La tartamudez te condiciona y te destroza la vida

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66 SOCIEDAD
SÁBADO, 5 DE MARZO DE 2011
abcdesevilla.es/sociedad
Tres sevillanos de la Fundación Española de la Tartamudez
alertan de la ineficacia de los métodos tradicionales y piden
respeto hacia quienes padecen este trastorno del habla
«La tartamudez te condiciona
y te destroza la vida»
AURORA FLÓREZ
L
a oscarizada «El discurso
del Rey», que plantea los
esfuerzos del rey británico Jorge VI por superar su
tartamudez y poder pronunciar un discurso radiofónico en el momento clave de la
historia y plantea algunas verdades y
mentiras sobre esta dificultad del habla, se ha convertido en una puerta
de esperanza para muchas personas
que padecen esta disfunción, que se
han lanzando en todo el mundo a consultas de logopedas y psicólogos con
la ilusión de lograr la cura para este
trastorno.
Sin duda, la película ha puesto sobre el tapete un problema que, concretamente en España padecen cerca de
un dos por ciento de personas —unas
800.000, aunque no hay censo de
ellas—, y ha propiciado que el presidente de la Fundación Española de la
Tartamudez, Adolfo Sánchez, haya
llegado a afirmar que «ha hecho más
la película por naturalizar y dar a conocer la tartamudez en un mes y medio que la humanidad entera en
2.000 años».
Pero detrás de la historia, de ese
«happy end» del rey inglés, está la realidad de los tratamientos ineficaces y
la vida cotidiana de las personas que
se «atascan» al hablar, que son motivo de burla, que llegan a sufrir demoledoras depresiones, ansiedad, estrés, angustia, que sienten el miedo a
abrir la boca, cuyo día a día puede
convertirse en una pesadilla.
Así lo explican Isidoro Ruiz Fuentes, patrono por Andalucía de la citada Fundación; Helena Sáenz García,
patrona suplente, y María de los Ángeles Malfeito, miembro de la entidad.
Tres sevillanos tartamudos que han
querido aprovechar el tirón de la película para dar a conocer la Fundación,
la ayuda que puede prestar y la realidad que viven como personas que
han sentido «vergüenza» y se han
sentido «solos y diferentes a todo el
mundo».
La primera cuestión que exponen
y quieren dejar clara es que «la tartamudez no es una enfermedad, es un
trastorno del habla que no tiene nada
que ver con la inteligencia. Eso sí consigue la película, que el tartamudo no
sea el tonto, ese a costa del cual se hacen chistes». Por eso, María de los Án-
geles insiste en que «el problema no
es la dificultad en el habla sino las
consecuencias psicológicas de ello» y
añade que «para el tartamudo existen muchos handicaps, por ejemplo,
para acceder a puestos de trabajo.
Aunque estés cualificado somos
siempre excluidos».
Obstáculo también es el acceso a
los tratamientos que, si bien son ineficaces a no ser que se emprendan a
edades muy tempranas, no están cubiertos por la Seguridad Social y el
dato es que una hora de tratamiento
de Logopedia puede costar unos 50
euros la hora. Esto lleva a que los tartamudos tampoco tienen certificado
de minusvalía, a no ser que padezcan
alguna enfermedad más, a pesar de
haber casos en los que las personas
están totalmente incapacitadas y se
niegan a relacionarse con nadie.
Insiste Isidoro Ruiz en asegurar rotundamente que la tartamudez «no
es una dificultad, es algo que te condiciona y te destroza la vida. Es una limitación terrible».
No tiene cura en la edad adulta. Es
algo que saben los tres por experiencia. Por eso, Helena explica que des-
Consecuencias psicológicas
«El problema no es la
dificultad en el habla sino
las consecuencias
psicológicas, la ansiedad, la
angustia, la depresión»
Helena Sáenz García, Isidoro Ruiz Fuentes y María de los Ángeles Malfeito
ABC
de la Fundación se está formando a logopedas de toda España en el método
Lidcombe, para niños de entre 2 y 6
años, cuya eficacia está probada. A
partir de 7 u 8 años en adelante es
muy difícil curarla. No hay tratamiento, sí puede haber mejora pero no
cura». «La mayoría de logopedas siguen métodos tradicionales que a nosotros no nos han servido para
nada», dice Helena.
El mensaje que lanzan Isidoro, Elena y María de los Ángeles es muy directo: «que se entienda el problema y se
tenga respeto a los tartamudos», después de haber tenido que colgar teléfonos, haber oído risas en las tiendas, de
llevar papelitos para pedir una barra
de pan o de haber escuchado la pregunta de ¿qué te pasa en la boca?.
«La tartamudez nunca se ha respetado, ha quedado en la conciencia colectiva que te puedes reír de una persona que tartamudea», según Isidoro. Coinciden los tres en la importancia de superar el miedo, el paso principal, junto a aceptar y reconocer que
se es tartamudo.
Sus vidas dieron un vuelco positivo
al conocer e integrarse en la Fundación, saber que no estaban solos, que
no eran «bichos raros», que están respaldados. Ahora, su llamamiento, desde la experiencia, se dirige a que nadie
se equivoque con falsas panaceas de
curación y que aquellas personas que
lo necesiten se dirijan a la Fundación
—www.ttm-espana.com—.
FELIPE GUZMÁN
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