Tratamiento de Mantenimiento con Metadona (TMM): Revisión histórica y problemas clínicos. Herman Joseph, PH.D., Sharon Stancliff, M.D., y John Langrod, PH.D. Sumario El mantenimiento con metadona se ha evaluado desde su desarrollo en 1964, como respuesta médica a la epidemia de heroína que tuvo lugar en Nueva York tras la Segunda Guerra Mundial. Se han reafirmado los descubrimientos de los primeros estudios más relevantes que se llevaron ha cabo según los cuales, el tratamiento con metadona reduce y/o elimina el uso de la heroína, reduce los porcentages de mortalidad así como los crímenes asociados con el uso de heroína y permite al paciente mejorar su salud y productividad social. Además, la participación en el tratamiento con metadona tiene el potencial de reducir la transmisión de enfermedades infecciosas asociadas con la inyección de heroína, tales como la hepatitis y el VIH. Los efectos principales del tratamiento con metadona son, aliviar la ansiedad narcótica, suprimir el síndrome de abstinencia y neutralizar los efectos eufóricos asociados con la heroína. Para alcanzar estos efectos, la mayoría de los pacientes requieren de 80-120 mg/d de metadona o más y un tratamiento de un periodo de tiempo indefinido, ya que el mantenimiento con metadona no es un tratamiento curativo para la adicción a la heroína, sino correctivo. Las dosis bajas de metadona puede que no sean tan efectivas o que no proporcionen el efecto neutralizante. Se ha comprobado, bajo un punto de vista médico, que el tratamiento con metadona es seguro y antisedante. También está indicado para mujeres embarazadas adictas a la heroína. Las revisiones proporcionadas por el Instituto de Medicina y los Institutos Nacionales de la Salud han definido la adicción narcótica como un trastorno médico crónico y han afirmado que el mantenimiento con metadona, junto con los servicios sociales, es el tratamiento más efectivo para esta condición. Estas instituciones recomiendan reducir la regulación gubernamental para facilitar a los pacientes acceso al tratamiento. Además, se recomienda aumentar el número de programas y que se apliquen nuevos modelos de tratamiento si éstos logran controlar el problema de la adicción a nivel nacional. El Instituto Nacional de la Salud también recomienda que el mantenimiento con metadona esté disponible para personas en libertad condicional y para los presos. Sin embargo, los ultrajes y prejuicios dirigidos contra los programas y los pacientes han dificultado la ampliación y el desarrollo efectivo de los servicios. Para educar a la sociedad y superar estos prejuicios se necesitan buenos profesionales. Palabras Clave: Mantenimiento con metadona, adicción a la heroína, historia, embarazo, evaluación, VIH, hepatitis C. Introducción El propósito de este artículo es revisar los problemas históricos y clínicos, estudios básicos, evaluaciones y procedimientos que llevaron al desarrollo y ampliación del tratamiento de mantenimiento con metadona para la adicción a la heroína. Esta revisión se enfoca en el primer desarrollo del programa y los factores que lo llevaron a su éxito y aceptación. Desde su comienzo, el tratamiento de mantenimiento con metadona se ha estudiado por razones de seguridad y eficacia médica. Los estudios investigados no sólo son los problemas médicos y clínicos sino también los factores sociales (tales como empleo y criminalidad) que afectan a la adaptación del paciente dentro del programa. 8 Antecedentes Históricos en el Tratamiento de Mantenimiento con Metadona. El abuso intravenoso de heroína comenzó a intensificarse en Nueva York tras la Segunda Guerra Mundial y hacia los años 1950 y 1960 éste problema alcanzó proporciones epidémicas (1,2). Desde el año 1964 hasta el 1970 se registraron más de 151.000 nombres de adictos según el informe del Registro de Narcóticos del Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York (2). Entre 1950 y 1961, el porcentaje de mortalidad asociado con la inyección de heroína incrementó del 7,2 por 10.000 muertes a 35,8 por cada Este artículo se ha publicado en la revista The Mount Sínai Journal of Medicine, 2000. RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 10.000 muertes, con un 75% de las muertes dentro de un grupo de entre 15-35 años. Durante este intervalo, la muerte relacionada con la inyección de heroína se convirtió en la causa principal de mortalidad en la ciudad de Nueva York entre los adultos jóvenes. La media de edad por muerte relacionada con el uso de heroína era de 29 años para ambos sexos (3). La metadona, un agonista de acción prolongada con una media de duración de entre 24-36 horas, se sintetizó como analgésico en Alemania, antes de la Segunda Guerra Mundial. En 1949 Isbell y Vogel demostraron a través de su trabajo en el Hospital de Salud Pública de los Estados Unidos en Lexingong, Kentucky, que la metadona era la medicación más efectiva para ayudar a los adictos a dejar la heroína (4). El procedimiento se basaba en el suministro de dosis decrecientes de metadona durante un periodo de 10 días o más. Se siguió este protocolo en muchas instituciones; sin embargo, los estudios de seguimiento de los programas llevados a cabo en el Hospital de Salud Pública de Lexington, Kentucky y en el Hospital de Riverside en la ciudad de Nueva York en 1950 y 1960, mostraron porcentajes de reincidencia en más del 90% después de que los pacientes dejaran el tratamiento (510). Los programas de comisión civil para los adictos de heroína establecidos en California y Nueva York durante el mismo periodo, mostraron resultados similares (5,9). Por entonces no existían informes publicados sobre los porcentajes de cura en las comunidades terapeúticas del tipo Synanon establecidas para tratar casos serios de adicción a la heroína. Además, las cárceles de Nueva York estaban llenas de adictos que no habían recibido ningún tipo de tratamiento (9). En 1958 la Comisión Mixta de la American Bar Association realizó un informe para que se establecieran más facilidades para recetar narcóticos de una forma experimental. En 1955 y 1963, la Academia de Medicina de Nueva York (New York Academy of Medicine) recomendó que las clínicas se afiliaran a los hospitales para poder dispensar narcóticos. En 1956 la Asociación Médica Americana (American Medical Association), y en 1963 la Comisión Asesora del presiRET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 dente Kennedy (President Kennedy's Advisory Comission), hicieron recomendaciones similares (5,11). El tratamiento con metadona comenzó como un proyecto de investigación en la Rockefeller University en 1964, bajo la dirección conjunta del Dr. Vincent P. Dole y de la Dra. Marie E. Nyswander. El proyecto de investigación inicial se fundó a través del Consejo de Investigación de la Salud, CIS (Health Research Council), en la ciudad de Nueva York como respuesta a la epidemia de adicción tras la Segunda Guerra Mundial. El Doctor Lewis Thomas de la CIS nombró al Dr. Dole jefe del Comité de Narcóticos del consejo, que llevó a cabo la investigación de la epidemia de heroína en la ciudad de Nueva York y determinó el desarrollo de intervenciones médicas más efectivas (11). En 1988, el Dr. Dole recibió el Premio Lasker a la Investigación Clínica (Lasker Clinical Research Award) por postular las bases fisiológicas de la adicción narcótica y por ser pionero en el desarrollo del tratamiento de mantenimiento con metadona para los adictos a la heroína. En 1964, la Doctora Mary Jeanne Kreek, una residente de primer año en medicina interna y neuroendocrinología en el New York Hospital-Cornell Medical Center, tomó parte en la investigación del desarrollo del tratamiento (11,12). La Doctora Kreek ahora es profesora y jefe en el Laboratorio de Biología de enfermedades adictivas en la Rockefeller University. En 1964, seis hombres adictos a la heroína, con una media de más de ocho años de adicción e historias de arresto, se apuntaron voluntariamente en un estudio piloto de la Rockefeller University. El equipo de investigación primero examinó las pruebas clínicas llevadas a cabo en el Hospital de Salud Pública de Lexington, Kentucky, donde ya se había aplicado un procedimiento factible para controlar la adicción a la heroína con narcóticos de corta duración. Entonces se les administró morfina, una droga que está químicamente relacionada con la heroína, como medicación de tratamiento a los dos primeros pacientes. Esto resultó ser insatisfactorio ya que la morfina tenía que inyectarse varias veces al día en cantidades crecientes así como la tole- 9 rancia iba aumentando. Además, los pacientes se mostraban apáticos, sedados y ansiosos por recibir la próxima inyección para evitar los síntomas del síndrome de abstinencia. Tras el fracaso con los narcóticos de corta duración como medicación de mantenimiento, se comenzó otra investigación con narcóticos de larga duración tales como la metadona (11,12). La metadona, como ya se ha indicado previamente, se utilizó como una medicación segura y efectiva para ayudar a los adictos a dejar la heroína. Sin embargo, en vez de dejar el tratamiento, como era costumbre por entonces, el equipo de investigación mantuvo a los pacientes bajo tratamiento con metadona para estudiar sus efectos. Cuando los pacientes desarrollaron tole- rancia a la metadona ya no se sentían sedados ni preocupados por las drogas. Su alteración fue clara, sus comportamientos cambiaron y empezaron a hacer planes para volver a trabajar o ir a la escuela. Lo más importante fue que los síntomas de ansiedad se aliviaron. Cuatro pacientes adicionales se trataron y se estabilizaron con metadona en la Rockefeller University obteniendo los mismos resultados. Al cabo de un tiempo, seis pacientes encontraron trabajo mientras estaban en tratamiento con dosis de metadona de 100-180 mg/d. Para probar si la metadona prevendría una recaída a la heroína o un cuadro de depresión respiratoria, en caso de probar la heroína, se volvieron a realizar estudios doble ciego. Los efectos de los siguientes opiáceos se probaron mientras los pacientes tomaban metadona en un protocolo diseñado: heroína, morfina, dilaudido, metadona y salina. Se notó un efecto neutralizante bastante efectivo a 80-120 mg/d, o por encima, en comparación con los efectos de heroína, morfina, dilaudido y metadona. Lo más significativo fue que los pacientes no experimentaron depresión respiratoria (13). Antes y durante el curso de estos estudios, Dole, que había estudiado los factores metabólicos de la obesidad, especuló que la ansiedad que los adictos mostraban y que derivaban del síndrome de abstinencia prolongado descrito por Martin (14), eran síntomas de una alteración metabólica dentro del sistema nervioso central (9,15). Dole también predijo la existencia, ubicación y 10 densidad de los receptores opiáceos en el cerebro. El equipo inicial de la investigación determinó los efectos principales del suministro diario de metadona en el tratamiento de mantenimiento (11-13. 16-18). Para la mayoría de los pacientes, la cantidad de metadona prescrita oralmente, normalmente entre 80-120 mg/d, que debería ser suficiente como para: • Aliviar el ansia narcótica, • Suprimir el síndrome de abstinencia opiáceo durante 24-36 horas, • Bloquear los efectos de la heroína administrada, • Desarrollar tolerancia al estado de euforia, sedación u otros efectos narcóticos de la metadona que podrían impedir respuestas emocionales, funciona les o perceptivas • Desarrollar tolerancia a las propiedades analgésicas de la metadona. Sin embargo, algunos pacientes podrían necesitar dosis más altas para alcanzar estos efectos. Otros serían capaces de funcionar normalmente en dosis más bajas de 60 a 80 mg/d. En 1990, La Oficina de Contabilidad Gubernamental (Government Accounting Office, GAO) en una revisión de los programas de metadona a nivel nacional, afirmó que la dosis efectiva más baja para un tratamiento de mantenimiento era de 60 mg/d. (19). Una vez que la dosis de metadona adecuada se haya alcanzado, no deberían haber efectos narcóticos notables, ni para el paciente ni para los observadores de las acciones del paciente en su vida cotidiana. Los pacientes estabilizados adecuadamente con metadona que no abusan de las drogas ni del alcohol experimentan emociones normales y un dolor agudo y crónico. Debería anotarse que el efecto neutralizante en la dosis de metadona depende de la fuerza y cantidad de heroína que se use. Por eso, durante ciertos periodos en que la heroína callejera es muy pura y/o barata, se necesitan dosis más elevadas para poder alcanzar éste efecto. En 1965, el doctor Ray Trusell, por entonces Director General del Hospital de la ciudad de Nueva York, transfirió el proyecto piloto de investigación de la Rockefeller University al Morris J. Bernstein Institute del Beth Israel Medical Center, para una evaluación RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 más amplia. En el Bernstein Institute se abrió un modelo clínico de paciente no externo; este modelo contaba con un médico, enfermeras y consejeros para atender a pacientes con problemas de adicción, personales y sociales. En 1965, se trataron con metadona a todos los pacientes internos en el programa del Beth Israel; éstos recibieron metadona durante seis semanas antes de ser dados de alta en la clínica para externos. En 1966, la iniciación del tratamiento con metadona se transfirió a la clínica para los externos. Una evaluación de ambos métodos mostró que no existían diferencias importantes en los resultados (21). En 1966, se adoptó este modelo clínico para ampliar el tratamiento de mantenimiento con metadona por todos los Estados Unidos. Ya en 1988, el número de pacientes con tratamiento con metadona en los Estados Unidos había aumentado de los seis pacientes originales de la investigación (16) en 1964 a casi 44.000 pacientes en el estado de Nueva York y a 179.000 pacientes en toda la nación (22). El informe del IOM (18) estimó que había entre 500 mil y un millón o más de consumidores de heroína en los Estados Unidos. Si este es el caso, sólo el 18-36% de estos consumidores están apuntados al tratamiento con metadona. En la actualidad, el mantenimiento con metadona está reconocido como el tratamiento más efectivo para la adicción a la heroína y así se validó en las revisiones del Instituto de Medicina (IOM) (18) y del Instituto Nacional de la Salud (23). Criterio de Admisión El criterio de admisión en estos días es mucho más liberal de lo que era con los protocolos de la investigación original, los cuales limitaban la admisión a los solicitantes que estaban entre los 21 y 40 años con un mínimo de cuatro años de adicción. Se excluía a aquellos que tenían problemas de alcoholismo, enfermedades mentales o abuso de más de un tipo de droga. En un principio, los pacientes debían tener episodios de tratamiento previo (como desintoxicación de heroína o tratamiento en centros de rehabilitación) para poder ser RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 elegidos. Este criterio se realizaba para incluir adictos difíciles que eran incapaces de abstenerse de la heroína y de esta manera poder probar la eficacia de la metadona en un paciente "puro adicto a la heroína". La edad máxima se basaba en la teoría de que los adictos "maduran" en su adicción a partir de los 40 años. Durante los años siguientes los grupos de pacientes se trataron con éxito y se empezaron a admitir pacientes más jóvenes y más mayores. También los adictos con problemas de alcoholismo y enfermedades mentales comenzaron a ser elegidos para su admisión. El criterio actual ha sido establecido por los gobiernos federales y estatales. En ocasiones, las regulaciones del estado (24) no son tan liberales como las de los mandatos federales. En el estado de Nueva York, las regulaciones son las siguientes: • Los solicitantes de 18 años o más deben demostrar al menos un año de adicción a los opiáceos, principalmente a la heroína. Esto puede documentarse con un historial aportado por el paciente y/o por declaraciones de los miembros de la familia o amigos; informes de previo tratamiento por abuso de drogas incluyendo desintoxicación y entrada en diferentes tipos de programas, signos de proceso de desintoxicación o sobre-sedación; resultados del test de análisis de orina tomado en el momento en el que el paciente solicita su ingreso en el programa; marcas de agujas u otras marcas en diferentes partes del cuerpo y/o erosión en el septum nasal, que indiquen que el paciente ha inhalado heroína durante un largo periodo de tiempo. • Se requerirá a los solicitantes que estén entre los 16 y 18 años un historial de dos años de adicción, consentimiento por parte de los padres y dos experiencias previas de tratamiento sin éxito. • Las mujeres embarazadas solicitantes deberán presentar prueba de adicción actual y se podrán admitir en el tratamiento con menos de un año de consumo de heroína si son elegidas tras evaluación y aprobación médica. Después del parto, se volverán a evaluar para un continuo tratamiento. • Aquellos pacientes con serios problemas psiquiátri- 11 cos o comorbididad y/o historial de abuso y adicción de sustancias no opiáceos (ej. cocaína y alcohol) no serán siempre excluidos del tratamiento. Una vez admitidos, los pacientes en esta categoría seran tratados por estos problemas en la clínica o referidos a otras instituciones para una terapia psiquiátrica y/o desintoxicación de otras drogas. El tratamiento de mantenimiento con metadona (TMM) podría continuarse en una clínica mientras que los pacientes son tratados por sus condiciones patológicas. • Los pacientes con previo tratamiento que no cumplieron con las normas del programa deberán reevaluarse antes de su readmisión y en caso de no ser aceptados, se podrán enviar a otra clínica para su debido tratamiento. Aquellos pacientes con historial de tratamiento por adicción a la heroína y que crean que pueden estar en peligro de recaída, necesitarán presentar pruebas de adicción actual. Esta categoría incluye solicitantes que fueron dados de alta de las instituciones y antiguos pacientes que dejaron el tratamiento con metadona, con éxito, en un plazo de 2 años y creen que están en peligro de recaída. Procedimiento de Ingreso Una vez que el solicitante cumple con los requisitos de admisión se le orienta sobre el TMM, y se le proporciona un folleto informativo sobre las normas y servicios del programa. El paciente deberá firmar los debidos documentos de consentimiento aceptando las pólizas del programa y permitiendo la administración de metadona. El paciente deberá someterse a un examen físico que incluye un análisis de sangre, un test de hepatitis, enfermedades venereas, tuberculosis y embarazo. El paciente recibirá la vacuna del tétano y por último, se tomarán tests de orina para verificar la presencia de opiáceos y otras sustancias tóxicas. El test de HIV se realizará tras la admisión del paciente y con su consentimiento, a continuación se le proveerá con una orientación sobre el test y el SIDA. El paciente comen- 12 zará el tratamiento una vez cumplido el proceso de admisión. A los 30 días de admisión se completará una evaluación psicosocial y un plan de tratamiento. Una vez admitidos, los pacientes deben presentarse en la clínica diariamente para tomar sus dosis de metadona bajo supervisión de una enfermera. Los horarios para presentarse son flexibles para los pacientes que cumplan y muestren mejorías. Con el tiempo, los pacientes pueden volver a la clínica una vez por semana y recibir seis dosis líquidas en ampollas para consumirlas en casa diariamente. Los pacientes tendrán que someterse a un mínimo de ocho tests de orina al año en los cuales se comprueba la presencia de metadona y otras drogas ilícitas incluyendo la heroína. Proceso de Introducción de la Metadona Al comienzo del tratamiento los pacientes presentan diferentes niveles de dependencia a la heroína. Por lo tanto, el médico y el personal clínico deberá realizar una evaluación del paciente para poder determinar la dosis inicial de metadona adecuada que aliviará el síndrome de abstinencia de la heroína y el ansia narcótica sin inducción sedativa. La dosis inicial es de 30 mg. La dosis se puede complementar con una adicional de 5-10 mg si los síntomas de abstinencia persisten después de un periodo de observación de dos horas. Las normas federales requieren un periodo de observación para garantizar que el paciente no sea sedado. Según normas federales, la primera dosis de metadona no puede exceder los 40 mg. Las dosis pueden incrementarse de 5-10 mg cada día o cada dos días hasta 60 mg, si tras observar al paciente, presenta persistencia del síndrome de abstinencia. La dosis se incrementará según las necesidades de cada paciente hasta los 80-120 mg/d. o por encima, hasta que la metadona haya alcanzado el nivel de sus tres efectos principales: aliviar el ansia, neutralizar el efecto narcótico de la heroína y aliviar el síndrome de abstinencia. Si el incremento en la dosis es demasiado rápido, el paciente puede experimentar episodios transitorios de retención urinaria, edema o distensión abdoRET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 minal. Por lo tanto, el procedimiento para conseguir una dosis adecuada debe determinarse cuidadosamente según las necesidades de cada paciente (16,25). Evaluaciones Principales En 1965 se organizó una comisión dirigida por el Dr. Henry Brill del Departamento de Estado de Higiene Mental de Nueva York, para evaluar el programa de mantenimiento con metadona. La evaluación, que comenzó en agosto de 1965, fue dirigida durante un periodo de seis años por el Dr. Frances Rowe Gearing de la Escuela Universitaria de Salud Pública en Columbia (Columbia University School of Public Health). El Dr. Gearing presentó dicha información a la comisión del Dr. Brill cada seis meses (21). En 1974 (21) se publicó un informe final (21), para entonces se habían admitido en el tratamiento con metadona unos 17.500 pacientes en cinco distritos de Nueva York más los distritos de Nassau, Suffolk y Westchester, durante el periodo de 1964 a diciembre de 1971. Los siguientes puntos son los más destacados del informe: • En 1973 había un total del 77% de pacientes en tratamiento. • De los primeros 1230 pacientes admitidos, hubo un 35% de mejora en el comportamiento empleo, educación y mejora del estatus de la mujer, en comparación con el estado de los pacientes al principio del tratamiento. A finales de 1973 se registraron cohortes de todos los pacientes admitidos anualmente de 1964 a 1971 que mostraban un incremento en productividad social. • El porcentaje de arrestos disminuyó de 201 arrestos por cada 100 personas al año previo al tratamiento, a 1,24 arrestos por cada 100 personas al año después del tratamiento con metadona. Casi un 75% de los pacientes no fueron arrestados. Tres años antes de la entrada en el tratamiento, todos los pacientes tenían antecedentes de arrestos criminales. • El seguimiento de los primeros 356 pacientes que dejaron el tratamiento mostró que pocos de ellos o RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 • • • ninguno tuvieron problemas relacionados con la adicción o criminalidad: el 38% de los pacientes fueron arrestados, el 26% tuvieron un historial de desintoxicación después de experimentar una recaída con la heroína, el 15% estuvieron bajo tratamiento por otro tipo de adicción que no ofrecía metadona, el 6% de los pacientes había muerto y el 7% volvieron al tratamiento con metadona. Aproximadamente el 25% de los pacientes presentaron abuso de drogas no opiáceas (ej. barbitúricos, anfetaminas, cocaína) o de alcohol. Estos problemas fueron las causas principales de la baja en el programa. El alcoholismo era el problema principal entre pacientes mayores de 30 años y también entre pacientes de raza negra, mientras que el mayor problema entre los jóvenes de menos de 30 años de raza blanca era el abuso de drogas no opiáceas. A principios de los 70, una mayor proporción de pacientes con serias enfermedades de corazón, cancer, problemas neurológicos y otros; se apuntaron al tratamiento de metadona. Esta tendencia pone de manifiesto la necesidad de que los programas de metadona se realicen en un hospital o en instalaciones con supervisión médica. El índice de mortalidad en pacientes en tratamiento fue ligeramente superior que el índice de mortalidad de la población de Nueva York de entre 20 y 54 años de edad en los años 1969 y 1970 (7,6 vs. 5,6 muertes por cada 1000 personas). Sin embargo, el índice de mortalidad de los pacientes que dejaron el tratamiento fué 3 veces mayor que los que no lo dejaron (28,2 muertes poe cada 1000 personas). El 64% de los pacientes que dejaron el tratamiento murieron por problemas relacionados con la droga, en comparación con el 30% de los que siguieron el tratamiento. En 1978, Dole y Joseph documentaron un estudio de 846 pacientes seleccionados al azar que habían entrado en el programa por razones diferentes en varias clínicas de Nueva York (26). Los siguientes puntos se anotaron cuando se realizaron las entrevistas y exámenes de los informes 13 • • • • 14 de la agencia comunitaria en una media de casi dos años después de que los pacientes hubieran dejado el TMM. Sólo el 8% de los pacientes dados de alta parecían estar bien, no habían experimentado recaída con el alcohol u otras drogas no opiáceas y por último, no habían sido arrestados. El 64% de los pacientes habían sufrido una recaída con la heroína y volvían a ser adictos; el 6% consumía heroína una o dos veces por semana; el 22% tenía problemas con el alcohol, drogas no opiáceas o con criminalidad. Alrededor del 66% de los pacientes que habían dejado el programa "en buenas condiciones" volvieron a la heroína, consumían heroína una o dos veces por semana o tenían problemas con el alcohol o drogas no opiáceas, mientras que el 98% de los pacientes que había dejado el tratamiento sin estar "rehabilitados" tenían algún problema de este tipo tras dejar el tratamiento. Por otro lado, el 34% de los pacientes que habían dejado el tratamiento "rehabilitados", y el 2% que lo había dejado sin estar completamente "rehabilitados" estaban bien y no parecían tener problemas relacionados con las drogas ni el crimen. El total de tiempo de adicción a la heroína, la duración del tratamiento con metadona y el tipo de terminación del tratamiento (ej. rehabilitado vs. no rehabilitado) parecían ser los principales pronósticos de un postratamiento por parte del paciente y su recaída género, etnia y nivel de educación no se han contemplado en la fase de postratamiento al uso de la heroina. Los pacientes que habían sido adictos durante menos de cinco años, que habían permanecido bajo tratamiento durante dos o más años y habían dejado el programa de tratamiento con metadona rehabilitados, parecieron tener mayor oportunidad de recuperarse (ej. no recaída a la heroína) tras dejar el tratamiento que los pacientes con historiales de consumo de heroína durante más tiempo, un tratamiento de menos de tres años y una salida del programa sin estar rehabilitados y sin la ayuda social adecuada (ej. sin empleo, consumo de drogas y actividad criminal). • Los porcentajes de mortalidad entre los pacientes tras dejar el tratamiento eran más del doble que los porcentajes de mortalidad de los pacientes que permanecieron en tratamiento. El narcotismo o la sobredosis narcótica eran las causas principales de mortalidad, seguido por enfermedades relacionadas con el consumo de alcohol para aquellos pacientes que habían dejado el tratamiento, con un porcentaje más elevado de mortalidad durante el primer mes postratamiento. • El problema del alcoholismo era el factor principal en el 26% de interrupciones del TMM. Debería remarcarse el hecho de que más del 80% de los pacientes que tenían problemas con el alcohol antes de su admisión en el programa de tratamiento con metadona, continuaron bebiendo excesivamente durante el tratamiento. • Los porcentajes de arrestos antes del tratamiento fueron más altos para aquellos pacientes que habían dejado el TMM durante el primer año, en comparación con los pacientes que permanecieron bajo tratamiento durante más de un año (1,5 vs. 0,8 arrestos por persona al año). • Los principales indicadores del seguimiento de un paciente consumidor de heroina con el estado del paciente al ser dado de alta son total del tiempo de adicción antes del tratamiento y si tenía empleo o no. A mediados de los 80 se realizó una evaluación de la efectividad del TMM bajo la dirección de Ball y Ross (27), que investigaron los ajustes para 617 pacientes masculinos en seis programas ubicados en tres áreas metropolitanas principales con una población numerosa de adictos a la heroína, Nueva York, Philadelphia y Baltimore. Los factores examinados en este estudio de tratamiento con metadona incluían criminalidad, consumo de heroína y otras drogas y un seguimiento de los pacientes que dejaban el tratamiento durante el curso del proyecto. También se investigaron los seis programas y los servicios que ofrecía la administración. • El 77% de los pacientes dejaron el uso de heroína RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 intravenosa en un periodo de seis meses. Tras 4,5 años de tratamiento, el 92% había dejado la heroína, el 96% no consumía barbitúricos ni anfetaminas y el 83% no consumía cocaína. La dosis de metadona era un factor importante a la hora de reducir el uso de heroína, independientemente del programa al que los pacientes pertenecieran. Durante un periodo de tiempo de 30 días previo a la entrevista y al chequeo del historial médico dentro del primer mes del estudio, el 28% de los pacientes que recibían dosis de metadona de menos de 45 mg/d seguían consumiendo heroína, en comparación con el 5,4% que estaba con dosis de al menos 46 mg/d. Sin embargo, el subgrupo de pacientes que recibía 71 mg/d o más de metadona, no mostró signos de consumo. • Hubo una reducción del 79% en todo tipo de crímenes entre los pacientes en tratamiento con metadona de los niveles de pretratamiento. La reducción del crimen estaba relacionada con la duración del tratamiento. Los pacientes en tratamiento durante tres o más años cometían menos crímenes que los que permanecían en tratamiento durante menos de tres años. • El 82% de los pacientes que habían dejado el tratamiento con metadona experimentaron una recaída en un periodo de 12 meses. De los 23 pacientes de este grupo que habían salido del programa rehabilitados (ej. socialmente rehabilitados, no abuso de drogas, recibiendo consejo y completando el proceso de desintoxicación de metadona), 16 (69,5%) recayeron en el curso del año siguiente al tratamiento y siete de ellos (30,4%) no sufrieron ninguna recaída. Ball y Ross recalcaron que la administración y las pólizas del programa influenciaron los resultados de los pacientes. En los programas con servicios mejor desarrollados y con un personal más efectivo, alcanzaron mejores resultados. Los resultados favorables estaban más relacionados con el alcance y la calidad de los servicios ofrecidos por los programas, que con las características del paciente a la hora de su admisión. Estos RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 investigadores expresaron que era necesario implantar más servicios de calidad en los programas. Duración del Tratamiento y Dosis de Metadona: Implicaciones para el tratamiento. Los estudios de Gearing y Schweitzer (21), Dole y Joseph (26) y Ball y Ross (27) demuestran que el mantenimiento con metadona es una terapia correctiva y no curativa. Eso significa que la vasta mayoría de los pacientes que dejan la metadona recaerán en el uso de la heroína (28). Aunque el consumo de heroína durante un periodo de tiempo corto y un tratamiento con metadona más prolongado así como la estabilidad social está relacionado con la abstinencia en un menor número de pacientes, no existen pruebas claras que demuestren su éxito (26). Según un estudio realizado por D'Aunno en 1995, varias clínicas seleccionadas en los Estados Unidos insistían en que los pacientes dejaran el tratamiento después de un año (29). Los pacientes también dejaban el tratamiento por no cumplir con las normas, incluyendo consumo continuo de drogas ilícitas o incluso fracaso en la reincorporación al trabajo (30). Se ha demostrado que la dosis de metadona es un factor importante para mantener a los pacientes en tratamiento. Watters y Price revisaron 44 programas de metadona en los Estados Unidos y descubrieron que el nivel de las dosis de metadona era el único y mayor factor que afectaba el mantenimiento del paciente en tratamiento. Contra mayor fuera la dosis de metadona, mayor era el tiempo que los pacientes permanecían en tratamiento (31). Caplehorn y Bell documentaron el mismo fenómeno en Australia (32). Los pacientes estabilizados a 80 mg/d o más contaban con porcentajes mayores de retención en el programa que los pacientes con dosis más bajas y que habían consumido menos heroína. Los factores asociados con los buenos resultados de los pacientes, tales como empleo, nivel educativo y reducción en criminalidad, parecían tener menos efecto en la retención del paciente que el nivel de la dosis. Leavitt y col. documentaron que las dosis que 15 excedían los 100 mg/d o incluso tan altas como 780 mg/d eran seguras y necesarias para eliminar el abuso de opiáceos y en algunos casos, para reducir el abuso de alcohol u otras drogas (20). Hartel y col. ha demostrado que las dosis de metadona de más de 80 mg/d ayudan a proteger a los pacientes de HIV, en comparación con las dosis más bajas (33). A pesar de las evidencias, muchos programas no se adhieren a los protocolos de las dosis. D'Aunno también descubrió que la media diaria en la mayoría de las clínicas inspeccionadas era de 59 mg menos que lo ofrecido en las dosis más bajas de la gama terapeútica de dosis. Además, el 66% de las clínicas tenía una dosis límite de 80 o 100 mg (29), a pesar de que muchos pacientes necesitaban dosis de 100 a 120 mg y un número menor necesitaba dosis mucho mayores. Además, los protocolos de investigación todavía se están llevando a cabo, lo cual causa que los pacientes sean objeto fortuito de dosis tan inefectivas como de 20, 30 y 50 mg (34,35). Por otro lado, la Oficina de Alchoolismo y Abuso de Sustancias Tóxicas del estado de Nueva York (Office of Alcoholism and Substance Abuse Services, OASAS) ha obtenido un permiso para que los médicos en los programas con metadona puedan prescribir hasta 150 mg de metadona a aquellos pacientes que continúen con el uso de la heroína. Las dosis por encima de este nivel requieren notificación estatal con justificación. Abuso de drogas múltiples Entre los adictos a la heroína, el uso frecuente de sustancias no narcóticas se ha documentado desde 1967 por Langrod y col. (36). Se documentaron informes que muestran que el 91% de 413 adictos a la heroína del New York State Commitment Program admitieron haber consumido otras drogas, con un 55% de pacientes que habían consumido cuatro o más drogas ilícitas. Las últimas informaciones disponibles indican que un 40% de los pacientes con metadona utilizan cocaína o crack tras su admisión en el programa. Kreek y col. indicaron que en los años 70 casi un 20% de los pacien- 16 tes con metadona tenían serios problemas con el alcohol tras su admisión en el programa (37). Joseph y Appel descubrieron que las enfermedades relacionadas con el alcohol eran las causas principales de mortalidad entre los pacientes con tratamiento con metadona y que aproximadamente un 23% de las terminaciones del tratamiento estaban relacionadas con el alcohol (38). Como el abuso de alcohol y diferentes drogas existe antes de la admisión en el programa con metadona, la extensión del problema debe evaluarse, y deben aplicarse nuevos métodos de tratamiento tras la entrada del paciente en el programa. Así mismo, los pacientes con serios problemas de ansiedad o depresión pueden caer en el abuso de sustancias ilegales si no son diagnosticados y tratados debidamente. El tratamiento debería incluir atención psiquiátrica y medicación, así como desintoxicación de sustancias no prescritas y análisis de comportamiento cuando sean necesarias. En el estado de Nueva York, los pacientes con metadona que son alcohólicos ahora pueden ser admitidos como pacientes internos en los programas de los centros de rehabilitación. Sin embargo, no existen intervenciones médicas a largo plazo para los adictos a la cocaína. No obstante, según un cohorte realizado a 133 pacientes con metadona, indica reducciones significativas en el uso de cocaína entre los pacientes que permanecieron con tratamiento durante 18 meses y que recibieron las dosis adecuadas de metadona (39). Los pacientes que consumían cocaína durante su tratamiento pueden también reducir el consumo de cocaína ayudados por un consejero individual, en un grupo de cocainómanos anónimos o a través de terapias cognitivas (40). Impacto del TMM en la comunidad Mientras que para el médico es importante ser consciente de cómo evoluciona el paciente, el impacto en la seguridad y salud pública dentro de la comunidad puede tener muchas consecuencias. Entre 1971 y 1973 hubo un aumento de pacientes del 142% (de 14.000 pacientes hasta casi 34.000 pacientes) en la ciudad de RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 Nueva York, como resultado de un rápida expansión de los programas de metadona en clínicas bajo la dirección del Dr. Robert Newman perteneciente al anterior Servicio de Administración de Salud. En los años 70, el número estimado de adictos en Nueva York varió de 164.000 a 203.000. Por lo tanto, en 1973 tan sólo un estimado de 15 a 18% de los adictos a la heroína se alistaron en el TMM. Sin embargo, se documentó el siguiente decrecimiento en los problemas sociales y médicos asociados a la adicción a la heroína por cada 1.000 admisiones a los programas de metadona en la ciudad desde 1971 a 1973: • Relación entre adicción y crimen a la propiedad (se redujo a 3.869 por 1.000 admisiones). • Arrestos por drogas (redujo a 1.251 por 1.000 admisiones). • Hepatitis (redujo a 75 casos por 1.000 admisiones). • Mortalidad relacionada con drogodependencia (redujo a 16 muertes por 1.000 admisiones) (40). Se documentó un fenómeno parecido en Hong Kong, donde se redujeron los crímenes a la propiedad relacionados con las drogas y las encarcelaciones después de que se introdujera el tratamiento con metadona en 1976 (41). Desviación La desviación de la metadona ha sido siempre una causa de preocupación en la comunidad. Este miedo ha sido un factor decisivo en la oposición a la ampliación del TMM y en la apertura de clínicas nuevas. Sin embargo, el Informe del Instituto de Medicina (IIM) (18) sobre la regulación del tratamiento con metadona sugiere que el problema de la desviación de la metadona, no parezca ser lo bastante serio como para tomar prioridad en la accesibilidad al tratamiento para adictos no tratados. Esta conclusión está basada en la información recapitulada de muchas fuentes de todos los Estados Unidos, tales como departamentos de salud, examinadores médicos, etc. El informe del IIM (18) y los informes de los estudios realizados en la Oficina de RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 Estado de Nueva York de Servicios de Alcoholismo y Abuso de Sustancias Tóxicas (New York State Office and Alcohol and Substance Abuse), remarcaron las siguientes razones relacionadas con la venta o compra de metadona: • Los pacientes venden metadona para complementar sus ingresos. • Los pacientes pueden comprar metadona para complementar sus dosis si éstas son inadecuadas. • Los individuos compran o venden metadona para ayudar a sus familiares o amigos que están en proceso de desintoxicación y lo requieren. • Las personas adictas que no pueden entrar en el tratamiento por las listas de espera y que no tienen seguridad social ni pueden permitirse el tratamiento, compran metadona en la calle para aliviar los síntomas del proceso de desintoxicación. • Los adictos compran metadona para mantenerse fuera del programa si no tienen heroína. Algunos adictos compran metadona en la calle para "colocarse" en combinación con otras drogas. Otros adictos compran metadona porque creen que las normas del programa son demasiado molestas o porque quieren preservar la confidencialidad de su identidad a la hora de entrar en un barrio en el que se ofrece el programa. Por eso, la metadona divergida se compra principalmente para dejar la heroína y mantener una población adicta a la heroína no tratada. La adicción primaria a la metadona no es muy común ya que la metadona no proporciona los efectos eufóricos de la heroína. Por lo tanto, las regulaciones basadas únicamente en miedos de desviación pueden ser contraproducentes (18). La disponibilidad del TMM debería incrementarse y ser más asequible y las dosis en el tratamiento deberían adecuarse a las necesidades del paciente. Existen dos opciones para los pacientes que no cumplen con el régimen de su tratamiento. La primera opción es requerir que acudan a la clínica seis o siete veces por semana con pocos privilegios o ninguno para tomar sus dosis de metadona. La segunda opción es el uso de levometadie acetato (LAAM), que puede admi- 17 nistrarse oralmente en la clínica dos o tres veces a la semana (42). Embarazo La metadona es la única medicación aprobada para tratar la adicción narcótica durante el embarazo. El uso de antagonistas narcóticos como la naltrexona está contraindicado ya que estas medicaciones precipitan el síndrome de abstinencia opiáceo y puede resultar en aborto espontáneo, parto prematuro, bajo peso al nacer y síndrome de muerte súbita en neonatos. El uso del LAAM en el embarazo todavía no se ha estudiado. Por lo tanto, las mujeres que se quedan embarazadas, no son elegibles para recibir LAAM o se transfieren a un tratamiento con metadona si se quedan embarazadas mientras consumen LAAM. El consumo de la heroína durante el embarazo provoca que el feto sufra fluctuaciones diarias del síndrome de abstinencia, lo que puede provocar un parto prematuro, bajo peso al nacer y síndrome de muerte súbita en neonatos. El estilo de vida asociado con la adicción a la heroína durante el embarazo puede conducir a una nutrición pobre, transmisión de enfermedades infecciosas incluyendo VIH y hepatitis y complicaciones tales como endocarditis y abcesos por el uso de agujas contaminadas. Además de la fluctuación de los niveles de opio, los estilos de vida destructivos y el uso de otras drogas, tabaco y alcohol puede causar abortos espontáneos, ruptura prematura de las membranas, crecimiento uterino retardado, parto prematuro, falta de dilatación y toxemia (43-47). Los efectos de la metadona en el embarazo se han estudiado desde finales de los años 60. Se han advertido los siguientes resultados en varios estudios (43-47): • El mantenimiento con metadona durante el embarazo tiene el potencial de eliminar el consumo de la heroína por inyección, inhalación o fumada y también ayuda a reducir el consumo de otras drogas legales o ilegales. • El TMM por sí solo es insuficiente para enfrentarse a los problemas de una embarazada adicta a la hero- 18 ína. Por lo tanto, la paciente debe incorporarse en un programa comprensivo que incluya cuidados médicos y prenatales, consejo nutricional y atención para resolver todos los problemas de salud, personales y sociales que presenta la paciente. • La metadona, al ser una medicación de acción prolongada, provee al feto con un mejor ambiente de desarrollo sin estar sujeto a las fluctuaciones asociadas con el síndrome de abstinencia. • Sin embargo, durante el curso del embarazo hay una marcada diferencia en los niveles de metadona en la sangre que deben observarse con especial atención. Existe una variedad de factores maternales, placentarios y fetales, incluyendo un incremento en el volumen de fluido, una gran reserva de tejido y el metabolismo de la placenta y el feto que puede provocar la necesidad de dosis mayores, en especial durante el tercer trimestre. Este incremento puede requerirse para prevenir la manifestación del síndrome de abstinencia del opio, lo cual podría ocasionar problemas en el desarrollo del feto. Kaltenbach y col. (45) hace hincapié en la necesidad de entender los cambios metabólicos y el incremento en el volumen de sangre durante el embarazo, ya que las pacientes embarazadas tratadas con metadona desarrollan frecuentemente síntomas del proceso de desintoxicación que deben tratarse con un incremento en la dosis. • El mantenimiento con metadona reduce las complicaciones obstétricas que se presentan en las embarazadas adictas a la heroína. Las dosis de metadona muy altas durante el primer trimestre pueden ocasionar un elevado peso en el neonato (43-46). Los neonatos nacidos de mujeres bajo tratamiento con metadona pueden experimentar alguna forma de síndrome de abstinencia, normalmente entre las 24 y 72 horas o más al postparto. Por lo tanto, es necesaria una observación prolongada. Diferentes estudios han demostrado una información conflictiva en la relación entre dosis de metadona y síndrome de abstinencia. Estos datos varían de ninguna relación entre el nivel de dosis a relación en todos los niveles de dosis. RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 Aunque este síndrome normalmente no es mortal entre los adultos, los neonatos son más sensibles y deben tratarse si se presentan síntomas al nacer. El síndrome de abstinencia neonatal puede controlarse con fármacos como paregórico o fenobarbital; el paregórico es preferible al fenobarbital ya que éste puede provocar menos ataques. El síndrome de abstinencia neonatal se lleva con un mejor control terapeútico en un menor periodo de tiempo con paregórico y hay una normalización más rápida en los reflejos del niño para amamantarse (44,45). Un estudio en niños que habían experimentado ataques relacionados con el síndrome de abstinencia seguidamente a su nacimiento, mostró exámenes neurológicos anormales. Sin embargo, tras el primer año, las anormalidades habían desaparecido y los trazados del EEG se normalizaron. Además, los niños que experimentaron ataques durante el primer año de vida no diferían para nada de aquellos que no sufrieron ataques relacionados con otras patologías (46). Las pacientes pueden amamantar a sus niños durante los primeros seis meses de vida, pero está contraindicado si la madre es VIH positiva y/o abusa de las drogas como el alcohol, las anfetaminas y la heroína, ya que todas ellas pueden alcanzar niveles significativos en la leche materna. En contraposición, se ha demostrado que los porcentajes de concentración de metadona en la leche y el plasma son bajos (43-45,48), y el control de los niveles de metadona en la leche materna y en el plasma del niño no es necesario. El destete, normalmente, no debería presentar problemas respecto a los síntomas del proceso de desintoxicación (45,48). Se realizó un estudio de seguimiento a 25 niños de cuatro años cuyas madres habían estado en tratamiento con metadona durante el embarazo y que habían recibido cuidado prenatal. Los niños mostraban un desarrollo normal comparado con los controles. Se realizaron, así mismo, exámenes neurológicos, pruebas con la Escala de Inteligencia Wechsler Primaria y Pre-escolar, desarrollo del lenguaje y percepción visual sin movimiento. Los resultados de todos los exámenes neurológicos estaban dentro de los parámetros normales y no RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 existía relación entre las puntuaciones del IQ y la severidad del síndrome de abstinencia en el momento de nacer. No existían diferencias estadísticas entre los niños expuestos a la metadona en útero y los controles que no habían sido expuestos: la media en las puntuaciones del IQ era de 106,5 en los niños expuestos a la metadona y del 106 en los controles. Hasta la fecha, no se han identificado condiciones crónicas ni anormalidades atribuibles a la metadona en los niños expuestos a la metadona en útero mientras sus madres recibían cuidados prenatales. Sin embargo, se necesitan nuevos estudios de seguimiento para los grupos de niños mayores de cuatro años que estuvieron expuestos a la metadona en útero y su comparación con controles (43, 44,45). Resumiendo, el uso de la metadona favorece tanto a la salud del infante como a la de la madre. Sin embargo, la metadona puede causar complicaciones en las primeras semanas de vida pero éstas son controlables y preferibles a las fluctuaciones en los niveles de opio encontrados en las adictas a la heroína y a los peligros asociados con este estilo de vida. Seguridad Médica y Efectos Secundarios Los asuntos de la seguridad médica relativos al mantenimiento con metadona se han controlado desde 1964 (18). Un mantenimiento con metadona a largo plazo es una medida médica segura, un tratamiento no tóxico con efectos menores y en su mayoría transitorios, encontrados principalmente durante la fase de inducción del tratamiento. En general, el estado de salud de los pacientes mejora después de pasar un tiempo en tratamiento (18). Las principales quejas son el incremento en transpiración y el estreñimiento. Aunque la metadona se metaboliza a través del hígado, no es hepatotóxica; los pacientes que entran en el TMM con una función de hígado normal, mantendrán una función normal tras el tratamiento (12,18). Sin embargo, la hepatitis B y C (o hepatitis delta) son infecciones comunes con porcentajes de predominio de hasta 80% entre los heroinómanos ( 47). Por lo tanto, las anormalidades en la función del hígado entre los pacientes 19 con metadona están causadas normalmente por infecciones adquiridas antes de entrar en el tratamiento o/y como consecuencia del alcoholismo. No existen efectos tóxicos en los riñones, aunque una vez más, es posible que los pacientes entren en el programa con enfermedad renal crónica, un problema habitual entre los adictos a la heroína (18). Cuando la metadona se prescribe en dosis adecuadas en tratamientos a largo plazo, normaliza las funciones fisiológicas perturbadas por la adicción a la heroína (12, 18). Estas incluyen: • Respuestas de tensión nerviosa del sistema central nervioso y regulación baja del eje hipotalámico pituitario adrenal. • Las hormonas reproductivas del eje hipotalámico pituitario-gonadal provocan una función anormal. • Indices de funcionamiento inmune ligados al fun cionamiento neuroendocrino (18). El funcionamiento dañado de estos sistemas puede estar relacionado con el comportamiento de necesidad de la droga de los adictos a la heroína. La adicción a esta droga puede causar irregularidades en el funcionamiento menstrual entre las mujeres y pérdida de la libido y potencia sexual entre los hombres. Los pacientes pueden presentar preocupaciones sobre su funcionamiento sexual. Sin embargo, el informe del IOM (18) sobre la metadona, indicó que más del 80% de los hombres y mujeres que presentaban irregularidades sexuales durante su adicción volvieron a un funcionamiento normal entre uno y tres años más tarde: las mujeres experimentan una menstruación normal y la libido y la poten- cia sexual se restauran en los hombres, aunque algunos pueden presentar eyaculación tardía (12,18). Varios investigadores estudiaron los problemas sexuales que los pacientes del TMM atribuían a la medicación. De 101 pacientes documentados por Langrod, Lowinson y Joseph (51), el 17% presentaban problemas relacionados con la eyaculación tardía en el momento de su entrevista. Los pacientes (con una media de edad de 35 años) compararon su actual funcionamiento sexual al periodo previo a su consumo de heroína, que era el periodo de la pubertad. Otros estu- 20 dios documentaron que los pacientes con metadona presentaban un incremento de la libido cuando entraron en el tratamiento con metadona, comparado con el periodo en el que usaban heroína (12,18). Potencial Funcional en los Pacientes Tratados con Metadona, Empleo y Conducción de coche Los pacientes con metadona han desempeñado sus funciones en trabajos que abarcan las cualificaciones de cualquier trabajo en la amplia gama del mercado laboral. Los pacientes de los programas de mantenimiento con metadona son dueños de negocios, gerentes, vendedores, profesionales, técnicos informáticos y obreros (52). En 1972 se mantuvo un análisis de 951 pacientes del New York City Health Services Administration Methadone Program donde se muestra que se había contratado pacientes en todo tipo oficios: comercio (14%), gobierno municipal (0,7%), gobierno federal (0,6%), trabajo administrativo (4,5%), profesional (2,6%), trabajos cualificados (17,1%), trabajos semicualificados (5,5%), servicios y gerencia (3,7%), ventas (9,0%), servicios sociales (2,7%), trabajos no cualificados (39,4%) (53). Gordon y Appel comprobaron que los pacientes con metadona estaban dentro de la gama normal en los tests de inteligencia, estudios de tiempo de reacción, de atención y percepción de movimiento (54). En la revisión de los informes de conducción y durante las entrevistas mantenidas con pacientes no deteriorados por el uso de alcohol o sedantes, se comprobó que los pacientes con metadona no difieren significativamente en el número de accidentes o violaciones de tráfico comparados con personas de la misma edad y que no consumían drogas o con antiguos adictos que no estaban bajo TMM y que eran abstemios. Los tests administrados a los primeros 155 pacientes que recibieron dosis de metadona de 79 mg/d a 100 mg/d tuvieron resultados de funcionamiento intelectual normal (54). Las líneas más bajas en la escala del IQ mostraban una ausencia de pacientes. Una década más tarde se realizó un seguimiento en 30 pacientes y se RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 obtuvieron los siguientes resultados: 25 tuvieron una puntuación más alta que en los tests originales, uno tuvo la misma puntuación y cuatro de ellos mostraron puntuaciones algo más bajas dentro de una gama normal. Por lo tanto, la conclusión principal de los estudios con relación al potencial funcional de los pacientes con metadona es que pueden realizar cualquier tarea para la que estén cualificados. El alcohol y los calmantes son más propicios a causar problemas a los conductores o a las personas que trabajan con maquinaria que los pacientes con medicación con metadona. Tratamiento con metadona y VIH/SIDA Los estudios realizados por todo el mundo han confirmado que el tratamiento con metadona juega un papel decisivo en la prevención de la transmisión del VIH entre los heroinómanos, reduciendo el riesgo de un 25% a un 16,6% (55). • Abdul-Quader y col. demostró que el tratamiento con metadona podía reducir el riesgo relacionado con la inyección (56). La frecuencia de inyección de heroína y las visitas a los lugares de encuentro donde posiblemente se comparten jeringuillas, se redujo al cabo de un tiempo tras el alistamiento de los pacientes en el TMM. • Metzger y col, realizaron un estudio de probabilidad (57) comparando pacientes en tratamiento con metadona que obtuvieron tests negativos de VIH y heroinómanos con tests negativos de VIH que no estaban en tratamiento pero que se habían alistado en la red social de los pacientes. En el curso de 18 meses, el 3,5% de los pacientes que permanecían en tratamiento pasaron de seropositivos a desarrollar el VIH, mientras que el 22% de los que permanecieron fuera del tratamiento pasaron de seropositivos a desarrollar el VIH. • Hartel y Schoenbaum examinaron el contagio del VIH por inyección en un grupo de 622 pacientes en tratamiento con metadona en el Bronx. Los pacientes eran antiguos usuarios de heroína inyectada y en algunos casos de cocaína (33). La información RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 social y médica de este estudio cubre un periodo de 20 años desde el principio de la epidemia de VIH en 1978. En este grupo, la dosis de más de 80 mg/d jugaba un papel decisivo en la prevención de la transmisión del VIH. Los pacientes que recibían más de 80 mg/d se contagiaban en menor grado que los que recibían dosis menores. El valor de la protección de una dosis adecuada de metadona era independiente del año de la última inyección de cocaína, del intercambio de jeringuillas, del número de drogas inyectadas entre parejas, de los ingresos, de personas en asistencia social y minoridad étnica (ej. latinos, afroamericanos). El estudio enfatizó la necesidad de los programas de mantenimiento con metadona para prevenir la transmisión de enfermedades y para ayudar a los pacientes con otros problemas médicos y sociales. • Blix y Grondbladh (58) mostraron que los pacientes que entraron en el tratamiento con metadona en Uppsala, Suecia antes de 1983 tenían porcentajes más bajos de infección de VIH y SIDA que aquellos que fueron admitidos después de 1983. Los investigadores concluyeron que el tratamiento con metadona ofrecía protección contra el VIH a aquellos que permanecían en tratamiento ya que la inyección de heroína terminaba siendo eliminada o redudida. Los investigadores también recomendaron que los adictos no tratados entraran en el tratamiento para prevenirlos del VIH (58). • Weber y col, condujeron un estudio de tres años en un grupo de pacientes con metadona e infectados con el VIH (59). La progresión hacia el SIDA era más rápida entre los que consumían heroína que entre los pacientes mantenidos con metadona. • Un estudio de 58 pacientes rehabilitados en Nueva York (ej. con trabajo, estables socialmente, que no consumían drogas ilícitas ni se inyectaban heroína) demostró que eran seronegativos en anticuerpos del VIH (60). Estos pacientes habían consumido heroína en una media de más de 10 años antes de entrar en el TMM, antes de la primera epidemia de VIH/SIDA. Estuvieron en tratamiento con metado- 21 • na durante 17 años aproximadamente y habían dejado de inyectarse heroína. Sin embargo, antes de entrar en el tratamiento con metadona, habían tenido un comportamiento arriesgado compartiendo jeringuillas y como resultado, un 91% tenían marcadores de hepatitis B. Por lo tanto el éxito del programa de tratamiento con metadona, estaba asociado con la ausencia de anticuerpos del VHI. Magura y col, documentaron que el uso de cocaína entre los pacientes con metadona estaba relacionado con comportamientos más arriesgados y a un predominio más alto a contagiarse con el VHI (ej. compartir jeringuillas y promiscuidad) que entre los pacientes con metadona que no consumían cocaína (61). Sin embargo, este comportamiento arriesgado entre la población de consumidores de cocaína comenzó a declinar después de un periodo de dos años tras la entrada en el programa. Los autores recomendaron que los pacientes que usaban cocaína permanecieran bajo tratamiento y que los servicios como cambio de jeringuillas y preservativos gratuitos fueran incrementados. Desde una perspectiva de reducción de daños, el tratamiento con metadona era efectivo incluso para los adictos a la cocaína, ya que la inyección de heroína sufrió un descenso. Las bajas en el tratamiento con metadona tendría un efecto potencial en el incremento del riesgo de VIH a los niveles del pre-tratamiento. Estigmas Desde su comienzo, el TMM se ha estigmatizado por la creencia de que el tratamiento con metadona sustituye una droga por otra. Esta creencia confunde las diferencias cruciales entre una adicción activa a la heroína y el uso de la metadona en un programa de mantenimiento. Gordis cita el mantenimiento con metadona como un ejemplo de un nombrado programa de investigación médica en el cual las malinterpretaciones y los prejuicios han tenido un impacto negativo en su realización (62). Cooper indica que el tratamiento con metadona ha recibido una aceptación muy limitada 22 por los doctores porque la adicción no se considera como una condición médica legítima (63). Los conceptos erróneos sobre la adicción, el papel del TMM y los estigmas que se han asociado al tratamiento pueden generar pólizas contraproducentes como regulaciones excesivas y la prescripción de dosis más bajas. Gordon documentó que a la hora de contratar, los empresarios eran más compasivos con los alcohólicos que con los pacientes con metadona estabilizados (64). Los alcohólicos disponían de programas e incluso los trabajadores que estaban perjudicados por el alcohol se enviaban a programas de tratamiento que algunas veces estaban unidos con sus trabajos. Gordon observó que el alcoholismo estaba aceptado en la sociedad mientras que el alistamiento en un tratamiento con metadona llevaba a un aislamiento social. Los pacientes con metadona tienen miedo de ser suspendidos, despedidos o de no encontrar trabajo si los empresarios conocen su estado, a pesar de que éstos no se ven limitados por el tratamiento con metadona y pueden desempeñar sus tareas sin problema alguno. Joseph documentó que los estigmas predominan en las vidas de los pacientes con metadona, les crean miedos sobre su descubrimiento y ocultan su alistamiento en el programa a sus familiares, amigos, jefes y médicos que les tratan (65). Los pacientes han afirmado que si informan a la gente sobre su alistamiento en el programa cualquier señal de fatiga podría ser mal interpretada como un efecto narcótico de la metadona. Por otro lado, las comunidades han rechazado permitir la construcción de centros de tratamiento aunque la necesidad del tratamiento haya sido establecida. Miller, Bayer y Joseph han analizado artículos nuevos, documentales y artículos del periódico en los que se ha presentado este tratamiento de una manera distorsionada, lo que ha añadido más prejuicios e información confusa a la sociedad (65, 66, 67). Para luchar contra estos estigmas, la discriminación y las regulaciones discutibles, los pacientes con metadona han creado grupos de abogados, el más notable es el National Alliance of Methadone Advocates (Alianza Nacional de Abogados de la Metadona) con afiliaciones en los Estados Unidos, Europa y Australia. RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 Problemas Actuales A principios de 1970, Gearing observó que los programas de tratamiento admitían a pacientes con un predominio de problemas mayor que los pacientes admitidos en años anteriores (21): comportamiento antisocial, incremento en uso de varias drogas, incluyendo adicción a la cocaína y alcoholismo; pacientes con enfermedades como cáncer, problemas neurológicos, y problemas de corazón y pulmonares. En el terreno social, Gearing identificó la desaparición de los tipos de trabajos que los pacientes conseguían en los años 60, cuando el programa comenzó y que los empresarios vacilaban a la hora de contratar a pacientes con metadona. Estas observaciones eran presagios de los serios problemas sociales y médicos que todavía tienen impacto en los pacientes y en el programa. • Para el año 1985, la epidemia de VIH/SIDA entre las personas que se inyectaban droga había afectado a una proporción importante de los pacientes (68). Los estimados varían del 5 al 57% de la población clínica, dependiendo de la ubicación de la clínica y de los años durante los que el paciente se inyectó drogas con jeringuillas contaminadas. Para mediados de 1980, las enfermedades relacionadas con el SIDA eran la principales causantes de muertes entre la población de los pacientes. La tuberculosis, que fue asociada con el SIDA, se volvió la principal preocupación pública. Por lo tanto, en respuesta a las manifestaciones de las enfermedades infecciosas, las clínicas se convirtieron en centros para detectar y ofrecer tratamiento para la tuberculosis y el VIH. Se colocaron coordinadores en las clínicas de metadona del estado de Nueva York para educar a los pacientes sobre las enfermedades infecciosas. • La epidemia de cocaína/crack emergió a principios de 1980, creando un comportamiento difícil en el paciente y problemas médicos, incluyendo transmisiones de sífilis y VIH en el intercambio de sexo por drogas (69), y la exposición a la cocaína de los neonatos en útero. Los programas respondieron RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 • • creando grupos especiales de terapia para reducir el uso de la cocaína. Sin embargo, la cocaína y el crak son todavía uno de los problemas principales ya que no hay medicación probada para trabar a un adicto compulsivo. Casi el 40% de los casi 41.000 pacientes de metadona en el estado de Nueva York en el 31/12/99 admitieron que en el momento de su admisión en el programa de metadona abusaban de la cocaína y del crack además de la heroína (70). La inyección combinada de heroína y cocaína, conocida como "speedballing" ha emergido como un grave problema entre las nuevas admisiones. Sin embargo, con un apoyo extendido y el tratamiento, más las dosis de metadona de más de 80 mg/día, puede reducirse la adicción al "speedballing" (69). En los años 90, la hepatitis C fue identificada en los niveles más altos de predominio entre la población de los pacientes con metadona que eran antiguos consumidores de droga por inyección. Novick (71), Hagan y Des Jarlais (50), y Salsitz y col, (52), indicaron que la hepatitis C se había convertido en el principal problema de salud entre los pacientes con metadona. En los años 70, 80 y 90 la erosión de las viviendas más económicas, incluyendo moteles (75) fue acompañada por un cambio en el mercado laboral que pasó de una alta demanda de trabajadores no especializados a una economía de servicio que exigía educación y cualificaciones técnicas. Estas nuevas tendencias provocaron porcentajes de desempleo altos y que miles de personas se quedaran sin hogar, ambos problemas se reflejaron en las estadísticas de admisión al programa. Actualmente, casi un 10% de los pacientes informan a la hora de su admisión que son homeless o que viven como transeúntes; sólo el 20% está empleado. Cuando el programa con metadona comenzó a mediados de los 60 y los 70, no existían problemas graves de transeúntes en las ciudades y una proporción mayor, casi el 33% de los pacientes estaban empleados en el momento de su admisión. 23 • La resistencia de la comunidad ha prevenido la apertura de nuevos programas con metadona y clínicas, limitando así la ampliación del mantenimiento con metadona. La resistencia de la comunidad está basada en quejas de venta de drogas y la divergencia en la venta de metadona por pacientes desempleados en los alrededores de las clínicas (65, 71,72). • Actualmente, entre el 15 y el 20% de las admisiones al tratamiento con metadona por todo el estado tienen historiales de enfermedades mentales pasadas o presentes y retraso mental. Además del tratamiento con metadona, estos pacientes también necesitan servicios de salud mental (70). Regulación Federal de la Metadona En 1995, el IOM publicó un informe titulado "Regulación Federal del Tratamiento con Metadona" (18). El informe identificaba las siguientes disposiciones de la regulación gubernamental a nivel federal: • El departamento de Salud y Servicios Humanos (Department of Health and Human Services, DHHS) es responsable de establecer los estándares concernientes a las circunstancias bajo las cuales la metadona se puede utilizar en un tratamiento por adicción narcótica. • La Administración de Fármacos y Comida (Food and Drug Administration, FDA), aplica los estándares establecidos por la DHHS en conjunto con los Servicios de Administración de Salud Mental y Drogaadicción (Substance Abuse and Mental Health Services Administration, SAMHSA). • Como la metadona es una sustancia controlable, está sujeta a las regulaciones de la Administración de Aplicación de Fármacos (Drug Enforcement Administration, DEA), para prevenir la divergencia. Además, las instituciones gubernamentales locales y estatales (ej. municipal o del distrito) pueden promulgar sus propias regulaciones basadas en los requerimientos federales. Por eso, las tres disposiciones de la regulación pueden supervisar el TMM. El informe del IOM (18) 24 conociendo los beneficios del TMM, indica que las regulaciones federales están obstaculizando la ampliación y la accesibilidad del programa. Esto viene resumido en la siguiente declaración: "La política actual, en la opinión del comité, pone demasiado énfasis en proteger a la sociedad de la metadona, y no suficiente en proteger a la sociedad de las epidemias de la adicción, violencia y enfermedades infecciosas que la metadona puede ayudar a reducir." El IOM recomendó que: • La regulaciones fueran modificadas para permitir mayores accesos al tratamiento para todas las personas adictas a los narcóticos. • La práctica clínica no debería restringirse arbitrariamente. • El abandono del tratamiento no debe promoverse sin considerar la probabilidad de que el paciente pudiera sufrir una recaída al dejar el tratamiento y el paciente debe tener razones válidas y/o una audiencia si es necesario al tomar la decisión de terminar con el tratamiento. • Los niveles de dosis de los pacientes deben determinarse basándose en la necesidad individual del paciente. Instituto Nacional de la Declaración del Consenso de la Salud en Tratamientos Efectivos de la Adicción Narcótica En 1998, el Instituto Nacional de Salud (National Institute of Health, NIH) emitió una declaración de consenso sobre el tratamiento de la adicción a los narcóticos (23). Las siguientes son algunas de las conclusiones: • La dependencia narcótica es una enfermedad médica relacionada con el cerebro que puede tratarse. (Esta declaración está validada por el NIH a través de una investigación neurobiológica y epidemiológica que ha documentado las consecuencias del uso de la heroína y las recaídas propias de la dependencia narcótica independientemente de la raza, cultura o clase social del paciente.) RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 • El tratamiento con metadona junto con los relevantes servicios sociales, médicos y psicológicos tiene mayor probabilidad de ser el tratamiento más efectivo para la adicción a los narcóticos de todos los tratamientos disponibles. • Las personas narcodependientes bajo supervisión legal, libertad condicional o en cárceles, deberían tener acceso al TMM. La oficina Nacional de Política de Control de Drogas de los Estados Unidos (U.S. Office of National Drug Control Policy) y el Departamento de Justicia deberían tomar los pasos necesarios para ejecutar estas recomendaciones. • Los estigmas y las ofuscaciones sobre la adicción y el tratamiento con metadona crean barreras a la hora de ampliar el tratamiento. Por lo tanto, se necesita liderazgo político y médico para educar e informar a la gente sobre el tratamiento. • Un grupo de consenso juzgó a las regulaciones actuales ser demasiado intrusivas. Las recomendaciones incluyeron eliminar las regulaciones actuales del FDA reemplazándolas por reconocimientos de las mejoras para el tratamiento con metadona. • Con la instrucción de los profesionales médicos y las reglas de reconocimientos reemplazando las regulaciones, la metadona se podría recetar y dispensar en diferentes establecimientos médicos fuera del sistema clínico actual, incluyendo las consultas médicas, centros de atención clínica y farmacias. • Se deben aumentar los fondos para el TMM. La adicción a los narcóticos se debería incluir en los seguros sociales públicos y privados. Como resultado de los informes del IOM y del NIH se prevé que se eliminarán y se reemplazarán por el mismo proceso de reconocimiento las regulaciones que reciben los hospitales. La autoridad de la SAMHSA se transferirá al Centro de Tratamiento por Drogadicción (Center for Substance Abuse Treatment, CSAT). El mayor énfasis de este proceso será la transferencia de grupos selectos de pacientes del sistema clínico a los centros de atención clínica del TMM y a las consultas médicas. RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 Innovaciones Mantenidas por la Oficina de Servicio de Alcoholismo y Drogadicción del Estado de Nueva York (New York State Office of Alcoholism and Substance Abuse Services, OASAS). El OASAS del estado de Nueva York ha anticipado varias recomendaciones de los informes del IOM y del NIH. Los programas desarrollados en el estado de Nueva York han servido como modelos en el desarrollo en todo el país: • Desde 1987, el TMM ha estado disponible en el sistema carcelario de la ciudad de Nueva York en el Key Extended Entry Program (KEEP) y se han enviado a los pacientes a los programas de la comunidad para un tratamiento continuado. • En la ciudad de Nueva York el programa ha obtenido un gran éxito gracias a los médicos que recetan tratamientos con metadona en sus consultas desde 1983. El programa se conoce como Mantenimiento Médico de Metadona. Según este escrito hay tres programas de mantenimiento médico de metadona y se ha aprobado un cuarto en Buffalo. • El mantenimiento con metadona se ha suprimido en muchos centros que tratan otros problemas de drogadicción, pero desde 1997 la metadona ha estado disponible en los Centros de Tratamiento de Adicción de OASAS, conocidos como Centros de Tratamiento de Alcohol. • El OASAS ha aprobado una renuncia en el estado que permite a los médicos trabajar en el tratamiento con metadona y recetar a los pacientes las debidas dosis de metadona, y en caso de ser necesario, la dosis puede llegar a ser de hasta 150 mg/d con aprobación. • El Lower East Side Center, un centro de Manhattan con licencia del OASAS que ofrece tratamiento por drogadicción, desarrolló un programa en 1982 integrando el TMM en establecimientos residenciales. Este programa se conoce como el Short Stay Methadone Residence (Residencia de Metadona de Corta Estancia). • La Insight House en Utica, NY, y la Horizon Village 25 • en el condado de Niagara, NY, son comunidades terapeúticas que han estado ofreciendo el TMM a residentes elegibles desde 1999. El OASAS ha sido decisivo ayudando a los centros de enfermería que tienen farmacias con licencia de la DEA, incluyendo las que atienden a los pacientes de SIDA, ofreciendo el TMM en las mismas instalaciones. Discusión Los estudios médicos han demostrado que el tratamiento con metadona es seguro y no es tóxico, éste puede seguirse durante el embarazo y no daña el funcionamiento intelectual, cognitivo o motor. El mantenimiento con metadona es correctivo y no un tratamiento curativo para los adictos a la heroína. Puede ser necesario que los pacientes permanezcan en tratamiento durante un periodo de tiempo indeterminado, posiblemente durante el resto de sus vidas. Sin embargo, los pacientes muestran mejoras en su salud y pueden llevar una vida normal en familia y trabajar si no se han contagiado con VIH o hepatitis C o están afligidos por otra enfermedad mortal. En el caso de que el paciente estuviera infectado, los pacientes mantenidos con metadona pueden acceder más fácilmente a la ayuda médica que los adictos no tratados. Así mismo, es de gran importancia la expansión del tratamiento con metadona dentro de la sociedad, que ha demostrado su beneficio en ésta con un número menor de crimen relacionado con la adicción, reducción en el número de transmisión de enfermedades infecciosas y reducción en el número de mortalidad relacionada con la adicción. En cuanto a la dosis óptima, los estudios iniciales han recomendado dosis efectivas entre 80-120 mg/d y por encima y se han validado en los siguientes estudios: pacientes que permanecen durante más tiempo en tratamiento y que han reducido o eliminado el uso de la heroína u otras drogas. Además, los pacientes mantenidos con dosis mayores se contagian con VIH en menor número que los pacientes mantenidos con dosis menores. Desde 1970, los programas de mantenimiento con 26 metadona han estado admitiendo a pacientes con enfermedades como cáncer, tuberculosis, SIDA y hepatitis C, abuso de varias drogas (cocaína/crack, alcohol, y dependencia de otras drogas) y enfermedades mentales. Además, los servicios clínicos han tenido que especializarse debido a los porcentajes de desempleo y de transeúntes que han creado un subgrupo significativo de pacientes con problemas médicos y psiquiátricos graves. Los programas de mantenimiento con metadona están en proceso de desarrollo de centros de atención primaria y de sus relaciones con las instituciones sociales y médicas, para poder crear modelos de tratamiento que se dirigen tanto a los problemas de adicción como a los problemas patológicos sociales y médicos. Los estigmas y la discriminación parecen ser las fuerzas sociales más poderosas que previenen la completa aceptación del tratamiento con metadona. A parte de algunas excepciones notables, los informes de los medios de comunicación, han distorsionado el concepto de tratamiento con metadona añadiendo todavía más estigmatización a éste programa. Conclusión El IOM y el NIH han revisado los asuntos relacionados con el TMM. Las instituciones han concluido que la adicción narcótica es un problema médico y que el mantenimiento con metadona junto con los servicios auxiliares pertinentes es el tratamiento más efectivo para la adicción a los narcóticos. Ambas instituciones hacen hincapié en la necesidad de expandir el programa para tratar a cientos de miles de consumidores de heroína no tratados por toda la nación. Para incrementar la accesibilidad al tratamiento, ambas instituciones recomiendan la ampliación del tratamiento con metadona, la instrucción del personal clínico, la facilitación de las regulaciones a nivel federal, estatal y local para permitir la apertura de programas nuevos, y el desarrollo de nuevos modelos de tratamiento. Sin embargo, para reducir los estigmas sociales que envuelven al problema de la adicción y al tratamiento con metadona, es necesario un liderazgo médico y político efectivo que ejecute estos cambios de una manera efectiva. RET, Revista de Toxicomanías. 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Londres, 27, Est. A 2ª 08029 BARCELONA Teléfono 93 410 73 26 Fax 93 419 32 96 RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 30 - 2002 29