no puede ser destruido” para poder demostrar que el Ser es engendrado, indestructible, finito, compacto, homogéneo, indivisible, esférico e inmóvil, ya que de lo contrario tendría que suponerse que el Ser proviene de una cosa tan impensable e inexistente como el no- Ser. A partir de que las cosas son o no son, de que lo que “es” existe y lo que “no es” no existe (el Ser es y el no ser no es), concluye que el único camino válido es el de “las cosas son”: son una delimitación perfecta que no admite un momento de no-ser; por tanto, ni el Movimiento ni la diversidad existían, ya que el Movimiento no existe por ser el cambio de una cosa que es a otra que no es, y viceversa, y la diversidad no existe porque si existiera más de un ser, uno no sería el otro y el otro no sería el primero. Esto es, para Parménides la interna sustancia de las cosas es “ser”, un ser inmutable que no tiene principio (ánarchon), que al no tener principio no podría tener movimiento y al no tener movimiento no podría tener el no-ser; un ser que por no ser naturaleza, sino inmutabilidad, y no admitir dentro de sí diferenciación alguna, su real forma tendría que ser la de una esfera. Empédocles de Agrigento (-495-435 aprox.), nacido en la Sicilia de la Magna Grecia, concibe que los principios generadores y rectores del Cosmos eran los cuatro elementos: fuego, aire, tierra y agua. La vida de este venerable médico, además de ejemplar, sería tan consecuente con su doctrina (vivía como pensaba) que la leyenda lo describe arrojándose al volcán Etna para purificarse por el fuego y penetrar así en el seno de la Tierra. El contenido de estos elementos le darían a la Realidad (Universo) la forma de una Esfera, perfectamente redonda, igual a sí misma por todas partes y en todas direcciones, dentro de la cual se establecería una relación armónica entre los elementos, los que a pesar de sus diferencias sustanciales no sabrían de jerarquías entre ellos; ya que estando en pleno movimiento dicha realidad esférica podría acoger la pluralidad de todos los seres (puntos, elementos), como conviviendo en permanente simetría, equidistancia y equivalencia. Pareciera que en esta cosmogonía de una constante equivalencia de todos los elementos dándole forma esférica al Mundo, en la que ningún punto era centro, estuviera implícito que dentro de ella cada uno de todos sus puntos se comportaran bajo el presupuesto de una “constante” igualdad entre gravedad y aceleración, adelantándose en 2.500 años a la primera versión clásica de la teoría de la relatividad de Einstein. 44 Anaxágoras (-500-428), aún estando en su ciudad natal de Clazomene (Jonia) pudo ganarse la admiración de Pericles, que lo invitaría a Atenas, siendo uno de los primeros filósofos en radicarse en esta ciudad y provocando a su vez la gran diáspora de pensadores (filósofos) hacia Atenas, y entre sus discípulos estaría el mismo Pericles. Se dice que Sócrates pudo escuchar de sus planteamientos sobre el pluralismo y el movimiento que la realidad estaba formada por unas partículas llamadas “homeomerías”; que, gracias a que una realidad divina espiritual (Nous o entendimiento universal) le imprimía movimiento a dichas partículas mezclándolas y generando los sucesivos y eternos mundos, “todo está en todo y participa de todo”; y que el ideal era vivir para contemplar el sol, la luna y el cielo. La Pluralidad se explicaría por el mismo hecho de que nada viene a la existencia, ni es destruido. Todo lo que se produce y sucede es resultado de la mezcla de innumerables elementos, donde el Hombre es resultado de la mezcla y división de unas partículas iniciales cualitativamente distintas y divisibles hasta el infinito, las “homeomerías”. Y las demás cosas serían resultado de las “semillas”. Es decir, en todas las sustancias conocidas estarían desde siempre unas partículas diminutas, reunidas de tal manera que las de una misma clase estarían en cada objeto natural y en cada objeto estarían presentes partículas de todos los demás, que según predominen las de uno u otro objeto podrían pasar de ser un objeto determinado a ser otro distinto. Los cambios en el Universo, como los de corrupción, destrucción, transformación y generación de nuevos seres, serían producidos, según Anaxágoras, por la mezcla y disgregación de las Homeomerías o minúsculas partículas. El Movimiento inicial, generador del Universo, sería producto del cambio de dichas“homeomerías” puestas en movimiento rotatorio por la divinidad, pero que en casos excepcionales el movimiento era inducido por homeomerías especiales que siempre estaban en eterno movimiento como el éter” o por otras fuerzas mecánicas como el “aire”. El “Nous” (entendimiento, inteligencia, espíritu), externo y ajeno a las partículas, era el desencadenante de los remolinos y torbellinos que le imprimían a la masa inerte y esférica de la realidad el impulso inicial o movimiento; que, por ser totalmente separado y distinto de la realidad (masa de partículas diminutas), nada lo limitaría y todo lo conocería, como la cosa completamente autónoma más sutil y pura de todas. El Gran Concilio