“Chalío” y lo nombraban cuando aparecía montando briosos corceles

Anuncio
TOROS
FIESTA BRAVA | ROSALÍO RODRÍGUEZ RÍOS
Legendario personaje
Las multitudes lo conocían
como “Chalío” y lo nombraban
cuando aparecía montando
briosos corceles
POR DR. ENRIQUE VÁZQUEZ LEGARRETA
Pocos, muy pocos aficionados a los toros
supieron el verdadero nombre de ese
apuesto charro mexicano que en vida se
llamó Rosalío Rodríguez Ríos, a quien al
muerte asestó su certero y final guadañazo el 4 de abril de 1946.
Su popularidad inmensa como figura
decorativa en la escenificación de las corridas de toros en “El Toreo”, corría pareja con la ignorancia de su patronímico.
Las multitudes lo conocían por “Chalío” y
así, bajo esa designación, su nombre corría de boca en boca cuando, apuesto y
arrogante aparecía por los contornos del
Coso Taurino montando briosos corceles.
—¡Chalío!...¡Ahí va Chalío!... – gritaban alborozados los aficionados en turba,
al paso del vistoso jinete.- ¡Ese es Chalío,
el viejo alguacil!- murmuraban los aficionados, que acudían presurosamente hacia
las incómodas graderías el circo taurino.
Su nombre era repetido con cariño,
con simpatía conquistadas durante
años y años de salir a partir plaza,
unas veces vistiendo regiamente el típico traje de charro, recamado de platería y bordados y otras veces ataviado
con la tradicional ropilla del alguacil a
la usanza de los viejos tiempos del Rey
Hispano Don Felipe II, roída ya por la
acción inexorable de los años.
Sin embargo, aquel jubón de terciopelo en que motaba la airosa capichuela, parecía brillar mejor y rejuvenecer cuando
enfundaba el cuerpo erguido –a pesar de
sus setenta abriles- del insinuante “Chalío”, siempre impecablemente rasurado y
orlando su rostro con el bigote de largas
guías, ya encanecido por la edad.
Cuando el legendario alguacilillo se
trocaba en el típico y garboso charro
mexicano, Chalío gustaba de exhibir
sus audacias de centauro y ante las jubilosas manifestaciones de los aficionados se entregaba a las cariolas, que
eran prodigio de dominio ecuestre.
“Chalío” se llevaba sonoras ovaciones
de aquellas buenas gentes, siempre dispuestas a admirar y premiar las haza-
O L A
D E P O R T I V A
FIGURA TRADICIONAL
Durante 26 años “Chalío”, encabezó el paseo de las cuadrillas dando carácter y relieve a la fiesta brava en la Plaza “El Toreo”.
Rosalío Rodríguez consumado
caballista montava garbosamente las briosas cabalgaduras, lo que le permitió gozar
de amplia popularidad.
ñas persuasivas de nuestra charrería.
Época aciaga para él –breve y fugaz
pOr fortuna- fue aquella en que el general
Maximino Ávila Camacho, gran admirador de todos los hispanos, quiso imponer
al alguacilillo la usanza de ropa campera
andaluza, con tal de lucir sus soberbias cabalgaduras enjaezadas al estilo español.
“Chalío” quedó entonces descartado
transitoriamente. En su lugar salió aquel
jinete desmendrado y antiestético que se
llevaba sonorísimas rechiflas domingo a
domingo, hasta que al fin, conocido el general de que había de ser respetuoso de la
tradición de la fiesta, ordenó que reapareciera en el ruedo la silueta charra y briosa
de “Chalío”, el alguacil insustituible.
Figura esencialmente decorativa en
el escenario de la Fiesta de Toros, el
buen “Chalío” se conformó siempre con
hacer el paseíllo y meterse en el burladero para presenciar la corrida. La tradición estaba perdida en lo que respecta a
su autoridad de funcionario y él había
simplificado su actuación sometiéndose a
la autoridad de otros que llegaron después de él, acaparando la dictadura del
callejón que le correspondía. Con el se
fue una Figura Tradicional en el ruedo,
un caballero que encabezó (cuentan los libros de la época) durante 26 años el paseo
de las cuadrillas, el popular Alguacil que
dio carácter y relieve a al fiesta en la plaza “El Toreo”. Un sincope cardíaco a los
756 años de edad fue la causa de su muerte. Nació en al ciudad de León de los Aldamas y fue un vigoroso exponente de la
auténtica charrería mexicana. Relatan
los libros que su funerales constituyeron
una espontánea manifestación de duelo,
siendo escoltado su cadáver hasta el Panteón Español por una caravana que integraron casi todos los charros residentes
en el Distrito Federal, así como numerosos aficionados y elementos de significación en la Fiesta de los Toros.
“Chalío, símbolo de toda una época de
la Historia de la Tauromaquia Mexicana.
22 DE NOVIEMBRE DE 2005
Descargar