SÍMBOLOS AMBIENTACIÓN: Para la ambientación se pueden

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SÍMBOLOS AMBIENTACIÓN:
Para la ambientación se pueden utilizar los símbolos que acompañan a cada
don.
SALUDO:
La fuerza del Espíritu Santo, enviado por el Padre y por Jesús, nos llene de
libertad para ser testigos de la Verdad en medio del mundo y esté con todas
nosotras.
MONICIÓN:
En esta celebración de la Vigilia de Pentecostés queremos orar, con María y
los discípulos en el cenáculo, para prepararnos a recibir el Espíritu Santo.
Al igual que en la Vigilia de Pascual nos llenábamos de alegría y de gozo por
la Resurrección de Jesús, hoy lo seguimos haciendo porque en nombre de Dios
Padre y de Jesús recibimos su Espíritu.
Oremos con la escucha de la Palabra, con los escritos de Santa Luisa, con
nuestras Constituciones, con cantos, con símbolos, con el silencio…
En este clima de oración, sean nuestras actitudes principales, la pobreza, la
acogida y la súplica.
Pobreza, porque sin el reconocimiento de nuestro vacío no puede venir el
Espíritu. Es el padre de los Pobres.
Acogida, porque el Espíritu viene como huésped, como amigo, y hay que
abrirle la casa con toda disponibilidad.
Súplica, porque necesitamos pedir con fuerza y con fe la venida del Espíritu a
cada una, a la Comunidad, a la Compañía, a la Iglesia, a la humanidad entera.
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CANTO: Envía tu Espíritu
Envía, Señor, tu Espíritu
que renueve nuestros corazones.
1. Envíanos, Señor, tu luz y tu calor
que alumbre nuestros pasos,
que encienda nuestro amor.
Envíanos tu Espíritu y un rayo de tu luz,
encienda nuestras vidas
en llamas de virtud.
2. Envíanos, Señor, tu fuerza y tu valor
que libre nuestros miedos,
que anime nuestro ardor.
Envíanos tu Espíritu, impulso creador,
que infunda en nuestras vidas
la fuerza de su amor.
1. – NADA TIENE SENTIDO
SIN EL ESPÍRITU SANTO
“Las almas verdaderamente pobres y deseosas de servir a Dios deben tener
gran confianza en que al venir a ellas el Espíritu Santo y no encontrar resistencia
alguna, las dispondrá convenientemente para cumplir la santísima voluntad de Dios,
que debe ser su único deseo.” (S.L. E. 234)
La verdad más definitiva es que nada tiene sentido sin el Espíritu del Señor, y
por tanto en nuestra vida de Hijas de la Caridad, sin el Espíritu del Señor, la
identificación con Cristo se convierte en una fantasía novelada, la espiritualidad
propia y específica en un cuerpo sin vida, las Constituciones en normas meramente
humanas, el servicio a los Pobres en puro altruismo...
¿No estará aquí la clave de desencantos, desesperanzas, dudas,
temores, altibajos vocacionales y búsqueda de compensaciones?
Sinceramente, ¿estamos dispuestas a dejar que el Espíritu vaya
modelando nuestras vidas?
2. – SER DÓCILES
A SUS INSPIRACIONES.
“Se esfuerzan por ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu, convencidas de
que llegarán a ser instrumentos de sus obras sólo en la medida en que le sean
fieles” (C. 17 c)
Con frecuencia en nuestras oraciones solemos pedir al Señor docilidad a las
inspiraciones del Espíritu. Esta petición lleva consigo un compromiso vital e
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ineludible. Las Constituciones subrayan esta docilidad al Espíritu como un
compromiso que ninguna Hermana debe evadir si quiere ser verdadera Hija de la
Caridad
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Ser dóciles a Él y acogerlo de verdad lleva consigo:
Tomar conciencia de que es un don precioso que hay que hacer fructificar.
Dejar que continúe formándonos, haciéndonos seguidoras de Jesús y
continuadoras de su misión.
Vivir en una conversión continua.
Hacer de la vivencia de la humildad, la sencillez y la caridad las vías por las
que nos dejemos guiar por el Espíritu.
Caminar al ritmo de la Compañía, de la Comunidad y de la Misión.
¿De qué forma percibo que el Espíritu actúa en mí, en mi Comunidad y en la
Compañía?
¿Qué necesitamos para crecer en docilidad a sus inspiraciones?
3. UNGIDAS Y ENVIADAS
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió. Me envió a evangelizar
a los pobres, a predicar a los cautivos la liberación y a los ciegos la recuperación de
la vista , a libertar a los oprimidos, y a promulgar un año de gracia del Señor.” ( Lc 3,
18-19)
Hoy, como en los comienzos, sigue siendo el Espíritu el que nos unge y
envía. Es el viento que nos empuja al seguimiento de Cristo en los márgenes de la
sociedad, en la periferia de la civilización. El Espíritu nos alienta a vivir la pobreza
como cercanía física, social y psicológica a los Pobres. Es el que nos mantiene
atentas al clamor de los más necesitados, el que ilumina nuestro discernimiento y
nuestra búsqueda de la Voluntad de Dios.
Es el Espíritu el que impulsa a la Compañía a ser Profecía y Esperanza ahora y por
todas partes.
Silencio-reflexión
CANTO: El Espíritu de Dios
El Espíritu de Dios está sobre mí, está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido, soy el enviado del Señor.
1. Me ha enviado el Señor
para llevar su palabra a los Pobres,
para vendar los corazones desgarrados
y anunciar a los cautivos la libertad.
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2. Me ha elegido el Señor
desde lugares del mundo.
Él me ha dicho: tú eres mi elegido,
nada temas, que contigo Yo estoy.
3. Me ha enviado el Señor
como los carros que trillan las eras,
para allanar todos los montes y collados
y vivir en la alegría del Señor.
4. Los Pobres ansían en su sed
los manantiales sedientos de agua.
En Ti Señor todos han puesto su esperanza.
Tú serás para los Pobres la salvación.
SECUENCIA DE PENTECOSTÉS
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre,
don en tus dones espléndido,
luz que penetra en las almas,
fuente del mayor consuelo.
Ven dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo;
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego;
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.
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DONES DEL ESPÍRITU
Que cada una con el don que ha recibido, se ponga al servicio de las
demás.
Mientras se va recitando o cantando la secuencia de Pentecostés, cada Hermana
recibe una tarjeta con uno de los dones del Espíritu (se pueden repartir o dejarlos en
un sitio donde cada Hermana se pueda acercar a recogerlo).
Cuando todas tengan su don, dos Hermanas van leyendo las breves reflexiones que
acompañan a cada uno y después se deja un tiempo para compartir.
Sabiduría: recipiente con sal.
“Vuestra sabiduría es como la sal de la tierra, que da sabor y evita la
corrupción”
Entendimiento: una vela encendida en el cirio pascual.
“Sois la luz encendida, para que con vuestro entendimiento espiritual podáis
leer los signos de los tiempos y la cultura de hoy a la luz del Evangelio”
Consejo: unas cartulinas con las palabras de los consejos evangélicos: castidad,
pobreza, obediencia, servicio al Pobre.
“Recibid estos consejos y vividlos como fruto del Espíritu Santo”
Fortaleza: una cruz.
“Llevad la cruz de Cristo, cargad con ella con la fortaleza del Espíritu, porque
ella tiene fuerza de redención y salvación”
Ciencia: un recipiente con agua.
“El Espíritu es fuente de agua viva. Que Él os dé el don de ciencia para que os
purifique de toda ignorancia y podáis conocerlo con pureza de corazón”
Piedad: incensario.
“Que el Espíritu os dé el don de piedad, para que no olvidéis la oración y la
alabanza y vuestra oración suba a Dios como el incienso”
Temor de Dios: una Biblia.
“Leed la Sagrada Escritura, dejaos conducir por el Espíritu y no os apartéis de
los caminos de Dios”
CANTO: Soplo de vida
Soplo de vida, fuerza del Dios vivo.
¡Ven, Espíritu Santo! ¡Ven, Espíritu Santo!
1. Eres brisa, ven Espíritu Santo
que empuja los pasos lentos, ven Espíritu Santo
del que camina, ven Espíritu Santo.
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2. Eres huracán, ven Espíritu Santo,
que arranca las ramas secas, ven Espíritu Santo,
que paraliza, ven Espíritu Santo.
3. Fuego ardiente, ven Espíritu Santo,
alumbra con tu presencia, ven Espíritu Santo,
la noche oscura, ven Espíritu Santo.
4. Fuego de agua viva, ven Espíritu Santo,
torrente impetuoso, ven Espíritu Santo,
don misterioso, ven Espíritu Santo.
4. MARÍA, TOTALMENTE ABIERTA
AL ESPÍRITU
Desde la Anunciación a Pentecostés, la Escritura nos presenta a María siempre
en relación íntima con el Espíritu Santo. Por eso es importante que oremos en este día
junto con ella.
De María podemos aprender a esperar, acoger y hacer fructificar el don que el
Espíritu nos regala. Por eso con ella terminamos esta vigilia de oración recitando todas
juntas:
ORACIÓN FINAL:
María,
Madre nuestra y Madre de la Compañía,
permanece con nosotras
al igual que hiciste con los discípulos
aquel día de Pentecostés.
Quédate en nuestra Comunidad
y ayúdanos a descubrir
la fuerza del Espíritu que nos une.
Maestra de esperanza
enséñanos a creer, esperar y amar contigo.
Condúcenos por el camino de la pobreza
de la humildad y de la sencillez
para que nuestros corazones,
como el tuyo,
lo esperen todo de la luz del Espíritu.
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Sierva fiel,
acompáñanos en nuestros servicios;
educa nuestras motivaciones;
orienta nuestra mirada y nuestras obras.
Enséñanos a dejarnos modelar
por la acción del Espíritu
para que se haga en nosotras,
en toda la Compañía y en el mundo
la Voluntad del Padre.
Amén
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