra con la experiencia de un accidente
vásculo-cerebral (AVC), se produce una situación similar a la de una ciudad que sufre un intenso terremoto: todo lo construido en ella se tambalea (incluso algunos pilares que se consideraban sólidos y consistentes), y la reconstrucción siempre se verá mediatizada por la importancia
de la catástrofe, tanto para recuperar lo reutilizable como para seguir construyendo de forma
que disminuya la probabilidad de que vuelva a ocurrir y los efectos sean minimizables.
De forma similar a la lesión medular, el AVC se presenta sin previo aviso y puede tener un grado de intensidad y afectación muy variado. No obstante, la edad probable de
su aparición es mucho más elevada, por lo que el individuo que la sufre suele encontrarse con
los problemas añadidos de la etapa de la vida que rodea la jubiliación o con la vejez. En estas
circunstancias, el AVC repercute a distintos niveles, la mayoría de vital importancia para cualquier persona. Los aspectos que se pueden destacar como más significativos son:
• A nivel orgánico: supone, en la mayoría de los casos, tener que sobrellevar un importante
déficit motor, sensorial, cognitivo y/o funcional, entre los que se destaca la probable incontinencia. Esto lleva consigo varias implicaciones:
- Tener que hacer rehabilitación sistemáticamente.
- Introducir una serie de cuidados alimentarios y cambios en el estilo de vida, que
prevengan la aparición de un nuevo AVC.
- Sufrir la merma de capacidades físicas para desenvolverse en la vida cotidiana.
- Todos los efectos que ya se han comentado en el apartado de aspectos orgánicos.
• A nivel psicológico:
- Supone entrar en una dinámica de tipo hospitalario y sanitario que ocupa una
parte importante del tiempo personal y fomenta en el individuo el sentimiento de “ser un enfermo”, y de deterioro progresivo irremediable.
- También será necesario enfrentar pérdidas que suponen la disminución de
capacidad corporal para seguir realizando las actividades cotidianas, que ante-
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Incontinencia Urinaria
riormente eran perfectamente posibles y “normales”. Las expectativas de futuro, los planes que se tenían para la vida, se derrumban dando paso a la incertidumbre y el pesimismo.
- Reaprender a cuidar de los hábitos de autonomía personal: aseo personal, vestido, comida y control de esfínteres (en la medida que sea posible). Será una
valiosa adquisición que proporcionará un mejor nivel de bienestar y dignidad
personal.
La meta será utilizar todas las habilidades que quedan disponibles para poder
hacer estas actividades de forma autónoma, dependiendo lo mínimo posible de
las personas cercanas. La autonomía total no será posible en muchos casos, con
lo que tener que asimilar la dependencia de los otros para cuestiones tan básicas siempre será un duro golpe a la autoestima personal. Conseguir recuperarla, a pesar de los problemas, será un reto más a superar dentro de los que conlleva el AVC.
- Si el AVC afecta a áreas cerebrales relacionadas con el lenguaje, memoria, organización de tareas, o razonamiento lógico-práctico, pueden aparecer problemas
serios en la comunicación (el individuo sabe qué quiere decir, pero no encuentra las palabras, y los demás no pueden entenderle), o de realización de tareas
simples (pudiendo utilizar objetos inapropiados a la actividad), generando estados de confusión, nerviosismo y tensión emocional, tanto para el afectado (que
se mantiene lúcido y consciente de que "hace o dice tonterías") como para la
familia, que se siente incapaz de responder adecuadamente a sus demandas por
no saber entender qué ayuda concreta requiere y cómo ofrecerla.
Este punto es especialmente delicado puesto que, para el paciente, resulta
igualmente penoso que le hagan cosas que él solo puede realizar sin problemas, como no recibir ayuda cuando realmente la necesita y no puede explicarse, pasando inadvertido para los demás. Se producirá así un delicado equilibrio
entre estar demasiado pendiente (lo que resulta incómodo para todos) y no llegar a darse cuenta de los múltiples “pequeños detalles” que sí necesitan una
rápida y eficaz atención.
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Incontinencia Urinaria
Enfrentar este problema es importante, puesto que los fracasos en él conllevarán un deterioro progresivo y doloroso de las relaciones familiares, así como un
incremento de la tensión emocional y del nivel de confusión del paciente, que
puede llevarle, en casos extremos, a la demencia.
Unas normas claras de comunicación, sencillas, y con las referencias suficientes
para que el sujeto pueda utilizarlas sin dificultades al pedir ayuda, tendrán un
alto valor preventivo. La atención profesional de especialistas, logopedas, terapeutas ocupacionales, psicomotricistas y psicólogos (en función de la problemática concreta individual) será de gran ayuda en estas situaciones.
- Toda esta avalancha de retos a superar, de pérdidas a asimilar y de relaciones
sociales y familiares que reformular, que aparece repentinamente en la vida del
afectado, sin una previa preparación posible, origina una intensa tensión emocional que repercutirá indudablemente tanto en el éxito del proceso de rehabilitación como en el resto de la vida. Así, será fácil observar cambios bruscos
de humor sin motivos evidentes, crisis de llanto por razones aparentemente
mínimas o desproporcionadas e inesperadas alegrías.
Las técnicas psicológicas que refuerzan el control emocional, basadas principalmente en la relajación, afrontamiento de situaciones difíciles, y el manejo
de estrés, resultarán fundamentales para superar satisfactoriamente estas dificultades.
• A nivel social: en el plano social, la aparición del AVC tiene como principales implicaciones:
- Replanteamiento laboral: ¿Se puede seguir ejerciendo la actividad laboral
anterior al AVC?. ¿Es irremediable la incapacidad laboral permanente -ILP-?.
¿Se puede plantear una jubilación anticipada, en condiciones personales y económicas favorables?. ¿Afecta el AVC a una jubilación recientemente iniciada?.
Todos estos interrogantes son el reflejo de una situación donde la propia capacidad laboral es puesta en entredicho, con lo que puede sentirse afectada la
autoestima del individuo, con una fuerte sensación de inutilidad.
Siempre será recomendable reemprender la actividad laboral de la forma más
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similar posible al estado anterior, de forma que no se viva una pérdida de
“capacidad” superior a la real.
- Replanteamiento de actividades: Las facultades residuales, junto con la presencia o no de incontinencia, mediatizarán la posibilidad de realizar determinadas
actividades sociales gratificantes, así como el “aparataje” y preparativos necesarios para realizarlas: asistir a bodas, excursiones de fin de semana, viajes, etc.
se verán limitados por estas circunstancias.
Será necesario buscar el modo de seguir disfrutando de ellas, en la medida que sea
posible, combinándolas con nuevas formas de encuentro social, en condiciones
que posibiliten la presencia, permanencia y participación del afectado.
- Relaciones familiares: El núcleo familiar sufrirá importantes cambios en su
estructura que, si no se asimilan de forma equitativa y organizada, pueden
tener serias consecuencias. Si el grado de afectación es elevado y la dependencia de terceras personas es frecuente, el problema será encontrar la forma de
combinar la necesidad de atención con la disponibilidad de tiempo de cada
miembro de la familia.
Si las exigencias socio-laborales de éstos son elevadas, y no existe la posibilidad
de adecuarlas a la nueva demanda, el futuro del afectado será irremediablemente el centro residencial para tercera edad. En este momento entran en juego todas las cuestiones y problemática derivada de un cambio de tal envergadura, que ya comentaremos en el apartado de “Enfermedad de Parkinson”, al
que remitimos.
La atención a la dinámica de las relaciones familiares será prácticamente indispensable en una mayoría de casos, para evitar o reducir al máximo las consecuencias negativas que se suelen producir, como son:
- La institucionalización del afectado, con un débil consentimiento de éste
marcado por la sentencia “no hay más remedio”, en lugar de un espíritu
de comunicación y apoyo mutuo y sincero, aun en la distancia.
- El mantenimiento en casa en situación de tensión por:
- Un abandono solapado del paciente, que siente que “nadie me hace
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caso”, “sólo soy un trasto viejo”, “yo sólo estoy para molestar”.
- La carga de la atención en una sola persona, entre los familiares cercanos: una sola hija, un solo hijo, una sola nuera..., con lo que supone
de sobrecarga personal para el "cuidador solitario", la tensión familiar entre “el que ayuda” y "los que no ayudan", y el deterioro en la
propia vida profesional y familiar (marido/hijos) de la persona a la que
tácitamente "le toca" ejercer esta asistencia.
- La atención artificial e intermitente de quienes se turnan el cuidado
como obligación, sin un auténtico deseo de ayudar y atender, de estar
con una persona con quien existe una relación significativa y valiosa,
de cariño y respeto. El lazo consanguíneo no suele ser suficiente para
garantizar esta calidad en la relación. Si ésta no existe, los problemas
surgirán, aunque muchas veces no se expresen, y la sensación de
"carga" e "insatisfacción" será general para todos.
Ante un mismo problema y una misma demanda asistencial, la calidad de las
relaciones llevará a situaciones totalmente dispares, desde la satisfacción y el
apoyo mutuo (sea cual sea la opción de atención elegida) hasta la tensión familiar, la violencia y la ruptura de relaciones. En estos momentos la intervención
psicológica será crucial para canalizar y reconducir el sistema familiar desequilibrado.
- Relaciones sociales: La tensión emocional que siente el afectado, junto con la
limitación en el nivel y tipo de actividades que sufre, producirán un fuerte
retraimiento que hará que se pierda el gusto por cultivar las amistades y la vida
social. Incluso cuando éstas van a visitar a la persona implicada, encuentran a
alguien con dificultades para comunicarse, en un estado de ánimo precario y
unas perspectivas poco optimistas. El resultado es que las visitas cada vez se distancian más.
El aislamiento social es una consecuencia que puede estar presente con facilidad si no se tiene un especial cuidado por manterner viva esta dimensión de
relación. Su importancia se subraya cuando tenemos en cuenta que el progre-
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Incontinencia Urinaria
sivo aislamiento y la soledad generan importantes problemas de pensamiento
y personalidad, que terminarán en la demencia y el aumento del deterioro psíquico, además de llevar al fracaso total en las mínimas y necesarias relaciones
que se mantengan con las personas que están al cuidado del paciente.
Mantener la intimidad y los tiempos de actividades personales en solitario es
incluso saludable. Pero extremar esta situación hasta el aislamiento es, indudablemente, problemático.
En los casos en que la incontinencia se incluye dentro del cuadro subsiguiente
al AVC, toda la problemática comentada se acentúa de forma considerable, de forma que su
presencia siempre significará la necesidad de extremar las medidas de higiene física y mental,
indispensables para afrontar eficazmente la situación.
Después de esta perspectiva de las consecuencias del AVC, no debemos extrañarnos de que la frecuencia de problemas de depresión y ansiedad, con síntomas de tipo neurótico y emocional, sea alta en las personas que se ven aquejadas por este problema. No en balde recomponer toda una vida, cuando “las piezas" que quedan utilizables no son todas las que
uno mismo desearía, y el futuro resulta incierto, junto con la problemática propia de la etapa
de la vida en que se encuentra, supone una ingente tarea, que resulta desproporcionada con
las fuerzas de una sola persona y en estas circunstancias.
El apoyo que reciba tanto del entorno familiar y social como de los profesionales relacionados con el tema determinará la posibilidad de conseguir una existencia futura digna y satisfactoria, tanto para el afectado como para quienes le rodean.
ENFERMEDAD DE PARKINSON
Aspectos orgánicos
La enfermedad de Parkinson presenta una prevalencia del 1 por mil en la
población general, que aumenta al 5 por mil en las personas mayores de 60 años. Se trata de
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FASCÍCULO - IV
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una enfermedad neurológica de origen incierto, descrita por James Parkinson en 1917.
Bioquímicamente se caracteriza por un déficit de dopamina en áreas del cerebro, susbstancia
básica en el funcionamiento del sistema nervioso. La enfermedad de Parkinson cursa con temblor, rigidez, lentitud y torpeza de movimientos. Este último síntoma es el más invalidante.
Todo esto se acompaña de una sintomatología miccional clara en el 80 % de
los pacientes. El patrón de vejiga neurógena que solemos encontrar es el de una vejiga
hiperactiva consecuente a la afectación de los ganglios de la base en el cerebro, los cueles
regulan la excitabilidad del detrusor. Como consecuencia, la urgencia e incontinencia son los
signos principales en la clínica miccional del parkinsonismo, por contracciones involuntarias del
detrusor. Los ganglios de la base pierden su función reguladora de la vejiga, la cual se contraerá de forma refleja, al igual que ocurre con los niños.
Junto a la clínica dominante de síntomas irritativos es muy frecuente que estén
asociados síntomas de obstrucción que deberemos tener en cuenta en los varones con hipertrofia benigna de próstata, coincidente en edad de presentación con la enfermedad de
Parkinson, y que va a mediatizar las pautas terapéuticas.
Es fácil comprender que para los enfermos de Parkinson con temblor, rigidez y
bradicenesia, la clínica de disfunción miccional que se sobreañade no hace más que incidir
negativamente en la ya mala calidad de vida del enfermo, la cual, junto con la ansiedad que
el hecho de no poder orinar en el lugar adecuado genere, hace que además de sufrir las molestias de la frecuencia, incontinencia y urgencia urinaria, no puedan conciliar el sueño por la
noche, por miedo a la incontinencia y dependencia de la familia.
Aspectos psicológicos
Tal como ya se ha dicho, un 80 % de los afectados por esta enfermedad sufren
alteraciones en el control de la micción. Esta disfunción vendrá a generar en el paciente altos
niveles de ansiedad al tener que enfrentar una nueva situación ante la que se siente indefenso y tiene una fuerte carga de rechazo social. Con frecuencia aparecerá también el insomnio,
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FASCÍCULO - IV
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Incontinencia Urinaria
producido tanto por el incremento del nerviosismo como por un continuo e imperioso deseo
miccional.
La incontinencia suele estar además, en la tercera edad especialmente, asociada a la marginación del núcleo familiar. Cuando un anciano empieza a presentar síntomas de
incontinencia, su familia (constituida generalmente en esta etapa evolutiva por los hijos, yernos, nueras, nietos y posiblemente el cónyuge), empieza a considerar que se inicia un deterioro generalizado que les va a demandar una mayor atención por su parte, lo que, en muchos
casos, supone una carga adicional a la dinámica familiar que no siempre es posible sobrellevar.
Aparece así la inexorable y dolorosa duda: ¿será mejor una residencia, donde
pueda estar atendido?. Es el principio del camino que suele llevar a la pérdida de la autonomía y a la marginación social. En esta dinámica no suele haber “culpables": la familia no tiene culpa por no poder cubrir la atención extra que requiere el anciano con Parkinson, éste
tampoco es culpable de su enfermedad. Sí es frecuente encontrar víctimas: los afectados que
se ven apartados y las familias que se sienten responsables de esta marginación.
No obstante, el problema de fondo que lleva al anciano a la residencia no suele
ser, en la mayoría de los casos, una cuestión de tiempo o de disponibilidad estrictamente. ¿Hasta
qué punto es imposible reorganizar la forma de vida familar para que podamos seguir teniendo la compañía de nuestros padres o abuelos a nuestro alrededor?. ¿Hasta qué punto es imposible minimizar los trastornos que pueda causar la incontinencia en la dinámica familiar, hasta
el punto en que todos (además del anciano) podamos vivir con ella sin molestias significativas?.
¿No es posible solventar todos estos obstáculos, cuando se trata de la incontinencia y de la falta de autonomía del niño recién nacido que se incorpora felizmente a la familia?.
Cuando no se encuentran respuestas que realmente sintamos como satisfactorias es cuando tenemos que pensar que el trastorno principal reside en el sistema de relaciones familiares, y éste será el problema que conduzca al afectado a la institución. Cerrar los ojos
a ello no supondrá ningún alivio. Todo lo contrario. El sentimiento de culpa remanente no es
más que el resguardo de algo que no queremos considerar, por atribuirle una ilegitimidad que
envuelve una realidad dolorosa: el deterioro de una relación.
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FASCÍCULO - IV
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Incontinencia Urinaria
El peligro real de esta situación estriba en no darse cuenta de que el problema
en las relaciones con nuestros mayores puede llevar a no reconocer los fallos en la comunicación con los propios hijos, hermanos, etc. Reconocer la realidad supondrá, en la mayoría de los
casos, poder empezar a solucionar el problema, empezar un nuevo acercamiento hacia el
anciano, incluso aunque lo mejor para la relación sea la permanencia de éste en el centro residencial: la tensión se aliviará, desaparecerán los sentimientos de culpa y la distancia disminuirá (independientemente del número de kilómetros de separación).
Siempre es mejor asumir cortésmente las diferencias y los problemas de convivencia que mantener una enemistad velada por comportamientos estereotipados, generadores de insatisfacción para todos. Las relaciones familiares podrán adquirir una nueva dimensión de comunicación. Cuando es posible, y los implicados se sienten dispuestos, existen toda
una serie de medidas terapéuticas que ayudan a reformular las relaciones familiares de forma
satisfactoria para todos.
Asimismo, aunque en el anciano el deterioro de las capacidades es progresivo,
un entrenamiento basado en las técnicas de la terapia ocupacional, dirigida a mantener y
fomentar los hábitos de autonomía en el individuo, puede hacer sensiblemente más llevadera
la situación, de forma que él mismo se sienta más autónomo, y la “carga” familiar se reduzca
considerablemente durante un período de tiempo más dilatado. Si además se cuida su vertiente social, estableciendo relación con otros ancianos en clubs, asociaciones, etc., se estarán
manteniendo las medidas básicas necesarias para prevenir las dos grandes psicopatologías del
anciano parkinsoniano:
• La dependencia en las actividades de la vida diaria, con la subsiguiente pérdida de autonomía y aceleración del deterioro que podrá culminar en demencia,
a la que contribuirán la lentificación en el curso del pensamiento, que propicia
estados confusionales.
• La hipótesis de la problemática relacional familiar en el parkinsoniano se apoya en la frecuencia de alusiones, dentro de la literatura especializada en el
tema, a la personalidad previa del afectado de esta enfermedad. Según distin-
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tos autores, la estructura de la personalidad pre-parkinsoniana, se caracteriza
por rasgos como:
- Sobrevaloración de la importancia de la consideración social y de las
normas morales.
- Carácter autoritario.
- Inhibición de la tensión emocional.
- Control de los niveles de agresividad.
- Búsqueda de independencia.
- Tendencia a la neurosis obsesiva (pensamientos repetitivos no deseados),
que pueden llegar a cursar con conductas de tipo compulsivo (necesidad
de lavarse las manos repetidas veces, comprobar las puertas, etc.).
- Tendencia a sufrir trastornos psicosomáticos por un excesivo deseo de
ocultar la tensión emocional que viven, lo que producirá también una
consciencia exagerada y obsesional sobre el propio cuerpo.
Se habla, por tanto, de una personalidad característica pre-parkinsoniana, que
se agudiza cuando la enfermedad empieza a ser incapacitante para el individuo.
En este contexto, las relaciones familiares tienen una alta probabilidad de
sufrir menoscabos y resolverse en claudicación y abandono, con la subsiguiente insatisfacción
para todos. Será, por tanto, importante, ante la aparición de Parkinson en el seno familiar,
estar atento a la posible presencia de las características antes citadas de personalidad, así como
al desarrollo de las relaciones, para lo que resultará conveniente un examen psicológico que
delimite y aclare la situación.
Los programas destinados a mantener y potenciar la autonomía en las actividades de la vida diaria serán necesarios desde el primer momento, con lo que podremos tener
bajo control, precozmente, los grandes temores que terminan por ensombrecer no sólo la personalidad del parkinsioniano, especialmente en la ancianidad, sino la dinámica de relaciones
de toda la familia.
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FASCÍCULO - IV
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ESCLEROSIS MÚTIPLE
Aspectos orgánicos
La esclerosis múltiple es una enfermedad del sistema nervioso central de causa
desconocida, más frecuente en países anglosajones. Consiste en una alteración de la mielina,
estuche de las vías nerviosas. Es pues, una enfermedad desmielinizante que sabemos que suele afectar a los hombres y mujeres jóvenes de mediana edad. La afectación de la mielina provoca una alteración en la conducción nerviosa consecuencia de lo cual las órdenes emitidas en
niveles cerebrales no llegan a las estaciones medulares. La zona de la médula espinal más frecuentemente afectada es la médula cervical. Un símil útil para hacer comprensible esta alteración es el de una central eléctrica en la que los hilos conductores han perdido en parte su capa
aislante, ello produciría importantes alteraciones en el tendido eléctrico y en la propia central.
El curso evolutivo de esta enfermedad es tender a aumentar y remitir con el
tiempo. Estas exacerbaciones y remisiones neurológicas clasifican a la enfermedad, de menor
a mayor gravedad, en:
- benigna
- reincidente-remitente
- reincidente-progresiva y
- progresiva.
Sabemos que el 10% de los enfermos con esclerosis múltiple van a presentar
alteraciones miccionales formando parte del cuadro inicial. El 70% desarrollan alteraciones de
la micción, pero ésta no forma parte de la clínica inicial. Esta sintomatología inicial no sólo condiciona fuertemente el pronóstico del paciente, sino que interfiere en la calidad de vida del
mismo, así como en sus relaciones personales, sociales y laborales. Imaginemos la situación tan
embarazosa que supone el tener unas repentinas ganas de orinar en un momento en que la
situación, por motivos sociales, no permita el acto de la micción. Todo ello tendrá importantes
repercusiones psicológicas.
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FASCÍCULO - IV
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Incontinencia Urinaria
Vamos a obviar la clínica neurológica y pasemos a comentar las anomalías miccionales que presentan las personas con esclerosis múltiple. La posible multiplicidad de focos de
lesión y su diversa localización, hace que la sintomatología sea confusa y aparentemente contradictoria. Ello quiere decir que no podemos hablar de unos síntomas urinarios característicos
para cada tipo de lesión, sino que en la mayoría de los casos coexisten los síntomas irritativos
con los obstructivos:
- Los síntomas irritativos se presentan durante el llenado vesical, cuando la orina que afluye desde los uréteres dispara el arco reflejo de la vejiga generando
una más o menos brusca contracción vesical, que provoca la emisión incontrolada de orina. Así, el enfermo presenta incontinencia con o sin sensación previa de ganas de orinar según el grado y localización de la lesión. Otros síntomas provocados por la hiperactividad vesical son la frecuencia, el deseo
miccional constante y las molestias supravesicales y/o uretrales. Si el paciente
tiene preservado el control voluntario del esfínter estriado de la uretra impedirá circunstancialmente la incontinencia, presentando urgencia y frecuencia
miccional.
- Durante la fase de vaciado vesical, y motivados por la arreflexia del detrusor (si
la placa asienta sobre los núcleos medulares de la micción), pueden tener una
serie de síntomas obstructivos como dificultad para iniciar la micción, disminución del calibre y fuerza del chorro, nicturia, goteo postmiccional, interrupciones del chorro y retención urinaria.
Debemos destacar que los síntomas irritativos más frecuentes suelen ser la frecuencia, urgencia e incontinencia, y los obstructivos nicturia, dificultad para iniciar la micción
y la interrupción del chorro, siendo común por las características de la enfermedad y por la presencia de disinergia, la combinación de ambos síntomas irritativos y obstructivos.
Es condición indispensable el estudio neurológico y urodinámico de estos
pacientes previo al tratamiento, puesto que el tratamiento empírico no sólo puede ser irresolutivo, sino también peligroso. En el arsenal terapéutico entrarían a formar parte el autoson-
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daje, los anticolinérgicos, alfabloqueantes, colector, absorbentes, sonda permanente, ampliación vesical y derivaciones urinarias continentes.
En la esclerosis múltiple, la incontinencia supone un importante factor desestabilizador para la persona que la sufre, ya que limita todas sus situaciones: laboral, educacional, familiar y social, más aún cuando la edad de presentación puede ser muy temprana. Tiene
especial relevancia solucionar el problema de la incontinencia y conseguir un vaciado vesical
efectivo.
Aspectos psicológicos
La esclerosis múltiple supone, una vez confirmado el diagnóstico, la entrada en
una etapa de la vida donde las expectativas y los planos del individuo se ponen entre paréntesis, a la espera de poder obtener la información necesaria para saber con qué cartas jugar
en el futuro. El período evolutivo en que suele presentarse con mayor frecuencia es relativamente temprano, por lo que suele alcanzar a personas en pleno desarrollo de su vida familiar,
social y laboral.
La alternancia de períodos de progresión y remisión de la enfermedad
pueden favorecer la incertidumbre y la ansiedad ante una problemática sobre la que no se tiene control. Además, en la medida en que resulten afectadas neurológicamente áreas cognitivas y de la personalidad, la repercusión psíquica y social será aún mayor.
En el momento de la prevención y tratamiento de los problemas psicológicos de posible aparición, pueden tender hacia trastornos de tipo ansioso y depresivo, con un
fuerte componente de tipo cognitivo (pensamientos de autodesvaloración, negativismo, negación de la realidad, etc.). Para tratar de evitarlo, debemos tener en cuenta una serie de pautas
básicas.
Tanto la claudicación ante las pérdidas producidas por la enfermedad como el
mantenimiento de expectativas de futuro irreales serán actitudes generadoras de insatisfacción,
que conseguirán finalmente acentuar la gravedad de las repercusiones somáticas del proceso
orgánico, actuando en contra de cualquier intento terapéutico o preventivo.
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Conocer adecuadamente la situación de la que se parte, y plantearse los objetivos de vida de forma realista y acorde con la posible evolución de la EM, dentro de unos márgenes de probabilidad amplios (que hagan mínimas las posibilidades de frustración de expectativas), serán medidas indispensables para conseguir vivir de forma eficaz y gratificante.
Cuando la enfermedad distorsiona las capacidades de nuestro cuerpo, potenciar las de la mente será la mejor barrera que podamos poner a su progresión.
PAUTAS BÁSICAS IMPRESCINDIBLES
• Obtener información objetiva y contrastada sobre la situación exacta de la
disfunción orgánica y su probable evolución.
• Optimizar las posibilidades terapéuticas, acordes con el diagnóstico
médico actual.
• Requerir apoyo psicológico desde el momento en que empiecen a descubrirse síntomas en este sentido, como crisis de ansiedad o ansiedad generalizada, abandono de actividades anteriormente gratificantes (y perfectamente
realizables), cambios bruscos de humor, comportamientos poco usuales, aislamiento, etc.
• Mantener un nivel de apoyo y comunicación familiar adecuado, que proporcione un clima favorable a la creación y mantenimiento de una forma de
vida satisfactoria para todos.
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LESIONADOS MEDULARES
Aspectos orgánicos
En los últimos años estamos asistiendo a un considerable aumento, en número, de accidentes de tráfico y a una disminución de la edad media de los pacientes en el
momento de producción del traumatismo, lo cual supone un notable incremento de lesionados traumáticos medulares. El lesionado medular, al igual que el mielomeningocele, suele
tener al urólogo como al médico que con mayor frecuencia consulta a lo largo de su vida; esto
es debido al riesgo a que está expuesto el tracto urinario superior que abocaría en insuficiencia renal, si no se prevee un correcto vaciado vesical.
Hoy los avances diagnósticos y terapéuticos aseguran unas perspectivas de vida
a las personas con lesión medular equiparable a la de la población general siempre que el sujeto se corresponsabilice de su propio tratamiento.
Las características de la incontinencia en el lesionado medular van a depender
fundamentalmente del tiempo de evolución de la lesión y del nivel al que afecte el daño. Es
pues importante, saber que el nivel lesional condiciona la conducta vesical y uretral, y que la
extensión del daño hará que le lesión sea completa o incompleta, dando así lugar a múltiples
posibilidades graduales de alteración en la dinámica vesicouretral (tabla 4). Así, vejiga y uretra presentarán distintas formas de funcionamiento según la lesión medular sea alta o baja y
además, dentro del mismo nivel de lesión, diferentes comportarmientos según ésta sea completa o incompleta, y transversal o Iongitudinal.
Uretra
Normal
Detrusor
Normal
Hiperactiva
Incompetente
normal
retención
incontinencia
incontinencia
y retención
incontinencia
retención
retención e
incontinencia
Hiperrefléxico incontinencia
Arrefléxico
retención
Tabla 4
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FASCÍCULO - IV
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Lesiones altas o suprasacras:
Situadas entre el tronco de encéfalo y los núcleos medulares sacros (vértebras
D7 a L1). El daño afecta a las vías nerviosas que, procedentes del tronco de encéfalo son las
responsables de coordinar la sincronización de la vejiga y la uretra (mecanismos esfinterianos)
y, por tanto, del acto de la micción. Los núcleos medulares están indemnes y el arco reflejo
sacro está conservado, lo cual supone que la vejiga se comporta de forma automática, vaciándose y llenándose sin control voluntario o córtico-cerebral si la lesión es completa. Es lo que ya
conocemos como hiperreflexia del detrusor.
Algo característico es que el centro responsable de la sincronía vésico esfinteriana (núcleo pontino) no coordina a los centros medulares de la micción, produciéndose la
disinergia vésico-esfinteriana: cuando el detrusor se contrae, le uretra no sólo no se relaja para
dejar paso a la orina, sino que se contrae simultáneamente, provocándose un peligroso
aumento de le presión intravesical. Si coexiste una hiperreflexia vesical con disinergia vesicoesfinteriana, las consecuencias pueden ser:
- Incontinencia, por la contracción vesical incontrolada.
- Orina residual, por el cierre del esfínter.
- Infección urinaria, por la presencia de residuo.
- Reflujo vésico-ureteral, por el aumento de la presión intravesical.
- Ureterohidronefrosis.
- Insuficiencia renal.
Lesión medular baja o sacra:
Se da cuando le lesión afecta a los núcleos medulares sacros (S2, S3, S4) de la
micción, por lo que el arco reflejo estará interrumpido. Si la lesión es completa, la vejiga se
comporta de forma autónoma, es decir, con arreflexia del detrusor (la vejiga no puede contraerse porque el arco reflejo responsable de su actividad está roto) e hipoactividad de los
mecanismos de cierre uretral. Con estas condiciones la vejiga se llena, sin que su pared ofrezca la más mínima resistencia, hasta que la presión intravesical vence la baja resistencia que
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ofrece el cuello vesical hipoactivo, ocurriendo el escape de orina. La incontinencia urinaria en
las lesiones medulares bajas se debe a la falta de actividad de los mecanismos de contención
uretral.
Cuando la lesión ocurre entre el núcleo simpático (metámeras D10-L1) y el
parasimpático (metámeras sacras S2-S3-S4), la inervación autónoma simpática sobre el cuello
está intacta, por lo que hay tono en el esfínter interno. Esto quiere decir que el cuello vesical
puede estar cerrado, ofreciendo resistencia al escape de la orina, estando el vaciado vesical
comprometido.
La orina residual, con las complicaciones que ésto trae consigo, es la norma. La
solución es conseguir un buen vaciado vesical por medidas alternativas como el autosondaje y
los fármacos alfa-bloqueantes. En estas lesiones bajas el peligro que se cierne sobre el tracto
urinario superior es inferior al de las lesiones altas.
RESUMIENDO
Lesiones medulares altas:
Lesiones medulares bajas:
-
-
detrusor hiperrefléxico
esfínteres hiperactivos
disinergia
ausencia de sensibilidad
incontinencia
presencia de orina residual
frecuentes complicaciones:
reflujo, ureterohidronefrosis
e insuficiencia renal
detrusor arrefléxico
esfínter externo hipoactivo
ausencia de sensibilidad
incontinencia
presencia de orina residual
complicaciones urológicas
menos frecuentes
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FASCÍCULO - IV
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Incontinencia Urinaria
La incontinencia está presente prácticamente en todas las personas que sufren
lesión medular completa, suponiéndoles su disfunción miccional el principal daño que sufren
sobre todas las demás situaciones. Una persona obligada a desplazarse en silla de ruedas podrá
tener acceso a puestos de trabajo adecuados, a la escolarización y a integrarse sociaImente, sin
embargo, la incontinencia de esfínteres, si no se soluciona, relegará al individuo al aislamiento.
Hemos de tener en cuenta que la gravedad de los síntomas va a tener relación
directa con la extensión del daño, pudiendo ser éste completo e incompleto; ello va a determinar un amplio abanico de posibilidades que oscilará entre una mínima alteración apenas
perceptible hasta una disfunción completa. Pero además, el tipo de disfunción vésico-esfinteriana depende no sólo del nivel y la extensión del daño neurológico, sino también de la causa de la lesión y el momento evolutivo de la misma.
Otro dato que no debemos olvidar es que las personas con daño neurológico
pueden tener, y de hecho tienen, en gran número de casos, la sensibilidad comprometida. Ésta
es causa, a su vez, de ausencia de dolor. La ausencia de dolor priva el sujeto de su principal
mecanismo de defensa y le deja ajeno a los daños que en su organismo pueden producirse.
Mención diferenciada hacemos de las disfunciones vésico-esfinterianas con disinergia y de aquellas que cursan con arreflexia del detrusor y uretra activa, que no se relaja en
los intentos de vaciado; en ambos casos se generan altas presiones vesicales y orina residual,
que traen consigo peligrosas consecuencias si no se tiene en cuenta que:
- La orina residual es una constante en casi todos los incontinentes neurológicos,
siendo causa, por ser un excelente medio de cultivo, de infecciones urinarias.
- Las altas presiones intravesicales, para conseguir el vaciado por uretra disinérgica, generan en principio una hipertrofia del detrusor y atrapamiento ureteral; también son causa de reflujo vésico-ureteral. EI atrapamiento ureteral
impedirá el vaciado ureteral y, por tanto, incrementará las presiones en las vías
urinarias altas causando a la larga ureterohidronetrosis.
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Incontinencia Urinaria
- Retención, infección, reflujo y ureterohidronefrosis causarán, si no se tratan
debidamente, daños renales sucesivos, que abocan a insuficiencia renal.
Por tanto, nunca se debe ver la incontinencia como un síntoma o una condición
sin más, sino que requiere una atención muy especial. Hay que saber que tras la incontinencia
el paciente desarrollará, sin lugar a dudas, una serie de complicaciones que pueden ser muy
graves.
CONCEPTOS A DESTACAR
• El nivel de lesión medular va a determinar la conducta de la vejiga y
la uretra.
• La extensión del daño hará que la lesión sea completa o incompleta,
dándose así múltiples posibilidades graduales de alteración en la dinámica
vejiga-uretra.
• La sensibilidad afectada en las lesiones completas y en muchas de las
incompletas, priva al paciente de uno de los mecanismos de defensa más
importantes: el DOLOR, sin el cual, el sujeto no es consciente de los daños que
sobre los órganos del aparato urinario se están produciendo.
Aspectos psicológicos
En el lesionado medular interviene, a la hora de determinar la posibilidad y
grado de afectación psicológica, tanto el nivel y tipo de la lesión (completa o incompleta)
como la personalidad previa del interesado.
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Esto quiere decir que personas con una equilibrada personalidad que les permita desarrollar mecanismos adaptativos y eficaces, para afrontar situaciones difíciles con un
mínimo desgaste emocional y social, estarán mejor capacitadas para hacer frente a la demanda masiva y el estrés que conlleva una lesión medular, que aquellas que presentan un
desequilibrio psíquico previo. Una adecuada "higiene mental" es, pues, de vital importancia
para toda persona, que puede encontrar a lo largo de la vida situaciones que necesitarán de
toda su capacidad de adaptación para ser superadas de la forma menos traumática posible. A
su vez, el grado y extensión del daño físico determinará el nivel de dificultad que vaya a encontrar el afectado para volver a normalizar su vida cotidiana.
En la lesión medular, la participación de la dimensión psicológica del individuo
es incuestionable, especialmente si tenemos en cuenta:
- El carácter irreparable del daño, que supondrá una valiosa pérdida que deberá ser incorporada en la psique del afectado a través de un necesario proceso
de duelo. Este duelo será fructífero en la medida que proporcione la base necesaria para reconstruir la propia vida de una forma nueva y satisfactoria, contando con las posibilidades y capacidades actuales.
Supone, pues, un período donde se vive y manifiesta el dolor por la pérdida, se
expresa y se asimila, hasta que la "herida psíquica" cicatriza y la vida sigue su
curso.
- La aparición del daño de una forma súbita y traumática. Nadie tiene previsto
ni está preparado para sufrir una lesión medular. Esta aparece en cualquier
momento de la vida, por "adecuado" o "inadecuado" que éste sea, para incorporar un trauma de tal magnitud.
Nadie tiene por qué estar “capacitado” para asimilarlo “fácilmente”. Aunque
esto pueda parecer obvio, muchas veces la sociedad demanda implícitamente al afectado ser
capaz de superar apropiadamente el daño sufrido, suscitando indirectamente en el individuo
sentimientos de culpa cuando siente que “no lo está llevando bien” o "no está a la altura".
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La necesidad de autosuperación es indispensable, así como la lucha por la autonomía y la normalización de la vida cotidiana, pero es absurdo y dañino negar el derecho al
dolor por la pérdida, a los momentos de cansancio y desgaste por la ingente tarea a realizar,
y al reconocimiento y consciencia de las limitaciones existentes. Tan patogénica puede ser una
excesiva exigencia (tanto propia como por parte de los demás) como una estéril "compasión".
La tarea de la rehabilitación, pues, no es responsabilidad sólo del lesionado
medular. Todos, con nuestro comportamiento y nuestra actitud, estamos implicados en esta
labor que deberá tener siempre como objetivo conseguir el máximo de autonomía personal y
social dentro de un sistema de vida integrador (con el resto de la sociedad) y satisfactorio.
No es de extrañar que la dura tarea de reorganizar toda una vida, contando
con unas nuevas e inesperadas dificultades en las funciones motoras, sexuales y esfinterianas
(fundamentalmente), produzca frecuentemente en los afectos un cuadro clínico típico, que se
caracteriza por la adopción de actitudes extremas ante los problemas:
- O se niegan, produciendo situaciones de euforia, donde el afectado siente que
es capaz de afrontar con éxito todas las demandas de su ambiente, iniciando
empresas de desproporcionada magnitud. El estado de ánimo es exacerbadamente optimista y se mantiene en una actitud de omnipotencia: "yo puedo con
todo", "no pasa nada".
- O se produce un derrumbamiento total, donde el individuo siente que no es
capaz de hacer ni siquiera lo que le resulta perfectamente posible. El sentimiento de melancolía y tristeza es casi permanente y se expresan ideas de inferioridad y autodesprecio.
- También puede darse el caso de procesos en los que una misma persona sufra
episodios alternados de cada uno de estos estados de ánimo, variando según el
caso el tiempo de duración de cada ciclo. Así, un mismo individuo puede presentarse eufórico durante una semana, un día o uno o varios meses, para pasar
a manifestar la situación contraria durante un período equivalente, y así suce-
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sivamente. Clínicamente se conoce como neurosis maniaco-depresiva o depresión bipolar.
En todos estos casos recurrir a la ayuda profesional resultará imprescindible y
de gran valor para proporcionar al afectado "las herramientas", las técnicas y el soporte psicológico adecuado para volver a equilibrar la situación. La familia y/o personas cercanas al
lesionado medular no deberían permanecer como espectadores del proceso, ellos también forman parte da la vida cotidiana, ellos también han de readaptar sus vidas a las nuevas circunstancias, por lo que su participación en el proceso terapéutico no sólo servirá de ayuda al afectado, sino que resultará muy positivo para ellos mismos.
Cuando la lesión medular se produce, el mecanismo psicológico que regula el
equilibrio de la personalidad y de las emociones se ve desbordado por la magnitud del trauma sufrido. Si la personalidad previa del sujeto ya presentaba problemas o tensiones latentes,
se producirá fácilmente un retroceso hacia una mayor dependencia afectiva y un deterioro en
la capacidad de razonamiento y valoración de la realidad. En esta etapa es de vital importancia que el paciente pueda disponer del apoyo emocional y racional de las personas que le rodean. Si éste no se da, o es inadecuado, la probabilidad de sufrir trastornos irreversibles en la personalidad, que afecten a su competencia futura, es muy elevada. Es el momento de dar
seguridad, sensación de "control", información veraz y gradual, y especialmente “estar ahí”, sin
invadir ni abrumar. Si los trastornos psicológicos se acentúan, será necesario demandar atención
psicológica profesional.
Una vez que el shock inicial ha sido superado, será el momento de emprender
programas específicos de rehabilitación que permitan al afectado conocer, valorar y potenciar
al máximo las capacidades de que dispone, de forma que consiga volver a llevar una vida cotidiana autónoma y satisfactoria.
El proceso de la readaptación social se iniciará en el momento en que se vuelve al hogar. La tarea ahora será, por una parte, constatar la magnitud de la pérdida sufrida
dentro de un ambiente anteriormente favorable y "propio”, y lleno de obstáculos y dificultades en estos momentos (lo que requiere seguir elaborando el proceso de duelo). Por otro lado,
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se impone la necesidad de plantearse la vida futura: si la vivienda sigue siendo cómoda o resulta impracticable, las nuevas condiciones de convivencia familiar, la vuelta a la vida social, las
repercusiones en la actividad laboral, etc.
Estas etapas son ineludibles y sólo se resolverán de dos formas: satisfactoria o
insatisfactoriamente para el afectado y quienes le rodean (sin que el grado de satisfacción tenga por qué ser igual para todos).
En todo este proceso, la pérdida de la continencia urinaria no sólo se sitúa
como una más da las disfunciones sufridas (entre la motriz, la sensiava y la sexual), sino que se
percibe como la que más molestias y trabas sociales produce. En este sentido, la mayor parte
de afectados lo manifiestan así cuando se les pregunta. Las connotaciones antisociales que lleva consigo no controlar la orina hace que el temor a los "escapes” inesperados inhiba muchas
iniciativas hacia actividades gratificantes y satisfactorias para el individuo.
El adecuado manejo de los dispositivos y técnicas de control de que se dispone
en la actualidad será muy útil para superar estas situaciones. Y en los “imprevistos” y las
“malas pasadas que nos juega la vida", que ponen en evidencia la disfunción, una adecuada
dosis de buen humor, ingenio y comunicación positiva (entrenable mediante técnicas de habilidades sociales), pueden convertir un acontecimiento posible generador de retraimiento y vergüenza, en motivo de divertidos chascarrillos o interesante complicidad. No es que la situación
sea trivial o digna de bromas, pero los obstáculos están hechos para ser superados.
Magnificarlos, hacerlos mayores y más serios de lo que ya de por sí son, no los hace más sencillos de solucionar.
La búsqueda de información y la constancia y entereza para avanzar cada día
un (“insignificante" y a veces imperceptible) poco más, suele producir invariablemente mejores resultados.
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MIELOMENINGOCELE
Aspectos orgánicos
El mielomeningocele es una enfermedad congénita que afecta al tubo neural,
caracterizada por una falta de fusión de los cuerpos vertebrales y por la protusión a través del
escote óseo de la médula, la cual, además, presentará una clara alteración celular que conocemos como displasia.
Esta médula por ser displásica tiene sus funciones alteradas. La clínica depende
del nivel y extensión de la displasia. A efectos clínicos, el mielomeningocele se comporta como
el lesionado medular, aunque existen diferencias sustanciales a otros niveles; así, por ejemplo,
la displasia medular al ser de localización más imprecisa, suele tener una clínica menos definida y no podemos clasificar de forma tan rotunda en lesiones traumáticas altas y bajas. Como
la displasia medular aparece desde el nacimiento, el crecimiento va a estar frecuentemente
condicionado por la displasia.
Al igual que en la ceguera congénita, en la que el invidente no es consciente
de la realidad visual, el lesionado medular por displasia (mielomeningocele) no conoce las funciones miccionales y genitales al no tener referencia previa de normalidad, hecho que sí está
presente en otros tipos de lesionados medulares.
Las personas afectas de mielomeningocele en España superan el número de
seis mil, siendo el porcentaje de varones (52,9%), discretamente superior al de mujeres. Los
avances en el tratamiento han permitido que el pronóstico de vida haya mejorado considerablemente en los últimos años; ello explica que sólo el 1% tiene más de treinta años, mientras
que los menores de quince años agrupan al 74%. Estos porcentajes se modilicarán en el futuro gracias a la eficacia de las nuevas técnicas y criterios terapéuticos.
El mielomeningocele conlleva siempre implicada la alteración funcional del
tracto urinario inferior, presentando con frecuencia complicaciones que afectan a la función
renal. Las alteraciones da la dinámica miccional se traducen en dos signos, la retención urina-
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ria y la incontinencia, ambos suelen estar presentes. La retención es consecuencia de un mal
vaciado vesical por falta de eficacia de la vejiga y/o por mala relajación de la uretra, y será la
principal responsable de las complicaciones orgánicas severas. La incontinencia resulta del fallo
del cierre uretral durante el llenado vesical y/o la anormal actividad de la vejiga que se contrae con frecuencia mayor a la habitual. Supone en este grupo un problema social grave, más
al tratarse de una población joven que verá limitada su integración y dañada su propia imagen corporal. Ello tiene una clara incidencia sobre los niveles de autoestima y estructuración
de la personalidad.
El 14% consigue evitar la incontinencia, el 55% utiliza absorbentes, el 19% sigue
pauta de autosondaje, el 9% lleva colector, el 5% sonda permanente y el 6% es portador de derivación urinaria. Si a los porcentajes anteriores añadimos que el 66% presentan complicaciones de
su aparato urinario (33% reflujo, 10% insuficiencia renal, 9% ureterohidronefrosis, 5% piedras),
es fácil comprender la importancia en evitar el deterioro renal.
Es necesario hacer un trabajo de reajuste, que tenga como principal objetivo la
normalización de la vida de las personas afectadas de mielomeningocele, que contemple todos
sus aspectos ciudadanos y no sólo en su aspecto clínico, sino en su conceptualización como
demandante de servicios asistenciales en las vertientes que lo individualizan: educación, cultura, trabajo y asistencia sanitaria, logrando con ello la plena integración social. La solución de
las alteraciones del aparato urinario y sus consecuencias aportará al paciente no sólo un mejor
pronóstico y calidad de vida desde el punto de vista orgánico, sino también una mejor integración social, escolar, laboral, familiar y social.
La mejora en la calidad de los absorbentes y dispositivos, la implantación del
autosondaje, los avances de la farmacología, la aparición del esfínter artificial y el desarrollo
de nuevas técnicas quirúrgicas ofrecen hoy resultados insospechados hace sólo una década. Es
de esperar que en el futuro aparezcan más y mejores soluciones que permitan incrementar la
calidad de vida de estas personas, sin embargo, es importante saber que aunque el defecto
congénito es el mismo para todos los pacientes, el grado de afectación es diferente y también
lo es el nivel donde asienta, por lo que cada persona debe ser valorada individualmente porque las posibilidades resultantes a la lesión neurológica son múltiples, y ello obliga a tener en
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cuenta unos principios generales y urológicos básicos con el fin de indicar el tratamiento adecuado.
Con los tratamientos modernos, médicos y quirúrgicos, el niño afecto de mielomeningocele puede ser rehabilitado para integrarse a una vida familiar, social y escolar casi
normal siempre que se encuentre con el apoyo de personal médico y de enfermería para educar, supervisar y efectuar los tratamientos indicados. En esta posibilidad de integración de las
personas afectas de mielomeningocele se hace fundamental que éstas sean sujetos activos y
responsables de su propio tratamiento, responsabilidad que han de saber transmitir los padres al niño tan pronto como sea posible, logrando con ello la ruptura de dependencia y facilitándole así la maduración de su personalidad.
El tipo de alteración de la dinámica miccional con que nos vamos a encontrar
en el mielomeningocele va a depender fundamentalmente de su localización, además de su
grado, extensión y momento evolutivo.
• Lesiones altas (suprasacras): Van a afectar a la médula cervical y torácica.
Como ya se ha visto para las lesiones medulares, se produce hiperreflexia del detrusor y disinergia vésico-esfinteriana, con el riesgo que ello conlleva para el tracto urinario superior.
• Lesiones bajas (sacras): Asientan sobre los núcleos medulares de la micción, a
nivel lumbo-sacro. El detrusor es arrefléxico y la uretra hipoactiva, aunque puede conservar su
función en las lesiones medulares bajas sin afectación del núcleo simpático. El daño potencial
sobre el tracto urinario superior es menor que en las lesiones altas.
Aspectos psicológicos
Al abordar la problemática psicológica relacionada con el niño afecto de mieloneningocele hemos de tener en cuenta dos factores determinantes:
- El grado de afectación de la lesión medular entre los pacientes será muy diferente, por lo que la valoración individualizada se hará imprescindible antes de
emprender cualquier iniciativa terapéutica y/o rehabilitadora.
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- Centrándonos más en el ámbito de le incontinencia, el niño carece de referencias de continencia previa, lo que incidirá decisivamente tanto en un posible
entrenamiento en el control de esfínteres como en su actitud hacía la disfunción: no es algo que ha perdido, sino que se relaciona directamente con su vida
cotidiana, desde el nacimiento.
El objetivo básico de toda intervención profesional en este colectivo se orientará a la consecución de una vida normalizada en todos los ámbitos (laboral, familiar, social),
potenciando el desarrollo de todas las capacidades con las que cuenta (en muchos casos, más
de las que se suponen).
Para ello, será necesaria una educación que les sitúe como sujetos activos y responsables de su tratamiento. En este cometido, el papel de los padres será decisorio para que
la ruptura de la dependencia se lleve a cabo y se facilite la maduración. Le sobreprotección
supondrá siempre un grave obstáculo que redundará en perjuicio grave para el niño.
En este contexto, la incontinencia vendrá a suponer una importante limitación
de la integración, que el niño llegará e percibir como motivo de rechazo social, generándose
así un deterioro de la propia autoestima (generando sentimientos de inferioridad respecto de
los demás e incluso culpabilidad por ser "diferente"), lo que podrá repercutir seriamente sobre
su estructura de personalidad, como veremos más adelante.
Así pues, los profesionales de este área han podido identificar determinados
factores de riesgo psicológico, que suelen formar parte de la dinámica de la vida de estos
niños, y suponen un incremento en la posibilidad de sufrir trastornos emocionales:
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FACTORES DE RIESGO PSICOLÓGICO
• El pesar y la angustia de los padres: sobre todo en los primeros momentos después del nacimiento. Estos sentimientos se transmiten con facilidad a
un niño recién nacido, a pesar de la extendida creencia de que “no se dan
cuenta”.
• Actitudes sobreprotectoras en el entorno inmediato: un excesivo deseo
de ayuda, de mostrar cariño, de facilitar las cosas, refleja un sentimiento de
inseguridad y angustia ante el problema, de culpabilidad, de querer ser “infalible” como padre o de desespero; todo ello anula la propia personalidad del
niño, así como cualquier posible iniciativa hacia la autonomía. El resultado
será seguramente, unas relaciones familiares de dependencia mutua, generadoras de grandes problemas psicológicos en todos los miembros del sistema familiar.
• Sometimiento a un gran número de técnicas agresivas: la carga desagradable y aversiva de muchas operaciones, análisis y pruebas, no desaparece en el aire cuando finaliza cada una de ellas, sino que suponen una acumulación de daño físico y psíquico generador de angustia y ansiedad, con
importantes repercusiones negativas, si no se enfrentan y asimilan adecuadamente.
• Falta de información sobre su minusvalía: no saber ciertamente en qué
consiste la afección y qué ocurrirá en el futuro, a corto, medio y largo plazo,
acrecienta la inseguridad y el temor al dolor, del que se desconoce cuándo y
cómo aparecerá.
• Poca relación social con sus iguales: muchas veces las relaciones con los
otros niños que se encuentren en condiciones similares es difícil por falta de
conexión con asociaciones de afectados o problemas de transporte, lo que
produce un aislamiento donde se vive intensamente la idea de “yo soy el único que tiene el problema”.
• Actitudes negativas por parte de los compañeros: los niños del entorno
habitual no suelen “aceptar” las diferentes condiciones físicas, produciéndose
situaciones claras de rechazo y marginación con relativa frecuencia.
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Incontinencia Urinaria
A partir de esta serie de situaciones se ha podido detectar la tendencia a sufrir
depresiones en muchos de estos niños. Estas depresiones se caracterizan por comportamientos
de tipo agresivo en un principio, que evolucionan hacia un rechazo de actividades sociales,
expresando deseos de soledad. El estado de infelicidad es evidente y no muestra interés hacia
actividades que antes eran gratificantes. La opinión de sí mismos suele ser negativa y aparece
una poderosa sensación de desesperanza, sentimiento de marginación e injusticia. En estos
momentos será necesario el apoyo terapéutico profesional, asociado invariablemente a un
ambiente de seguridad familiar.
De vital importancia será también que los padres afronten con entereza y estabilidad emocional las situaciones difíciles de forma que puedan servir como referencia de seguridad y control para el niño. Este cometido no es en absoluto fácil para los padres, a los que
ya, de por sí, les resulta difícil salvar los múltiples obstáculos que la problemática genere desde el primer momento. Un adecuado apoyo, entrenamiento e información en técnicas psicológicas que les puedan servir de ayuda será de vital importancia para preservar en ellos un
óptimo nivel de salud mental, poder atender eficazmente las necesidades de su hijo y mantener un clima familiar acogedor y enriquecedor para todos sus miembros. En este sentido, la
terapia sistemática familiar puede suponer una valiosa ayuda, en cuanto que actúa directamente sobre el correcto funcionamiento en las relaciones dentro del grupo.
Después de lo que hemos comentado, pensar que el mielomeningocele sólo
afecta al niño no es más que un lamentable error de negativas consecuencias para todos. El
dolor y el daño psíquico de la alteración afectarán a todo el núcleo familiar. Del adecuado funcionamiento de éste, como sistema de personas que conviven y se ayudan mutuamente,
dependerá tanto el éxito de cualquier iniciativa rehabilitadora que se emprenda, como la futura salud mental y estabilidad emocional de cada uno de sus miembros.
Como medidas preventivas, en cuanto a la actitud más conveniente a adoptar
por parte de los padres hacia el niño, será más importante:
- Hablar con el niño: evitar que se encierre en sí mismo.
- Explicarle qué le pasa, cuándo deberán intervenirle, cómo y por qué,
dándole información clara y gradual.
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- Ser modelo y fuente de seguridad en las situaciones difíciles.
- Permitirle expresar el malestar y el dolor.
- Hacerle sentir seguro y querido, expresando los padres su satisfacción hacia él.
- Fomentar al máximo su autonomía e independencia, alternando cuidadosamente la ayuda necesaria con la disciplina, consistencia (dar siempre criterios
fijos), y suficiente flexibilidad (que no es “manga ancha”).
Finalmente, como principales áreas rehabilitadoras, destacan las siguientes:
• Área motora:
- Rehabilitadora: orientada a mejorar la movilidad.
- Estimuladora: potenciando el movimiento y la autonomía mediante
juegos y actividades.
• Área manipulativa: se favorece que el niño manipule objetos, explorando sus
distintas posibilidades (ruido, color, forma, etc.).
• Área cognitiva: la incorporación de conocimientos y la interpretación del mundo, la formación de ideas y conceptos se produce a través de la comunicación
fundamentalmente. En el desarrollo del lenguaje, las actividades relacionadas
con la alimentación y la respiración serán de gran importancia.
• Área social:
- Autonomía en las actividades de la vida diaria:
comida
aseo personal
vestido
control de esfínteres (pautas básicas de control, según las
condiciones y posibilidades)
- Relación familiar y con otros niños
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Cada uno de estos aspectos requiere la creación de programas de actuación,
donde se especifiquen los objetivos a cubrir, en función de las características y necesidades de
cada niño. Para llevar a cabo estos programas es importante el asesoramiento y supervisión de
un equipo de profesionales especializados, con el que se puede contactar a través de las
correspondientes asociaciones de afectados. En ocasiones es posible que el medio escolar también disponga de profesionales capacitados y dispuestos a colaborar, por lo que siempre es
aconsejable plantear el problema y solicitar esta atención.
Como criterios a seguir a la hora de plantearse objetivos a cubrir, sería importante tener en cuenta:
- Valorar de forma realista el estado actual del niño (sin entrar en lo que parezca o no posible o alcanzable).
- Plantearse qué metas serían deseables de alcanzar en cada una de las áreas.
- Descomponer en pequeños pasos los objetivos planteados, desde la tarea más
fácil hasta la más difícil. Cuanto más pequeños sean los pasos, mayores garantías de éxito tendremos.
- Establecer los métodos a utilizar para que el niño adquiera cada una de las
habilidades propuestas, cuándo se va a trabajar con él, cómo darle instrucciones, etc.
- Ser consistente y constante.
- Premiar siempre los éxitos y los avances, valorar el esfuerzo del niño y no detener le atención en los fracasos más que el tiempo necesario para encontrar la
forma de superarlos o evitarlos.
- No proponerse metas demasiado elevadas, ni muchos objetivos a conseguir
simultáneamente: no es una carrera contra reloj, es la tarea que, poco a poco,
horada la piedra.
El mielomeningocele supone un reto difícil y complejo de superar en muchos
casos, para obtener una vida normalizada y gratificante para toda la familia. Sin embargo,
cuando se le afronta con entereza, las técnicas y el asesoramiento adecuado, y dosis infinitas
de constancia y (por qué no) sentido del humor (que disuelve tensiones casi milagrosamente),
los resultados son satisfactorios también para todos.
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DIABETES MELLITUS
Aspectos orgánicos
Según Frimodt, el 43-87% de los diebéticos insulinodependientes y el 25% de
los diabéticos controlados con antidiabéticos orales presentan algún signo de vejiga neurógena de causa diabética. El grado de afección neurógena vesical, como es lógico, es directamente proporcional al tiempo de evolución de la diabetes. Debemos conocer que el 83% de los
diabéticos con neuropatía periférica conocida presentan clínica de vejiga neurógena. La causa
es que en este colectivo la vejiga neurógena es una clínica más dentro del cuadro general de
la neuropatía periférica que la hiperglucemia produce.
La base clínica de la disfunción vesical diabética es el comienzo insidioso y la progresión hacia una vejiga arrefléxica con retención de orina; aunque en muchas ocasiones el cuadro inicial es de hiperactividad del detrusor. El intervalo entre micciones se va alargando cada vez
más, hasta el punto de tener únicamente una o dos micciones diarias, en las cuales el paciente
necesita hacer prensa abdominal para iniciar la micción, el chorro es característicamente débil,
gotea después de orinar y especialmente nota sensación de vaciado incompleto de su vejiga.
Todo ello es sugestivo de una arreflexia vesical. La principal complicación es la infección urinaria
no sólo de vías bajas, sino también del tracto urinario superior.
La afectación en el diabético es del nervio periférico. Se comporta clínica y urodinámicamente como la afectación neurógena de los centros medulares de la micción. El tratamiento de estas vejigas lo podemos sistematizar en:
- Educación del diabético a vaciar su vejiga cada tres o cuatro horas, ayudándose
de la presión sobre el bajo vientre o con autocateterismo intermitente. En casos
severos de distensión vesical está indicada la colocación de un catéter vesical de
forma permanente, para controles posteriores de la recuperación del detrusor.
- Los alfa-bloqueantes pueden ser muy útiles.
- Antibioticoterepia adecuada para tratamiento de eventuales infecciones urinarias.
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Es importante saber que no es rara la afectación del tracto corticoespinal que
regula los centros medulares de la micción. En este caso el comportamiento clínico y urodinámico sería el de una vejiga hiperrefléxica, comportamiento que también es frecuente en las fases
iniciales de la neuropatía periférica. La incontinencia está presente en estos pacientes cuando se
da hiperactividad del detrusor, siendo también frecuente cuando a la diabetes se asocian otras
alteraciones como la senectud, pérdida de tono en los músculos del suelo pélvico, etc.
Aspectos psicológicos
Las características primordiales de los individuos incontinentes afectados de
diabetes son:
- Han pasado por un prolongado proceso da deterioro orgánico, durante el que
han tenido que enfrentar la pérdida o la disfunción de diversas capacidades
somáticas.
- Son perfectamente conscientes de que este deterioro es gradual y continuará.
- Suelen encontrarse en una etapa avanzada de la vida, cercana a la vejez o ya
en ella.
En esta situación, el terreno para sufrir trastornos de tipo depresivo está preparado y abonado:
- El hecho mismo de sufrir una enfermedad crónica progresiva supone un importante factor de riesgo de depresión.
- La etapa de la vida correspondiente a la senectud lleva consigo un importante
nivel de fragilidad psíquica, que suele acompañarse por distintos problemas
orgánicos y sociales.
- El individuo se encuentra indefenso y con escaso control respecto del avance y
de las consecuencias de su enfermedad. El nivel de esfuerzos y sacrificios realizados para controlar su progresión no suele ser proporcional con las ventajas y
resultados obtenidos.
- Las perspectivas de futuro no se presentan de forma optimista generalmente,
percibiéndose como incierto y amenazador.
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La depresión, por tanto, junto con una fuerte ansiedad, serán los resultados
psicológicos más frecuentes de este proceso.
Si a la incontinencia le unimos le presencia de trastornos motores y/o sensoriales
relevantes, la pérdida de autonomía personal puede ser considerable, con las consecuencias a
nivel personal y familiar que ya hemos comentado para la Enfermedad de Parkinson y los accidentes vásculo-cerebrales.
Será de vital importancia tener en cuenta y llevar a la práctica una serie de
medidas de tipo profiláctico, que ayudarán a controlar el daño psíquico que pueda producir
la enfermedad, tanto en la persona afectada como en quienes le rodean:
• Controlar el nivel de ansiedad y tensión emocional. Para ello, además de las
imprescindibles técnicas de relajación, será necesario iniciar el entrenamiento
en técnicas de manejo de situaciones estresantes. Con ello, el nivel de angustia
podrá ser controlable, hasta el punto en que no suponga una sobrecarga a las
consecuencias mismas del proceso orgánico o incluso pueda potenciar éstas.
• Potenciar el grado de autonomía en los hábitos de la vida diaria: aseo personal, comida, vestido y control de esfínteres. Cada una de estas áreas deberá
controlarse en proporción al grado de afectación, siempre por delante del posible deterioro posterior. De este forma, no sólo podrá estarse preparado cuando surjan nuevas dificultades, sino que incluso éstas pueden llegar a limitarse.
• Cuidar el nivel y calidad de las actividades y contactos sociales que se realizan.
Un adecuado nivel de actividades gratificantes, y relaciones sociales enriquecedoras, favorecerán el mantenimiento de un ambiente estimulante que dé significación a la vida del individuo, subraye su autoestima ante el éxito en las distintas tareas que pueda emprender y focalice su atención en los aspectos
positivos de la vida. En este clima se dispondrá además de mayor número de
recursos, en cuanto a actividades variadas y relaciones, que podrán ayudar a
paliar y sustituir las pérdidas que puedan ir produciéndose.
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• Cuidar la calidad y equilibrio en el sistema de relaciones familiares. Si el sistema de comunicación familiar es adecuado, y las relaciones adquieren el suficiente grado de calidad, la dependencia afectiva patológica será mínima y la posibilidad de rupturas o tensiones se reducirá de forma importante. Una atmósfera de
apoyo y adecuado intercambio familiar será siempre determinante para que se
generen o no problemas de tipo afectivo importantes.
• Mantener una adecuada “higiene cognitiva”. Este punto hace referencia a la
importancia de controlar pensamientos de tipo destructivo, obsesivos, de desesperanza, y/o generalizadores, del tipo: "nada vale la pena", "por más esfuerzos que hago, cada vez estoy peor", "creo que no sirvo para nada", etc. Con
este tipo de ideas no sólo no se consiguen mejor las metas que resultarán de
utilidad, sino que será más difícil percibir las ventajas del trabajo realizado, preparando el terreno de la depresión. Las personas del entorno también se sentirán desanimadas y propiciará el abandono. Se convierten en una especie de
“profecía autocumplida”. Nunca hay que dejar de ser realista y consciente de
las propias limitaciones, pero una excesiva atención hacia ellas sólo terminará
por aumentarlas.
La diabetes puede resultar destructiva con el paso del tiempo, pero en nuestras
manos sí está la posibilidad de favorecer el camino, o ponérselo más difícil a la hora de que
llegue a afectar de forma importante a la personalidad del afectado que, lejos de encontrerse indefenso, puede hacer mucho por sentir una mayor satisfacción en su vida.
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Diseño y maquetación:
Carlos Aragón
Sección de Comunicación e Imagen de LABORATORIOS INDAS, S.A.
Edita:
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NUMANCIA
Carolina Coronado,44
28017 MADRID
Depósito Legal: M-
-1999
Manual práctico
sobre
Incontinencia Urinaria
Coordinado por:
Eduardo Martínez Agulló
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Fascículo - 5
Reeducación perineal
en la incontinencia
urinaria
Ana Llorca Miravet
Ariadna Conejero Olesti
Eduardo Martínez Agulló
FASCÍCULO - V
Reeducación perineal en la incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
INTRODUCCIÓN
El suelo pélvico o periné está formado por una serie de estructuras musculoaponeuróticas que, en conjunto, adoptan una disposición en hamaca (Figura 1).
Figura 1
Posee importantes funciones:
• Da soporte a las vísceras pélvicas.
• Participa en los mecanismos esfinterianos uretral y anal.
• Hiato de la porción terminal de los aparatos uro-genital y digestivo.
• Tiene un papel importante en la sexualidad.
• Interviene en la progresión del feto durante el parto.
El tratamiento reeducador de la incontinencia urinaria lo constituyen una serie
de técnicas encaminadas por un lado a desarrollar y fortalecer la musculatura del suelo pélvico y por otro a modificar los hábitos miccionales del sujeto favoreciendo su autocontrol sobre
el propio ciclo continencia micción.
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FASCÍCULO - V
Reeducación perineal en la incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Las técnicas básicas que se emplean en reeducación perineal son:
•
Cinesiterapia
•
Biofeedback
•
Electroestimulación
•
Técnicas de modificación de conducta
Aunque son muchos los trabajos publicados que contemplan aisladamente las
tres primeras intentando establecer diferencias absolutas entre ellas en cuanto a su eficacia,
en la práctica son técnicas complementarias, de hecho el biofeedback muscular no es más que
una cinesiterapia asistida instrumentalmente (más adelante expondré qué beneficios comporta) y es en sí mismo una técnica de modificación de conducta (instrumento de aprendizaje). La
decisión sobre qué técnica utilizamos o a cuál dedicamos más tiempo debe basarse más en el
paciente (tipo de incontinencia que presenta, estado del periné, predominio de uno u otro
tipo de fibras musculares, capacidad de aprendizaje, motivación, perseverancia en la realización de ejercicios de mantenimiento) que en otras cuestiones.
FASCÍCULO - V
Reeducación perineal en la incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
CAPÍTULO - 1
Reeducación perineal
en la incontinencia
urinaria
Ana Llorca Miravet
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Incontinencia Urinaria
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Reeducación perineal en la incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
REEDUCACIÓN PERINEAL EN LA INCONTINENCIA URINARIA
CINESITERAPIA (EJERCICIOS MUSCULARES DEL
SUELO PÉLVICO)
Aunque fue J.W.Davies quien inicialmente describió los ejercicios
del suelo pélvico, se debe a Arnold Kegel el nombre con que generalmente se
les conoce (ejercicios de Kegel). Fué este ginecólogo americano quien, en 1949,
demostró su eficacia en el tratamiento de la incontinencia urinaria femenina
al reducir considerablemente el número de mujeres que debían someterse a
cirugía por este motivo. En la actualidad muchos son los estudios realizados y
dicha eficacia ha sido ampliamente probada.
La cinesiterapia del suelo pélvico se basa en la doble función que
estos músculos ejercen en el mantenimiento de la continencia urinaria, tanto
soportando la estática pélvica y manteniendo la adecuada transmisión de presiones durante el esfuerzo como por su participación en el esfínter uretral
externo y pretende fortalecer dicha musculatura así como enseñar al paciente
a utilizarla adecuadamente.
RECUERDO ANATÓMICO
El esfínter estriado uretral externo presenta dos componentes
diferenciados:
• Esfínter parauretral o intramural, que junto con el cuello vesical y la musculatura lisa uretral aseguran la continencia pasiva durante el reposo. Está constituído por fibras musculares tipo I y juega un importante papel
en el mantenimiento de la máxima presión uretral de cierre, para lo que
depende del soporte que le ofrece la musculatura periuretral.
• Esfínter periuretral con una porción superior formada por el
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FASCÍCULO - V
Reeducación perineal en la incontinencia urinaria
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músculo elevador del ano y otra inferior dependiente de los músculos bulbo e
isquiocavernosos. El músculo elevador del ano posee tanto fibras musculares
tipo I como tipo II. Las fibras tipo I suplementan la actividad del esfínter parauretral durante el esfuerzo constituyendo un mecanismo accesorio durante la
continencia de esfuerzo, mientras que las fibras tipo II son las responsables de
la interrupción del chorro de la orina y del cierre perineal brusco ante el
esfuerzo.
BASES ELÉCTRICAS Y BIOQUÍMICAS DEL SISTEMA
NEUROMUSCULAR
Clásicamente las fibras musculares se dividían en dos grupos,
fibras tipo I y fibras tipo II. Actualente se sabe que existen tres tipos de fibras
II, las II b (que serían las fibras tipo II clásicas), las II a y las II c.
Características de las diferentes fibras musculares:
• Fibras tipo I: rojas (red capilar densa), de metabolismo aerobio
(abundantes mitocondrias), lentas, generan una contracción de poca amplitud
(poseen pocas miofibrillas y cada motoneurona inerva a un número reducido
de fibras I), poco fatigables (por su metabolismo aerobio pueden responder
largo tiempo a estimulaciones repetidas), son las primeras en reclutarse en
contracciones de intensidad débil y lo hacen más frecuentemente siendo, además, las primeras en atrofiarse con la inmovilización. Son, pues, las fibras musculares predominantes en atletas de resistencia (ej. maratón, ciclismo).
• Fibras tipo II: blancas (escasa red vascular), de metabolismo
anaerobio (presentan escasas mitocondrias), rápidas, generan una contracción
de gran amplitud y tienen una gran capacidad para generar tensión (poseen
gran cantidad de miofibrillas y mucho sarcoplasma que atrapa el calcio permitiendo mantener la contracción ante la llegada de una serie contínua de
potenciales de acción y cada motoneurona inerva a un gran número de fibras
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II), rápidamente fatigables (por su metabolismo anaerobio). Se reclutan posteriormente a las fibras I en el curso de una contracción de intensidad creciente
(mecanismo de gradación de la fuerza basado en el reclutamiento progresivo
de unidades motoras tipo I y II) y son las primeras en atrofiarse con el envejecimiento (especialmente las II a). Son las que predominan en atletas de velocidad ("sprinters").
• Las fibras II a son intermedias entre ambos tipos, son fibras
rápidas pero presentan un metabolismo tanto aerobio como anaerobio (oxidativo y glucolítico), y existen estudios que apoyan la idea de que las fibras II
b se pueden convertir en II a con entrenamiento en resistencia.
El perfil de tipo fibrilar de cada indivíduo viene determinado
genéticamente y programado durante la etapa fetal, lo que puede dar explicación a la aparición de incontinencia urinaria en mujeres muy jóvenes, nulíparas y a la tan frecuentemente planteada pregunta: «¿la incontinencia se
hereda?, mi madre y mi abuela también la padecían».
OBJETIVOS
Los objetivos que pretendemos con la aplicación de esta técnica
varían según la patología con la que nos encontramos:
• En los trastornos de la estática pélvica nuestros esfuerzos van
encaminados a reforzar el sistema de sostén y a asegurar la protección instantánea durante el esfuerzo o situaciones de riesgo.
• En los trastornos vesicoesfinterianos perseguimos la inhibición
vesical mediante la contracción perineal voluntaria (activación del reflejo inhibidor perineo-detrusoriano), la continencia activa durante el esfuerzo y el restablecimiento instantáneo del cuello vesical en el eje de presión.
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FASCÍCULO - V
Reeducación perineal en la incontinencia urinaria
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FASES
Los programas de entrenamiento muscular, que son fácilmente
llevados a cabo en cualquier gimnasio e incluso en casa siguiendo manuales
específicos, en el caso de la musculatura perineal presenta un importante grado de dificultad ya que suele estar escasamente integrada en el esquema corporal, por lo que esta cinesiterapia pasa necesariamente por las siguientes
fases:
•
•
•
•
Información
Identificación
Terapia activa
Mantenimiento
Fase de información
Es muy importante desde el principio del tratamiento crear un clima de empatía que nos permita ganar la confianza del paciente, no solo en
nuestra aptitud profesional también en su propia capacidad para solucionar el
problema mediante habilidad y dedicación.
Debemos tener presente que el carácter íntimo de la zona, la desnudez y las maniobras durante las sesiones pueden producir en el paciente un
cierto desagrado o incomodidad, dependiendo de nuestro tacto el que logremos vencer esa resistencia inicial.
En esta fase conviene, ayudándonos de láminas, dibujos o maquetas, explicar al paciente la fisiopatogenia de la incontinencia urinaria, la importancia de una musculatura perineal en buen estado y su situación anatómica,
la necesidad de su colaboración durante la terapia, haciendo especial hincapié
en el hecho de que lo que vamos a realizar es un entrenamiento muscular y
que por tanto el que se mantengan a largo plazo los logros conseguidos
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FASCÍCULO - V
Reeducación perineal en la incontinencia urinaria
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durante el mismo dependerá de que siga dedicando algún tiempo en casa a
ejercitar su periné durante el resto de su vida. Yo suelo establecerles la comparación con un gimnasio: «si usted acude regularmente a un gimnasio porque
quiere tener una figura maravillosa o unos músculos espléndidos y, cuando lo
consigue, deja de ir al gimnasio y no se molesta en practicar ningún tipo de
ejercicio por su cuenta ¿cuánto tiempo cree que tardará en recuperar su aspecto inicial?», esto es algo que todo el mundo entiende, falta que luego sean
capaces de llevarlo a la práctica.
Fase de identificación
Es, tal vez, la etapa de más dificultad en este tipo de tratamiento,
y creo que ninguna mujer debería realizar ejercicios perineales por su cuenta
sin que quien los prescribe se cerciore de que los realiza correctamente. Un
40% de las mujeres no saben contraer su periné aún después de haber recibido minuciosas instrucciones individuales. Los errores más comunes son la contracción de los glúteos, aductores y, sobre todo, los músculos abdominales,
muy bien integrados por la mujer en su esquema corporal y muy ejercitados
hoy por motivos estéticos. Peor aún es que un 25% invierten la orden y, en vez
de contraer, empujan. Ésto, que es subsanable en un centro de reeducación
perineal y debe ser eliminado antes de empezar la terapia activa, puede tener
serias consecuencias fuera del mismo (es frecuente encontrar mujeres que al
consultar por su problema de incontinencia reciben el consejo de contraer su
periné) puesto que puede agravar la incontinencia y los prolapsos incipientes,
con mayor motivo si se da en el post-parto.
Podemos utilizar diferentes estrategias para enseñar al paciente
cómo contraer su periné. Estas son algunas de ellas:
• Interrupción del chorro de la orina. Si es una mujer lo hará sentada, con el tronco inclinado hacia delante y las piernas separadas al máximo.
Debemos tener en cuenta que éste es un método de identificación y no de
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ejercitación, por lo que se realizará una vez por micción, no en todas las micciones y sólo en esta fase de la terapia. No es raro encontrar mujeres a las que
como única solución se les ha recomendado "cortar el chorro" varias veces por
micción cada vez que vaya a orinar, lo que puede ocasionar vaciados incompletos (muchas mujeres incontinentes orinan con muy bajas presiones del
detrusor dado la escasa resistencia al flujo que opone la uretra) o una micción
no coordinada si la práctica se mantiene a lo largo de los años.
• Tacto vaginal. En este tiempo pedimos a la paciente que contraiga el periné en un movimiento similar al que realiza para detener la micción, evitar el escape de un gas o impedir la salida del flujo menstrual. Ésto,
que al terapeuta le sirve para valorar el estado perineal, la capacidad de contracción voluntaria, su intensidad y el tiempo en que es capaz de mantenerla,
la existencia o no de simetría, la contracción de otros grupos musculares, la
inversión de orden, la existencia de "celes" y el estado neurológico a través de
la solicitación de diversos reflejos, cuando lo realiza la paciente le permite
apreciar la localización y el grosor de su propio músculo.
• Visualización perineal en un espejo, observando cómo asciende el periné o cómo se cierra el introito de modo simultáneo a la contracción
perineal.
• Palpación del centro fibroso del periné apreciando su endurecimiento durante la contracción.
• Observar el movimiento de una sonda balón situada en el interior de la vagina. Si vamos a emplear biofeedback en la fase de terapia activa
el mismo electrodo nos sirve para este propósito, apreciándose claramente el
descenso del cable durante la contracción y su ascenso en la relajación.
Durante la ejecución de cualquiera de estos recursos de identificación, la paciente situará sus manos sucesivamente en el abdomen, cara interna
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de los muslos y nalgas con el fin de que descubra cualquier grado de actividad
no deseado que se produzca en estas zonas. Aún así, muchas veces es difícil
hacerle entender que está utilizando músculos incorrectos, en especial los abdominales, cuando no lo percibe mediante el tacto (para ésto el biofeedback de
dos canales nos presta una inestimable ayuda como veremos en el apartado
correspondiente).
Fase de terapia activa
Una vez que la paciente es capaz de reconocer y aislar la contracción perineal, en teoría podría realizar el entrenamiento en su propio domicilio. La realidad es que los resultados obtenidos de este modo son pobres y la
explicación es sencilla:
• El aprendizaje precisa repetición para consolidarse y no bastan
unas sesiones de identificación para eliminar definitivamente las contracciones
parásitas, la supervisión del terapeuta permitirá detectarlas cuando reaparezcan.
• En las pacientes con un suelo pélvico muy deficiente, la contracción que son capaces de efectuar les resulta difícilmente perceptible por lo
que escapa a los ajustes que efectúa el sistema de control motor durante el
proceso de aprendizaje.
• Si queremos incrementar la fuerza (fibras II) el entrenamiento
debe hacerse a fuerza máxima o casi máxima lo que es difícil de valorar por la
paciente, siendo frecuente en este punto que se ayuden de otros grupos musculares.
• La intensidad del entrenamiento está controlada cuando éste
se lleva a cabo en un centro de reeducación perineal, las sesiones tienen fecha,
hora y duración, lo que no es fácil de poner en práctica en el hogar.
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• La motivación juega un papel importante a la hora de seguir
con el entrenamiento y la presencia alentadora del terapeuta, la objetivación
de los progresos, la instrumentalización, etc. ayudan mucho en este aspecto.
Las tasas de abandono del tratamiento en las mujeres que realizan ejercicios
perineales solo en casa son importantes.
Todo entrenamiento muscular parte de los siguientes principios:
• Principio de especificidad: establece que aunque fuerza (fibras II)
y resistencia (fibras I) aumentan con cada programa de entrenamiento, una u otra
se favorecerán con programas específicos. Así la fuerza se verá favorecida con el
entrenamiento anaerobio (tensión máxima o casi máxima, pocas repeticiones,
velocidad) mientras que la resistencia se beneficiará con el entrenamiento aerobio
(poco peso o resistencia al movimiento, muchas repeticiones y escasa velocidad).
• Principio de sobrecarga: para obtener una ganancia, el sistema
empleado debe sufrir una sobrecarga progresiva. Esto se consigue aumentando la intensidad del ejercicio (peso o resistencia al movimiento), la frecuencia
y la duración de la actividad. La sobrecarga debe ser progresiva y adaptarse a
los resultados obtenidos.
En el suelo pélvico vamos a tener que trabajar ambos tipos de
fibras, por tanto, fuerza y resistencia, prestando mayor o menor atención a
una u otra según el perfil con que nos encontremos en cada caso. De este
modo el tipo básico de ejercicios a realizar son:
• Contracciones lentas, mantenidas durante 5 segundos en series
de 10. Progresivamente se irá incrementando el tiempo de mantenimiento de
la contracción y el número de repeticiones por serie (sobrecarga).
• Contracciones rápidas, a modo de sacudidas, en series de 10
intercaladas entre las series anteriores.
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Se realizarán un mínimo de 2-3 series de cada, teniendo en cuenta que cada contracción debe ir seguida siempre de, al menos, el mismo tiempo de relajación. Habitualmente se utiliza una relación trabajo-reposo de 1-2
y en caso de músculos muy débiles el tiempo de reposo será aún mayor.
• Contracciones contra resistencia. Se introducen en el entrenamiento cuando el periné ha adquirido ya un cierto tono. Para ello podemos
utilizar los dedos del terapeuta que, mediante tacto vaginal con la palma
orientada hacia la camilla, ejercen una fuerza que se opone al movimiento; los
tubos de Pyrex lastrados, o los conos vaginales (que por el interés que parecen
suscitar últimamente describiré aparte).
Los tubos de Pyrex son similares a los tubos de ensayo, con un
tapón de rosca lo que nos permite introducir agua o arena en su interior para
trabajar la musculatura perineal contra resistencia. Se comercializan en diferentes calibres. Pueden utilizarse vacíos en los estadios iniciales con perinés
débiles o, una vez introducido el entrenamiento en resistencia, lastrarlos con
pesos progresivamente crecientes. El eje longitudinal del tubo sigue el eje
vaginal, por lo que, en decúbito, este eje forma un ángulo agudo con respecto a la horizontal paralela a la mesa de examen cuando el periné está relajado, horizontalizándose y quedando paralelo a la camilla durante una contracción perineal eficaz. Una aplicación útil consiste en lastrarlos con una carga
ligeramente superior al 50% de la fuerza máxima y medir el tiempo en que la
paciente es capaz de mantener la contracción.
Habitualmente, los ejercicios musculares del suelo pélvico se realizan siguiendo cinco etapas de complejidad creciente:
• Trabajo activo del periné en decúbito.
• Trabajo activo del periné modificando la posición: sentado-acuclillado-de pié.
• Contracción perineal asociada a ejercicios de otros grupos musculares.
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• Cierre perineal ante el esfuerzo. Consiste en la contracción perineal de modo previo y mientras se mantiene la puesta en tensión de la pared
abdominal (tos, flexiones,etc). Esta maniobra protege el periné de los incrementos de presión abdominal y tiene especial interés en mujeres de vida muy
activa, deportistas, etc.
• Incorporación del cierre perineal al esfuerzo a las actividades
cotidianas.
En general, un programa de entrenamiento para aumentar la
fuerza y resistencia muscular implica (según las recomendaciones del American
College of Sports Medicine, (1990):
Número de repeticiones: de 8 a 10 por serie.
Número de series: de 2 a 3.
Magnitud de la sobrecarga: esfuerzo máximo o casi máximo.
Progresión de la sobrecarga: incrementos del 5-10% cuando el
nivel anterior se realiza de forma adecuada. Esto puede hacerse:
• Aumentando la cantidad de peso o resistencia al movimiento:
en nuestro caso podemos aumentar la fuerza que nuestros dedos oponen a la
contracción, incrementar el lastre en los tubos de Pyrex, pasar a un cono vaginal de mayor peso o, en el momento adecuado, modificar la posición en que
se practican los ejercicios.
• Aumentando el número de repeticiones.
• Reduciendo el intervalo de reposo entre ejercicios.
• Aumentando el número de sets completados.
Duración de la sesión: superior a diez minutos (menor duración es
ineficaz para aumentar la fuerza). En reeducación perineal las sesiones de cinesiterapia pueden durar perfectamente 30 minutos salvo en músculos muy débiles al principio del tratamiento.
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Frecuencia mínima de 2 veces por semana, menor frecuencia no es
eficaz y más de 5 veces por semana no aporta excesiva ganancia. Personalmente
adopto una estrategia combinada de 2 sesiones semanales en la consulta y, una
vez identificado el ejercicio y eliminadas las contracciones parásitas, añado los
ejercicios a realizar en el domicilio con la siguiente pauta: contracciones lentas
y rápidas, en series de 10, intercaladas, durante15 minutos, dos veces al día preferentemente antes de levantarse por la mañana y al acostarse por la noche
(ésto, que puede parecer un detalle sin importancia, la tiene y mucha, sobre
todo en la fase de mantenimiento porque supone crear un hábito de trabajo).
Duración del entrenamiento: seis meses en sujetos jóvenes o de
mediana edad. Los mayores de 60 años necesitan más tiempo para adaptarse al
entrenamiento por lo que en ellos la duración deberá ser mayor. Yo no tengo
experiencia en el uso de la cinesiterapia como medida exclusiva de tratamiento, siempre he añadido el biofeedback como método de aprendizaje y entrenamiento, pero creo que el hacer venir a un paciente seis meses seguidos a la
consulta para hacer ejercicios musculares del suelo pélvico puede resultar excesivamente pesado y costoso, por lo que con una pauta de 20 sesiones (empleando las diferentes técnicas de que disponemos), que equivalen a 2-3 meses,
con ejercicios diarios en el domicilio tal y como he mencionado anteriormente,
se puede, en muchos de los casos, haber conseguido un aprendizaje, una
ganancia en fuerza y resistencia, una mejoría y un hábito que permita al paciente intensificar el entrenamiento en su casa y espaciar paulatinamente las sesiones en la consulta hasta cumplir con la fase de entrenamiento y pasar a la de
mantenimiento. Normalmente, en las revisiones que se practican en los meses
siguientes se observa cómo el paciente sigue mejorando en fuerza y resistencia.
El entrenamiento produce cambios objetivables a diferentes niveles del organismo:
• En el sistema nervioso se producen cambios en los mecanismos
neurológicos que controlan los patrones de reclutamiento y eficacia apare-
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ciendo un aumento en la frecuencia de excitación con un reclutamiento selectivo y modulación de las unidades motoras de contracción lenta/rápida y un
control diferencial del patrón de descarga de la unidad motora. Estos cambios
son precoces y justifican la mejoría que se observa a las pocas semanas de
entrenamiento.
• En el sistema musculoesquelético se produce una hipertrofia
muscular con un aumento en el tamaño y número de las miofibrillas existentes
e incremento de las proteínas contráctiles. Estos cambios son tardíos y necesitan meses de entrenamiento.
Fase de mantenimiento
En cualquier programa de entrenamiento en fuerza y resistencia
se puede reducir la frecuencia y duración del mismo siempre que se mantenga
su intensidad. De lo contrario se producen pérdidas de un 5% a un 10% por
semana una vez concluído el periodo de entrenamiento. El suelo pélvico no es
diferente en este aspecto, por lo que el esfuerzo realizado y la mejoría obtenida durante la fase de terapia activa puede verse desaparecer a las 10-20
semanas si el paciente abandona los ejercicios.
Esto debemos advertírselo ya en la fase de información y supervisar la realización de ejercicios a domicilio durante la fase siguiente. Es fácil
comprobar si se realizan o no (pocos pacientes que no los hacen lo confiesan,
suelen contestar vagamente a nuestras preguntas al respecto) por la ganancia
apreciada.
El practicar los ejercicios a domicilio durante la fase de terapia
activa tiene una doble ventaja: aumenta la intensidad del entrenamiento, por
lo que aumenta la ganancia, y crea un hábito de trabajo introduciéndolo en el
esquema vital, con lo que se facilita su práctica durante la fase de mantemiento. Es algo parecido a lavarse los dientes después de cada comida, una
práctica que, inicialmente, es de higiene, suficientemente repetida y asociada
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en un breve intervalo de tiempo a un evento, la comida, pasa a condicionarse
a dicho evento llegando a sentirnos ligeramente incómodos cuando, por ejemplo, comemos fuera de casa. Esto constituye la base del aprendizaje asociativo,
por lo que, como decía al principio, las diferentes técnicas de la reeducación
perineal se imbrican y aquí aparece la cinesiterapia asociada a las técnicas de
modificación de conducta.
Yo, en esta fase, mantengo la pauta de ejercicios a domicilio que
establecí en la fase anterior: 2 veces al día, al acostarse y al levantarse (en
mujeres jóvenes, con hijos pequeños, o que trabajan fuera de casa, puede
resultar más cómodo sustituir la mañana por la tarde), mínimo 15 minutos
cada vez, contracciones lentas y rápidas en series de 10 alternantes.
Hay quien recomienda practicar los ejercicios cada vez que se
encuentren un semáforo en rojo, cuando suene el teléfono, esperen el ascensor o cosas similares que se repiten frecuentemente a lo largo del día. Me parecen ocasiones aptas para unas cuantas contracciones rápidas, pero no para la
concentración que requiere contar el tiempo de mantenimiento de una contracción lenta y el número de contracciones realizadas, prestar atención a los
abdomminales, etc. En cualquier caso, es un hábito saludable que se puede
añadir a la pauta anterior.
CONOS VAGINALES
Diseñados por Plevnik en 1985 como método de valoración y
entrenamiento de la musculatura perineal, consistían inicialmente en un juego de 9 conos de igual tamaño pero cuyos pesos se van incrementando gradualmente del primero al noveno (Figura 2). Se introducen en la vagina con la
base hacia arriba, mientras que del otro extremo del cono surge un hilo que
permite su posterior extracción. Hoy se encuentran fácilmente disponibles en
las farmacias en sets de 5.
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Figura 2
En bipedestación, el cono tiende a caer por acción de la gravedad,
lo que elicita un reflejo de contracción o una contracción voluntaria para mantenerlo en su sitio, siendo ésta percibida por la paciente por lo que se le atribuye un efecto de feedback.
Los conos se prueban con la mujer de pié, paseando. En estas condiciones se distingue entre:
• Peso pasivo. Es el cono de mayor peso que la paciente es capaz
de mantener un minuto sin contracción voluntaria del periné.
• Peso activo. Es el máximo peso mantenido durante un minuto
mediante contracción perineal voluntaria.
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Los ejercicios se inician con el peso pasivo que la paciente deberá
mantener durante 15 minutos, mientras realiza sus actividades habituales, en
dos ocasiones al día. Cuando consiga varios éxitos sucesivos pasará al peso
inmediatamente superior.
Los conos se pueden introducir durante la fase de terapia activa
para realizar contracciones contra resistencia y para el aprendizaje del cierre
perineal al esfuerzo pues cualquier aumento de presión abdominal empuja el
cono hacia el exterior. También pueden añadirse a los ejercicios en la fase de
mantenimiento.
En mi experiencia, el principal inconveniente de este método es
que el número del cono que la mujer es capaz de retener no siempre correlaciona con su estado perineal, lo que puede deberse a variaciones en el eje vaginal o a lasitud de las paredes vaginales que permitan al cono alojarse transversalmente.
BIOFEEDBACK
El término "biofeedback", que se ha traducido al castellano como
biorretroalimentación, biorretroacción o bioinformación, entre otros, consiste
en el empleo de instrumentos monitores para hacer conscientes funciones biológicas que habitualmente no lo son, haciendo posible de este modo su control o modificación por parte del sujeto.
El aparato de biofeedback capta mediante sensores la señal producida en el organismo, la amplifica y filtra de posibles interferencias, procesándola de diferentes modos y la convierte en señales normalmente audibles
y/o visuales, lo que facilita al individuo información sobre la actividad bioeléctrica de su propia respuesta fisiológica. (Tabla 1)
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BIOFEEDBACK
Elementos y fases del proceso
SENSOR
APARATO
BIOFEEDBACK
- Transforma
- Amplifica
- Procesa y simplifica
- Convierte en señales
auditivas y/o visuales
SUJETO
Proporciona INFORMACIÓN al
sujeto sobre la actividad
bioeléctrica de su respuesta
fisiológica
Tabla 1
Esta técnica, aplicada en diversos campos de la psicología y la
medicina, se ha mostrado altamente eficaz en el tratamiento de incontinencia
urinaria, tanto para fortalecer la musculatura perineal como para reconocer y
controlar las inestabilidades vesicales.
Según el problema a tratar podemos utilizar los siguientes tipos
de biofeedback:
• muscular
• vesical
• vesico-esfinteriano
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BIOFEEDBACK MUSCULAR
El biofeedback muscular es un tipo de cinesiterapia, pues se basa
en la realización de ejercicios musculares del suelo pélvico asistidos o practicados con la monitorización de un equipo, más o menos sofisticado, de biofeedback.
EVOLUCIÓN DE LOS EQUIPOS DE BIOFEEDBACK
El primer instrumento de biofeedback aplicado a la musculatura
perineal fue el perineómetro de Kegel, que consiste en una cámara de aire de
6 a 8 cm. de longitud y 2 cm. de diámetro conectada a un manómetro graduado siguiendo una escala de 0 a 100 mm. de mercurio (Figura 3). El cilindro
se introduce en la vagina y cuando la paciente contrae el periné se produce
una oscilación de la aguja del manómetro que marca la amplitud de la contracción (veremos más adelante cómo ésto no es del todo exacto).
Figura 3
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Desde entonces hasta hoy los avances tecnológicos han ido perfeccionando los equipos de biofeedback y así, del registro de los cambios de
presión vaginal ocasionados por la contracción perineal se ha pasado al registro electromiográfico de los potenciales eléctricos producidos por la contracción muscular , lo que permite una valoración más precisa de los diferentes
niveles de actividad muscular, control neuromuscular, etc. Inicialmente estos
aparatos disponían de un solo canal de medición pero, desde hace algunos
años ya, disponemos de equipos informatizados con dos o más canales, lo que
nos permite monitorizar simultáneamente la actividad del suelo pélvico y la de
otros grupos musculares (especialmente los abdominales) que pudieran estar
interfiriendo. Más adelante veremos qué características debe cumplir un instrumento de biofeedback para permitir un correcto aprendizaje.
Básicamente, un equipo de biofeedback consta de tres unidades
claramente diferenciadas:
• El sensor o captador de la señal (Figura 4). Sonda hinchable
(presión) o electrodo que habitualmente es intracavitario (vaginal en mujeres,
anal en varones), utilizándose en niños electrodos de superficie colocados a
ambos lados y un poco por encima del margen anal. Para el registro de la actividad de otros grupos musculares se utilizan también electrodos de superficie
situados en la zona correspondiente. Siempre se coloca un electrodo superficial de referencia (actividad cero).
• La unidad central, procesa los datos recogidos por el sensor
expresando en microvoltios la amplitud de los potenciales eléctricos captados.
Existen diferentes variables en este proceso que podemos manipular según los
progresos alcanzados por el paciente. La integración o promedio de la actividad eléctrica captada en un tiempo dado que fijemos nos permitirá valorar el
grado de control neuromuscular; la sensibilidad o ganancia nos permite elegir
el nivel de amplificación de la señal registrada (de este modo, aún en perinés
muy debilitados, trabajando con una gran ampliación, el paciente puede visua-
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FASCÍCULO - V
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Incontinencia Urinaria
lizar su contracción); la velocidad con que se solicita el ejercicio, que en los
equipos informáticos viene dada por el tiempo que tarda la señal en barrer
una pantalla y pasar a la siguiente, nos permite trabajar con sobrecarga; el
tiempo de trabajo/reposo por ejercicio; el tiempo de reposo entre series; alternar con electroestimulación, etc. Otra ventaja importante en los equipos
actuales es que podemos diseñar curvas patrón por las que el individuo intentará situar su propio trazado, lo que le proporciona un modelo de ejecución
correcta con el que comparar y así corregir errores.
• La unidad de paciente, que le proporciona biofeedback visual
mediante luces de colores dispuestas en corona o en barra que se van encendiendo progresivamente de modo proporcional al grado de contracción y a la
inversa durante la relajación, o mediante el trazado en color de su actividad electromiográfica que deberá situar en la curva programada. Un altavoz proporciona información auditiva en forma de tono audible que varía también de forma
contínua a lo largo de toda la gama de respuesta producida por el sujeto.
El biofeedback juega un papel importante en la realización de
ejercicios musculares del suelo pélvico tanto en la fase de identificación (aprendizaje) como en la de terapia activa.
Figura 4
23
FASCÍCULO - V
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Incontinencia Urinaria
BASES NEURALES DEL CONTROL MOTOR
El sistema nervioso es una estructura jerárquicamente organizada
de modo que existe una gradación en sentido descendente en cuanto a la complejidad de las funciones que asumen los diferentes niveles de la jerarquía.
Los sistemas responsables del control motor están organizados de
esta manera jerárquica. El nivel superior de la jerarquía motora lo constituye
la corteza cerebral, en ella reside la capacidad para planificar o programar los
actos motores, y en la elaboración de estos planes puede, en virtud de la experiencia previa, realizar ajustes que se anticipen al desarrollo del propio acto
motor.
C. SOMATOSENSORIAL
C. VESTIBULAR Y AUDITIVA
C. VISUAL
C. MOTORA
C. LÍMBICA
CORTEZA DE ASOCIACIÓN PARIETAL POSTERIOR
Integra los estímulos sensoriales con el estado motivacional
CORTEZA DE ASOCIACIÓN PREFRONTAL DORSO-LATERAL
Toma la decisión de iniciar los movimientos voluntarios
ÁREAS PREMOTORAS
Planificación de los movimientos
C. PARIETAL POST.
SMA. AUDITIVO
SMA. VISUAL
ÁREA MOTORA SUPLEMENTARIA
Programación y coordinación de
movimientos complejos
CORTEZA PREMOTORA
Programación motora. Sólo se activa
cuando se realiza un movimiento
guiado por un estímulo externo
C. SOMATOSENSORIAL
C. SOMATOSENSORIAL PRIMARIA
(Retroalimentación)
ÁREA MOTORA PRIMARIA
Inicio del movimiento (la frecuencia
de disparo de neuronas individuales,
código temporal, codifica la fuerza
de la contracción muscular)
TÁLAMO
(N. VENTRAL POSTERO-LAT.)
Copia de las órdenes eferentes
Propiocepción
MOVIMIENTO
Tabla 2
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FASCÍCULO - V
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Incontinencia Urinaria
En la Tabla 2 vemos, de modo simplificado, la importancia que tienen las aferencias visuales y auditivas, además de las somatosensoriales (propioceptivas) a las distintas áreas corticales que intervienen en el control motor,
lo que les aporta una información contínua de las consecuencias de sus órdenes
motoras en el propio cuerpo y en el entorno. Como, además, cada una de ellas
recibe una copia de las órdenes que se están dando desde los sucesivos niveles
inferiores, pueden establecer comparaciones entre la estrategia inicial, las órdenes descendentes, sus consecuencias y modificar la programación motora si
detectan un error aún antes de que llegue a producirse el movimiento inicialmente programado (ajuste anticipatorio basado en el errror que se adquiere
con el aprendizaje de una habilidad motora).
EL BIOFEEDBACK EN LA FASE DE IDENTIFICACIÓN
En la Figura 5 podemos apreciar cómo actúan sobre el aprendizaje motor los diferentes métodos de realización de ejercicios musculares del suelo pélvico:
Figura 5
25
FASCÍCULO - V
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Incontinencia Urinaria
• Los pacientes que realizan ejercicios sólo en el domicilio no
tienen ningún modelo de ejecución correcta si no han sido instruidos para ello.
La única información que reciben las áreas corticales en este caso es la propioceptiva (cinestésica), por lo que sólo los pacientes capaces de realizar una contracción suficiente dispondrán de éste parámetro comparativo.
• Los conos vaginales elicitan una contracción perineal, refleja o
voluntaria, con lo que informan a la corteza a través de la vía propioceptiva.
• Los pacientes que realizan cinesiterapia ayudados por el terapeuta, disponen, además, de la voz del profesional que les orienta acerca de
lo adecuado de la contracción. Aquí aparece un elemento de biofeedback, la
voz, que, de alguna manera, monitoriza e informa al sujeto acerca de su actividad. (Explicaré después las diferencias que existen entre este feedback binario proporcionado por el terapeuta y el proporcionado por un instrumento de
biofeedback analógico).
• Los pacientes que realizan los ejercicios asistidos por un equipo de biofeedback reciben información no sólo propioceptiva, también visual
y auditiva, con lo que las áreas corticales obtienen un mayor número de aferencias que les permiten una mejor comparación y reparación del error. Incluso
los pacientes con contracciones iniciales muy débiles que podrían escapar a la
propiocepción pueden aprender gracias a la amplificación de la señal que nos
permite el equipo. Si, además, podemos programar curvas, el paciente dispondrá de un modelo de ejecución correcta.
A estas alturas tenemos ya un lío enorme: todo el mundo habla de
biofeedback y resulta que casi todo es biofeedback. El terapeuta puede actuar
como biofeedback, los equipos de biofeedback van de lo más sencillo, como el
perineómetro de Kegel, a los de registro electromiográfico que pueden ser de
luces, de curvas y de un sólo canal o de dos , y todos ellos están actualmente disponibles en el mercado. ¿Hay algo que nos oriente a la hora de valorar dife-
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FASCÍCULO - V
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Incontinencia Urinaria
rencias?. Hemos visto ya los diferentes niveles de retroinformación que proporcionan cada uno de estos métodos de reeducación perineal, ésta es ya una gran
diferencia. Pero también la información suministrada, en sí misma, presenta
variables importantes que influyen en el aprendizaje.
En la Tabla 3 vemos las diferencias en cuanto a la calidad de la
información entre el feedback binario proporcionado por el terapeuta (también hay equipos de biofeedback de este tipo, en los que sólo se enciende la
luz cuando se produce la contracción o ésta supera un criterio preestablecido)
y el feedback analógico suministrado por los equipos de biofeedback descritos
anteriormente. De todas las cualidades analizadas (en todas ellas sale mejor
parado el biofeedback analógico como método de aprendizaje) me gustaría
hacer especial hincapié en la consistencia. Uno de los requisitos para que se
produzca un aprendizaje adecuado es que la información suministrada sea un
fiel reflejo del parámetro que se supone que mide. En el caso del terapeuta
está sometido a un cierto grado de error en su apreciación, y en el caso del biofeedback de un sólo canal existe el inconveniente de que el incremento de la
presión vaginal o el incremento del trazado electromiográfico no son específicos de la contracción perineal, sino que la contracción de otros grupos musculares, entre ellos los abdominales, aumentan dichos parámetros. Por lo tanto,
sólo los equipos de dos canales de registro retroinforman de manera consistente, lo que es importante no sólo de cara al aprendizaje sino por los efectos
perjudiciales que puede suponer el entrenar con un ejercicio inadecuado.
CUALIDAD DE LA INFORMACIÓN
FEEDBACK VERBAL
FEEDBACK ANALÓGICO
TIPO
BINARIA CUALITATIVA
GRADUADA CUANTITATIVA
FRECUENCIA
INTEMITENTE
CONTINUA
VELOCIDAD
RETRASADA
INMEDIATA
PRECISIÓN
REDUCIDA
ELEVADA
CONSISTENCIA
RELATIVA
OBJETIVA
Tabla 3
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FASCÍCULO - V
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Incontinencia Urinaria
EL BIOFEEDBACK EN LA FASE DE TERAPIA ACTIVA
El biofeedback nos permite trabajar:
• Contracciones lentas (Figuras 6 y 7).
• Contracciones rápidas a fuerza máxima (reto con la máquina)
(Figura 8).
• Contracciones mantenidas al 50% de la fuerza máxima (Figura 9).
• Ejercicios en diferentes posiciones. Todo ello sin movilizar otros
grupos musculares (lo que sería detectado inmediatamente por el segundo
canal de registro si el equipo lo tiene) (Figura 10).
• Cierre perineal al esfuerzo (Figura 11).
Figura 6
La duración de la sesión puede ser de hasta 40 minutos en dos bloque de 20, intercalando un descanso de 15 minutos (además, lógicamente de
los tiempos de reposo entre ejercicios y entre sets completados).
La frecuencia suele ser de dos sesiones semanales. Entre las sesiones el paciente realiza ejercicios en su casa tal y como he descrito en el apar-
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FASCÍCULO - V
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Figura 7
Figura 8
tado de cinesiterapia. A la duración del tratamiento, unas 20 sesiones, ya he
hecho también referencia en dicho apartado. Mencionar aquí que los pacientes que realizan los ejercicios con biofeedback presentan una más rápida
mejoría, lo que puede estar relacionado con los cambios neurológicos precoces inherentes al proceso de aprendizaje.
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FASCÍCULO - V
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Los ejercicios durante la fase de mantenimiento son también los
descritos para la cinesiterapia, si bien en los pacientes que han sido tratados
con biofeedback se aprecia una mayor continuidad en esta fase.
Figura 9
Figura 10
30
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Figura 11
INDICACIONES
• Incontinencia urinaria de esfuerzo.
• Prolapsos.
En ambos casos como único tratamiento o , cuando esté indicada la cirugía, como preparatorio a la misma permite mejorar sus resultados
y en el postoperatorio para que éstos se mantengan un mayor periodo de
tiempo.
• Incontinencia urinaria mixta.
• Embarazo y postparto (tratamiento y prevención de la incontinencia, prolapsos y demás trastornos de la estática pélvica; recuperación perineal antes de la realización de ejercicios abdominales).
• Prostatectomía (prevención y tratamiento de la incontinencia
urinaria).
• Enuresis.
• Síndrome miccional por hipertonía perineal.
• Disfunciones sexuales: vaginismo, anorgasmia, dispareunia, síndrome de congestión pélvica.
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BIOFEEDBACK VESICAL
Se aplica al tratamiento de la incontinencia urinaria por inestabilidad del detrusor y su objetivo es que el sujeto reconozca las contracciones
involuntarias de su vejiga y sea capaz de inhibirlas mediante una contracción
perineal voluntaria que desencadenará el reflejo III de Mahoni o inhibidor
perineo-detrusoriano. Esto implica:
• Un periné con suficiente capacidad contráctil.
• Ausencia de inversión de orden perineal.
• Integridad de los centros de la micción y vías de conducción.
El biofeedback vesical precisa de un equipo de urodinámica. En el
papel de registro o en la pantalla el paciente podrá objetivar:
• La actividad vesical a través del canal de presión diferencial.
• La intensidad de su contracción perineal voluntaria, que se reflejará en el trazado electromiográfico.
• La actividad de la musculatura abdominal a través de la línea
de presión abdominal que deberá peranecer inalterable a lo largo de la contracción perineal.
La presión vesical convenientemente amplificada y convertida en
señal de frecuencia constituye, a través de un altavoz, el feedback auditivo.
El sujeto debe permanecer atento a la señal vesical para observar
la aparición de la contracción involuntaria del detrusor, intentar percibir las
sensaciones que le acompañan, lo que le permitirá identificarlas en ausencia
del biofeedback, y en ese momento realizar una potente contracción perineal
destinada a inhibir la vesical. (Figura 12).
32
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Figura 12
En un principio y como en todo aprendizaje mediante biofeedback, el sujeto estará pendiente de las dos señales, visual y auditiva.
Progresivamente se suprimirá el feedback visual para, al final del tratamiento,
prescindir de toda señal externa.
Las sesiones suelen durar una hora y tienen una periodicidad
semanal. El paciente cumplimentará un diario miccional entre las sesiones, lo
que nos permitirá apreciar la mejoría clínica subjetiva. La duración del tratamiento es de 6 a 8 sesiones siguiendo la siguiente secuencia:
33
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• Identificación del ejercicio sin llenado. Se explica al paciente
cómo debe contraer el periné en el momento en que empieza a ascender la
presión vesical. Veíamos en los apartados anteriores que el aprender a realizar
una contracción perineal adecuada puede resultar difícil. Por eso no tiene sentido tener al paciente sondado, llenándole la vejiga mientras no sabe ejecutar
una contracción correcta. Los pacientes con un periné débil o con mala identificación deberán realizar previamente unas sesiones de cinesiterapia o biofeedback de suelo pélvico.
• Llenado lento. Se inicia la cistomanometría a una velocidad de
llenado lento, más fisiológica. En ancianos se puede proceder al llenado fraccionado mediante pequeñas emboladas de agua destilada o suero fisiológico
que hacen aparecer la contracción vesical.
• Llenado rápido y provocación vesical. Cuando el paciente ha
aprendido a inhibir las contracciones vesicales que aparecen bajo condiciones
de llenado "fisiológicas", pasamos a realizar las sesiones de cistomanometríabiofeedback a una velocidad de llenado mayor para provocar al detrusor.
Podemos intentar otras maniobras de provocación como el dejar correr el agua
del grifo, hacer que el paciente toque agua mientras se practica el llenado, etc.
BIOFEEDBACK VESICOESFINTERIANO
Se utiliza en el tratamiento del síndrome de micción no coordinada o pseudodisinergia vesicoesfinteriana. Los pacientes suelen ser niños/as,
aunque no siempre, con un patrón miccional inadecuado que consiste en la
contracción del esfínter uretral durante todo el tiempo o parte de la micción,
lo que se manifiesta urodinámicamente con distintos patrones de flujo, flujo
urinario muy bajo, entrecortado,o con aumentos bruscos, con un trazado electromiográfico de actividad durante toda o diferentes fases de la micción.
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Aquí lo que pretendemos es que el paciente mejore su flujo miccional aprendiendo a relajar el esfínter uretral. Por lo tanto, lo que vamos a
monitorizar va a ser:
• La curva de flujo mediante flujometría.
• La actividad del esfínter mediante electomiografía.
Habitualmente utilizamos electrodos de superficie, convenientemente situados en el periné (un poco por encima y a ambos lados del margen anal), bien
sujetos mediante tiras de esparadrapo asegurándonos de que no se junten
colocando una gasa entre ellos.
La secuencia del tratamiento es la siguiente:
• Las primeras sesiones se dedican a la identificación del esfínter
y de su estado de contracción y relajación. El paciente aprende a contraerlo
voluntariamente y a relajarlo, concentrándose en percibir las sensaciones asociadas a sus diferentes estados de actividad.
• Sesiones de biofeedback flujometría/EMG en la posición que al
paciente le resulte habitual. El paciente intenta elevar la curva de flujo
mediante la disminución del trazado o silencio electromiográfico.
A veces nos encontramos con niños a los que se les ha acostumbrado a orinar sentados, en un intento de los padres de conseguir una mejor
relajación, pero ésto empieza a ocasionarles problemas con los amigos, en el
colegio, etc., por lo que deberemos continuar con sesiones de biofeedback
como las anteriores pero en bipedestación. Éstas suelen crear más dificultad
técnica, pues los electrodos tienden a juntarse aunque el paciente separe las
piernas y se incrementa la actividad de otros grupos musculares próximos en
un intento de reajustar la postura o porque son niños inquietos, lo que interfiere en el trazado electromiográfico.
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FASCÍCULO - V
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Hay autores que realizan 2 llenados vesicales por sesión para
obtener 3 registros en cada visita del paciente al centro. Yo prefiero hacer solo
una flujometría/EMG por sesión, con micción espontánea por llenado fisiológico. Se realizan 2-3 sesiones por semana, y si se procura citar al niño simpre a
la misma hora , con un calendario miccional previo puedes valorar el tiempo
que necesita estar sin orinar para venir a la consulta con suficiente, no excesivo, deseo miccional consiguiendo volúmenes adecuados y suficientemente
homogéneos a lo largo del tratamiento.
En muchos casos el niño no se ha responsabilizado aún de su propia micción, los padres están excesivamente pendientes y son los que le recuerdan que debe ir a orinar, por lo que es conveniente que en casa cumplimente
un diario miccional, que le permita prestar atención a sus sensaciones vesicales
e introducir unos hábitos miccionales saludables, y a nosotros, como siempre,
valorar los progresos.
ELECTROESTIMULACIÓN
La electroestimulación en el campo de la incontinencia urinaria
pretende restablecer la función de componente estanco que vejiga y uretra
ejercen durante la fase de llenado favoreciendo el equilibrio entre los diferentes reflejos que en condiciones de normalidad aseguran la continencia.
BASES NEUROFISIOLÓGICAS
Control neurológico de la micción
El control neurológico de la función vésico-uretral es a la vez somático (voluntario) y autónomo, y depende de una triple inervación: (Figura 13)
36
FASCÍCULO - V
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Uretra:
• Esfínter liso: dependiente del simpático. Rico en receptores α,
cuya activación ocasiona contracción uretral. La vía periférica (aferente sensitiva
y eferente motora), la vehiculiza el nervio hipogástrico. El núcleo reflejo medular se encuentra en el centro simpático dorso-lumbar (metámeras D10-L2).
• Esfínter estriado y músculos del suelo pélvico: dependientes del
somático. La vía periférica discurre por el nervio pudendo interno. El centro
reflejo medular es el núcleo somático sacro situado en las metámeras S2-S4.
Vejiga:
• Trígono y cuello: igual que el esfínter liso uretral.
• Cuerpo vesical:
- Inervación simpática con receptores de tipo β cuya
activación provoca relajación vesical. Las vías son las descritas para el esfínter
liso de la uretra.
- Inervación parasimpática cuya vía periférica la constituye el nervio erector o pélvico. El centro reflejo se sitúa en la médula, metámeras S2-S4, núcleo parasimpático sacro.
D 10
Simpático
Recep. nicotina
Recep. M 1
L2
S2
S4
Parasimpático
Vejiga
Plexo
M3
N. Pélvico
Beta
β
Alfa
Somático
N. Pudendo
Recep. específico de acetilcolina
α
Esf. interno
Esf. externo
Figura 13
37
FASCÍCULO - V
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Transmisión de la información en el sistema nervioso
Las células nerviosas se comunican entre sí y con otras células
como las musculares o las glandulares gracias a la generación y transmisión de
impulsos eléctricos. La capacidad de las células para responder mediante
impulsos eléctricos a la estimulación física se llama excitabilidad. Las células
nerviosas tienen muy acentuada esta propiedad debido a que ciertas proteínas
de su membrana, canales iónicos sensibles al voltaje, son capaces de alterar
rápidamente la distribución de cargas eléctricas que existe a uno y otro lado
de la membrana, generando corrientes eléctricas que se transforman en señales susceptibles de ser transmitidas a otras células.
Potencial de reposo: la membrana axonal, en reposo, presenta
una diferencia de potencial de aproximadamente -70mV. Esto quiere decir que
el interior del axón (rico en potasio, K+, y aniones proteicos) es más negativo
que el exterior (rico en sodio, Na+, y cloro, Cl-).
Potencial de acción: cuando la neurona recibe un estímulo (en forma de cargas eléctricas, que es el tipo de mensaje que reconoce la membrana
axonal) que es capaz de de positivizar (despolarizar) a la membrana hasta que
su diferencia de potencial alcanza un valor de aproximadamente -55mV,
umbral, rápidamente se desencadenan una serie de mecanismos en cascada
que conocemos como potencial de acción. Los canales de sodio se abren y este
ion entra masivamente al interior de la célula. La distribución de cargas eléctricas se vuelve inversa a la situación de reposo y el interior se vuelve positivo
alcanzándose una diferencia de potencial de +40mV, acmé, momento en el
que vuelve a aumentar la permeabilidad al K+ con lo que este se precipita
hacia el exterior hasta que el interior de la membrana vuelve a negativizarse y
se recupera el potencial de reposo, repolarización. (Figura 14)
Periodo refractario: una vez producida la despolarización, hasta
38
FASCÍCULO - V
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que la neurona no se repolariza de nuevo hay un periodo en que no pueden
producirse nuevos potenciales de acción cualquiera que sea la intensidad del
estímulo, periodo refractario absoluto. Posteriormente se produce el periodo
refractario relativo en el cual la fibra nerviosa puede disparar otro potencial
de acción siempre que el estímulo sea superior al umbral. Esto hace que el
potencial de acción siempre se propague hacia adelante desde el punto de inicio y no hacia atrás.
Figura 14
El potencial de acción sigue el principio del todo o nada: si un estímulo es suficiente para alcanzar el umbral, el axón disparará un potencial de
acción, si no llega al umbral no se disparará potencial de acción.
El potencial de acción se propaga a lo largo del axón a una velo-
39
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cidad que dependerá del diámetro del axón (a mayor diámetro mayor velocidad de conducción) y de las capas de mielina que lo envuelven (los axones mielinizados presentan una mayor facilidad para alcanzar el umbral de despolarización y la frecuencia y rapidez de transmisión del impulso es mayor que en los
axones no mielinizados, esto es debido a que la mielina actúa como un condensador eléctrico atrapando cargas). En los axones mielinizados, el potencial
de acción se regenera en cada nódulo de Ranvier (conducción saltatoria).
Transmisión sináptica:
Cuando el potencial de acción llega al terminal presináptico se
produce la liberación del neurotransmisor (transmisión química) que al interactuar con el receptor de la membrana postsináptica ocasionará un cambio en
la permeabilidad de esta última. Si el neurotransmisor es excitador ocasionará
una pequeña positividad en el interior de la membrana postsináptica que se
transmitirá pasivamente por el soma neuronal hasta alcanzar el cono axónico.
Si al llegar allí y ser integrados con los otros potenciales postsinápticos que
están llegando en ese momento desde otros contactos sinápticos (sumación
espacial) o en un breve espacio de tiempo (sumación temporal) la magnitud
de la despolarización es tal que alcanza el umbral del axón, este disparará el
potencial de acción, con lo que el mensaje se transmite a través de esta segunda neurona.
Un tipo especial de sinapsis es la que realizan la neurona motora
con la fibra muscular, unión neuromuscular. Cuando un axón motor se ramifica dentro del músculo establece sinapsis con muchas fibras musculares, a esto
se le llama unidad motora y es la unidad básica del funcionamiento muscular.
Los terminales sinápticos de las motoneuronas α penetran en una zona especializada de la membrana de la fibra muscular que se denomina placa terminal. El neurotransmisor liberado es la acetilcolina que se une a receptores nicotínicos abriendo canales de Na+ y K+ lo que origina el potencial de placa
terminal, que después de un complejo proceso ocasiona la contracción muscu-
40
FASCÍCULO - V
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lar.
Medida de la excitabilidad
Umbral: es el momento de la despolarización de la membrana el
cual, una vez alcanzado, da lugar al potencial de acción.
Reobase: es la intensidad mínima del estímulo capaz de producir
una respuesta propagada.
Cronaxia: es el tiempo mínimo que debe aplicarse a un estímulo,
doble de la reobase, para obtener una respuesta propagada.
En función de estos parámetros y, sobre todo del diámetro de los
axones (que como veíamos influye en la velocidad con la que conducen el estímulo), las fibras nerviosas se clasifican, en orden decreciente de diámetro,
habitualmente en A (Aα, Aβ, Aγ y Aδ), B y C. ( A y B son mielínicas, las C son
amielínicas).
En el tema que nos ocupa:
• Esfínter estriado: tanto las neuronas motoras α como las aferencias cinestésicas son fibras Aα.
• Aferencias sensitivas de los mecanorreceptores de la piel: fibras Aβ.
• Aferencias sensitivas de los receptores del dolor punzante, temperatura y parte de la sensibilidad táctil: fibras Aδ.
• Aferencias sensitivas de los receptores del dolor constante y
temperatura: fibras C.
• Sistema nervioso autónomo: las fibras eferentes son de tipo B,
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las aferentes son de tipo C.
Con arreglo a todos estos parámetros de excitabilidad, y atendiendo al tipo de incontinencia que debamos tratar elegiremos los patrones de
electroestimulación.
MECANISMOS DE ACCIÓN DE LA ELECTROESTIMULACIÓN
FUNCIONAL
La electroestimulación del suelo pélvico, si bien actúa directamente por estímulo de los axones motores de la zona donde éste se aplica,
ejerce su mecanismo de acción fundamentalmente a través de la activación
refleja. Lo que nos impone como condición para practicarla que el arco reflejo
espinal esté conservado.
La estimulación eléctrica de las aferencias sensitivas del nervio
pudendo ocasiona de modo reflejo una contracción del suelo pélvico y una
inhibición vesical, la primera se objetiva porque es visible desde el exterior. Así,
según el tipo de incontinencia a tratar nos interesará favorecer uno u otro
reflejo, por lo que elegiremos los parámetros de corriente más adecuados para
estimular al tipo de fibras que en él participan.
¿Cúales son las vías reflejas que se elicitan?:
En la incontinencia urinaria de esfuerzo, tanto la aferencia (sensitiva) como la eferencia (motora) la constituyen las fibras correspondientes del
nervio pudendo.
En la inestabilidad del detrusor podrían activarse dos vías reflejas:
• En una la aferencia son las fibras pudendas sensitivas y la eferencia el nervio hipogástrico.
• En la otra la aferencia sería el nervio erector o pélvico y la efe-
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rencia el hipogástrico.
¿Qué ventajas supone la activación refleja sobre la directa?
• Un orden de reclutamiento de unidades motoras más fisiológico.
• Una mayor plasticidad pues el centro reflejo espinal puede
coordinar la contracción individual de los músculos y sus partes.
• Puede activar un mayor número de músculos.
• No sobrepasa los mecanismos protectores, como la fatiga.
¿Cuáles son los efectos de la electroestimulación del suelo pélvico?
• En la incontinencia urinaria de esfuerzo se produce una hipertrofia de las fibras musculares del suelo pélvico y un incremento en su capacidad oxidativa y glucolítica.
• En la inestabilidad del detrusor se produce una desaparición o
atenuación de las contracciones no inhibidas, habiéndose descrito un incremento en la actividad de los receptores β adrenérgicos.
¿Qué parámetros de estimulación utilizamos?
• Tipo de corriente: De baja frecuencia. Bifásica de media nula,
para evitar los efectos de electrolisis y depósito de iones.
• Frecuencia del estímulo: según el tipo de fibras que queramos
estimular. Parece haber acuerdo en que las frecuencias más adecuadas para la
incontinencia de esfuerzo se sitúan por encima de los 50 Hz, mientras que en la
inestabilidad del detrusor es preferible utilizar frecuencias de entre 5 y 10 Hz.
• La longitud del impulso varía entre 0,2 y 0,5 ms.
• La amplitud (intensidad) siempre será la máxima tolerable sin
sentir dolor (infraumbral doloroso).
• La duración del tren de ondas será de, al menos, 0,5 segundos
y el tiempo de reposo entre dos trenes no será inferior al de dicha duración.
Suelen utilizarse tiempos de reposo dobles a los de trabajo para evitar fatiga.
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TIPOS DE ESTIMULADORES Y MODALIDADES DE TRATAMIENTO
Los primeros instrumentos para la electroestimulación del suelo
pélvico datan de los años 60. Caldwell, en 1963, introdujo los estimuladores
implantados quirúrgicamente que constaban de dos electrodos que se anclaban en el músculo estriado, a ambos lados de la uretra y estaban conectados a
un receptor alojado debajo de la piel el cual recibía los estímulos de un generador externo. Este tipo de estimuladores tuvo escasa aceptación, por lo que
su uso fue abandonado. Hoy se vuelven a implantar electrodos por vía quirúrgica para estimular directamente las raíces sacras, estimulación central, que
por ser una técnica y un principio diferente será descrita por otros autores en
el capítulo de neuromodulación.
Estimuladores para tratamiento ambulatorio:
Utilizan electrodos intravaginales o intraanales conectados a un
generador externo de impulsos. Los parámetros de estimulación suelen ir programados según patologías y el paciente solo tiene que manipular los mandos
de puesta en marcha/apagado (muchos de ellos se desconectan automáticamente cuando se cumple el tiempo programado) e intensidad (hasta alcanzar
un nivel confortable). La fuente de alimentación es una pila, por lo que son
aparatos de tamaño reducido y suelen llevar un indicador del nivel de batería
disponible.
Normalmente se utilizan en casos en los que el paciente no puede acudir a un centro especializado para seguir un protocolo integrado de reeducación perineal. Requieren de una electroestimulación a largo plazo y suelen utilizarse varias horas al día, seguidas o en periodos de 15-20 minutos
varias veces al día, durante más de tres meses.
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Incontinencia Urinaria
Estimuladores externos para uso en centros especializados:
Son aparatos de electroterapia especialente preparados para el
tratamiento individualizado del paciente ya que nos permiten modificar cada
uno de los componentes del estímulo en virtud del caso a tratar e incluso para
un mismo paciente a lo largo de la sesión.
Los electrodos que utilizan suelen ser bipolares (intravaginales,
intraanales), pero también, en ciertos casos se utilizan cutáneos o puntuales.
Podemos utilizar los mismos del biofeedback.
La pauta más habitual de tratamiento es utilizar un único electrodo (anal o vaginal) durante 15-20 minutos por sesión, con una periodicidad
de 2-3 sesiones por semana. La electroestimulación perineal se asocia al resto
de técnicas que hemos visto anteriormente (yo suelo practicar sesiones combinadas de 20 minutos de electroestimulación, 10-15 de descanso y 20 minutos
más de ejercicios con biofeedback). La duración del tratamiento suele ser entre
10 y 20 sesiones, aunque las incontinencias mixtas pueden requerir más.
Una modalidad de tratamiento es la llamada electroestimulación
funcional aguda máxima, en la que se utilizan dos o tres electrodos simultánealmente, vaginal, anal y de aguja. La intensidad es siempre la máxima soportable, por lo que hay autores que la realizan bajo anestesia. La duración de la
sesión es inferior a 20 minutos y se realizan 2 a 4 sesiones por mes hasta alcanzar la mejoría.
EFECTOS SECUNDARIOS Y CONTRAINDICACIONES
Los efectos secundarios de la electroestimulación aparecen con
muy escasa frecuencia y no revisten gravedad. Se le considera una técnica inno-
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FASCÍCULO - V
Reeducación perineal en la incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
cua. Están referidos los siguientes:
Algias pélvicas y perineales, son más bien iniciales y desaparecen
a las pocas sesiones de tratamiento. Igual que las parestesias que pueden aparecer en la zona correspondiente a la metámera S1.
Tal vez con una cierta mayor frecuencia aparezca irritación de la
mucosa vaginal.
Las contraindicaciones son:
• La denervación total del suelo pélvico. En casos de denervación
parcial se ajustan los parámetros del impulso a las características de las fibras
indemnes.
• La obstrucción uretral y retención importante de orina.
• El reflujo vesicoureteral.
• Las vejigas con baja acomodación.
• La infección urinaria.
• Las metrorragias.
• Ciertos tipos de marcapasos.
CORRIENTES INTERFERENCIALES
Aunque las podría haber incluído con los electroestimuladores
externos para tratamiento en un centro especializado, dado que los parámetros de corriente que utiliza son algo distintos, las menciono aparte.
Son corrientes alternas de forma sinusoidal y de mediana frecuencia, unos 400 Hz. El principio sobre el que se basan radica en la aplicación de
dos circuitos de corriente independientes y con frecuencias que difieran una de
la otra entre 1 y 100 Hz. de tal modo que en el punto donde se cruzan ambos
campos se produce una corriente cuya frecuencia es la diferencia de los otras
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FASCÍCULO - V
Reeducación perineal en la incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
dos. Así se consiguen en superficie las ventajas de las corrientes alternas de
mediana frecuencia como son la escasa resistencia de la piel y la ausencia de
molestias sensibles para el paciente, escasa sensación de corriente, con el efecto terapéutico en profundidad correspondiente a las corrientes de 0 a 100 Hz.
TÉCNICAS DE MODIFICACIÓN DE CONDUCTA
Este apartado lo constituyen una serie de técnicas que, aunque
menos complejas en su utilización que las anteriores, son de gran interés en
cierto tipo de pacientes.
PROGRAMACIÓN MICCIONAL
Se basa en el método de Frewen y consiste en el registro diario
por parte del paciente de su actividad miccional, las horas en que éstas se producen, las pérdidas accidentales y las circunstancias que las envuelven.
Basándose en este calendario inicial, el terapeuta va marcando pautas de micción progresivamente retardada en el tiempo.
ALARMAS DE CAMA HÚMEDA
Son sensores que se fijan a la ropa interior del paciente o a las
sábanas de tal modo que cuando se mojan hacen sonar una alarma despertando al paciente. Se utilizan en el tratamiento de la enuresis. Son más adecuadas para el aprendizaje las que se fijan a la ropa interior, debajo del pijama, porque se disparan en cuanto aparecen las primeras gotas.
El problema en muchos niños es que no la oyen, por más tiempo
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FASCÍCULO - V
Reeducación perineal en la incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
que esté sonando, por lo que en una primera etapa es conveniente ir entrenándoles a despertarse ante sonidos cada vez menos intensos. Por supuesto
hay que entrenar también a los padres a que no sean ellos los que despierten
al niño por más que suene la alarma. Es el niño quien debe responsabilizarse,
no los padres.
TÉCNICAS DE RELAJACIÓN
El aprendizaje de técnicas de relajación, yo tengo preferencia por
el método de entrenamiento autógeno de Schultz, es importante en este tipo
de trastornos porque neutralizan el componente ansioso que en muchas ocasiones los acompaña y porque favorece la propiocepción.
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FASCÍCULO - V
Reeducación perineal en la incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
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FASCÍCULO - V
Reeducación perineal en la incontinencia urinaria
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
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FASCÍCULO - V
Reeducación perineal en la incontinencia urinaria
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Diseño y maquetación:
Carlos Aragón
Sección de Comunicación e Imagen de LABORATORIOS INDAS, S.A.
Edita:
LABORATORIOS INDAS, S.A. -Departamento CientíficoCº de las Huertas, 2
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28017 MADRID
Depósito Legal: M-
-1999
Manual práctico
sobre
Incontinencia Urinaria
Coordinado por:
Eduardo Martínez Agulló
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Fascículo - 6
Detrusor hiperactivo:
fisiopatología
Eduardo Martínez-Agulló
Juan Pablo Burgués Gasión
José Luis Ruiz Cerdá
Salvador Arlandis Guzmán
Juan Fernando Jiménez-Cruz
Servicio de Urología Hospital Universitario La Fe
Valencia
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
INTRODUCCIÓN Y TERMINOLOGÍA
INTRODUCCIÓN
El detrusor hiperactivo queda definido por la presencia de actividad contráctil
durante la fase de llenado vesical. Clínicamente se manifiesta como síndrome miccional irritativo: urgencia, frecuencia, incontinencia y dolor o molestias tanto suprapúbicas como uretrales, en ocasiones difíciles de interpretar.
La actividad del detrusor ajena al control cortical consciente y voluntario, por
definición de la Sociedad Internacional de Continencia, ha de ser superior a 15 cm. de agua
para ser considerada como contracción. Este hecho establece un límite arbitrario entre la actividad neurofisiológica normal y la que se interpreta como neuropatológica, motivo por el que
hoy está en revisión.
Barrington en 1936 objetivaba la respuesta hiperactiva del detrusor ante una
uretra funcional y anatómicamente alterada. Hodgkinson en 1963 bautiza a la actividad contráctil del detrusor durante la fase de llenado vesical con el nombre de disinergia del detrusor,
nombre que hoy nos induce al equívoco, pero que entonces tuvo el valor de introducir dentro
del mundo de la patología urológica un nuevo concepto de alteración funcional. Hemos de
tener en cuenta que si aún tenemos grandes lagunas respecto a la neurofisiología de la micción, en los años sesenta la neurofisiología era una gran desconocida.
Bradley en 1968 da un gran paso hacia delante al describir con extraordinaria
claridad las vías, centros y núcleos neurológicos responsables de la actividad del tracto urinario inferior, que resumió y esquematizó en sus “loops” (circuitos neurológicos de la miccion),
pilares fundamentales para el conocimiento de la Neurourología.
Con mucho más acierto que Hodgkinson, Bates (1971) denomina detrusor inestable a aquel que presenta actividad contráctil durante el llenado vesical, sin acotar para esta
denominación otro concepto que el de actividad. Posteriormente, aportaciones como las de
Mahony y Bergman han contribuido de forma decisiva dándonos bases sólidas para la comprensión de la dinámica de la micción y sus alteraciones.
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FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
TERMINOLOGÍA
Vejiga hiperactiva sintomática - urodinámica.- Actualmente, la hiperactividad
vesical se define desde el punto de vista clínico y urodinámico. Hablamos de vejiga hiperactiva
sintomática para hacer referencia a la presencia, aislada o en combinación, de síntomas de frecuencia, urgencia o incontinencia urinaria de urgencia. Siempre en ausencia de factores locales
patológicos que expliquen dichos síntomas y sin especificar el origen neurológico de los mismos.
Por otro lado, el término hiperactividad vesical expresa una alteración funcional y requiere de
una exploración funcional para su objetivación y diagnóstico. Según la Sociedad Internacional
de Continencia viene definida por la presencia de contracciones del detrusor espontáneas o
provocadas, desarrolladas durante la fase de llenado de la cistomanometría, mientras el
paciente trata de inhibirlas (contracciones involuntarias). En un principio, se propuso como límite arbitrario para el diagnóstico una presión del detrusor superior a 15 cm. de H20. En la actualidad, cualquier contracción involuntaria del detrusor, asociada a urgencia o escape mientras el
paciente intenta inhibirla, se considera como hiperactividad vesical.
El concepto de detrusor hiperactivo es claro. A pesar de ello, está siendo discutido en los últimos años. Así, K. Paine aduce en su contra que está basado únicamente en criterios de presión. Esta opinión, no se entiende bien, ya que la presión es el único criterio objetivo de evidencia y medida cuantitativa y cualitativa de la contracción vesical. Además, objetiva
las características del problema. El autor incluye en la definición la expresión clínica de la alteración de la fase de llenado vesical: urgencia, frecuencia e incontinencia. Por lo que confunde
causa y efecto en un intento de facilitar la sospecha de la causa a través de los efectos a los
médicos generalistas y la comprensión de esta patología a los pacientes.
En mi experiencia profesional el paciente entiende con claridad contundente su problema cuando se le dice que su vejiga se contrae sin que él lo pueda evitar y si, además, se le muestra la imagen gráfica de una contracción fásica (su hiperactividad) no
le queda ninguna duda.
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FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Por otra parte no es necesario desarrollar la crítica a una definición clínica en
la que una incontinencia de esfuerzo asociada a frecuencia miccional provocada por un diurético seria un detrusor hiperactivo. Evidentemente la clínica es básica. En todas las patologías es el pilar fundamental de sospecha que nos conduce a un diagnóstico. La tuberculosis pulmonar no está definida por tos y expectoración, sino por la presencia de bacilo en el cultivo
de esputo. K. Paine considera que el concepto basado en la contracción involuntaria del detrusor es una definición categórica y que por lo tanto no admite estados intermedios. No es infrecuente que pacientes que refieran una historia clara de hiperactividad no la evidencian durante la cistomanometría, ello no indica más que no hemos podido-sabido reproducir las
circunstancias en las que se produce la contracción involuntaria. Sin embargo, no niega su
posible evidencia. La hiperactividad se puede o no evidenciar, pero no existen estados intermedios. Que se haya objetivado o no, no niega su existencia. Un músculo se contrae o se relaja, no puede estar un poco contraído. En especial el detrusor cuyos haces musculares siguen la
ley del todo o nada. Cuando voluntariamente decidimos contraer el detrusor para vaciar la
vejiga, no podemos realizar una gradación de la contracción. Se contrae o se inhibe, pero no
se contrae un poco o se inhibe un poco.
Otra crítica añadida es no considerar en la definición el papel de la contracción
del suelo pélvico. Conocidas son las alteraciones que en la uretra y suelo pélvico van a inducir
la facilitación-provocación del reflejo detrusoriano. Esta ocurre también en pacientes por el
sólo hecho de ver la puerta de su casa u oír el agua, además de otras causas no psicológicas.
No podemos pretender incluir en una definición la fisiopatología de lo definido y más aún
cuando lo hacemos con la intención del autor de aclarar y hacerla comprensible.
Existen discrepancias a la hora de incluir como hiperactividad vesical a los casos
de acomodación vesical disminuida (contracción tónica del detrusor mantenida por encima de
15 cm. de H20). En estos casos, la fase tónica de la cistomanometría de llenado es plana con un
aumento mínimo, pero progresivo, de la presión del detrusor en ausencia de contracciones
involuntarias del detrusor. Si bien en algunos pacientes podría representar una forma específica de vejiga hiperactiva, lo más seguro es que se trate de una manifestación urodinámica que
refleja alteración del tono por cambios anatómicos en la forma, espesor y estructura de la
pared vesical como la fibrosis o la hipertrofia.
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FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Hiperreflexia del detrusor - Inestabilidad del detrusor.- La cistomanometría de
llenado describe el comportamiento hiperactivo de la vejiga, pero no aporta información
sobre la etiología subyacente. Se ha intentado desarrollar pruebas diagnósticas que permitan
realizar un diagnóstico diferencial etiológico según los hallazgos urodinámicos (test del agua
helada, test de la lignocaina). Sin embargo, su capacidad discriminante es muy limitada. El único factor etiológico claramente definido por la Sociedad Internacional de Continencia es la
presencia de enfermedad neurológica demostrada. Cuando existe, la hiperactividad vesical se
cataloga como hiperreflexia. Cuando no, como inestabilidad vesical.
Urgencia motora - Urgencia sensorial.- La urgencia miccional, asociada o no a
incontinencia, es una manifestación clínica de hiperactividad vesical. Sin embargo, no existe
una correlación clínico-urodinámica perfecta. La presencia de urgencia no siempre se asocia a
la objetivación de contracciones involuntarias del detrusor. El término de urgencia sensorial se
utiliza para distinguirla de la urgencia motora, donde las contracciones involuntarias del
detrusor se objetivan urodinámicamente. La urgencia motora puede acompañarse de incontinencia urinaria. Si es así, hablamos de incontinencia urinaria de urgencia por hiperactividad
del detrusor (detrusor inestable), la urgencia la provoca el miedo del sujeto a no poder inhibir
el deseo miccional y mojarse. En la urgencia sensorial, en la que no evidenciamos alteración
contractil del detrusor, la urgencia la determina el dolor que el sujeto padece al intentar mantener la continencia. No la contracción involuntaria, sino una necesidad urgente por dolor.
Inestabilidad vesical primaria o idiopática - Inestabilidad vesical secundaria.Utilizamos el término de inestabilidad vesical primaria cuando no se reconoce ninguna causa
como responsable. Si bien, no es posible descartar que los pacientes con inestabilidad del
detrusor considerada idiopática no tengan lesiones neurológicas no detectadas por los medios
diagnósticos disponibles en la actualidad. Este término se aplica a una amplia variedad de
situaciones y simplemente refleja nuestro actual desconocimiento respecto a la función vesicouretral. Se cataloga como inestabilidad secundaria cuando su presencia es consecuencia de
patología orgánica vesical (obstrucción del TUI, tumor vesical, cistitis etc.) o de órganos vecinos (recto, útero).
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FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
CAPÍTULO - 1
Fisiopatología
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FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
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Incontinencia Urinaria
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
FISIOPATOLOGÍA
La hiperactividad del detrusor puede deberse alteraciones miogénicas, neurológicas, bioquímicas o psicológicas. Así, Bosch explica la hiperactividad del detrusor por:
- desórdenes miogénicos
- alteracines del reflejo miccional
- cambios en la neurotransmisión
- alteraciones psicológicas
DETRUSOR HIPERACTIVO SECUNDARIO A
DESÓRDENES MIOGÉNICOS
El detrusor es un músculo con un 70% de elementos elásticos (fibras musculares), capaces de regresar a su situación inicial tras ser distendidos, y un 30% de elementos viscosos (fibras colágenas) que, por el contrario, retrasan su deformación cuando se les somete a
una tensión.
Cuando introducimos líquido en una vejiga vacía, se aprecia una subida inicial
de la presión intravesical, que es igual a la presión de la vejiga vacía en reposo (T1).
Incrementando el volumen introducido, la pared vesical se distiende sin apenas modificarse la
presión intravesical, manteniendo las fibras elásticas una discreta tensión como resistencia al
estiramiento (T2); este segmento pertenece al tono vesical. Llegado a un límite, comienza la distensión de las fibras colágenas y se produce un fuerte aumento de la presión (T3). En definitiva, observamos que el tono vesical permite el mantenimiento de una presión intravesical casi
constante, a pesar de solicitaciones variables (figura 1).
Presión
FASE DE
LLENADO
T3
FASE DE
VACIADO
T2
T1
Volumen
m./ml.
Fibras tisulares
Fibras elásticas
Fibras colágenas
Figura 1
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FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
La calidad viscoelástica del músculo liso es, por tanto, la responsable del tono
del detrusor y de su acomodación, que son consecuencia de una actividad miogénica. La actividad contráctil, neurogénica, necesita para desarrollarse que el músculo liso mantenga preservadas sus estructuras contráctiles y las ultraestructuras responsables de las mismas.
Los desórdenes miogénicos pueden, por un lado, alterar la acomodación dando lugar a presiones altas para volúmenes de llenado pequeños, o bien pueden disminuir el
umbral de excitación originando una patológica actividad espontánea en el detrusor. Para
explicarlo se han descrito:
- alteraciones miogénicas estructurales
- alteraciones bioquímicas intrínsecas
- denervación suprasensitiva de la membrana celular
- cambios en la unión intercelular, vistos mediante microscopía
electrónica, en pacientes con un detrusor hiperactivo secundario
a obstrucción.
DETRUSOR HIPERACTIVO POR ALTERACIÓN DEL
REFLEJO MICCIONAL
Además de los centros pontino y sacro de la micción, del córtex responsable del
control voluntario, de las vías aferentes y eferentes córtico-medulares y retículo-medulares, y
de los neuroefectores y neurorreceptores, existen circuitos y reflejos que interrelacionan entre
sí los tres sistemas que intervienen en la dinámica de la micción: simpático, parasimpático y
somático (figura 2).
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FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
SIMPÁTICO
PARASIMPÁTICO
SOMÁTICO
Detrusor
TrÍgono
Pudendo
strico
Hipogá
ico
r o pélv
Erecto
S3
S4
th 10
th 11
th 12
L1
L2
S2
S3
S4
Esf. interno
Esf. externo
Ano
Figura 2
Los distintos reflejos pueden facilitar o inhibir la actividad del
detrusor. Encontraremos una hiperactividad secundaria a:
- Aumento de la actividad periférica aferente
- Disminución de la inhibición de los centros encefálicos
- Disminución de los reflejos inhibidores periféricos
AUMENTO DE LA ACTIVIDAD PERIFÉRICA AFERENTE
La actividad periférica aferente procede de los receptores de tensión-presión
situados en las fibras colágenas del músculo liso, que se estimulan al agotarse las fibras elásticas y tensarse las colágenas. Esta información viaja a través del nervio pélvico a la médula espinal incorporándose a través de los cordones posteriores sin decusarse hasta los núcleos troncoencefálicos reticulares de la micción, y siguiendo desde ahí hacia el tálamo, sistema límbico
y córtex (tabla 1, figura 3).
9
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Centros encefálicos
Lóbulo frontal
Córtex senso-motriz
Sistema Límbico
Recibe aferencias sensitivas que van al córtex
Connotación emocional
Tálamo
Recibe aferencias sensitivas que van al córtex
córtex
Regula excitabilidad del
Ganglios de la base
Conecta con eferencias motoras
Hipotálamo
Conecta con eferencias motoras y aferencias
orgánicos de conducta
Cerebelo
Conecta con la F.R.
F. Reticular
Conecta con centros corticales, subcorticales y medulares del S.N.C. y del
S.N. Autónomo
Integrador y N. motor detrusor
Control consciente micción
Regula estabilidad detrusor
Regula patrones
Regula eferencias córtex y monitores aferencias
Tabla 1
Las vías de la sensibilidad exteroceptiva del urotelio, submucosa vesical y mucosa uretral, tras alcanzar la médula y sinaptar en la sustancia gelatinosa de Rolando se decusan
integrándose en los haces espinotalámicos contralaterales. Posteriormente hacen estación en
los núcleos reticulares y en el tálamo, para finalizar en el córtex.
Este sencillo esquema de las vías aferentes del detrusor nos evidencia la realidad y la vulnerabilidad de tan extensa y compleja red de información, que puede ser puesta
en marcha desde cualquier punto de su recorrido por estímulos ajenos. Así ocurrirá en los procesos urológicos como infecciones, trigonitis, neoplasias, cistitis intersticial, cistitis rádica, etc. ,
y, de igual modo, ocurre cuando los órganos vecinos presentan patologías que inciden sobre
el tracto urinario inferior, muy especialmente en aquellas enfermedades que asientan sobre
los responsables neurológicos de la dinámica miccional. Por tanto, diversos procesos tanto urológicos como extraurológicos pueden condicionar un aumento de las aferencias sensitivas que
conlleve un incremento de la actividad contráctil del detrusor.
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FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
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VIA AFERENTE DEL DETRUSOR
Córtex
S. Límbico
Tálamo
F. reticular
Cerebelo
Mesencéfalo
S2
S3
S4
Vejiga
N. Detrusor
Detrusor
Figura 3
DISMINUCIÓN DE LA INHIBICIÓN DE LOS CENTROS ENCEFÁLICOS
Las áreas corticales pudenda y del detrusor son las responsables del control
consciente y volitivo de la micción.
El área cortical del detrusor se sitúa en la porción superomedial del lóbulo frontal, prolongándose sobre la rodilla del cuerpo calloso (áreas 8 y 6 de Brodmann). El área
pudenda se sitúa en el córtex sensitivo motor (áreas 4, 3, 1 y 2 de Brodmann). Estas áreas netamente diferenciadas están fuertemente interconectadas entre sí para ajustar el control sobre
el binomio funcional vejiga-uretra.
Cuando realizamos la estimulación por distensión vesical de los receptores sensitivos, se evoca una respuesta registable en el córtex del detrusor. Las eferencias corticales del
área del detrusor se proyectan:
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FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
- al área pudenda ipsilateral, mediante fibras de asociación recíprocas;
- al área del detrusor contralateral;
- a los ganglios basales y a la formación reticular del troncoencéfalo y, desde ahí,
al núcleo pontino del detrusor, que a su vez conecta a través de los tractos retículo-espinales con el núcleo parasimpático sacro del detrusor.
El sustrato del control volitivo del reflejo parasimpático de la micción, que
regula la actividad del detrusor tanto facilitándola como inhibiéndola, es el circuito que
Bradley describió como Circuito I (figura 4).
CIRCUITO 1
Centro volitivo del
reflejo del detrusor
Córtex
Sistema
límbico
Ganglios
de la base
Tálamo
Hipotálamo
Formación
reticular
Cerebelo
Figura 4
Todas las noxas patológicas que dañan a estos centros o a las vías que los comunican e interrelacionan, van a liberar al núcleo pontino de la tutoría consciente y voluntaria
del córtex, dando como resultado una hiperactividad del detrusor (figura 5).
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FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
ENCEFALO
circuito I
Núcleo
pontino
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Control voluntario
Coordinación de los
reflejos
Núcleos
medulares
• Simpático
• Parasimpático
• Pudendo
Control de los
reflejos de la micción
Figura 5
DISMINUCIÓN DE LOS REFLEJOS INHIBIDORES PERIFÉRICOS
Partiendo del conocimiento tanto de vías y centros como de circuitos neurológicos implicados en la micción, Mahony describió magistralmente y numeró una serie de
reflejos que se relatan a continuación:
Aumento de la tensión en
el detrusor
Inhibición del detrusor
N. Pélvicos
T.L.M.R.C.
N. Hipogástricos
Reflejo nº 1: S.D.I.R. (ref. simpático inhibidor del detrusor)
13
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Aumento de la tensión en
el detrusor
Contracción del esfínter
interno
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
N. Pélvicos
T.L.M.R.C.
N. Hipogástricos
Reflejo nº 2: S.S.C.R. (ref. simpático activador del esfínter)
Aumento de la tensión en
los músculos del periné
Inhibición del detrusor
N. Pudendo
S.M.R.C.
N. Pélvicos
Reflejo nº 3: P.D.I.R. (ref. perineal inhibidor del detrusor)
Aumento de tensión en
trígono orina en uretra
Contracción del esfínter
externo
N. Pudendo
N. Pudendo
N. Pudendo
Reflejo nº 4: U.S.G.R. (ref. uretroesfinteriano de alerta)
Relajación del periné y
aumento de presión abdominal
Contracción del detrusor
(inicio de la micción)
N. Pudendo
S.M.R.C.
N. Pélvicos
Reflejo nº 5: P.B.D.F.R. (ref. perineobulbar facilitador del detrusor)
14
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Aumento de la tensión del
detrusor
N. Pélvicos
Contracción del detrusor
(inicio de la micción)
N. Pélvicos
P.M.R.C.
S.M.R.C.
Reflejo nº 6: D.D.F.R. (ref. detrusoriano facilitador del detrusor)
Aumento de la tensión
en el detrusor
Relajación de la uretra
sincrónica a la contracción
del detrusor
N. Pélvicos
S.M.R.C.
N. Pélvicos
Reflejo nº 7: D.U.I.R. (ref. detrusoriano de inhibición uretral)
Aumento de la tensión
en el detrusor
Relajación del esfínter
externo durante la fase de
vaciado
N. Pélvicos
N. Puedendo
N. Pudendo
Reflejo nº 8: D.S.I.R. (ref. detrusoriano de inhibición esfinteriana)
Paso de orina por uretra
Mantiene la contracción
del detrusor
N. Pudendo
N. Pélvicos
P.M.R.C.
S.M.R.C.
Reflejo nº 9: U.D.F.R. (ref. uretral facilitador del detrusor)
15
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Paso de orina por uretra
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
N. Pélvicos
Mantiene la contracción
del detrusor
S.M.R.C.
N. Pélvicos
Reflejo nº 10: U.D.F.R. (ref. uretral facilitador del detrusor)
Paso de orina por uretra
N. Pudendo
Mantiene relajado el
esfínter externo
N. Pudendo
N. Pudendo
Reflejo nº 11: U.S.I.R. (ref. uretral de inhibición esfinteriana)
Contracción de los
músculos perineales
N. Pudendo
Cordones posteriores
Cesa la contracción del
detrusor y se inicia la fase
de llenado
P.M.R.C.
Haces reticuloespinales
Reflejo nº 12: P.B.D.I.R. (ref. perineobulbar inhibidor del detrusor)
El estímulo que va a inducir la volición miccional será el incremento de tensión
mural en el detrusor producido con el llenado vesical, situación dependiente de numerosos
factores anatomofisiológicos y psico-sociológicos.
16
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
En cualquier caso, decidida ya la micción, el primer acontecimiento va a ser la
voluntaria fijación relativa del diafragma y músculos rectos abdominales, simultánea a la relajación de la musculatura del suelo pélvico, especialmente el músculo pubococcígeo (figura 6).
Por un lado, esto anula los estímulos propioceptivos de contracción que, inhibiendo a nivel segmental el tono reflejo del centro sacro del detrusor o S.M.R.C. y a nivel supramedular el tono
reflejo del núcleo pontino del detrusor o P.M.R.C. (reflejos 3 y 12 de Mahony), mantenían la
continencia. Por otro lado y, simultáneamente, el alargamiento de las fibras de dichos músculos transforma sus estímulos de elongación en excitatorios para el núcleo pontino de la micción
(reflejo 5 de Mahony), asociándose la propia volición cortical, que actúa directamente sobre el
núcleo pontino del detrusor a través de los tractos córtico-reticulares. Ambos acontecimientos
van a desencadenar el inicio de las descargas reflejas del P.M.R.C., que activan el S.M.R.C., lo
cual lleva simultáneamente aparejado la cesación de los estímulos de tensión mural emitidos
en el detrusor y el inicio de la emisión de estímulos de contracción detrusorianos. Al mismo
tiempo, dicha activación del S.M.R.C. transfiere impulsos ascendentes al centro tóraco-lumbar
o T.L.M.R.C. que deprimen su tono reflejo, con lo que cesa éste en su efecto inhibidor sobre el
detrusor y en su efecto constrictor sobre el esfínter liso uretral, producido por un mecanismo
de feed-back negativo que actúa a nivel ganglionar pélvico (reflejos 1 y 2 de Mahony).
DECISIÓN DE
REALIZAR LA MICCIÓN
Volición cortical
detrusoriana
Relajación de los músculos
del periné
ø R-3: reflejo perineal inhibidor del detrusor
ø R-12: reflejo perineo-bulbar inhibidor del detrusor
+ R-5: reflejo perineo-bulbar facilitador del detrusor
Tono reflejo
S.M.R.C.
INICIO DE LA CONTRACCIÓN
DEL DETRUSOR
+ activa
ø anula
Tono reflejo
P.M.R.C.
Tono reflejo
T.L.M.R.C.
ø R-1: reflejo simpático inhibidor del detrusor
ø R-2: reflejo simpático constrictor del esfínter
Figura 6
17
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Finalmente, y al mismo tiempo que se inician los estímulos originados en la
contracción del detrusor (figura 7), automáticamente disminuyen la tensión trigonal y del cuello vesical, que constituían el último origen de inhibición sobre los centros reflejos del detrusor antes de producirse la micción (reflejo número 4 de Mahony). Es a partir de ahora cuando
la estimulación originada por los impulsos emitidos con el inicio de la contracción del detrusor
no se detiene a nivel sacro, sino que por las columnas posteriores alcanza el P.M.R.C. al que
seguirá activando, produciendo un efecto multiplicador al estimular este núcleo a su vez, al
S.M.R.C. (reflejo número 6 de Mahony). Este progresivo aumento del tono reflejo del S.M.R.C.
mantiene y aumenta la inhibición, por el mecanismo anteriormente descrito, sobre el
T.L.M.R.C., lo cual va a mantener relajado el cuello vesical y el músculo liso de la uretra proximal (reflejo de Mahony número 7). El esfínter estriado uretral, que volitivamente había sido
relajado al inicio de la micción conjuntamente con el resto de la musculatura del suelo pélvico, continúa ahora en su relajación. Ello es gracias al efecto inhibidor que sobre el núcleo
pudendo sacro, tienen tanto el propio tono reflejo del S.M.R.C. (por sus recíprocas conexiones),
como las aferencias detrusorianas, que vehiculizadas por el nervio pélvico alcanzan directamente al núcleo pudendo (reflejo número 8 de Mahony).
INICIO DE LA CONTRACCIÓN
DEL DETRUSOR
Tensión del trígono
ø R-4:
reflejo uretroesfinteriano de alerta
Tensión del detrusor
+ R-8:
reflejo detrusoniano
de inhibición esfinteriana
+ R-7:
reflejo detrusoniano
de inhibición uretral
+ R-6:
reflejo detrusoniano
facilitador del detrusor
Tono reflejo
Tono reflejo
Tono reflejo
N. PUDENDO
T.L.M.R.C.
P.M.R.C.
Relajación del
esfínter estriado
Relajación del
esfínter liso
Tono reflejo
+ activa
ø anula
S.M.R.C.
PASO DE ORINA POR
LA URETRA
Figura 7
18
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Por último, el estímulo que supone el paso de la orina por la uretra (figura 8)
va a originar aferencias, que vía el nervio pudendo van a alcanzar al centro sacro del detrusor;
pero además, ascendiendo por los haces espino-talámicos se dirigen al centro pontino del
detrusor (reflejos números 9 y 10 de Mahony). Todo ello produce una estimulación a mitad del
vaciado, que sigue manteniendo la contracción del detrusor hasta el vaciado total, momento
en el que ya empiezan a disminuir las aferencias de contracción detrusoriana por el acortamiento de sus fibras. Igualmente, el mismo estímulo va a contribuir a mantener la relajación
del esfinter estriado hasta el final de la fase de vaciado, reforzando la inhibición del núcleo
pudendo antes descrita (reflejo número 11 de Mahony).
PASO DE ORINA POR
LA URETRA
+ R-9:
reflejo uretral
facilitador del detrusor
+ R-10:
reflejo uretral
facilitador del detrusor
Tono reflejo
Tono reflejo
Tono reflejo
P.M.R.C.
S.M.R.C.
N. PUDENDO
+ activa
ø anula
MANTIENEN
LA CONTRACCIÓN
DEL DETRUSOR
+ R-11:
reflejo uretral de
inhibición esfinteriana
MANTIENEN
RELAJADO EL
ESFÍNTER ESTRIADO
Figura 8
Una vez vacía la vejiga y cesado el flujo miccional, comenzará la secuencia de
mecanismos que conducirán a la continencia en la fase de llenado vesical. Esta fase la iniciamos
al contraer voluntariamente la musculatura del suelo pélvico al final de la micción, sobre todo
el músculo pubococcígeo. En primer lugar, anulamos con ello los estímulos propioceptivos de
elongación, emitidos por dicha musculatura, con lo que desciende el tono reflejo del centro
pontino y, consecuentemente, del centro sacro del detrusor (reflejo número 5 de Mahony).
Lógicamente dejan de existir asimismo los estímulos exteroceptivos originados con el paso de
orina por la uretra y que actuaban en el mismo sentido (reflejos números 9 y 10 de Mahony).
19
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Al iniciarse simultáneamente los impulsos propioceptivos de contracción, por el
acortamiento de las fibras de estos músculos, se transmiten vía nervio pudendo y cordones posteriores al centro reflejo pontino del detrusor; actuando con carácter inhibitorio sobre él (reflejo número 12 de Mahony), sumándose además la inhibición volitiva cortical a través del área
límbica. Estos mismos impulsos de contracción de los músculos perineales actúan segmentalmente inhibiendo el centro reflejo sacro del detrusor (reflejo número 3 de Mahony). Esta depresión de los centros reflejos detrusorianos anula todos los anteriores estímulos de contracción al
detrusor (reflejo número 6 de Mahony), produciendo la relajación de sus fibras, y cesando la
inhibición que ejercía el centro reflejo sacro de la micción sobre el centro simpático toraco-lumbar y, a través de éste, sobre el esfínter liso uretral (reflejo número 7 de Mahony).
El esfinter estriado, que había sido contraído inicialmente junto con el resto de
la musculatura del periné, seguirá manteniendo su tono al haber cesado los estímulos relajadores que se originaban con el paso de orina por la uretra y con la contracción de las fibras
del detrusor (reflejos números 8 y 11 de Mahony).
Sólo restará que se incorporen los mecanismos activos de continencia, iniciados
con los impulsos originados en la relajación del detrusor que, vía nervios pélvicos, alcanzarán
el centro sacro del detrusor y desde ahí serán transferidos al centro simpático toraco-lumbar
estimulándolo. Este, vía nervios hipogástricos, deprimirá la transmisión ganglionar pélvica
inhibiendo al detrusor, y estimulará la constricción del esfínter liso uretral por un mecanismo
α-adrenérgico (reflejos números 1 y 2 de Mahony).
Un último sistema de alerta en la continencia lo constituirá el progresivo aumento de la tensión trigonal (reflejo número 4 de Mahony) que origina aferencias propioceptivas y
exteroceptivas que alcanzan la médula y retroalimentan la inhibición del centro reflejo sacro del
detrusor. Estas aferencias continúan su tránsito por los cordones posteriores y haces espinotalámicos y se proyectan en el centro pontino reflejo del detrusor, que será así más inhibido, desencadenando a su vez un reflejo de contracción de la musculatura del suelo pélvico que, activando
los receptores de contracción, refuerzan la inhibición del P.M.R.C. y S.M.R.C. a su más alto grado.
Todo este conjunto de mecanismos asegura una fase estable de almacenamiento de orina que
nos libera de la micción durante un tiempo razonable en nuestra actividad social.
20
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
La correcta integración y funcionamiento de todas estas vías y centros implica
los siguientes componentes funcionales en una vejiga normal:
- Sensibilidad perineal intacta.
- Ausencia de alteraciones en la sensibilidad vesical y uretral.
- Aparición del primer deseo miccional a los 150-250 c.c. de repleción.
- Micción inminente con capacidad vesical entre 350-550 c.c.
- Presión intravesical inmodificada hasta que no se alcance la capacidad vesical.
- Iniciación o interrupción de la micción de modo voluntario.
- Presentación de la inhibición cuando ésta es requerida, volitivamente.
- Continencia durante el sueño.
Cuando los reflejos inhibidores periféricos fallan por cualquier motivo, se producirá una hiperactividad del detrusor. Así ocurrirá en todas aquellas alteraciones que produzcan una falsa información, por ejemplo:
- El incremento de la presión abdominal producido por un golpe de tos puede
desencadenar la micción al activar el reflejo 5.
- La disminución del tono del suelo pélvico puede ser interpretada como relajación del periné y desencadenar el reflejo 5 y anular el reflejo 3.
- El paso de la orina a la uretra por un incremento de presión intravesical en una
mujer con el cuello vesical incompetente desencadenará los reflejos 9, 10 y 11.
DETRUSOR HIPERACTIVO POR CAMBIOS EN LA
NEUROTRANSMISIÓN
En el detrusor encontramos neurorreceptores tanto del sistema parasimpático
como del simpático. Los neurorreceptores parasimpáticos serán colinérgicos del tipo muscarínico, distribuyéndose ampliamente por todo el detrusor, a excepción del trígono. Distribución
similar tienen los neuroefectores beta-adrenérgicos, mientras que en trígono y cuello vesical
se encuentran casi de forma exclusiva los alfa-adrenérgicos (figura 9).
21
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Receptores colinérgicos
Receptores beta adrenérgicos
Receptores alfa adrenérgicos
Figura 9
Durante la fase de llenado vesical, en la coordinación simpático-parasimpático,
hay un predominio del primero y una inhibición del segundo, produciéndose la estimulación de
los receptores beta-adrenérgicos del cuerpo vesical que relajan el detrusor, y la de los alfa-adrenérgicos del trígono y cuello que contraen el esfínter interno. Al contrario, en la fase de vaciado, el predominio es del parasimpático que a través de estímulos colinérgicos produce la contracción del detrusor, al mismo tiempo que acontece la inhibición del simpático que causa la
apertura del cuello y la uretra (tabla 2). El esfínter externo, como cualquier músculo estriado de
control voluntario, tiene receptores colinérgicos cuya estimulación produce contracción.
(Khana y Gonik, 1975)
LLENADO VESICAL
VACIADO VESICAL
• Protagonismo simpático:
α-adrenérgico
β-adrenérgico
• Protagonismo parasimpático:
estímulo colinérgico
• Inhibición parasimpática
• Inhibición simpática
Tabla 2
Pueden producirse las siguientes alteraciones a nivel de la neurotransmisión:
- Cambios en el tipo de neurotransmisor
- Cambios cuantitativos en los neurotransmisores
- Cambios en el detrusor:
• de la densidad de neurorreceptores
• de la afinidad de los neurorreceptores
22
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
En la hiperplasia benigna prostática se producen cambios aún no bien conocidos a nivel de los neurorreceptores y neurotransmisores vesicales, que facilitan una respuesta
hiperactiva de la vejiga. Existen además otros factores que, dada la importancia de la HBP en
Urología, merece ser comentada aparte.
DETRUSOR HIPERACTIVO EN LA HIPERPLASIA BENIGNA
PROSTÁTICA
La hiperplasia benigna prostática es una enfermedad frecuente del varón
anciano. Aproximadamente el 70 % de los hombres mayores de 70 años presenta cambios histológicos de hiperplasia nodular prostática, aunque solo en el 25 % aparecerán trastornos clínicos que precisen tratamiento.
El crecimiento de la glándula prostática da lugar a obstrucción infravesical, por
elongación y compresión de la uretra posterior (crecimiento de los lóbulos laterales), y por elevación del cuello y efecto valvular (crecimiento del lóbulo medio). Como consecuencia de este
fenómeno obstructivo, la musculatura vesical reacciona hipertrofiándose en un esfuerzo compensador, lo que se traduce morfológicamente en trabeculación vesical. Además de la hipertrofia de músculo liso, aumenta el contenido en colágeno y fibroblastos. Si la obstrucción se
prolonga en el tiempo, la capacidad contráctil del detrusor puede claudicar, derivando en una
insuficiencia del detrusor. Así, la pared vesical se puede adelgazar, aumenta el residuo postmiccional, se pierde el efecto valvular antirreflujo de los orificios ureterales y aparece el subsiguiente reflujo y dilatación ureteral bilateral. El estadio final evolucionado sería una insuficiencia renal crónica por uropatía obstructiva.
Se sabe que cuantitativamente se reduce la inervación autonómica de la vejiga,
produciéndose una denervación parcial con hipersensibilidad colinérgica. Cualitativamente, la
obstrucción produce una alteración en el mapa de los neurorreceptores a nivel del cuerpo vesical, incrementándose los α-receptores en detrimento de los β-receptores. Esto configuraría un
detrusor inestable de causa adrenérgica. Esta podría ser la base fisiopatológica que explicaría
la alta frecuencia de hiperactividad del detrusor en los casos de obstrucción infravesical (alre-
23
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
dedor del 45-63% de los pacientes). La inestabilidad vesical se expresará clínicamente como
polaquiuria, nicturia, micción imperiosa, dolor suprapúbico e incontinencia de urgencia.
Otro factor importante es la compresión de la uretra posterior por el crecimiento prostático, produciéndose un aumento de los impulsos sensitivos aferentes. Por un
lado, esto puede provocar una urgencia sensorial y, por otro, se pueden activar de forma refleja las vías uretra-detrusor, lo que originaría un detrusor hiperactivo por alteración en los reflejos miccionales. La presencia de sonda e infecciones sobreañadidas en pacientes prostáticos
son otros factores causantes de detrusor inestable con expresión clínica de síndrome irritativo.
Sin embargo, en el contexto de los enfermos con HBP, no siempre es correcto
relacionar los síntomas irritativos (urgencia, frecuencia) con detrusor inestable. Hay autores
que opinan que esta correlación es más frecuente en pacientes con incontinencia de urgencia,
siendo menos probable en los que tienen urgencia sin incontinencia. En estos últimos, la
urgencia puede venir determinada por las altas presiones miccionales compensadoras del
fenómeno obstructivo.
En los pacientes con HBP y sintomatología predominantemente irritativa es
interesante realizar un estudio urodinámico con el fin de determinar el comportamiento del
detrusor. Los pacientes con detrusor inestable y baja acomodación vesical tienen muchas posibilidades de presentar incontinencia postquirúrgica por persistencia de la hiperactividad del
detrusor. Es difícil predecir si la inestabilidad desaparecerá tras la cirugía (al desaparecer el proceso obstructivo que la inducía), o persistirá. Los pacientes con síntomas predominantemente
irritativos antes de la cirugía tienen una tendencia a la persistencia de la sintomatología tras
la misma, mientras que los que tenían síntomas fundamentalmente obstructivos, suelen corregir la inestabilidad tras la intervención.
La obstrucción provoca además de inestabilidad, una baja acomodación vesical
y unas altas presiones miccionales (para poder vencer la obstrucción). Sólo si el detrusor claudica, tendremos bajas presiones de vaciado, pudiendo llegar a un detrusor hipoactivo, y en
casos extremos, acontráctil.
24
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
DETRUSOR HIPERACTIVO DE CAUSA PSICOLÓGICA
La vejiga es la única víscera cuya actividad está sometida a la voluntad,
pudiendo iniciar e interrumpir la micción cuando el control consciente se ha establecido. Sin
embargo, a diferencia del control voluntario del músculo esquelético, no podemos graduar la
intensidad de la actividad contráctil del detrusor.
La micción es un logro tardío de control de nuestro organismo; sólo la genitalidad aparece en el individuo en una fase posterior, y descansando su actividad sobre los mismos nervios y núcleos que la dinámica miccional.
Al estar el detrusor bajo el control consciente y voluntario, será vulnerable a
cualquier alteración psicológica. Así, se han establecido tres mecanismos psicógenos causantes
de hiperactividad del detrusor: sensorial, emocional y genuino.
MECANISMO SENSORIAL
La contracción involuntaria del detrusor –respuesta hiperactiva– está desencadenada por estímulos externos que activan los sentidos:
tacto: frío, agua …
vista: agua, lluvia …
oído: grifo, lluvia …
El córtex tiene intelectualizado el reflejo miccional para estos estímulos, por lo
que ante ellos se desencadena la contracción del detrusor de un modo automático.
25
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
MECANISMO EMOCIONAL
El individuo, ante emociones fuertes y súbitas como la angustia, el miedo, el
placer, etc... , libera el reflejo miccional desde el sistema límbico. Ello provocará además de la
contracción involuntaria desencadenada, la relajación inapropiada de la uretra.
Quizás en este grupo es donde tendríamos el mayor número de pacientes que
no consultan, sobre todo en aquellos casos de hiperactividad relacionados con el orgasmo
femenino.
MECANISMO GENUINO
Tiene relación con fobias o manías personales muy generalizadas y ajenas a
otras connotaciones emocionales. La hiperactividad del detrusor se desencadena en estos sujetos ante situaciones embarazosas inconscientes asociadas con el deseo miccional, como son la
proximidad a la vivienda, darle al mando a distancia de la puerta del garaje, poner la llave en
la cerradura, abrir la puerta, subir al ascensor, etc.
En estos casos el sujeto sabe perfectamente cuáles son los desencadenantes de
su urgencia miccional, expresión clínica de la hiperactividad contráctil del detrusor. El hecho
de que las situaciones desencadenantes suelan ser las mismas para un mismo sujeto, y muy
parecidas entre los distintos sujetos, hace presuponer la existencia de un mecanismo de conducta ajeno a la casualidad y que aún nos es desconocido.
DETRUSOR HIPERACTIVO SECUNDARIO A DAÑO
NEUROLÓGICO: VEJIGA NEURÓGENA
El término vejiga neurógena engloba todas las alteraciones de la dinámica miccional cuyo origen está en el sistema nervioso, excluyendo los psicógenos. Por su frecuencia,
26
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
gravedad, connotaciones psicosociales y económicas, la vejiga neurógena es una de las patologías más importantes y por ello vamos a dedicarnos a su estudio en un apartado independiente, aunque bien podríamos considerar la vejiga hiperrefléxica como un detrusor hiperactivo secundario a alteraciones del reflejo miccional.
La incidencia de vejiga neurógena en nuestra población es díficil de conocer,
incluso de dar valores aproximados con cierto margen de fiabilidad. A pesar de su alta incidencia en un gran número de enfermedades neurológicas, y de su impacto sanitario y social,
hay escasos estudios epidemiológicos y de éstos, la mayoría son hospitalarios en los que sólo
se han codificado a los enfermos que han sido ingresados en el hospital, escapándose toda la
población ambulatoria afecta de vejiga neurógena.
Las alteraciones neurológicas que más frecuentemente aparecen y pueden cursar con anomalías vésico-esfinterianas son: accidentes vasculocerebrales, enfermedad de
Parkinson, lesiones medulares, esclerosis múltiple, mielomeningocele y neuropatía diabética.
Se han realizado múltiples clasificaciones sobre la etiología de la vejiga neurógena. Posiblemente, desde un punto de vista urodinámico, la más práctica sea la descrita a
continuación (figura 10), ya que se tiene en cuenta la localización del daño neurológico con
un patrón de alteración miccional bastante común:
- Lesiones cerebrales.
- Lesiones medulares: altas y bajas.
- Lesiones de los nervios periféricos.
Nosotros hablaremos sólo de las lesiones cerebrales y de las lesiones medulares
altas, donde el comportamiento del detrusor es hiperactivo.
27
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
• Traumatismos craneoencefálicos
CEREBRO
• Accidentes vásculocerebrales
(embolia y trombosis cerebral)
CEREBELO
LESIONES ALTAS
MÉDULA
• Tumores cerebrales
• Esclerosis múltiple
• Senilidad
• Arterioesclerosis
• Parkinson
Lesión en los nervios
• Tetraplejia
• Diabetes
• Sección traumática
• Sección quirúrgica
• Paraplejia
• Mielomeningocele
• Esclerosis múltiple
HIPOGÁSTRICO
PÉLVICO
LESIONES BAJAS
PUDENDO
Trígono
LESIONES CEREBRALES
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
ESFINTER INTERNO
ESFINTER EXTERNO
Ano
Figura 10
LESIONES CEREBRALES
Las lesiones cerebrales producen Ia interrupción de las vías que conectan el córtex cerebral con el núcleo pontino y, consecuentemente, la pérdida del control voluntario.
Cuando la vejiga está llena, se contraerá por acción de su arco reflejo parasimpático medular,
sin que el sujeto pueda evitarlo, aunque tenga preservado el deseo miccional y sea consciente
de que va a orinarse.
28
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
En todas las lesiones cerebrales se produce el daño sobre los centros y vías nerviosas responsables del control voluntario y consciente de la micción. El paciente es, casi siempre, consciente del deseo miccional y de la micción pero no puede evitarla ya que las vías nerviosas responsables de inhibir la micción están interrumpidas. Como el arco reflejo estará
íntegro en los tres núcleos medulares (pudendo, simpático y parasimpático), cuando la vejiga
esté llena, los estímulos que llegan por el nervio pélvico a su núcleo parasimpático harán que
éste se "dispare" y dé la orden de contracción del detrusor, que el paciente no puede inhibir.
Esta hiperactividad del detrusor recibe el nombre de hiperreflexia.
Como el centro pontino coordinador de los tres núcleos medulares no está
dañado, habrá una coordinación perfecta, por lo que cuando el detrusor se contrae, los esfínteres están abiertos (sinergia). La micción es normal en todos los aspectos a excepción de que
no es controlada por la voluntad (figura 11).
LESIONES CEREBRALES
DETRUSOR HIPERACTIVO
SINERGIA
Figura 11
La incontinencia es de urgencia, estando presente un fuerte deseo de orinar
que el paciente no es capaz de controlar. Este tipo de incontinencia con micción coordinada
no suele acompañarse de complicaciones renales, ya que la dinámica de la vejiga y uretra es
normal y coordinada.
LESIONES CEREBRALES:
Incontinencia caracterizada por una micción coordinada y completa que el
sujeto no podrá evitar voluntariamente.
29
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
En este grupo quedan englobadas diversas patologías (tabla 3), de las cuales
merecen ser resaltadas por su frecuencia los accidentes cerebrovasculares, la enfermedad de
Parkinson, la esclerosis múltiple y la incontinencia de urgencia senil.
Enfermedades encefálicas
Patologías
Accidentes vásculocerebrales
Esclerosis múltiple
Enfermedad de Parkinson
Tumores medulares
Traumatismos creaneoencefálicos
Senilidad
Daño neurológico
Lesión de vías y/o centros corticoreguladores del circuito I de Bradley, entre
el córtex y el Núcleo Pontino
Clínica
Síndrome miccional irritativo:
• Urgencia miccional
• Frecuencia aumentada
• Incontinencia urinaria
Fisiopatología
Alteración de la fase de llenado vesical
Urodinámica
Hiperreflexia del detrusor con coordinación de esfínter
Tabla 3
LESIONES MEDULARES ALTAS
El comportamiento del detrusor en una lesión medular va a depender de que
ésta sea completa o incompleta y, fundamentalmente, del nivel en que se produzca el daño
medular. Nosotros haremos referencia sólo a las lesiones medulares altas, dado que en las
bajas el detrusor no se comporta como hiperactivo, sino como hipo/arrefléxico.
Las lesiones medulares altas se localizan entre el núcleo pontino y los tres
núcleos medulares de la micción. Van a afectar a la médula cervical y torácica. Los núcleos
medulares de la micción quedan indemnes, conservando, por tanto, sus arcos reflejos. El daño
afecta a las vías nerviosas que, procedentes del núcleo pontino, son las responsables de coordinar a los núcleos de la micción y, por lo tanto, lograr la acción sincrónica de la vejiga y de la
30
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
uretra. Las vías nerviosas moduladoras están interrumpidas y los arcos reflejos medulares están
liberados de su control. Si la lesión es completa, la vejiga se comporta de forma automática de
manera que cuando se llena, se vacía sin que el sujeto sea consciente de ello, a diferencia de
lo que ocurría en las lesiones neurológicas cerebrales.
Otra importante diferencia es que al no estar modulada la coordinación parasimpático-simpático-pudendo por el núcleo pontino, los arcos reflejos liberados producirán
acciones en vejiga y uretra no coordinadas; esta alteración recibe el nombre de disinergia. Esta
falta de coordinación de los núcleos medulares de la micción va a suponer que la vejiga inicie
la fase de vaciado por contracción del detrusor estando el cuello vesical y el esfínter externo
de la uretra cerrados, impidiendo o dificultando la salida de orina. Por el contrario, durante la
fase de llenado se pueden relajar los esfínteres dándose la incontinencia sin contracción del
detrusor (figura 12).
LESIONES ALTAS
DETRUSOR HIPERREFLEXICO
URETRA HIPERACTIVA
DISINERGIA
Figura 12
En las lesiones medulares altas la incontinencia se va a producir por contracciones del detrusor no controladas por la corteza cerebral ni por el núcleo pontino. El arco
reflejo parasimpático se disparará sin control, por lo que estaremos ante un detrusor hiperrefléxico. Esta hiperreflexia sumada a la disinergia va a tener importantes consecuencias sobre
el tracto urinario superior por la hiperpresión vesical generada.
31
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
LESIONES MEDULARES ALTAS:
Incontinencia caracterizada por una micción disinérgica, incompleta, con
residuo vesical, en la que se desarrollan altas presiones dentro de la vejiga
para conseguir el vaciado contra una uretra que no se relaja.
En la tabla 4 se resume la etiología, fisiopatología y consecuencias clínicas de
las lesiones medulares altas.
Enfermedades medulares
Patologías
Accidentes vásculomedulares
Traumatismo medular
Esclerosis múltiple
Estenosis de canal medular
Hernia de disco
Tumores medulares
Médula trabada
Espondilosis
Aracnoiditis
Tabes dorsal
TBC vertebral
Mielitis
Daño neurológico
Lesión de los circuitos II y IV de Bradley y del haz reticuloespinal
Los núcleos y los arcos reflejos de la micción están indemnes
Clínica
Dependiendo de que la lesión sea completa o incompleta:
• Síndrome miccional irritativo
• Síndrome miccional obstructivo
Fisiopatología
Alteración de las fases de llenado y vaciado vesical
Urodinámica
Hiperreflexia del detrusor y disinergia de esfínteres
Tabla 4
32
FASCÍCULO - VI
Detrusor hiperactivo (I): fisiopatología
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
En resumen, en la vejiga neurógena se producirá hiperactividad del detrusor en
los casos de lesiones cerebrales y medulares altas. En las lesiones de la médula baja y de los
nervios periféricos lo más frecuente es la hipo/arreflexia, aunque puede producirse también
hiperactividad en algunos casos de lesiones incompletas.
OTRAS CAUSAS DE HIPERACTIVIDAD
- Secundaria a procesos urológicos:
- infecciones
- litiasis vesical
- cistitis intersticial
- tumores
- cistitis rádica
- otros
- Secundaria a patología de órganos vecinos:
- enfermedades del aparato genital femenino
- enfermedades ano-rectales
Teniendo en cuenta la multiplicidad etiológica de la hiperactividad del detrusor y la posible resolución del factor causal, y con ello de la alteración vesical, es evidente que
en todos estos pacientes es imprescindible poner en marcha una sistemática diagnóstica de
complejidad progresiva, que nos lleve a la catalogación del origen del proceso.
33
Diseño y maquetación:
Carlos Aragón
Sección de Comunicación e Imagen de LABORATORIOS INDAS, S.A.
Edita:
LABORATORIOS INDAS, S.A. -Departamento CientíficoCº de las Huertas, 2
28223 POZUELO (madrid)
Tel 91 509 60 00
www.indas.es • E-mail: [email protected]
Imprime:
NUMANCIA
Carolina Coronado,44
28017 MADRID
Depósito Legal: M-
-1999
Manual práctico
sobre
Incontinencia Urinaria
Coordinado por:
Eduardo Martínez Agulló
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Fascículo - 7
Detrusor hiperactivo:
diagnóstico y tratamiento
Eduardo Martínez-Agulló
Juan Pablo Burgués Gasión
José Luis Ruiz Cerdá
Salvador Arlandis Guzmán
Juan Fernando Jiménez-Cruz
Servicio de Urología Hospital Universitario La Fe
Valencia
FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
VI
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
CAPÍTULO - 1
Diagnóstico
1
FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
DIAGNÓSTICO
La presencia de actividad contráctil del detrusor durante el llenado vesical, ajena al control cortical consciente y voluntario, sólo puede objetivarse mediante procedimientos urodinámicos. La cistomanometría es la única prueba diagnóstica capaz de evidenciar la
presencia de actividad contráctil y, al mismo tiempo, cuantificar y cualificar la magnitud y
características de la misma. La urodinámica tiene una fiabilidad diagnóstica respecto a la hiperactividad del detrusor del 100% en el caso de que ésta sea evidenciada durante el estudio,
pero si no es así, no podremos deducir que la hiperactividad no existe, sino que no la hemos
sabido reproducir en nuestro laboratorio y, en este caso, tenemos que dar credibilidad a la
valoración clínica. De hecho, en todas las publicaciones respecto a la coincidencia diagnóstica
clínica y urodinámica en la hiperactividad del detrusor, concretando de forma especial en el
detrusor inestable, se comprueba la marcada diferencia que existe entre el diagnóstico clínico
y los hallazgos urodinámicos.
La hiperactividad del detrusor se manifiesta clínicamente por un síndrome miccional irritativo con frecuencia, imperiosidad e incontinencia de urgencia. Es importante determinar la magnitud de las pérdidas, los factores desencadenantes y la repercusión social para el
paciente. En la anamnesis general valoraremos, además de la historia urológica, la posible presencia de patología ginecológica, neurológica, anorrectal y sistémica. Es necesario también investigar sobre la toma de fármacos por otras indicaciones que actúen sobre los neurotransmisores
del tracto urinario, tal como ocurre con psicofármacos, broncodilatadores, hipotensores y otros.
En lo referente a la exploración física especial importancia tiene la preservación
de los centros, vías y nervios de la micción, que pueden explorarse por medio del tono y contractilidad del periné, control voluntario del esfínter anal, reflejos anal, bulbo-cavernoso y de
la tos, así como la sensibilidad de todos los dermatomos sacros. Nos confirmarán la presencia
de normalidad o de daño neurológico.
En los varones debe practicarse un tacto rectal para descartar hiperplasia
benigna de próstata, y en las mujeres valoraremos el trofismo, elasticidad y movilidad de la
vagina, la presencia de “celes”, las características de la uretra y los posibles escapes de orina
con la tos.
3
FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Una vez finalizada la historia clínica, el diagnóstico de vejiga hiperactiva precisa de la objetivación de contracciones involuntarias durante la fase de llenado vesical en el
estudio urodinámico. Por otro lado, exploraciones radiológicas como la urografía intravenosa,
la uretrocistografía o la ecografía, nos ofrecerán información sobre el posible daño que la disfunción vesical haya podido ocasionar en el tracto urinario.
Vamos a ver con detalle aquellos aspectos más relevantes de la anamnesis neurológica, digestiva, sexual y urológica, la exploración física neurológica y urológica específica,
las pruebas radiológicas más frecuentemente indicadas y, finalmente, las bases, la sistemática
y la interpretación del estudio urodinámico.
ANAMNESIS GENERAL
Con el objeto de conocer cuáles son las condiciones del paciente y determinar
la existencia de factores externos y disfunciones de las vías urinarias responsables de la hiperactividad, la valoración debe iniciarse con una completa anamnesis. Actualmente, los avances
en los métodos diagnósticos hacen olvidar con frecuencia que la semiología clásica y su inteligente valoración sigue conservando todo su valor en la medicina moderna. Esta circunstancia
es especialmente verdadera en la incontinencia urinaria.
Una vez determinado el motivo de consulta o síntoma principal se investigará
acerca de aquellos antecedentes personales y enfermedades concomitantes cuyo conocimiento nos pueda ser de interés:
• Patología neurológica. Preguntaremos sobre la existencia de accidente vasculocerebrales, enfermedad de Parkinson, enfermedades desmielinizantes, etc. Incluso en
ausencia de antecedentes de este tipo es necesario sistematizar la búsqueda ante cualquier
disfunción vésico-esfinteriana que nos sugiera hiperreflexia. Para ello, la respuesta a preguntas que evidencien la existencia de alteraciones neurológicas será de gran utilidad:
4
FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
- cambios en la visión
- dolor de cabeza
- inestabilidad
- mareos y vértigos
- parestesias
- temblor y torpeza de movimientos
- debilidad en las extremidades
- neuralgias
- alteraciones de la motricidad y sensibilidad
• Alteraciones intestinales. La inervación simpática y parasimpática del intestino así como la pudenda del esfínter anal pueden ser afectadas por la misma causa etiológica
de la vejiga neurógena, por ello se preguntará sobre el ritmo defecatorio, control voluntario
del esfínter anal, y sensibilidad diferenciada entre gases y heces tanto para su deseo de expulsión como durante la misma.
• Anamnesis sexual. El tracto urinario inferior y los genitales externos poseen
la misma inervación. Alteraciones de la dinámica vesicoesfinteriana pueden por tanto asociarse a disfunciones en la esfera sexual.
• Enfermedades sistémicas. Numerosas enfermedades sistémicas pueden tener
repercusión sobre el sistema nervioso central o el periférico y, por tanto, sobre la correcta función del aparato urinario: diabetes mellitus, alcoholismo, carencias vitamínicas, alteraciones
del equilibrio hidro-electrolítico, etc.
• Alteraciones del aparato locomotor. Producen torpeza y lentitud en los movimientos, lo cual incidirá de forma negativa en los pacientes con incontinencia por hiperactividad del detrusor.
• Intervenciones quirúrgicas. Es necesario recoger la máxima información sobre
intervenciones previas sobre el tracto urinario inferior (resección transuretral de próstata, uretrotomías, esfinterotomías), cirugía abdomino-pélvica (resección anterior de colon, amputa-
5
FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
ción abdomino-perineal de recto, histerectomías) y cirugía sobre la columna vertebral (descompresiones, laminectomías).
• Medicación tomada por el paciente. Es importante también investigar sobre
la toma de fármacos por otras indicaciones que actúen sobre los neurotransmisores del tracto
urinario. Todos los fármacos psicotropos tienen acción en mayor o menor grado sobre la función vesicoesfinteriana. Los diuréticos pueden agravar la incontinencia del anciano, dada la
incapacidad física que tienen para alcanzar el baño a tiempo. Los fármacos beta-bloqueantes
(propanolol) disminuyen el umbral para la contracción del detrusor.
ANAMNESIS DIRIGIDA
Con el fin de definir bien la sintomatología miccional realizaremos una anamnesis específica y dirigida para obtener una orientación aproximada del problema y de su severidad.
El síndrome miccional irritativo con urgencia, frecuencia e incontinencia es la
expresión clínica de la alteración de la fase de llenado vesical causada por la hiperactividad del
detrusor. Nos confirmarán esta sospecha la presencia de deseo miccional previo al escape de
orina y de desencadenantes como el contacto con el agua o el frío, situaciones como la llavecerradura o la puerta-ascensor-garaje-casa, y la falta de relación con los esfuerzos. El diario
miccional, si evidencia frecuencia miccional y urgencia, nos hará pensar también en la existencia de hiperactividad.
La forma de inicio de la sintomatología (brusca o insidiosa), la duración, su
posible variabilidad estacional, los factores desencadenantes, así como la cuantificación de la
pérdida de orina y su repercusión en las situaciones laboral, económica, educacional, social,
familiar y personal, deben ser evaluados dentro de la historia clínica.
Además del síndrome irritativo típico de la alteración de la fase de llenado vesical (frecuencia, urgencia, incontinencia, dolor suprapúbico o uretral, nicturia), no hay que olvi-
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
dar que en algunos casos de hiperactividad secundaria a obstrucción, existirán síntomas obstructivos asociados, por alteración de la fase de vaciado vesical (chorro débil, disuria o dificultad
para la micción, retención urinaria, goteo postmiccional, interrupción de la micción, nicturia).
Síntomas de la fase de llenado (irritativos):
- aumento de la frecuencia miccional
- urgencia, imperiosidad
- deseo miccional constante
- incontinencia
- molestias uretrales
- molestias suprapúbicas
- nicturia
Síntomas de la fase de vaciado (obstructivos):
- chorro débil
- dificultad de la micción
- retención urinaria
- goteo postmiccional
- interrupción de la micción
- nicturia
EXPLORACIÓN FÍSICA
Deberá ser lo más exhaustiva posible, con el fin de descubrir patologías no sólo
urológicas, sino también sistémicas o neurológicas responsables de la incontinencia. Para ello,
podemos sistematizar la exploración física de la siguiente manera:
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
- Descartar la existencia de daño neurológico: para ello realizaremos una exploración metamérica que nos ayude a localizar topográficamente los niveles
lesionales y a continuación una exploración específicamente neurourológica
para valorar la alteración de los circuitos, centros y mecanismos reflejos que
coordinan la micción.
- Valoración de genitales femeninos: descartar “celes” e incontinencia de esfuerzo asociada.
- Descartar la presencia de obstrucción: practicar tacto rectal en varones.
- Palpación abdominal: detección de globo vesical o masas pélvicas que puedan
comprimir extrínsecamente la vejiga.
- Reconocimiento general para descartar enfermedades cardiovasculares y otras
afecciones sistémicas.
EXPLORACIÓN NEUROLÓGICA METAMÉRICA
Semiología sensitiva
Es orientador explorar la sensibilidad superficial, básicamente la dolorosa, de
los dermatomas cutáneos (figura 1). Nos interesan aquellos que corresponden a las metámeras medulares donde se sitúan los diferentes centros miccionales.
Figura 1
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
La exploración de dermatomas toracolumbares aporta información en lesiones
situadas en centros simpáticos (Th11-L2), pero son las metámeras sacras las que se explorarán de
un modo sistemático:
- S1: abarca la cara lateroexterna del quinto dedo, borde externo y planta del pie.
- S2: está representada básicamente en la cara posterior de la pantorrilla y muslos, alcanzando hasta los glúteos.
- S3: se entremezcla con S2 a nivel del muslo, alcanzando también los glúteos en
una zona más interna que S2.
En el hombre es muy selectiva la representación de S3 a nivel del glande y surco balanoprepucial, mientras que en la mujer los labios y el clítoris corresponden a S2. Los dermatomas correspondientes a S3, S4 y S5 se encuentran representados en círculos concéntricos
alrededor de los márgenes del ano.
Semiología motriz
La exploración de la motilidad está basada en el balance de aquellos músculos
cuya inervación es fundamentalmente sacra (tabla 1).
Aductor dedo gordo
S1 - S 2
Flexor largo dedo gordo
L5 - S1 - S 2
Cuadrado plantar
S1 - S 2
Lumbricales
L4 - L5 - S1 - S 2
Interóseos
S1 - S 2
Sóleo
L5 - S1 - S 2
Gemelos
S1 - S 2
Semitendinoso
L4 - L5 - S1 - S 2
Semimembranoso
L4 - L5 - S1 - S 2
Bíceps femoral
L5 - S1 - S2 - S 3
Glúteo mayor
L4 - L5 - S1 - S 2
Músculos perineales y esfínteres
S2 - S3 - S4
Tabla 1
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
La exploración de los músculos perineales y esfinterianos con inervación dependiente del segmento espinal S2-S3-S4 ofrece una respuesta más específica que todos los grupos
musculares de la Tabla 2. Para su exploración introducimos un dedo enguantado en el orificio
anal del paciente, indicándole que cierre el esfínter; notaremos el aumento de la presión de
éste sobre el dedo explorador si hay integridad del núcleo y nervio pudendo, incluido el circuito IV de Bradley.
Reflejos
Exploramos aquellos cuyos centros medulares coinciden con áreas en las que se
ubican los centros miccionales.
REFLEJOS SUPERFICIALES O CUTÁNEOS:
- Abdominal inferior: se explora en ambos lados, consistiendo en el tensado de los
músculos abdominales o la frotación del área cutánea suprayacente. Usualmente
se hace que el ombligo se mueva en dirección al área estimulada. Sus aferencias
y eferencias discurren por las raíces D10-D12.
- Cremastérico: produce la elevación del testículo homolateral al frotar la cara
interna del muslo. La aferencia y eferencia viaja por el nervio crural y su metámera es la L1.
- Plantar: se consigue una flexión plantar de los dedos del pie al frotar el borde
externo de la planta. Su aferencia discurre por el nervio tibial, y el centro medular está situado en S1-S2.
- Anal: produce la contracción del esfínter anal, al frotar el área perineal o al
insertar un dedo en el recto; sus aferencias y eferencias discurren a través de
los nervios pudendos, encontrándose el centro medular en S3-S4.
REFLEJOS PROFUNDOS:
- Aquíleo: consiste en la flexión plantar del pie al percutir con un martillo en el
tendón de Aquiles. Sus vías aferentes y eferentes caminan por el nervio tibial,
situándose el centro en S1-S2.
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
REFLEJOS VISCERALES:
- Bulbo-cavernoso (figura 2): realizando la compresión del glande, pinzamiento
del clítoris o tracción mediante una sonda de Foley, se nota una contracción
espástica tactable del esfínter anal. Las aferencias y eferencias son conducidas
por los nervios pudendos a su centro somático sacro en S3-S4, por lo que su positividad nos indicará integridad de dicho nervio y dicho centro.
Este reflejo se objetiva gráficamente recogiendo la respuesta electromiográfica del esfínter externo uretral. También observamos un incremento de las presiones en el perfil de presión uretral utilizando los mismos estímulos.
Aprovecharemos la realización de este reflejo para explorar el tono del esfínter anal y su contracción voluntaria. Su integridad nos confirma el control
voluntario del esfínter externo de la uretra y la capacidad para interrumpir la
micción.
REFLEJO BULBOCAVERNOSO
S3
S4
Esfínter externo
Glande
Pinzar
Ano
Sonda
Contracción
Figura 2
Traccionar
- Reflejo de la tos (figura 3): se introduce un dedo en el ano, se hace toser al
paciente y la contracción del esfínter anal, sincronizada con la tos, indica indemnidad medular D6-D12, aceptando que el centro sacro se encuentra intacto.
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
REFLEJO DE LA TOS
Diafragma
Contracción
Médula
Incremento de la
presión abdominal
Vejiga
N. Pudendo
Tensión
Contracción
Figura 3
Suelo pélvico
TEST DEL AGUA HELADA (figura 4):
Se introduce en la vejiga 50 cm3 de agua a 5 ºC mediante una embolada a través de una sonda vesical; se retira la sonda y, antes de un minuto, se produce la micción del
líquido introducido, indicando su positividad. La prueba se valora gráficamente dejando la
sonda alojada en vejiga y conectándola a un cistomanómetro.
El test del agua helada positivo es siempre patológico, siendo negativo en un
sujeto normal donde sólo da lugar a una sensación de frialdad suprapúbica. En la mayoría de
pacientes con lesión medular suprasacra, con vejiga neurógena hiperrefléxica, el reflejo es
positivo, mientras que será negativo en vejigas inestables de origen no neurogénico. Por tanto, la utilidad clínica del test está en el diagnóstico diferencial entre la inestabilidad vesical y
la vejiga neurógena hiperrefléxica.
Las vías aferentes y eferentes de este reflejo discurren a través de los nervios
pélvicos, encontrándose el centro reflexógeno a nivel S2-S3-S4. La positividad del test indica
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
integridad del arco reflejo sacro y desconexión de este de la influencia inhibitoria supramedular. En las personas mayores de 65 años con incontinencia urinaria, el test del agua helada
es positivo en más del 60% de los casos.
Este mismo test, pero utilizando contraste yodado (test de Rovira Rosell), nos
proporciona al mismo tiempo una cistouretrografía miccional, difícil de conseguir de otra forma en las vejigas neurógenas hiperactivas.
Cortex
TEST DEL AGUA HELADA
Contracción
Núcleo
Pontino
Control de la micción
Vejiga
Lesión
N. Pudendo
H2O helada
S2
S3
S4
Figura 4
EXPLORACIÓN NEUROUROLÓGICA ESPECÍFICA
Sensibilidad uretrovesical
Una adecuada anamnesis nos informa sobre su situación. Así, valoraremos:
- Deseo miccional: se origina en las terminaciones propioceptivas del detrusor,
cuando la presión intravesical ha sobrepasado el umbral de reposo, o ha sido
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
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incrementada por la iniciación voluntaria de la micción. Los impulsos llegan a
la médula y centros superiores a través de los nervios pélvicos e hipogástricos,
ya que en denervaciones bilaterales de una sola de estas vías no se suprime el
deseo miccional. La sensación cesa durante la contracción vesical.
- Sensación de micción inminente: está probablemente originada por la estimulación de los propioceptores del suelo pélvico, que se transmite hasta la médula por los nervios pudendos, alcanzando posteriormente a través de los cordones posteriores, el tálamo y el córtex sensitivo. También deriva de las
contracciones vesicales vehiculadas de los nervios pélvicos.
- Sensación de paso de orina por la uretra: el aumento de presión en la uretra
posterior o el contacto de las primeras gotas de orina con la mucosa uretral
posterior, junto con la sensación térmica, es registrado por los receptores uretrales, que vía nervio pudendo, transmiten la sensación al centro sacro de la
micción a la vez que informan a los centros superiores.
- Sensación de dolor: es captada por los aferentes de ambas cadenas vegetativas, ascendiendo por los tractos de conexión intersegmentaria medular y los
haces espinotalámicos hacia la esfera consciente.
Exploración de los circuitos neurológicos miccionales
Circuito o loop I:
Su integridad nos la va a definir el inicio y supresión voluntaria de la contracción del detrusor, controlada cistomanométricamente. Para ello, las áreas corticales detrusorianas y sus conexiones con el área límbica, ganglios de la base y tálamo deben estar indemnes. De no ser así, aparecerá la respuesta denominada hiperactividad del detrusor a bajo
umbral, que además no es inhibida.
Se altera este circuito en tumores cerebrales, enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple, accidentes vasculares cerebrales, traumatismos craneoencefálicos, demencias y
otras afecciones encefálicas.
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
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Circuito o loop II, y loop feed-back positivo:
Clínicamente determinamos su componente inhibitorio con el test del agua
helada ya descrito. Es negativo si el centro sacro de la micción está bajo gobierno del núcleo
pontino de la micción y del córtex, que lo inhibirá.
Su componente coordinador de vaciado completo exigen dos exploraciones
individuales y complementarias:
- Flujometría: se requiere un volumen no inferior a 200 cc que nos descarte, por
sus características, obstrucción orgánica del tracto de salida uretral.
- Cistomanometría (con toma de presión abdominal): se introduce en la vejiga
un volumen conocido de agua destilada, que al final de las pruebas cistomanométricas se evacúa totalmente por una micción normal. En esta no debe utilizarse prensa abdominal por parte del paciente, lo cual podremos verificarlo
con el registro de la presión intraabdominal. A pesar de todo, esta aumentará
ligeramente por la fijación de los músculos abdominales y diafragma, previa a
toda micción voluntaria. Posteriormente comprobamos el vaciado completo
midiendo la orina residual, que debe ser nula.
Este circuito está interrumpido en lesiones medulares suprasacrales completas
e incompletas por tumores medulares, esclerosis múltiples y otras afecciones medulares.
Circuito o loop III:
El correcto funcionamiento del mismo obliga a que la contracción detrusoriana no sólo vaya inicialmente precedida de relajación premiccional volitiva del esfínter estriado, sino posteriormente mantenida por este circuito durante toda la contracción. Lo controlaremos con cistomanometría y electromiografía del esfínter estriado.
Su alteración se presenta en lesiones medulares bajas e incompletas, aracnoiditis, siringomielia vascular sacra y neuropatía diabética sensitiva.
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
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Circuito o loop IV:
Clínicamente valoramos la integridad de su componente suprasegmental con la
interrupción del chorro miccional a mitad del vaciado. Será realizado por la brusca contracción
voluntaria de la musculatura del suelo de la pelvis, lo que exige indemnidad de los tractos corticoespinales. El nivel segmental es valorado con la realización del reflejo bulbo-cavernoso,
anteriormente expuesto.
La objetivación más precisa de este circuito la obtendremos con electromiografía del esfínter. Así, la lesión suprasegmental origina espasticidad del mismo por liberación del
control corticoespinal, con potenciales máximos y repetidos, mientras que la lesión a nivel segmentario producirá flaccidez y anulación motora, con potenciales mínimos. Se altera en los lesionados medulares suprasacrales y sacro respectivamente, así como en las mielitis transversas.
Pauta exploratoria
La pauta exploratoria se hará de forma ordenada y estructurada, para evitar al
máximo las molestias al paciente y conseguir su colaboración:
- Flujometría: nunca inferior a 200 cc de volumen miccional, con interrupción del
chorro miccional voluntariamente, una vez superado el flujo máximo. Valoración
de orina residual.
- Tono del esfínter anal y valoración de su control voluntario.
- Reflejo bulbo-cavernoso y sensibilidad de dermatomas sacros.
- Test del agua helada.
- Cistomanometría con volumen de perfusión conocido, toma de presión abdominal y electromiografía del esfínter estriado.
- Repetimos el bulbo-cavernoso valorado con electromiografía.
- Valoramos actividad de los músculos periuretrales.
- Micción voluntaria, sin retirada de catéter intravesical. Controlaremos la relajación mantenida del esfínter durante esta micción, verificando la supresión voluntaria de la contracción del detrusor
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
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- Retirado el catéter intravesical, y manteniendo la sonda intrarrectal y la electromiografía del esfínter, realizará el paciente una micción voluntaria, si es posible sin componente de prensa abdominal. Supervisamos la correcta relajación
premiccional del esfínter y medimos el volumen miccional en el recipiente
colector para su comparación con el volumen perfundido.
VALORACIÓN DE GENITALES FEMENINOS
Con la paciente situada en posición ginecológica valoraremos el introito, el trofismo, elasticidad y movilidad de la vagina, la presencia de cistoceles, rectoceles y prolapsos
uterinos, y las características de la uretra.
Para descartar existencia de incontinencia de esfuerzo asociada, comprobaremos la existencia de escapes de orina con la tos con la vejiga llena. Si repetimos la maniobra
introduciendo el dedo índice y medio en la vagina elevando la unión uretrovesical, observaremos si con ello se corrige el escape (test de Bonney). Esta maniobra es muy discutida, ya que
con ella se puede impedir la salida de orina por compresión de la uretra y no por elevación de
la misma como pretende la prueba.
Podemos cuantificar estos escapes mediante el “test de incontinencia”, valorando la pérdida como leve (gotas), moderada (chorrito) y grave (chorro) con la vejiga a escasa
repleción (50 ml), con repleción media (250 ml), y a la máxima repleción fisiológica. Valoraremos
también la pérdida en estas condiciones con distinto grado de esfuerzo:
- esfuerzo leve: marcha, gritos ...
- esfuerzo moderado: flexión, levantar peso ...
- esfuerzo grande: tos
Siempre debemos descartar la existencia de escapes con los esfuerzos, pero si
los evidenciamos, no queda excluida la posibilidad de una incontinencia mixta. Por tanto, si la
clínica sugiere hiperactividad, deberemos continuar investigando su posible existencia.
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
ANALÍTICA
Realizaremos un estudio analítico general en sangre: hemograma, fórmula leucocitaria y bioquímica. Se tomará muestra estéril de orina para descartar una posible infección
urinaria asociada que nos explique el síndrome miccional irritativo.
RADIOLOGÍA
Dependiendo de la historia clínica y de la exploración física se llevarán a cabo
las exploraciones complementarias para llegar a un diagnóstico rápido y con las mínimas
molestias para el paciente.
- Radiografía simple de abdomen: útil para el diagnóstico de litiasis vesicales que
causan incontinencia de urgencia sobre todo en pacientes con hipertrofia
benigna de próstata.
- Urografía intravenosa: es adecuada para valorar la morfo-logía y función de las
vías urinarias altas, donde la hiperactividad ha podido crear daño retrógrado.
- Uretrocistografía retrógrada y miccional: para valorar el tracto urinario inferior.
- Ecografía: la ecografía vésico-prostática permite diagnosticar litiasis y tumores
vesicales, medir la próstata y valorar su grado de obstrucción mediante el cálculo del volumen de orina residual postmiccional; la ecografía abdomino-pélvica aporta información sobre lesiones parenquimatosas renales, dilatación de
vía urinaria alta y masas pélvicas que puedan comprimir la vejiga. También da
luz sobre patología ginecológica que pueda estar asociada.
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
ESTUDIO URODINÁMICO
Nos puede evidenciar la presencia de contracciones invo-luntarias del detrusor.
Dada su relevancia en el diagnóstico de la hiperactividad del detrusor, la veremos con detalle
en otro apartado.
OTRAS EXPLORACIONES
Además de la analítica, las pruebas radiológicas señaladas y el estudio urodinámico, es preciso en múltiples ocasiones demandar exploraciones con las que el propio urólogo está menos familiarizado, como son:
- estudios radiológicos de columna vertebral
- tomografía axial computerizada
- resonancia magnética
- análisis del líquido cefalorraquídeo
- mielografía
- electroencefalografía
- potenciales evocados
- angiografía cerebral y medular
- neumoencefalografía
- electromiografía de los músculos en cuya inervación intervienen las metámeras
sacras
La resonancia nuclear magnética y la electromiografía aportan información
específica y fundamental sobre la existencia de daño neurológico. Estas aportaciones han
supuesto un refuerzo importante a los diagnósticos urodinámicos de disfunción neurológica.
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
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ESTUDIO URODINÁMICO
La urodinámica estudia la actividad funcional del tracto urinario inferior en sus
dos fases: fase de llenado y fase de vaciado. Es fundamental que durante la exploración reproduzcamos los síntomas referidos por el enfermo, en nuestro caso la sintomatología irritativa
(urgencia e incontinencia) con el fin de llegar a diagnosticar correctamente la hiperactividad
del detrusor. Cuando no podemos reproducirlos, la urodinámica pierde valor debido a que los
datos obtenidos no son representativos.
Se debe valorar cuidadosa e individualmente la realización de este tipo de estudio, ya que no se trata de una exploración rutinaria y, aunque no es agresiva, sí es invasiva.
La urodinámica comprende una serie de técnicas con una metodología cuyos
conceptos, parámetros y términos están definidos y homologados. Las técnicas desarrolladas
en un laboratorio de urodinámica son:
- flujometría
- cistomanometría
- perfil de presión uretral
- electromiografía
- estudios combinados (presión-flujo)
- ecovideocistomanometría y videocistouretrografía
De todas ellas, la cistomanometría será la más importante para evidenciar la
existencia de contracciones involuntarias del detrusor; el resto de técnicas serán de utilidad en
casos en los que queramos descartar obstrucción infravesical, disinergia, etc.
Mediante la cistomanometría se evalúa la conducta del detrusor cuantificando
y expresando gráficamente la relación entre las variaciones de presión intravesical y el volumen de llenado. Para ello se utiliza un catéter uretral, que nos permite el llenado progresivo
de la vejiga con un líquido y al mismo tiempo el registro de la presión intravesical, y un catéter rectal para registrar la presión abdominal. De la sustracción entre la presión intravesical e
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intraabdominal resulta la presión del detrusor, que refleja la presión producida tanto por las
propiedades activas como las pasivas de la pared vesical. A continuación se exponen los datos
que se registran durante el estudio cistomanométrico y los parámetros que se utilizan para la
interpretación de la función vesical durante la fase de llenado: actividad del detrusor, acomodación vesical, sensación y capacidad vesical.
DEFINICIONES:
Presión intravesical: es la que existe dentro de la vejiga.
Presión abdominal: es la presión existente en el abdomen. En la práctica habitual se obtiene recogiendo la presión rectal.
Presión del detrusor: es el componente de presión intravesical que es creado
por fuerzas pasivas y activas en la pared vesical. Se determina sustrayendo la presión abdominal de la presión intravesical. La determinación simultánea de la presión abdominal es esencial para la interpretación de los trazados de presión intravesical. Hay que tener en cuenta que
las contracciones intrínsecas del recto producen artefactos sobre el trazado del detrusor.
Primer deseo miccional: es el volumen de llenado al cual el paciente experimente el primer deseo de orinar. Habitualmente aparece entre los 150 y los 250 cc.
Deseo miccional normal: se define como el volumen de llenado al cual el
paciente desea orinar, aunque la micción puede retrasarse si es necesario.
Fuerte deseo miccional: es el deseo persistente de orinar sin que exista miedo
o temor a fuga de orina.
Urgencia: fuerte deseo de orinar acompañado de temor a la fuga de orina o al
dolor.
Dolor: su localización y tipos deben ser especificados. El dolor durante el llenado vesical o durante la micción es siempre anormal.
Capacidad cistomanométrica máxima: es el volumen de llenado al cual el
paciente siente que no puede retrasar más la micción, en pacientes con sensación normal. En
aquellos que no tienen sensación, la capacidad cistomanométrica máxima es el volumen al cual
el investigador decide terminar el llenado. Si existe incompetencia esfinteriana, la capacidad
cistomanométrica máxima se puede incrementar significativamente ocluyendo el cuello vesical con un catéter de Foley.
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Capacidad vesical funcional o volumen de orina vaciado: es más importante, y
puede ser determinada con la hoja de frecuencia / volumen.
Capacidad vesical máxima (anestésica): es el volumen medido después de llenar la vejiga con el paciente bajo anestesia general o espinal, especificando la temperatura del
fluidode llenado, la velocidad y la presión de llenado.
Acomodación: indica los cambios de volumen de llenado en relación a los cambios de presión. Se calcula dividiendo el cambio de volumen (V) por el cambio de presión del
detrusor (Pdet) en cualquier momento del llenado vesical (A = V / Pdet). La acomodación se
expresa en ml. por cm. de agua.
INTERPRETACIÓN:
La función vesical durante la fase de llenado se valora a través de los siguientes parámetros:
- Sensación vesical: puede estar aumentada, disminuida o ausente; puede aparecer precozmente (con poco volumen de llenado vesical) o estar retrasada; se
puede percibir acompañada de miedo al escape (urgencia) o como sensación
dolorosa.
- Capacidad vesical: fácilmente medible.
- Acomodación: cambia durante la cistomanometría, y su variabilidad depende
de la velocidad de llenado, de la parte de la curva empleada para calcularla y
del volumen al que se calcula, de la geometría o forma de la vejiga, del espesor de la pared vesical y sus propiedades mecánicas, y de la capacidad contráctil y de relajación del detrusor. La acomodación normal se define cuando
durante el llenado de la vejiga no ocurren cambios significativos de presión,
aunque en el momento actual no existen datos suficientes que nos permitan
discriminar de una forma objetiva entre una acomodación normal, aumentada
o disminuida.
- Actividad del detrusor: se interpreta por la medida de la presión del detrusor
en la cistomanometría. Durante la fase de llenado el detrusor puede ser nor-
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moactivo o hiperactivo, mientras que durante la fase de vaciado puede comportarse como normo, hiper o hipoactivo.
Atendiendo a estos parámetros, una cistomanometría de llenado normal presenta una capacidad vesical entre 300 y 500 ml., una presión del detrusor que se mantiene baja
con el llenado (por debajo de 30 cm. de agua para la máxima capacidad), una acomodación
entre 30-55 ml. / cm. de agua, una sensación de llenado presente, y una ausencia de actividad
durante la fase de llenado vesical. Además, el paciente debe ser capaz de producir una contracción voluntaria del detrusor, cortar el chorro miccional e inhibir la contracción del detrusor una vez iniciada durante la fase de vaciado.
FUNCIÓN HIPERACTIVA DEL DETRUSOR:
Se caracteriza por contracciones involuntarias durante la fase de llenado, espontáneas o provocadas, que el paciente no puede impedir. Las contracciones involuntarias del
detrusor pueden ser provocadas por el llenado rápido, cambios posturales, tos, valsalva, saltos y
otros procedimientos precipitadores. Se han propuesto varios términos para estos hallazgos:
- Detrusor inestable: es aquel que objetivamente se contrae espontáneamente o
bajo provocación durante la fase de llenado, mientras el paciente intenta inhibir la micción. Las contracciones del detrusor son asintomáticas o interpretadas
por el paciente como deseo miccional normal. La presencia de estas contracciones no implica necesariamente un trastorno neurológico. Un incremento
gradual de la presión del detrusor sin el consiguiente descenso es mejor considerado como una disminución de la acomodación.
- Hiperreflexia del detrusor: se define como hiperactividad por alteración de los
mecanismos de control neurológico. Este término se emplea solamente cuando
hay un trastorno neurológico evidente (figura 5). El uso de términos conceptuales indefinidos tales como hipertónico, sistólico, no inhibido, espástico y
automático deben ser evitados.
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Cistomanometría: hiperreflexia del detrusor con ondas de presión intrínseca vesical (se modifica muy poco la presión abdominal).
Figura 5
Un detrusor hiperactivo durante la fase de llenado no tiene por qué comportarse como hiperactivo durante el vaciado, sino que puede ocurrir que sea hiperactivo durante el llenado e hipoactivo durante el vaciado al no ser capaz de desarrollar una contracción de
suficiente magnitud y duración. Esto suele ocurrir en pacientes prostáticos de edad avanzada
que presentan vejigas retencionistas.
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Cuando ante la sospecha clínica de inestabilidad vesical reproducimos los síntomas durante la exploración urodinámica sin evidenciar contracciones del detrusor, hablaremos de “urgencia sensorial”, caracterizada por el hallazgo de una vejiga estable, de capacidad reducida, con acomodación normal, con un primer deseo miccional precoz y un vaciado
vesical normal que el sujeto realiza voluntariamente para evitar el dolor.
En la incontinencia urinaria mixta, en la que se asocia incontinencia genuina de
esfuerzo a la inestabilidad vesical, el estudio urodinámico tiene especial relevancia, no sólo
desde el punto de vista diagnóstico sino también desde el pronóstico, puesto que se ha demostrado que el índice de fracasos de la cirugía es mayor en aquellas pacientes en las que se asocia inestabilidad de altas presiones. Algo similar ocurre en los pacientes intervenidos de hiperplasia benigna de próstata, en los que la cirugía fracasa con más frecuencia si existe
hiperactividad asociada.
Para finalizar, podemos concluir que cuando la anamnesis y el examen nos
sugieran la posible existencia de hiperactividad del detrusor, la cistomanometría nos permitirá reproducir el comportamiento vesical. Objetivaremos así la conducta hiperactiva del detrusor y podremos cuantificar y cualificar la magnitud y características de las contracciones involuntarias según los parámetros de presión y volumen, orientar correctamente el tratamiento,
y evaluar la respuesta al mismo.
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CAPÍTULO - 2
Tratamiento del
detrusor hiperactivo
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Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
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TRATAMIENTO DEL DETRUSOR HIPERACTIVO
La vejiga hiperactiva es una patología de complicado trasfondo fisiopatológico, y cuyo diagnóstico correcto es necesario antes de iniciar el tratamiento. Además, puede
estar presente en pacientes de muy distintas características: personas jóvenes, pacientes ancianos, lesionados medulares... por lo que al plantear el tratamiento (médico, quirúrgico y/o
paliativo con dispositivos que mantengan al paciente seco), debemos individualizar cada caso
en función de una serie de circunstancias:
•
Limitaciones físicas del paciente. Un paciente que se mueve con dificultad
o no puede moverse, difícilmente puede seguir unas pautas de horario para vaciar su vejiga.
Aún se complica más si tiene afectados los movimientos de los brazos o manos. Las personas
afectas de embolia y trombosis cerebral, Parkinson y algunas lesiones de la médula espinal, no
tienen agilidad para resolver la micción en el lugar adecuado, y en ellos la urgencia miccional
es un problema, puesto que aunque previamente noten que van a orinar, no les da tiempo a
llegar al baño.
•
Inteligencia. Puede estar alterada por la enfermedad que causa la hipe-
ractividad, como ocurre en la demencia senil y en personas que han sufrido un daño cerebral.
En estos casos es prácticamente imposible contar con la colaboración del paciente, dependiendo sus cuidados de la familia y de las instituciones.
•
El nivel de colaboración y motivación. Muchas personas están deprimidas
por la enfermedad y sus consecuencias, por lo que no pueden colaborar en su propio tratamiento. Esto nos obliga a buscar soluciones en las que no sea preciso la colaboración del
paciente.
•
Posibilidades de colaboración familiar. En ocasiones están muy limitadas
por las características del estilo de vida actual y obligaciones: muchos mayores tienen su domicilio a gran distancia de los hijos, el horario laboral limita posibilidades de ayuda por parte de
la familia, etc.
•
Factor económico. El factor económico puede ser determinante. Cuando
el problema no se puede solucionar y se ha de seguir un tratamiento paliativo (con dispositi-
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vos como son las sondas, colectores, bolsas colectoras de orina y absorbentes), el coste puede
ser muy elevado para pacientes con una economía limitada.
•
Nivel de información. Es preciso que el paciente esté bien informado y
colabore con sus médicos a la hora de decidir cuál es la solución que mejor se adapta a su problema.
El objetivo ideal del tratamiento es que la vejiga sea capaz de distenderse sin
contraerse durante el llenado y que tenga una buena capacidad. Aunque este ideal es alcanzable, en algunas personas deberemos conformarnos con lograr una disminución de la frecuencia miccional, una mayor retención, y una disminución en el número de escapes de orina.
El tratamiento empírico de la hiperactividad del detrusor no se debe realizar si
previamente no se ha descartado una obstrucción del tracto urinario inferior. En los varones,
la inestabilidad vesical secundaria a hiperplasia prostática benigna es la situación más común,
y el tratamiento debe ir dirigido a solventar la obstrucción. Los alfabloqueantes, al relajar el
esfínter interno, producen mejoría no sólo de los síntomas obstructivos, sino también de los
irritativos. La cirugía desobstructiva hace desaparecer los síntomas y la inestabilidad en un 5075% de los casos, mientras que en un 25-30% persisten síntomas residuales de tipo irritativo
por persistencia de la inestabilidad.
Es necesario también, antes de tratar la hiperactividad, clarificar bien su eventual origen en patología neurológica o en procesos orgánicos vesicales como neoplasias, litiasis, infecciones o enfermedades inflamatorias que puedan tener un tratamiento específico.
Una vez efectuado un diagnóstico correcto y descartada la obstrucción y las patologías orgánicas, disponemos de distintas modalidades de tratamiento para la vejiga
hiperactiva: tratamiento farmacológico, reeducación vesical y perineal, neuromodulación, tratamientos mínimamente invasivos y tratamiento quirúrgico. A ello hay que
sumar las medidas higiénico-dietéticas que servirán de apoyo en el manejo del
paciente, y los tratamientos paliativos (sondas, colectores y absorbentes) para cuando fallen otras modalidades o no sea posible aplicarlas dadas las características del
paciente.
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En este volumen abordamos las medidas higiénico-dietéticas y el tratamiento
farmacológico, mientras que la reeducación perineal, la neuromodulación y los tratamientos
quirúrgicos están insertos en sus volúmenes específicos. Finalmente planteamos un algoritmo
de tratamiento, desde los abordajes más conservadores a los más invasivos, siempre teniendo
en cuenta la individualización del manejo que debe realizarse en cada paciente concreto.
MEDIDAS HIGIÉNICO-DIETÉTICAS
La cantidad de líquidos que toma un individuo está en función de lo que pierde debido a la transpiración y el sudor (mayor en individuos con actividad física marcada y en
ambientes cálidos y secos) y de las apetencias propias. Pero la diuresis depende no sólo del
volumen de líquido ingerido sino también del tipo de líquido, de modo que algunas aguas
minerales, el alcohol, el café, el té y otras infusiones tienen un efecto diurético añadido. La forma en que se toman los alimentos también es importante, así los hervidos, sopas, caldos y guisos aportan, en general, mucho más líquido que los asados y fritos.
Es de sentido común que para disminuir la frecuencia miccional y el número de
escapes de orina, las personas con hiperactividad del detrusor deben tratar de controlar la cantidad y el tipo líquidos que toman para no producir una formación excesiva de orina que
aumente la sintomatología.
Los españoles solemos realizar tres comidas básicas diarias: el desayuno, el
almuerzo y la cena. El almuerzo suele ser la comida mas abundante y se realiza después de las
dos de la tarde, pero en muchas familias, dado el horario laboral de sus miembros, la cena es
la más importante de las comidas y no se suele tener antes de las nueve de la noche. Puede
observarse que durante la mañana se toman pocos líquidos y es por la tarde, a partir del
almuerzo, cuando la formación de orina aumenta y la sintomatología miccional se agrava.
Para evitar la excesiva formación de orina a determinadas horas del día, se
debe intentar distribuir mejor el horario de la toma de líquidos bebiendo más durante la
mañana y disminuyendo los líquidos del almuerzo, con intención de conseguir una formación
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de orina con pocas oscilaciones. Especial relevancia puede tener el hecho de adelantar la cena
a las 6 ó las 7 de la tarde y acostarse con la vejiga vacía, a la hora de controlar aquellos pacientes con síntomas nocturnos.
Por otro lado, las personas que sufren incontinencia de urgencia deben tener
en cuenta su horario laboral o cuándo van a estar fuera de casa. Así, se debe salir de casa con
la vejiga vacía, procurando no tomar líquidos excesivos hasta que no regresen y evitando el
café, té y alcohol, sobre todo si en el trabajo no se tiene un acceso rápido y seguro a los servicios. Se debe tener presente el problema y orinar cuando prudentemente se crea necesario y
se tenga ocasión.
En las personas con limitaciones físicas puede ser necesario que los servicios
estén adaptados para poder manejarse con cierta facilidad. En los mayores con problemas para
desplazarse o para quitarse la ropa, la familia o los cuidadores deben controlar la micción y
ayudarles a ir al servicio y liberarse de la ropa todas las veces que sea posible.
Toda esta serie de medidas sencillas y lógicas tropiezan a menudo con la oposición o falta de colaboración de la familia, prefiriendo mantener el problema antes de cambiar las costumbres familiares. Obviamente, el propio paciente debe ser plenamente consciente del problema y debe aceptar la necesidad de una pauta de conducta ordenada tanto en casa
como en el trabajo.
TÉCNICAS DE MODIFICACIÓN DE CONDUCTA
Las técnicas de modificación de la conducta incluyen una serie de terapéuticas
que aplican los conceptos de las teorías del aprendizaje a los trastornos de la conducta (6). Son
técnicas en general sencillas en su aplicación y carentes de efectos secundarios, y que pueden
ser muy efectivas en pacientes seleccionados. En el terreno de la DMC se utilizan la micción
programada, el entrenamiento vesical, la adaptación miccional, los ejercicios de suelo pélvico
y el biofeedback. Dado la importancia de estas dos últimas técnicas, las comentaremos por
separado en otros capítulos, aunque por sí mismas, constituyen un tipo de terapia conductual.
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Micción Programada
El terapeuta marca un intervalo de micciones que debe seguir el paciente. Esta
técnica se utiliza básicamente en pacientes con afectación cognitiva y funcional (normalmente ancianos). Se les pregunta cada dos horas si necesitan ir a orinar y se les ayuda si la respuesta
es positiva. Las micciones regulares reducen los episodios de incontinencia en un 50%, desapareciendo los escapes diurnos en casi un 1/3 de los ancianos ingresados en residencias (7).
Existe un componente de aprendizaje, además de que se mantiene un volumen vesical por
debajo de la capacidad máxima funcional.
Adaptación miccional
Se trata de una variante de la técnica anterior, que se aplica especialmente en
pacientes que viven en residencias de ancianos con afectación funcional y cognitiva. Se pauta
un diario de micciones que intenta adaptarse a los episodios de incontinencia, procurando
anticiparse a éstos. El paciente rellena con ayuda de sus cuidadores un diario miccional que
incluye los episodios de incontinencia, y el terapeuta prescribe un programa miccional que se
adelante a éstos episodios (8).
Entrenamiento vesical
El entrenamiento vesical fue iniciado por Frewen (9, 10) y consiste en un programa en el que el paciente realiza un diario miccional a partir del cual va espaciando progresivamente las micciones. Al paciente se le suministra información adecuada sobre el aparato urinario y su funcionamiento, y se le instruye acerca de como realizar un diario miccional. Si el
paciente tiene escapes cada dos horas, se pautan micciones cada hora y media. Cuando consigue
la continencia, se aumenta en 15 minutos el intervalo miccional, hasta alcanzar la continencia.
Así sucesivamente, hasta conseguir intervalos miccionales aceptables para la calidad de vida del
paciente. Está indicado en la DMC por hiperactividad del detrusor o síndrome frecuencia-urgencia, descartando procesos obstructivos o trastornos del vaciado. Existen dispositivos comerciales
portátiles que se programan de forma automática según el diario miccional del paciente y que
avisan al paciente en el momento en que debe realizar la micción (Acutrainer™ de Urosurge®),
facilitando el cumplimiento del entrenamiento vesical y evitando confusiones al paciente.
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Es útil asociar a esta técnica ejercicios del suelo pélvico, ya que en muchas ocasiones el paciente tendrá que contraer el periné para evitar un escape indeseado. De esta forma se refuerza la musculatura que conseguirá detener el chorro miccional y por otra parte,
activará el reflejo inhibidor perineo-detrusoriano. También puede añadirse biofeedback vesical para incrementar los resultados del entrenamiento miccional (3).
Alarmas de cama húmeda
Son dispositivos electrónicos que constan de unos sensores que se adaptan a las
sábanas de la cama o a la ropa interior y que con la humedad de la orina disparan una alarma
que despierta al paciente. Se utilizan sobre todo en niños con enuresis. Su finalidad es que el
niño se despierte justo cuando empieza la micción y que aprenda a detenerla. Su eficacia oscila entre el 60-100%, aunque la tasa de recidiva es alta (en torno al 30%)(11).
Técnicas de relajación
No son terapias conductuales, sino técnicas psicoterápicas que enseñan al
paciente a reducir el nivel de ansiedad que se encuentra frecuentemente aumentado en este
tipo de trastornos miccionales crónicos. Aunque se escapan al objetivo de este capítulo, cabe
destacar el método de Jacobson, el método de Kretschmer y el entrenamiento autógeno de
Schultz. Este último ha sido muy utilizado, y se trata de conseguir que el paciente logre aprender a relajar miembro a miembro todo su cuerpo, enseñando posteriormente al sujeto a regular su sistema nervioso vegetativo a través de diferentes sensaciones de frío, calor, respiración,
latido cardíaco, etc. (6). Tiene similitudes con algunos ejercicios del yoga.
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
Es evidente, tanto a nivel experimental como clínico, que muchos agentes
farmacológicos actúan sobre la vejiga, el cuello vesical y la uretra, por medio de su acción
sobre el sistema nervioso autónomo fundamentalmente. Los recientes conocimientos relacionados con la inervación del aparato urinario inferior y la distribución de los receptores neuro-
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nales autonómicos, así como los importantes avances farmacodinámicos, han contribuido a
que entendamos mejor la función uretrovesical y a que hoy podamos tratar farmacológicamente con éxito a muchos pacientes con hiperactividad vesical y otras disfunciones del tracto
urinario inferior.
En el tratamiento de la hiperactividad del detrusor, los únicos fármacos eficaces son los anticolinérgicos. Dado que la contracción vesical está mediada por la acetilcolina,
la inhibición de los receptores colinérgicos postganglionares en el músculo liso vesical produce la relajación del detrusor. Se han descrito cinco formas moleculares de receptores muscarínicos (M1-M5), que se encuentran ampliamente distribuidos en los diversos órganos (tabla 2).
Esta amplia distribución de los receptores muscarínicos es la responsable de los efectos secundarios que aparecen con la administración de anticolinérgicos (tabla 3). En el detrusor predominan los receptores M2 (80%) y M3 (20%), aunque éstos últimos parecen ser los principalmente implicados en la contracción vesical: durante la micción la activación de los receptores
M3 provoca la contracción directa del detrusor, mientras que la estimulación de los receptores
M2 revierte la relajación muscular creada por el estímulo simpático sobre el detrusor.
Distribución de los receptores muscarínicos
Subtipo de receptor
Localización
M1
Cerebro (córtex, hipocampo), glándulas, ganglios simpáticos
M2
Corazón, mesencéfalo, músculo liso (ciliar, detrusor, digestivo)
M3
Músculo liso (ciliar, detrusor, digestivo), glándulas, cerebro
M4
Ganglios de la base, núcleo estriado
M5
Sustancia negra
Tabla 2
Al menos desde el punto de vista teórico, también pueden ser útiles aquellos
fármacos que aumentan la resistencia uretral dificultando así los escapes de orina (alfa-adrenérgicos). En circunstancias especiales, como en las disinergias o en los casos secundarios a obstrucción en la región de salida, pueden estar indicados los fármacos que disminuyen la resistencia uretral (alfa-bloqueantes).
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Distribución de los receptores muscarínicos
y efectos adversos asociados
Órgano
Receptor
Efecto adverso
Corazón
M2
Taquicardia
Ojos
M2 M3
Visión borrosa, glaucoma
Glándulas lacrimales
M1 M3
Sequedad lacrimal
Glándulas salivares
M1 M3
Sequedad de boca
Glándulas vaginales
M1 M3
Sequedad vaginal
Sistema digestivo
M1 M2 M3
Dispepsia, náuseas, estreñimiento
Sistema nervioso central
M1 M2 M 3 M 4 M 5
Confusión, somnolencia, vértigo
Detrusor
M2 M3
Dificultad de vaciado, RAO
Tabla 3
El estímulo alfa-adrenérgico contrae el cuello vesical y el músculo liso uretral,
mientras que el estímulo beta relaja el cuerpo vesical e inhibe la transmisión parasimpática.
Esta es la base teórica para el uso de los fármacos adrenérgicos (efedrina, fenilefrina y fenilpropanolamina) en la incontinencia urinaria, sin embargo, en la mayoría de los estudios efectuados han demostrado una mejoría sintomática escasa y con efectos colaterales sistémicos
importantes, por lo que en la práctica no son de utilidad.
Los fármacos alfa-bloqueantes tienen una excelente respuesta clínica, por lo que
hoy en día son muy utilizados para facilitar el vaciado vesical tanto en obstrucciones funcionales (disinergias, vejigas arrefléxicas e hipoactivas con uretra activa) como en la hiperplasia benigna de próstata. En la hiperactividad vesical pueden jugar su papel en aquellos casos secundarios
a obstrucción del cuello vesical ya que al disminuir la presión de la región de salida y aliviarse así
la obstrucción, pueden disminuir las contracciones del detrusor. La fentolamina (regitina®),
fenoxibenzamina (dibenyline®), alfa-metildopa (aldomet®), nicergolina (sermión®) y prazosín
(miniprés®) son fármacos que han sido muy usados para disminuir la resistencia uretral, han
dado paso a bloqueantes selectivos de los receptores alfa1-adrenérgicos, con acción más específica y con menores efectos secundarios (terazosina, doxazosina, alfuzosina). Más recientemente,
la tamsulosina ha demostrado también selectividad sobre los receptores alfa1 del cuello vesical
y esfínter interno y menor acción sobre la musculatura lisa vascular, con lo que se ha conseguido reducir la acción hipotensora que presentan los alfa1-bloqueantes.
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Los fármacos que disminuyen la actividad del detrusor son los únicos eficaces
en el tratamiento de la hiperactividad vesical. Los más usados son los anticolinérgicos (oxibutinina, cloruro de trospio, flavoxato, tolterodina y darifenacina), pero existen otros relajantes
vesicales cuyo uso hoy en día queda limitado. En la tabla 4 podremos ver, de forma resumida,
cuál es su mecanismo de acción y las dosis recomendables en el adulto.
Fármacos que disminuyen la contractilidad del detrusor
Mecanismo de acción
Dosis
Propantelina1
Anticolinérgico
15-30 mgr. / 12 hr.
Metantelina
Anticolinérgico
50-100 mgr. / 6 hr.
Bromuro de emepronium1
Anticolinérgico
200-400 mgr. / 6-8 hr.
Cloruro de trospio
Anticolinérgico
20 mgr. / 12 hr.
Tolterodina
Anticolinérgico selectivo
2 mgr. / 12 hr.
Diclomina
Anticolinérgico - Relajante muscular
20 mgr. / 8-12 hr.
Oxibutinina
Anticolinérgico - Relajante muscular - Anestésico local
5 mgr. / 8-12 hr.
Darifenacina
Anticolinérgico
15 mgr. / 12 hr.
Flavoxato
Relajante muscular
200 mgr. / 6 hr.
Nifedipina
Antagonista del calcio
10-20 mgr. / 12 hr.
Loperamida
Análogo de la morfina
2 mgr. / 8 hr.
Terodilina2
Anticolinérgico - Antagonista del calcio
25 mgr. / 8-12 hr.
Terbutalina
Beta-adrenérgico
2,5-5 mgr. / 8 hr.
Salbutamol
Beta-adrenérgico
2 mgr. / 6-8 hr.
Imipramina
Anticolinérgico - Relajante muscular
25 mgr. / 8 hr.
Doxepina
Anticolinérgico - Relajante muscular
25 mgr. / 8 hr.
Indometacina
Inhibición de la síntesis de prostaglandinas
25-50 mgr. / 8-12 hr.
Bromocriptina
Antagonista dopamina
1,25-2,5 mgr. /12 hr.
Fenoxibenzamina
Alfa-bloqueante
5-10 mgr. / 8 hr.
Otros alfa-bloqueantes
Alfa-bloqueante (usados en la HBP)
según fármaco
Tabla 4
(1) La propantelina (Provantine®) y el bromuro de emepronium son fármacos que actualmente no
están comercializados.
(2) La terolidina ha sido un fármaco muy utilizado en Estados Unidos e Inglaterra, pero fue retirado
con urgencia del mercado por aparición de reacciones adversas graves.
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Los agentes anticolinérgicos habitualmente se contemplan como la primera
forma de tratamiento tanto en casos en los cuales la disminución de la capacidad vesical se
debe a una disminución de la acomodación, como en los casos de hiperatividad, sea cual sea
su origen fisiopatológico: contracciones involuntarias de origen no neurológico (vejiga inestable idiopática, incontinencia mixta con componente de inestabilidad predominante), e hiperreflexia del detrusor (contracciones involuntarias por lesión neurológica). En todos los casos,
estas sustancias disminuyen la capacidad contráctil del detrusor, aumentan la tolerancia al llenado vesical y, por lo tanto, disminuyen la frecuencia miccional y los episodios de urgencia e
incontinencia. Sin embargo, la mejoría de estos síntomas atribuibles a la vejiga hiperactiva no
se produce inmediatamente, ya que la modificación de los hábitos miccionales es un proceso
gradual. Por tanto, la respuesta a los agentes farmacológicos será evaluada clínica y urodinámicamente tras un período mínimo de 3 semanas.
La posología debe adaptarse a las características y necesidades de cada individuo. Para disminuir la presión intravesical en pacientes con complicaciones del tracto urinario
superior, las tomas serán repartidas a lo largo del día. Si la indicación del fármaco es exclusivamente la incontinencia, se deberá tomar cuando las necesidades sociales, laborales, escolares, etc. lo indiquen. Por ejemplo, un ama de casa lo tomará cuando vaya a salir de su domicilio para efectuar sus compras, mientras que otra persona sujeta a un horario laboral, tendrá
que averiguar qué horas de la mañana o de la tarde son las más indicadas para poder acomodar el efecto pleno del fármaco a su horario de trabajo.
Los anticolinérgicos siempre deben estar prescritos por el médico, ya que están
contraindicados en algunas enfermedades como el glaucoma, el aganglionismo cólico, la miastenia gravis o las taquicardias no filiadas. Además, pueden ser causa de incremento de la orina residual, por lo que estos fármacos nunca deben utilizarse como tratamiento sintomático si
no se ha hecho una valoración urodinámica previa que nos descarte un residuo postmiccional
significativo. El bloqueo de los receptores muscarínicos a nivel cerebral puede provocar confusión, somnolencia, etc., por lo que su uso en pacientes con deterioro cognitivo puede estar
contraindicado.
Hay que resaltar la acción específica de los anticolinérgicos en los pacientes
afectos de vejiga neurógena, especialmente en aquellos con hiperreflexia asociada a disiner-
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
gia, en los que se desarrollan altas presiones intravesicales. En estos pacientes el tracto urinario superior tiene un alto riesgo de ser dañado, y el uso de anticolinérgicos es mandatorio.
Los fármacos anticolinérgicos más utilizados son:
• Oxibutinina (ditropan®, dresplán®): fármaco antimuscarínico perteneciente al
grupo de las aminas terciarias que combina su efecto anticolinérgico con el de
acción directa espasmolítica sobre el músculo liso. Es muy eficaz, pero los efectos colaterales propios de los anticolinérgicos limitan su empleo en muchas ocasiones (sequedad de boca o visión borrosa). Dada su corta vida media debe
administrarse cada 8 horas, a dosis de 5 mg., aunque su eficacia se ve reducida
por los efectos secundarios que obligan a reducir la dosis administrada (2,5
mg./8 h, por ejemplo). En algunos casos puede administrarse por vía endovesical o endorrectal, con lo que disminuyen los efectos secundarios mejorando la
tolerancia al fármaco, pero su uso no está muy extendido.
• Cloruro de trospio (uraplex®): fármaco con efecto bloqueante ganglionar y
postganglionar, que disminuye el tono del músculo liso vesical, del tracto intestinal y de las vías biliares. Frente a otros anticolinérgicos tiene la ventaja de
que, al tratarse de una amina cuaternaria, no atraviesa la barrera hematoencefálica y no provoca efectos secundarios sobre el sistema nervioso central, no
habiéndose descrito trastornos cognitivos por su empleo en ancianos y en
pacientes con demencia senil. Además, sus efectos indeseados típicos de los
parasimpaticolíticos son menores. Tiene una vida media más larga, por lo que
se administra cada 12 horas a dosis de 20 mg.
• Flavoxato (uronid®): inhibe la contracción del músculo liso, con una más débil
acción anticolinérgica. Es menos potente que otros anticolinérgicos pero mejor
tolerado. Se usa a dosis de 200 mg. cada 6 horas.
• Tolterodina (urotrol®, detrusitol®): fármaco anticolinérgico, comercializado
recientemente, que ha demostrado similar eficacia a la oxibutinina pero con
menores efectos secundarios por su menor afinidad por los receptores musca-
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
rínicos salivares (8 veces menor), como el cloruro de trospio tampoco atraviesa
la barrera hematoencefálica y su tolerancia es buena. Su posología es de 2 mg.
cada 12 horas.
• Darifenacina: fármaco todavía no comercializado, que frente a la tolterodina
ha demostrado mayor selectividad sobre los receptores M3 y menor porcentaje
de retenciones de orina.
El uso de fármacos uroactivos que actúan sobre los receptores autonómicos
(colinérgicos y adrenérgicos) está limitado por la mala tolerancia debido a los efectos secundarios por:
- Dualidad química de los neuroreceptores de la acetilcolina y la adrenalina.
- Existencia de respuestas colinérgicas diferentes muscarínicas y nicotínicas.
- Existencia de una neurotransmisor ganglionar común para el sistema nervioso
simpático y parasimpático (acetilcolina).
- Variedad de receptores alfa y beta adrenérgicos.
- Necesidad de que exista un sincronismo funcional entre vejiga y uretra.
- Presencia de otros neurotransmisores.
- No ser órgano-específicos y, por tanto, producir efectos no deseados.
- Incompleto conocimiento de la fisiología, neurofisiopatología y neurofarmacología del tracto urinario inferior.
Hemos de añadir a las limitaciones farmacológicas enumeradas otra serie de
problemas que abocan a la confusión y el desencanto del paciente con el tratamiento farmacológico:
- Exigencia de eficacia completa.
- Frecuente indicación inadecuada.
- Muchos de los fármacos empleados están autorizados para otros fines terapéuticos.
- Rechazo a la fármaco-dependencia no curativa.
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FASCÍCULO - VII
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Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
- Contradicción entre la valoración clínica, subjetiva y sintomática con la del
laboratorio de urodinámica.
- Influencia e impacto de los intereses comerciales que llevan a la indicación
indiscriminada de productos que pueden producir una importante yatrogenia.
Dentro de este mismo punto cabe destacar que fármacos de eficacia demostrada no son comercializados por dejar escaso beneficio; es el caso de la fenoxibenzamina en España.
INSTILACIONES ENDOVESICALES
El tratamiento de la vejiga hiperactiva mediante instilaciones endovesicales se ha
empleado fundamentalmente en pacientes neurológicos (hiperreflexia del detrusor). Cuando el
tratamiento oral no es efectivo puede intentarse algún tipo de estos agentes empleado por vía
endovesical. Existen dos estrategias terapéuticas posibles: 1) la administración intravesical de
agentes que bloqueen la transmisión colinérgica; 2) agentes que actúan bloqueando las aferencias sensitivas vesicales (de este modo se interrumpe el arco reflejo exaltado).
Anticolinérgicos endovesicales
Oxibutinina:
La oxibutinina intravesical actúa mediante efecto anestésico directo y sobre
todo por bloqueo colinérgico local. Con esta vía de administración disminuyen
significativamente los efectos secundarios asociados con la administración oral
ya que los picos plasmáticos son menores con la administración intravesical.
Puede ser útil en pacientes que están bajo cateterismo limpio intermitente por
vaciamiento vesical inadecuado concomitante.
Atropina:
El mecanismo de acción es similar a la oxibutinina, habiéndose descrito buenos
resultados en pacientes lesionados medulares y con esclerosis múltiple.
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FASCÍCULO - VII
Detrusor hiperactivo (II): diagnóstico y tratamiento
Manual práctico sobre
Incontinencia Urinaria
Agentes que bloquean las aferencias sensitivas vesicales
Anestésicos locales
Los anestésicos locales bloquean la conducción nerviosa en los axones de las
fibras amielínicas, por lo que se interrumpe la aferencia sensitiva del arco reflejo medular exaltado en estos pacientes. Se ha utilizado la lidocaína y la bupivacaína, consiguiendo aumentos de la capacidad vesical funcional, aunque de
corta duración.
Vaniloides
Los vaniloides son sustancias que tienen en su composición química un grupo
homovinílico y cuyo mecanismo de acción biológico es similar, siendo las dos
más representativas la capsaicina y la resiniferatoxina. Su uso clínico no está
extendido todavía.
Capsaicina: se extrae de la Capsicum anuum, una variedad de pimiento picante (guindilla o chili) y tiene propiedades neurotóxicas sobre las terminaciones
nerviosas sensitivas. En la lámina propia urotelial subyacen las terminaciones
nerviosas y las fibras amielínicas C, cuya transmisión de impulsos nerviosos se
bloquea de forma temporal con la administración de esta sustancia. La administración endovesical de capsaicina produce una sintomatología irritativa inicial (que se puede disminuir con la administración previa de lidocaína intravesical), que da paso posterior a un aumento de la capacidad vesical máxima y
una disminución de la presión basal del detrusor. Los efectos se mantienen de
2 a 6 meses y la efectividad es dudosa.
Resiniferatoxina: es un extracto del látex de la Euphorbia resinifera, una planta mediterránea similar a un cáctus. Es mil veces más potente que la capsaicina
y tiene la ventaja de que es menos irritante, por lo que su administración endovesical es mejor tolerada. Los resultados clínicos preliminares son muy prometedores, mostrando un buen perfil de tolerancia y aumentos significativos de
la capacidad vesical en pacientes con vejiga hiperrefléxica.
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ALGORITMO TERAPÉUTICO
En realidad no existe ningún algoritmo de tratamiento, sino un conjunto de
posibilidades terapéuticas que habrá que ajustar de forma individualizada a las necesidades y
deseos de cada paciente. Lo más razonable es comenzar con medidas conservadoras como las
medidas higienico-dietéticas y el entrenamiento vesical, éste último con buenos resultados en
la mayoría de los estudios, pero con el inconveniente de depender su éxito de la motivación y
la cumplimentación por parte del paciente, requerir de personal especializado y colaboradores paramédicos expertos, y la necesidad de períodos largos de tratamiento para que el efecto se haga aparente. Los anticolinérgicos son una de las claves del tratamiento de la vejiga
hiperactiva, y constituyen el primer escalón terapéutico en la mayoría de los centros. Los efectos secundarios como la visión borrosa o la sequedad de boca limitan el número de pacientes
que se tratan con éxito, pero con el advenimiento de los nuevos anticolinérgicos se espera que
disminuya el número de enfermos que abandona el tratamiento. Teóricamente podría aumentarse la tasa de éxitos con la combinación de distintas modalidades terapéuticas, pero es todavía un tema sin evidencia sólida que lo apoye y que requiere ser estudiado con detalle.
Por otra parte las técnicas de biofeedback vesical son útiles en los casos de vejiga hiperactiva de causa no neurológica, pudiendo emplearse en cualquier momento del tratamiento. La necesidad de personal especializado, equipo de monitorización de presiones
intravesicales y el tiempo necesario para este de sesiones hace que su uso sea muy individualizado. Las técnicas de electroestimulación funcional con electrodos vaginales o anales puede
ser útil, pero su aplicación también debe ser individualizada, siendo su uso poco extendido.
Cuando fracasan estas medidas puede ser útil intentar instilaciones endovesicales con algunos de los agentes que hemos descrito. Otras medidas como la hiperdistensión
vesical bajo anestesia ofrecen resultados dispares, por lo que su uso no se ha extendido en la
práctica clínica.
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Manual práctico sobre
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En el siguiente escalón terapéutico encontramos la neuromodulación sacra y sus
distintas variantes (TENS, SANS, sistema Interstim®). La más extendida es la neuromodulación
por estimulación eléctrica de la raíz S3 mediante sistema implantable (Interstim®). Aunque es
un procedimiento quirúrgico invasivo, es completamente reversible, y no altera la anatomía del
tracto urinario inferior. Ofrece una mejoría significativa si la indicación es correcta.
Las diferentes técnicas de denervación vesical suponen un paso más agresivo en
el tratamiento de la vejiga hiperactiva, dado su carácter irreversible. De todas diversas técnicas
ideadas a lo largo del tiempo, solo unas pocas han demostrado su eficacia y seguridad. La rizotomía sacra posterior es una buena técnica que transforma una vejiga hiperrefléxica en arrefléxica, lo que obliga a cateterismo limpio intermitente posterior. Sin embargo sus indicaciones
están limitadas a pacientes con lesiones medulares completas o casi completas. No es adecuada
para lesiones incompletas con sensibilidad conservada o en pacientes con detrusor inestable. La
rizotomía sacra posterior se puede completar con estimulación eléctrica de las raíces motoras
anteriores (técnica de Brindley), consiguiendo de este modo un vaciamiento vesical postestímulo electroinducido. En mujeres con vejiga inestable que no ha respondido a otros procedimientos terapéuticos, la denervación vesical transvaginal puede ser una alternativa útil.
En los casos refractarios a todos los tratamientos anteriores, y especialmente en
pacientes neurológicos que desarrollan vejigas de baja capacidad y acomodación con altas presiones intravesicales que suponen alto riesgo de deterioro del tracto urinario superior, hay que
plantear la posibilidad de una cistoplastia de ampliación. Existen muchas variantes, aunque la
más extendida es la ampliación con segmentos intestinales (más frecuentemente ileon). El uso
de segmentos intestinales para ampliar vejiga conlleva complicaciones como son: alteraciones
metabólicas (acidosis metabólica hiperclorémica), producción de moco, mayor incidencia de
infecciones urinarias y litiasis, y carcinogénesis. Con el fin de evitar estas complicaciones se han
desarrollado otras técnicas como son la autoampliación vesical (mediante miomectomía del
detrusor), la ureterocistoplastia (cuando existe una dilatación ureteral subyacente) y la ampliación vesical mediante parches seromusculares de intestino desepitelizado.
La modificación de conductas y las medidas higiénico-dietéticas deben ser consideradas en todos los pacientes, adaptadas individualmente a cada caso. En último término,
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quedan los tratamientos paliativos para todos aquellos pacientes que no responden a medidas
conservadoras, y en los que por razones de edad o estado general no están indicados procedimientos más agresivos. En los varones con incontinencia de urgencia los colectores y los
absorbentes masculinos son los medios paliativos de elección, mientras que en las mujeres lo
son los absorbentes. Sólo en casos muy especiales puede estar justificado el uso de una sonda
vesical permanente.
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