Crisis palpitante

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Migraña
Crisis palpitante
foto ideasstock.com / corbis / david raymer
Intensa y recurrente, la enfermedad –conocida también
como jaqueca– no debe confundirse con otros dolores
de cabeza. De origen todavía incierto, la neurología trabaja
por ponerle fin al tormento / María Cristina Sanhueza
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16%
de las mujeres venezolanas
padece migraña
A oscuras, con las persianas cerradas, guardan-
do reposo absoluto y levantándose sólo movido
por náuseas y vómitos, quien vive una crisis
de migraña afronta comúnmente así el vivo y
palpitante dolor de cabeza –característico de la
dolencia–, que a menudo viene acompañado de
vértigo y visión alterada del entorno. No en vano
en culturas primitivas, apoyadas en la magia, se
procedía prontamente a ayudar al enfermo con
métodos drásticos: una perforación en el cráneo
facilitaba la salida de los “malos espíritus” que
moraban dentro.
Si bien hoy se conoce una larga lista de sustancias y factores desencadenantes, así como
el complejo trastorno vascular que acompaña a
la migraña –una de las variantes de la cefalea o
dolor de cabeza–, aún no se ha logrado precisar
el origen de esta dolencia de carácter recurrente,
que compromete seriamente la calidad de vida.
Los especialistas la definen como cefalea primaria, que significa “de causa desconocida”.
Factores desencadenantes
• Falta de sueño.
• Estrés mental o físico.
• Consumo de alcohol o cafeína.
• Fumar.
• Fluctuaciones hormonales
relacionadas con ciclos menstruales
o uso de anticonceptivos orales.
• Cambios de presión atmosférica.
• Resplandor solar.
• Alimentos que contienen tiramina
(queso curado, vino tinto, hígado
de pollo, pescado ahumado) o glutamato
monosódico (tocino, salami, sopas de
sobre) y alimentos fermentados o
encurtidos. También chocolates, nueces,
cítricos y lácteos, entre otros.
Buscando el origen
La exposición a luces intensas, como los rayos
solares, y cambios de presión atmosférica juegan un papel desencadenante de una crisis de
migraña. Igualmente, podrían hacerlo una galleta
con paté de pollo, un trozo de queso añejo, una
copa de vino tinto o una barra de chocolate, de
acuerdo a la vasta literatura que pone su acento
en los alimentos.
Sin embargo, Juana Rosa, neurólogo con más
de 20 años de experiencia acumulada en el Hospital José María Vargas, subraya que, salvo casos
muy concretos, no existe literatura médica seria
centrada en la dieta como desencadenante de
la migraña. En cambio, sí se ha establecido con
certeza –precisa la especialista– que la falta de
sueño (trabajadores que hacen guardias, jóvenes
que van de fiesta en fiesta...), las fluctuaciones
hormonales femeninas (antes, durante y después
de la menstruación) y el estrés son frecuentes
estimuladores de la crisis.
Para el neurólogo Isaac Mosquera, director del
Instituto de Neurología y Neurociencias Aplicadas, el origen de la migraña es hereditario (se
sabe que influyen los antecedentes familiares)
y tarde o temprano será precisado por la ingeniería genética.
Los estímulos desencadenantes, explica Mosquera, producen la liberación de sustancias como
las prostaglandinas, la serotonina y la histamina,
culpables de la constricción de los vasos arteriales extracraneales. Aparece, entonces, el dolor y
luego la consiguiente dilatación de los vasos que,
por estar limitados a un espacio muy estrecho,
comienzan a pulsar (teoría vascular). El cuadro
se acompaña de síntomas vegetativos como náuseas, vómitos y alteraciones de la visión. “La crisis
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migraña
“
En tres de cada cuatro mujeres
la jaqueca prácticamente desaparece
después de la menopausia”
tiene una duración de entre 6 y 48 horas. Más allá
de ese tiempo no se soportaría. ¿Por qué afecta
casi siempre un solo lado de la cabeza? Porque
se extiende por el territorio vascular más susceptible a la presión y distribución de la sangre”,
explica el especialista.
Lo cierto es que la migraña continúa suscitando en el terreno médico apreciaciones –a veces
contrarias– sobre su origen. Aunque los investigadores están de acuerdo en que los cambios en
el flujo sanguíneo en el encéfalo son un factor
clave en la migraña, el porqué del cuadro aún se
desconoce.
Hoy cobra fuerza la hipótesis de la coexistencia
de la teoría vascular y la teoría neurógena del
sistema trigémino-vascular: las neuronas de
los pacientes con jaqueca reaccionan de manera más intensa que lo normal a los estímulos
externos e internos, produciendo una depresión
neuronal que trae como consecuencia la disminución del flujo sanguíneo con las consiguientes
señales dolorosas.
Prevalencia femenina
Tampoco parece haber acuerdo sobre la incidencia de la migraña. Algunos estudios señalan que
se presenta en 11% de las personas, mientras que
otros le asignan sólo 10% del total correspondiente
a las cefaleas (dolencia que aquejaría a 12% de la
población mundial). De ser así, la migraña tendría
una frecuencia más baja de la sospechada.
Se sabe, sin embargo y sin lugar a dudas, que
afecta a las mujeres tres o cuatro veces más que
a los hombres. Según investigaciones epidemiológicas, por lo menos 6% de los hombres y 18% de
las mujeres padece migraña. Un estudio reciente
sobre su incidencia en Venezuela –refiere Rosa–
señala como migrañosos a 5% de los hombres
versus 16% de las mujeres.
La especialista destaca el carácter individual de
la patología, que puede comenzar en la infancia
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(aunque es poco frecuente en niños), arreciar en
la etapa juvenil y desaparecer después de los 50
años. Un aspecto común en casi todas las formas
de migraña es la disminución de la frecuencia
de las crisis con el paso de los años. Se cree que
aumenta hasta los 40 y desciende conforme se
envejece. Esa tendencia tiene un carácter particular en el sexo femenino: en tres de cada cuatro
mujeres la jaqueca prácticamente desaparece
después de la menopausia.
En preaviso
• Con aura (también llamada migraña clásica).
Afecta a una de cada cinco personas con jaqueca
y llega precedida de síntomas neurológicos de
tipo visual –conocidos como aura– y otros signos
(cambios notables de humor, adormecimiento
de las extremidades y trastornos del habla). Las
alteraciones en la visión se perciben en uno o en
ambos ojos como estrellitas titilantes, líneas en
zigzag, dibujos geométricos y destellos luminosos. La etapa de aviso, que no dura más allá de
una hora, da paso al dolor, náuseas, escalofríos
y vómitos propios de la crisis. Al aura se le conoce también como síndrome de Alicia en el país
de las maravillas, porque se dice que inspiró al
autor de ese libro, Lewis Carroll (quien vivió de
jaqueca en jaqueca), para crear su alucinante
obra literaria.
• Sin aura (o migraña común). Es la más frecuente, y si bien carece de aura, su manifestación es
similar a la clásica. El dolor pulsátil, de lenta evolución, se puede instalar en la sien, detrás de uno
de los oídos o de la cabeza, para luego invadir todo
un lado. Empeora con el ejercicio, la exposición a
la luz y a los sonidos.
• Mixta tensional. Se presenta con caprichosa
mezcla de rasgos de cefalea tensional (tipo de cefalea más frecuente que la migraña), dolor opresivo
en el cuello y la cabeza. Se hace difícil diferenciar
los síntomas propiamente migrañosos.
Prevención y tratamiento
Mosquera advierte que ni las dietas depurativas,
ni las ventosas en la espalda ni los masajes sobre
la musculatura contracturada –métodos muy
promocionados por algunos sistemas naturistas– sirven para conjurar la patología.
alerta
• Si aparecen síntomas nuevos con la migraña,
como pérdida del equilibrio o dificultad para mover
una extremidad.
• Si el dolor de cabeza es diferente o más intenso
que en crisis anteriores.
• Si los tratamientos indicados dejan de ser efectivos.
• Si el dolor de cabeza empeora al acostarse.
foto orlando palencia
• Si con los fármacos indicados por el especialista
aparecen efectos secundarios (arritmia cardíaca,
calambres, diarrea, palidez, sed extrema).
La asistencia médica especializada es la única
manera de mantenerla controlada. “Es nuestra
obligación buscar exhaustivamente la causa del
dolor de cabeza con todos los adelantos tecnológicos disponibles –exámenes de laboratorio,
electroencefalogramas, resonancias magnéticas
y tomografías computarizadas de cráneo y encéfalo, entre otros–, para descartar la existencia
de enfermedades como el síndrome sinusal o
trastornos que podrían ser de extrema gravedad,
como un tumor en el cerebro o una hemorragia
por accidente cerebro vascular, sin relación alguna con la migraña. En el caso de la migraña, salvo
algunas alteraciones en el electroencefalograma,
todos los exámenes indican normalidad”, subraya
el neurólogo.
Una vez reconocida y diagnosticada la patología, precisa Mosquera, “tratamos al paciente
con fármacos muy específicos, lo educamos y
le damos pautas para que aprenda a manejar la
enfermedad, vivir con ella y mejorar su calidad
de vida”. Respecto a los medicamentos utilizados,
que deben ser siempre prescritos por el especialista, están los que previenen la crisis, los que
la interrumpen abruptamente ante los primeros
signos de aviso y los que reducen su severidad (no
sólo alivian los síntomas, sino que tienen efectos
sobre procesos subyacentes).
Rosa celebra el notable avance logrado en los
últimos años en la investigación de la migraña
y el gran paso adelante en su prevención y tratamiento, gracias al enfoque de la comorbilidad
(enfermedades que la acompañan más frecuentemente, como la epilepsia, la hipertensión y la
depresión).
Cefaleas a granel
El universo del dolor de cabeza es muy amplio
y su manifestación más frecuente es la cefalea
tensional, muchas veces confundida con la migraña. Según su punto de arranque también se
reconocen la cefalea ocular (por inflamación o
irritación en el ojo), la meníngea (por infección
de las fibras nerviosas de las membranas que recubren el cerebro), la cefalea por síndrome febril,
por delineación de la articulación mandibular,
por punción lumbar (disminución del líquido encefalorraquídeo), por neuralgias de los nervios
craneales o suboccipitales, y por estreñimiento
(se produce la absorción de tóxicos acumulados
en el cuerpo). La variedad más dolorosa es la cefalea cíclica –llamada “en racimo”–, más común
en el hombre, con dilatación de pupila, caída de
los párpados y lagrimeo constante.
•
(
F u e n t e s c o n s u lta d a s
º Isaac Mosquera, neurólogo. Director del Instituto de Neurología
y Neurociencias Aplicadas.
º Juana Rosa, neurólogo. Clínica Santa Sofía.
º www.medlineplus.gov
)
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