Partidos ultraderechistas ya tocan poder en diversos

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INTERNACIONAL
Partidos ultraderechistas ya tocan poder en diversos
países de la UE
EXTREMA EUROPA
La intervención de Bruselas ante el nuevo Gobierno polaco constituye un toque de
atención en el Viejo Continente ante el auge de las formaciones de extrema
derecha, que han escalado posiciones como la espuma. En Varsovia y en Budapest,
fuerzas ultras están al frente de sus respectivos Ejecutivos, mientras que en
Finlandia, Suecia, Noruega o Dinamarca, sus hermanos ideológicos se han
convertido en casi determinantes. En la vecina Francia, el Frente Nacional
conseguía ser la fuerza más votada en las recientes elecciones regionales, aunque
fue frenado en la segunda vuelta.
L
Por Antonio Sarrión
a Comisión Europea, ante el cariz
que estaban tomando los acontecimientos, decidía activar hace
unos días por vez primera un mecanismo para verificar si el nuevo Gobierno
polaco –del ultraderechista partido Ley y Justicia–cumple con las reglas democráticas
mínimas .
Bruselas considera que dos iniciativas legislativas de Varsovia –una ley que dificulta el bloqueo de normas gubernamentales
por parte del Tribunal Constitucional y de
otra que estrecha el control sobre los medios
públicos–están inscritas en una deriva autoritaria incompatible con la democracia.
También preocupa en la UE la decisión de
sacar del sistema público de salud polaco de
la fecundación ‘in vitro’.
La pasada semana, la Comisión arrancaba la primera fase de ese procedimiento, denominado Mecanismo del Estado de Derecho –que existe desde marzo de 2014–.
Se trata de un procedimiento que escruta, en tres fases, los usos democráticos de
un país. La primera consiste en un proceso
de diálogo y consulta sobre los elementos
que provocan inquietud en las autoridades
europeas.
En una segunda fase, la Comisión lanzaría recomendaciones para corregir los incumplimientos. Si no fueran atendidas, la
Comisión tendría en su mano aplicar sanciones, que en última instancia contemplan
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despojar al país de sus derechos de voto en
la UE. Nunca se ha recurrido a esta opción.
El Gobierno presidido por Beata Szydlo –aunque el hombre fuerte en la sombra
es el ultracatólico Jaroslaw Kaczynski–contraatacaba alegando ante la Comisión que
“Polonia es un Estado soberano y democrático. Le pido que en el futuro ejerza mayor
contención al instruir y alertar al Parlamento y al Gobierno de un Estado soberano y
democrático”.
Otra ‘preocupación’ comunitaria por la
deriva antidemocrática de un gobierno viene, desde hace tiempo de Hungría. Desde
Amanecer Dorado es la tercera fuerza en Grecia.
El Mecanismo del
Estado de Derecho
faculta a la Comisión
Europea a imponer
sanciones
La Unión Europea ha tenido que advertir a Hungría, que preside Víktor
la llegada al poder de la ultraderechista
Unión Cívica Húngara –aunque pertenece
al Partido Popular Europeo–, en 2012, el Ejecutivo presidido por Víktor Orbán ha puesto en marcha diversos recortes de derechos,
una ‘depuración’ del poder judicial; ha establecido controles sobre la información y
ha elaborado ‘listas negras’ de organizaciones humanitarias.
La gota que desborda el vaso es la actitud
de Budapest en el espinoso asunto de los refugiados. El Gobierno decidía sacar al Ejército hasta la frontera con Serbia para impedir su avance. No se permite la entrada de
ningún refugiado a Hungría. En caso de ser
detenidos, los inmigrantes podrían ser condenados a tres años de cárcel o expulsados
del país.
El fascismo avanza. La ultraderecha empieza a extenderse en buena parte de los países europeos, como una fuerza política que
ya forma parte de algunos gobiernos, condicionando las políticas. Un grupo de partidos de extrema derecha conseguían ser la
fuerza más votada en sus países en las pasadas elecciones para el parlamento Europeo del 25 de mayo del 2014. Se trata del
Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, el UKIP de Nigel Farage en Reino Unido y el Partido Popular Danés de Kristian
Thulessen Dahl en Dinamarca.
En Polonia, el partido Ley y Justicia de Jaroslaw Kaczynski –actualmente en el Gobierno–obtuvo un 31 por ciento de los su-
O
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or
Orbán (izda.) y a Polonia, cuyo líder en la sombra es Jaroslaw Kaczynski (dcha.), por su deriva autoritaria.
fragios, en un empate técnico con el ganador (el conservador Plataforma ciudadana).
En Austria el FPO-Partido de la Libertad alcanzó un 20,1 por ciento.
En un segundo grupo se encuentran los
países donde la extrema derecha ha alcanzado resultados electorales entre el 10 y 20
por ciento. En Holanda, el Partido por la Libertad (PVV) de Geer Wilders, con un 13,2
por ciento y 4 eurodiputados (cuenta con 15
diputados de 150 en su país). En Hungría, el
Jobbik –Movimiento por una Hungría Mejor–cosechaba un 14,68 por ciento y 3 eurodiputados. Su dirigente es Gabor Vona y
en las elecciones húngaras de 2014 consiguió el 20,7 por ciento.
Peruss, o Auténticos Finlandeses, por su
parte, subió al 12.9 por ciento, alzándose
con dos eurodiputados, mientras que en las
elecciones de 2012, encabezados por Timo
Soini, consiguieron 39 diputados de 200 con
el 9,4 por ciento de los votos.
En Italia la Liga Norte atrajo el 6,15 por
ciento de votos y cinco eurodiputados. En
las elecciones del 2013 tuvieron el 4,8 por
ciento y 18 diputados de 630.
Desde el único eurodiputado neonazi proveniente de Alemania a que uno de cada tres
europarlamentarios franceses fuese del Frente Nacional de Marine Le Pen, el éxito de la
ultraderecha quedaba asentado en Estrasburgo. Los neonazis griegos de Amanecer
Dorado, también tienen tres asientos en la
Eurocámara hasta 2019.
En Croacia o Dinamarca, los partidos de
La ultraderecha avanza
en buena parte de
Europa, siendo
determinante en varios
países
extrema derecha fueron las opciones más
votadas, aunque en Croacia el Partido Croata por los Derechos acudió a la elecciones
en una coalición de partidos conservadores
tradicionales que, eso sí, logró el 41,39 por
ciento de los votos.
En Reino Unido, el euroescéptico y antiinmigración UKIP logró un 29 por ciento
de los sufragios, casi duplicando su resultado anterior.
Los ultras disponen de 87 eurodiputados,
solo uno menos que la tercera fuerza política en la Eurocámara, el Partido de los Liberales y Demócratas, a pesar de que por
separado los euroescépticos habían obtenido tres puntos más de voto que los liberales europeos.
Influencia nacional. Y no sólo en los comicios europeos la ultraderecha hizo una exhibición de fuerza. El crecimiento de este tipo de partidos los está llevando a resultar
determinantes en la política nacional de algunos Estados.
Francia es el país donde la extrema derecha toca más poder institucional. Marine Le
Pen lograba un 27,7 por ciento de sufragios
en las elecciones regionales de 2015, aunque finalmente no conseguía ningún poder
territorial tras la renuncia de los socialistas
a participar en la segunda vuelta.
En Reino Unido, UKIP sólo se hacía con
un escaño en las últimas elecciones generales, pero debido a la peculiaridad del sistema electoral británico, ya que consiguió cuatro millones de votos y ser la tercera fuerza
en porcentaje.
En Dinamarca y en Finlandia, dos partidos
fundados en 1995, ambos adheridos al Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos,
han logrado resultados todavía más sorprendentes, convirtiéndose en segunda fuerza política de sus respectivos países.
El Partido Popular Danés era, con el 26,6
por ciento, el movimiento político más votado en las últimas elecciones europeas. Un
éxito confirmado en las legislativas de 2015,
y con el 21,1 por ciento de las preferencias,
entraba en la mayoría de gobierno.
El nuevo Ejecutivo de Finlandia es una
coalición liberal-conservadora en la que
por primera vez ha entrado el partido de
extrema derecha Verdaderos Finlandeses
(VF), que obtenía el 17,6 por ciento de los
sufragios.
En Noruega, con el 16,3 por ciento de apoyos, de integraba por primera vez el gobierno el denominado Partido del Progreso, formación de extrema derecha, hasta hace pocos años, completamente marginal.
Otro partido hermano, el Partido Demócrata Sueco, con un 13 por ciento, duplicó
sus resultados en las elecciones legislativas
de 2014, y ahora lidera las intenciones de
voto por primera vez. Según el sondeo realizado por el instituto Yougov para el diario Metro, un 25,2 por ciento de los suecos
tienen intención de votar por esta formación, que supera a los socialdemócratas del
primer ministro Stefan Löfven (23,4 por
ciento).
El Partido de la Libertad Austriaco, lograba el 20,5 por ciento de votos en las elecciones generales de 2013, y el Partido por
la Libertad holandés cosechó el 13,3 en las
elecciones europeas. Estos dos partidos se
han convertido en tercera fuerza política en
sus respectivos países.
Mientras, en Grecia, los neonazis de Amanecer Dorado consiguieron ser tercera fuerza política en las últimas elecciones legislanº 1138. 18–24 de enero de 2016
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La Policía se ha tenido que emplear a fondo contra los manifestantes que clamaban en Colonia contra los inmigrantes.
La histeria xenófoba
Por si todavía faltase algo
para alimentar la llama del racismo y la xenofobia que los
partidos de la extrema derecha se encargan de propagar,
los acontecimientos durante
la celebración de la pasada
Nochevieja en la ciudad alemana de Colonia han venido a
proporcionar munición a quienes no quieren ni oír lo más
mínimo acerca de la crisis de
los refugiados.
Una serie de ataques xenófobos, al parecer coordinados a
través de las redes sociales, en
‘respuesta’ a las numerosas
agresiones sexuales a mujeres
denunciadas durante la celebración de la Nochevieja en las
calles de Colonia, han profundizado la tensión ya existente.
La pasada semana, decenas
de inmigrantes eran agredidos
en la vía pública y dos ciudadanos paquistaníes y uno sirio
terminaron en el hospital con
serias lesiones por los ataques
coordinados de grupos violentos que se citaron a través de
las redes sociales para ‘dar un
escarmiento’.
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El ministro de Justicia alemán, Heiko Maas, intervenía y
advertía en contra de los intentos de los neonazis y otros
grupos de ultraderecha de instrumentalizar esos sucesos y
hacía un llamamiento a “no dejar el campo libre a incendiarios extremistas”.
Además de este ataque, unos
250 ultraderechistas provocaban disturbios en la ciudad alemana de Leipzig, coincidiendo
con una marcha convocada por
el movimiento islamófobo ‘Pegida’ –que celebraba su primer
aniversario- y que estuvo salpicada por alusiones a las agresiones sexuales registradas.
“Estamos sufriendo una nueva dimensión de odio”, denunciaba días atrás el presidente
del Consejo Central de los Musulmanes en Alemania, Aiman
Mazyek, al revelar que en los
últimos días se han recibido en
sus oficinas “cientos de correos electrónicos, mensajes y
cartas de amenaza de contenido muy violento y racista
contra la asociación y contra
los musulmanes”.
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Por su parte, el portal de noticias Spiegel Online se veía
obligado a cerrar la posibilidad a sus lectores de dejar comentarios a los artículos relacionados con lo sucedido en
fin de año “ante la imposibilidad de moderar un foro que
se nutre con comentarios intolerables que rayan hasta la
legalidad”.
Aprovechando la coyuntura,
el partido de extrema derecha
Alternativa para Alemania
(AfD) hacía público su rechazo
a la política de la canciller Angela Merkel hacia los refugiados y advertía de que la criminalidad ejercida en Colonia “no
ha hecho más que empezar”.
Según una encuesta realizada por el instituto demoscópico Forsa para medir el impacto de los hechos de Colonia en
la población, el 60 por ciento
de los alemanes no ve razones
para cambiar de actitud hacia
los extranjeros, mientras que
un 37 por ciento reconoce que
estos acontecimientos influyen
en su juicio con respecto a los
refugiados.
tivas, empatados con los socialdemócratas
de To Potami, ambos con 17 diputados, Y
todo ello pese a que la mayoría de los líderes de este partido se encuentran en prisión
por su relación con la comisión de diversos
delitos y ataques contra ciudadanos y acusados de pertenencia a banda criminal. Hasta en Rusia los nuevos partidos fascistas presumen de fuerza ascendente. El Partido Liberal Demócrata de Rusia, liderado
por Vladimir Zhirinovsky, tuvo un 12,5 por
ciento de apoyo popular en las elecciones
del 2011, obteniendo 56 diputados de los
450 que configuran la Duma.
También fuera de la UE, en Suiza, la ascensión de la extrema derecha es palpable
y notoria. En 2014 se celebraba un referéndum en el que se imponía la propuesta de
poner cuotas de entrada a los inmigrantes.
En las elecciones de octubre de 2015 vencía –con un 29,4 por ciento de los votos, el
mejor resultado de su historia–, el Partido
del Pueblo Suizo–Unión Democrática de
Centro (SVP-UDC), la formación de ultraderecha xenófoba y antieuropeísta que, en
2009 también promovió el referéndum que
estableció la prohibición de construir nuevos minaretes y mezquitas en el país.
Pocos a salvo. Son pocos los Estados europeos
que se libran de esta escalada meteórica de
los fascistas y neofascistas en el Viejo Continente. Sólo en España, Portugal y República
Checa, países en los que la oposición social
contra los recortes y los efectos de la gestión
liberal de la crisis ha sido dirigida por la izquierda anticapitalista, no se han dado las
condiciones para el renacimiento de formaciones de extrema derecha sólidas y con predicamento entre la población.
Pero el efecto del empuje de los ultras europeos también se ha dejado sentir en países de gobiernos conservadores, en los que
los Ejecutivos han asimilado parte del discurso xenófobo. Un ejemplo claro lo constituyó la reacción en Reino Unido de su primer ministro, David Cameron, ante la crisis
de los refugiados del Canal de la Mancha,
ampliando la presencia policial y enviando
perros a la zona, además de prohibir el alquiler de pisos a inmigrantes sin documentación en el Reino Unido. En este ámbito, el
giro a la derecha del primer ministro resultaba contundente. l
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