Psiconeuroinmunología un acercamiento al abordaje homeopático. Dr. Gustavo Aguilar Velázquez. Ejército Nacional # 650 Desp. 901 Colonia Polanco. C.P. 11550 México, D.F. Durante los últimos años hemos observado el avance de la medicina alopática, pero a pesar de que conocemos cada vez más la fisiopatología de las diferentes enfermedades y tenemos más y mejores fármacos para combatirlas, el estado de la población en general no se observa en mejores condiciones de salud. Si bien es cierto que la OMS en su definición de salud la plantea como un estado de bienestar físico, psicológico y social, desde el punto de vista práctico ésta se ejerce esencialmente con un enfoque biológico, lo que condiciona que el abordaje del enfermo resulte muy limitado. La medicina se ha convertido en una medicina de los efectos y no de las causas, en donde se plantean múltiples tratamientos que mitigan síntomas, pero que difícilmente corrigen la alteración original desencadenante. Por otro lado, el enfoque de la homeopatía clásica contempla al hombre como un todo unificando mente y cuerpo bajo el concepto de una Fuerza Vital, rectora de toda la economía, abarcando cada una de las partes del todo, no aceptando la dicotomía cartesiana que divide al hombre y separa a la mente del cuerpo. Tanto en el modelo de Vitoulkas como en la Ley de Curación de Hering, la parte mental juega un papel determinante en el origen y permanencia del proceso patológico, de tal forma que no se puede llegar a la salud si el paciente no se encuentra en un estado de armonía mental y emocional, así, en el enfoque homeopático las emociones forman una parte esencial del cuadro clínico, pero entonces, ¿cómo documentar que estos elementos emocionales determinan o influyen en el curso de una enfermedad aparentemente física? ¿Cómo explicar que la aparición de un tumor o la evolución de una infección está determinada en gran medida por la parte emocional? Durante los últimos años se ha acumulado suficiente evidencia para relacionar a la vivencia emocional del individuo con su sistema inmune. Los primeros estudios aparecen con los trabajos de Kiecolt y Glaser quienes reportan en 1984, una disminución de la actividad de las células naturales asesinas del sistema inmune en pacientes que experimentaban sentimientos de soledad, estos mismos autores encuentran cambios negativos en las funciones inmunológicas de las personas que cuidaban pacientes con demencia senil. Otros autores han demostrado cambios en inmunidad celular y humoral como respuesta a diferentes pérdidas afectivas, como la separación matrimonial y el divorcio. También se han estudiado modelos humanos de estrés en donde se ha visto una disminución importante en la respuesta a mitógenos (estimuladores de los linfocitos), del mismo modo, se ha descrito una disminución de la proporción de células T cooperadoras en estos modelos. Por otro lado, existe evidencia de alteración en la producción de interferón gamma en condiciones de tensión emocional. Se ha documentado también que los estudiantes seropositivos para virus de Epstein-Barr presentan un aumento en los niveles de anticuerpos contra este virus en períodos de exámenes, dicho incremento contra este antígeno se ha interpretado como una disminución en la respuesta celular relacionada a la tensión emocional que se genera durante los periodos de exámenes. Finalmente, Herbert (1993) reveló en modelos confiables que la depresión clínica produce un aumento de los neutrófilos circulantes, una disminución del número total de las células NK, así como una reducción en las cuentas de linfocitos T y B y células cooperadoras. La depresión está asociada también con la reducción de la actividad NK y con las respuestas linfoproliferativas (estimulación de mitógenos). La función B también se ve afectada, encontrándose títulos aumentados de anticuerpos hacia el virus del herpes simple y citomegalovirus, comparadas con otros grupos sanos. La posibilidad de reactivación de una infección latente de herpes ocurre después de establecerse un cuadro de depresión. Además de estos estudios de causa-efecto se han buscado otros elementos que sustenten la relación del sistema nervioso central con el sistema inmune. Hace más de 35 años, Hugo Besedovsky fue uno de los primeros en demostrar la comunicación entre el cerebro y el sistema inmune. Los mecanismos por lo cuales el cerebro se comunica con el sistema inmune se han venido dilucidando en los últimos años, tales como hallazgos histológicos donde se observan inervaciones directas de las estructuras linfoides, como el bazo y los ganglios linfáticos, en donde las interrelaciones anatómicas entre la fibra nerviosa y el linfocito son más estrechas, incluso que las existentes entre neurona y neurona. La técnica de denervación mostró que una buena respuesta inmune dependía de un buen estado de inervación. Por otro lado, se descubrió que un número importante de células inmunocompetentes tenían receptores para múltiples neurotransmisores conocidos, del tal forma que estas células podían ser influidas tanto por las substancias agonistas como por las antagonistas. Es así que las bases anatómicas para la interrelación del sistema inmune con el sistema nervoso central se han documentado. En lo que se refiere al sistema endócrino, se sabe que múltiples hormonas influyen en el desarrollo y diferenciación de las células del sistema inmune, así como en la activación y proliferación de las mismas. Las hormonas también modulan la producción de mediadores de la respuesta inmune, como son las linfocinas y la expresión de sus receptores a nivel de membrana. Es más, moléculas que aparentemente no tendrían relación con el sistema inmune, resulta que la tienen. Existen receptores linfocitarios para diferentes hormonas como son la tiroxina, hormona luteinizante, folículo estimulante, prolactina y la hormona de crecimiento. De hecho, tanto los Linfocitos T como B, expresan receptores para otras substancias, por ejemplo, Beta-endorfina, encefalinas y substancia P. Asimismo, las células NK poseen receptores para algunos de estos mediadores. Ahora se sabe que los linfocitos por sí mismos pueden sintetizar hormonas como la ACTH o la TSH y que la IL-1 puede actuar en el eje CRF-ACTHglucocorticoide. El efecto de estos factores sobre el sistema inmune es muy variable, pudiendo ser tanto positivo como negativo. También es bidireccional en el sentido de que las alteraciones emocionales pueden modificar aspectos inmunológicos y fenómenos inmunes pueden modificar estados anímicos. El profundizar en estos estudios nos lleva a darnos cuenta que la compartamentalización del organismo humano y la separación mente cuerpo son cada vez más difíciles de sostener. De hecho, el presente trabajo señala múltiples elementos que apoyan el concepto totalitario del individuo. Este tipo de conocimientos no hacen otra cosa mas que fortalecer el concepto de un individuo como un todo, sobre el cual, como plantea el maestro Hahnemann en su párrafo 9, “la fuerza vital... gobierna con poder ilimitado conservando sus partes en admirable y armoniosa operación vital”. El planteamiento del modelo biomédico en el que los órganos y sistemas funcionan aisladamente como entes autónomos ya no es operante. Lo que resultaba ser una célula o una molécula, a la cual se le asignaba una función determinada independiente y autónoma, se convierte en un elemento que tiene múltiples acciones en diferentes sistemas y órganos, con vías de comunicación multidireccionales. El individuo es total y único, la tendencia actual es demostrar la indivisibilidad del individuo, ya que un evento que aparece en la parte emocional definitivamente tiene una repercusión física, tanto como una alteración física puede modificar el estado emocional, lo que apoya las hipótesis propuestas por Vikoulkas y Hering. Ello nos hace meditar sobre la importancia de considerar al paciente como un todo dinámico en constante cambio, y la necesidad de tomar en cuenta la totalidad de los síntomas en el momento de la prescripción, si verdaderamente se quiere incidir sobre la constitución del individuo para lograr una verdadera curación y no sólo suprimir los síntomas. REFERENCIAS 1. Ader, R., & N. Cohen. 1975. Behaviorally conditioned immunosuppression. Psychosomat. Med. 37:333-340. 2.Ader R.; Cohen N; Felten D.: Psychoneuroimmunology: interactions between the nervous system and the immune system. The Lancet 1995; 345:99-103. 3. Arnason, B. G. W. 1991. Nervous system-immune system communication. Rev. Infect. Dis. 13(Suppl 1):S134-S137. 4. Bernton, E. W., H. U. Bryant, and J. W. Holaday. 1991. Prolactin and immune functions, p. 403-424. In R. Ader, N. Cohen, and D. Felton (ed.), Psychoneuroimmunology. Academic Press, San Diego, Calif. 5. Bernton, E. W., M. S. Meltzer, and J. W. Haladay. 1988. Suppression of macrophage activation and T-lymphocyte function in hypoprolactinemic mice. Science 239:401-404 6. Black, P. H. 1994. Immune system-central nervous system interactions: effect and immunomodulatory consequences of immune system mediators on the brain. Antimicrob. Agents Chemother. 38:740-793. 7. Blalock, J. E. 1989. A molecular basis for bidirectional communication between the immune and neuroendocrine systems. Physiol. Rev. 69:1-32. 8. Cannon, W. B., S. W. Britton, J. T. Lewis, and A. Groeneveld. 1927. The influence of motion and emotion on medulliadrenal secretion. Am. J. Physiol. 79:433-465. 9. Chelmicka-Schorr, E., and B. G. W. Arnason. 1990. Nervous system-immune system interactions. Res. Publ. Assoc. Res. Nerv. Ment. Dis. 68:67-90. 10. Chrousos, G. P., and P. W. Gold. 1992. The concepts of stress and stress system disorders. JAMA 267:1244-1252. 11. Clevenger, C. V., D. H. Russell, P. M. Appasamy, and M. B. Prystowsky. 1990. Regulation of interleukin-2-driven T-lymphocyte differentiation by prolactin. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 87:6460-6464. 12. Dantzer, R., and K. W. Kelley. 1989. Stress and immunity: an integrated view of relationships between the brain and the immune system. Life Sci. 44:1995-2008. 13. Dardenne, M., P. A. Kelley, J.-F. Bach, and W. Savino. 1991. Identification and functional activity of prolactin receptors in thymic epithelial cells. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 88:9700-9704. 14. Dunn, A. J. 1990. Interleukin-1 as a stimulator of hormone secretion. Prog. Neuroendocrinimmunol. 3:26-34. 15. Dunn, A. J., and C. W. Berridge. 1990. Is corticotrophin releasing factor a mediator of the stress response? Ann. N.Y.Acad. Sci. 579:183-191. 16. Edwards, C. K., Ill, L. M. Yunger, R. M. Lorense, R. Dantzer, and K. W. Kelly. 1991. The pituitary gland is required for protection against lethal effects of Salmonella typhimurium. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 88:2274-2277. 17. Felten, D. L., and S. Y. Felten. 1988. Sympathetic noradrenergic innervation of immune organs. Brain Behav. Immun. 2:293-300. 18.Glasser R.; Rice J.; Sheridan J. et al: Stress related immune suppression: Health implications. Brain Behav. Immune 1987; 1:7-20. 19. Kaplan, H.I. & Sadock B.J.: Compendio de Psiquiatría 2a ed. Ed. Salvat, 1987, México pp. 246-257. 20. Herbert T.B. & Cohen S.: Depression and immunity: a metha analytic review. Psychol Bull 1993; 113:472-86. 21. Harbour, D. V., and E. M. Smith. Immunoregulatory activity of endogenous opioids, p. 141-175. In S. Frecer (ed.), The neuroendocrine immune network. 1990. CRC Press, Inc., Boca Raton, Fla. 22. Irwin, M., R. L. Hauger, L. Jones, M. Provencio, and K. T. Britton. Sympathetic nervous system mediates central corticotropin-releasing factor induced suppression of natural killer cytotoxicity. J. Pharmacol. Exp. Ther. 255:101-107. 1990 23. Kelley, K. W. Cross talk between the immune and endocrine systems. J. Anim. Sci. 66:2059-2108. 1988 24. Kelley, K. W. Growth hormone, lymphocytes and macrophages. Biochem. Pharmacol. 38:705-713. 1989 25. Khansari, D. N., A. J. Murgo, and R. E. Faith. Effects of stress on the immune system. Immunol. Today 11:170-175. 1990 26. Kiecolt-Glaser, J. K., J. T. Cacioppo, W. B. Malarkey, and R. Glaser. Acute psychological stressors and short term immune changes: what, why, for whom, and to what extent? Psychosomat. Med. 54:680-685. 1992 27. Matera, L., G. Bellone, and A. Cesano. Prolactin and the neuroimmune network. Adv. Neuroimmunol. 1:158-172. 1991 28.Nordlind, K., V. Muth, and E. Sundstrom. Effect of neuropeptides and monoamines on lymphocyte activation. Brain Behav. Immun. 2:282-292. 1988 29. Peterson, P. D., C. C. Chao, T. Molitor, M. Muntaugh, F. Straar, and B. M. Sharp. Stress and pathogenesis of infectious disease. Rev. Infect. Dis. 13:710-720. 1991 30. Savino, W., M. C. Gagnerault, J. F. Bach, and M. Dardenne. Neuroendocrine control of thymic hormonal production. II. Stimulatory effects of endogenous opioids on thymulin production by cultured human and murine thymic epithelial cells. Life Sci. 46:1687-1697. 1990 31. Soloman, G. F. Psychoneuroendocrinological effects on the immune response. Ann. Rev. Microbiol. 35:155-184. 1981 32. Wiedermann, K., U. V. Bardeleben, and F. Holsboer. Influence of human corticotropin-releasing hormone and adrenocorticotropin upon spontaneous growth hormone secretion. Neuroendocrinology 54:462-468. 1991