Movimiento de Educación Popular Integral y Promoción Social Departamento de Pastoral Su mano sobre mi herida #5 Si nos entregamos a Dios en el silencio de las meditaciones nos haremos dolorosamente conscientes de nuestras llagas y heridas. Si de verdad queremos orar tenemos que presentarle nuestra verdad completa. En la oración nos encontramos con Jesucristo, el Salvador, que quiere curar nuestros males y nuestras heridas, pero mientras no las aceptemos, nos seguirán persiguiendo e impidiendo que nos abramos completamente, y nos condenamos a herir a otros o a mortificarnos nosotros mismos. La historia de la curación del leproso como nos la cuenta Marcos, tiene como finalidad invitarnos a presentar todas nuestras llagas a Dios para que Él las toque y las cure. «Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, Jesús extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Entonces Jesús le despidió ordenándole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio» (Mc 1,40-44). Un leproso se acercó a Jesús; el leproso es una persona enferma, excluida y rechazada por los otros, y además no se puede soportar a sí misma, no se acepta. Es un triple sufrimiento. También nosotros caemos en ese círculo vicioso que nos lleva a aislarnos cada vez más. Vivimos aislados debido a los propios miedos, al autorrechazo, a la incapacidad para mezclarnos con la gente, miedo a ser una carga para los demás: ¡Cuántas cosas nos decimos a nosotros mismos¡ “soy insoportable; con razón no le gusto a nadie”. El leproso de nuestra historia ve su propia necesidad y su desamparo y se atreve a huir de su aislamiento. Va donde está Jesús, se arrodilla ante Él y le dice: «Si quieres puedes limpiarme» (Mc 1,40). Como el leproso también nosotros tenemos que admitir nuestra impotencia. Necesitamos la experiencia de que alguien nos acepte incondicionalmente. El leproso cree que Jesús es capaz de limpiarlo, de librarlo de todos sus autorreproches, de su autodesgarramiento y autodesprecio, del miedo a ser rechazado, de no ser lo suficientemente bueno, de ser insignificante. El leproso sabe, al mismo tiempo, que sus intentos por salir del círculo vicioso del autorrechazo y del rechazo de los demás están condenados al fracaso. Nuestra curación sólo podrá comenzar cuando nos entreguemos a Dios, cuando nos arrodillemos como el leproso para gritar desde lo más profundo y pedir ayuda al único que nos puede ayudar y curar: Jesucristo, el Salvador del mundo. La forma en que Jesús cura al leproso se describe en cuatro pasos que para nosotros también podrían ser pasos de curación. 1. Primero, Jesús tiene compasión del enfermo; la palabra griega es splachnisteis, agarrado por las vísceras, que son el lugar de los sentimientos vulnerables. Jesús no trata al enfermo desde afuera sino que lo deja entrar en su interior. Siente con él y siente conmigo. Se deja herir por mí. En y por su herida se puede curar la mía. 2. En segundo lugar, Jesús extiende la mano superando el abismo que hay entre Él y el leproso. Quien se rechaza a sí mismo a menudo no puede aceptar los intentos de otros por darle la mano. Por eso Jesús no agarra inmediatamente la mano del enfermo sino que le ofrece la suya. Crea así un puente por el cual el enfermo puede ir lentamente hacia a Él. Muchas veces no nos atrevemos a ir adonde Jesús con toda la basura que arrastramos. Pero resulta muy consolador saber que Jesús mismo alarga la mano y nos exhorta a tener el valor de dar el primer paso para salir del autoaislamiento. Su mano sobre mi herida Anselm Grün 3. En un tercer paso, Jesús toca al leproso, lo cual podemos soportar de nosotros mismos, lo no es muy agradable porque se ensucian las que queremos mantener escondido. manos. Pero Jesús no conoce el miedo al Entra en esa oración que sale de lo profundo, contacto. A mí también me toca, y me toca sin máscaras… precisamente en aquellas partes donde me Reconoce ante El, tu incapacidad de mejorar siento indigno, sucio y soy insignificante, por ti mismo. donde todo está revuelto en mí y lleno de Entrégate a los misericordiosos y amorosos lepra. Me toca precisamente en las partes que brazos de Dios. quiero esconder de mí mismo, de los demás y Preséntate ante Jesús y contémplalo de Dios porque me resultan desagradables, sintiendo con nosotros, extendiendo su mano porque no soy ni siquiera capaz de mirarlas. y tocándonos. (En la oración dejo que la mano curadora de Imagina cómo su fuerte y curativo amor Dios me toque en cualquier parte para que entra dentro de ti a través de sus palabras: todas queden limpias, para que yo mismo diga «Quiero, queda limpio». sí, las acepte y las toque con el mismo amor Si tienes oportunidad de asistir a misa y con el que las toca Jesús y las bese como lo comulgar, imagínate que el mismo Jesús se hace Él). Jesús me posa en tu mano dentro de la dice manteniendo su hostia, te toca y penetra todo lo Únicamente aquel que ha visitado mano sobre mi que rechazas y suprimes dentro sus infiernos interiores y se ha herida: «Quiero, de ti. El pan que comemos en la reconciliado con su propia queda limpio». A Eucaristía es la aceptación de vulnerabilidad puede sentirse través de estas Dios hecha carne: «Quiero, sé solidario con la imperfección de sus palabras, Jesús hace limpio». semejantes, y sólo desde esta que todo el poder de su amor entre en mí. Si Él quiere limpiarnos, nosotros sintonía les puede ayudar (J. Otón) No son palabras deberíamos desearlo con todas vacías. Con estas palabras Jesús me llena de nuestras fuerzas, deberíamos querer que todo en interés por mí mismo y de afirmación nosotros fuera bueno porque ha sido tocado por incondicional, de su férrea voluntad para que Cristo. Que todo lo que hay en nosotros exista yo exista, viva, quede limpio y salvo, y sea tan porque es el mismo Jesús quien saluda la bueno y tan puro como Dios me creó. existencia de todo lo que habita en nosotros. Oración Señor, vengo a ti con todo lo que no me gusta 4. En cuarto lugar, continúa el relato diciendo: mirar dentro de mí, con todas las cosas feas e «Al instante le desapareció la lepra y quedó insoportables que quiero esconder a los demás, limpio». Esto suena demasiado hermoso para ser cierto. con la lepra que me excluye de la sociedad Por lo general, no suceden así de rápido las humana. Te presento mi verdad y te pido que me cosas, pero si en la oración presentamos al toques con tus amorosas manos para que me amor curativo de Cristo nuestra lepra, todo lo atreva a entrar en contacto con todo lo que hay rechazado y feo que hay en nosotros, si en mí, incluso con lo oscuro y desagradable, con dejamos entrar su amor adonde está nuestro lo suprimido y con lo excluido de mi vida. autorrechazo, puede suceder que, de repente, Pronuncia tus palabras de amor y afirmación lo aceptemos sin condiciones. De pronto para que yo me pueda afirmar a mí mismo con sentiré que puedo ser como soy. Preséntale a todo lo que hay en mí, para que pueda Dios las heridas que se destapan durante la comprender con el corazón que todo lo mío es oración, El trabajará en ti. bueno y está limpio a tus ojos. Y así me haga En estos ratos de oración te invito a solidario y cercano a las personas en el día a presentarle a Jesús lo feo, todo lo que no día. Amén. 2