el pp está en una situación desesperada, pero no grave

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POLITICA
Graciano Palomo, autor de ‘Pedro Arriola, el Brujo’
“EL PP ESTÁ EN UNA
SITUACIÓN DESESPERADA,
PERO NO GRAVE”
Tras desentrañar en una decena de publicaciones la evolución del PP desde sus
orígenes en Alianza Popular hasta nuestros días, Graciano Palomo completa su
estudio sobre el centroderecha español descubriendo al hombre que hizo posible
que dos de sus líderes alcanzaran la Presidencia del Gobierno. En Pedro Arriola, el
Brujo (La Esfera de los Libros), el escritor y periodista, colaborador de EL SIGLO,
cuenta cómo fue su relación con José María Aznar y cómo se ha convertido en
imprescindible para Mariano Rajoy. Sobre la situación convulsa que actualmente
vive el partido dice el autor que “la nueva generación emergente está pidiendo
paso y, si no se lo dan, romperá la puerta”.
D
Por V. M.
ice que Pedro Arriola ha sabido interpretar el devenir de España los
últimos 25 años. ¿Erró al llamar frikis a los líderes de Podemos?
—Ya tuvo varios errores. Tras la victoria del
20 de noviembre de 2011, cometió el error de
interpretar que en Andalucía iba a gobernar
el PP y no fue así. El segundo error fue en las
europeas, en las que tampoco hubo mucha
movilización. Por eso creo que no interpreta
bien el cabreo de la sociedad. Sí que es verdad que en las últimas encuestas y datos que
daba a Rajoy antes del 25 de mayo apuntaba
un ascenso de Podemos. Pero no de semejante
magnitud. Entonces creo que con eso de los
‘frikis’ quiso justificarse profesionalmente.
—En 2012 confiaba en que Rajoy ganaría
de nuevo las elecciones porque tenía mayoría absoluta y tiempo. ¿Mantendría hoy el mismo pronóstico?
—En las dos reuniones secretas que mantiene Rajoy con el Estado Mayor después de
las elecciones del 25 de mayo, en el Parador de Sigüenza y en el de Toledo, Arriola
sostiene que lo peor ha pasado y que el PP
puede ganar las elecciones. Pero creo que,
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10–16 de noviembre de 2014. nº 1085
a día de hoy, con todo lo que ha ocurrido,
con el daño que ha hecho el caso de las tarjetas de Caja Madrid… Ahora, no lo sé, creo
que se tentaría la ropa.
—Antes de convencer a Aznar y a Rajoy,
convenció a José María Cuevas, que ‘mantiene’ un tiempo al asesor del candidato, entonces, a la presidencia de Castilla y León.
—Sí. Digamos que es el regalo que hace
Cuevas a Aznar para que Arriola le lea las encuestas, le escriba los discursos y le haga la
campaña. Es a raíz del 1 de abril del 90 cuando Aznar llega al puesto de mando del PP,
cuando le hace un contrato y le paga el partido. Pero, antes, le pagaba Cuevas.
—¿Quién debe más a quién, Arriola a Aznar o Aznar a Arriola?
—Dinero le debe más Arriola a Aznar. Carrera le debe más Aznar a Arriola. De hecho,
los dos presidentes le deben más. Arriola al final no deja de ser una persona esquiva que
permanece sumergida; yo que soy especialista en ese tema he hecho un libro con muchas
dificultades.
—¿Cuál ha sido su experiencia más difícil?
Habla de su reunión a finales de los 90 con
ETA. Y de que a él se consultó qué hacer tras
el secuestro de Miguel Ángel Blanco.
—Lo de ETA fue difícil desde el punto de
vista personal porque la mujer que tenía delante, Belén González Peñalba, alias Carmen,
quiso matar a su esposa, Celia Villalobos. No
lo consiguió porque cambió ese día de trayecto para ir a la Alcaldía de Málaga y acabó
matando a un matrimonio que era íntimo amigo suyo, el de los Jiménez Becerril. Cuando
secuestraron a Miguel Ángel Blanco él estaba
en Colombia y lo llamó Cascos para decirle:
“Me pide el presidente que te pregunte qué
hacemos”, a lo que contestó: “Resistir”. Por
otra parte, estuvo a punto de ser despedido
por Rajoy, en 2004. El PP acababa de perder
las elecciones y todos estaban completamente desnortados. Entonces, él y Rajoy se encuentran en el aeropuerto de Barajas antes de
irse de vacaciones y quedan en que ya hablarían; Arriola consideró que ahí lo iban a
despedir. Sin embargo, a partir de 2008 se convierte en imprescindible. Presentó una hoja de
ruta a Rajoy y le dijo, “si la seguís, llegarás a
ser presidente antes de 2012”. Y así fue.
—¿Qué decía esa hoja de ruta?
—Tenía dos puntos básicos. Uno era el giro al centro, la liquidación del aznarismo para colocar al frente del partido a gente que tuviera glamour y fuera más centrista. Esa fue la
razón por la que elige a Cospedal. Dos, que
la gente percibiera que ese era su equipo, que
él mandaba en el PP. Así, cuando Rajoy llega
al poder, reafirma a Arriola e incluso le da más
importancia todavía que Aznar.
—Cristóbal Montoro, José Ignacio Wert, son
ministros y personas muy cercanas a Arriola.
Su mujer es vicepresidenta del Congreso. ¿La
sombra del asesor es alargada?
—Sí, pero en lo que hace referencia al jefe.
En las nuevas incorporaciones también tiene
enemigos que están hartos de dar la cara todos los días batiéndose con el PSOE para que
luego llegue un rasputín a dar lecciones.
—Arriola dice que trabaja para el presidente del PP y no del Gobierno, pero tras las decisiones de este último está la marca de la casa. ¿Qué peso real tiene el asesor en las propuestas que llegan al Consejo de Ministros?
—En las fundamentales, en las que tienen
gran trascendencia social, tiene bastante. Arriola no es un hombre que vaya con su cartera
de fuelle y diga: “Presidente, tienes que hacer
esto”. No, él no es así. Él dice, ‘la situación es
ésta, mira la curva…’. Y al final, el asesorado
piensa, ‘si me dice que si llevamos adelante
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F. MORENO
la Ley del Aborto se nos va todo el centro, pues
no la voy a presentar’.
—¿La retirada de la ley es cosa de Arriola?
—Sí. Creo que tuvo muchísimo que ver. No
es que le dijera que la retirara. ‘Mira lo que sale en la encuesta, tú verás…”. Esa es la forma.
Lo mismo cuando habla de personas. Porque
él es así; sutil, sevillano, pagado de sí mismo…
—Dice que admira a otros sevillanos, a Felipe González y Alfonso Guerra.
—No les admira, le hubiera gustado trabajar con ellos; listos, buenos comunicadores...
Pedro admira a Arriola y Arriola admira a Pedro. En realidad es un figura, no hay en todo
el mundo libre alguien cuyos dos clientes hayan sido presidentes del Gobierno.
—Dice que a Arriola se le resistió un consejo y una designación clave; no convenció a
Aznar de que no se embarcara en la guerra de
Irak y de que su sucesor fuera Rodrigo Rato.
—Él veía clarísimo que iban a perder las
elecciones, eran un 99,9 por ciento los que
no querían la guerra. Pero Aznar había perdido ya el contacto con la realidad y lo único
que le interesaba era el rancho de Bush y la
Casa Blanca. Lo de Rato no lo trabajó mucho.
Le prefería porque eran amigos, pero cuando
vio que el ‘comandante en jefe’ torcía el ges-
“Su ‘hoja de ruta’ en
2008 para Rajoy fue
girar al centro y
demostrar que
mandaba en el PP”
to, pues nada.
—¿Apreció con el tiempo la idoneidad de
Rajoy o habría seguido prefiriendo a Rato?
—Ahora no lo sé porque con Rato ha pasado lo que ha pasado. Pero la impresión que
tiene de Rajoy es que es un tío serio. En el sentido amplio del término. Y que, como digo en
el libro, quiere pasar a la historia como un
hombre que salvó al país.
—¿Cuál es la ideología del gurú del PP con
pasado juvenil en el movimiento antifranquista?
— Tiene un sentido progresista de la vida.
No tiene nada que ver con la derecha. Lo que
ocurre es que se despoja de sus ideas. Él no
hace las encuestas, él las lee y sobre su lectura propone al cliente la medicina. Se considera un profesional en la materia; ha creado
escuela, cobra caro y le gusta lo que hace.
—¿De ahí los giros al centro del PP?
—Y no solo por eso. Él está convencido de
que los países se gobiernan desde el centro.
En unas ocasiones desde el centro derecha,
en otras desde el centro izquierda. Sus dos intelectuales de cabecera son Peter Drucker y
Willy Paretto. Por cierto, autor que le aconseja Jorge Verstringe, hoy asesor de Podemos.
—En el libro dice que uno de los peores días
de su vida lo vivió en el verano de 2013, cuando aparece en los papeles de Bárcenas. ¿Le sigue preocupando?
—Como el juez no da cauce, pues nada. Algo así te contamina, te deja KO Y más a un
consultor como él. Lo pasó mal, sí.
—Tras llevar a sus dos clientes a la presidencia del Gobierno, ¿podría Arriola, por capacidad y por convicción, llevar a un tercero
o una tercera?
—Su tesis fundamental es que Occidente
está en un fin de ciclo y camina rumbo a lo
desconocido. Tiene cerca de 70 años y le resulta imposible aprender lo que está sucediendo. Pero si el candidato no es Rajoy en
2015, supongo que sí, aunque depende de
quién sea. Si es la vicepresidenta, sí. Si es Cospedal, no lo sé…
—A propósito de los escándalos de corrupción, ¿cómo interpreta lo ocurrido?
—Creo que el equipo dirigente no ha puesto un cortafuegos en relación con la corrupción aznarista. No han sabido, no han querido, no han podido, no lo sé. Y eso es letal para un partido de corte liberal que no necesita,
en la mayor parte de los casos, la política para vivir.
—Rajoy lo fiaba todo a la recuperación
económica, pero se ha cruzado por medio
la corrupción.
—No se maneja bien con estos asuntos, le
provocan rechazo y procura obviarlos. Pero
claro, cómo vas a obviar algo así… ¿Se olvidará? Probablemente. Arriola es de los que
creen que la corrupción no pasa factura. Y en
eso le da la razón. Creo que el PP está en una
situación desesperada, pero no grave. La nueva generación emergente está pidiendo paso
y, si no se lo dan, romperá la puerta.
—¿Algún líder emergente en concreto?
—Lo ideal en un partido de centroderecha
liberal sería que una persona que está en el
poder, digamos que por generación pueda enlazar con los nuevos valores. No veo otra persona que no sea Soraya Sáenz de Santamaría.
Cospedal ha quedado muy tocada, le ha tocado bailar con la más fea. l
nº 1085. 10–16 de noviembre 2014
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