el mito... visor La fuerza del destino. Eso es lo que representa la historia de Edipo, el héroe de Tebas, en la mitología griega. Hijo de Layo y Yocasta, no tenía mayores posibilidades de vida en esta tierra. El Oráculo de Delfos había vaticinado a la joven pareja, incluso antes de casarse, que un vástago suyo terminaría matándolo a él, y casándose con ella. Ante semejante profecía, Layo le encomienda a un amigo el asesinato de su primogénito. Horrorizado por tener que escoger entre obedecer al rey y matar a un bebé, opta por dejar al pequeño en un bosque; eso sí, no sin antes perforarle los pies y colgarlo de un árbol. Al escuchar su llanto, un pastor lo recoge y se lo entrega a Polibio, quien, junto a su esposa, lo acoge y le da por nombre Edipo, que significa “el de los pies hinchados”. A los catorce años, atormentado por saber si era hijo natural o adoptivo, acude al Oráculo y se entera, con horror, de su destino. En un intento por evadirlo, huye de Corinto. En el camino, en medio de un enfrentamiento, da muerte a su padre, Layo, sin saber quién es. Tiempo después, se topa con la Esfinge, un monstruo de cabeza, cara y manos de doncella, voz de hombre, cuerpo de perro, cola de serpiente, alas de pájaro y garras de león. Lo más difícil no era hacerle frente a la criatura, sino resolver el acertijo que hacía a los viajeros, quienes habían visto terminar sus días por no dar con la respuesta. ¿Cuál es el animal que por la mañana tiene cuatro pies, dos al mediodía y tres a la tarde? ¡El hombre!, dijo Edipo. Con el acierto, logra que la Esfinge se suicide y complejo de edipo Recordado el mito, no es difícil responder por qué Sigmund Freud tomó el nombre de este trágico personaje para designar el complejo afectivo de tipo erótico que el niño experimenta hacia la madre, acompañado por el de repulsión que siente hacia el padre. Esta fase de enamoramiento se manifiesta entre los tres y cinco años, y generalmente se resuelve al comprender el niño la imposibilidad de su deseo. Es entonces cuando se aproxima al padre –la rivalidad se convierte en identificación–, y se distancia de la madre. En la niña se produce el caso inverso, llamado Complejo de Electra. Los expertos recomiendan a los padres, cuando el fantasma de Edipo aparezca, que sigan siendo 60+SALUD consigue el reino de Tebas y la mano de su reina, Yocasta, con quien se casa sin saber que es su madre. Por años viven en paz y tienen cuatro hijos: Etéocles, Polinice, Antígona e Irmene. Pero el Oráculo, de nuevo el Oráculo, sentencia que de no encontrarse al asesino de Layo, la peste colmaría de desgracias al pueblo de Tebas y no terminarían los pesares. Fue entonces cuando Edipo descubre que él es el asesino, y que, por ende, se había casado con su propia madre. La peste era, pues, un castigo al incesto y al parricidio. Yocasta se suicida y él prefiere sacarse los ojos, por no sentirse merecedor de volver a ver la luz del día. Su hija Antígona lo acompaña hasta las proximidades del monte Colonna. Finalmente, se lo traga la tierra. El romance materno representa una parte fundamental en el desarrollo del niño. Su madre es la primera mujer en su vida y el padre su primer rival tan afectivos y unidos como siempre. Peleas y hostilidades en la pareja podrían hacer que el niño abrigara, por más tiempo, el sueño de sustituir a su rival y convertirse en el “pequeño amante” de mamá. La madre no debe mostrarse más cariñosa con el hijo, aunque sí más comprensiva; y el padre debe evitar autoritarismos que dificulten el proceso de identificación que se avecina. Lo curioso es que si la pareja evita las muestras de afecto para eludir el disgusto del varoncito, el niño podría atormentarse pensando que ha sido por su culpa que sus padres han dejado de quererse. Según Freud, ese es el deseo inconsciente de los chicos, pero no es, ni remotamente, lo que pretenden. Cosas del amor. •