El problema negro en los EE. UU.

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El problema negro
en los EE. UU.
El 28 de agosto se cumplió el primer aniversariu de la más grande manifestación pública de
los negros norteamericanos, quienes desfilaron en
esc dia de 1963 por el amplio paisaje que va del
Obelisco de la ciudad de Washington al monumento
a Abrahain Lincoln. Es un kilómetro y medio. Fueron doscientos mil negros y blancos que apoyaban
sus peticiones. El Presidente John Kennedy, que
había respaldado el movimiento, vio el desfile por
televisión desde su despacho y envió un saludo de
adhesión. Todo indicaba, en ese momento, que el
problema negro en ios Estados Unidos estaba a
punto de terminarse, Parecía que al fin se cumpliría el deseo de Abraham Lincoln, de ver iguales
a todos los ciudadanos de la Unión.
Una esperanza frustrada
El desfile y la enorme manifestación constituveron un respaldo masivo al proyecto de ley de
los Derechos Civiles, que por esos días había viajado al Congreso norteamericano con la firma de
Kennedv. Casi un año después, el 4 de julio de
1964, el Presidente Lyndon Johnson puso su firma
al decreto promulgalorio de dicha ley. Y ésta fue
aprobada por el Congreso, un parte impórtame,
por el impacto que provocó en los parlamentarios
la trágica muerte del Presidente Kennedy y las palabras de Johnson al Parlamento: "el mejor homenaje que podemos rendir a su memoria, es acelerar al máximo Ja aprobación de esa ley en la
cual el Presidente Kennedy cifró tantas esperanzas".
Sin embargo, la violencia racial nD ha terminado en Estados Unidos. El 11 de julio —una
semana después de promulgada la Ley de los Derechos Civiles— fue muerlo por un disparo de
escopeta Lemuel A. Penn, director de cinco escuelas vocacionales de Washington; veterano de guerra, teniente coronel de reserva, de raza negra.
mientras viajaba en automóvil con otros dos negros, en la localidad de Colbert, estado de Georgia.
De inmediato, el Procurador General, Robert Kennedy, ordenó al FBI que iniciara una investigación,
y el Presidente Johnson, informado del caso por
MI Minislni IIL- Defensa, Roben MacNamara, ordenó a e'sie que turnara las medidas díl caso para
que interviniera el FBI. Posteriormente, Jalmson
se comunicó telefónicamente con el Gobernador de
Georgia, Cari S:incters, pidiéndole que se interesara
personalmente en el caso.
El mismo día, se incendió una iglesia bautista
negra en Grenwood, pequeña localidad simada a
HO kilómetros de Jackson, íVlississippt. El incendio
Fue calificado como un nuevo atentado racial de
los segregacionistas.
El Presidente Johnson dejó p;is¡ir nSyunus días.
Y a mediados de julio, nuevamente insistid en su
posición a favor de la igualdad racial. En cunferencia de prensa ofrecida en la larde de un sábado,
leyó a los periodistas una enérgica declaración:
"Condeno —dijo— al igual que la mayoría de lo&
ciudadanos norteamericanos, el empleo de la violencia y el terror por parte de las organizaciones
clandestinas del odio.
"El salvajismo, sea de este tipo o de cualquiera
otro, es completamente ajeno a todas las tradiciones morales y políticas de Estados Unidos. Los
esfuerzos por obligar por la fuerza, la bruialidact
y la intimidación a los ciudadanos norteamericanos
para impedirles reclamar sus justos derechos bajo
la constitución, tienen que ser sofocados'.
Un periodista le preguntó si sus palabras se
referían a la reaccionaria organización John Birsch
Society y al Ku Klux Klan, centenaria sociedad
secreta dirigida contra los negros. Johnson respondió aún con más calor que sus denuncias iban
contra "todas las organizaciones de! odio, sea cual
fuere el nombre que escojan para sus merodeos y
para propagar su veneno".
Estalla la violencia
Pero a pesar de la decidida aelílud piesidencial, no es posible camhiar de un dí;i a uim, v ni
siquiera de un año a otro, una mentalidad v un
modo de vida arraigados en el puubio norteamericano. Por eso. la violencia que se prdudiaba
y que no había tenido expresión en gran escala
durante el curso de este año, reventó al fin. Escenario: Harlem, el ghello negro de Xueva York.
El jueves 16, un policía blanco disparó tres tiros
en contra de un joven negro de 15 años, causándole la muerte. Dijo que el negro lo había atacado con un cuchillo. E¡ Congreso por la .Igualdad
Racial (COREl tomó el caso bajo su luición, y
llamó a los negros a reunirse frente a la Comisaria de Harlem, en la calle 123, para protestar
por la muerte del niño.
Mientras tanto, su cadáver era velado en severa
capilla -ardiente. La policía instaló barreras para
ordenar el paso de los negros. Hizo lo mismofrente a la Comisaria, para impedir a los manifestantes que se acercaran. Pero los negros derribaron las barreras. Encaramados en los tejados
vecinos, dispararon toda clase de proyectiles en
contra de los agentes. Estos respondieron disparando al aire. A cada descarga, la multitud que
aumentaba Tupidamente, se excitaba más; prontouna gran parte del barrio de Harlem cía escenario
de una batalla campal. Se deseoneetaton las señales de incendio, se saquearon numerosas liendas,
se quebraron lus cristales de los escaparates, se
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incendiaron automóviles. Fue el primer encuentro.
Saldo, según !;i policía, un muerto, dieciseis civiles
v iltK't: agentes de policía heridos y treinta y dos
cii-lenidos. Sin embargo, tres hospitales de Harle-n
f'ijeron haber atendido durante la noche a más
de ciento diez heridos.
Los desordenes no terminaron ahí. Los días
siguientes se vivieron en ambiente de tensión.
mientras los dirigentes negros realizaban apresurad a reuniones con los líderes de la ciudad. El alcalde de Nueva York, Roben Wagner, interrumpid
MÍ>> \acaci«nes en Europa v rearesó a hacerse carpo
de MI puesto. E! Presidente Johnson se mantenía
en contacto permanente con los dirigentes del Congreso ñor la 1 (maldad Racial, v en especial con
su Presidente, James Farmer. Mientras lanío, olios
dirigentes negros de organizaciones menores llamaban a sus compatriotas a desquitarse de la violentía blanca, y en las noches Harlem bullía de
desórdenes, descareas de armas de fuego, saqueos
al comercio. Er> Manhattan, un gran tribunal comi-nvó la investigación do la muerte del niño de
15 años que provocó los desórdenes. James Powell.
PLTÍI la violencia se extendió también a otros barrios, en especial a Bedíord-Stciyvesant, en Brooklyn. La policía resumía así los incidentes, a los
cintro días de iniciados: muerto: uno. en Harlem.
II
los: 85 civiles y 35 policías, en Har!em: 4 civiles y 2 policías, en Brooklvn. Detenidos: 185 en
¡larlt-m, 72 en Brooklyn. Tiendas dañadas o saqueadas: 112 en Hariem; 300 en Brooklvn. Antes
se había hablado de más de mil heridos y de 24
pan iilleras policiales dañadas.
En Washington, el Presidente Johnson entregó
nuevamente una declaración: "Se debe expresar
con claridad, inmediatamente, a todos, que esa violencia y Ealta de respeto a la lev no pueden ser
\ na serán tolerados. Los ciudadanos norteamericanos tienen derecho a la protección de la vida y
de su persona, ya conduzcan un automóvil en
Georgia: pasen por una carretera de Mississippi
o transiten por una calle de Nueva York".
Transcurrió exactamente una semana. Los diarios de todo el mundo reproducían lotografías de
poliuas con cascos de acero, patrulllando las calles de- Harlem. Los líderes religiosos y las organízaciones raciales de Estados Unidos opinaban en
todus los tonos. Se acusó a los comunistas de
promover la violencia. Cuando, nuevamente, estallaron Ui'í desórdenes. Esta vez lúe en Roclwster.
distrito de Nueva York, ciudad de 318 mil habitantes de los cuales 35 mil son negros. Comenzaron pequeños grupos du negros a enfrentarse con
la policía. Al difundirse !a noticia, un numeroso
grupo de blancos so dirigió al lugar para "poner
en orden" a los negros. A lus pucos minutos, la
policía describió el sitio cuino "tierra de nadie".
A lo largo de las diez, cuadras de una amplia
avenida comercial, sólo un negocio se libró del
saqueo. El Intendente de la ciudad decretó el
lociLu- de queda. Más de ÍU;\ mil negros enardecidos libraron una feroz batalla contra policías y
blancos, que fue calificada como "orgía de luchas
raciales y saqueos" por un periodista de la United
Press Internationa!. Para hacer regresar la calma,
la policía empleó, incluso, helicópteros. Los daños
subieron a varios millones de dólares.
El Papa Paulo VI, en una audiencia dominical
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(27 de julio) expresó su "dolorosa preocupación
por las muchas desgracias y tristezas que aún atormentan al mundo" y manifestó, sin nombrar los
incidentes raciales en Estados Unidos, que había
"necesidad de establecer los principios de honradez, hermandad y concordia en la vida social e
individual, en defensa contra las amenazas de
desórdenes y subversión".
El porqué de la violencia
Pero, ¿por Qu¿ suceden estas cosas, en Estados
Unidos, en 1964? Echemos un vistazo a la historia.
Los primeros cargamentos de negros llegaron
a Estados Unidos por allá por 1619, a las costas
de Virginia. lin 1760 los esclavos llegaban a 400
mil. Trabajaban, en sus tres cuartas partes, en
los algodonales do! sur. Los blancos que allí nacieron vieron siempre al negro como un esclavo.
Nada más. Pero en 1776 el Congreso emitió lu lnmosa Declaración de la Independencia, la cual
—no obstante su poso— era MÍJO una Declaración
v no una ley. Tanto es así, que en la Constitución
norteamericana do I7S9 se condena a los negros a
un tugar inferior, al establecer en su artículo primero que el número de Representantes lie cada
Estada corresponderá a! número do personas "lihiv.s", :¡l que se añadirá "las Ires quintas paites
de las demás personas", vale decir, los negros. En
buenas cuentas, cinco negros equivalen a lies
blancos.
Sólo sesenta años más larde se inicia la lucha
por la liberación de los negros y la igualación de
éstos a los blancos. Estallo la Guerra Civil, y el
1" de enero de 1863, el Presidente Lincoln ordeno
la emancipación de los esclavos en los Estados dd
Sur. Desde ese momento, las declaraciones, enmiendas de la Constitución y dictámenes de los
irihunaks d.- justicia, sL' hacen innumerables, 'lodos consagran los derechos de los negros. Hl último de estos documentos es la Ley de Derechos
Ci\iles que propició el Presidente Kennedy, y promulgó el Presidente Johnson.
Pero no basta con que una nación consagre los
derechos de sus ciudadanos en el papel, aunque
éste sea el de la Carta Fundamental, Es imprescindible que. antes que nada, dé valor a esos derechos haciéndolos cumplir por lodos sus habitantes. Los negros, de natural calmados, pacientes y
con enorme resistencia a los sufrimientos, soportaron por siglos el peso de las injusticias. Pero
recién en este siglo se incorporaron masivamente
a la lucha por conquistar los derechos de que gozan lodos los ciudadanos dt' la Unión, por el hecho
de haber nacido en su territorio. Por último, "para
que mis hijos y los hijos de mis hijos se sientan
orgullosos de ser norteamericanos y de tener la piel
obscura", como señaló el líder negro Martin Luther Ring.
En mayo de 1954, la Corte Suprema declaró
solemnemente que "en el campo de la educación
pública ia doctrina de 'separados, pero iguales', no
tiene lugar alguno". Esto significaba condenar la
segregación escolar y obligar a los niños de blancos a asistir de ahora en adelante a las mismas
escuelas de los negros. Pero antes que esía situación hiciera crisis, llegó el 1" de diciembre de 1955.
Un chofer de autobús, en Montgomery. Alabama,
distribuye los asientos del vehículo. Ordena a varios negros que se pongan dí pie. Pero, intempestivamente, sucede lo inaudito, inimaginable: Rosa
Pmks. una negra joven, se niega a moverse porque "está transada después de ir de compras". La
muchacha terminó en la cárcel y con una fuerte
multa. Pero esa noche corrió la voz entre los negros: "apoyemos a Rosa Purks; no utilicemos los
autobuses".
Va pastor desconocido
Ese día, los negrus encabezados por primera
vez pnr un desconocido pastor, Martin Luther King,
descubrieron parte uY su poder. Los blancos mi-
raron con simpatía el movimiento. Pero luego,
cuando empezaron a sentir los efectos del boycolt
económico, la simpatía se tornó en furia. Los negros establecieron turnos especiales para conducii
a sus hermanos en automóviles particulares, reemplazando los buses. Los blancos se vengaron repletando las cárceles de conductores negros. El
Dr.
Martin Lulher King fue a la cárcel por exceso
di1 velocidad. La lucha duró once meses. Mientras
tanto, una bomba estalló en la casa del lídsr negro.
Sus fíeles seguidores estuvieron a punto de linchar
a varios policios blancos, si no hubiera sido por
la mediación personal del Dr. King. Hubo un momento en que pareció que todo iba mal para los
negros. Pero justamente entonces, la Corte Suprema declaro ilegal la segregación raeiai en los autobuses de Montgomery. King exhortó a ia multitud:
"Tomad la victoria con humildad; mañana, al subir
a aquellos autobuses, no os onorgullezcáis de vuestra victoria sobre los blancos".
La lucha por la desobediencia de Rosa Parks
arrojn saldos favorables: los negros podían unirse,
solidariamente, para problemas concretos: había
nacido un líder, de estatura extraordinaria y con
un poder de persuasión casi increíble; el boycott
económico era un arma poderosa.
Un lento progreso
Pero la guerra no estaba ganada. Cien representantes de los Estados del Sur firmaron una
declaración jurada, mediante la cual se comprometían a usar lodos los medios legales a su alcance
para revocar las decisiones de la Corle Suprema.
sobre todo en lo que se refería a la integración
escolar.
Pertenecen ya a la historia los acontecimientos
de Lilile Rock, y la actuación del Gobernador Orval
Faubus es como el símbolo de la intolerancia.
Fue también en esa ocasión cuando el Presidente
Eisenhower empleó tropas federales contra un estado de la Unión, por primera vez desde 1867. lin
septiembre de 1963, en Mississippi. James Meredtlh se matriculó en la Universidad de Oxlord.
luego de una violenta batalla contra los, segregacionistas. y en especial contra el Gobernador Ross
U.irncl que creyó pasar a la historia en una pose
arrogante, cuando impedía entrar a la Universidad
con sus brazos cruzados sobre el pecho. La vioíencia se fue extendiendo, pero al mismo tiempo
la conciencia de los negros de que tenían que
exigir sus derechos se hizo carne en lodos ellos.
Los ayudó en gran parte el Presidente Kennedy.
Y así se ha avanzado hacia la solución de este
problema, a ralos muy lentamente, pero cada ve/
con paso más seguro. La actitud de los negros es
siempre de tranquilidad, hasta donde es posible.
La resume el discurso de la viuda del dirigente
negro Medgars Evers, asesinado eí año pasado en
la puerta de su hogar. Rodeada de sus lies hijilos. habló en la enorme manifestación de Washington v dijo: "El programa de acción de los negros
está sintetizado en la oración de San Francisco:
Señor, hazme un instrumento de tu paz. Que donde
haya odio, ponga yo amor..." El jesuíta Santiago
Loreste, que participó en el desfile, contó después
que sus palabras, en medio de un impresionante
silencio, fueron pronunciadas con tal dignidad que
sobrecogieron a negros y blancos.
La actitud (le la Iglesia católica
Muchos se preguntarán cual ha sido la actitud de la Iglesia católica durante estos decenios
de lucha. Para entenderla, conviene recordar Que,
hasta hace pocos años, mientras los negros vivían
casi recluidos en los Estados del Sur, la gran mayoría de los católicos s¿ agrupaban en el Norte.
i_n condiciones de vida también muy precarias.
Con todo, desde los albores de la independencia
se levantaron entre ellos voces profétieas que poco
a poco lograron despertar la atención de sus correligionarios sobre la contradicción interna que la
segregación racial y el trato dado a los negros
constituían en sus vidas. Hombres como Charles
Carrol en el siglo XVIII, los PP. John Souge \
Claude Pascal Maítre en el XIX y más recien-
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tímente el P. John LaFarge (1880-1963), fundador
del Lulerraciai Calholic Cottncil, Morís. Joscph F,
Rummel, arzobispo de New Orleans, Mons. Daniel
Corrigan, el primer ohispo católico encarcelado
por defender a los negros, liguran entre los más
destacados. Nuestros lectores recordarán seguramente los violentos ataques de que fue victima
Mons. Rummel en 1956 cuando anuncié su propósito de integrar lus escuelas católicas de su diócesis. La misma revista Tune ík-siacú la acción del
anciano prelado: "Ningún Ministro de Dios en el
Sur ha batallado con mayor tenacidad por integrar las iglesias y colegios que el Arzobispo Joseph
f. líummel. a los ochenta años de edad". La intltKBCia de tales líderes hizo que la Jerarquía
norteamericana haya dedicado varias pastúrale-,
desde el siglo pasado —en 1823, 1S66 y 1884— a
pedir justicia para lus negros. Sin duda, no pedían lisa y llanamente la supresión de la segregaciun. como se lo puede hacer en nuestros días,
pero sus planteos resultaban entonces "'de avanzada". Este fue todavía el tenor de la famosa pastura! de 1943 que, pese a no ir mucho más allá
ác liases generales, tuvo honda repercusión. Más
adelante, en 1958 y 19A3, volvieron los Obispos sobre el rriismi] itma, estas veces con toda claridad
y firmeza: la segregación racial obligatoria no puede concillarse con el amor cristiano al prójimo.
Y los lu-chos acompañaron a las declaraciones.
En enero de 1963, se constituyó, bajo ta presidencia del Card. Meyer, arzobispo de Chicago un organismo permanente Ue "cooperación inlcrconfesional para el problema racial" Dos arzobispos y
varios obispos participaron en la famosa "marcha
hacia Washington" del 28 de agosto a la que nos
referimos más arriba. Y al promulgarse la ley de
los Derechos Civiles el 4 de julio del mismo año,
los obispos de Louisiana recordaron a sus feligreses que "el aplicar la ley al pie de !a letra y guardar en todo su espíritu es un deber de conciencia".
Asi, periódicamente, vemos la Iglesia con su L-jcmpío y su palabra despertar lentamente en sus hijos
el sentido de la fraternidad universal de lodos los
hombres en Cristo, sea cual fuere el color de su
piel v su nivel de educación y cultura. Esperamos
que su voz reciba más acogida que en el pasado,
ya que. por más que nos duela, es preciso reconocer que. hasta ahora, la mayoría de sus fieles,
y no pocos de sus pastores, no parecen haber tenido, al menos en la práctica, una conciencia muchu más lúcida al respecto que la gran masa de
los ciudadanos.
Leonardo Cáceres.
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