En directo EN DIRECTO Walser o la disolución del individuo 24 Cultura|s La Vanguardia Miércoles, 11 noviembre 2009 Aquí s'aprèn poca cosa En su vigésimo aniversario, la sala Beckett apuesta por una adaptación del angustioso universo del escritor suizo Robert Walser ni producir el más leve poema en verso o prosa. Sin pasear estaría muerto, y mi profesión, a la que amo apasionadamente, estaría aniquilada”, dice el protagonista de El paseo (1917; Siruela, 2009), una narración de apenas 80 páginas que cuenta el recorrido de un poeta por su ciudad, con gentes, calles y parques, que aferran al paseante al presente y transforman la faz del futuro, que palidece, y borra la huella del pasado, que se desvanece. La vida es movimiento, pero lo trascendente ocurre dentro: “Quizá el hombre interior sea el único que en verdad existe”, escribe en El paseo. La vida se detiene, se marchita, se oscurece, cuando se la reduce a bienestar, a la seguridad de un techo y un sustento permanentes. En Los artistas, un pequeño relato que podemos encontrar en Vida de poeta (1918; Alfaguara, 2003), un grupo formando por escritores, pintores y actores rechaza la protección de un noble poderoso al comprobar cómo desaparece su genio al abrigo de una existencia cómoda y apacible; más aún, en el relato que da nombre al libro, el protagonista recibe un certificado de despido en el que sus jefes escriben: “Jamás podremos olvidar sus extraordinarios trabajos sobre papel secante (...) para que sus refinadas dotes no caigan en te- El gran reto de adaptar ‘Jakob von Gunten’ es llevar a escena las reflexiones y sueños del protagonista EDUARD MOLNER Sentado en un pupitre, Jakob von Gunten, nos mira y habla: “Aquí s'aprèn poca cosa. Els alumnes de l'institut Benjamenta no arribarem mai enlloc (...)”. Aquí s'aprèn poca cosa es la brillante primera frase de la novela de Robert Walser Jakob von Gunten (1909) y también el título de su adaptación teatral, obra de Toni Casares. Efectivamente, en el instituto Benjamenta no se aprende nada, o casi nada. Se aprende a obedecer. Jakob von Gunten, vástago de familia ilustre, ingresa en el centro para huir de sus padres, o más bien, para huir del futuro que sus padres tienen preparado para él. La especialidad del instituto es la formación de sirvientes. Criados perfectos. Entran adolescentes y deben salir hombres vacíos de criterio y voluntad, dispuestos a acatar órdenes. En Jakob von Gunten (Quaderns Crema, 1999 y Siruela, 2009) está contenido todo el universo walseriano. Encontramos esa manera de escribir serena y tranquila, como la transcripción de un pensamiento que fluye estimulado por lo que va encontrando la mirada. Encontramos una asombrosa ingenuidad, impropia del siglo XX diría- mos, pero que abraza, acompaña. Y encontramos, también, un personaje a quien no le importa el éxito, que sólo vive para alimentar su creatividad con experiencias. El suizo Robert Walser (18781956) abandonó los estudios a los 14 años y se entregó a un periplo errático, siempre acuciado por problemas económicos. Trabajó de archivero, de oficinista, de empleado de banca, incluso de sirviente en un castillo de Silesia, aunque quiso ser actor y pintor. Se entusiasmaba con Los bandidos de Schiller y se extasiaba contemplando la naturaleza. En un mundo dispuesto a encasillar a los hombres, Walser se sentía vivo al margen de la rutina. Aquejado de crisis nerviosas agudas y alucinaciones, ingresó por voluntad propia en un manicomio en 1929, liberando a su hermana Lisa de la atención que requería permanentemente; ya no saldría de diferentes instituciones mentales hasta el día de su muerte, en 1956, acaecida en la soledad de uno de sus incontables paseos. Walser pasea. “Pasear me es imprescindible, para animarme y para mantener el contacto con el mundo vivo, sin cuyas sensaciones no podría escribir media letra más Aquí s'aprèn poca cosa SALA BECKETT BARCELONA Dramaturgia y dirección: Toni Casares (adaptación de la novela ‘Jakob von Gunten’ de R. Walser). Del 12 de noviembre al 13 de diciembre. www. salabeckett.cat Arriba, un instante del montaje que dirige Toni Casares a partir de la novela ‘Jakob von Gunten’. Abajo, una de las pocas fotografías que existen del escritor suizo Robert Walser FOTOS NANI PUJOL / ARCHIVO rreno baldío nos sentimos obligados a implorarle que nos deje”. Nada, por banal que parezca, puede dejar de ser un punto de partida para el arte. Su primer libro, El cuaderno de Fritz Kocher (1904; Quaderns Crema, 2000 y Pre-Textos, 2008) ya aventuraba los grandes trazos de lo que sería su literatura. Esa mirada ingenua, pero especial, capaz de captar el misterio profundo de la cotidianidad. Fritz es un alumno que ha muerto al terminar su escolaridad. Ha dejado un cuaderno con los ejercicios de redacción. El libro de Walser es la compilación de estas composiciones que, lógicamente, tienen títulos pueriles como El hombre, El otoño, La escuela, La clase, La naturaleza, etcétera. Ese adolescente burgués y convencional, que escribe para ser aprobado, es, sin embargo, un ser soñador fascinado por el arte, la poesía y la música, pero, sobre todo, es alguien muy capaz de ver en un aula un mundo entero entre cuatro paredes, con amor, odio, ambiciones y deseo. La clase, una de las supuestas redacciones de Fritz, habla de un compañero ingenioso, ocurrente, libre, desobediente y transgresor, receptor de castigos: “Él es como una especie de rey (...) nuestro Roger Bernat Ratera (Pura coincidència) SALA LA PLANETA GIRONA A partir de ‘Insultos al público’ de Peter Handke. 13 y 14 de noviembre. www.temporada-alta.cat, www.rogerbernat. com En la fotografía, el dramaturgo Roger Bernat en una imagen de archivo FOTO ÀLEX GARCIA DAVID BARBA Los cacos lo tienen mal para saquear el destartalado piso del Eixample donde vive Roger Bernat: ¡está lleno de cámaras de videovigilancia! De cejas luciferinas, frente broadband y cierta retirada a Noam Chomsky, cualquiera puede comprobar sobre el terreno que: a) Bernat es uno de los creadores fronterizos más interesantes de nuestra escena, y b) las videocámaras no custodian ningún cuadro de Miró en el baño. En realidad, le sirven de prueba para Ratera, un espectáculo que reflexiona sobre el público y la videovigilancia. Si en Dominio público Bernat viajaba a 1984, esta vez se da un paseo por Un mundo feliz: “Orwell temía que nos escondieran la verdad; Huxley, que nos convirtiéramos en una maturgo austriaco desprecia al público como despreció a la opinión pública durante las guerras balcánicas. ¡Un espectáculo redondo! Más, si tenemos en cuenta que los actores saldrán muy baratos: ¡pagarán por actuar! “Los espectadores serán los protagonistas circunstanciales de cada noche”. Ratera no es la enésima denuncia airada contra los abusos del Gran Hermano, sino la constatación de lo cómodos que nos sentimos en nuestro papel de figurantes, más que actores, de la tragicomedia de la sociedad de mercado. “Un amigo moderno me decía que el ayuntamiento debería pagar a todos los artistas por pasearse por el casco antiguo de Barcelona, como actores que somos de un eterno carnaval callejero”. Un show para cultura trivial donde la verdad quedara ahogada en chorradas”. El que fue alma de la General Elèctrica se ha propuesto monitorizar la platea con un programa informático que cambia el foco de atención sobre los vigilados cada cinco segundos, como las cámaras que monitorizan la vida cotidiana de los yonquis de la barcelonesa plaza Orwell. “Si algún espectador se mete el dedo en la nariz –advierte Bernat– puede que se vea reflejado en la pantalla que pondré en el escenario”. Para curarse en salud, unas pegatinas advertirán de la videovigilancia, “según obliga la ley orgánica 4/1997”. Una vez monitorizados, los espectadores escucharán fragmentos de Insultos al público, de Peter Handke, donde el dra- el fomento del turismo, vaya. “Hoy contamos con muchas herramientas de participación social, pero ¿somos más libres que hace cuatro siglos?” En tiempos del teatro isabelino, las corralas eran un nido de putas, rufianes, alcohol y peleas de osos contra perros (las famosas bear baitings); aquella chusma indómita tenía la sartén por el mango. “Es en la Francia de Molière –recuerda Bernat– cuando aparece la denominación de público y el espectador comienza a ser educado para permanecer en silencio”. Todo un proceso de domesticación que más tarde se repitió en el cine –lo recuerda Noël Burch en El tragaluz del infinito–, cuando la introducción del acomodador, el piano y la narrativa acabaron con EN DIRECTO Miércoles, 11 noviembre 2009 El espectador hipertrofiado los pendones y las pendencias para dejar paso al espectador burgués. Para Bernat, es sintomático que Wagner fuera el primero en atreverse a apagar la luz en la platea. Desde entonces, ese proceso de domesticación no sólo ha maniatado al público en los teatros, sino a la masa en las calles. “Desde el surgimiento del concepto de público, el Gran Otro del que hablara Lacan no ha hecho más que engordar”. Y es que público e individuo, opinión pública y derechos individuales, han evolucionado en paralelo durante los últimos tres siglos hasta llegar al momento actual, donde el fin de los grandes metarrelatos ha evidenciado que el público sólo cuenta como conjunto de consumidores y el individuo sólo lo es como unidad de producción. En fin, resultó que detrás del Gran Otro estaba el (Súper) Mercado. “Vivimos en la era de la hipertrofia del espectador. ¿Por qué todos lo deseamos tanto? ¿Por qué nada es válido si no lo sanciona un gran público?”, se pregunta Bernat. Ahora hemos dejado atrás el caos feliz del piso del Eixample para adentrarnos en la asepsia impoluta del Teatre Lliure: a un mes del estreno de Ratera, el dramaturgo conversa con el psicoanalista Ivan Ruiz en un diálogo titulado El deseo en el público. “Lacan procuró invertir la posición del que mira respecto a aquello que es mirado”, cuenta Ruiz. “En realidad, el espectador es contemplado por la obra de arte y no al revés”: si el espectador padece de hipertrofia, al mismo tiempo vivimos en una época en que se le pide que permanezca congelado en la butaca, que no participe, que no se toque la nariz... Lo mismo que ocurre en el teatro sirve para el cine, la televisión o las supuestas tecnologías interactivas. Twitter o Facebook son herramientas que hacen de nuestras vidas un espectáculo constante en busca del favor del público”, asegura Bernat. “Un espectáculo que no fomenta precisamente la interactividad, sino la interpasividad”. Huxley tenía razón: vivimos ahogados en chorradas. Y no nos sale gratis. La industria de las distracciones no sólo contribuye a reforzar una pasividad existencial que deriva en oscurecimiento óntico, sino que produce daños colaterales: “el aumento de las patologías de la atención que padecen los niños probablemente se deba a la multiplicación de la atención que nos exige la sociedad del espectáculo”. Así las cosas, ¿cómo abstraerse del espectador, cómo dejar de ser público? “Hay dos caminos: a) trabajar como trabaja la Naturaleza, sin espectadores, por el puro placer de crear, y b) enfrentar al espectador con su propia imagen, ponerle un espejo para que se quede solo ante su deformidad”. O, como en Ratera, una cámara que nos revele que ese pinche tirano no existe, que el público es un fantasma. | Cultura|s La Vanguardia Ratera Una reflexión sobre el público del siglo XXI a propósito de la última creación de Roger Bernat 25 pequeño mundo es así. El profesor es como una figura del otro, del gran mundo. Sólo que él es demasiado pequeño para parecernos grande a nosotros”. Walser cuestiona las instituciones encargadas de perpetuar el sistema. La familia, la escuela, los centros de trabajo, las jerarquías. Sus héroes no encajan. Experimentan la modernidad a través del aburrimiento; Jakob se aburre en el instituto Benjamenta, agrietando así la institución entera. Sin quererlo, se convierte en referencia, aunque él admira, más incluso, quiere, a Kraus, el compañero imbuido del espíritu del centro. Kraus no duda, obedece. Ha dado a su existencia el sentido adecuado. En el montaje de Toni Casares, Kraus es interpretado por Albert Viñas, actor que, ayudado de su físico rectilíneo, compone brillantemente su severo personaje. Jakob von Gunten puede encontrar una correspondencia en Las tribulaciones del estudiante Törless (1906) de Robert Musil, narración también de iniciación a la vida adulta. Aunque para completar un posible mosaico podríamos añadir Sin novedad en el frente (1929) de Erich Maria Remarque, novela de crudas imágenes sobre la Gran Guerra que, sin embargo, tiene en el capítulo del permiso y la visita a la escuela su mejor pasaje: una crítica acerada a un sistema de valores que empuja a la humanidad al desastre y al hombre a la infelicidad. Valores que se imparten en la escuela, en el instituto, en la academia, y que todos ellos tienen que ver con dejar de ser individuo para ser gregario –hoy podríamos leer, para ser consumidor–. En Musil, Remarque o Walser, hablamos de experiencias en primera persona, convertidas en literatura. De ahí la dificultad de llevar a escena una novela como Jakob von Gunten, donde el peso de la narración no está en el intercambio con otros personajes, sino en las reflexiones y sueños del propio Jakob. Casares ha resuelto el problema dialogando los pensamientos de Jakob (Jaume Ulled) con su compañero de habitación Schacht (Guillem Motos) o representando sus aventuras oníricas con la profesora Lisa (Alícia Pérez). Ulled ha dado con la luz de su personaje, Motos es intérprete de la ingenuidad y Alícia Pérez está intensa y delicada. El director del instituto, el señor Benjamenta (Quimet Pla) es un muerto en vida, un hombre desengañado; su hermana Lisa, al contrario, es una mujer muy viva a quien espera una muerte temprana. Jakob ha acudido al instituto Benjamenta para matar una inquietud angustiosa que lo atraviesa. Pero esa misma inquietud le define. A él, como a Walser. Casares se suma a la nómina de los que han quitado el polvo a uno de los escritores más interesantes del siglo XX. | | AVUI DIMECRES, 11 DE NOVEMBRE DEL 2009 & 42 Espinosa i ‘El fascinant noi...’ CULTURA ESPECTACLES El dramaturg, actor i director estrena al Lliure l’obra amb què està més content Bromera editarà Herta Müller L’editorial d’Alzira publicarà en català tota l’obra de la premi Nobel d’enguany Els estudiants de l’Institut Benjamenta aprenent a netejar taules a l’espai que han dissenyat Eugenio Swarcer i Paula Bosch ■ DAVID RUANO Toni Casares adapta la novel·la de Robert Walser ‘Jakob von Gunten’ a ‘Aquí s’aprèn poca cosa’, un text visionari d’un autor essencial que arriba demà a la Sala Beckett Enladireccióoposada Andreu Gomila BARCELONA Toni Casares feia 20 anys que tenia dins el cap la novel·la de Robert Walser Jakob von Gunten (Quaderns Crema) i ara, tot coincidint amb el 20è aniversari de la Sala Beckett, ha decidit portar-la a escena. La data no és cap casualitat, ja que l’espai que aleshores dirigia José Sanchis Sinisterra va estrenar-se amb una dramatúrgia de Bartleby l’escrivent, de Hermann Melville, una novel·la cabdal del segle XIX que seria coneguda per la famosa frase del seu protagonista “preferiria no fer-ho”. Jakob von Gunten, com Bartleby, és un noi amb una actitud passiva davant la vida, i ell, de família aristocràtica al Berlín de primers del segle XX, decideix emprendre el camí contrari al previst i es matricula en una escola, l’Institut Benjamenta, per a criats. L’obra s’estrena aquest dijous a Barcelona després d’haver passat el cap de setmana per Temporada Alta. “Tant Bartleby com Jakob –ens diu Casares– són dos personatges que renuncien als valors de la cultura occidental. Bartleby renuncia a l’acció, es nega a fer res. I Jakob re- nuncia als privilegis de la seva condició social. Treballant la novel·la i aprofundint-hi, m’he adonat que en el fons Jakob acaba renunciant. És un noi molt jove i té un punt d’immaduresa. Entra a l’Institut Benjamenta perquè topa amb un món que no entén, on s’ofega, i vol aprendre a fer de criat per intentar comprendre’l, aquest món, per entrar-hi per un altre costat”. Jaume Ulled és aquí Jakob von Gunten; el seu mestre, el Sr. Benjamenta, és Quimet Pla, i la seva germana, la Sra. Benjamenta, és Alícia Pérez. Aquest triangle essencial s’amplia amb els companys de Jakob: Pep Ambrós, Guillem Motos, Omar Sanchis, Pau Viñals i Albert Viñas. Casares deixa clar que, tot i el jove planter del repartiment, no es tracta d’Els nois d’història, l’obra d’Alan Bennett amb què Josep Maria Pou va obrir el Teatre Goya. “Als actors els ha costat no caure ni en el paper de nens ni en el de bojos o tontos. És una tipologia de persones molt especial. Són gent adulta a qui el Benjamenta ajuda a tenir un món interior prou ric per poder-se aïllar. Això fa que els alumnes siguin més adults del que d’entrada ens pensàvem”. El director ha tingut sempre ben clar que Aquí s’aprèn poca cosa, tot i estar ambientada en un centre escolar, no és una “Tant Bartleby com Jakob són dos personatges que renuncien als valors occidentals” peça que parli d’un institut. Ni El florido pensil ni Els nois d’història. “En el fons, la novel·la és una metàfora. És un drama moral més que res més i, per tant, ens hem de moure en aquest terreny metafòric. De fet, l’Institut Benjamenta és un refugi”. Llegint la novel·la, publicada el 1908, sorprèn l’actualitat dels temes tractats per aquest visionari que va ser el suís Robert Walser, un precedent de Hermann Hesse, “el primer hippie”, segons Casares. S’avança als expressionistes i encara més als existencialistes. La seva diagnosi sobre el progrés, Europa o el món de l’art són | Cultura i espectacles | 43 AVUI DIMECRES, 11 DE NOVEMBRE DEL 2009 Entrevista: Carlota Subirós Dirigeix ‘Alícia, un viatge al país de les meravelles’, que s’estrena dijous al Lliure Jaume Ulled (Jakob) i Alícia Pérez (Sra. Benjamenta) ballant en una escena onírica ■ DAVID RUANO Carlota Subirós, a més de ser una directora brillant, forma part de l’equip de direcció artística del Lliure ■ MARTA PÉREZ “Alllargdelavidaes creixmoltesvegades” Teresa Bruna BARCELONA brutals. “El referent amb l’actualitat es troba en la crítica als valors de la competitivitat, de l’èxit, del triomf, com a valors positius. En aquest món, qui no juga amb aquests conceptes no hi troba el seu lloc, es converteix en un marginat... Jakob es fixa en els llocs baixos, en les coses petites, en el que és inútil, és un argument que potser té ara més validesa que quan Walser va escriure la novel·la”, diu el director. L’Alemanya nazi També, en certa manera, segons Casares, preveu el que passarà a Alemanya dues dècades més tard, amb l’adveniment del nazisme. “Amb aquests nanos que estan preparats per obeir, per no desitjar..., Benjamenta prepara nois disposats a obeir el que sigui. La gràcia és veure com el Benjamenta, que està formant aquests monstres, ho està fent com a única resposta possible a un món en decadència i se salva gràcies a la trobada amb Jakob. Si no s’haguessin trobat, Jakob, per la via més rebel, hauria acabat marginat. I Benjamenta, el mateix, hauria acabat amb una actitud autoritària. Hi ha un personatge, Kraus, que el veus clarament que se’n va directe a les SS. Renunciar a l’acció també és renunciar a voler canviar aquest món. La novel·la té un punt de lucidesa brutal”. Casares ha hagut de reescriure parcialment l’obra per fer-la entrar dins el teatre. Per això, per exemple, elimina les trobades de Jakob amb el seu germà artista, Johann, que ens serveixen per copsar la visió del protagonista sobre el món de l’art, que passa de la veneració al desencís. El director, per no treure l’acció de l’Institut Benjamenta, fa que les reunions siguin només referencials. Un aspecte, però, que ha potenciat és el caràcter oníric del text, el seu nivell metafòric. “El que Benjamenta ensenya als seus alumnes –indica el director– és a construir-se bombolles. La novel·la és plena de metàfores i aquesta referència constant a les habitacions interiors ens porta a la vida interior, al fet que cal tenir-ne una de prou poderosa i rica per aïllar-te de l’absurd del món”. ■ Alícia al país de les meravelles ha estat un dels contes més enigmàtics i fascinants que s’han escrit mai. La majoria dels adults que el van llegir durant la seva infància tenen aquells dibuixos barrocs gravats al cap, poden visualitzar el túnel cap a l’infinit o guarden la imatge d’un conill amb un rellotge. Els que ja de grans l’han rellegit, han pogut descobrir més d’un Lewis Carroll, amb segones i terceres lectures i jocs matemàtics. Carlota Subirós, una de les joves directores més interessants de casa nostra, el va llegir de nena i la va colpir. I ha volgut portar el seu record a escena sense la relectura. Només amb la força de l’Alícia i l’experiència del seu propi creixement. Expliques l’Alícia de quan eres nena? En parteixo. Em vaig dir: “Vull fer l’Alícia sense haver-la rellegit”. Era tal la força de les imatges que se m’havien quedat dins des de petita que em van semblar un bon punt de partida per explicar la passió, com quan expliques una tragèdia grega, que és una passió molt simbòlica, molt pura. Després, evidentment, la vaig rellegir. Dius que és un viatge de creixement... L’Alícia proposa una manera de mirar el món: endinsar-te en el desconegut amb por però amb curiositat. Per a mi és el creixement i l’he volgut agafar com un viatge que comença al final de la infància, als 7 anys, amb tot el que té de bo i de dolent créixer. Però l’actriu és gran! La meva lectura és que aquest procés es viu moltes vegades al llarg de la vida. És un viatge de transformació, d’anar passant per situacions insòlites on tot se li qüestiona, la idea del l’home, de la dona, del temps, de si ets gran, de si ets petita, o ets un animal o una persona, de si l’espai és gran o si t’asfixia... Aquest creixement t’ho va posant tot en dubte fins que descobreixes que, com mes gran et fas, menys entens el món. És una història per a una generació? No, ja té un segle i mig! Va néixer d’un professor molt rígid que tenia un món personal molt lliure i desenfrenat que va plasmar en la seva relació amb les nenes. En les 98.000 cartes documentades que va escriure hi va deixar jocs, artefactes, invents... L’obra s’ha convertit en un pou de referents per a la nostra cultura. D’imaginació, en tenia... Era una persona molt imaginativa, aquesta era la seva cara oculta. És com un espectacle de mitologia contemporània en el sentit que totes les vivències es converteixen en símbols d’experiència de creixement. No deu ser fàcil portar-ho al teatre! No! Em vaig adonar que treballar sobre l’Alícia era caure en un pou que no parava d’obrir portes i més portes: com ens relacionem amb els nens, com els volem domesticar... És la primera vegada que faig un text tan abstracte, que no parava d’obrir possibilitats. Però jo volia portar la història de l’Alícia al teatre. De gran reconeixes altres imatges perquè vas desenvolupant un altre procés. Com reproduir aquestes imatges ha estat el gran repte perquè tenen molta força. La idea de caure pel pou és tan forta, tan pura, que qualsevol traducció escènica et sembla poca cosa. Podrien veure l’obra els petits? Igual que el llibre, pot tenir diverses lectures. Hi ha l’aparició puntual de tres nenes i una d’elles va venir a veure un assaig i va quedar encantada. Per a mi va ser un regal. De vegades reduïm massa les idees per als petits, cal recordar que va néixer com un conte explicat a una nena. Però no la vaig pensar per al públic infantil. Com heu treballat els animals? Hem volgut trobar l’essència de cada animal sense il·lustrar l’exterior. L’obra ha estat molt versionada i és un gran repte lluitar contra aquests referents que el públic té gravats, les imatges barroques. Em vaig plantejar que havíem d’anar a un altre lloc, treballar el joc de l’actor, que jugui a ser gat, conill, veure com es pot fer. Trobar un animal dins d’una persona i trobar una nena dins d’una noia ha estat un treball actoral meravellós. Com tractes la figura de Carroll? No la tracto. Per això ho fem conjuntament amb Ludovicus Carolus, una lectura que l’Alícia Gorina ha dirigit i n’ha fet una dramatúrgia, centrantse en Lewis Carroll. Però si diu que el fa en Lluís Soler... Hi surt, però sense entrar en la complexitat del seu retrat. Únicament vaig voler deixar-lo inclòs dins del seu mateix somni, com a somiador, com a creador. Hi ha moments que veig que tots els personatges són lectures del mateix Carroll, que ell s’ho munta per relacionar-se amb la nena. És un personatge fascinant, tan complex i tan ric, que no podia entrar en tota la seva riquesa i totes les seves contradiccions en aquesta obra. Això ja mereixeria un altre espectacle. ■ 38 C ULT UR A - ESPECTAC LES EL PUNT | Divendres, 6 de novembre del 2009 Casares recomana ser crític amb l’entorn a «Aquí s’aprèn poca cosa» S’estrena a La Planeta aquest diumenge J. BORDES / Barcelona ● Toni Casares, director de la Sala Beckett, estrena la producció Aquí s’aprèn poca cosa, com a colofó del vintè aniversari del teatre creat per Sanchis Sinisterra. La peça, que vol ser un homenatge al fundador del Teatro Fronterizo, convida a tenir una veu crítica amb una societat que es mou per l’èxit social i la competitivitat. La Sala Beckett va estrenar-se l’octubre del 1989 amb Bartleby, l’escrivent, de Melville. Sanchis Sinisterra va explicar a Casares, ara fa vint anys, que aquest personatge renunciava a l’acció, a la prosperitat social, igual que altres personatges literaris com el que Robert Walser va escriure a Jakob von Gunten, el 1909. Va ser l’ham perquè l’avui director de la Beckett conegués l’escriptor, i concretament aquesta peça, de la qual, posteriorment, en faria una primera adaptació a l’Aula de Teatre de la UAB amb el títol Aquí s’aprèn poca cosa. La peça s’estrena aquest diumenge (19 h) a La Planeta i està previst que faci temporada del 12 de novembre fins al 13 de desembre a la Beckett. Casares ha reprès aquella dramatúrgia amb una revisió notable i convertint el monòleg interior del jove de bona família, que decideix entrar en una escola de criats per intentar aprendre a no rebatre els valors que li expressava la seva família, amb una peça colorista. En comptes d’un monòleg, s’opta per mostrar al públic els diferents personatges d’aquesta escola particular, «una mena d’ONG que recollia nois desemparats», segons raona l’actor Quimet Pla, que interpreta el paper del director del centre. Aquest home, ferit per les maldats del món cruel extern, es refugia en una escola i es limita a ensenyar unes regles que facin fort els nois per poder combatre l’hostilitat del carrer. Trasbals a l’institut L’arribada de Jakob von Gunten (Jaume Ulled) Un instant de l’espectacle, durant un assaig. / DAVID RUANO trasbalsarà el director de l’institut i la seva germana malalta de desamor, ja que li trobaran uns valors que, en comptes de sotmetre’ls a la norma del moment, el convidaran a ser el seu timó vital. Fins al punt que, morta la germana (Alícia Pérez), aquesta deixarà com a testament la invitació al jove que viatgi lluny i s’endugui el mestre. Travessen la porta i superen les finestres entelades que permetien el pas de la llum, però amagaven el perfil de la capital. Casares admet que el desassossec que transmet aquesta peça, la mateixa que té Jakob per les seves contradiccions socials, és el motor de la sa- la barcelonina, que dimarts passat va rebre la confirmació que l’Ajuntament li cedirà un espai al Poblenou, que li garantirà un creixement en el seu projecte de ser la Casa de l’autor. Per Salvador Sunyer, director de Temporada Alta, aquesta és la notícia teatral de l’any. Sunyer aspira que el Festival de Tardor de Catalunya sempre aculli una producció d’un teatre amb una personalitat clara, presentant autors catalans i també estrangers. Casares ha reposat la peça com un homenatge: ell accepta el repte de Sanchis, agafa la maleta i continua fent les seves passes, com el final oníric de la novel·la. El combat «Nixon-Frost» dirigit per Rigola se celebra avui i demà al Municipal DANI CHICANO / Girona ● L’alesho- 119806-979091B res expresident dels Estats Units, Richard Nixon, manté el 1977 un seguit d’entrevistes, tres anys després de veure’s forçat a dimitir i abandonar la Casa Blanca pel cas Watergate, amb un popular presentador britànic de televisió, David Frost, a canvi de 600.000 dòlars. Peter Morgan, guionista de televisió i cinema (The Queen i la mateixa Frost/Nixon), va recrear en un text l’entrevista i el director del Teatre Lliure, Àlex Rigola, en va dirigir l’adaptació catalana, que es va estrenar el mes passat al Lliure. Frost i Nixon, en ple combat dialèctic. / ROS RIBAS A Nixon-Frost (Rigola va canviar l’ordre de l’original), Lluís Marco és l’expresident nord-americà, mentre que Joan Carreras fa el paper del presentador, que aconseguirà un reconeixement tàcit de Nixon de la seva implicació en el cas Watergate, després del qual encara va ser reelegit, el 1972, però que finalment el va obligar a abandonar la presidència el 1974, acusat d’obstruir la justícia i utilitzar la CIA i l’FBI amb finalitats polítiques. Tant Frost com Nixon passen hores baixes. L’expresident se sotmet a l’entrevista subestimant Frost, comptant que el pe- riodista no és especialitzat en política i, per tant, serà inofensiu, però aquest acaba aconseguint que Nixon demani perdó als nordamericans per l’escàndol. A més de Carreras i Marco, en el repartiment hi ha Chantal Aimée, Andreu Benito, Oriol Guinart, Kai Puig, Òscar Rabadan i Santi Ricart. Àlex Rigola va fer dues versions d’aquesta obra: una de completa, realista, que inclou recursos cinematogràfics, i una altra que és una mena d’unplugged escènic, que respon als cànons teatrals convencionals. A Girona es veurà la primera versió, però totes dues van tenir un èxit notable, tant de públic com de crítica. GUIA DEL OCIO DE BARCELONA 06/11/09 BARCELONA Prensa: Semanal (Jueves) Tirada: Sin datos OJD Difusión: Sin datos OJD Página: 61 Sección: CULTURA Valor: 694,00 € Área (cm2): 80,2 Ocupación: 30,84 % Documento: 1/1 Cód: 32944025