Salud y ruptura democrática

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Salud y ruptura democrática
Extraído de Viento Sur
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Acuerdo entre Junts pel Si y la CUP
Salud y ruptura democrática
- solo en la web -
Fecha de publicación en línea: Lunes 11 de enero de 2016
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Salud y ruptura democrática
Julio de 1974. Al amparo de la política de "reconciliación nacional" impulsada por el PCE se crea la Junta
Democrática. La componen el propio PCE, el PSP (Partido Socialista Popular), CCOO, el PTE (Partido del Trabajo),
ASA (Alianza Socialista de Andalucía), el Partido Carlista... Sus principales exigencias son la creación de un
"Gobierno Provisional", la "amnistía absoluta", la "legalización de todos los partidos", las libertades democráticas en
general, el "reconocimiento, bajo la unidad del Estado español, de la personalidad política de los pueblos catalán,
vasco, gallego", la realización de una "consulta popular" para elegir la forma definitiva del Estado, la integración en la
CEE,...
Un año después, junio de 1975, el PSOE entra en escena con su Plataforma de Convergencia Democrática. Junto a
él están la UGT, la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores), el MCE (Movimiento Comunista de
España), el Consejo Consultivo Vasco (PNV, ANV,...), el Partido Gallego Social-Demócrata, la Unión Democrática
del País Valenciá, Reagrupament Socialista i Democrátic de Catalunya... Su programa habla de "ruptura con el
régimen", "apertura de un proceso constituyente", "estructura federal de Estado", "libertad de los presos políticos y
vuelta de los exiliados", libertades democráticas, "supresión de los tribunales especiales y de todos aquellos
organismos y medios de carácter represivo incompatibles con una sociedad democrática", "reconocimiento del
derecho de autodeterminación",....
En marzo de 1976 se unifican estas dos iniciativas en lo que se denominó Coordinación Democrática, o "Platajunta".
En su manifiesto, suscrito por la mayor parte de los grupos antes mencionados, se sigue hablando de "ruptura
democrática" y "proceso constituyente", de "libertad para los presos y detenidos políticos" así como de "amnistía
política y sindical", la necesidad de realizar una "consulta popular sobre la forma del Estado" y el "pleno, inmediato y
efectivo ejercicio de los derechos y libertades políticas de las distintas nacionalidades según las exigencias de una
sociedad democrática",...
Con todo esto en marcha, Adolfo Suárez, que acababa de sustituir en la presidencia del Gobierno franquista a Arias
Navarro, cursa una invitación a la oposición para negociar y ésta, sin rubor alguno, se baja del carro de la "ruptura
democrática" para subirse al de la "ruptura pactada", auténtico oximoron político que anunciaba un final
gatopardiano a todo aquello.
Para ello se crea, en septiembre de 1976, la Plataforma de Organismos Democráticos, suma de la anterior
"Platajunta" y distintas Asambleas y Coordinadoras de Catalunya, País Valenciá, Les Illes, Canarias, Galiza..,
formándose en su seno una Comisión Permanente cuya función será ofertar "una negociación a los poderes fácticos
del Estado y el Gobierno en torno a la realización pactada del contenido descrito en su declaración política".
A partir de entonces, mitad iniciativa política del Gobierno de Adolfo Suárez, mitad resignación, pasividad y
complicidad para con la misma por parte de esta oposición, la batuta queda en manos de aquel. Por el camino han
quedado aparcadas todo tipo de rupturas -ni "democráticas", ni "pactadas"-, marginados los partidos ubicados más a
la izquierda y olvidado el impulso de la movilización social y política que había venido caracterizando los últimos
años del franquismo. El PCE, principal fuerza a nivel estatal, tanto social como políticamente, se encargará de que
nada se salga de los marcos establecidos. El "proceso de Reforma Política" del Gobierno Suárez avanza viento en
popa.
La Transición y su "espíritu", mostrada hoy de nuevo como paradigma del cambio por viejas y nuevas formaciones,
no fue sino un inmenso fraude a las esperanzas y exigencias por las cuales habían trabajado y luchado en los años
anteriores millones de personas. Un fraude cuya expresión máxima fue la Constitución de 1978 redactada en buena
medida al dictado de los poderes fácticos entonces existentes y que, para justificar las escandalosas renuncias
hechas ante el régimen, se pretendió vender como modelo y referente en el terreno social. Evidentemente, sus
ensalzadas virtudes no han servido como freno para impedir que el Estado español sea hoy guinness europeo en
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materia de paro, precariedad, desahucios, corrupción, desigualdades sociales,...
En fin, un fraude sin paliativos. Es decir, donde dije República, digo ahora Monarquía instaurada por el criminal
Franco, a quien el nuevo rey juró lealtad y fidelidad para con su 18 de julio; donde dije, ruptura democrática, digo
reforma del régimen; donde dije amnistía política y sindical para quienes lucharon contra la Dictadura, digo Ley de
Amnistía para policías, militares y jueces que sustentaron aquel régimen genocida; donde dije derecho de
autodeterminación, digo soberanía única y unidad indisoluble e indivisible de la eterna España; donde dije laicismo y
separación entre Iglesia y Estado, digo mantenimiento de la inmensa mayor parte de los privilegios educativos,
fiscales y sociales de aquella; donde dije supresión de tribunales especiales, digo Audiencia Nacional y legislación
de excepción,....
Hay veces en las que, durante estos días, al rebobinar las imágenes de lo sucedido estos últimos años
(movilizaciones, iniciativas sociales y políticas, programas electorales, declaraciones,....) y volver a verlas de atrás
hacia adelante, tengo la sensación de que esta película se parece a otra que ya he visto. Que ya he visto eso de
jugar troleramente con las palabras y dejarlas sin contenido; eso de vaciar la calle y succionar sus activistas para dar
cuerpo institucional al cambio; eso de supeditar los calendarios sociales y la movilización ciudadana a los ritmos
electorales; eso de convertir la participación activa de la gente en pasividad televidente y twittera.
En cualquier caso, el final de la película está aún sin rodar. Ayer mismo se ha llegado a un acuerdo entre Junts pel
Si y la CUP. Las aguas bajan revueltas de nuevo. El proceso soberanista-independentista catalán, auténtico torpedo
en la línea de flotación de este régimen, sigue removiéndolo todo: escenarios, expectativas, estrategias,...
Brindemos por ello. Con cava, por supuesto: ¡salud y ruptura democrática!, ¡no más fraudes!.
10/01/2016
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