SEUDÓNIMO: Rosa TÍTULO: La firmeza de la bondad TEXTO: En el

Anuncio
SEUDÓNIMO: Rosa
TÍTULO: La firmeza de la bondad
TEXTO: En el tercer piso de aquella residencia hay una habitación con olor a flores, tras
los cristales pasan los rayos del sol y se posan sobre dos hermosas plantas situadas
encima de una mesa camilla. Ella también tiene nombre de flor y su pasión por éstas se
ve reflejada en una colcha blanca repleta de pequeñas rosas de colores. En la pared
una estantería con seis fotos; cinco de sus nietos en color y una vieja fotografía en
blanco y negro de su marido. Sin saberlo esas fotos han hablado de su historia antes de
que Rosa se siente es su butaca, se cubra las rodillas con las faldillas y comience a
relatar su infancia con un hilo de voz tan suave que a veces cuesta entenderlo.
De cabello blanco, mirada segura tras los cristales de unas gafas, delgada y elegante,
resaltan dos grandes pendientes azules que parecen zafiros, una piedra preciosa que
lleva años con ella. A sus 87 años de edad hace honor a su nombre y su miedo inicial
de no recordar se queda en nada cuando comienza a hablar de su infancia en el
pueblo. Su padre tenía un negocio, por aquel entonces se vendía de todo, zapatos,
puntas, azúcar, sal… cuando era un bebé se mudaron de pueblo a uno con tren, para
facilitar el trabajo de su padre. Rosa fue creciendo y su familia trasladó el negocio a
Ciudad Rodrigo cambiando el concepto de comercio adaptándose a los nuevos
tiempos. Cuenta como su hermano no quería seguir en el negocio familiar y su padre le
compró una funeraria que estaba en venta. Mientras tanto Rosa, que solo estudió el
periodo de la escuela, trabajaba de cajera en el comercio de su padre. De él también
recuerda que fumaba y que de niña le decía, con su inocencia, que cuando fuera un
viejito le iba a sacar al sol, le pondría un pañuelo de cuadros, como el del vecino, y le
daría un “fumarro”. “Tenía buena intención desde pequeña” dice de si misma con
nostalgia.
A pesar de la edad su mirada desprende firmeza cuando habla de su marido y se gira
para señalar su imagen. Se casó con 27 años, nunca le gustaron los novios, pero él,
insistente, iba todas las tardes por la tienda para verla. Él trabajaba en aduanas, era
amigo de su hermano y la primera vez que le pidió ser novios Rosa lo rechazó. Pasó un
tiempo y dolido por su rechazo decidió despedirse de ella y cambiar de pueblo. En esa
despedida Rosa aceptó su propuesta; “Me dijo que se iba y se quedaba aquí su madre
sola, me dio pena.” Se han querido y ha habido de todo. Confiesa que eran de
caracteres diferentes; ella muy lanzada y el menos lanzado, pero esa diferencia les
llevo a estar juntos hasta su muerte.
A Rosa se le iluminan los ojos al hablar de sus tres hijos; dos niñas y un niño. Dice que
le han salido muy inteligentes y relata con el orgullo de una gran madre sus años de
estudiantes, sus carreras universitarias, sus excelentes notas y sus trabajos
posteriores, fruto de la constancia, la exigencia y el empeño que Rosa puso para
encauzarlos. “Mamá si me vas a tener así mejor que me mates” decía su hijo mayor
cuando Rosa le exigía que estudiara. Desde ese momento no volvió a decirle nada,
pero la lección la tenía bien aprendida. Rosa es una mujer de carácter, una gran
matriarca que educó a sus hijos, los vestía a su antojo, les cosía, bordaba y les enseño a
amar a las personas, a no dejarse guiar por el dinero sino a ayudar a los más
necesitados. Su carácter ahora es suave y delicado como las flores que ella riega. Esa
niña, mujer y madre de bondad y firmeza infinita es ahora una anciana, amante de los
niños pequeños y de las plantas.
Descargar