“Caminante son tus huellas el camino y nada más, Caminante no hay camino, se hace camino al andar” (Antonio Machado) Fue la invitación de una religiosa amiga y el ánimo de mis hermanas lo que me motivó a participar en esta marcha. Al interiorizarme de sus objetivos me ilusioné más: Dar un mensaje de paz y de cambio a un mundo complejo. Superar las fronteras de las distintas confesiones. Ayudarnos mutuamente en la renovación espiritual. Católicos, Budistas, Judíos, Musulmanes, Baha’is e Hindúes; todos con la convicción que las religiones no separan sino que unen. “La meta es el mismo viaje, y el viaje es la verdadera experiencia de vida”. Éramos 110 personas de la más variada edad, procedencia, religión… Recorrimos 107 kms a lo largo de la provincia de León. Cada mañana teníamos la posibilidad de participar en las oraciones de algún grupo religioso, luego emprendíamos la marcha hasta las 14 hs y por la tarde después de descansar un poco participábamos en distintas actividades, coordinadas cada día por una religión. Hubo conciertos, debates, vídeos… ¿Qué experiencia me quedó? Como toda peregrinación ser capaz de vivir con lo imprescindible, sentirme siempre en camino, salir al encuentro de otros y otras, aprender de las experiencias de los demás…y sobre todo descubrir la riqueza de la experiencia de Dios en cada religión y en cada persona: la búsqueda de Dios, la sed de absoluto que tiene el ser humano. ¡Cuántos aspectos comunes tenemos si sabemos mirar con el corazón…! Lo que me queda como poso: es posible vivir como hermanos/as respetándonos, valorando lo de los otros/as, dialogando compartiendo desde una identidad personal. Ante todo nos une LA BÚSQUEDA ESPIRITUAL. Como dice San Agustín: “Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” Mª Reyes Rodríguez Asensio, fmmdp