Introducción al sistema poético de José Lezama Lima Marco

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Agosto – diciembre de 2007, Bogotá, Colombia
Introducción al sistema poético de José Lezama Lima1
Marco Ramírez Rojas
Pontificia Universidad Javeriana
Bogotá
[email protected]
Resumen
La “Introducción al sistema poético de José Lezama Lima” pretende un
acercamiento a la construcción de pensamiento basado en la poesía de este
poeta cubano y a la apropiación y a la configuración de mundo que allí se
proponen. Se intenta explorar dicho sistema no en el detalle de cada uno de
sus brillos y pilares, sino observándolo como el cuerpo total que se yergue.
Además, se trata de responder a la pregunta inevitable que suscita la casi
irreconciliable alianza entre lo poético y lo sistemático: ¿cómo entran a danzar
estos dos contrarios? Y ¿cómo un sistema poético pretende abarcar al mundo
como una totalidad?
Abstract
The "Introduction to José Lezama Lima's poetic system" attempts an approach
to the construction of thought based upon the Cuban writer's poetry, as well as
to its appropriation and shaping of the world. The poetic system will be
explored (not in each and every one of its detailed glimmers or pillars, but,
rather) as a whole standing body. Besides, some inevitable questions about the
links between the poetic and the systematic (an apparently irreconcilable
alliance) will try to be answered: how do these two contrary states dance? And
how does a poetic system attempt to embrace the world as a whole?
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Ponencia leída en el II Coloquio interno de estudiantes de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad
Javeriana (I, 2007).
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1. A manera de entrada y advertencia
El poeta José Lezama Lima publicaba periódicamente en su revista Orígenes ensayos de
gran calidad y hondura acerca de la poesía. Podríamos fijar el itinerario de su
pensamiento si recorremos las huellas que poco a poco fue trazando con los textos que
publicaba en Orígenes y que, paulatinamente, se reunirían en los libros Analecta del
reloj (1953), Tratados en la Habana (1958), La cantidad hechizada (1970), Las eras
imaginarias (1971), e Introducción a los vasos órficos (1971). No obstante, su tarea
parecía haber logrado sus conquistas y su unidad desde el principio. Ya sus primeros
ensayos nos dejan saber del cuerpo total de su aventura, su sistema poético. Cada nuevo
ensayo, o cada línea que se embarcaba en este cuerpo, parecía haber sido prevista ya
desde el inicio, y cobraba al aparecer su visibilidad presentida.
El pensamiento de Lezama, de raíces míticas e impulso poético, había concebido su
sistema como una forma de conocer el mundo como totalidad, pero desde la poesía. La
poesía como forma de habitar el mundo, como visión total, como vía del pensamiento y
lógica del mundo. La poesía como configuradora de realidad y camino a la
trascendencia. Parece un Ícaro buscando un vuelo desmesurado. Ya el conocimiento
posible se le revelaba a Lezama como un espacio que no podía ofrecer al hombre
habitación o sustento. Su sistema, pues, intenta escapar de este laberinto, pero en un
regreso a las posibilidades originarias del hombre. La poesía le permite a Lezama
regresar por caminos desandados al estadio primero y por esto en ella ancla su
posibilidad de conocimiento. Lezama propone que antes que fundar una nueva lógica, es
preciso regresar a un estado prelógico. Es éste el torbellino, caos primero, sobre el que
edifica el poeta cubano.
Basados en la lectura de los ensayos en los que el autor intenta trazar las líneas
generales de su cuerpo de conocimiento, hemos querido ofrecer una aproximación a este
sistema, sugerir una entrada a esta catedral lezamiana de la poesía y el pensamiento. La
naturaleza de este artículo quiere ser una provocación a una entrada mayor al océano
que representa Lezama. Se espera que – tomando palabras de Goethe – “un gajo de la
naranja…”, el que se ofrece ahora, “…sí pueda tener el sabor de toda la naranja”.
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Cabe aclarar por último una de las especificidades de la obra de Lezama: su tratamiento
de conceptos tradicionales, canónicos o “bien definidos” y estabilizados, es poco menos
que original. Lezama apropia a su pensamiento de manera singular conceptos
filosóficos, teológicos, poéticos, para reelaborarlos y dotarlos de nuevo significado. Por
esta razón su labor ha sido mal recibida en algunos ámbitos. Pero podría argumentarse a
favor de Lezama que lo que le interesa no es una fidelidad a los conceptos, sino una
fidelidad al origen poético de su propio pensamiento. Esperamos que no sea un
impedimento para su lectura este aspecto que se acaba de mencionar. Demos pues
comienzo a su “ópera fabulosa”.
2. Entrada al sistema
Refiere Lezama en su ensayo La Dignidad de la Poesía que Shakespeare disfrutó
“…como un tiburón que rompe todas las redes…” la frase del canciller Bacon: “La
poesía es como el sueño de una doctrina” (126). Imaginamos a Lezama disfrutando y
meditando sobre esta misma frase de doble naturaleza, en la que la doctrina se hace
visible en la altura del sueño, o el sueño inventa su doctrina; movimiento circular
incesante de lo real a lo irreal. Vemos a la poesía oscilando entre la indefinición y un
orden. ¿Acaso la meditación sobre esta frase tiene su correspondencia en la meditación
sobre el sistema poético de Lezama? Encontramos resonancias y vínculos muy
significativos entre las dos. En la frase del canciller y en el sistema poético de Lezama –
en su expresión misma – se hace visible la misma tensión entre dos polos: el del orden,
ganado por el sistema o la doctrina; y el de lo imaginativo, perteneciente al sueño o a la
poesía.
Bacon y Lezama intentan una conciliación imposible entre lo normativo y lo
incondicionado, que entran en un juego de aproximaciones sin lograr una síntesis. La
frase de Bacon nos abre las puertas a la pregunta por la naturaleza del sistema poético
de Lezama y nos deja entrever los terrenos en los que se sitúa su construcción. Desde su
enunciación sabemos que llevará un movimiento incesante entre las corrientes
contrarias que confluyen en el sistema; su concepción ya lleva el germen de su
desarrollo singular.
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“…pero el intento nuestro es un sistema poético, partiendo desde las mismas
posibilidades de la poesía y no un desarrollo dialéctico…” (La dignidad 127), advierte
Lezama. Se prefigura un sistema que no pretende un desarrollo o esquema lógico ni una
edificación racional, sino un crecimiento desde la poesía. La noción de sistema a la que
acude Lezama está vaciada de sus connotaciones científicas, o de mera agrupación y
catalogación. Lo “poético” del sistema que se proyecta obliga a eliminar los
condicionantes y las categorías para que éste pueda comprender y abarcar sin estrechez
las posibilidades de la poesía. ¿Cómo se concibe, entonces, el sistema, y qué de
sistemático hay en esta concepción? Coincide el sistema poético lezamiano, en primer
término, con la noción de unidad pretendida en todo sistema, sea filosófico, matemático,
estructural. El punto de ruptura se encuentra en la pregunta por el tipo de unidad que se
pretende, cómo ganar o mantener esta unidad, y qué se quiere llevar a una organización
sistemática.
El sistema poético se abre como una totalidad que crece desde el interior, por medio del
desarrollo de sus posibilidades. No se pretende llegar a una unidad estructural, Lezama
no deduce la totalidad del sistema como unidad abstracta, la ve como unidad original,
orgánica. Encontramos que los sistemas generalmente se edifican basados en leyes y
categorías determinantes, que delimitan tanto los elementos como el funcionamiento del
sistema. Hay en la propuesta de Lezama una suerte de oposición entre “categoría” o
“ley” y posibilidad. La categoría es un término restrictivo al que la poesía renuncia; la
posibilidad permite una permanente apertura, movimiento, creación. El espacio cerrado
de las categorías impide el natural movimiento de la poesía, y, por tanto, al intentar un
sistema poético la vía de la posibilidad se revela como la única posible. Para definir y
asentar la construcción de su sistema, Lezama lleva su pregunta hacia el origen, se
interroga por el nacimiento y las posibilidades de la poesía, por su fuerza irradiante y
germinativa. El sistema no se inmoviliza, es un cuerpo vivo que crece, se mueve. Para
rastrear y comprender su unidad Lezama sigue el rastro de sus elementos, persigue el
cauce de sus posibilidades, su crecimiento, sus ganancias. A la unidad externa, Lezama
opone la unidad original.
Otro aspecto que sustenta el carácter sistemático del sistema poético es su articulación
en torno a un eje, o principio fundamental. Dentro del sistema se sitúa un centro de
confluencias, un núcleo integrador de los elementos o caudales de posibilidad a los que
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se refiere Lezama. El centro gravitacional, el punto en torno al cual giran las órbitas de
los elementos que lo conforman es la Imagen. Hacia ésta se encaminan la metáfora, la
analogía, el poema, el poeta, el lenguaje poético, y los demás brazos de la poesía.
La Imagen es la Unidad y el Ser, parece decirnos en las primeras páginas de su
Introducción a un sistema poético: “En esa conciencia de ser imagen, habitada de una
esencia una y universal, surge el ser” (Introducción 67). Se constituye la esencia una y
universal como centro de confluencia, como el probable imán del sistema. La unidad de
lo diverso, un extenso que abarca toda existencia, una Imagen que enarca todas las
semejanzas. Vemos a los elementos cumpliendo su posibilidad de acercamiento a esta
unidad como fragmentos acercándose a su imán2, a la existencia en el pleno de la
Imagen. Lo que une a los fragmentos con el eje es el mismo hilo que lleva la
correspondencia entre imagen y semejanza. En el espacio abierto entre estos dos puntos
se mueven los elementos de la poesía. La metáfora, la analogía, el poema, dentro de su
causalidad intentan trazar semejanzas, transitar por enlaces no causales, para tocar en
algún punto lo incondicionado. Entre el inasible reino de la imagen y el cuerpo de la
poesía existe un espacio abierto, no un camino lógico o etapas divisibles. La poesía
ocupa este espacio como un eco subiendo del abismo.
Así como no existe un desarrollo dialéctico entre los fragmentos y el imán, tampoco es
posible detectarlo entre los fragmentos mismos. Los caudales de posibilidad de la poesía
no se comunican entre sí condicionados por enlaces causales ni llevan una seriación
predeterminada por la lógica. Los vínculos entre los elementos del sistema se establecen
por correspondencias, por resonancias, vínculos secretos o invisibles, semejanzas,
puentes metafóricos. “Va la metáfora hacia la imagen con una decisión de epístola”
(Imágenes Posibles 28) dice Lezama, pero no establece una continuidad ganada por
vínculos lógicos. Adelantemos un ejemplo: La metáfora va hacia la imagen porque las
dos coinciden en una intención de lograr semejanzas; la primera dentro de la causalidad
en la que se mueve y la segunda enarcando estas semejanzas en la totalidad de lo
incondicionado. Así, las semejanzas que conquista la primera llegan a comprobarse en
la segunda. Pero vemos que tanto semejanza como imagen operan por vínculos de
analogía, lo cual relaciona los dos elementos con este tercero. Los caminos pueden
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Título del último poemario de Lezama.
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hacerse mucho más complejos, las comunicaciones oscuras, la respuesta de la imagen
frente a las semejanzas que la solicitan puede no llegar o acercarse sorpresivamente,
pero el ejemplo nos muestra cómo los caudales de posibilidad están continuamente
comunicándose, buscando puntos comunes, interconexiones, puentes secretos,
identidades misteriosas. Por esto argumentábamos que las líneas de funcionamiento
inmóviles o categorías rígidas no resistirían el cuerpo de la poesía. El sistema poético no
tiene definiciones demasiado estabilizadas, no crea espacios cerrados ni límites
precisos; su estructura rompería los cimientos de un edificio lógico. Para llegar al
sistema poético, debía partirse del nacimiento de las posibilidades y de su desarrollo,
movilidad y potencia germinativa.
Por otro lado, Guillermo Sucre intenta dar una respuesta a la pregunta que nos detiene
cuando nos situamos frente el sistema poético de Lezama, de la siguiente forma: “ Es
cierto que Lezama concibe su sistema poético regido por la razón. Esto no debe
entenderse mal. Frente a los términos de la escolástica: ente de razón fundado en lo real,
lo cual daría en poesía: ente de razón fundado en lo imaginario, el prefiere otra
posibilidad: la poesía como ente de razón fundado en lo irreal. Por ello Lezama gusta
de citar una fórmula de Pascal: ‘Un arte incomprensible pero razonable’. Sin ser menos
lúcida su opción es evidentemente más radical: aventura no sólo en lo imaginario como
imaginable, como virtualidad, sino también en lo inexistente, lo no creado…” (El logos
de la imaginación ). Sucre señala un aspecto fundamental, aclara el lugar de la poesía en
el sistema como ente de razón, es decir que el sistema se enraíza y crece desde una
razón poética. El armazón del sistema es una lógica de la poesía, que se funda en lo
irreal de la Imagen, en ese territorio de lo incondicionado, de la infinita posibilidad. El
ente de razón de la poesía no sólo funda su origen en la Imagen, también encauza sus
posibilidades hacia ella. “Se trata de trazar otro canon, de otra región donde lo
primigenio indistinto sea la pieza de apoderamiento” (La dignidad 101) dice Lezama,
como dialogando con el comentario de Sucre, afirmando a la poesía como ente de razón,
logos, pieza de apoderamiento y conocimiento en la Imagen. Lezama propone que se
conozca por medio de la Imagen, por medio de la poesía. Un arte incomprensible a la
razón, pero razonable en la poesía.
Volvamos a un aspecto que rozamos líneas atrás. Al fijar su centro en la Imagen, el
sistema poético anuda sus redes en un núcleo ontológico, se relaciona con la unidad
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universal y con el ser. Las flechas de la poesía están dirigidas hacia la esencia una y
universal como forma de conocimiento de lo que “es”. Ya vimos que esta esencia de la
que habla Lezama no corresponde al concepto bien diferenciado del “ser” propuesto por
Parménides. (El “ser inmóvil”, accesible en su quietud, invariable). Por el contrario, la
propuesta del poeta cubano explora otra forma de pensar el “ser”, que se escapa de la
quietud y llega espacio de lo infinitamente posible. “… existe también un estado previo
al ser, el ser universal o la primigenidad del ser, que pueden enarcar la imagen y hacerla
actuante, destruyendo la hybris o diversidad…” (La imagen histórica 154) La Imagen
cubre como con una capa la Hybris de lo infinitamente diverso – el caos primigenio, tal
vez –, la plenitud de lo posible y también de lo real y lo irreal, de lo que cobra su
existencia y lo que no. Todas las posibilidades de existencia ganan su dimensión en el
pleno de la Imagen. ¿Qué sucede con la poesía, que también tiende a enarcar
diferencias, y que opera por imágenes? ¿Qué sucede cuando la metáfora tiende “una red
para las semejanzas”? (Imágenes Posibles 28) Existe un análogo entre la Imagen y la
poesía que busca su entrelazamiento. Los caudales poéticos, palpitantes de posibilidad,
potencia unitiva, se lanzan como avanzadas hacia ese espacio de lo incondicionado de la
Imagen. Se aclara la poesía como vía de conocimiento del Ser y el sistema poético como
sistema de conocimiento.
Pero, este ser universal o Imagen se entiende además como una trascendencia, derrota
del tiempo, que fija su permanencia en eternidad. Se asoma otro conjuro de la poesía al
llegar a la Imagen, la resistencia en el Ser, el vencimiento del tiempo, existir luego de la
muerte por gracia de la Resurrección, “…la más grande imagen que tal vez pueda
existir” (La dignidad 114). Los brazos de la poesía intentan asir una permanencia en la
imagen: el poeta, el poema, las eras imaginarias.
Dejemos hablar a Lezama nuevamente: “En los términos de mi sistema poético del
mundo, la metáfora y la imagen tienen tanto de carnalidad, de pulpa dentro del propio
poema, como de eficacia filosófica, mundo exterior o razón en sí”(Orbita de Lezama
Lima 59). En la Suma de conversaciones que sostuvo Armando Álvarez con José L.L. y
que añade al artículo al que ahora nos referimos, se encuentra esta respuesta
clarificadora. Detengámonos en algo que no habíamos mencionado sobre el sistema
poético y que reclama un comentario. Lezama se refiere a un sistema de conocimiento
poético del mundo, no sólo del ejercicio literario o del pensamiento. La totalidad de
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relaciones que mantenemos con el mundo es enarcada por la totalidad del sistema.
Comprende desde los sentidos hasta la trascendencia del Ser, desde la vivencia del
instante hasta la comprensión de la historia, la cultura, el nacimiento de la palabra y el
signo, la poesía, el pensamiento religioso, la filosofía.
El intento lezamiano es el del acceso a otra dimensión, ganar una morada en el mundo
regida por la poesía; la configuración poética de la realidad. Podemos ejemplificar lo
anterior con dos de las menciones a este respecto que se hallan en la dispersión de sus
ensayos. En La dignidad de la poesía: “El hombre de hoy, por ese sistema poético,
puede unir, por ejemplo, la copa equilibrada en la cola del caballo, que vimos en el
sarcófago etrusco, con un accidente familiar, como un presagio, convertido por esa
extensión de la poesía, en un relieve hierático, de la misma manera que un pescador
primitivo asocia una discusión familiar con el fracaso de la siguiente pesca nocturna…”
(La dignidad 125). Los vínculos, correspondencias o lazos analógicos, que ya son un
pensamiento poético, actúan como focos de interpretación de los sucesos de la vida. Se
abre los sentidos y el entendimiento a un entramado complejo de “correspondencias”, se
conquista una libertad de conocimiento. Las asociaciones o analogías parten de un
infinito de relaciones posibles; el derrumbe de lo causal cede paso a una comprensión de
orden metafórico. Los puentes desconocidos, las situaciones simbólicas, las analogías
secretas, erigen el sistema como una posibilidad infinita.
El mismo Lezama se recrea buscando este tipo de secretos enlaces. En el segundo
apartado de Las Imágenes Posibles, lee una situación simbólica en el viaje de Verlaine y
Rimbaud a Londres, con sus madres actuando como antiestrofa. En La dignidad de la
poesía, narra el regreso de Martí a su “casa pompeyana” luego de veinte años de
ausencia: “Parece entonces irse apoderando de la visión que le entregará las
equivalencias y los prodigios de las leyes secretas de la imaginación, el rotar de la
sustancia de lo inexistente, y corporaliza la gravitación de que veinte años de ausencia
equivalen, en esa sagrada sustancia de lo inexistente, a un remolino en la muerte…” (La
dignidad 120). La situación ha sido leída como poética y ha ganado riqueza en la
mirada. La equivalencia entre veinte años y un remolino de muerte sólo es posible en la
posibilidad metafórica de la poesía. La Imagen gravitando sobre la historia en las Eras
Imaginarias es el ejemplo más logrado del sistema poético del mundo, puesto que
aparece la Imagen configurando la totalidad de una cultura y un periodo, con su
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lenguaje y pensamiento religioso. Las Eras Imaginarias realizan la propuesta de un
“reino poético” instaurado, esto es, una morada del hombre regida en su totalidad por la
poesía.
“…la metáfora y la imagen tienen tanto de carnalidad, de pulpa dentro del propio
poema, como de eficacia filosófica, mundo exterior o razón en sí…”(Orbita de Lezama
Lima 59) Se había dejado suspendido el tejido de esta frase para hablar sobre la
experiencia del mundo como totalidad en el sistema poético, ahora retomamos el tejido
en el punto de la imagen y la metáfora. Recordemos que los elementos del sistema son
las posibilidades originales de la poesía, que se mueven como caudales. Lezama apunta
a la comprensión no restrictiva de los elementos de su sistema; no se entiende la
analogía o la metáfora sólo como meras figuras retóricas, sino como caminos de
pensamiento o de imaginación. Si bien adquieren su “carnalidad”, su forma visible en el
lenguaje, dentro del poema, llevan también la posibilidad de un pensamiento
metafórico, analógico, a través de imágenes. La equivalencia entre veinte años de
ausencia y un remolino de muerte es un ejemplo de este pensamiento metafórico, capaz
de hacer la equivalencia entre dos elementos sin vínculo causal. El genio de Napoleón –
mencionado por Lezama – cuyas “…batallas terrestres estaban regidas por movimientos
de escuadras navales”(La dignidad 107), rompe el vínculo de la causalidad y actúa
guiado por un pensamiento metafórico que genera un puente de comunicación y
movimiento entre elementos “lógicamente” inconexos. Parece extraña una batalla naval
despojada de su ámbito y transportada a tierra firme, o la tierra albergando a una
escuadra marítima, pero aun así gana el espacio de su posibilidad. Al ganar este vínculo,
se traza el inicio de una causalidad desconocida en una nueva dimensión. Vamos un
poco más lejos, “En esa dimensión el hombre aparece como una metáfora”(106), nos
dice Lezama. La dimensión a la que se refiere es la del conocimiento poético, donde el
hombre actúa generando vínculos, móviles, analogías y parábolas de causalidad
metafórica. Esto es, el hombre actuando como el mismo caudal de la poesía.
La forma en la que el hombre habita el mundo encontrando enlaces soterrados o secretas
correspondencias es denominada por Lezama como “vivencia oblicua”(106). Esta
vivencia oblicua nos sorprende, sugiere una existencia regida por esos móviles
metafóricos, por la oblicuidad pasando por encima de lo causal, tocando en un punto
con lo incondicionado. Incluso la Imagen aparece como forma de conocimiento del
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hombre: “Todo lo que el hombre testifica lo hace en cuanto imagen y el mismo
testimonio corporal se ve obligado a irse al pozo donde la imagen despereza sus larvas”
(Las imágenes posibles 24). Vemos al hombre configurando su corporalidad, su paisaje,
su realidad, su historia de acuerdo a una imagen, a la que acuden todas las líneas de
causalidad metafórica. El pensamiento poético en el sistema tiene una fuerza y una
gravitación imaginativa capaz de configurar una realidad habitable, tanto en el poema
como en el exterior. Hemos visto, como prometía la respuesta de Lezama, que en el
sistema poético lezamiano los caudales de la poesía ganan tanto una dimensión de
visibilidad en el poema, como una “eficacia filosófica” en el pensamiento – aunque más
que eficacia filosófica sea una eficacia poética – y un mundo exterior, al configurarse
como realidad. Todos estos caminos de la poesía, la letra, el conocimiento, las
situaciones simbólicas, la historia hechizada por la poesía se dirigen hacia la totalidad
de la Imagen. El sistema, pues, se extiende como una vivencia, una forma de habitar la
totalidad del mundo.
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Bibliografía
Obras de Lezama
Todos los ensayos han sido tomados de:
LEZAMA LIMA, José. “Introducción a los vasos órficos”. La Habana: Barral Editores.
1971.
Los ensayos citados son los siguientes:
-
La dignidad de la poesía
-
Introducción a un sistema poético
-
Las imágenes posibles
-
La imagen histórica
Otras obras consultadas
ÁLVAREZ BRAVO, Armando. “Órbita de Lezama Lima”. Recopilación de textos
sobre José Lezama Lima. Serie valoración múltiple Casa de las Américas. Pedro Simón.
Cuba: Casa de las América. 1970.
SUCRE, Guillermo. “El logos de la imaginación”. Lezama Lima, serie El escritor y su
crítica. Ed. Eugenio Suarez Galbán. Madrid: Taurus. 1987.
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