EL MUNDO MEDIEVAL

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INTRODUCCIÓN
EL MUNDO MEDIEVAL
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DEFINICIÓN
Es convención universalmente admitida emplear el término Edad Media para
designar toda una época de la Historia europea. Es una época dilatada de diez
siglos de duración que tradicionalmente los historiadores han enmarcado entre dos acontecimientos llenos de valor simbólico: la caída de Roma (476) que es claro signo del final de todo lo que fue el mundo antiguo- y la caída de
Bizancio, la segunda Roma (1453).1 Es claro que se trata de hechos puntuales
que en cuanto tales no cambian la dirección de la Historia sino que son consecuencia y señal de otros cambios de mayor amplitud, es decir, se trata de hechos que se producen dentro de otros de mayor dimensión histórica. Estos
grandes hechos son importantes migraciones. La caída de Roma es consecuencia de las invasiones de los pueblos germánicos o bárbaros; la caída de Bizancio
es consecuencia de las invasiones de los turcos. Ahora bien, los germanos y los
turcos no son los únicos pueblos que se mueven en los diez siglos que comprende la Edad Media. En el siglo XIII los mongoles, acaudillados por Gengis Kan,
construyen un gran imperio, aunque efunero, en el centro de Asia. La segunda
mitad del siglo XIV ve la ascensión y caída de los tártaros de Tamerlán. Pero
estos movimientos no son más que episodios si los comparamos con la fulgurante y permanente expansión de uno de los pueblos semitas, el árabe, a partir
de la segunda mitad del siglo VII. Desde la antigüedad mesopotámica los semitas
prácticamente no contaban en la Historia y de repente los árabes se organizan
y protagonizan un auténtico prodigio: la expansión árabe por todo el Norte de
África y la Península Ibérica; el Mediterráneo queda dividido en dos mitades
antagónicas. Este fenómeno tiene tal importancia histórica que Pirenne lo señala como el verdadero comienzo de la Edad Media.
I Algunos historiadores prefieren el descubrimiento de América como hecho que simboliza mejor el final de la Edad Media y comienzo del mundo moderno.
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EDAD MEDIA
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CONFIGURACIÓN
Por exigencias de nuestra disciplina, nuestra visión del mundo medieval va a
estar estructurada en torno a los fenómenos de organización política. A este
respecto hemos de tener presente que la complejidad de la Edad Media nos
impone distinguir tres niveles de articulación del poder que se dan simultáneamente, aunque nuestro estudio de los mismos haya de ser necesariamente
sucesivo: el nivel de la unidad o universalidad que se expresa por el término
cristiandad, el nivel de la disgregación o particularidad que se contiene en el
término feudalismo, y el nivel intermedio que es el de los reinos medievales.
La Edad Media está presidida por la conciencia de unidad social. Esta conciencia nace ante todo de la comunión en la fe cristiana: los hombres medievales tienen la conciencia de formar todos una sola comunidad que es la Iglesia
de Cristo. El mundo cultural de Europa está presidido por lo cristiano. Pero
esto no es una vaga referencia religiosa, sino una realidad muy concreta y eficaz, porque se encarna en una organización que va ganando en autoconciencia,
identidad y solidez a través de los siglos: la Iglesia romana. Lo cristiano se
concreta y se encarna en lo eclesiástico. La abadía O el monasterio es centro de
agrupación de la población, los barrios de las ciudades se identifican con las
parroquias y la vida urbana está presidida por la catedral; los castillos feudales no pueden prescindir de la capilla. Las acciones a la vez más colectivas y
más unitarias del mundo medieval son las cruzadas, empresas militares que
llevan a cabo unos guerreros que asumen como distintivo el signo de la cruz.
También el nivel intelectual del mundo medieval está ocupado por lo cristiano: la tarea propia del pensador medieval es hacer teología, es decir, reflexionar sobre el mensaje contenido en la Sagrada Escritura para conseguir una
comprensión articu lada de ese mensaje y para conseguir, en consecuencia, una
interpretación del mundo. Esta unidad tiene su expresión ideológica en el concepto de cristiandad o civitas christiana o res publica christiana: es la sociedad
temporal y espacial cuya alma es la Iglesia. Esta unidad tiene su expresión organizativa no solamente en el nivel eclesiástico, sino también en el secular y
estrictamente político, en el Imperio de Occidente.
En contraposición a esta unidad el mundo medieval nos ofrece una fragmentación extraordinaria de la vida política y social. La realidad social más
importante en la Edad Media es la aldea, es la pequeña comunidad agrícola
que queda encuadrada dentro del feudalismo.
A pesar de esta fragmentación, los hombres medievales van a mantenerse
fieles a la idea de la unidad social. Podemos decir que si en la Antigüedad romana el imperio fue una realidad, en la Edad Media el imperio es una idea,
una creencia que no se corresponde con la realidad, es una idealidad. Algunos
dicen que el feudo es al mundo europeo medieval lo que la polis es al mundo
griego: el feudo seria la forma política y social de la Edad Media. Esto no es
exacto, porque ya hemos señalado la existencia de la idea imperial que nunca
tuvo vida en Grecia. Tendríamos que decir que la forma política del mundo
EL MUNDO MEDIEVAL
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medieval viene a ser la integración entre la organización feudal y la pretensión de organización de una instancia universaL Pero esta afirmación tampo~
ca encierra toda la complejidad del mundo medieval- porque hay un tercer nivel
de organización política.
Entre el extremo de la universalidad cristiana y el extremo de la aldea feudal aparecen unas estructuras que van a tener un gran desarrollo: los reinos
m edievales (regna). Con las invasiones el Imperio romano se fragmenta en unidades geográficas y políticas que coinciden poco más o menos con las divisiones de las provincias (en concreto con las diócesis de Diocleciano) y esas unidades se configuran como monarquías. El caso más notable y al que vamos a
dedicar más atención es la monarquía francesa. Los regna van a pretender para
ellos la sacralidad de que se ve revestido el emperador. Tienen una gran importancia por ser el germen de los futuros Estados europeos: serán ellas, en
definitiva, las instancias políticas triunfadoras.
La complejidad del mundo medieval no puede ser simplificada sin ocasio~
nar perjuicios a la imagen histórica, aunque el historiador puede elegir un punto
de vista con preferencia a otro. Hay que integrar los tres elementos, lo cual no
es fácil: los hombres del Medievo aspiraban a la unidad de la Cristiandad, pero
vivían en feudos, y éstos estaban más o menos organizados en monarquías
prenacionales.
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