Revista Dental de Chile 2004; 95 (3): 33-36 Reporte Clínico Autores: Parálisis Facial Post-traumática Post-traumatic Facial Paralysis Trabajo recibido el 10/09/2004. Aprobado para su publicación el 22/09/2004. Dr. Christian Pedemonte T.1 Dr. Cristián Venables1 Dr. Alfredo Gantz B.2 1. Becado, Departamento de Cirugía y Traumatología Máxilo-Facial, Clínica Alemana. 2. Jefe, Departamento de Odontología y Cirugía Máxilo-Facial, Clínica Alemana. Resumen Por muchos años el escenario semiológico de las fracturas maxilofaciales ha permanecido estático, siendo relativamente sencillo el diagnóstico cuando las características semiológicas así lo permiten. Sin embargo, con el aumento de la severidad y energía liberada en los traumatismos empezaremos a observar signos y complicaciones que si bien son poco comunes, podrían empezar a aparecer con mayor frecuencia. Se presenta un caso clínico donde se observó una parálisis facial post-traumática asociada a una fractura temporal. Palabras claves: parálisis facial, fractura, post traumatismo, fractura temporal. Summary For many years the scene of maxillofacial fractures has remained static, being relatively simple to diagnose when the clinical characteristics are clear. Nevertheless in the last decades, the increased severity and energy involved in facial trauma is associated to unusual signs and complications. A case of temporal bone fracture associated with a post-traumatic facial paralysis is presented. Key words: post-traumatic, facial paralysis, fracture, temporal bone. Introducción La importante escalada tecnológica que hemos presenciado durante las últimas décadas, además de grandes posibilidades y beneficios, conlleva gran responsabilidad. Es así como el ser humano se ve enfrentado a energías cada vez más altas. Energías que han superado con creces nuestro proceso evolutivo, por lo que nuestro organismo no está preparado para recibirlas. En este aspecto gran utilidad tienen todos aquellos elementos que nos permitan manejar o interactuar con esta energía bajo parámetros de seguridad (airbag, cascos, cinturón de seguridad, chalecos antibalas, protección en deportes extremos, etc.). Es por estas razones que el potencial daño producido por energías liberadas durante accidentes y asaltos es cada vez mayor. Entonces no es inusual que los traumatismos sean cada día más severos. Por muchos años el escenario semiológico de las fracturas maxilofaciales ha permanecido estático, siendo relativamente sencillo el diagnóstico cuando las características semiológicas así lo permiten. Sin embargo, con el aumento de la severidad y energía liberada en los traumatismos empezaremos a observar signos y complicaciones que si bien son poco comunes, podrían empezar a aparecer con mayor frecuencia. No es motivo de esta publicación detallar los procesos y procedimientos por los cuales se logra un correcto diagnóstico y tratamiento de estas lesiones. Las fracturas del tercio medio facial han sido reconocidas desde hace miles de años y los intentos por tratarlas han sido registrados desde 25-30 siglos antes de Cristo. Variados signos y síntomas acompañan a este tipo de lesiones. La presencia y magnitud de estos últimos varía dependiendo del tipo de trauma y la severidad de este. Mediante la publicación de un caso clínico, con una inusual complicación asociada a una fractura temporal, pretendemos aportar de algún modo a quienes puedan verse ante una situación similar al observar la evolución de un paciente. Caso Clínico Paciente de sexo masculino, 18 años de edad, que ingresa el 1-06-2003 por traumatismo facial izquierdo con objeto contuso inferido por desconocido. Sin pérdida de conciencia. Paciente sin antecedentes médico-quirúrgicos relevantes. Alérgico a penicilina. Es recibido en urgencia médica donde al examen se observa alerta, con respiración espontánea, vía aérea permeable, al examen segmentario se constata otorragia, edema y dolor en 33 Rev Dent Chile Vol 95 Nº3 la zona malar izquierda. Cuello, tórax, extremidades superiores e inferiores y sistema genitourinario normales. El neurocirujano solicita scanner donde se observan fractura de cavidad glenoidea izquierda y múltiples fracturas faciales, además constata otorragia izquierda. El paciente es hospitalizado para controlar evolución. Interconsulta a servicio maxilofacial para manejo de fracturas faciales. Al examen maxilofacial paciente conciente, orientado, Glasgow 15. Edema zona cigomática izquierda, otorragia, escalón óseo en arco cigomático izquierdo. Dinámica mandibular restringida por dolor pretrageano izquierdo en apertura EVA 4. Foto Nº 1 Christian Pedemonte y cols. En el TAC se observa fractura de la pared anterior del seno maxilar izquierdo, fractura cuerpo malar izquierdo, fractura conminuta arco cigomático izquierdo y fractura de cavidad glenoidea izquierda, se diagnosticó una fractura cigomatomaxilar izquierda y cavidad glenoidea izquierda. El día 2-06-2003 el paciente permanece hospitalizado en espera de pase médico para cirugía. El día 3-06-2003 previo pase médico e interconsultas con neurólogo, oftalmólogo y otorrino se realiza, bajo anestesia general y profilaxis antibiótica con clindamicina 600 miligramos, reducción quirúrgica de arco cigomático mediante abordaje de Gillies. No se realiza reducción del cuerpo malar ya que Foto Nº 2 éste no se encontraba desplazado, ni inestable. Paciente evoluciona sin complicaciones. El 4-06-2003 previo interconsulta postquirúgica con neurólogo (quien examina al paciente sin encontrar alteraciones) el paciente es dado de alta. A las 22 horas del mismo día, paciente consulta por parálisis hemifacial izquierda que compromete todas las ramas del séptimo par (fotografías 1 y 2). Al estudiar la historia clínica del paciente se puede observar que durante toda la estadía del paciente en la clínica no se observaron signos de paresias faciales (ingreso, evolución p r e q u i r ú rg i c a y evolución postquirúrgica) por lo que se pensó que el daño nervioso no era producto de la cirugía, ya que de haberlo sido se hubiese presentado de forma inmediata después de ésta. En conjunto con neurólogo se propuso realizar un nuevo TAC en busca de lesiones en la porción petrosa del temporal que pudiesen haber afectado al nervio facial en su recorrido intraoseo. Al realizar un minucioso estudio con cortes de 0,75 milímetros se constata una fractura longitudinal del peñasco temporal (fotografías 3 y 4). Se realiza tratamiento con corticoides al cual el paciente responde con una buena evolución recuperando la dinámica facial en forma progresiva (fotografías 5 y 6). Foto Nº 3 Foto Nº 4 Foto Nº 5 Foto Nº 6 34 Parálisis Facial Post-traumática Discusión Nos parece importante revisar algunos aspectos sobre este tipo de fracturas y sus complicaciones. La bibliografía con respecto al tema es extensa, sin embargo generalmente es manejada en el ámbito neuroquirúrgico y otorrinolaringológico. Sin bien estas fracturas se escapan al resorte del cirujano maxilofacial en cuanto a tratamiento es importante saber sus posibles complicaciones, signos y síntomas con el fin de sospechar de este tipo de lesiones, ante la aparición de alguno de ellos. Por otra parte la relativa cercanía y similitud etiológica que presentan estos cuadros con los traumatismos laterales del tercio medio, nos obligan a saber del tema. En un futuro donde los traumas serán cada vez más severos y extendidos y las posibilidades de diagnóstico y tratamiento serán día a día más amplias, es importante abordar el tema desde un ámbito multidisciplinario. Aproximadamente el 30% de los pacientes víctimas de trauma craneofaciales presentan fracturas craneanas y de estos últimos aproximadamente el 18% se ve asociado a fractura de hueso temporal. (1,2) Sin embargo, sólo el 3 al 5% de los traumatismos craneofaciales se asocia a este tipo de fracturas. (3) Con respecto a la etiología, aproximadamente el 62-65% de los casos se relacionan con accidentes automovilísticos. (4,5) Dentro de las posibles clasificaciones de este tipo de fracturas, las más comúnmente utilizadas son aquellas que diferencian a estas según la dirección del rasgo con respecto al eje mayor de la porción petrosa del temporal. De esta forma existen fracturas longitudinales, transversas y mixtas. Las fracturas longitudinales representan el 70-80% de las fracturas tempo- rales. Las fracturas transversales por su parte, se observan en sólo un 10 al 20% de los casos y el restante 10% está representado por fracturas mixtas (en donde existen rasgos longitudinales además de rasgos transversales).(2,3,6) Entre el 10 y el 25% de las fracturas longitudinales y el 50% de las fracturas transversales se asocian a parálisis facial (PF).(2,6) Sin embargo, la mayoría de las PF secundarias a fracturas temporales se asocian a fracturas longitudinales, ya que aunque la incidencia de PF es 2 a 4 veces más frecuente en las fracturas transversales, las fracturas longitudinales son 6 a 7 veces más frecuentes que las transversales. Las parálisis faciales secundarias a fracturas temporales pueden ser inmediatas o tardías, y completas o parciales. Las PF tardías tienen un mejor pronóstico que las inmediatas ya que en las primeras la integridad anatómica (neuropraxia) del nervio es segura lo que conllevaría a una mejor recuperación. No obstante lo anterior, suma importancia adquiere la monitorización seriada con el fin de pesquisar posibles degeneraciones nerviosas. (4-8) Dentro de las parálisis faciales posttraumáticas, las de mejor pronóstico son aquellas tardías, incompletas o parciales, donde la electroneurografía (ENOG) no evidencie degeneración nerviosa importante (mayor al 90%). Distintos autores por su parte restan importancia al momento de aparición de la PF, otorgando gran relevancia a la ENOG en la elección del plan de tratamiento (quirúrgico o médico) y al pronóstico. (2,9) Más allá de las posibles diferencias entre las distintas publicaciones, pareciera existir un consenso con respecto a que el criterio de elección entre tratamiento médico o quirúrgico se basa en el tiempo de aparición de la PF, grado clínico de la PF, grado y evolución de la degeneración nerviosa monitorizada mediante ENOG y grado y evolución de la regeneración. (2-15) Respecto al tratamiento de estas lesiones es importante establecer, en base a las características recién mencionadas, si será médico o quirúrgico; decisión que debe ser tomada por otorrinos y neurocirujanos en conjunto, ya que dicha cirugía se lleva a cabo en combinación de ambos equipos médicos. El tratamiento médico se basa en la administración de corticoides (metilprednisolona 2mg/Kg/día) por 3 s e m a n a s (4) e n c o m b i n a c i ó n c o n fisioterapia. La evolución del tratamiento será controlada en forma seriada mediante ENOG con el fin de pesquisar degeneración nerviosa que indique la necesidad de cirugía. En casos donde la PF fue inmediata, completa, no responde a terapia médica o se ve asociada a un patrón de degeneración nerviosa (en ENOG), la descompresión quirúrgica es el tratamiento de elección. El pronóstico de esta complicación depende de la severidad del daño nervioso (neuropraxia, axonotmesis, neurotmesis), de la evolución con respecto a la degeneración nerviosa y del tratamiento indicado. Este caso fue recibido y tratado en Clínica Alemana. Con la publicación del presente caso esperamos aportar de algún modo a quienes puedan verse ante una situación similar. Por otro lado, nos parece primordial destacar la importancia de las interconsultas a distintas especialidades en casos donde la severidad del daño implique la participación multidisciplinaria, con el fin de darle una mejor terapia al paciente, así como evitar posibles implicancias desde el punto de vista médico-legal. 35 Rev Dent Chile Vol 95 Nº3 Christian Pedemonte y cols. Referencias Bibliográficas 1. Nelson EL, Melton L, Annegers JF, et al. Incidence of skull fractures in Olmsted County, Minnesota. Neurosurgery 1984; 15:318-24. 2. Nosan DK, Benecke JE Jr, Murr AH. Current perspective on temporal bone trauma. Otolaryngol Head Neck Surg. 1997 Jul; 117(1):67-71. Laryngol Otol Rhinol (Bord) 1995;116(3):171-7. 6. Adkins, Osguthorpe. Management of trauma of the facial nerve. Otolaryngol Clin N Am 1991;24:587-611. 7. Brodie, Thompson. Management of complications from 820 temporal bone fractures. Am J Otol 1997 Mar;18(2):188-97. 3. Dahiya, Keller, Litofsky, et al. 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