C I Domingo de Adviento

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ESTA LLEGANDO LA LIBERACION
I Domingo de Adviento
CICLO C
-2l, 25 Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos
serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas.
-v.26 Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá
al mundo, porque los astros se conmoverán.
-v.27 Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de
gloria.
-v.28 Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque
está por llegarles la liberación.
-v.34 Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las
preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes
-v.35 como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en la tierra.
-v.36 Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha
de ocurrir. Así podrán compadecer seguros ante el Hijo del hombre.
Lc 21, 25-28.34-36
Introducción:
Este domingo comienza un nuevo año litúrgico. El Papa Pablo VI instauró, en el
año l969, el ciclo de tres años para la lectura bíblica dominical. Cada ciclo (A, B y C)
propone meditar especialmente a uno de los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos
y Lucas). El evangelio según san Juan se distribuye a lo largo de los tres años y se
proclama especialmente en los tiempos litúrgicos fuertes.
El año comienza con el tiempo llamado “Adviento”, palabra que significa
“advenimiento”, “venida” y que hace referencia a las venidas de Cristo.
Los antiguos “Padres” de la Iglesia hablaban de tres venidas del Señor: la primera
en la humildad del pesebre de Belén; la segunda en el triunfo glorioso del final de los
tiempos; y la tercera, que se puede llamar “intermedia”, en la venida en todo momento y
a cada persona, a cada comunidad o generación.
La reforma del Concilio Vaticano II intentó devolver al Adviento el sentido de
preparación, vigilancia y espera gozosa que tuvo en un principio, enriqueciéndolo con la
actual distribución de las lecturas bíblicas para los cuatro domingos anteriores al 25 de
Diciembre: las lecturas de los dos primeros domingos apuntan a la venida
escatológica y las dos restantes, a la venida natalicia.
El año litúrgico que comienza corresponde al Ciclo C, caracterizado por la lectura
semicontínua del evangelio de san Lucas.
Lucas, a quien se atribuye la autoría del tercer evangelio, fue un colaborador de
Pablo, quien lo menciona en su carta a Filemón (Flm 23) y en 2 Tim 4, 11. Además la
Carta a los Colosenses lo describe como “querido médico” (Col 4, 14).
El lenguaje empleado en el evangelio revela que su autor es una persona culta, un
escritor con un estilo literario elegante, cuidadoso, claro, propio de la cultura griega.
El evangelio se escribió alrededor del año 80 dC., poco después de la
destrucción de Jerusalén. En un principio, junto a Hechos de los Apóstoles eran parte de
un solo libro, separados más tarde, alrededor del año 150 dC., cuando los cristianos
reunieron los cuatro evangelios en un solo volumen.
El texto evangélico de este domingo está tomado del llamado discurso
escatológico (esjatón) de Jesús, que habla del triste fin que le espera a Jerusalén.
Con un género típico de la lectura “apocalíptica”, lleno de imágenes y símbolos,
se anuncian los fenómenos cósmicos que precederán.
La intención de Jesús no es ciertamente catastrófica, sino al contrario, es un
mensaje lleno de esperanza: “levanten la cabeza, está llegando la liberación”.
Aportes para la Lectura:
-v.25 Jesús anuncia a sus discípulos que una serie de sucesos imprevistos de naturaleza
celestial, marítima y terrena precederán al asedio y destrucción de Jerusalén y de su
Templo, relacionándolo con el fin del mundo.
El panorama, aparentemente aterrador, que traen las palabras de Jesús; ya en el
Antiguo Testamento se había ido gestando con un modo de hablar (apocalíptico) que
vincula la idea del juicio de Dios sobre los enemigos de Israel (Is 13, 10; 24, 19; 34, 4;
Ez 32, 7; Jl 2, 1- 3; Sal 46, 3).
En esa época se creía que los cuerpos celestes acompañarían con su propia cuota
de dramatismo al juicio divino contra las naciones y consideraban que el mar, símbolo
de las fuerzas del mal, manifestaría su descontrol en la etapa previa al fin.
-v.26 Al suceder esto, los hombres se sorprenderán. La previsible imagen cósmica que
les brindaba cierta seguridad se interrumpirá, provocando en ellos lógica inseguridad,
angustia, perplejidad, miedo y expectación.
En la antigüedad, la gente creía que las estrellas y los planetas tenían poderes
espirituales y ejercían su influencia sobre las personas.
-v.27 Jesús continúa diciendo que luego de las señales cósmicas se verá al Hijo del
hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria recibidos de Dios.
En el Antiguo Testamento la expresión enigmática “Hijo del hombre” se emplea
en dos sentidos: con frecuencia significa sencillamente el hombre como ser distinto de
Dios. En este contexto, el término marca la debilidad y la pobreza de los seres humanos,
en contraste con la fuerza y el poder de Dios mismo (Job 25, 6; Ez 2, l.3; Dn 8,17).
También “Hijo de hombre” se usa de un modo totalmente diferente en Dn 7, 1314, que lejos de indicar la debilidad del hombre frente a la grandeza de Dios, señala a un
personaje trascendente y celestial que participaba del poder propio de Dios.
Tiempo después, Jesús usa la misma expresión, también de modos bien
diferentes: con frecuencia la emplea en reemplazo del pronombre personal “yo” para
referirse simplemente a su existencia humana (comparar Mt 16, 13 y Mc 8, 27; Mt 19,
28 y Lc 22, 30); pero también muchas veces se emplea de un modo nuevo y diferente,
con cierta referencia a su Pasión y Muerte (Mc 8, 3l; 9, 9; Mt 26, 2).
-v.28
Las palabras de Jesús no deben interpretarse como una catástrofe, por el
contrario, se trata de un mensaje esperanzador. Su venida gloriosa no debe producir
espanto, sino alegría y confianza: “cuando empiece a suceder esto, levanten la cabeza,
porque está por llegarles la liberación”.
El concepto griego de liberación (apolytrosis) indica en su significado
fundamental la libertad de un prisionero o de un esclavo. En conexión con los
acontecimientos escatológicos detallados en el relato, aquí se trata de la liberación del
poder del mal y de la devastación.
-v.34-35 En la segunda parte del texto, Jesús exhorta a sus discípulos a evitar los
excesos (embriaguez, búsqueda de placeres y diversión, preocupaciones de la vida) para
que cuando sucedan los acontecimientos cósmicos que les había anunciado (final de los
tiempos), no los encuentre interiormente torpes cuando caiga sobre ellos, como una
trampa que incluirá a todos los habitantes de la tierra.
-v.36 El discurso de Jesús concluye con un llamado a estar atentos y vigilantes. Esta
vigilancia debe ser completada con una oración incesante para conseguir fuerza y
perseverancia, para escapar de todas las cosas que van a suceder y presentarse seguros
ante el Hijo del hombre.
Aportes para la Meditación:

En nuestra realidad cristiana actual ¿reconocemos la presencia y el paso
de Dios en nuestra vida?

¿Qué interpretamos cuando escuchamos decir que está cerca la
“liberación” prometida?

¿Qué realidades necesitan una liberación en mi vida personal,
comunitaria y social?

¿Compartimos la angustia de los tiempos que nos tocan vivir, plagados
de sufrimientos, miedos y dolores, especialmente con aquellos que
menos tienen?
Modelo de Oración:
Señor:
enséñanos a hacer crecer
la esperanza de algo nuevo,
anímanos a entregar nuestras vidas
para la construcción del Reino.
Contágianos la fe sencilla de María
para que no decaigamos
y levantemos la cabeza
“porque está por llegarnos la liberación…”
Contemplación/ Compromiso:
La contemplación, nos invita a recorrer, silenciosamente, en nuestra mente y en
nuestro corazón lo que Dios nos ha mostrado durante esta lectio y nos ilumina para
realizar un compromiso determinado, el cual debe ser concreto y debe implicar una
respuesta a lo que Dios me pide.
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