Déjate conquistar por la hospitalidad de Madrid, capital de España

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Déjate conquistar por la hospitalidad de Madrid, capital de España, el Patrimonio
Mundial que la rodea ‒Alcalá de Henares, Aranjuez y San Lorenzo de el Escorial‒,
el Parque Nacional Sierra de Guadarrama o sus zonas exclusivas de compras.
Madrid hace sonreír a todo el que se asoma a ella. Su importante
patrimonio cultural y artístico invita a muchos recorridos que
evidencian la constante transformación de una ciudad abierta y
cosmopolita.
La capital de España está situada en el centro geográfico de la
península Ibérica, en la cuenca del Tajo, a 50 kilómetros al sur de la
sierra de Guadarrama y a 655 metros sobre el nivel del mar, lo que
la convierte en la capital más alta de Europa.
Su historia como gran urbe arranca en 1561, cuando el rey Felipe II
traslada la corte de Toledo a Madrid, que a la sazón era un pueblo
de 20.000 habitantes apiñado junto a un alcázar de origen árabe
varias veces reconstruido, la última por orden de Carlos V, alcázar
que será el germen del actual Palacio Real. Cerca de este, y ya en
tiempos de Felipe III (1578-1621), se crea la plaza Mayor como
espacio en torno al cual se articula una capital que poco a poco va
perdiendo su aspecto medieval. Es el viejo Madrid, también
llamado de los Austrias, el núcleo con más encanto y sabor
histórico de la ciudad, y primer paseo obligado para quien la visita.
Carlos III, espejo de las ideas ilustradas que iluminaban la Europa
del siglo XVIII, proporciona a Madrid un esplendor nunca visto. “El
mejor alcalde, el rey”, es la frase que resume el sentir de los
madrileños de aquella época. El conjunto del Prado y la puerta de
Alcalá constituyen una magnífica muestra del urbanismo neoclásico
del Madrid de los Borbones.
Tanto Austrias como Borbones atesoraron unas colecciones
artísticas que convirtieron Madrid, pictóricamente hablando, en una
de las ciudades más ricas del mundo. Buena parte de ellas se
custodia en el Museo del Prado, que integra, junto con el Museo
Nacional Centro de Arte Reina Sofía y la Fundación ThyssenBornemisza, el denominado Paseo del Arte.
Fuera de la capital (pero dentro de la región de Madrid, que es
comunidad autónoma desde 1983), los soberanos eligieron y
enriquecieron para su recreo –sobre todo, la caza– los Reales Sitios
de El Pardo, Aranjuez y San Lorenzo de El Escorial.
Por último, destaca la ciudad universitaria de Alcalá de Henares, que
posee uno de los patrimonios monumentales más ricos de la región.
El viejo Madrid
Edificada por Gómez de Mora en 1619, la plaza Mayor es el centro
arquitectónico del Madrid de los Austrias. En su lado norte, destaca
la Casa de la Panadería, que fue reconstruida por Donoso en 1672 y
tiene una vistosa fachada decorada con pinturas murales. En el
centro, se alza la estatua ecuestre de Felipe III, obra de Juan de
Bolonia y Pietro Tacca. Y en sus inmediaciones quedan el palacio de
Santa Cruz (siglo XVII) y la iglesia de San Isidro (1622), que fue la
catedral de Madrid hasta la inauguración de la Almudena (1993) y
guarda los restos de San Isidro, patrón de la villa. Cerca de esta
última, por la plaza de Cascorro, se instala todos los domingos y
festivos el famoso mercadillo popular de El Rastro.
Calle Mayor adelante se encuentra la plaza de la Villa, encuadrada
por la sede del antiguo Ayuntamiento de Madrid (1693-2007), la
torre de los Lujanes (siglo XV) y la Casa de Cisneros. Doblando el
final de la calle Mayor por Bailén, se llega al Palacio Real, soberbio
edificio de gusto francés cuya construcción ocupó a prestigiosos
artistas y arquitectos desde el reinado de Felipe V hasta el de Isabel
II, promotora del elegante patio de armas. El salón de Columnas, la
capilla, la botica, los jardines de Sabatini y los del Campo del Moro
son algunos de sus espacios más bellos y significativos.
Enfrente del palacio, cruzando la plaza de Oriente, se alza el Teatro
Real. Y en dirección a la Puerta del Sol, el monasterio de las
Descalzas Reales, que fue fundado en 1556 por Juana de Austria y
atesora una valiosísima colección de obras de arte.
Madrid de los Borbones
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1752), situada
al comienzo de la calle de Alcalá, fue uno de los hitos más
destacados en el quehacer de los Borbones. Desde aquí, se van
hilvanando en agradable paseo el Casino de Madrid, el Círculo de
Bellas Artes, el Ateneo, la casa en que vivió Lope de Vega y el
convento de las Trinitarias, donde yace Cervantes. Cerca discurre
la Gran Vía, flanqueada por notables edificios de los siglos XIX y XX,
hoy uno de los ejes comerciales de la ciudad y donde se concentran
los teatros que acogen los grandes espectáculos musicales.
Desde la plaza de Cibeles, centro del Madrid más señorial y típico,
se divisa la cercana Puerta de Alcalá, edificada por Sabatini en
1778, y bajando por el paseo del Prado, la mirada se recrea con
espléndidos edificios señoriales, palacios, fuentes y hoteles de lujo:
el Banco de España (1891), la Bolsa (1884), el hotel Ritz (1910), el
palacio de Villahermosa (1806), la fuente de Neptuno (1780),
donde festejan sus triunfos deportivos los seguidores del Atlético de
Madrid, el hotel Palace (1912), el Museo del Prado (1785) y el Real
Jardín Botánico (1781), entre otros muchos.
Al final del paseo del Prado, la plaza del Emperador Carlos V acoge
la estación de Atocha, cuyo viejo vestíbulo de hierro y cristal de
sabor modernista ha sido transformado en un espectacular
invernadero tropical. Subiendo luego por la cuesta de Moyano,
entre sus puestos de libros viejos, se llega a los jardines del Retiro,
regalo del conde-duque de Olivares a Felipe IV, cuyas 130 hectáreas
de arboledas, paseos, estanques, fuentes, templetes y estatuas son
un auténtico oasis en mitad de la sofocante urbe.
Paseo del Arte
Situadas en un mismo eje y a escasa distancia unas de otras, estas
tres pinacotecas madrileñas forman un triángulo de oro de
colecciones de arte:
– Museo del Prado. Isabel de Braganza, esposa de Fernando VII,
inauguró en 1819 esta colección que hoy cuenta con casi 8.000
cuadros, de los que solo una parte puede ser admirada en la
exposición permanente (alrededor de 1.150) pese a la ampliación
del museo en 2008, proyectada y dirigida por el arquitecto Rafael
Moneo, que aumentó la superficie en más de un 50 por ciento. El
Prado es la mejor pinacoteca del mundo, con la mayor
concentración de obras maestras de la pintura europea. Entre sus
grandes atracciones figuran Las Meninas, de Velázquez, y las
pinturas negras o La familia de Carlos IV, de Goya, junto con El jardín
de las delicias, entre otros cuadros de El Bosco.
– Fundación Thyssen-Bornemisza. Instalada desde 1992 en el
palacio de Villahermosa, es sin duda la colección privada más
importante del mundo. Cuenta con obras que van desde el siglo XIII
hasta nuestros días, aunque debe su fama a los cuadros de los
maestros de la escuela flamenca y holandesa del siglo XVII, a los
autores de la escuela estadounidense del XIX y a los constructivistas
rusos y expresionistas alemanes del XX.
– Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Además de albergar
el Guernica, de Picasso, que cuenta con una sala propia, el centro
dispone de un importantísimo fondo de pintura contemporánea
–Dalí, Miró, Juan Gris…–. Asimismo, realiza exposiciones temporales
de los principales movimientos del siglo XX. En 2013 batió su récord
histórico al recibir más de tres millones de visitantes por el impulso
de una exposición realizada sobre Dalí, que fue visitada por más de
700.000 personas.
Otro de los referentes del Paseo del Arte y un singular contrapunto
al Prado y al Thyssen-Bornemisza es el Museo Naval, con una de las
colecciones navales más ricas del mundo. En 2008 se inauguró
también, en pleno triángulo del arte, el Caixa Forum Madrid, un
centro cultural dedicado básicamente a exposiciones temporales,
con un sugestivo jardín vertical en su fachada.
Algo más al norte, en la céntrica plaza de Cibeles, se sitúa el palacio
de Cibeles, reformado entre 2005 y 2007 para convertirse en nueva
sede del ayuntamiento de la capital. Su mejora significó también la
creación de un nuevo centro de exposiciones denominado
CentroCentro, y la apertura de una terraza mirador desde las que se
contemplan unas magníficas vistas panorámicas de la capital.
En la mítica plaza madrileña, escenario de la celebración de los
títulos del Real Madrid, se ubica, asimismo, el Palacio de Linares,
sede de la Casa de América. Se trata de una de las instituciones
culturales más importantes del país, inaugurada en 1992 con el
objetivo de estrechar los lazos entre España y el continente
americano.
No muy lejos, junto a la plaza de Colón, destaca el edificio de la
Biblioteca Nacional (1892), que conserva ejemplares de todos los
libros publicados en España y una valiosísima colección de
incunables, manuscritos, estampas, dibujos, fotografías,
grabaciones sonoras, partituras, etc. Justo detrás está el Museo
Arqueológico Nacional (MAN), inaugurado en 1867 y considerado el
museo de historia más importante de España. Tras una reforma
integral, reabrió sus puertas en 2014 incorporando modernos
recursos tecnológicos y de comunicación para mejorar la
experiencia del visitante. En 40 salas se reúnen 13.000 objetos que
configuran una de las mejores colecciones arqueológicas del
mundo. Entre sus piezas emblemáticas destaca la Dama de Elche,
culminación artística de los pueblos íberos.
Deslumbrante resulta la visita al Templo de Debod. Muy cerca de la
Plaza de España, Madrid cobija este auténtico templo egipcio del
siglo II a.C. Egipto lo donó a España en 1968 por su participación en
la campaña de la Unesco destinada a salvar los santuarios de la
región de Nubia anegados por la construcción de la presa de Asuán.
Constante transformación
Madrid es una ciudad en continuo movimiento y transformación. Su
constante metamorfosis se dejó sentir con especial intensidad en
abril de 2011 con la inauguración de Madrid Río, el parque de seis
kilómetros que discurre desde la calle Ribera de Manzanares hasta
Legazpi. El entorno esconde en sus entrañas la gran mole de
hormigón de la M-30 y se ha consolidado como una acertada
alternativa de ocio para los madrileños y sus visitantes, con 30 km
de sendas para bicicletas, pistas para patinaje, skate, escalada,
fútbol, pádel, tenis, baloncesto, parques infantiles, etc.
Los viejos mercados de barrio han sabido también adaptarse y se
han convertido, en la última década, en espacios gastronómicos
con productos delicatesen, que se pueden degustar in situ. Al
Mercado de San Miguel (situado en la plaza del mismo nombre,
junto a la calle Mayor), reformado en 2009 y el pionero en este
nuevo y exitoso concepto, se han sumado el de San Antón (calle
Augusto Figueroa); San Ildefonso (esquina de la calle Fuencarral
con Santa Bárbara); Barceló (Barceló, 8); Platea (calle Goya 5-7);
San Fernando (Embajadores, 41); Moncloa (Arcipreste de Hita, 10)
y el mercado ecológico Huerto Lucas (San Lucas, 13).
Al Madrid más clásico y sus rincones más castizos se han unido
modernas y vanguardistas construcciones como los cuatro
rascacielos del Centro Financiero Torres Business Area, en el
norte de la ciudad, o rutas alternativas como el exitoso Tour
Bernabéu, que conduce al visitante por las históricas instalaciones
del Real Madrid, poseedor de múltiples títulos europeos e
internacionales.
El Pardo
A tan solo 15 kilómetros al norte de Madrid, junto a un encinar en el
que aún anida la rarísima águila imperial, Enrique III mandó
construir en el siglo XIV el primer pabellón de caza de El Pardo,
núcleo que los sucesivos reyes –señaladamente Carlos III–
engrandecieron hasta darle la categoría de Real Sitio. De las 53
salas de que consta el palacio de El Pardo, la visita guiada se ciñe a
las 15 o 20 de mayor interés, todas enriquecidas con colecciones
ornamentales de las Reales Fábricas –tapices y alfombras de Santa
Bárbara, lámparas de La Granja, bronces y porcelanas del Buen
Retiro...– . Una sola alfombra, la del patio de los Borbones, pesa la
friolera de 1.800 kilos. También se visitan las dependencias donde
vivió y despachó Francisco Franco, desde 1940 hasta 1975.
Cerca del palacio, la casita del Príncipe es un capricho que se dio
María Luisa de Parma, esposa del príncipe Carlos, para solazarse a
una distancia prudencial del etiquetero Carlos III. Los planos son
del neoclásico Juan de Villanueva y lo mejor, las pinturas de
Jordán, Mengs y Bayeu.
Encaramado en la colina contigua al pueblo, el sobrio convento de
Capuchinos ofrece –además de una buena vista del mismo, del
monte y de la sierra de Guadarrama– un Cristo yacente del que su
autor, Gregorio Hernández, dijo: “El cuerpo lo hice yo, mas la
cabeza la hizo el Señor”.
El recorrido se completa visitando la quinta del duque del Arco
–propiedad en tiempos del montero mayor de Felipe V, con una
bella colección de papeles pintados al estilo francés del siglo XIX y
un jardín de árboles centenarios– y dando algún paseo por las
zonas del monte abiertas al público y menos frecuentadas por este.
El recorrido por la margen occidental del río Manzanares hasta la
presa de El Pardo es un safari visual de lo más recomendable,
resultando fácil avistar ciervos, gamos y jabalíes.
Aranjuez
Situado a 45 kilómetros al sur de Madrid, junto a la confluencia de
los ríos Tajo y Jarama, y sobre una ubérrima vega famosa por sus
fresas y sus espárragos, Aranjuez atesora innumerables maravillas
naturales y artísticas, pero ninguna que le haga sombra al Palacio
Real. El edificio, tal como se ve desde la plaza de las Paradas, data
de tiempos de Carlos III, que mandó construir sus dos alas y
remodelar el viejo palacio diseñado por Juan de Herrera a
instancias de Felipe II, quien a su vez había heredado el gusto por el
Real Sitio de sus bisabuelos los Reyes Católicos. Deslumbrantes son
la escalera, el salón del Trono, el Gabinete Chino –revestido por
completo de porcelana de la Real Fábrica del Retiro– y el Gabinete
Árabe, réplica del salón de las Dos Hermanas de la Alhambra.
Doblando a la izquierda al salir del regio edificio, una pequeña verja
abierta junto a las arcadas de la avenida del Palacio da acceso al
jardín del Parterre, presidido por la fuente de Hércules (finales del
siglo XVIII) y por ejemplares seculares de magnolio, madroño, tilo
plateado y palmera de Chile. Dos puentes comunican este con el
jardín de la Isla –pletórico de surtidores y de esculturas marmóreas
de personajes mitológicos–, así llamado por estar ceñido por una ría
artificial y por el cauce natural del Tajo.
Esta circunstancia obliga al visitante a pasar de nuevo por el jardín
del Parterre para salir a la plaza de Santiago Rusiñol y enfilar por la
calle de la Reina en busca del cercano jardín de Príncipe. Recorrer
el perímetro interior de este vasto pensil de 150 hectáreas, obra de
Carlos IV, puede llevar una hora larga, pero es un paseo delicioso a
la sombra de corpulentos plátanos, castaños de indias, tilos,
chopos, fresnos y liquidámbares. Jalonan el camino el museo de
Falúas, donde se guardan las elegantes barcas que utilizaban los
reyes para recrearse en el Tajo, y la casa del Labrador, palacete de
Carlos IV y María Luisa de Parma lleno de caprichos tales como el
gabinete de Platino, con adornos de ese mismo material.
San Lorenzo de el Escorial
A 50 kilómetros al noroeste de Madrid, en la soleada falda de la
sierra de Guadarrama, el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial se
asienta en torno al gigantesco monasterio que Felipe II mandó
construir para conmemorar la victoria que su ejército obtuvo sobre
el francés en la batalla de San Quintín el 10 de agosto de 1557, día
de San Lorenzo, de ahí que su planta tenga forma de parrilla en
recuerdo del martirio que sufrió el santo.
Juan Bautista de Toledo, que inició las obras en 1563, y Juan de
Herrera, que las remató en 1584, fueron los artífices de esta mole
descomunal de granito cuyo cuerpo principal mide 208 metros de
largo por 162 de ancho y cuyos mayores atractivos para el visitante
son: los palacios –suntuoso el de los Borbones, sobre todo si se
compara con la austeridad cartujana de la alcoba donde murió
Felipe II en 1598–; la basílica –con cúpula de 90 metros de altura y
retablo de 30–; los panteones –donde están enterrados la mayor
parte de los reyes de España desde Carlos V–; la biblioteca –que
guarda el Códice Virgiliano, los manuscritos de san Agustín, las
Cantigas de Alfonso X el Sabio, los textos árabes que no quemó
Cisneros..., en total, 40.000 volúmenes colocados de pie, disposición
novedosa para la época, pero con los lomos hacia dentro, por
razones de conservación– y los Nuevos Museos, en cuyas ocho salas
se codean los grandes maestros de los siglos XV, XVI y XVII, como El
Bosco, Van der Weyden, Veronés, Tintoretto, Bassano, Ribera,
Velázquez, Zurbarán, Valdés Leal y, por supuesto, El Greco, cuyo
Martirio de San Mauricio preside la sala séptima pese a que, según
las crónicas, no le gustaba mucho a Felipe II.
La visita al Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial se completa con
la Casita del Príncipe, diminuta pero repleta de obras de arte, y el
Real Coliseo de Carlos III, ambos proyectados por Juan de
Villanueva.
A 9,5 kilómetros de San Lorenzo de El Escorial, sobre el paraje del
valle de Cuelgamuros, se levanta una inmensa cruz que corona
uno de los monumentos más polémicos de la historia de España: el
Valle de los Caídos. Construido al final de la Guerra Civil, entre
1940 y 1958, siguiendo el diseño de los arquitectos Pedro Muguruza
y Diego Méndez, el complejo incluye la basílica más grande de la
cristiandad, con 262 metros de longitud, que requirió la
excavación de 200.000 metros cúbicos de roca.
La cruz, que se divisa a 40 kilómetros de distancia, es también la
mayor del orbe cristiano, con 150 metros de altura y 46 metros de
punta a punta de los brazos. Los cuatro evangelistas esculpidos en
el primer basamento son obra de Juan de Avalos. En el segundo se
representan las cuatro virtudes cardinales.
El Valle de los Caídos, que visitan miles de turistas todos los años,
cuenta con partidarios y detractores y es una obra tan imponente
como perturbadora, ya que evoca un conflicto terrible que
enfrentó a los españoles en la primera mitad del siglo XX . La Ley de
la Memoria Histórica ha tratado de resolver el destino del mismo,
al fijar entre sus objetivos honrar y rehabilitar la memoria de todas
las personas fallecidas en la Guerra Civil de 1936-1939 y fomentar
las aspiraciones de reconciliación y convivencia.
Alcalá de Henares
La lista de los que hincaron los codos en Alcalá es más larga que la
Espasa: Quevedo, Tirso, Mateo Alemán, Antonio Pérez, Juan de
Austria, Alejandro Farnesio, Tomás de Villanueva, 18 cardenales, 29
consejeros del Tridentino, gobernadores generales de Castilla,
inquisidores, arzobispos, prebendados catedralicios... Y la relación
de los aquí nacidos tampoco es modesta: desde Cervantes hasta
Azaña, pasando por la reina Catalina de Aragón y el emperador
Francisco I de Habsburgo. Dedicar una jornada a visitar tamaño
foco de saber y poder es asignatura obligatoria.
El examen de la ciudad complutense, reconocida por la Unesco en
1998 como Ciudad Patrimonio de la Humanidad, abarca unos 50
capítulos –léase monumentos–, pero si descontamos los de menos
tuétano y otros de entraña inaccesible –conventos de clausura–, la
cosa queda reducida a diez materias relevantes.
Un rápido repaso de las mismas puede acometerse entrando a pie
en la villa amurallada por la puerta de Madrid, para continuar por
la calle del Cardenal Sandoval y Rojas, al final de la cual se hallan el
palacio Arzobispal –ojo a sus fachadas, una renacentista y otra de
aire mudéjar– y el convento de San Bernardo, fundado en el siglo
XVII por el arzobispo de Toledo e inquisidor general que da nombre
a la calle. Muy cerca del palacio, en la calle de San Juan, se
encuentra la Casa de la Entrevista, llamada así por la que
mantuvieron en 1486 la reina Isabel y un marinero con ideas
propias sobre el planeta, Cristóbal Colón, quien lógicamente
aprovechó la ocasión para transmitírselas.
Desde la casa, nada más fácil que llegarse hasta la plaza de los
Santos Niños, sobre la que se asienta la mole hiperbólica de la
Magistral-Catedral, de estilo gótico tardío –finales del siglo XV–. La
torre –herreriana, del siglo XVI– es picuda y cigüeñera como todas
las del lugar, pero señorea sobre ellas por su gran altura.
La ruta a pie sigue por la calle Mayor, cuya hilera de soportales
resulta de gran utilidad para ir de tiendas los días de borrasca, que
son los menos, o de sol justiciero, los más. En ella abren sus
puertas la casa de Cervantes, que no es tal sino una réplica
bienintencionada de una casona del XVI –levantada, eso sí, sobre el
solar que ocupó la vivienda de su padre, el fígaro Rodrigo–, y el
hospital de Antezana (siglo XV). Los ayes y delirios lastimeros de
alguna interna sobrecogen al visitante, que, agazapado en un
rincón del patio castellano, espía el ajetreo de los hábitos en la
galería superior, la misma que recorrió en tiempos un estudiante,
cocinero y enfermero llamado Ignacio, san Ignacio de Loyola.
Al cabo de esta gran vía porticada, la ruta desemboca en la plaza
de Cervantes, que con su quiosco, su escultura del genio, su
Ayuntamiento, su capilla del Oidor y su viejo corral de comedias,
constituye el cogollo de la ciudad. Las capillas de Antezana y del
Oidor acogen el Centro de Interpretación dedicado a Miguel de
Cervantes, con piezas de gran valor como la pila bautismal o una
reproducción de la partida de bautismo del escritor. El centro
ofrece también exposiciones temporales a lo largo de todo el año.
A su vera, late el otro corazón de Alcalá, el Colegio Mayor de San
Ildefonso (antigua universidad), fundado hace cinco centurias.
Tras la fachada plateresca, obra de Gil de Hontañón, se suceden los
patios en orden de intimidad: Mayor, de los Filósofos y Trilingüe. El
último conduce al Paraninfo, bajo cuyo artesonado de armadura
morisca se entregan, con gran aparato, los premios Cervantes. Y el
penúltimo, a la capilla, filigrana de blancas yeserías que acoge en
su cabecera el sepulcro de Cisneros. Es fama que el padre de la
Universidad predijo: “Lo que fue de tierra, mañana será de
mármol”. Su cenotafio sí que lo es, y de Carrara.
Villas de Madrid
Repartidas por toda la Comunidad de Madrid se encuentran seis
villas enclavadas en hermosos espacios naturales que cuentan
además con un rico patrimonio histórico-cultural y un gran
atractivo gastronómico: Buitrago del Lozoya, Chinchón,
Colmenar de Oreja, Navalcarnero, Nuevo Baztán y Rascafría.
Con el fin de potenciar el turismo en estas localidades, la
Comunidad de Madrid ha lanzado el programa “Villas de Madrid”,
con el que se pueden obtener importantes descuentos en museos,
hoteles, restaurantes, etc., mostrando la tarjeta VillaCard, que se
puede obtener gratuitamente en cualquier oficina de turismo de la
red Mad about info.
Naturaleza
La Comunidad de Madrid cuenta también con excelentes atractivos
naturales. Es una región con grandes contrastes paisajísticos y
biodiversidad de alto interés ecológico. El 15 por ciento del
territorio madrileño está formado por espacios naturales
protegidos entre los que destaca el Parque Nacional Sierra de
Guadarrama, en la parte oriental del Sistema Central, que
comprende 34.000 hectáreas, de las cuales el 64 por ciento
corresponde a Madrid y el 36 por ciento a Segovia, en la
Comunidad de Castilla y León.
En este parque se localiza la cumbre más alta de la Comunidad de
Madrid, Peñalara (2.428 metros), y un relieve singular en la
península ibérica: la Pedriza, un batolito granítico compuesto por
riscos, paredes rocosas, arroyos y pequeños bosques de pino
silvestre y laricio, jaras, acebos y retamas. Se han inventariado en
el parque más de 130 especies de aves, 60 de mamíferos, anfibios y
reptiles.
Cuenta Madrid con otros sitios naturales de gran interés como la
Reserva de la Biosfera Cuenca Alta del Río Manzanares, la Sierra
del Rincón, la Sierra Norte, el Hayedo de Montejo o el Monte de
El Pardo.
Estos espacios ofrecen unas condiciones idóneas para la práctica
de actividades al aire libre: deportes en la nieve y acuáticos,
birdwatching, rutas a caballo, montañismo, escalada, espeleología,
tirolinas, tiro con arco, golf, cicloturismo, agroturismo,
senderismo, etc.
Compras
La Comunidad de Madrid se ha convertido en los últimos años en
un referente nacional e internacional como destino turístico de
calidad y es en la actualidad el segundo destino de compras en
Europa. El turista tiene a su alcance una amplísima oferta
comercial que va desde las grandes áreas comerciales a las
pequeñas tiendas tradicionales, con estilos muy diversos y precios
para todo tipo de bolsillos.
La conocida Milla de Oro, en el distrito de Salamanca, es visita
obligada para el turista de compras de lujo. En ella, grandes firmas
de moda se codean con iconos del lujo internacionales. Las
joyerías, zapaterías y las marcas más prestigiosas de moda y
complementos, así como galerías de arte y tiendas de
antigüedades, completan la oferta de esta zona. Ir de compras por
las boutiques y tiendas del barrio de Salamanca es un placer solo
apto para los bolsillos más selectos.
Si lo que se busca son las últimas tendencias en moda, así como
originalidad, vanguardia y bohemia, el destino es la zona
comprendida entre Chueca y Fuencarral. En ella se concentra un
importante número de pequeños comercios para clientes jóvenes y
transgresores, seguidores de las últimas tendencias. La zona se
enmarca dentro del proyecto Triball Madrid, que pretende
convertirla en un importante foco comercial y turístico, a la altura
del Soho neoyorquino.
La Puerta del Sol, la Gran Vía, Preciados y Princesa enmarcan el
área más comercial de la capital, con un constante ir y venir de
gente, en la que el turista puede encontrar tiendas de las grandes
franquicias de moda, con ropa de las últimas tendencias a precios
asequibles, así como uno de los grandes centros comerciales de
referencia en España, con todo tipo de productos, incluidos
souvenirs.
Además, en la zona Centro de la capital el turista puede encontrar
los productos más castizos. Artesanía, cerámica, orfebrería,
productos de cuero, abanicos, guitarras o todo tipo de
instrumentos musicales, complementan la oferta de compras del
área comercial, con pequeños comercios con siglos de historia, que
siguen tan activos como el primer día. Fuera de la capital se
pueden encontrar también outlets y grandes centros comerciales.
Mercados al aire libre
Los mercadillos son típicos en toda la región. Se instalan, por lo
general, al aire libre, en lugares públicos y en días señalados. Los
productos que se ponen a la venta son de lo más variado:
alimentos, prendas de vestir, menaje del hogar, plantas,
bisutería… Desde siempre han gozado de gran aceptación popular,
por disponer, en un mismo espacio, de una gran variedad de
artículos, y porque los precios son inferiores a los de los comercios
tradicionales.
Además de los mercadillos tradicionales de ropa y comida, existen
otros especializados de mucho interés, como el de libros de la
Cuesta de Moyano, con auténticas joyas literarias; el de la Avenida
de Felipe II, con sus puestos ‘hippies’; el tradicional mercadillo de
filatelia de las Plaza Mayor, el Mercado de Motores en el Museo
del Ferrocarril o el de la Plaza Conde de Barajas, con una buena
muestra de pintura.
El mercadillo madrileño por excelencia es el Rastro, de origen
medieval, uno de los iconos de la ciudad. Se celebra todos los
domingos en la Plaza de Cascorro y su entorno y en él se puede
encontrar un gran número de puestos que ofrecen artículos
antiguos, nuevos y de segunda mano como ropa, artesanía,
muebles, discos, libros y comics entre otras muchas curiosidades.
Sin olvidar los que se celebran en otros municipios de la región,
como el de Majadahonda, o los Mercados Medievales en Alcalá de
Henares, Manzanares el Real y Buitrago del Lozoya.
Gastronomía
La revolución gastronómica que vive España alcanza en Madrid su
máxima expresión. Cuenta la capital de España con una de las
ofertas culinarias más atractivas y variadas del mundo:
vanguardista, internacional, clásica, étnica, regional… Las cocinas
de la capital bullen para ofrecer a sus visitantes experiencias
inolvidables y constantemente se abren nuevos restaurantes y
multiespacios de ocio gourmet, y se celebran eventos como Madrid
Fusión, verdadera “cumbre” de la gastronomía mundial.
A la cabeza de esta explosión figura David Muñoz, el cocinero
imaginativo y transgresor que ha obtenido las tres estrellas
Michelín para su restaurante Diverxo. Junto a él, otros chefs como
Diego Guerrero, Ramón Freixa, Sergi Arola, Paco Roncero o Ricardo
Sáez han situado a Madrid en el Olimpo de la gastronomía, con 16
restaurantes distinguidos con estrellas Michelín.
Los amantes de la gastronomía tradicional pueden disfrutar de una
oferta única en restaurantes centenarios como Lhardy, famoso por
su mítico cocido y sus callos a la madrileña, además de los secretos
políticos y amorosos que guarda entre sus paredes; Casa Labra,
cuyo bacalao rebozado ha hecho brotar riadas de devotos que
peregrinan a este céntrico local, generación tras generación, para
degustar este suculento manjar; el Café Gijón, centro de reunión de
los poetas y novelistas del 98 y del 27, y lugar de culto de los
aspirantes a escritores y de los bohemios de toda condición; o el
Restaurante Botín, que encendió sus fogones allá por el año 1725
en el Madrid de los Austrias, lo que lo convierte en el restaurante
más antiguo del mundo.
Las tabernas y los bares de tapas son otro de los grandes
atractivos culinarios de la capital de España. Salir de cañas y
compartir unas raciones con los amigos es una de las costumbres
más arraigadas entre los madrileños, a la hora del aperitivo, por la
tarde o ya entrada la noche. Cualquier momento y cualquier excusa
son buenos para gozar de la amistad y de la vida con una cerveza
fresquita y bien “tirada” en la mano, ante un mostrador lleno de
tentaciones en forma de pinchos y tapas tradicionales o creativas.
La oferta es inabarcable y cada cual tiene sus preferencias y sus
rutas por las tascas de la capital, pero cada día y a cada paso se
descubre algo nuevo que convierte la afición a salir de tapeo, a
“picar” algo, en una aventura inolvidable.
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