UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA SEDE MEDELLIN Facultad de Ciencias Departamento de Agropecuarias Producción Animal Sección de Nutrición Animal CRECIMIENTO DE LA GLÁNDULA MAMARIA DURANTE EL PERIODO SECO Héctor Jairo Correa Cardona Universidad Nacional de Colombia Departamento de Producción Animal [email protected] 2 CRECIMIENTO DE LA GLÁNDULA MAMARIA DURANTE EL PERIODO SECO1 Héctor Jairo Correa Cardona Universidad Nacional de Colombia Departamento de Producción Animal [email protected] Es reconocido desde hace mucho tiempo que la existencia en vacas lecheras de un periodo no lactante previo al parto, comúnmente denominado periodo seco, es importante para la producción óptima de leche en la lactancia siguiente (Sanders, 1928). Pero no solo es importante la existencia de este periodo como tal sino que, además, es importante también la duración del mismo. Un periodo seco menor a 40 días determina la reducción de leche en la lactancia siguiente (Coppock et al., 1974). Estos autores estudiaron el efecto de periodos secos de 20, 30, 40, 50 y 60 días en vacas holstein sobre la producción de leche en la lactancia siguiente encontrando que las vacas con periodos secos menores a 40 días redujeron la producción de leche entre 450 y 680 litros (figura 8). Pero, así mismo, periodos secos demasiado prolongados (mayores a 70 días) también tienden a reducir la producción de leche en la lactancia siguiente (Hurley, 1999; Smith y Guthrie, 1995) (cuadro 1). Smith y Guthrie (1995) señalan que periodos secos muy largos pueden resultar en vacas sobrecondicionadas, lo que conduce a la presentación de desórdenes metabólicos y baja producción de leche. Para estos autores la duración ideal del periodo seco es aquella en la que la pérdida de producción de leche debida a la necesidad de tener que secar una vaca aún productiva, sea compensada con una mayor producción en la lactancia siguiente. 1 Este documento fue presentado en el curso de educación continuada: Nutrición y alimentación de la vaca en transición. Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Facultad de Ciencias Agropecuarias. Medellín, 20 a 22 de junio de 2001. 3 Figura 8. Efecto de la duración del periodo seco sobre la producción de leche en la siguiente lactancia. Adaptado de Smith y Guthrie, 1995. Sobre la base de estas observaciones y considerando únicamente la producción de leche como criterio de evaluación, se ha recomendado que la duración óptima del periodo seco deberá estar en el intervalo entre 40 y 60 días (Capuco et al., 1997; Smith y Guthrie, 1995). Para comprender el por qué de la duración de este periodo, es necesario conocer las razones fisiológicas que lo explican. A pesar de la importancia que representa el periodo seco en la producción de leche se conoce poco acerca de los procesos fisiológicos que subyacen tras este. Son muy limitados nuestros conocimientos acerca de la extensión en la involución, crecimiento y diferenciación que ocurre en la glándula mamaria de los bovinos durante este periodo (Capuco et al., 1997). La necesidad de establecer un periodo seco entre dos lactancias consecutivas es un fenómeno particular de la vaca lechera. Considerando que en la mayoría de los 4 mamíferos la lactancia y la preñez son eventos que no ocurren simultáneamente, debido a que la primera genera algún nivel de anestro lactacional o algún otro efecto sobre las funciones reproductivas, el reinicio de estas funciones se da luego del destete (al final de la lactancia), de tal manera que los animales no se encontrarán lactando antes del siguiente parto. Esto no sucede en vacas de alta producción a las que es necesario inducir artificiosamente el cese en la secreción láctea (proceso de secado) debido a los altos niveles de producción que presentan cuando se encuentran cerca del próximo parto (Hurley, 1999). En consecuencia, la involución de la glándula mamaria que se presenta durante el periodo seco y que es promovida por el cese en la producción, es contrarrestada por los efectos mamogénicos y lactogénicos de la preñez (Capuco et al, 1997). Entre los procedimientos más comunes que se utilizan para el secado de las vacas, se encuentran la reducción paulatina del alimento concentrado y la reducción en el suministro de agua días antes de comenzar el periodo seco. Esto reduce drásticamente la producción de leche con lo que facilita el secado de los animales. Luego que se deja de ordeñar la vaca, la leche se acumula en la glándula lo que incrementa la presión intramamaria y se inhibe la producción de leche. Durante mucho tiempo ha sido aceptado que el cese en la producción de leche marca el inicio del proceso de involución de la glándula mamaria que se efectúa durante el periodo seco (Hurley, 1999; Goff y Horst, 1997), proceso que se caracteriza por la disminución en el número de células (Capuco et al, 1997). Ha sido sugerido (Hurley, 1999), además, que este proceso seria el primero de tres procesos por los que transcurre periodo seco: 1) periodo de involución activa, 2) periodo de estabilización y, 3 ) periodo de lactogénesis. Durante las primeras fases de la involución se presentan algunos cambios en la composición de las secreciones mamarias que indican cambios rápidos en los mecanismos involucrados en la síntesis y secreción de la leche (Hurley, 1999). Estos cambios incluyen la rápida disminución en la concentración de lactosa lo que sería consecuencia de la disminución en su síntesis así como en el 5 funcionamiento de los mecanismos asociados de transporte de agua. Sin embargo, al inicio de la involución de la glándula mamaria, se incrementa la concentración total de proteínas debido parcialmente a la reabsorción de agua así como al incremento en la concentración de lactoferrina, albúmina sérica e inmunoglobulinas. La lactoferrina es considerada como la principal proteína de las secreciones que se presentan durante la involución (Rejman et al., 1989) y cuya función más importante es la de ser factor de resistencia no específico a enfermedades (Sanchez et al, 1992; citados por Hurley, 1999). Su síntesis se incrementa durante la involución en contraste a lo que sucede con proteínas no específicas tales como la caseína, cuya síntesis se ve reducida (Hurley, 1999). Entre el día tres y siete del proceso de involución se presenta una marcada disminución en el volumen de la glándula mamaria. Algunos cambios estructurales en las células de la glándula mamaria dan inicio durante el segundo día posterior al cese en el ordeño. El área del lumen alveolar disminuye durante la siguientes dos a tres semanas, mientras el área estromal se incrementa. Aproximadamente al día 28 del proceso de involución, las estructuras alveolares colapsadas son considerablemente más pequeñas que durante la lactancia, con el volumen luminar muy pequeño. Sin embargo, la estructura alveolar general es conservada durante la involución (Hurley, 1999). En la glándula mamaria de los bovinos, sin embargo, no se establece la intensa degeneración tisular que se ha observado en otras especies (Hurley, 2000; Capuco et al., 1997). Es así como Capuco et al. (1997) no pudieron establecer la existencia del proceso de involución en la glándula mamaria durante el periodo seco tal y como se presenta en otras especies. En su experimento, los autores permitieron que un grupo de 13 vacas holstein continuase produciendo leche durante los últimos 60 días antes de la fecha esperada del parto en tanto que un grupo similar de vacas fueron secadas. Entre tres y cuatro vacas de cada grupo fueron sacrificadas a los 53, 35, 20 y 7 días preparto y se les retiró la glándula mamaria en las que se estableció el contenido de ADN en el parénquima mamario, 6 la captación de uridina y timidina radiomarcadas, así como la distribución de tejidos mamarios. Los autores encontraron que el ADN del parénquima mamario se duplicó entre el día 53 y 7 preparto sin que existiese efecto del estado de lactancia. Sin embargo, la tasa de incorporación de timidina ([3H] Timidina) por el tejido mamario fue 80% más alta en las vacas que fueron secadas que en las lactantes, indicando que la tasa de reemplazo de las células mamarias fue mayor en las vacas secas (Figura 9). Por otro lado, los autores encontraron que un porcentaje más alto de células marcadas con timidina se hallaban en el tejido epitelial de las vacas que fueron secadas (96% vs. 86%) en comparación con las que continuaron produciendo leche. Estos resultados sugirieren que el periodo seco es importante para el reemplazo de las células senescentes del epitelio mamario así como para el incremento en el componente epitelial de la glándula mamaria entes del parto y el reinicio de la siguiente lactancia. Figura 9. Incorporación de timidina en el tejido mamario durante el periodo preparto en vacas que fueron secadas (Seca) o se continuaron ordeñando (Lac). Adaptado de Capuco et al (1997). 7 Las etapas a través de las cuales transcurre el periodo seco y que han sido descritas para otras especies, no serian adecuadamente referidas para describir los cambios que acontecen el la glándula mamaria de los bovinos durante el periodo seco (Capuco et al, 1997). Esto es reforzado con la observación de que no obstante que durante las primeras tres semanas del periodo seco se presenta una reducción del área tisular ocupada por los alvéolos y la red de conductos, a continuación se presenta un incremento en la misma que alcanza el máximo a los 7 días preparto. En las vacas que se continuaron ordeñando, no se presentaron modificaciones a este nivel, manteniendo un porcentaje de 21% de los tejidos mamarios, el cual fue más bajo que el observado a los 7 días preparto en las vacas que se secaron y que fue mayor al 30%. Estas observaciones contradicen la presencia de una etapa de estabilización durante el periodo seco que ha sido observada en otras especies. Estos datos, así mismo, son consistentes con la reabsorción inicial de las secreciones luminales durante el periodo seco, seguida por la acumulación de secreciones mamarias durante las fases iniciales de la lactogénesis. Una última observación importante de este trabajo tiene que ver con los cambios en el porcentaje de células secretoras durante el periodo experimental. En las vacas lactantes, la proporción de células epiteliales que morfológicamente son aptas para secreción láctea promedió 62% del total de las células epiteliales sin observarse cambios durante el periodo seco (P> 0.15). Al contrario, en las vacas que fueron secadas se observaron cambios dramáticos en la proporción de células potencialmente secretoras: a los 53 días preparto estas representaron el 25% del total de células epiteliales, sin embargo, al día 35 preparto ninguna de las células epiteliales observadas presentaban vesículas secretoras o gotas de grasa (figura 10). Posteriormente, el porcentaje de esta clase de células se incrementó a 78% al día 20 preparto y a 98% en el día 7 preparto. Estos fenómenos son los que estarían explicando, en buena medida, la disminución en la producción de leche en vacas que no son secadas antes del parto, la que puede oscilar entre 62-75% 8 de la leche producida por aquellas que son secadas antes del parto (Hurley, 1999). Figura 10. Variación en el porcentaje de células epiteliales con capacidad secretora durante el periodo preparto en vacas que fueron secadas (Seca) o se continuaron ordeñando (Lac). Adaptado de Capuco et al., (1997). En el trabajo de Capuco et al., (1997), sin embargo, no se discute el control hormonal que podría estar relacionado con el desarrollo de la glándula mamaria durante el periodo seco. El pasar de un estado de vaca lactante a un estado de vaca seca, implica la modificación en algunas de las hormonas que le dan soporte a la galactopoiesis y que poseen un papel sobre el desarrollo de la glándula mamaria. La información que existe al respecto no es muy abundante. Tucker (2000), en su revisión de literatura sobre la regulación hormonal en el desarrollo de la glándula mamaria y la producción de leche, indica que los estudios que se han desarrollado sobre este tema en bovinos durante los últimos 40 años, son bastante escasos. De esta forma, la discusión que se hace a continuación es solo una aproximación al tema. 9 Aunque la prolactina (PRL) no es una hormona definitiva para la secreción láctea en rumiantes, esta se encuentra involucrada en el desarrollo de la glándula mamaria y la iniciación en la secreción de leche (Tucker, 2000). Por lo menos en lo que se refiere a especies de laboratorio, la prolactina está involucrada en la activación de señales de algunos genes que están relacionados con el desarrollo de los ductos, pero se desconoce la forma en la que esta hormona interactúa sinérgicamente con los estrógenos y la progesterona para estimular la mamogénesis (Tucker, 2000). La PRL se secreta en forma aguda en respuesta al amamantamiento y al ordeño (Tucker, 2000; Hurley, 1999) y su secreción es máxima durante el pico de la lactancia existiendo una alta correlación con la producción de leche. Sin embargo, a medida que avanza la lactancia el estímulo del ordeño es menos efectivo para la síntesis de esta hormona (Hurley, 1999). De esta manera, al finalizar la lactancia y ante la ausencia de estímulos luego que se inicia el periodo seco, cabría esperarse que su efecto estimulante sobre la mamogénesis se vea disminuido. Por otro lado, es reconocido que la PRL es importante en el proceso de lactogénesis. Este proceso está constituido por una serie de cambios celulares en los que las células epiteliales de la glándula mamaria se transforman de un estado no secretor a un estado secretor (Hurley, 1999). La lactogénesis ha sido descrita como un proceso en dos etapas (Akerz, 2000; Hurley, 1999). La etapa I está caracterizada por una diferenciación estructural y funcional del epitelio alveolar muy limitada durante el último tercio de la preñez en tanto que la etapa II involucra la diferenciación estructural y bioquímica durante la etapa inmediata del preparto (0 a 4 días antes del parto) y coincide con el inicio de la síntesis y secreción de la leche. Es claro que la secreción periparturienta de PRL es un componente importante de esta fase de la lactogénesis (Akers, 2000). La PRL estaría asociada a la diferenciación y maduración del aparato de Golgi mientras que los glucocorticoides con el desarrollo del retículo endoplásmatico. Sin embargo, a pesar de la continua presencia en la sangre de estas dos hormonas, no se avanza hacia la etapa II hasta que desciende la progesterona y esto no sucede sino hasta 10 el final de la preñez (Chew et al., 1979). La etapa II de la lactogénesis depende además de la hormona del crecimiento y del estradiol. Un gran número de estudios ha mostrado cambios en las concentraciones plasmáticas de estas hormonas en correspondencia con el parto. En vacunos, hay aumentos consistentes en la PRL por varios días antes del parto y aumentos agudos de glucocorticoides en estrecha asociación con el parto (Edgerton y Hafs, 1973). Las concentraciones de estradiol aumentan progresivamente durante la preñez hasta alcanzar el valor máximo pocos días antes del parto. La concentración de progesterona permanece alta durante el periodo seco para conservar la preñez pero desciende abruptamente 3 a 4 días antes del parto (Chew et al., 1979; Goff y Horst, 1997) (Figura 6). Por otro lado, el contenido plasmático de insulina disminuye mientras que se incrementa la hormona del crecimiento a medida que se avanza hacia el final de la preñez, con una brusca oleada al momento del parto (Kunz et al., 1985). Estos cambios en las hormonas circulantes se asocian con aumentos en la cantidad de receptores en la glándula mamaria para PRL, IGF-1 y cortisol durante la preñez tardía, en cambio los receptores para progesterona descienden. La hormona del crecimiento (GH) esta íntimamente relacionada con el desarrollo de la masa parenquimal en la glándula mamaria (Sejsern et al., 1986) pero además, al igual que la PRL, actúa sinérgicamente con los estrógenos y la progesterona para estimular la mamogénesis (Hurley, 1999). Así mismo, como sucede con la PRL, la GH no parece ser una hormona definitiva para el desarrollo de la glándula mamaria. El efecto de la GH esta mediado por el factor de crecimiento insulinóide tipo I (IGF-I) el cual es secretado por el hígado y el tejido mamario (Forsyth, 1996). Las variaciones en las concentraciones plasmáticas así como en la cantidad de receptores en la glándula mamaria en los factores de crecimiento IGF-I y II también sirven para regular la etapa II. Es ampliamente reconocido que los estrógenos estimulan el desarrollo de los ductos de la glándula mamaria, y que en combinación sinérgica con la 11 progesterona, establecen el desarrollo lóbulo-alveolar (Tucker, 2000; Hurley, 1999). El desarrollo de la glándula mamaria se acelera durante los últimos estados de la preñez lo que coincide con el rápido crecimiento del feto (Hurley, 1999; Grummer, 1995). En cuanto a su efecto sobre la lactogénesis, mientras que los estrógenos la estimulan, la progesterona la inhibe. Smith et al., (1973) reportaron una rápida disminución en la concentración de esta hormona en el periodo periparturiento de diversas especies, incluyendo a los bovinos, que coincidió con el inicio en la secreción de leche. La insulina, por su parte, esta indudablemente involucrada en la partición de nutrientes hacia la glándula mamaria durante la lactancia (Bauman y Currie, 1980). Sin embargo, no es muy clara la participación de esta hormona en la lactogénesis durante la preñez (Hurley, 1999). Se reconoce, no obstante, que la insulina estimula la división celular de las células epiteliales que aún se encuentran en estado no secretor (etapa I). 12 Akers, R. M. 2000. Selection for milk production from a lactation biology viewpoint. J. Dairy Sci. 83: 1151 – 1158 Bauman, D. E. and B. Currie. 1980. Partitioning of nutrients pregnancy and lactation: a review of mechanisms involving homeostasis and homeorresis. J. Dairy Sci. 63: 1514 – 1529. Capuco, A. V., R. M. Akers, and J. J. Smith. 1997. Mammary growth in hlstein cows during the dry period: quantification of nucleic acids and histology. J. Dairy Sci. 80: 47 – 487. Chew , B. P., R. E. Erb., J. F. Fessler, C. J. Callahan, and P. V. Malven. 1979. Effects of ovariectomy during pregnancy and of prematurely induced perturition on progesterone, estrogens, and calving traits. J. Dairy Sci. 62: 557. Coppock , C. E., R. W. Everet, R. P. Natzke, and H. R. Ainslie. 1974. Effect of dry period length on holstein milk production and select disorders at parturition. J. Dairy Sci. 57: 712 Edgerton, L. A. And H. D. Hafs. 1973. Serum luteinizing hormone, prolacting, glucocorticoid, and progestin in dairy cows from calving to gestation. J. Dairy Sci. 56: 451. Forsyth, I. A. 1996. The insuline-like growth factor and epidermal growth factor families in mammary cell growth in ruminants: action and interaction with hormones. J. Dairy Sci. 79: 1085 – 1096. 13 Goff, J. P., and R. L. Horst. 1997. Physiologicakl changes at parturition and their relationship to metabolic disorders. J. Dairy Sci. 80: 1260 - 1268. Grummer, H. A. 1995. Impact of changes in organic nutrient metabolism on feeding the transition dairy cow. J. Anim. Sci. 73:2820-2833 Hurley, W. L. 1999. Mammary Gland Involution and the Dry Period. In: Lactation Biology course. 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Hormones, mammary growth, and lactation: a 41-year perspective. J. Dairy Sci. 83:874-884 15 LA SECCIÓN DE NUTRICIÓN ANIMAL DEL DEPARTAMENTO DE PRODUCCIÓN ANIMAL DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA EN SU SEDE DE MEDELLÍN HA VENIDO DESARROLLANDO DESDE PRINCIPIOS DE LA DÉCADA DE 1990 LA LÍNEA DE PROFUNDIZACIÓN EN EVALUACIÓN DE RECURSOS ALIMENTICIOS Y SISTEMAS DE ALIMENTACIÓN ANIMAL, LÍNEA QUE SE APOYA EN LAS LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN CON EL MISMO NOMBRE AL INTERIOR DE LAS CUALES SE REALIZAN TRABAJOS DE GRADO CON ESTUDIANTES DE LA CARRERA DE ZOOTECNIA. ESTA SECCIÓN HA CONSIDERADO NECESARIO PONER A CONSIDERACIÓN DEL PÚBLICO INTERESADO EN LOS DIVERSOS TEMAS RELACIONADOS CON LA NUTRICIÓN Y LA ALIMENTACIÓN ANIMAL ARTÍCULOS TÉCNICOS QUE SIRVAN DE APOYO Y GUÍA PARA EL MANEJO RACIONAL DE LOS DIFERENTES SISTEMAS DE PRODUCCIÓN ANIMAL QUE EXISTEN EN EL PAÍS. 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