Transformaciones en la sociedad de consumo: omnivorismo cultural El omnivorismo cultural es una corriente que surge como crítica a la teoría del gusto de Bourdieu, que se basa en la idea de diferenciación y jerarquización de los estilos de vida según la adquisición de capital cultural. El consumxo juega un papel fundamental en la construcción de nuestra identidad y en las formas que tenemos de relacionarnos. La teoría explicativa del gusto de Bourdieu se basa en la división de clases que permite establecer relaciones entre estatus, clase social y gusto. Según Bourdieu, las prácticas de consumo están condicionadas por la clase social objetiva a la que pertenece el individuo, en la que se configura el habitus, que genera las pautas de desarrollo de los gustos según la clase social de origen. Los marcos de referencia del espacio del consumo son los siguientes: - Estructural: la clase social. - Simbólico: el estilo de vida. - El habitus. Los distintos actores sociales tendrían un abanico de aficiones limitado y constreñido por el origen de clase. Además, esto implica la formación de un gusto legítimo, más propio de las clases dominantes y un gusto más vulgar, el de las clases populares. Ahora, sabiendo que la teoría del omnivorismo cultural nace en contraposición a la distinción de Bourdieu, es conveniente señalar que aspectos de esta teoría de los gustos lo está directamente: - La relación entre clase social y la formación del gusto, que influirá en la constitución de un abanico limitado de preferencias culturales. - La posesión de un capital social, económico y cultural que define la posición de una persona en la jerarquía social, observando la distinta utilización si los individuos pertenecen a élites económicas o culturales. - Dentro de los diferentes espacios sociales se realiza una importante distinción entre los gustos legítimos asociados a una idea de alta cultura. Las élites definen el gusto legítimo. - En la distinción entre gustos subyace una lógica de dominación. La fragmentación social y el escenario de globalización económica han conducido a cambios en el análisis del consumidor y de sus formas de distinción simbólica. La distinción entre cultura alta y cultura popular pierde fuerza ante un creciente eclecticismo y el aumento de la tolerancia ante otras preferencias. Nacen así nuevos enfoques como el del omnivorismo cultural, que sustituye el elitismo intelectual y el esnobismo que había sido frecuente entre las clases altas. Existe un sector de la población al que le gusta un abanico mayor de formas culturales, que reflejaría mayor tolerancia hacia otras opciones, no necesariamente del propio grupo social. Según Peterson, fundador del omnivorismo cultural, las categorías que lo definen se construyen en torno a dos ejes: la distinción entre cultura alta y cultura popular y la amplitud o extensión de gustos. Clasificación: 1. Unívoros de la alta cultura: valores culturales elitistas dominantes y creadores de distinción social. 2. Omnívoros de la alta cultura: omnívoros auténticos; que disponen de amplios gustos que oscilan entre la lata cultura y elementos más propios de las culturas populares. 3. Unívoros de la cultura popular: unívoros auténticos; elenco de aficiones reducido, hábitos de consumo pasivos y “mal gusto”. 4. Omnívoros de la cultura popular: abanico de gustos amplio pero con pocas incursiones en la alta cultura. Según Peterson el omnivorismo encaja mejor en la sociedad red, más abierta y tolerante y es un fenómeno característico del siglo XXI. Chan y Goldthorpe añadieron dos nuevas categorías de consumo cultural a la clasificación de Peterson. Por un lado los inactivos, que son aquellas personas que no están interesadas en prácticamente ningún tipo de manifestación cultural y que no consumen nada en este apartado. Por otro lado están los paucívoros, que son aquellos que participa del consumo cultural de vez en cuando, según el tipo de objetos culturales disponibles en el momento. Los paucívoros y omnívoros pertenecen a estratos sociales más elevados que los miembros de la categoría de los inactivos. Pero como todas las teorías esta también tiene su crítica, y ésta se dirige a su concepción de una actualidad en que las diferencias de clase se están difuminando. Para rebatir esto hay investigaciones que certifican que la distinción y jerarquización social de los gustos siguen todavía vigentes. Lahire sugiere que en lugar de gustos basados en la clase social o los gustos omnívoros enfrentados a los unívoros, podríamos comprobar las consonancias o disonancias entre los gustos culturales y el grupo social de referencia. Según Lahire, el gusto es un abanico que variará a lo largo del tiempo y en las diferentes fases de la vida del individuo, ya que ahora los cambios de grupo de referencia son más habituales. Indica que las investigaciones de Peterson solamente recogen datos acerca de las preferencias musicales, dejando de lado la esfera de las prácticas culturales en este dominio. Los gustos no son individuales, sino que se forman mediante la combinación entre las disposiciones internas del individuo y el contexto externo en el que se encuentra. Entonces todas las clases participan del eclecticismo. Resumen: Carlos Jesús Fernández Rodríguez y Riie Heikkilä, 2011. Debate sobre el omnivorismo cultural; Una aproximación a nuevas tendencias en sociología del consumo. RIS, vol. 69, Nº 3. Septiembre­diciembre, 585­606.