La Persona humana busca saciar su sed infinita

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Ficha 3
La Persona humana busca saciar su sed infinita
de Verdad y Libertad.
3.1. La realidad nos habla: (Parábola La botella)
Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed. Por
suerte, llegó a una cabaña vieja, desmoronada sin ventanas, sin techo. El
hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra donde
acomodarse para protegerse del calor y el sol del desierto. Mirando a su
alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada. Se arrastró hacia
allí, tomó la manivela y comenzó a bombear, a bombear y a bombear sin
parar, pero nada sucedía.
Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, y entonces notó que a su lado había una botella vieja. La miró, la limpió de todo el polvo que la cubría, y pudo leer que decía: "Usted necesita primero preparar la
bomba con toda el agua que contiene esta botella mi amigo, después, por favor tenga la gentileza de
llenarla nuevamente antes de marchar".
El hombre desenroscó la tapa de la botella, y vio que estaba llena de agua... ¡llena de agua! De pronto,
se vio en un dilema: si bebía aquella agua, él podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y
oxidada, tal vez obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que
quisiese, o tal vez no, tal vez, la bomba no funcionaría y el agua de la botella sería desperdiciada. ¿Qué
debiera hacer? ¿Derramar el agua en la bomba y esperar a que saliese agua fresca... o beber el agua
vieja de la botella e ignorar el mensaje? ¿Debía perder toda aquella agua en la esperanza de aquellas
instrucciones poco confiables escritas no se cuánto tiempo atrás?
Al final, derramó toda el agua en la bomba, agarró la manivela y comenzó a bombear, y la bomba comenzó a rechinar, pero ¡nada pasaba! La bomba continuaba con sus ruidos y entonces de pronto surgió
un hilo de agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió con abundancia... Agua fresca,
cristalina. Llenó la botella y bebió ansiosamente, la llenó otra vez y tomó aún más de su contenido refrescante. Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajante, la llenó hasta arriba, tomó la pequeña
nota y añadió otra frase: "Créame que funciona, usted tiene que dar toda el agua, antes de obtenerla
nuevamente".
“...El hombre que cree ser absoluto,
no depender de nada ni de nadie, que
puede hacer todo lo que se le antoja,
termina por contradecir la verdad del
propio ser, perdiendo su libertad. Por
el contrario, el hombre es un ser relacional, que vive en relación con los
otros y, sobre todo, con Dios”.
(Bene dic t o XVI)
3.2. Para reflexionar.
A la luz de esta parábola, dialoga sobre el sentido
de la libertad en el mundo de hoy:
•
¿Cómo ejercemos como humanidad nuestra libertad?
•
¿Cuáles son las implicaciones en relación con la
paz del uso de nuestra libertad?
•
¿Qué piensas de la frase del evangelio: “la verdad de hace libre” A qué crees que se refería
Jesús?
“La Persona humana busca saciar su sed infinita de Verdad y Libertad”.
3.3. Para Profundizar.
El papa Benedicto nos dice: “La persona es libre en sus decisiones, pero sus decisiones afectan a sí
mismos a la creación y a los demás. La libertad es un valor precioso, pero delicado; se la puede entender y usar mal. «En la actualidad, un obstáculo particularmente insidioso para la obra educativa es
la masiva presencia, en nuestra sociedad y cultura, del relativismo que, al no reconocer nada como
definitivo, deja como última medida sólo el propio yo con sus caprichos; y, bajo la apariencia de la libertad, se transforma para cada uno en una prisión, porque separa al uno del otro, dejando a cada
uno encerrado dentro de su propio “yo”. Por consiguiente, dentro de ese horizonte relativista no es
posible una auténtica educación, pues sin la luz de la verdad, antes o después, toda persona queda
condenada a dudar de la bondad de su misma vida y de las relaciones que la constituyen, de la validez de su esfuerzo por construir con los demás algo en común»
3.4 Dios nos habla (La palabra de Dios).
Lectura de Jn 4, 1-42
Para continuar la Reflexión
Nos encontramos ante una hermosa escena. Una mujer samaritana que
llega con su cántaro al pozo y un judío que le pide: "¡Dame de beber porque tengo sed!" Seguramente Jesús por las condiciones físicas del lugar,
tenía sed, verdaderamente.
Y le pedía de verdad agua del pozo a la Samaritana. Pero el primer impulso de aquella mujer (el plano
de las relaciones humanas- y políticas) es "¿Cómo me pides de beber tú, que eres un judío, a mí, que
soy una samaritana? ¿Que no ves que no nos podemos entender?". Co en el mundo de hoy las relaciones humanas desquebrajadas, por conflictos del pasado, en la propia familia, en el país, entre países hermanos, entre grupos….
Jesús parte de esta realidad mezquina, pequeña de la humanidad para a la samaritana a la transcendencia: "¡Ah si supieras quién es el que te pide, tú le pedirías y Él te daría un agua viva que salta
hasta la vida eterna!" La mujer todavía entiende las cosas materialmente: "¿Cómo me vas a dar agua
tú si no tienes con qué sacarla de este pozo? ¿Que acaso eres más grande tú que nuestro padre Jacob que nos dio este pozo?"
¡Qué pequeñas son las miradas del ser humano cuando se aferra a sus propios logros! A lo material,
a lo que puede obtener con su dinero, o a lo que cree que ele pertenece. Cuando se deja llevar por
los planteamientos meramente humanos. Quizás uno de los grandes errores de la humanidad es confundir los pequeños avances en el campo de la ciencia, la tecnología, la economía, la política, y demás, como lo más grande…y cuando la iglesia pretende abrirles los ojos, la miran como entrometida.
Es la misma actitud de la Samaritana, con una reducida visión temporal. La búsqueda de la verdad,
nos recuerda Benedicto XVI, en su mensaje de la Jornada Mundial de la paz, 2012, es un trabajo de
todos. Todas las instituciones y personas, cuyo trabajo incide sobremanera en la sociedad, están llamados a sumarse en la educación de la verdad y de la libertad. Estamos llamados como Jesús a
abrirle los ojos a esta humanidad ciega en sus logros.
Como la Samaritana, nuestro mundo tiene miopía, anclada en lo material de este mundo. Urge una
guía auténtica hacia la Verdad, hacia Jesús Cristo, como uno de los valores supremos del proyecto
salvífico de Dios…En pasaje que hemos leído, Jesús prefiere sacrificar su sed física, con tal que la
Samaritana comprenda que la que tiene sed, es ella. Estaríamos dispuestos a dar toda nuestra agua,
para que brote el agua fresca? Somos capaces de sacrificar nuestra sed, para que la humanidad descubra su SED de Dios? Como creyentes estamos llamados (como Cuerpo de Cristo), a guiara a esta
humanidad para que descubra su Sed por la VERDAD, que muchas veces pretende saciar con cosas
superfluas.
“La Persona humana busca saciar su sed infinita de Verdad y Libertad”.
En un segundo momento Jesús lleva a la Mujer a un plano distinto. Al camino de la Fe. En este sentido le dice: "Vete a llamar a tu marido". La
mujer es franca y le dice: "No tengo marido". Cristo es franco también:
"Has dicho verdad, cinco hombres has tenido y el que tienes hoy no es tu
marido". ¡Qué triste es la realidad de la gente que cree que no tiene sed
de cosas espirituales cuando se está muriendo en la miseria moral!
Por eso estamos llamados a sacar de la miopía a esta humanidad, a sumarnos a los proyectos que van dando luz a este mundo en una búsqueda de la verdad, que transforma la vida del ser humano, que lo hace libre y que le da Vida Plena.
La mujer intenta desviar el tema cuando la mujer se ve sorprendida en su vida Íntima, hace esta confesión: "Señor, veo que eres profeta". Y quizás, como quien quiere rehuir la conversación, lo lleva a
un tema profético y le dice: "Ya que tú eres profeta, ¿qué piensas tú de esta controversia entre judíos
y samaritanos? Ustedes los judíos dicen que a Dios hay que adorarlo en Jerusalén, en el templo, y
nosotros decimos que aquí". Y estaba el pozo de Jacob al pie del monte Garizim, donde según la tradición samaritana, se erigieron los primeros altares del pueblo de Dios. Y Cristo le responde con la
libertad de los verdaderos hijos de Dios: "No te fijes en controversias religiosas, ya llega la hora, ya
está aquí el que es redentor, sabe que va llegando esa hora en que Dios, es adorado no en esta
montaña ni en Jerusalén, Dios es adorado en espíritu y en verdad". Dios es espíritu, no necesita templos. El templo de Jerusalén tuvo un sentido relativo como todos los templos de la tierra. Es el ser
humano el auténtico templo donde Dios quiere morar, es el ser humano el templo sediento de una
presencia que le calme la Sed.
Esto, seguramente, escandaliza a muchos, porque muchos han querido amarrar a la FE a las cosas
materiales; y a esto llaman prestigio, a esto llaman fidelidad: a sus tradiciones. Esto, a veces son traiciones a la verdad de la Iglesia. Dios es espíritu y no necesita los poderes y las cosas de la tierra,
busca sinceridad en el corazón. Un llamamiento a la Samaritana que se convierta por encima de todas sus tradiciones y de todas las controversias. Ya está llegando la pecadora al punto en que Cristo
la quiere encontrar Por eso, aquel diálogo tan interesante junto al pozo termina con una inquietud de
la Samaritana: "Señor -le dice- yo sé que vendrá un Mesías. Cuando ese Mesías venga, Él nos va a
enseñar todo". Y entonces aflora la belleza del diálogo cuando Cristo, brevemente le dice en el versículo 26: "Yo soy, el que estoy hablando contigo." ¡Qué hermosa revelación! Un hombre llega a ver a
través de sus miserias, a través de sus miopías, a través de sus cosas de la tierra, que se ha dejado
elevar poco a poco por Cristo y ese Cristo se le descubre en la satisfacción profunda de la conciencia: "Yo soy, el que estoy hablando contigo". Hoy mismo, queridos hermanos, cada uno de ustedes,
yo mismo, sentimos, si de veras vivimos lo que creemos.
Cuando el ser humano comprenda que su desarrollo debe ser integral, que junto a sus logros materiales, prima un desarrollo espiritual, entonces construirá una sociedad justa. En el número 18 de
Caritas in Veritate, El papa Benedicto, enfatiza que el “desarrollo humano integral como vocación exige también que se respete la verdad. La vocación al progreso impulsa a los hombres a «hacer, conocer y tener más para ser más». Pero la cuestión es: ¿qué significa «ser más»? A esta pregunta, Pablo VI responde indicando lo que comporta esencialmente el «auténtico desarrollo»: «debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre»
La verdad, dice la palabra de Dios nos hace libre. Hace reconocer qué es
la persona humana y su valor con toda su carga histórica, y esa verdad
que libera lleva ala construcción de un mundo justo. Esa verdad que te
hace libre, te convierte también en discípulo misionero y le da plenitud al
sentido de la vida. Esto hace que la verdad de la vida esté por encima de
prejuicios o de cualquier realidad que atente contra ella, sea en el ámbito
que sea. Esa relación con las otras personas y con Dios, la capacidad de
relacionarse, genera espacios para hacerse de la verdad, para irla reconociendo y construyendo cada día.
“La Persona humana busca saciar su sed infinita de Verdad y Libertad”.
3.5 Nos comprometemos y Celebramos
Arreglar en un lugar un pequeño cántaro o jarra con agua. Y cerca de ella la
frase “usted tiene que dar toda el agua, antes de obtenerla nuevamente”.
Junto al cántaro o jarra de agua, se coloca una estampa o imagen de San Francisco de Asís, como modelo de un hombre que se despojó de su sed y de su agua, para permitir que fluyera la
fuente de Vida, en su vida y para saciar la sed de otros.
Se le da un cartoncito a cada uno para que escriba dos compromisos. Uno personal (desde su
sed personal) y escoger uno comunitario de acuerdo a su realidad (de grupo, de país, de institución…).
(Este cartoncito puede tener un cántaro como símbolo de la Sed del ser humano de la Verdad y
la libertad).
Terminamos con este poema
Dios hombre y mujer creó
De sus manos hemos salido
Y por su aliento vivimos
Somos obra de su amor.
Somos regalo, somos don
Somos impronta divina,
Sin embargo, esto se olvida
Ignoramos esta gracia,
Hagamos pues Nuestra Casa
Conforme al Dios de la VIDA.
“El uso recto de la libertad es, pues,
central en la promoción de la justicia y
la paz, que requieren el respeto hacia
uno mismo y hacia el otro, aunque se
distancie de la propia forma de ser y
vivir. De esa actitud brotan los elementos sin los cuales la paz y la justicia se
quedan en palabras sin contenido: la
confianza recíproca, la capacidad de
entablar un diálogo constructivo, la
posibilidad del perdón,…”
(Benedicto XVI)
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