Domingo 3º de Cuaresma - Parroquia Santa Rosa de Lima

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Domingo 3º de Cuaresma. Ciclo C. domingo 7 de marzo de 2010
Ex 3,1-8a.13-15 "Soy el que soy"
1 Cor 10,1-6.10-12 "El que se cree seguro, cuídese de no caer"
Lc 13,1-9 "si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera”
Evangelio
13 1 En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos
galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. 2 Él les respondió:
"¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás?
3Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. 4 ¿O
creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más
culpables que los demás habitantes de Jerusalén? 5 Les aseguro que no, y si ustedes no se
convierten, todos acabarán de la misma manera".
6 Les dijo también esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar
frutos y no los encontró. 7 Dijo entonces al viñador: "Hace tres años que vengo a buscar frutos en
esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?". 8 Pero él respondió:
"Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. 9 Puede ser
que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás"
Comentario
El diario de cada día
Si tenemos la posibilidad de hojear, o leer las noticias del diario, o en su lugar, escucharlas
por la radio o televisión, nos encontramos con desgracias humanas, accidentes, calamidades, robos,
muertes, para remarcar algunas situaciones de la realidad de este mundo, sin desconocer tantas
cosas buenas, que no son muchas veces noticia.
El evangelio de este tercer domingo nos trae dos noticias que solo registra San Lucas. La
muerte de esos galileos ordenada por Pilatos, y cuya sangre mezclo atrozmente, con la de los
sacrificios de animales que se ofrecían en el templo. Los galileos era un grupo violento,
revolucionario. Posiblemente al verlos incursionar por esos días, sea por represalia, por venganza o
escarmiento, les decreto injustamente una muerte sangrienta.
Otra situación diferente, ocurrió con los obreros que estaban trabajando en la construcción de
la torres, y se derrumbaron, causando la muerte de dieciocho personas.
Jesús, elude cualquier alusión política al tema, ni habla directamente de responsables. Nos
invita a leer más profundamente el diario de la vida, con los ojos del evangelio y a cuestionarnos en
otro tema urgente. La necesidad de convertirnos. Si esto les sucedió a aquellos hombres, ¿que les
ocurrirá a los más culpables y pecadores si no cambian de vida?
El camino de la conversión
El Señor utiliza dos veces esta palabra, conversión, metanoia en griego, que significa
cambio, girar la vida, modificar el corazón y la conducta. Conversión de y conversión a. Es decir
conversión del pecado y conversión a la gracia. No es una tarea solo nuestra. Tenemos el auxilio
divino y los medios de santificación a nuestro alcance para aprovechar este don.
La cuaresma es un camino de conversión, de renovación interior. Uno se puede preguntar
¿pero de que cosas me tengo que convertir? ¿Si creo que soy bueno, no hago mal a nadie? En esta
postura uno se coloca mirándose a si mismo. Falta la mirada de Dios con la luz de su palabra.
Podemos graficar esto, con lo que sucede en las radiografías de partes del cuerpo. Solo se
pueden observar a la claridad de la luz. Sino, se presenta difusa la imagen. Algo similar ocurre,
dentro de esta comparación, con nuestra alma. Necesitamos cotejar la vida del corazón con la luz de
Dios para ver nuestros males, nuestras manchas, nuestros pecados. Este encuentro fuerte con
Jesús, es motivo de gracia para mirarnos de nuevo.
Una vez escuche que una persona fue a ver a un sacerdote y le dijo que el no creía tener
muchos pecados, ya que lo mando la esposa a confesarse. Muy hábil el padre, utilizo un método
interesante, que le salio bien. Le dijo que si se animaba a preguntar a su esposa e hijos que veían
de malo en el. El hombre volvió al otro día con una canasta llena de pecados.
A este respecto, dice muy bien el catecismo lo siguiente:
Ahora bien, la llamada de Cristo a la conversión sigue resonando en la vida de los cristianos.
Esta segunda conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia que "recibe en su propio
seno a los pecadores" y que siendo "santa al mismo tiempo que necesitada de purificación
constante, busca sin cesar la penitencia y la renovación" (LG 8). Este esfuerzo de conversión no es
sólo una obra humana. Es el movimiento del "corazón contrito" (Sal 51,19), atraído y movido por la
gracia (Cf. Jn 6,44; 12,32) a responder al amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero
(Cf. 1 Jn 4,10). Catecismo de la Iglesia Católica 1428
La impaciente paciencia de Dios
Para mostrarnos Dios su amor por nosotros, ya que ama al pecador pero no al pecado, nos
narra la parábola de la higuera estéril. Podemos pensar que Dios Padre es el hombre que viene a
buscar los frutos de la higuera y el viñador es el mismo Jesús, que le pide paciencia para esperar
que pueda dar frutos ese año, sino será el tiempo de cortarla.
El pecado de la pereza, es uno de los siete pecados capitales, que también se puede
asemejar a la tibieza espiritual. Muchos no se preocupan de la vida de su alma, viven atareados en
el mundo, que los atrapa y ahoga el alma, que pide respiración, libertad para volar a Dios. Pero la
conciencia no escucha esa voz. Y puede venir, algo que Dios no quisiera que suceda, ya que su
voluntad amorosa por nosotros es la salvación de la humanidad. Pero es posible por la
irresponsabilidad y negligencia culpable de aquellos que no aprovecharon el abono que Dios le daba,
con la palabra del evangelio, la llamada de la Iglesia y los sacerdotes a acercarse al Señor de la
vida. Y la condenación, cortara toda esperanza. Es la peor noticia.
Dios puede llevar muchos años esperando a aquel que esta lejos de su casa y de su amor.
No solo tres años. Una vez se me acerco un señor mayor y me dijo, que hacía 60 años que no se
confesaba. Dios lo trajo. Y lloro de contento por el regreso. Así es la paciencia infinita de nuestro
Señor.
Pero no podemos demorarnos. La llamada resuena urgente tanto en los alejados como en los
cercanos, que necesitan también esta purificación. El santo cura de Ars, decía a Dios. Señor,
pideme lo que quieras, pero convierte a mi parroquia. Y realmente obro una gran conversión en su
pequeño pueblito. Cuando llego, narran los historiadores, habia en misa unas mujeres y un solo
hombre que iba. Cuando después de más de 40 años de párroco, la situación había cambiando
totalmente. Había un solo hombre que no iba a misa.
El papa Juan Pablo II, tengo anotado en mis apuntes, decía esta hermosa oración. Señor
conviérteme, que no estoy convertido.
La conversión personal, también se extiende a otros ámbitos de la vida. Podemos pensar en
una conversión familiar, social, profesional, educativa, legal, y demás realidades humanas, que
necesitan ser tocadas por Dios y aceptadas por nosotros.
Si el mundo esta mal, es porque muchos están mal. Como decía San Josemaría, la crisis de
este mundo es una crisis de Santo.
En esta cuaresma, puedo dar el paso y ayudar a otros a darlo. ¿Me animaré?
Dios bendiga tu familia, tu trabajo, tu conversión y la mía.
Padre Luis Alberto Boccia. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario
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