La reproducción

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Pampedia No. 3, julio 2006-junio 2007
Tercera parte: Reseñas
La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza.
Pierre Bordieu y Jean-Claude Passeron
Griselda Vélez Chablé
La obra “La reproducción”, de Pierre Bourdieu y
Jean-Claude Passeron, ha tenido una relevante
trascendencia en las aulas del nivel universitario. En
este sentido, comento en forma breve sobre el
concepto de violencia simbólica (libro 1), y
posteriormente el mantenimiento del orden (libro 2),
haciendo especial énfasis en lo que se refiere a capital
cultural y comunicación.
Dicen Bourdieu y Passeron que en la escuela es
donde con mayor arbitrariedad se manifiesta la
violencia simbólica –acción pedagógica que impone
significaciones y las impone como legítimas–; de ahí
que la función principal de la escuela sea el reproducir
que se expresa en el siguiente enunciado: “La función
de la escuela y el maestro y la educación y la del
alumno es aceptar lo que le dan”. En este sentido,
podríamos relacionar lo expuesto por estos autores
con lo que Jackson dice en relación con el “currículum
oculto” […] “el grupo, las evaluaciones y la autoridad,
cuya combinación confiere un matiz distintivo a la
vida escolar, constituyen el currículum oculto que el
alumno debe superar si quiere avanzar con éxito a
través de su etapa escolar”.
De acuerdo con Furlan, existe un currículum
“pensado” y un currículum “vivido”; el pensado
equivaldría al oculto, se caracteriza porque está
impregnado por una política, un tipo de sociedad
específico y una ideología que se manifiesta a través
del currículum formal; el vivido es el que se desarrolla
a través de los programas y de la actuación del
maestro –quién la mayoría de las veces desconoce
el efecto de su acción–.
Con respecto al capital cultural y a la
comunicación, Bourdieu y Passeron dicen que la
escuela aparentemente es igual para todos y ofrece
las mismas oportunidades, pero que existen factores
determinantes para la desigualdad social de los
alumnos, y de ahí la diferencia en oportunidades; una
de estas diferencias es el capital cultural:
Sabiendo que la ventaja de los estudiantes originarios
de las clases superiores es más notable a medida que
nos alejamos del ámbito de la cultura directamente
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señalada por la Escuela y que pasamos, por ejemplo,
del teatro clásico al teatro de vanguardia o, incluso,
de la literatura escolar al jazz, se comprende que, en el
caso de un comportamiento como el uso escolar de la
lengua escolar, las diferencias tienden a atenuarse al
máximo e incluso a invertirse: de hecho, los
estudiantes de las clases populares intensamente
seleccionados obtienen en este terreno resultados al
menos equivalentes a los de los estudiantes de clases
altas, menos seleccionados, y superiores a los de los
estudiantes de las clases medias, tan desprovistos
como ellos de capital lingüístico o cultural, pero no
tan intensamente seleccionados.
En la obra “Los tres estados del capital cultural” de
Bourdieu, podemos encontrar que a las relaciones
de poder dentro del aula se les identifica como que:
A. No existe una democratización en la enseñanza,
aun en los docentes que están de acuerdo con los
autores mencionados y que siguen su teoría;
B. Lo anterior se debe a la diferencia de capital
cultural entre docentes y alumnos;
C. El docente maneja los contenidos de su materia
en términos de igualdad; es decir, toma a los
alumnos de su clase como semejantes y
“homogéneos”, lo que origina una desigualdad
educativa.
Al respecto, Jorge Lozano, en El discurso histórico
(editorial Alianza ,1987), indica que “los discursos
tienen formas diferentes de leerse”; cada lector o
locutorio podrá imprimir su propio significado a partir
de su contexto sociocultural, aun cuando la intención
del autor sea dirigida hacia un determinado público.
Michel Certau (1985) dice:
Ciertamente no hay consideraciones, por generales
que sean, ni lecturas, por más lejos que queramos
extenderlas, que sean capaces de borrar la
particularidad del lugar desde donde hablo y del
dominio donde prosigo mi investigación. Esta marca
es indeleble. Toda investigación historiográfica se
enlaza en un lugar de producción socioeconómica,
política y cultural. Implica un medio de elaboración
circunscrito por determinaciones propias: una
La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza.
profesión liberal, un punto de observación o de
enseñanza, una categoría especial de letrados, etcétera.
Se halla pues sometida a presiones, ligada a privilegios,
enraizada en una particularidad.
Por otro lado, podemos encontrar aspectos
semejantes –sobre capital cultural, la reproducción
y comunicación– en los escritos y obras sobre
currículum. En Kemmis (1988), por ejemplo, se
menciona que:
Las antiguas teorías de la correspondencia de la
reproducción social y cultural parecen sugerir que las
sociedades “usan” las escuelas como fórmula exacta
para ubicar a los sujetos en una situación ventajosa o
desventajosa, y para recompensar a los primeros a
expensas de los segundos; las más modernas teorías
de la oposición (como las de Apple y Giroux) ponen
mayor atención en el papel que el conflicto y la
contradicción tienen en el proceso reproductivo, y
tratan de elaborar la teoría de los procesos y prácticas
sociales mediante los que se asegura generalmente la
reproducción social y cultural (por ejemplo, con el uso
de conceptos como ideología y hegemonía). Las
teorías más recientes de la oposición ofrecen un campo
mucho más amplio para efectuar análisis profundos
sobre cómo operan la escolarización y el currículum
para producir áreas de oposición y para estructurar el
“juego” de la escolarización en relación con el beneficio
diferencial de los estudiantes “jugadores”. Así, Basil
Bernstein (1977) escribe sobre la relación entre clase
social, “códigos” lingüísticos (utilizando el término
“código” de manera diferente a la de Lundgre 1983),
cuando emplea la expresión de “código de currículum”
y control social, e identifica la “pedagogía oculta” de
la escuela “informal”, que reclama la promoción del
desarrollo de cada niño individual mientras disminuye
tácitamente recompensas y oportunidades de forma
semejante a la de las escuelas y currícula más rígidos
y “formales” a los que trata de desplazar.
Gramsci afirmaba que todos los hombres son
intelectuales en la medida en que sus actores están
en gran parte vinculados a la funcionalidad de su
inteligencia. Y en este sentido, los actores de la clase
menos protegida no están menos vinculados con su
inteligencia que la clase socialmente más favorecida.
Bourdieu y Passeron dicen que en la escuela la
comunicación se da generalmente en un solo sentido
y aunada al capital cultural que los sujetos poseen,
no es explicitada y codificada de igual manera por
los sujetos de las clases sociales burguesas y las
proletarias.
Cesare Segre dice con respect o a la
comunicación: “…la literatura es una forma de
comunicació n. El arte es una fo rma de
comunicación… Adviértase que comunicación tiene
un sentido más amplio que información: la
información, puramente factual, a otra lengua, la
comunicación comprende a más elementos no
informativos que, por el hecho mismo de ser
comunicados, se configuran como nociones.”1
Como entrelazan la comunicación, Bourdieu y
Passeron, ésta es determinante en varias partes del
trabajo en el aula, y más específicamente, cuando
se trata de las selecciones de los estudiantes en los
diversos niveles educativos. Al respecto mencionan:
la clase obrera o desprotegida, la menos favorecida
por las condiciones socioeconómicas y culturales,
está más expuesta a sufrir las consecuencias de la
selección de la clase burguesa; la comunicación y
los discursos tanto escritos como orales constituyen
también un problema y una barrera para la selección;
y como si esto fuera poco, el sujeto de la clase social
inferior debe elegir una vocación acorde con sus
ingresos y situación cultural más que respecto a sus
habilidades y vocación en general. Por lo tanto, la
escuela no le va a desarrollar habilidades para que
sea más apto sino que le marcará su campo (más
reducido) de elección. Entonces, la escuela se
convierte en un tamiz, en un filtro para que los sujetos
de clase obrera sean menos que la clase privilegiada
en pasar a formar parte de los cuadros de poder.
Entonces, como se podrá constatar, la
comunicación es un proceso que sirve a los cuadros
de poder para que sea más eficiente a los sujetos de
la clase privilegiada y a través de su función exista
menos movilidad social.
En términos generales, podemos decir que la
obra de Bourdieu y Passeron es muy rica por lo que
denota y que los temas a los cuales se dedica no se
habían abordado con tanta profundidad como ellos
lo han hecho. El señalamiento que hacen sobre las
diferencias entre las clases pudientes y las proletarias
ha sido tratado desde la antigüedad pero no en un
1
“La comunicación”, en Principios de análisis del texto literario,
pp. 2-35.
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Griselda Vélez Chablé
contexto tan detallado y con una teoría circunscrita
que sostenga sus hallazgos.
Libro reseñado:
Bourdieu y Passeron (1981). La reproducción.
Elementos para una teoría del sistema de
enseñanza. Editorial Laia, segunda edición.
Referencias Bibliográficas.
Certau, Michel (1985). La escritura de la historia. Editorial
Universidad Iberoamericana, México.
Giroux, Henry A. (1985). “Teoría de reproducción y la
resistencia en la nueva sociología de la educación: un
análisis crítico”. En Cuadernos Políticos, no. 44, juliodiciembre, pp. 35-65.
González Rivera G. y Carlos Alberto Torres (1988).
“Sociología de la educación. La educación como
violencia simbólica: Bourdieu y Passeron”. Artículos
de Emilio Tenti. Editorial Pax y C. E. E., México, pp.
217-237.
Lozano, Jorge (1986). El discurso histórico. Alianza
editorial. Madrid.
Segre, Cesare. (1986) Principios de análisis del texto
literario. Capítulo 1: “La comunicación”. Editorial
Crítica, Barcelona, pp. 2-35.
Kemmis, Stephen y colaboradores de Lindsay Fitzclarence
(1986). El currículum: más allá de la teoría de la
reproducción. Ediciones Morata. Madrid.
Gramsci (1981). “El pensamiento educativo de Gramsci”.
En Revista de la Educación Superior, no. 38. A. N. U.
I. E. S., abril-junio.
Jackson, P. W. (1975) La vida en las aulas. Capítulo 1: “La
monotonía cotidiana”. Editorial Marova, Madrid, pp.
50-52.
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