Lecturas: a.- Mal. 3, 1-4. 23-24: Anuncio de la llegada del mensajero del Señor. b.- Lc.1, 57-66: El mensajero ya está aquí. Nacimiento de Juan, el Bautista. La primera lectura nos presenta el anuncio del profeta Malaquías, que escribe contra los malos pastores de Israel. Tiempo de Esdras, restauración religiosa del pos-exilio, hacia el s. V antes de Cristo. Vendrá el mensajero del Señor, para prepararle el camino. Va a restaurar el culto, como fuego que purifica y como lejía que limpia; a los hijos de Leví, los acrisolará como oro y plata. Entonces ofrecerán sacrificios legítimos a Yahvé (vv. 1-3). Elías vendrá antes del día del Señor, reconciliando a los padres con los hijos, cumpliendo la Ley de Moisés. Su misión será convertir los hombres a Dios y evitar así el desastre que podría producir la ira divina. El evangelio ve en la figura de Juan, según Jesús, cumplida la función de Elías, en la misión y actividades llevadas a cabo por el Precursor. Favor de Dios significa su nombre, y verdaderamente en él se resumen todos los favores de Dios a su pueblo: es el último de los profetas del AT, orientados todos ellos a Cristo Jesús. La propia existencia de Juan como Precursor está orientada a ÉL hasta dar testimonio de sangre por Cristo Jesús porque lo conoció, lo presentó al pueblo, lo reconoció como el Cordero sin mancha que quita los pecados del mundo (cfr. Jn. 1,19-34). Con el poder de Elías viene Juan a este mundo, para preparar un pueblo bien dispuesto a acoger al Mesías redentor. A un día de la llegada de nuestra salvación aún estamos a tiempo para convertirnos y preparar el camino del Señor hacia nuestra vida: ÉL viene. Abajemos la soberbia, el orgullo, mediante la humildad; el sincero reconocimiento de nuestra condición pecadora, y con la esperanza teologal levantarnos a esperar nuestra salvación que viene. Si nos hemos preparado y lo hemos esperado a nivel personal ciertamente será para convertirnos en mejores personas, mejores cristianos. A nivel social significará trabajar por los derechos humanos, evitando todo aquello que ofende la dignidad del ser humano. La conversión del Adviento pasa por el cambio de mentalidad y de corazón; volver a beber en las fuentes del amor y de la justicia, que germinan la paz para todos los hombres que Dios ama. Llega Dios con una sonrisa de Niño; es Jesús, el Salvador, se merece la mejor de las acogidas. El místico Juan de la Cruz, quiere que recibamos los regalos que este Niño trae de lo alto: la belleza y la sabiduría; la potencia y la justicia de Aquel que a su Hijo tanto quería. La noticia de su nacimiento a la humanidad admirada dejaría, y la voluntad del Padre quedó así cumplida; y la esperanza abrió los cielos para que descendiera el Verbo al seno de María, trayendo paz y alegría. “Mi voluntad es la tuya/ el Hijo le respondía/ y la gloria que yo tengo/ es tu voluntad ser mía;/ y a mí me conviene, Padre, / lo que alteza decía, / porque de esta manera/ tu bondad más se vería;/ veráse tu gran potencia, / justicia y sabiduría; / irélo a decir al mundo/ y noticia le daría/ de tu belleza y dulzura/ de tu soberanía” Romance acerca de la Encarnación (vv. 245-255). Padre Julio Gonzalez Carretti OCD