Hacer cantar a Otelo James Parakilas En junio de 1879, con Verdi aproximándose a la edad de 66 años, parecía que nunca compondría una nueva ópera. Habían pasado ya ocho años desde el estreno de Aida, y cinco desde el estreno de su Misa de Requiem, y el compositor no daba muestras de tener la más mínima intención de componer nuevas obras grandes. Por el contrario, a mucha gente le había dicho que estaba desanimado por el estado de la ópera en Italia, cansado del esfuerzo que suponía tratar de representar un nuevo trabajo a su gusto, y herido porque los creadores de opinión en Italia miraban hacia modelos alemanes y franceses. Para Giulio Ricordi, el joven editor de 39 años que reemplazaba a su enfermo padre al frente de una próspera empresa centrada en la publicación de las óperas de Verdi, este abandono de la composición suponía todo un reto. No solamente el negocio familiar dependía de Verdi, sino que el propio Giulio Ricordi consideraba como una misión personal cultivar la producción de óperas en Italia, lo que suponía tanto descubrir nuevos talentos como promover nuevas obras de Verdi. Para éste, sin embargo, a estas alturas de su carrera, aventurarse a componer una nueva ópera acarreaba el riesgo de inspirar odiosas comparaciones con Wagner, con compositores italianos contemporáneos más jóvenes, o con sus propias obras maestras previas. ¿Qué es lo que pudo hacer que afrontara este reto? Ricordi conocía a Verdi como para saber que su objetivo era imposible salvo si le sugería un tema que el compositor encontrara irresistible. Así, en una cena en Milán, condujo la conversación hacia Shakespeare, y “cuando se mencionó Othello, vi cómo Verdi me miraba con recelo, aunque con interés”. Pocos días después, alentado por Ricordi, el poeta y compositor Arrigo Boito visitó a Verdi “con el plan del libreto ya esbozado”, pero no le convenció todavía. A lo largo de varios años, a medida en que Boito convertía ese plan inicial en un Aventurarse a componer una nueva ópera acarreaba (para Verdi), el riesgo de inspirar odiosas comparaciones con Wagner, con compositores italianos contemporáneos más jóvenes, o con sus propias obras maestras previas 182 - OTELLO libreto, Verdi se interesó por el proyecto, aún sin comprometerse a componer la música. De hecho, para Ricordi era arriesgado intentar seducir a Verdi con la propuesta de un libreto de Boito sobre el Othello de Shakespeare. En primer lugar, Boito, que era 3 décadas más joven que Verdi, aparecía a ojos del veterano compositor como un joven intelectual italiano distante de todo lo que él había logrado durante su carrera. Boito tuvo pues que ganarse su confianza, y lo consiguió no directamente a través de su libreto de Otello, sino remitiendo primeramente a Verdi textos para otros proyectos. El segundo riesgo que corría Ricordi era la propuesta de Othello como tema en sí misma. Shakespeare no era el problema, pues Verdi lo había considerado su ideal dramático durante toda su vida. No sólo había compuesto una ópera basada en Macbeth sino que, además, muchos de los dramaturgos románticos en que se había basado para sus libretos, como García Gutiérrez (Il trovatore y Simon Boccanegra), Hugo (Rigoletto), Rivas (La forza del destino), o Schiller (Don Carlo y tres óperas previas), también habían buscado su inspiración en el autor inglés con el fin de liberarse de las reglas aristotélicas del teatro clásico y crear obras rompedoras en cuanto a trama, idioma y espectáculo. Durante mucho tiempo, Verdi había soñado con componer una ópera sobre King Lear, aunque nunca estuvo totalmente convencido de que pudiera crear una ópera fiel a la obra de teatro. El problema con Othello era de otro orden: Rossini había llegado allí antes. Hoy en día, el Otello de Verdi ocupa una posición tan dominante en el canon operístico que la versión de Rossini sólo puede generar reparos (no respeta el argumento básico de la tragedia de Shakespeare, es incapaz de expresar el mismo poder que ésta o la de Verdi, y requiere ser comprendida dentro de las convenciones operísticas de la época de Rossini). Pero, en tiempos de Verdi, el Otello de Rossini todavía era considerada una obra maestra, y ningún compositor italiano, ni siquiera Verdi, podía plantearse volver sobre el mismo tema a la ligera. De hecho, Para Verdi, el problema con Othello era que Rossini había llegado allí antes en aquella famosa cena en Milán, la conversación se encaminó de manera natural hacia la versión de Rossini. Los presentes criticaron las arbitrarias alteraciones que el libretista de Rossini había realizado sobre el argumento de Shakespeare, pero la música de Rossini en el último acto, comenzando con la escena del diálogo de Desdemona con Emilia antes de acostarse, fue objeto de alabanzas. No en vano es precisamente en esta escena en donde el Otello de Verdi y Boito mostraría su parecido más explícito con el de Rossini. ¿Qué tenía, pues, la historia de Othello para atraer a Verdi tanto como para rivalizar con Rossini? Un indicio podría ser la idea inicial de Verdi de componer la ópera sin coro: aún en junio de 1881, cuando llevaba ya dos años pensando en el proyecto, y cuando él y Boito planeaban dos grandes números corales (el Coro del homenaje del Acto II, y el gran Concertato final del Acto III), Verdi escribía a Boito que “la idea (que aún me resulta atractiva) de componer un Otello sin coro era, y quizá todavía es, ¡una locura!”. El hecho de que pudiera siquiera concebir una ópera sobre ese tema sin coro, e incluso de que la idea en sí le atrajera, sugiere que Verdi, tras invertir buena parte de su carrera en argumentos de grandes óperas en las que los conflictos políticos y domésticos se exacerban unos a otros, sentía atracción por el Othello de Shakespeare precisamente por todo lo contrario: era un drama tan íntimo que ni siquiera las urgentes obligaciones políticas y militares consiguen distraer a los personajes principales. Efectivamente, el coro convierte un espectáculo sobre asuntos individuales en otro que implica claramente el destino colectivo. Y en un momento en el que la gran causa política de la construcción de Italia había ganado las conciencias pero se había convertido en un tema pesado para Verdi, éste pudo haber sentido un ansia de libertad personal como para volver al tipo de tragedia doméstica sobre el que no había trabajado durante casi treinta años, desde su Stiffelio de 1850 y La traviata de 1853. Es evidente que al final se resignó a la idea de que un Otello sin coro era “una locura”, quizás pensando que la historia del marido que se vuelve contra su esposa sería aún más dolorosa si la exponía a la vista de un público chipriota representado colectivamente por el coro, como hace en el Finale del Acto III. Al mismo tiempo, si incluía el coro satisfaría las expectativas de su público milanés e internacional, exprimiendo poderosamente todos los recursos del teatro de ópera moderno (que implica sus fuerzas corales) para contar la historia. Por su parte, Boito no tenía la opción de crear un libreto típico que siguiera sólo vagamente el curso de la obra de Shakespeare, como en el Otello de Rossini o Macbeth de Verdi: el público italiano estaba ya acostumbrado a ver al Othello de Shakespeare en el teatro, y el propio Verdi demandaba ahora Del mismo modo en que el león de San Marcos simboliza un poder veneciano carcomido por su debilidad moral, el aparentemente victorioso Otello sufre en realidad de una inseguridad interior que acaba cediendo ante las dudas sobre sus espúreos orígenes y sobre la fidelidad de su esposa. © Fulcanelli / Shutterstock ABAO-OLBE 183 La tormenta inicial de la ópera, ligada a una cruenta acción militar, anuncia indirectamente las tormentas y las luchas que anidan en el inseguro corazón de Otello. Fate of the rebel flag / painted by Wm. Bauly ; lith. of Sarony, Major & Knapp, 449 Broadway, N.Y. © Sarony, Major & Knapp Lith., lithographer y otros integrantes del bando veneciano observan desde la costa mayor fidelidad al texto shakespeariano. Boito no podía tampoco de Chipre cómo la flota de Otello derrota a la otomana en medio solicitar a Verdi que llevara a escena una mera traducción del de una tormenta nocturna. Esto equivale a la escena con que texto, como pronto haría Debussy con Pelléas et Mélisande de Shakespeare comienza el segundo acto de Othello, en la que Maeterlinck o Strauss con Salome de Wilde, pues la ópera italiana los venecianos expresan desde la orilla sus esperanzas y miedos aún requería ciertas estructuras musicales que ningún drama sobre el resultado de la batalla. Pero en la versión operística hablado proporcionaba: una obra de Shakespeare implica un de la escena, esas esperanzas y miedos, junto con el deseo de torrente de palabras que deben ser dichas —no cantadas— para Jago de que Otello muera ahogado, apenas resultan discernibles poder desarrollar la historia a un ritmo razonable. Por lo tanto, Boito en el estrépito de la tremenda tormenta que Verdi demanda de debía inventar con juicio y cortar sin piedad al mismo tiempo, pero la orquesta, coincidiendo con efectos especiales de iluminación manteniéndose a la vez fiel a Shakespeare. escénica y truenos. Incluso el coro debe sumar todas sus voces en La supresión más evidente que Boito llevó a cabo fue la un desesperado himno de plegaria (‘Dio, fulgor della bufera!’) para eliminación del primer acto completo de la obra teatral, el único hacer oír y notar su presencia. acto ubicado en Venecia, en el que Brabantio, el padre patricio Tal como esta versión de la tragedia de Othello emerge de un de Desdemona, descubre con horror que su hija se ha casado torbellino operístico, así lo hace también el protagonista: cuando secretamente con Othello, moro y soldado. El libreto de Boito está desembarca, vestido de armadura (en la producción original), enteramente ubicado, por tanto, en Chipre, donde Othello, su anuncia su victoria sobre el enemigo y sobre el huracán desde el esposa y su séquito son enviados por los venecianos para luchar estentóreo torrente de su agudo registro de tenor. En otras palabras: contra las fuerzas otomanas. Al eliminar ese acto veneciano, conocemos a Otello en su gloria como soldado. Boito consiguió concentrar la acción de la El Otello de Rossini todavía era conPara hacerle descender desde esa gloria militar ópera en tiempo y espacio, acercándola al ideal siderada una obra maestra, y ningún hasta su rol de amante esposo deberá transcurrir aristotélico de unidad dramática. Es un irónico compositor italiano, ni siquiera Verdi, todo lo que queda del Acto I (aunque en un resultado, si consideramos que Shakespeare podía acometer a la ligera una vuelta sentido más amplio, como veremos, nunca había demostrado a artistas decimonónicos sobre el mismo tema conseguirá realizar esta transición). como Verdi lo maravilloso que podía ser que una El descenso se realiza principalmente durante su ausencia y la tragedia rompiera las restricciones aristotélicas. de Desdemona. Ambos se retiran para disfrutar de su reunión Como si quisiera compensar esos cambios, Boito creó para el en privado, y ceden el escenario al coro y a Jago: a un Jago que inicio de la ópera una escena que desafía los límites del escenario comienza a urdir la perdición de Otello, y a un coro que celebra su clásico o isabelino: la escena en que Desdemona, Jago, Cassio 184 - OTELLO liberación de la tormenta y la batalla. Y a un Jago y un coro que, cuando cantan juntos una canción de taberna (‘Inaffia l’ugola!’), esconden la estratagema de Jago para hacer que Cassio se emborrache y cause un tumulto que provoca el retorno de Otello y Desdemona a escena. La degradación de Cassio por Otello sirve a los propósitos de Jago, pero dejar al protagonista y a Desdemona solos en escena también permite la caracterización dramática de Otello. Asistimos así a la reanudación de su escena de amor, en la que deja de ser soldado para convertirse en amante de Desdemona. En este dueto, los tres besos de Otello son cantados con una música que reaparecerá al final de la ópera, marcando entonces el recuerdo del amor destruido. Al final del dueto, con brillantes efectos orquestales, Otello percibe las constelaciones girando en el cielo y la aparición de Venus como estrella matutina: a través de esta noche de amor, la ópera nos ha alejado de la tormenta y la batalla iniciales. Tan pronto como comienza el Acto II, nos encontramos con un Jago cuyo plan, pese a evolucionar continuamente, muestra un objetivo definido. Escuchamos esa fijación obsesiva en un motivo que se repite incesantemente en la orquesta desde las primeras notas del acto, que continúa cuando Jago engaña a Cassio haciéndole pensar que Desdemona podrá ayudarle a recuperar el favor de Otello, y que persiste incluso cuando Jago se despide de Cassio y lanza su famoso Credo, la declaración de su cínico sistema de creencias. Aquí, el motivo recurrente alternará con una austera frase que toda la orquesta interpreta al unísono y con prolongados trinos que terminan sin resolución. Cada uno de estos tres motivos sufre transformaciones a medida que Jago repasa los artículos de su Credo, pero no interactúan unos con otros. Se nos ofrece así el retrato de un hombre que expone fácilmente los elementos de su carácter y que, por tanto, puede presentarse ante los demás de la manera en que quiere ser percibido (‘Onesto Jago’, le califica el confiado Otello), pero cuya incapacidad para confiar en ninguna interacción, humana o divina, le convierte en una criatura vacía. Esta aria no proviene de Shakespeare: es una de las invenciones de Boito. Como Otello y Desdemona tendrán después importantes solos para definir su carácter (estos sí, derivados de la obra de Shakespeare), bien pudo Boito haber decidido equilibrar el asunto otorgando uno también a Jago; de hecho, durante un tiempo, él y Verdi estuvieron pensando en dar a esta ópera el título de Jago. Después, Jago trata de carcomer a Otello, sugiriendo que Desdemona está teniendo una aventura con Cassio. Comienza con insinuaciones que niega inmediatamente, y aquí Boito mantiene un pasaje de Shakespeare en el que Jago devuelve a Otello todas sus preguntas en vez de contestarlas. Verdi, por supuesto, hace que Jago repita las melodías de Otello además de sus palabras, y se establece así un mecanismo musical que luego se repetirá en el interrogatorio de Otello a Desdemona. Jago, a la vez que advierte a Otello contra sus celos, le incita a vigilar a Desdemona incluso cuando él y Otello la ven saludar a un grupo de gente que le regala flores y canciones. Una vez que este coro se marcha, Desdemona ruega por primera vez a Otello que perdone a Cassio por su alboroto etílico, y queda perpleja por la furiosa negativa que recibe como respuesta. Aunque no comprende la actitud de Otello hacia ella, le ruega que la perdone, conduciendo con ello al resto de personajes presentes (Otello, Jago y la mujer de éste, Emilia) a cantar en cuarteto ‘Dammi la dolce e lieta parola del perdono’. Este es uno de esos números en los que Boito convirtió un pasaje de Shakespeare en una forma operística convencional. Como el Cuarteto de Rigoletto, es un conjunto en el que cada participante expresa diferentes palabras con melodías diferentes, de modo que todas las voces se combinan a la vez que se escuchan separadamente. La acción también es importante: Jago arrebata a Emilia el pañuelo con el que Desdemona acaba ¿Qué tenía la historia de de secar la frente de Otello, la principal prueba Othello para atraer a Verdi que Jago utilizará en otra fase de su plan para tanto como para rivalizar convencer a Otello de la infidelidad de su mujer; con Rossini? Otello se pregunta con tristeza qué ha hecho mal para enfriar el afecto de Desdemona; las largas líneas melódicas de Desdemona, flotando grácilmente sobre las deshilvanadas frases de los demás personajes, constituyen un signo de esa inocencia Esta ópera de Verdi abunda en referencias astrológicas, como si quisiera añadir más confusión a la degradación moral de sus personajes. Así por ejemplo, Iago atribuye las peleas y borracheras de los marinos que él mismo ha provocado al efecto de un planeta maligno. Eclipse solar © Pintura mural (Custom House, Philadelphia), Photographs in the Carol M. Highsmith Archive, Library of Congress, Prints and Photographs Division. ABAO-OLBE 185 Según Iago, “es estúpido ahogarse por el amor de una mujer”. Pero, precisamente, su acción a lo largo de toda la ópera consiste en hacer que Otello se enfangue en una torcida visión del amor de su esposa y acabe hundido en las aguas de sus patológicos celos. © Christopher Marsh / Alamy que la convierte en un ser inconsciente y vulnerable. Una vez que Desdemona y Emilia se retiran, Jago continúa envenenando, como él dice, a Otello. Cuando Otello se despide de sus recuerdos felices, especialmente del esplendor de sus hazañas militares, aunque sus palabras nos indiquen que está dejando atrás todo aquello, el ritmo bélico de su música nos retrotrae al temible soldado que habíamos conocido al principio. Está a punto de dirigir ese temible carácter contra su inocente esposa, pero antes Jago le dará una vuelta de tuerca más: cuando Otello le pide pruebas de la infidelidad de Desdemona, contesta inventándose una historia, que cuenta en la más dulce y dócil música de la ópera. Pero la historia, comunicada tras un estallido militar de Otello, conduce a éste a un estado aún más combativo: al son de una canción de cuna, acompañado por las cuerdas con sordina, Jago dice haber oído a Cassio dirigirse en sueños a Desdemona. Jago, barítono de voz ronca, imita la dulce voz de tenor de Cassio descendiendo cromáticamente mientras describe cómo “un éxtasis celestial le inunda” y maldiciendo al “cruel destino… que te dio al moro”. Otello explota al imaginar a su mujer en la cama con Cassio. Pasa de un estado receloso, confuso y dolido a una actitud homicida, y el acto concluye con el juramento que realiza, junto con Jago, para obtener una sangrienta venganza. Algunas de sus palabras son de Shakespeare, pero aquí Boito entrega de nuevo a Verdi material para un número operístico tradicional: el juramento conspiratorio. Ésta era una forma especialmente querida en las grandes óperas francesas de Auber (La muette de Portici), Meyerbeer (Les Huguenots) y Rossini (Guillaume Tell): una escena en la que dos, tres o más hombres juran en secreto alzarse en armas contra un enemigo odiado. Los elementos musicales de esta tradición están aquí presentes desde el principio: las cuerdas mantienen un acorde en un trémolo ominoso, mientras Otello, arrodillado, pronuncia su juramento, monótono y solemne, sobre una austera melodía de vientos al unísono; al final, el propio Otello canta la melodía de los vientos. Jago se arrodilla con él y repite el juramento, y finalmente ambos cantan en conmovedora armonía mutua, terminando con el sonido de sus dos voces resonando Una obra de Shakespeare implica un torrente de palabras que deben ser dichas -no cantadas- para poder desarrollar la historia a un ritmo razonable 186 - OTELLO en el momentáneo silencio de la orquesta, mientras elevan sus manos hacia un “Dios vengador”. Todo sería espléndido si este ilustre general y su oficial no estuvieran jurando matar a la inocente esposa del primero. Si Otello decide asesinar a Desdemona y Cassio al final del Acto II y no lo hace hasta el Acto IV, ¿qué función dramática puede tener entonces el Acto III? Una respuesta es que en él veremos a Otello someter a Desdemona a gran violencia y humillación pública, aterrorizándola sin darle la más mínima idea sobre aquello de lo que se la acusa. Otra es que vemos cómo el propio Otello comienza a desmoronarse con la destrucción de su autoestima. En comparación con estos dos desarrollos, los continuos engaños de Jago se limitan a mantener el argumento en marcha: su veneno apenas necesita ya esfuerzos para cumplir su objetivo. La acción del Acto III comienza con un diálogo entre Otello y Desdemona, tan cortés en su atmósfera que nos maravillamos ante la capacidad de Otello para disimular. Desdemona saluda a su esposo con frases de animada elegancia, y Otello repite sus frases como respuesta. Pero a estas alturas ya recelamos de los personajes que repiten las frases de otros. El ambiente se empaña en cuanto Desdemona pide una vez más que Cassio sea restaurado a su cargo de teniente. Inmediatamente, Otello finge encontrarse mal e, instruido por Jago, pide a Desdemona su pañuelo, y como Jago se lo arrebató anteriormente a Emilia, Desdemona no puede satisfacerle. La discusión en torno al pañuelo sube de tono hasta que Otello acusa a su esposa de serle infiel. Es una acusación que ella niega con firmeza, pero no puede probar su fidelidad. En este punto, Otello muestra suficiente autodominio y habilidad social como para calmarse y volver a las tiernas frases con las que comenzaba esta escena, pidiendo a Desdemona su mano como perdón, hasta que grita con pasión el cruel verso de Shakespeare: ‘I took you for that cunning whore of Venice / That married with Othello’ (‘Te tomé por esa astuta cortesana de Venecia / Que se casó con Otelo’. Entonces la empuja fuera de la habitación, en lo que constituye su primera agresión física hacia ella. Acompañado por una tormenta orquestal, Otello vuelve a la habitación tambaleándose, espera a que la tormenta amaine, y la orquesta toca un pequeño motivo repetitivo que mide el lento paso del tiempo, tal como lo viviría un prisionero solitario. Ese tipo de aislamiento es lo que Otello expresa ahora en su soliloquio ‘Dio, mi potevi scagliar’. Utiliza para ello unas palabras dirigidas a Dios pero de carácter fáustico, creando un paralelismo con el Credo de Jago, que se dirigía también a Dios pero con un texto mefistofélico. Convencido de haber perdido su identidad como esposo, Otello canta como si hubiera perdido todos los demás rasgos de su identidad (soldado, miembro de una comunidad, hombre), y apenas puede hablar con Dios: se ha disociado de todas sus a los visitantes, Otello tiene tiempo de preguntar a Jago “¿Cómo relaciones con otros. Únicamente consigue tranquilizarse, al final debería matarla?”, aunque luego debe mostrar su cara pública una de este soliloquio, pensando en obtener confesiones de todos los última vez. Llega el embajador Lodovico, así como Desdemona, culpables y en causarles la muerte. que le da la bienvenida. Al preguntar Lodovico con inocencia por En ese momento entra Jago indicando que Cassio se acerca. Otello qué Cassio no está presente, Otello pierde su capacidad de fingir, no necesita ya más pruebas de su culpabilidad, pero Jago le indica y en respuesta a un amable comentario de Desdemona acerca de que se esconda y escuche a hurtadillas la conversación que tendrá Cassio, la llama “demonio” y hay que disuadirle de pegarla. con Cassio, en la que será fácilmente convencido de que éste se Un concertato final en una gran ópera a menudo jacta de su conquista de Desdemona, cuando en realidad se está jactando de otra conquista. Cuando Otello desembarca, vestido muestra, como en este caso, una ceremonia de armadura, anuncia su victoria sopública en la que un personaje clave, al negarse a Jago hace que Cassio saque y muestre el bre el enemigo y sobre el huracán desinterpretar el papel ceremonial esperado, expone pañuelo robado, en un juego de engaños como de el estentóreo torrente de su agudo la tensión o división que la ceremonia debería los que siempre han existido en las comedias registro de tenor esconder. En este caso, Boito y Verdi, al no contar desde que son comedias. Shakespeare, cuyas con un modelo apropiado en el texto shakespeariano, se esforzaron tragedias siempre dejaron lugar a lo cómico, lo utilizó para seguir en plantear uno propio. Finalmente idearon una solución según la torturando con falsas pruebas a su trágico héroe. En la ópera, este cual Otello inicialmente conseguiría el autocontrol necesario como juego proporciona casi una digresión antes del gran concertato que para representar su papel público (leyendo en voz alta una carta cierra el acto humillando públicamente a Desdemona y Otello. del Dux anunciando que Cassio le relevaría al mando de Chipre); Este final está construido sobre la llegada de una delegación oficial posteriormente perdería este autocontrol al malinterpretar un gesto de Venecia, una visita que muestra a Otello que está demasiado de Desdemona como pesar por la separación de Cassio. involucrado en el laberinto de agonía privada diseñado para él A partir de este momento de alteración, humillación y confusión por Jago, y que requiere que dirija su atención de nuevo a sus emerge uno de los conjuntos más complicadamente ordenados y responsabilidades públicas. Puesto que Otello es una persona conmovedores del repertorio operístico. Lo comienza Desdemona pública, y su sentimiento de aislamiento de los otros no impide desde el suelo, casi incapaz de articular una frase coherente al que los embajadores venecianos desembarquen en el Chipre que principio. Pero, a medida que encuentra su voz, expresa su pesar él gobierna, ni que el escenario se llene, por primera vez desde el por la pérdida de su tierno matrimonio en una larga y sentida frase. principio del Acto II, con el coro representando a personas que no Su valentía empuja a algunos testigos compasivos a apoyar su sospechan que haya nada malo entre su héroe y la querida esposa lamento en suave armonía. El coro se atreve a ofrecer únicamente de éste. Así, mientras suenan las trompetas para dar la bienvenida una palabra de compasión: ‘Pietà!’. Estas tímidas voces expresan con creciente fuerza su solidaridad hacia Desdemona y su incredulidad ante el comportamiento de Otello, mientras Jago y Otello, en una esquina, prosiguen con sus planes para asesinar a Cassio y Desdemona. El final de este conjunto no es concluyente: Desdemona ha sido herida y deshonrada, pero en su sufrimiento se ha ganado los corazones de casi todos los que están sobre el escenario como no lo había hecho antes. Su marido aún sigue estando al mando de ese escenario, aunque no por mucho tiempo, y con unas pocas palabras, incluyendo una maldición a Desdemona, hace que todos salvo Jago abandonen la escena. Solamente queda una acción: Otello pierde el conocimiento, aparentemente por un ataque epiléptico, a la vez que el coro, ajeno a lo ocurrido, canta sus alabanzas fuera de escena, mientras Jago se regocija sobre su cuerpo inerme. A punto de obtener su injustificada venganza sobre la esposa que le ama incondicionalmente, él mismo parece haber perdido ya la vida. Cuando Emilia se resiste a entregar a Iago el pañuelo de Desdemona, sabía bien por qué: aquel pañuelo, prenda del amor de Otello, había sido teñido con sangre “de corazones de vírgenes”, y por eso simboliza su pureza y su fidelidad. Con su vivo color, además, presagia el cruento desenlace de la acción. Tintorero de Fez © imageBROKER / Alamy ABAO-OLBE 187 El Acto IV comienza con el gran momento de reflexión solitaria de Desdemona. No es exactamente un soliloquio como el Credo de Jago o la oración de Otello, porque Emilia está escuchándola al principio del solo, durante la Canción del sauce ‘Piangea cantando’. Pero es la única oportunidad de examinar la acción dramática desde su punto de vista. Mostrar los pensamientos de la heroína justo antes del desenlace era una práctica frecuente de Verdi; lo había hecho en la escena de la locura de Lady Macbeth, en Il trovatore, en La forza del destino, o en Don Carlo. Rossini había hecho lo mismo con su Desdemona, tomando prestado el texto de la Canción del sauce de Shakespeare para convertirla en una balada operística y añadir luego, sin seguir el modelo shakespeariano, una simple oración. Verdi reprodujo la secuencia de Rossini. Lo que Verdi logró convertir su drama distingue el plan para la Desdemona de Verdi del íntimo sobre el matrimonio resto de escenas de reflexión es que en ninguno ideal convertido en infierno de sus dos números utiliza palabras propias, en un gran mapa metafórico sino prestadas: la Canción del sauce es una de las diferencias de género balada que dice haber aprendido de la mano de Barbara, la doncella de su madre, siendo niña, y su oración no se realiza con palabras propias, como en el caso de la Desdemona de Rossini, sino que es una oración común de la Iglesia (el Ave Maria). Nuestra sensación de comprender a Desdemona mediante la gran declaración de su solo está condicionada por su contención, como mujer que sufre por amor al igual que otras mujeres, y como fiel hija de la Iglesia. Esto ya la distingue de los dos principales personajes masculinos: Jago, que se niega a adoptar el sistema de creencias que todo el mundo a su alrededor se supone que abraza, y Otello, que nunca sospechó que fuera vulnerable a la traición de amor. Tanto en esta escena como durante toda la ópera, Desdemona se presenta a sí misma como un personaje más simple y más convencional que cualquiera de los otros dos, pero en este momento en que reconoce que se enfrenta a la muerte a manos de su marido muestra una fuerza de carácter que ninguno de ellos puede igualar. La Canción del sauce es una balada de tres estrofas con estribillo, pero es también algo más complicado: a medida que la canta, Desdemona se interrumpe continuamente a sí misma para molestar a Emilia con órdenes y preguntas, como si estuviera demasiado distraída por sus preocupaciones como para concentrarse en su canción. Y esas distracciones, irónicamente, nos recuerdan cuán profundamente refleja la historia de Barbara a la de la propia Desdemona. La balada en sí misma es muy inquietante, con su sorprendente alternancia entre modo mayor y menor y con su repetitivo ‘Salce, salce, salce’ cantado sin acompañamiento, en el que la cantante ha perdido a su interlocutor y debe por tanto cantar su propio eco. Al igual que su apasionado arrebato de despedida a Emilia cuando termina, esa Canción del sauce está plagada de signos de muerte y sobrecargada de señales de la desesperada vitalidad de Desdemona. Cuando Emilia se marcha, Desdemona acude a su reclinatorio y comienza su Ave Maria. O, más bien, las cuerdas de la orquesta, con sordina, forman un coro sin palabras que interpreta, como si lo hiciera en la mente de Desdemona, una frase similar a un himno, a la que ella añadirá posteriormente el inicio del Ave Maria en algo comparable a un tono de recitación salmódico. Su oración es plenamente eclesiástica, sugiriendo que, aún en la tremendamente vulnerable soledad que siente en este momento, y a diferencia de Jago y Otello, todavía es solidaria con la sociedad a la que pertenece. Desde esta posición de pertenencia institucional y comunitaria (en términos decimonónicos, una relación claramente femenina con la Iglesia), Desdemona es libre para adaptar el texto institucional del Ave Maria a medida que canta, convirtiéndolo en una expresión más personal de su propia situación. Y al haber personalizado la oración institucional (como también había personalizado la balada que tomó prestada), la concluye volviendo a las palabras cantadas sobre el himno de las cuerdas “corales” (quizá deberíamos decir, ya que se elevan fuera del registro del canto humano, de las cuerdas “angelicales”). Desdemona se queda dormida, y ya solamente queda que Otello entre en la habitación y la mate. Lo hace sin nada de la elocuencia verbal propia de Shakespeare: su entrada es todo mímica, incluyendo los besos que le da, interpretados únicamente por la orquesta que toca la música del dueto del Acto I. El último de estos besos despierta a Desdemona, riñen en torno a su supuesta El pañuelo bordado era una prenda típicamente femenina, y bordar pañuelos, una actividad esencial para codificar las relaciones entre los sexos. El de Desdemona había sido tejido y bordado por una mano hechicera y, tal como dice Otello, portaba consigo el poder de “acarrear una terrible desgracia”. Escuela de bordado en Argelia ca. 1899 188 - OTELLO En la ‘Canción del sauce’, uno de los momentos más emotivos de esta ópera, la dramaturgia de Verdi compara los cabellos de la joven esposa con las melancólicas ramas del sauce a la orilla de un río. De este modo, aunque escuchamos un eco de la dicha pasada de Desdemona, intuímos también que se aproxima su injusto final. © Jeanne McRight / Shutterstock infidelidad, y él la asfixia. Interrumpido por la llegada de Emilia y otros, Otello descubre demasiado tarde que Jago le ha engañado haciéndole creer que Desdemona le era infiel; Jago escapa, y Otello se apuñala. La ópera termina con un Otello agonizante que besa a una Desdemona muerta, cantando con su último aliento la música de los besos exactamente como antes, pero reinterpretada ahora por la nueva situación dramática. Al abarcar con esta magna construcción todos los recursos del teatro de ópera decimonónico, incluyendo su poderosa orquesta, construcciones escenográficas monumentales, iluminación eléctrica e incluso el coro sobre el que dudó, Verdi logró convertir su drama íntimo sobre el matrimonio ideal convertido en infierno en un gran mapa metafórico de las diferencias de género: un el principio, Otello ha sido gradualmente aceptada como la cumbre mundo masculino de soldados e intrigantes, limitados en su del arte trágico de Verdi. Pero esto no la ha convertido en una obra capacidad para mantener relaciones humanas, dispuestos frente más del repertorio. Siempre se aborda con cierta inquietud, como a una comunidad femenina de santas, limitadas en su poder de un ritual del que no hay que abusar para que logre el extraordinario afirmarse. Es una visión del matrimonio que lucha contra aquello efecto que es capaz de conseguir; se ha convertido en El rey Lear que a finales del siglo XIX podía considerarse “la incompatibilidad de Verdi, en su Novena Sinfonía. innata entre sexos”. En cambio, en el libreto de la ópera, la La dificultad de encontrar a un Otello vocal y diferencia racial entre Otello y Desdemona es La dificultad de encontrar a un dramáticamente imponente es un problema que minimizada en comparación con el tratamiento Otello vocal y dramáticamente impide representar Otello con mayor frecuencia. que le dio Shakespeare. Para el público al que imponente es un problema que Un tenor que esté a la altura de este reto puede Verdi quería satisfacer, esta solución aportaba impide representar Otello con mayor contar con ser invitado a representar el papel una poderosa narrativa sobre la destrucción de frecuencia en teatros de ópera de todas partes, como un matrimonio. lo fue Tamagno en su día. Quizás sea también la reputación de Verdi no corrió riesgos con la producción inicial. Como siempre, se esta ópera como desafío casi sagrado para artistas y público lo preocupó por la selección de los papeles protagonistas y, cuando que la ha mantenido alejada de producciones experimentales e los escogió, insistió en prepararlos él mismo, tanto en respecto intelectualmente provocadoras. Pero también eso podría cambiar a la actuación escénica como al canto. Francesco Tamagno, el si ese nuevo desafío es aceptado como lo hizo Verdi en su día con tenor que representó a Otello, tenía la poderosa voz necesaria para el suyo. construir el aterrador rol del protagonista, pero necesitaba que le enseñaran cómo representar también sus aspectos más tiernos y vulnerables. Para el papel de Desdemona, Verdi se conformó (no sin reticencias) con Romilda Pantaleoni, que resultó ser el menos exitoso de los papeles protagonistas. El compositor ya había admirado al barítono francés Victor Maurel en el papel protagonista de Simon Boccanegra, y estaba encantado de que representara James Parakilas a Jago. Mientras tanto, Ricordi tampoco corrió riesgos, creando Profesor en la Music Faculty del Bates College tal avalancha publicitaria en torno al estreno en La Scala, el 5 de (Lewiston, Maine), y autor en 2012 del manual febrero de 1887, que el acontecimiento fue recibido no sólo como The Story of Opera en la prestigiosa editorial un triunfo de Verdi, sino también como un gran hito de la historia W. W. Norton, con una novedosa orientación de Italia. basada en las recientes aportaciones de las Como resultado de tal recepción, esta ópera fue muy solicitada en neurociencias al conocimiento musical. Es autor de una importante investigación sobre la versión toda Italia y en el resto del mundo operístico. Quedó estrechamente operística del Othello de Shakespeare. asociada con Tamagno, que cantaría el papel de Otello en muchas de las producciones iniciales. Considerada una obra maestra desde ABAO-OLBE 189